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Silvia
Freire
es argentina y vive en Buenos
Aires, Capital Federal.Escritora,
conferencista conductora de TV, columnista de radio,y guía de
un nutrido grupo de personas a las que acompaña en el camino hacia
la plenitud.
Estas actividades son distintos aspectos de su única
función, que es la de llegar a la gente con un mensaje de cambio
personal, autoeducación y crecimiento
espiritual.
Su
mensaje está orientado hacia el trabajo personal y el cambio a
partir de la auto-observación. Se basa en distintas herramientas de
auto-conocimiento y superación, y el Curso de Milagros como medio
fundamental para el cambio
interior.
Ha escrito varios libros y dado múltiples conferencias
en distintos puntos del país. |
REFLEXIONES DE
SILVIA
FREIRE:
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Brindale una Nueva Educación a tus Hijos
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Hola, soy Silvia Freire.
Muchas personas se preocupan por haber estado educando a sus niños con conceptos que no están de acuerdo con el nuevo paradigma (sean esos niños hijos, sobrinos o el propio niño interior).
Sostengo que el ejemplo que le podamos brindar a nuestros niños es no sólo la mejor forma de educar... sino la única. Pero ante las muchas inquietudes que recibimos, vamos a recopilar las pautas necesarias para educar.
Y qué mejor que una anécdota para contarte cómo lo trabajaremos?
Una mujer contaba en clase:
-Mi esposo me decía que mi hijo (que trabaja con él) no estaba trabajando con ganas, con responsabilidad y eso lo enoja, le grita. Así que le pedí lo que tantas veces le he pedido; que cuando llegara nuestro hijo lo tratara bien, que le pidiera que nos contara cómo le fue con el trabajo...
-Pido gancho -le dije- ¿Por qué no probás imaginar que cuando llega tu hijo, tu marido reacciona como vos querés que reaccione?. Probalo. Si no probás, no lo vas a ver reflejado en la realidad. Lo que pasa es que vos querés otro método. El ego es materia, le digo/me decís, es el ego el que le da cátedra al marido y le dice "por qué no lo hacés distinto" y lo que subyace en ese mensaje es "lo estás haciendo mal". Yo ahora voy a tomarme un minuto para imaginarte a vos actuando de un modo impecable. Cuando habla el ego, lo que escucha en el otro, es el ego. El otro siente que lo estás criticando, siente que no te gusta tal como es.
Pero si desde tu corazón, imaginás la escena de paz donde él recibe a su hijo tal como a vos te gustaría que lo reciba, eso acontecerá. No hay nada que hablar. La que quiere hablar es la que quiere echar en cara, y tirar una patadita, y de paso pasarle factura; “y de paso se lo digo...” Eso sale sucio. Y si algo sale sucio, afuera habrá suciedad.-
-Es que mi marido tuvo una infancia muy mala... incluso, yo ayer le dije a mi hijo "qué lastima que no te des cuenta de que aunque papi te grite, a pesar de todo, te ama..."
- Tu hijo tendría que haberte contestado: "y qué lástima que vos, mamá, tampoco te des cuenta, porque antes de que yo llegara, lo sermoneaste a papá para que fuera distinto". Si vos no aceptás a tu marido, ¿cómo vas a pretender que tu hijo lo acepte? Si vos le das un sermón a tu marido para que sea diferente, no lo estás aceptando. ¿Ves por qué decimos que todo está en uno? Cuando vos aceptes a tu marido, tendrás una mirada cómplice para las actitudes de él. Lo entenderás. Comprenderás sus motivos, y ya no escucharás los gritos; sólo verás su enojo (y el temor detrás) y sentirás piedad y amor por él. Sin contar con que los gritos entre hombres pueden ser su forma de comunicarse. Son discusiones para vos; pero quizá ellos así es como se comunican. Entonces... dejá de meterte y de enjuiciar! Dejalos que se comuniquen!
Además, no seas irrespetuosa. El espíritu que encarnó en tu hijo tiene miles de años, y está viviendo una experiencia. Dejá que se relacionen, dejá que aprendan lo que tengan que aprender. Dejalo, no te metas. De-ja-los!
La imagen que vos tenés de tu marido es una imagen subjetiva, depende de tu percepción, y la percepción es ilusoria.
Hay una frase maravillosa del Curso de milagros "Debo haber cometido un error, porque no estoy en paz". El ego dice "quién, yooo"? Si, vos. Si no estoy en paz, es que yo cometí un error. Yo. Que soy responsable de todo lo que hay en mi vida. Y luego, si quiero analizo las razones del error, siempre que no me sirvan para justificarme. Me digo a mí misma: "ni se te ocurra presentarme argumentos, porque lo único que necesito saber es que si no estoy en paz, es que cometí un error".
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