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Silvia
Freire
es argentina y vive en Buenos
Aires, Capital Federal.Escritora,
conferencista conductora de TV, columnista de radio,y guía de
un nutrido grupo de personas a las que acompaña en el camino hacia
la plenitud.
Estas actividades son distintos aspectos de su única
función, que es la de llegar a la gente con un mensaje de cambio
personal, autoeducación y crecimiento
espiritual.
Su
mensaje está orientado hacia el trabajo personal y el cambio a
partir de la auto-observación. Se basa en distintas herramientas de
auto-conocimiento y superación, y el Curso de Milagros como medio
fundamental para el cambio
interior.
Ha escrito varios libros y dado múltiples conferencias
en distintos puntos del país. |
REFLEXIONES DE
SILVIA
FREIRE:
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Lección 164 a 170 - Un curso de Milagros
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Lección 164 (13 de junio) : "Ahora somos uno con Aquel que es nuestra Fuente." ¿En qué otro momento sino ahora puede reconocerse la Verdad? El presente es el único tiempo que hay. Así, ahora podemos contemplar lo que se halla ahí eternamente, no ante nuestra visión sino ante los ojos de Cristo. Una melodía procedente de mucho más allá del mundo se hace cada vez más clara: una llamada ancestral a la que Cristo da una respuesta ancestral. Reconocerás tanto una como otra, porque no son sino tu propia respuesta a la llamada de tu Padre. Hoy se dejan de lado las aflicciones porque aceptando los dones que Él nos da, nos resultan claros los sonidos y las vistas de aquello que está más cerca nuestro en el mundo. Hay un silencio que el mundo no puede perturbar. Hay una paz que llevás en tu corazón y no perdiste. Hoy recordaremos ésto. Hoy las imaginaciones se descorren cual una cortina, para revelar lo que está tras ellas, y las sombras que parecían ocultarlo se sumergen en la nada. Hoy es un día sagrado para el mundo; hoy no juzgaremos. Recibimos sólo aquello que nos llega desde más allá del mundo. Todo cuanto vemos incrementa nuestra dicha, porque su santidad refleja la nuestra. Bendecimos al mundo al contemplarlo tal como nuestro Salvador nos contempla a nosotros. Práctica: Descorré esta cortina, simplemente renunciando a todo lo que creés desear. Dejá un espacio limpio y despejado en tu mente, donde Cristo pueda venir a ofrecerte el tesoro de la Salvación. Él necesita tu santísima mente para salvar al mundo. No dejes que el día pase sin aceptar y aprobar los regalos que Cristo tiene reservados para vos. Si los reconocés y ACEPTÁS, podemos cambiar el mundo. Practicá con fervor, y ése será tu regalo: poder cambiar todo sufrimiento por dicha.
Lección 165 (14 de junio) : "Que mi mente no niegue el Pensamiento de Dios." El Pensamiento de Dios te creó y no te abandonó ni un instante, ni estuviste nunca separado de él: gracias a él vivís, y es tu fuente de vida. ¿Quién negaría su seguridad, su curación y su paz, si reconociese dónde se encuentran? Abandonaría todo lo demás como algo sin valor en comparación. No niegues el Cielo: hoy se te concede sólo con que lo pidas. No es necesario que percibas cuánto cambiará tu mente ni cuán grande es este regalo: Sólo pedilo y se te concederá. La convicción radica en él: hasta que no le des la bienvenida como algo que te pertenece, seguirás en la incertidumbre. Pero Dios es justo: no tenés que tener certeza para recibir lo que tu aceptación puede otorgar. Pedí con fervor, aunque no tengas la certeza que sea lo único que deseás; cuando lo tengas, sabrás que tenés el tesoro que siempre anhelaste. Verlo te demuestra que cambiaste tu ceguera por la visión de Cristo, y que aceptaste el Pensamiento
de Dios como tu herencia. Ahora, el poder de Cristo mora en tu mente, para que puedas curar tal como fuiste curado; y ahora te contás entre los salvadores del mundo. Ese es tu único destino. Practicá hoy, lleno de esperanza, que está justificada porque tus dudas no tienen sentido, ya que Dios goza de perfecta certeza, y Su Pensamiento nunca está ausente. Este Curso elimina toda duda que hayas interpuesto entre Él y tu certeza de Él. Contamos con Dios, no con nosotros mismos, para que nos de certeza. Su Amor se encuentra tras nuestros temores, y Su Pensamiento aún está en nuestras mentes, más allá de todo sueño, tal como Su Voluntad dispone.
Lección 166 (15 de junio) : "Se me han confiado los dones de Dios." Se te dió todo, ya que Dios da sin hacer excepciones ni reservarse nada que contribuya a tu felicidad; pero a menos que tu voluntad sea una con la Suya, no podés recibir sus dones. Pero, ¿qué podría hacerte pensar que hay otra voluntad que la Suya? Esta es la paradoja que fundamenta la fabricación de este mundo, que no es Voluntad de Dios, y por ello, no es real. Pero aquellos que creen que este mundo es real, no pueden sino creer que hay otra voluntad, asumiendo el papel de creadores en vez de Dios. Todo aquel que cree esto, no puede recibir sus dones, porque estaría traicionándose a sí mismo. Sin este mundo que construyó se siente como un paria sin hogar, y preso del miedo. No se da cuenta de que este mundo no es su hogar; se alejó tanto de su verdadero hogar, que no se da cuenta que olvidó de dónde vino, a dónde va e incluso quién es en verdad. No obstante, los dones de Dios lo acompañan en su insensato vagar, aunque no se de cuenta, porque no puede perderlos. Va solo, sin ver que Dios lo acompaña. La voluntad de Dios no se opone a nada. Simplemente, Es. No es a Dios a quien aprisionaste con tu plan de querer perder tu Ser, es que Dios no sabe nada de un plan tan ajeno a Su Voluntad. La vista mediante la cual contemplás la tristeza y la muerte, ha sido sustituída por una Visión que percibe que no sos lo que pretendés. Uno que camina a tu lado, le ofrece a cada uno de tus temores esta piadosa respuesta: "Eso no es cierto". Y te recuerda que no estás solo, que Él camina a tu lado, y que Sus dones están a tu disposición, y se te confiaron para que los des a todos aquellos que eligen recorrer el solitario camino del que te escapaste. Al aprender de Cristo que hay otro camino, les tenés que enseñar que sólo están yendo tras sus propios deseos. No dejés que tus pesares te tienten a no ser fiel a tu cometido; tus suspiros no hacen sino truncar las esperanzas de los que cuentan con vos para su liberación.
Tus temores no hacen sino enseñarles que los suyos están justificados. Pero tu cambio de mentalidad, se convierte en la prueba de que quien acepta los dones de Dios jamás puede sufrir por nada. Convertite en la prueba viviente de lo que el toque de Cristo puede ofrecer al mundo. ¡Que tu felicidad dé testimonio de la gran transformación que experimenta la mente que elige aceptar los dones de Dios, y sentir el toque de Cristo! Esa es tu misión ahora: Dios compartió su gozo con vos; ahora, vos compartilo con el mundo.
Lección 167 (16 de junio):"Sólo hay una vida, y esa es la vida que comparto con Dios." No existen distintas clases de vida, porque la vida es como la verdad: no admite grados. Y al igual que todos Sus Pensamientos, no tiene opuestos. La muerte no existe porque todo lo que Dios creó comparte Su Vida. En este mundo parece haber un estado opuesto a la vida: la muerte, que es además la idea subyacente de todos los pensamientos que no son felicidad. Todo pesar, sensación de pérdida, ansiedad, sufrimiento, dolor... dan testimonio de la muerte, y niegan que vivís. Creés que la muerte tiene que ver sólo con el cuerpo, pero es una idea: como tal, se encuentra en la mente. Y es en su origen donde pueden efectuarse el cambio, si el cambio tendrá lugar. Esta es la razón de que puedas curar. La muerte es el pensamiento de que estás separado de tu Creador; la creencia de que las condiciones cambian, y que tus emociones varían de acuerdo a causas fuera de tu control. La muerte no puede proceder de la vida Las ideas permanecen unidas a su fuente, por ello no pueden dar origen a lo que no se les dio. La mente puede pensar que duerme, pero eso es todo. Lo que parece morir no es sino la señal de que la mente está dormida. La mente es mente, tanto despierta como dormida. Dios sólo crea mentes despiertas. Él no duerme y sus creaciones no pueden poseer algo que Él no les confiera. Lo que parece opuesto a la vida, es meramente un sueño. Cuando la mente elije ser lo que no es, una condición foránea que no forma parte de su Fuente, simplemente duerme por un rato. Cuando la mente despierta, sigue siendo como siempre fue. Seamos hoy criaturas de la verdad. No neguemos nuestro patrimonio.Nuestra vida no es como la imaginamos. ¿Quién podría cambiar de vida por soñar un rato? Hoy no pediremos la muerte en ninguna de sus formas. Hoy procuraremos mantener su santo hogar tal como Él lo estableció, y Su Voluntad dispone que sea eternamente. Él es Señor de lo que pensamos, y en Su Pensamiento, que no tiene opuestos, entendemos que sólo hay una vida, que es la que compartimos con Él, con toda la creación, al tener una sola Fuente desde la cual nos llegó la perfección. Una mente despierta es aquella que conoce su Fuente, su Ser y su Santidad.
Lección 168 (17 de junio): "Tu gracia me es dada. La reclamo ahora." Dios nos habla. ¿No deberíamos acaso nosotros hablarle a Él? Dios no es algo distante, no se oculta de nosotros. Está siempre accesible, y Ama a su Hijo. De nada, excepto de ésto se puede estar seguro, pero con esto basta. Lo ama aún cuando su mente duerma; y cuando su mente despierte, lo amará igual. Su gracia es Su respuesta para toda desesperación, en ella radica el recuerdo de Su Amor. Y es tuya, sólo con que la reconozcas, y su memoria despertará en la mente que le pida los medios a través de los cuales su sueño termine. Hoy le pedimos a Dios este regalo, que es el que con más celo Él conservó en nuestro corazón; por su intermedio, Dios se inclina hasta nosotros y nos eleva, dando Él mismo el último paso de la salvación, haciendo que las telarañas del sueño desaparezcan, restaurando las memorias que la mente que duerme había olvidado. Dios ama a su Hijo. Pedile ahora que te proporcione los medios a través de los cuales este mundo desaparece; y primero vendrá la visión, y luego el conocimiento. En la gracia, ves una luz envolver al mundo con amor, y ves el miedo borrarse de todos los rostros. Hoy es un día nuevo y santo, porque recibimos lo que se nos ha dado. Nos elevamos hacia Él con gratitud y Amor, y Él desciende para recibirnos, según nos acercamos. Digamos: "Tu gracia me es dada, la reclamo ahora. Padre, vengo a tí, y Tú vendrás a mí que te lo pido, pues soy el Hijo que Tú amas."
Lección 169 (18 de junio): "Por la gracia vivo, por la gracia soy liberado." La gracia es el atributo del Amor de Dios que más se parece al estado de la unidad en la verdad. Es la aspiración más elevada de este mundo, porque conduce más allá de él. La gracia es la aceptación del amor de Dios en un mundo de aparente odio y miedo. Se encuentra más allá del aprendizaje, pero es su objetivo: porque la gracia no puede llegar hasta que la mente no se haya preparado a sí misma para aceptar la verdad. Lo cual hacemos porque una mente receptiva puede oír la Llamada a despertar. Se dio cuenta de que hay cosas que no sabe, y que hay un estado diferente de la experiencia con la que se siente a gusto por resultarle familiar. Dar testimonio de la Palabra de Dios hace que la experiencia de la verdad llegue más pronto. La unidad es la idea de que Dios ES, y en SU SER, abarca todas las cosas. Decimos Dios Es, y guardamos silencio porque en ese conocimiento las palabras carecen de sentido. No hay mente que pueda pronunciarlas; se ha unido a su Fuente, y al igual que ella, simplemente, Es. El Hijo de Dios ha desaparecido en su Padre; se fundieron, y la eternidad tiene lugar ahí. Esto está más allá de la experiencia, pero cuando se enseña lo que es el perdón y se aplica, este momento se acerca. En realidad, todo este aprendizaje no es sino emprender una jornada que ya concluyó, porque la unidad no puede sino encontrarse aquí y ahora. Cuando la revelación de tu unidad tenga lugar, lo sabrás. Ahora pedimos la gracia, aunque su experiencia en este momento sea temporal, siendo el preludio del Cielo. Sentite agradecido de poder regresar, así como te alegró poder sentirla, y aceptá los dones que la gracia te otorgó. Pedimos que se nos conceda la gracia, y la experiencia que procede de ella. Damos la bienvenida a la liberación que ofrece a todos. Digamos: "Por la gracia vivo, por la gracia soy liberado." "Por la gracia doy, por la gracia he de liberar."
Lección 170 (19 de junio): "En Dios no hay crueldad, ni en mí tampoco." Nadie ataca sin la intención de herir. Pensar que atacás en defensa propia, es decir que ser cruel te protege, te mantiene a salvo, te hace cambiar el estado en el que estás por otro mejor. Pero es así como se engendra el miedo y se lo nutre para que crezca cada vez más; esta es la manera de proteger al miedo, no de escapar de él. Hoy aprendamos: "Vos fabricás aquello de lo que te defendés. Y al defenderte contra ello, hacés que sea real e ineludible. Deponé tus armas, y sólo entonces verás su falsedad." Siempre perece ser a un enemigo externo a quien atacás, sin embargo, al defenderte, forjás un enemigo interior, que te priva de paz, dividiendo tu mente en 2 bandos; ahora el amor tiene un enemigo. Al lanzar el ataque contra algo externo a vos, te separás de aquello que atacás, dejás de verlo como uno con vos. Luego, le das entidad al miedo al creerle, haciéndolo opuesto al amor pero con sus atributos. Este "ídolo" (miedo) que erigiste, no tiene poder... porque no existe. Al verlo de este modo, tenés que llevar a cabo una elección: Restituirle al amor lo que le restaste, o inventar otro ídolo que lo reemplace. Pero hoy podés dejar de hacer del miedo un ídolo creado por vos mismo, al creerle, y al volver al mundo, lo verás con los ojos del amor, el único que tendrá entidad para vos de ahora en más. Ahora, tus ojos pertenecen a Cristo, y Él mira a través de ellos. La llamada a Dios ha sido oída y contestada. Ahora, el miedo da paso al amor. Digamos: "Padre, somos como Tú. En nosotros no hay crueldad, puesto que en Tí no la hay. Tu paz es nuestra, y bendecimos al mundo con lo que hemos recibido exclusivamente de Tí. Elegimos una vez más, y elegimos asimismo por todos nuestros hermanos, sabiendo que son uno con nosotros. Les brindamos Tu Salvación, tal como la hemos recibido ahora. Y damos gracias por ellos que nos completan. En ellos vemos Tu gloria, y en ellos hallamos nuestra paz. Somos santos porque Tu santidad nos ha liberado. Y te damos gracias por ello. Amén."
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