Todos escuchamos ese refrán que dice “Puedes elegir a los amigos pero no a tu familia”.

Sin embargo estoy convencida de que nosotros somos 100 por ciento responsables de crear la familia que tenemos, y si algo no está funcionando bien, podemos verlo de otra manera. 

¿Te sentís a gusto viviendo con  la  familia que tenés?

Vivir juntos es algo que todos damos por sentado; y si no hay una crisis familiar explícita, suponemos que todos en esa familia están satisfechos y esto no siempre es así.

Vivir en familia implica estar unidos por un lazo, para bien o para mal, y muchos de nosotros ni siquiera nos planteamos esta cuestión de la satisfacción, la plenitud y el desarrollo familiar en armonía.

Es importante algún día preguntarnos:

¿Tengo la sensación estar viviendo con amigos, con personas que me caen bien y en las que confío, y que a su vez confían en mi y a las que yo les caigo bien?

¿Es divertido y emocionante ser un miembro de esta familia?

Responder adecuadamente estas preguntas hará que podamos definir si nos encontramos en una familia enriquecedora o pertenecemos a una familia conflictiva, y más aún, podemos hacer algo en consecuencia.

Por otro lado también las casas en las  que vivimos, los ambientes de luz u obscuridad, hablan de nosotros, del clima que se vive. Es importante aprender a diseñarlos para la comodidad y el disfrute familiar.

Llevar adelante una familia es seguramente una de las tareas más duras del mundo y no todos tomamos conciencia de ello.

Cuando dos personas se unen para guiar a un niño  desde la infancia hasta la edad adulta hay consideraciones que hoy estamos dispuestos a plantearnos desde el principio. También podemos enfocarnos en revertir procesos equivocados en familias ya constituidas.

Siempre se puede argumentar que no tenemos tiempo para plantearnos esto de revisar la vida familiar en un taller diseñado para eso, pero les aseguro que podría de ello depender la supervivencia familiar.

Estoy convencida de que cualquier familia conflictiva puede pasar a ser, con esmero de alguno de sus integrantes, una familia constructiva y enriquecedora.

Hay que estudiar, observarse y plantearse algunos ítems para mejorar,  y luego ver  cómo lo podemos lograr.

Si nos tomáramos el tiempo de preguntarle a todos los padres que conocemos qué desean para sus hijos, la mayoría de ellos contestaría que lo que desean es que sean felices. No ponen tanto el acento en el éxito, el dinero o la posición social, sino en que logren vivir una vida feliz. Que vivan libres de stress y que puedan experimentar paz interior.

Hay varios hábitos que podemos desarrollar primero en nosotros, y luego enseñarles a nuestros hijos. Eso es lo que trabajaremos en este taller: pondremos el enfoque en los hábitos que representan las virtudes que todos deseamos para nuestros hijos, acompañados de ejercicios que desarrollen las actitudes que los niños necesitan ver en sus padres para poder desarrollarlas.

Por supuesto, empezando por nosotros mismos... ya que no hay nada que pueda compararse con el ejemplo de tener padres felices. Es maravilloso poder recordar padres felices, y ya que sabemos que inevitablemente nuestro inconsciente trae la impronta de imitarlos, qué mejor que imitar la paz y la felicidad?

"...Otra cosa que todos queremos es que nuestros hijos sean creativos. Se ha escrito mucho acerca de que los niños sean creativos, poniendo el énfasis de que unos son creativos y otros no.

En realidad, la diferencia primordial es si se les anima o se les desanima a desarrollar la creatividad natural que todos tenemos, y que crecerá si se la estimula y se la fomenta.

Estimular a los niños para que sean  creativos al máximo, determinará una manera distinta de afrontar todo lo que les pase en la vida. La mejor forma de ser creativos es hacer algo nuevo; no se limita a los intereses artísticos sino a  hacer algo nuevo cada día. Puede ser preparar una ensalada, arreglar una bicicleta, hacer una pirueta desde el trampolín en la pileta, cantar una canción... Los niños cuyos padres los dejan ser ellos mismos sin compararlos, y les permiten que aborden asuntos desde su propia perspectiva única, aprenden a ser creativos toda la vida. A los niños se les desanima cuando se les enseña a hacer las cosas de una única manera. Cuando emulan a los adultos en vez de aplicar sus propios métodos.

Todos los niños son únicos, cada uno es un individuo especial.

Difícilmente tu corazón de padre o madre diga "no quiero que mis hijos sean creativos", pero la mayoría de los padres no colaboran con ello. Ser una persona creativa se refuerza desde niños. Los niños pueden tener esta oportunidad de ser creativos o pueden hacer esfuerzos para imitar a otros... Depende de sus padres qué orientación eligen"