UN CURSO DE MILAGROS - FRASES DEL DÍA
SEPTIEMBRE
1 DE
SEPTIEMBRE
II. Somos
responsables de lo que vemos.
1. Hemos
repetido cuán poco se te pide para que aprendas este curso. 2Es la
misma pequeña dosis de buena voluntad que necesitas para que toda tu
relación se transforme en dicha; el pequeño regalo que le ofreces al EspÃritu
Santo a cambio del cual Él te da todo, lo poco sobre lo que se basa la
salvación, el pequeño cambio de mentalidad por el que la crucifixión se
transforma en resurrección. 3Y puesto que es cierto, es tan
simple que es imposible que no se entienda perfectamente. 4Puede ser
rechazado, pero no es ambiguo.. 5Y si decides oponerte a ello, no es
porque sea incomprensible, sino más bien porque ese pequeño costo parece
ser, a tu juicio, un precio demasiado alto para pagar por la
paz.
2. Esto es lo
único que tienes que hacer para que se te conceda la visión, la felicidad, la
liberación del dolor y el escape del pecado. 2Di únicamente esto,
pero dilo de todo corazón y sin reservas, pues en ello radica el poder de la
salvación:
3Soy
responsable de lo que veo.
4Elijo los
sentimientos que experimento y decido el objetivo que quiero
alcanzar.
5Y todo lo que parece sucederme yo mismo lo he pedido, y se me concede
tal como lo pedÃ.
6No te engañes
por más tiempo pensando que eres impotente ante lo que se te hace. 7Reconoce únicamente que estabas equivocado, y todos los efectos
de tus errores desaparecerán.
3. Es
imposible que el Hijo de Dios pueda ser controlado por sucesos externos a él. 2Es imposible que él mismo no haya elegido las cosas que le
suceden. 3Su poder de decisión es lo que determina cada situación en
la que parece encontrarse, ya sea por casualidad o por coincidencia. 4Y ni las coincidencias ni las casualidades son posibles en el
universo tal como Dios lo creó, fuera del cual no existe nada. 5Si
sufres es porque decidiste que tu meta era el pecado. 6Si eres feliz,
es porque pusiste tu poder de decisión en manos de Aquel que no puede sino
decidir a favor de Dios por ti. 7Éste es el pequeño regalo que le
ofreces al EspÃritu Santo, y hasta esto Él te da para que te lo des a ti mismo. 8Pues mediante este regalo se te concede el poder de liberar a tu
salvador para que él a su vez te pueda dar la salvación a
ti.
4. No
resientas tener que dar esta pequeña ofrenda, 2pues si no la das
seguirás viendo el mundo tal como lo ves ahora. 3Mas si la das, todo
lo que ves desaparecerá junto con él. 4Nunca se dio tanto a cambio de
tan poco. 5Este intercambio se efectúa y se conserva en el instante
santo. 6AhÃ, el mundo que no deseas se lleva ante el que sà deseas. 7Y el mundo que sà deseas se te concede, puesto que lo deseas. 8Mas para que esto tenga lugar, debes primero reconocer el poder de
tu deseo. 9Tienes que aceptar su fuerza, no su debilidad. 10Tienes que percibir que lo que es tan poderoso como para construir
todo un mundo puede también abandonarlo, y puede asimismo aceptar corrección si
está dispuesto a reconocer que estaba equivocado.
5. El mundo
que ves no es sino el testigo fútil de que tenÃas razón. 2Es un
testigo demente. 3Tú le enseñaste cuál tenÃa que ser su testimonio, y
cuando te lo repitió, lo escuchaste y te convenciste a ti mismo de que lo
que decÃa haber visto era verdad. 4Has sido tú quien se ha causado
todo esto a sà mismo. 5Sólo con que comprendieses esto, comprenderÃas
también cuán circular es el razonamiento en que se basa tu "visión". 6Eso no fue algo que se te dio. 7Ése fue el regalo que tú
te hiciste a ti mismo y que le hiciste a tu hermano. 8Accede,
entonces, a que se le quite y a que sea reemplazado por la verdad. 9Y
a medida que observes el cambio que tiene lugar en él, se te concederá
poder verlo en ti mismo.
6. Tal vez no
veas la necesidad de hacer esta pequeña ofrenda. 2Si ése es el caso,
examina más detenidamente lo que dicha ofrenda representa. 3Y no veas
en ella otra cosa que el absoluto intercambio de la separación por la
salvación. 4El ego no es más que la idea de que es posible que al
Hijo de Dios le puedan suceder cosas en contra de su voluntad, y, por ende, en
contra de la Voluntad de su Creador, la cual no puede estar separada de la suya. 5Con esta idea fue con lo que el Hijo de Dios reemplazó su voluntad,
en rebelión demente contra lo que no puede sino ser eterno. 6Dicha
idea es la declaración de que él puede privar a Dios de Su poder y quedarse con
él para sà mismo, privándose de este modo de lo que Dios dispuso para él. 7Y es esta descabellada idea la que has entronado en tus altares y a
la que rindes culto. 8Y todo lo que supone una amenaza para ella
parece atacar tu fe, pues en ella es donde la has depositado. 9No
pienses que te falta fe, pues tu creencia y confianza en dicha idea son
ciertamente firmes.
7. El EspÃritu
Santo puede hacer que tengas fe en la santidad, y darte visión para que la
puedas ver fácilmente. 2Mas no has dejado libre y despejado el altar
donde a estos dones les corresponde estar. 3Y donde ellos
debieran estar has colocado tus Ãdolos, los cuales has consagrado a otra
cosa. 4A esa otra "voluntad" que parece decirte lo que ha de ocurrir,
le confieres realidad. 5Por lo tanto, aquello que te demostrarÃa lo
contrario no puede por menos que parecerte irreal. 6Lo único que se
te pide es que le hagas sitio a la verdad. 7No se te pide que
inventes o que hagas lo que está más allá de tu entendimiento. 8Lo
único que se te pide es que dejes entrar a la verdad, que ceses de
interferir en lo que ha de acontecer de por sà y que reconozcas nuevamente la presencia de lo que creÃste haber desechado.
8. Accede,
aunque sólo sea por un instante, a dejar tus altares libres de lo que habÃas
depositado en ellos, y no podrás sino ver lo que realmente se encuentra allÃ. 2El instante santo no es un instante de creación, sino de
reconocimiento. 3Pues el reconocimiento procede de la visión y
de la suspensión de todo juicio. 4Sólo entonces es posible mirar
dentro de uno mismo y ver lo que no puede sino estar allÃ, claramente a la vista
y completamente independiente de cualquier inferencia o juicio. 5Deshacer no es tu función, pero sà depende de ti el que le
des la bienvenida o no. 6La fe y el deseo van de la mano, pues todo
el mundo cree en lo que desea.
9. Ya hemos
dicho que hacerse ilusiones es la manera en que el ego lidia con lo que desea
para tratar de convertirlo en realidad. 2No hay mejor demostración
del poder del deseo, y, por ende, de la fe, para hacer, que sus objetivos
parezcan reales y posibles. 3La fe en lo irreal conduce a que se
tengan que hacer ajustes en la realidad. para que se amolde al objetivo de la
locura. 4El objetivo del pecado induce a la percepción de un mundo
temible para justificar su propósito. 5Verás aquello que desees ver. 6Y si la realidad de lo que ves es falsa, lo defenderás no
dándote cuenta de todos los ajustes que has tenido que hacer para que ello sea
como lo ves.
10. Cuando se
niega la visión, la confusión entre causa y efecto es inevitable. 2El
propósito ahora es mantener la causa oculta del efecto y hacer que el efecto
parezca ser la causa. 3Esta aparente autonomÃa del efecto permite que
se le considere algo independiente, y capaz de ser la causa de los sucesos
y sentimientos que su hacedor cree que el efecto suscita. 4Anteriormente hablamos de tu deseo de crear a tu propio
creador, y de ser el padre y no el hijo de él. 5Éste es el mismo
deseo. 6El Hijo es el efecto que quiere negar a su Causa. 7Y asÃ, él parece ser la causa y producir efectos reales. 8Pero lo cierto es que no puede haber efectos sin causa, y confundir
ambas cosas es simplemente no entender ninguna de las
dos.
11. Es tan
esencial que reconozcas que tú has fabricado el mundo que ves, como que
reconozcas que tú no te creaste a ti mismo. 2Pues se trata del
mismo error. 3Nada que tu Creador no haya creado puede
ejercer influencia alguna sobre ti. :4Y si crees que lo que hiciste
puede dictarte lo que debes ver y sentir, y tienes fe en que puede hacerlo,
estás negando a tu Creador y creyendo que tú te hiciste a ti mismo. 5Pues si crees que el mundo que construiste tiene el poder de hacer
de ti lo que se le antoje, estás confundiendo Padre e Hijo, Fuente y
efecto.
12. Las
creaciones del Hijo son semejantes a las de su Padre. 2Mas al
crearlas, el Hijo no se engaña a sà mismo pensando que él es independiente de su
Fuente. 3Su unión con Ella es la Fuente de su capacidad para crear. 4Aparte de esto no tiene poder para crear, y lo que hace no significa
nada, 5no altera nada en la creación, depende enteramente de la
locura de su hacedor y ni siquiera podrÃa servir para justificarla. 6Tu hermano cree que él fabricó el mundo junto contigo. 7De este modo, niega la creación, 8y cree, al igual que
tú, que el mundo que fabricó lo engendró a él. 9De éste modo, niega
haberlo fabricado.
13. Mas la
verdad es que tanto tú como él fuisteis creados por un Padre amoroso, que os
creó juntos y como uno solo. 2Ve lo que "prueba" lo contrario, y
estarás negando toda tu realidad. 3Reconoce en cambio que fuiste
tú quien fabricó todo lo que aparentemente se interpone entre tú y tu
hermano y os mantiene separados al uno del otro, y a los dos de vuestro Padre, y
tu instante de liberación habrá llegado. 4Todos los efectos de eso
que hiciste desaparecerán porque su fuente se habrá puesto al descubierto. 5La aparente autonomÃa de su fuente es lo que te mantiene prisionero. 6Ése es el mismo error que pensar que eres independiente de la
Fuente mediante la cual fuiste creado, y que nunca has
abandonado.
LECCIÓN
245
Tu
paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.
1. Tu paz me rodea, Padre. 2Dondequiera que voy, Tu paz me acompaña 3y derrama su luz sobre todo aquel con quien me
encuentro. 4Se la llevo al que se encuentra desolado, al
que se siente solo y al que tiene miedo. 5Se la ofrezco a los que
sufren, a los que se lamentan de una
pérdida, asà como a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza. 6EnvÃamelos, Padre. 7PermÃteme ser el portador de Tu paz. 8Pues quiero salvar
a Tu Hijo, tal como dispone Tu Voluntad, para poder llegar a reconocer mi
Ser.
2. Y asà caminamos en paz, 2transmitiendo
al mundo entero el mensaje que hemos recibido. 3Y de esta manera
oÃmos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos habla según nosotros
predicamos la Palabra de Dios, Cuyo Amor reconocemos, puesto que
compartimos con todos la Palabra que Él nos dio.
2 DE
SEPTIEMBRE
III. Fe,
creencia y visión
1. Todas
las relaciones especiales tienen como meta el pecado, 2pues son tratos que se hacen con la realidad, a la que la
aparente unión se adapta. 3No te olvides de esto: hacer tratos es
fijar lÃmites, y no podrás sino odiar a cualquier hermano con el que tengas
una relación parcial. 4Quizá trates de respetar el trato en nombre de
lo que es "justo", exigiendo a veces ser tú el que pague, aunque lo más
frecuente es que se lo exijas al otro. 5Al hacer lo que es ''justoâ€,
pues, tratas de mitigar la culpabilidad que emana del propósito que aceptaste
para la relación. 6Y por eso el EspÃritu Santo tiene que cambiar su
propósito para que sea de utilidad para Él e inofensiva para
ti.
2. Si aceptas
este cambio, habrás aceptado la idea de hacerle sitio a la verdad. 2La fuente del pecado habrá desaparecido. 3Tal vez
te imagines que todavÃa experimentas sus efectos, pero el pecado ha dejado de
ser tu propósito y ya no lo quieres más. 4Nadie permite que su
propósito sea reemplazado mientras todavÃa lo siga deseando, pues nada se quiere
y se protege más que un objetivo que la mente haya aceptado. 5Lo
perseguirá, sombrÃa o felizmente, pero siempre con fe y con la
perseverancia que la fe inevitablemente trae consigo. 6EI poder
de la fe jamás se puede reconocer si se deposita en el pecado. 7Pero
siempre se reconoce si se deposita en el amor.
3. ¿Por qué te
resulta tan extraño que la fe pueda mover montañas? 2En
realidad, ésa es una hazaña insignificante para semejante poder. 3Pues la fe puede mantener al Hijo de Dios encadenado mientras él
crea que lo está. 4Mas cuando se libre de las cadenas será
simplemente porque habrá dejado de creer en ellas, al retirar su fe de la idea
de que lo podÃan aprisionar, y depositarla en cambio en su libertad. 5Es imposible tener fe en dos orientaciones opuestas. 6La
fe que depositas en el pecado se la quitas a la santidad. 7Y lo que
le ofreces a la santidad se lo has quitado al pecado.
4. La fe, la
creencia y la visión son los medios por los que se alcanza el objetivo de la
santidad. 2A través de ellos el EspÃritu Santo te conduce al mundo
real, alejándote de todas las ilusiones en las que habÃas depositado tu fe. 3Ése es su rumbo, el único que Él jamás ve. 4Y cuando te
desvÃas, Él te recuerda que no hay ningún otro. 5Su fe, Su
creencia y Su visión son para ti. 6Y cuando las hayas aceptado
completamente en lugar de las tuyas, ya no tendrás necesidad de ellas. 7Pues la fe, la creencia y la visión únicamente tienen sentido
antes de que se alcanza la certeza. 8En el Cielo son desconocidas. 9El Cielo, no obstante, se alcanza a través de
ellas.
5. No es
posible que al Hijo de Dios le falte fe, pero sà puede elegir dónde desea
depositarla. 2La falta de fe no es realmente falta de fe, sino fe que
se ha depositado en lo que no es .nada. 3La fe que se deposita en las
ilusiones no carece de poder, pues debido a ello el Hijo de Dios cree ser
impotente. 4De ese modo, no se es fiel a sà mismo, pero sà tiene gran
fe en las ilusiones que abriga acerca de sà mismo. 5Pues tú
inventaste la fe, la percepción y la creencia a fin de perder la certeza y
encontrar el pecado. 6Este rumbo demente fue tu propia elección, y al
depositar tu fe en lo que habÃas elegido, fabricaste lo que
deseabas.
6. El EspÃritu
Santo puede valerse de todos los medios que tú has empleado para ir en pos del
pecado. 2Pero tal como Él se vale de ellos te alejan del pecado,
porque Su propósito apunta en dirección contraria. 3Él ve los
medios que empleas, pero no el propósito para el que los inventaste. 4Su intención no es quitártelos, pues reconoce su valor y los ve como
un medio de alcanzar lo que Él dispone para ti. 5Inventaste la
percepción a fin de poder elegir entre tus hermanos e ir en busca del pecado con
ellos. 6El EspÃritu Santo ve la percepción como un medio de enseñarte
que la visión de la relación santa es lo único que deseas ver. 7Pues entonces depositarás toda tu fe en la santidad, al desearla y
creer en ella por razón de tu deseo.
7. La fe y la
creencia se unen a la visión, ya que todos los medios que una vez sirvieron para
los fines del pecado se canalizan ahora hacia la santidad. 2Pues a lo
que tú llamas pecado, no es más que una limitación, y odias a todo aquel que
tratas de reducir a un cuerpo porque le temes. 3Al negarte a
perdonarlo, lo condenas al cuerpo porque tienes en gran estima los medios
del pecado. 4Y asÃ, depositas toda tu fe y creencia en el cuerpo. 5Pero la santidad quiere liberar a tu hermano, y eliminar el odio
eliminando el miedo, no en el nivel de los sÃntomas, sino de
raÃz.
8. Aquellos
que quieren liberar a sus hermanos del cuerpo no tienen miedo. 2Pues han renunciado a los medios del pecado al elegir que se
eliminen todas sus limitaciones. 3Puesto que desean ver a sus
hermanos bajo el manto de la santidad, el poder de su creencia y de su fe
ve más allá del cuerpo, facilitando la visión, no obstruyéndola. 4Pero antes de eso decidieron reconocer lo mucho que su fe habÃa
limitado su entendimiento del mundo, y desearon depositarla en otro lugar en
caso de que se les ofreciese otro punto de vista. 5Los milagros que
siguen a esta decisión nacen también de la fe. 6Pues a todos aquellos
que eligen apartar su mirada del pecado se les concede la visión y se les
conduce a la santidad.
9. Aquellos
que creen en el pecado deben pensar que el EspÃritu Santo exige sacrificios,
pues creen que ésa es la manera de alcanzar su objetivo. 2Hermano, el EspÃritu Santo sabe que el sacrificio no aporta nada. 3Él no hace tratos. 4Y si intentas imponerle lÃmites,
lo odiarás porque tendrás miedo de Él. 5El regalo que Él te ha hecho
es mucho más valioso que cualquier otra cosa a este lado del Cielo. 6El momento en que esto se ha de reconocer está al llegar. 7Une tu conciencia a lo que ya está unido. 8La fe que
depositas en tu hermano puede lograrlo, 9pues Aquel que ama el
mundo lo está viendo por ti, sin ninguna mancha de pecado sobre él y envuelto en
una inocencia tal que contemplarlo es contemplar la belleza del
Cielo.
10. Tu fe en
el sacrificio ha hecho que éste tenga gran poder ante tus ojos, salvo que no te
das cuenta de que no puedes ver debido a él. 2Pues sólo se le puede
exigir sacrificio al cuerpo, y sólo otro cuerpo podrÃa exigirlo. 3La
mente, de por sÃ, no podrÃa ni exigirlo ni recibirlo. 4El cuerpo
tampoco. 5La intención está en la mente, que trata de valerse del
cuerpo para poner en práctica los medios del pecado en los que ella cree. 6Y asÃ, los que valoran el pecado no pueden sino creer que la mente y
el cuerpo están unidos. 7Y de este modo, el sacrificio es,
invariablemente, un medio para imponer lÃmites, y, por consiguiente, para
odiar.
11. ¿Crees
acaso que al EspÃritu Santo le preocupa eso? 2Él no te da aquello de
lo que, de acuerdo con Su propósito, te quiere apartar. 3Tú crees que
Él te quiere privar de algo por tu propio bien. 4Pero los términos
"bien" y "privación" son opuestos, y no pueden reconciliarse de ninguna forma
que tenga significado. 5Es como decir que la luna y el sol son una
misma cosa porque vienen de noche y de dÃa respectivamente, y que, por lo tanto,
no pueden sino formar una unidad. 6Mas ver uno de ellos significa que
el otro ya no se puede ver. 7Tampoco es posible que lo que irradia
luz sea lo mismo que lo que depende de la oscuridad para poder ser visto. 8Ninguno de ellos exige el sacrificio del otro. 9Cada uno
de ellos, no obstante, depende de la ausencia del otro.
12. El cuerpo
se concibió para que sirviese de sacrificio al pecado, y asà es como aún se le
considera en las tinieblas. 2A la luz de la visión, no obstante, se
le considera de manera muy distinta. 3Puedes confiar en que
servirá fielmente al propósito del EspÃritu Santo, y puedes conferirle poder
para que se vuelva un instrumento de ayuda a fin de que los ciegos puedan
ver. 4Mas cuando ellos vean, mirarán más allá de él, al igual que tú. 5A la fe y a la creencia que depositaste en el cuerpo les corresponde
estar más allá de él. 6Transferiste tu percepción, tu creencia y tu
fe de la mente al cuerpo. 7Deja que éstas les sean devueltas ahora a
aquello que las produjo y que todavÃa puede valerse de ellas para salvarse
de lo que inventó.
LECCIÓN
246
Amar
a mi Padre es amar a Su Hijo.
1. Que no piense que puedo encontrar el camino a Dios
si abrigo odio en mi corazón. 2Que no piense que puedo conocer a mi
Padre o a mi ser, si trato de hacerle daño al Hijo de Dios. 3Que no
deje de reconocerme a mà mismo, y siga creyendo que mi conciencia puede abarcar
lo que mi Padre es o que mi mente puede concebir todo el amor que Él me profesa
y el que yo le profeso a Él.
2. Aceptaré seguir el camino que Tú elijas para
que yo venga a Ti, Padre mÃo. 2Y no podré por menos que triunfar porque asà lo dispone Tu
Voluntad. 3Y reconoceré que lo que Tu Voluntad dispone, y
sólo eso, es lo que la mÃa dispone también. 4Por lo tanto, elijo amar a Tu Hijo. 5Amén.
3 DE
SEPTIEMBRE
IV. El miedo a
mirar adentro
1. El EspÃritu
Santo jamás te enseñará que eres un pecador. 2Corregirá tus errores,
pero eso no es algo que le pueda causar temor a nadie. 3Tienes un
gran temor a mirar en tu interior y ver el pecado que crees que se encuentra
allÃ. 4No tienes miedo de admitir esto. 5El ego considera
muy apropiado que se asocie el miedo con el pecado, y sonrÃe con aprobación. 6No teme dejar que te sientas avergonzado. 7No pone en
duda la creencia y la fe que tienes en el pecado. 8Sus templos no se
tambalean por razón de ello. 9Tu certeza de que dentro de ti anida el
pecado no hace sino dar fe de tu deseo de que esté allà para que se pueda ver. 10Sin embargo, esto tan sólo aparenta ser la fuente del temor.
2. Recuerda
que el ego no está solo. 2Su dominio está circunscrito, y teme a su
"enemigo" desconocido, a Quien ni siquiera puede ver. 3Te pide
imperiosamente que no mires dentro de ti, pues si lo haces tus ojos se posarán
sobre el pecado y Dios te cegará. 4Esto es lo que crees, y, por lo
tanto, no miras. 5Mas no es éste el temor secreto del ego, ni tampoco
el tuyo que eres su siervo. 6El ego, vociferando destempladamente y
demasiado a menudo, profiere a gritos que lo es. 7Pues bajo ese
constante griterÃo y esas declaraciones disparatadas, el ego no tiene
ninguna certeza de que lo sea. 8Tras tu temor de mirar en tu interior
por razón del pecado se oculta todavÃa otro temor, y uno que hace temblar al
ego.
3. ¿Qué
pasarÃa si mirases en tu interior y no vieses ningún pecado? 2Esta
"temible" pregunta es una que el ego nunca plantea. 3Y tú que la
haces ahora estás amenazando demasiado seriamente todo su sistema defensivo
como para que él se moleste en seguir pretendiendo que es tu amigo. 4Aquellos que se han unido a sus hermanos han abandonado la creencia
de que su identidad reside en el ego. 5Una relación santa es aquella
en la que te unes con lo que en verdad forma parte de ti. 6Tu
creencia en el pecado ha sido quebrantada, y ahora no estás totalmente reacio a
mirar dentro de ti y no ver pecado alguno.
4. Tu
liberación no es aún total: todavÃa es parcial e incompleta, aunque ya ha
despuntado en ti. 2Al no estar completamente loco, has estado
dispuesto a contemplar una gran parte de tu demencia y a reconocer su
locura. 3Tu fe está comenzado a interiorizarse más allá de la
demencia hacia la razón. 4Y lo que tu razón te dice ahora, el ego no
lo quiere oÃr. 5El propósito del EspÃritu Santo fue aceptado por
aquella parte de tu mente que el ego no conoce 6y que tú tampoco
conocÃas. 7Sin embargo, esa parte, con la que ahora te identificas,
no teme mirarse a sà misma. 8No conoce el pecado. 9¿De qué
otra forma, sino, habrÃa estado dispuesta a considerar el propósito del
EspÃritu Santo como suyo propio?
5. Esta parte
ha visto a tu hermano y lo ha reconocido perfectamente desde los orÃgenes
del tiempo. 2Y no ha deseado más que unirse a él y ser libre
nuevamente, como una vez lo fue. 3Ha estado esperando el nacimiento
de la libertad, la aceptación de la liberación que te espera. 4Y
ahora reconoces que no fue el ego el que se unió al propósito del EspÃritu
Santo, y, por lo tanto, que tuvo que haber sido otra cosa. 5No creas
que esto es una locura, 6pues es lo que te dice la razón y se deduce
perfectamente de lo que ya has aprendido.
6. En las
enseñanzas del EspÃritu Santo no hay inconsistencias. 2Éste es el
razonamiento de los cuerdos. 3Has percibido la locura del ego, y no
te ha dado miedo porque elegiste no compartirla. 4Pero aún te engaña
a veces. 5No obstante, en tus momentos más lúcidos, sus desvarÃos no
producen ningún terror en tu corazón. 6Pues te has dado cuenta de que
no quieres los regalos que el ego te quitarÃa de rabia por tu "presuntuoso"
deseo de querer mirar adentro. 7TodavÃa quedan unas cuantas baratijas
que parecen titilar y llamarte la atención. 8No obstante, ya no
"venderÃas" el Cielo por ellas.
7. Y ahora el
ego tiene miedo. 2Mas lo que él oye aterrorizado, la otra parte de tu
mente lo oye como la más dulce melodÃa: el canto que añoraba oÃr desde que el
ego se presentó en tu mente por primera vez. 3La debilidad del ego es
su fortaleza. 4El himno de la libertad, el cual canta en alabanza de
otro mundo, le brinda esperanzas de paz. 5Pues recuerda al
Cielo, y ve ahora que el Cielo por fin ha descendido a la tierra, de donde el
dominio del ego lo habÃa mantenido alejado por tanto tiempo. 6El
Cielo ha llegado porque encontró un hogar en tu relación en la tierra. 7Y la tierra no puede retener por más tiempo lo que se le ha dado al
Cielo como suyo propio.
8. Contempla
amorosamente a tu hermano, y recuerda que la debilidad del ego se pone de
manifiesto ante vuestra vista. 2Lo que el ego pretendÃa mantener
separado se ha encontrado y se ha unido, y ahora contempla al ego sin temor. 3Criatura inocente de todo pecado, sigue el camino de la certeza
jubilosamente. 4No dejes que la demente insistencia del miedo de que
la certeza reside en la duda te detenga. 5Eso no tiene sentido. 6¿Qué importa cuán imperiosamente se proclame? 7Lo que es
insensato no cobra sentido porque se repita o se aclame. 8El camino
de la paz está libre y despejado. 9SÃguelo felizmente, y no pongas en
duda lo que no puede sino ser cierto.
LECCIÓN
247
Sin
el perdón aún estarÃa ciego.
1.
El pecado es el sÃmbolo del ataque. 2Si lo veo en alguna parte,
sufriré. 3Pues el perdón es el único medio por el que puedo
alcanzar la visión de Cristo. 4PermÃtaseme aceptar que lo que Su
visión me muestra es la simple verdad y sanaré completamente. 5Ven
hermano, déjame contemplarte. 6Tu hermosura es el reflejo de la mÃa. 7Tu impecabilidad, la mÃa propia. 8Has sido perdonado, y
yo junto contigo.
2. Asà es como
quiero vera todo el mundo hoy. 2Mis hermanos son Tus Hijos. 3Tu Paternidad los creó y me los confió como parte de Ti, asÃ
como de mi propio Ser. 4Hoy Te honro a través de ellos, y asà espero
en este dÃa poder reconocer mi Ser.
4 DE
SEPTIEMBRE
V. La función
de la razón
1. La
percepción selecciona y configura el mundo que ves. 2Literalmente lo selecciona siguiendo las directrices de la
mente. 3Las leyes del tamaño, de la forma y de la luminosidad
tendrÃan validez, quizá, si otras cosas fuesen iguales. 4Pero no
lo son. 5Pues es mucho más probable que halles lo que buscas que lo
que prefieres pasar por alto. 6La apacible y queda Voz que habla
en favor de Dios no se ve ahogada por los estridentes gritos e insensatos
arranques de furia con los que el ego acosa a aquellos que desean escucharla. 7La percepción es una elección, no un hecho 8Pero de esta
elección depende mucho más de lo que te has dado cuenta hasta ahora. 9Pues tu creencia acerca de quien eres depende enteramente de la
voz que elijas escuchar y de los panoramas que elijas ver. 10La
percepción da testimonio únicamente de esto, nunca de la realidad. 11Puede mostrarte, no obstante, bajo qué condiciones es posible tener
conciencia de la realidad, o aquellas en las que nunca serÃa
posible.
2. La realidad
no necesita tu cooperación para ser lo que es. 2Pero tu conciencia de
ella necesita tu ayuda, ya que tener esa conciencia es algo que tú eliges. 3Si le prestas oÃdos a los dictados del ego y ves lo que él te indica
ver, no podrás sino considerarte a ti mismo insignificante, vulnerable y
temeroso. 4Experimentarás depresión, una sensación de no valer nada,
asà como sentimientos de inestabilidad e irrealidad. 5Creerás
que eres la desvalida vÃctima de fuerzas que están más allá de tu control y que
son mucho más poderosas que tú. 6Y creerás que el mundo que
fabricaste rige tu destino. 7Pues tendrás fe en eso. 8Pero no creas que porque tengas fe en eso, ello pueda hacer que sea
real.
3. Hay otra
visión y otra Voz en las que reside tu libertad que tan sólo están aguardando tu
decisión. 2y si depositas tu fe en Ellas, percibirás otro ser en ti. 3Este otro ser considera que los milagros son algo natural. 4Pues son tan simples y naturales para él como respirar lo es para el
cuerpo. 5Constituyen la respuesta obvia a las peticiones de ayuda,
que es la única que él ofrece. 6Los milagros le parecen
antinaturales al ego porque no entiende cómo es posible que mentes separadas
puedan influenciarse unas a otras. 7Y si estuviesen separadas
ciertamente no podrÃan hacerlo. 8Pero las mentes no pueden
estar separadas. 9Este otro ser es perfectamente consciente de
esto. 10Y asÃ, reconoce que los milagros no afectan la mente de otro,
sino la suya propia. 11Los milagros siempre cambian tu mente, 12pues no hay ninguna otra.
4. No te das
cuenta de hasta qué punto la idea de la separación ha interferido en el
ejercicio de la razón. 2La razón mora en el otro ser que has excluido
de tu conciencia. 3Y nada de lo que has permitido que permanezca en
ella es capaz de razonar. 4¿Cómo va a ser posible que aquel segmento
de la mente que está desprovisto de razón pueda entender lo que es la
razón, o comprender la información que ésta le podrÃa suministrar? 5De ese segmento pueden surgir todo tipo de preguntas, pero dado que
la pregunta básica sólo puede proceder de la razón, él jamás la podrá
plantear. 6Al igual que todo lo que procede de la razón, la
pregunta básica es simple y obvia, si bien, aún no se ha planteado. 7Mas no creas que la razón no la podrÃa
contestar.
5. El plan de
Dios para tu salvación no se habrÃa podido establecer sin tu voluntad y
consentimiento. 2Tuvo que haber sido aceptado por el Hijo de
Dios, pues lo que Dios dispone para él, él no puede sino aceptarlo. 3Y Dios no dispone nada sin Su Hijo, ni Su Voluntad depende del
tiempo para consumarse. 4Por lo tanto, lo que se unió a la Voluntad
de Dios tiene que encontrarse en ti ahora, puesto que es eterno. 5Tienes que haber reservado un lugar en el que el EspÃritu Santo
puede morar, y donde ya se encuentra. 6Él tiene que haber estado ahÃ
desde que surgió la necesidad de Él, la cual quedó satisfecha en ese mismo
instante: 7Eso es lo que tu razón te dirÃa, si escuchases. 8Mas es claro que ése no es el razonamiento del ego. 9El
hecho de que la naturaleza de tu razón le sea ajena al ego, es prueba de que no
hallarás la respuesta en él. 10No obstante, si esto es asÃ, dicha
respuesta tiene que existir. 11Y si existe para ti, y su propósito es
tu libertad, debes ser libre de encontrarla.
6. El plan de
Dios es muy simple, nunca es indirecto ni se derrota a sà mismo. 2Dios no tiene otros Pensamientos excepto los que
extienden Su Ser, y en esto tu voluntad tiene que estar incluida. 3Asà pues, debe haber una parte en ti que conoce Su Voluntad y la
comparte. 4No tiene sentido preguntar si lo que tiene que ser como
es, lo es. 5Pero sà tiene sentido preguntar por qué no eres
consciente de lo que no puede sino ser como es, pues debe haber una respuesta
para ello si al plan de Dios para tu salvación no le falta nada. 6Y
no puede faltarle nada porque su Fuente no conoce la
incompleción
7. ¿Y dónde
podrÃa encontrarse la respuesta sino en la Fuente? 2¿Y dónde estás tú
sino allà donde se encuentra esa misma respuesta? 3Tu Identidad, que
es un efecto tan verdadero de esa Fuente como lo es la respuesta, tiene, por lo
tanto, que estar unida a ella y ser lo mismo que ella. 4Por supuesto
que sabes esto, y mucho más que esto. 5Pero cualquier parte del
conocimiento supone una amenaza tan seria para la disociación como todo el
conocimiento en sÃ. 6Y dispondrás de todo el conocimiento con
cualquier parte de él. 7He aquà la parte que tú puedes aceptar. 8Puedes ver lo que la razón te señala porque los testigos a su favor
son inequÃvocos. 9Sólo aquellos que son completamente dementes
podrÃan hacer caso omiso de ellos, y tú ya has dejado atrás esa etapa. 10La razón es un medio que sirve para los fines del EspÃritu Santo
por derecho propio. 11No se puede re-interpretar ni re-canalizar para
que se ajuste a la meta del pecado, tal como se hace con otros medios. 12Pues la razón está más allá del alcance de los medios del
ego.
8. La fe, la
percepción y la creencia pueden estar mal ubicadas y servir de apoyo tanto para
las necesidades del gran embaucador como para las de la verdad. 2Pero
la razón no tiene cabida en la locura, ni se puede adaptar a sus fines en modo
alguno. 3La fe y la creencia están firmemente arraigadas en la
locura, y conducen la percepción hacia aquello que la mente ha considerado
valioso. 4Pero la razón no participa en esto en absoluto. 5Pues si se aplicase la razón, la percepción cesarÃa
instantáneamente. 6La razón no forma parte de la demencia, pues ésta
depende enteramente de la ausencia de aquella. 7El ego nunca hace uso
de la razón porque no es consciente de su existencia. 8Los que son
parcialmente locos tienen acceso a ella, y sólo ellos la necesitan. 9El conocimiento no depende de la razón, y la locura la mantiene
afuera.
9. La parte de
la mente donde reside la razón se consagró, de acuerdo con tu
voluntad en unión con la de tu Padre, al des-hacimiento de la demencia. 2Ahà el propósito del EspÃritu Santo se aceptó y consumó
simultáneamente. 3La razón le es ajena a la demencia, y aquellos que
hacen uso de ella han adquirido un medio que no puede dedicarse al pecado. 4El conocimiento está mucho más allá de lo que se puede lograr. 5Pero la razón puede servir para abrir las puertas que tú le
cerraste.
10. Ya
estás muy cerca de esto. 2Tu fe y tus creencias han cambiado y has
hecho la pregunta que el ego nunca harÃa. 3¿No te dice tu razón ahora
que la pregunta debe haber emanado de algo que tú no conoces, pero que aún asÃ
debe ser parte de ti? 4La fe y la creencia, apoyadas por la razón,
producen forzosamente un cambio en tu percepción. 5Y con este cambio
se le hace sitio a la visión. 6La visión se extiende más allá de sÃ
misma, tal como lo hacen el propósito al que sirve, asà como todos los medios
para su consecución.
LECCIÓN
248
Lo
que sufre no forma parte de mÃ.
1. He
abjurado de la verdad. 2PermÃtaseme ahora ser igualmente firme y
abjurar de la falsedad. 3Lo que sufre no forma parte de mÃ. 4Yo no soy aquello que siente pesar. 5Lo que experimenta
dolor no es sino una ilusión de mi mente. 6Lo que muere, en realidad
nunca vivió, y sólo se burlaba de la verdad con respecto a mà mismo. 7Ahora abjuro de todos los conceptos de mà mismo, y de los engaños y
mentiras acerca del santo Hijo de Dios. 8Ahora estoy listo para
aceptarlo nuevamente como Dios lo creó, y como aún es.
2. Padre, mi viejo
amor por Ti retorna, y me permite también amar nuevamente a Tu
Hijo. 2Padre, soy tal como Tú me creaste. 3Ahora recuerdo Tu Amor, asà como el mÃo
propio. 4Ahora comprendo que son
uno.
5 DE
SEPTIEMBRE
VI. La razón
en contraposición a la locura
1. La razón no puede ver pecados pero sà puede ver errores, y propicia su corrección. 2No les otorga valor, pero sà otorga valor a su corrección. 3La razón te dirÃa también que cuando crees estar pecando, estás de
hecho pidiendo ayuda. 4No obstante, si no aceptas la ayuda que estás
pidiendo, tampoco creerás que puedes darla. 5De modo que no la darás,
y asà no renunciarás a esa creencia. 6Pues cualquier clase de
error que no haya sido corregido, te engaña con respecto al poder que reside en
ti para llevar a cabo la corrección. 7Si dicho poder puede llevar a
cabo la corrección, y tú no se lo permites, te estás negando la
corrección a ti mismo asà como a tu hermano. 8Y si él comparte
contigo esta misma creencia, ambos creeréis estar condenados. 9Puedes evitarle esto a él y evitártelo a ti, 10pues la
razón no facilitarÃa la corrección únicamente en ti.
2. No puedes
aceptar o rechazar la corrección sin incluir a tu hermano. 2El
pecado mantendrÃa que sà puedes. 3Mas la razón te dice que no puedes
considerar a tu hermano o a ti mismo como un pecador y seguir percibiéndolo a él
o percibiéndote a ti mismo como inocente. 4¿Quién que se considere a
sà mismo culpable podrÃa ver un mundo libre de pecado? 5¿Y quién
puede ver un mundo pecaminoso y considerarse al mismo tiempo ajeno a ese mundo? 6El pecado mantendrÃa que tú y tu hermano no podéis sino estar
separados. 7Pero la razón te dice que esto tiene que ser un error. 8Pues si estáis unidos, ¿cómo ibais a poder tener pensamientos
privados? 9¿Y cómo podrÃa ser que los pensamientos que se adentran en
lo que sólo parece ser tuyo no tuviesen ningún efecto en lo que sà es tuyo? 10Si las mentes están unidas, eso es
imposible.
3. Nadie puede
pensar por separado, tal como Dios no piensa sin Su Hijo. 2Eso serÃa
posible únicamente si los dos morasen en cuerpos. 3Tampoco
podrÃa ninguna mente pensar por separado a menos que el cuerpo fuese la
mente. 4Pues únicamente los cuerpos pueden estar separados, y, por lo
tanto, ser irreales. 5La morada de la demencia no puede ser la morada
de la razón. 6Pero es fácil abandonar dicha morada si ves la razón. 7No puedes abandonar la demencia trasladándote a otro lugar. 8La
abandonas simplemente aceptando la razón en el lugar que antes ocupaba la
locura. 9La locura y la razón ven las mismas cosas, pero es indudable
que las contemplan de modo diferente.
4. La locura
es un ataque contra la razón que la expulsa de la mente, y ocupa su lugar. 2La razón no ataca, sino que, calladamente, ocupa el lugar de la
locura y la reemplaza si los dementes deciden escucharla. 3Pero los
dementes no conocen su propia voluntad, pues creen ver el cuerpo, y permiten que
su propia locura les diga que éste es real. 4La razón serÃa incapaz
de eso. 5Y si tú defiendes el cuerpo en contra de tu razón, no
entenderás lo que es cuerpo ni lo que eres tú.
5. El cuerpo
no te separa de tu hermano, y si crees que lo hace estás loco. 2Pero
la locura tiene un propósito, y cree también disponer de los medios que lo
pueden convertir en realidad. 3Ver el cuerpo como una barrera que
separa aquello que la razón te dice que no puede sino estar unido, sólo puede
ser una locura. 4Y no lo podrÃas ver de ese modo si escuchases la voz
de la razón. 5¿Qué puede haber que se interponga entre lo que es un
continuo? 6Y si nada se interpone, ¿cómo se podrÃa excluir de
otras partes lo que pasa a formar parte de cualquiera de ellas? 7Esto
es lo que la razón te dirÃa. 8Mas piensa en lo que tendrÃas que
admitir si esto fuese asÃ.
6. Si eliges
el pecado en vez de la curación, estás condenando al Hijo de Dios a aquello que
jamás puede ser corregido. 2Le dices, con tu elección, que está
condenado, separado de ti y de su Padre para siempre, y sin esperanza de jamás
poder retornar a salvo. 3Eso es lo que le enseñas, y aprenderás de él
exactamente lo que le enseñes. 4Pues lo único que le puedes enseñar
es que él es como tú quieres que él sea, y lo que eliges que él sea es lo que
eliges para ti. 5Mas no pienses que esto es temible. 6Que
estás unido a él es un hecho, no una interpretación. 7¿Cómo puede un
hecho ser temible a menos que esté en desacuerdo con lo que tienes en más estima
que la verdad? 8La razón te dirÃa que este hecho es tu
liberación.
7. Ni tu
hermano ni tú podéis ser atacados por separado. 2Ni tampoco puede
ninguno de vosotros aceptar un milagro sin que el otro no sea igualmente
bendecido por él y curado del dolor. 3La razón, al igual que el amor,
desea tranquilizarte, y no es su intención infundirte temor. 4El
poder de curar al Hijo de Dios se te concede a ti porque él no puede sino ser
uno contigo. 5Tú eres responsable de cómo él se ve a sà mismo. 6Y la razón te dice que se te ha concedido poder transformar su mente
por completo -la cual es una contigo- en sólo un instante. 7Y
cualquier instante sirve para llevar a cabo una completa corrección de todos sus
errores y restituirle su plenitud. 8El instante en que elijas ser
curado, en ese mismo instante se verá que se ha salvado completamente junto
contigo. 9Se te ha dado la razón para que entiendas que esto es asÃ. 10Pues la razón, que es tan benévola como la finalidad para la
que se emplea, te aleja constantemente de la locura y te conduce hacia el
objetivo de la verdad. 11Y ahà te desharás de la carga que supone
negar la verdad. 12¡Y ésa es la carga que es terrible, no la
verdad!
8. En el hecho
de que tú y tu hermano estáis unidos reside vuestra salvación: el regalo
del Cielo, no el del miedo. 2¿Consideras acaso que el Cielo es una
carga para ti? 3En la locura lo es. 4Sin embargo, lo que
la locura ve tiene que ser disipado por la razón. 5La razón te
asegura que el Cielo es lo que quieres y lo único que quieres. 6Escucha a Aquel que te habla con raciocinio y que pone tu razón en
armonÃa con la Suya. 7Resuélvete a dejar que la razón, sea el medio
por el que Él te indique cómo dejar atrás la demencia. 8No te
ocultes tras la demencia para escapar de la razón. 9Lo que la locura
encubrirÃa, el EspÃritu Santo lo pone al descubierto para que todo el mundo lo
contemple con júbilo.
9. Tú eres el salvador de tu hermano. 2Él es el tuyo. 3A la razón
le es muy grato hablar de esto. 4El Amor le infundió amor a este plan
benevolente. 5Y lo que el Amor planea es semejante a SÃ Mismo en
esto: al estar unido a ti, Él desea que aprendas lo que debes ser. 6Y
dado que tú eres uno con Él, se te tiene que haber encomendado que des lo que Él
ha dado, y todavÃa sigue dando. 7Dedica aunque sólo sea un instante a
la grata aceptación de lo que se te ha encomendado darle a tu hermano, y
reconoce con él lo que se os ha dado a ambos. 8Dar no es más bendito
que recibir, 9pero tampoco es menos.
10. Al Hijo de Dios se le bendice siempre
cual uno solo. 2Y a medida que su gratitud llega hasta ti que le
bendijiste, la razón te dirá que es imposible que tú estés excluido de la
bendición. 3La gratitud que él te ofrece te recuerda las gracias que
tu Padre te da por haberlo completado a Él. 4Y la razón te dice que
sólo asà puedes entender lo que tú debes ser. 5Tu Padre está tan
cerca de ti como tu hermano. 6Sin embargo, ¿qué podrÃa estar más
cerca de ti que tu propio Ser?
11. El poder
que ejerces sobre el Hijo de Dios no supone una amenaza para su realidad. 2Por el contrario, sólo da testimonio de ella. 3Y si él ya
es libre, ¿dónde podrÃa radicar su libertad sino en él mismo? 4¿Y
quién podrÃa encadenarle, sino él a sà mismo cuando se niega la libertad? 5De Dios nadie se burla, ni tampoco puede Su Hijo ser aprisionado,
salvo por su propio deseo. 6Y por su propio deseo es también como se
libera. 7En eso radica su fuerza, no su debilidad. 8Él
está a merced de sà mismo. 9Y cuando elige ser misericordioso,
en ese momento se libera. 10Mas cuando elige condenarse a sÃ
mismo, se convierte en un prisionero, que encadenado, espera su propio perdón
para poderse liberar.
LECCIÓN
249
El
perdón pone fin a todo sufrimiento y a toda sensación de
pérdida.
1. El
perdón nos ofrece un cuadro de un mundo en el que ya no hay sufrimiento, es
imposible perder y la ira no tiene sentido. 2El ataque ha
desaparecido y a la locura le ha llegado su fin. 3¿Qué sufrimiento
podrÃa concebirse ahora? 4¿En qué pérdida se podrÃa incurrir? 5El mundo se convierte en un remanso de dicha, abundancia,
caridad y generosidad sin fin. 6Se asemeja tanto al Cielo ahora, que
se transforma en un instante en la luz que refleja. 7Y asÃ, la
jornada que el Hijo de Dios emprendió ha culminado en la misma luz de la que él
emanó.
2. Padre, queremos
devolverte nuestras mentes. 2Las hemos
traicionado, sumido en la amargura y atemorizado con pensamientos de violencia y
muerte. 3Ahora queremos
descansar nuevamente en Ti, tal como Tú nos creaste.
LECCIÓN
250
Que
no vea ninguna limitación en mÃ.
1. PermÃtaseme
contemplar al Hijo de Dios hoy y ser un testigo de su gloria. 2Y que
no trate de empañar la santa luz que mora en él y ver su fuerza menoscabada y
reducida a la fragilidad; que no perciba en él las deficiencias con las que
atacarÃa su soberanÃa.
2. Él es Tu Hijo,
Padre mÃo. 2Y hoy quiero contemplar su ternura en lugar de mis
ilusiones. 3Él es lo que yo
soy, y tal como lo vea a él, me veré a mà mismo. 4Hoy quiero ver
verdaderamente, para que en este mismo dÃa pueda por fin identificarme con
él.
4.
¿Qué es el pecado?
1. El
pecado es demencia. 2Es lo que hace que la mente pierda su cordura y
trate de que las ilusiones ocupen el lugar de la verdad. 3Y al estar
loca, la mente ve ilusiones donde la verdad deberÃa estar y donde realmente
está. 4El pecado dotó al cuerpo con ojos, pues, ¿qué
iban a querer contemplar los que están libres de pecado? 5¿Para qué
iban a querer la vista, el sonido o el tacto? 6¿Qué iban a querer oÃr
o intentar asir? 7¿Qué necesidad iban a tener de los sentidos? 8Usar los sentidos es no saber. 9Y la verdad sólo se
compone de conocimiento y de nada más.
2.
El
cuerpo es el instrumento que la mente fabricó en su afán por engañarse a sÃ
misma. 2Su propósito es luchar. 3Mas el objetivo por el
que lucha puede cambiar. 4Y entonces el cuerpo lucha por otro
objetivo. 5Lo que ahora persigue lo determina el objetivo que la
mente ha adoptado para sustituir a la meta de engañarse a sà misma que antes
tenÃa. 6La verdad puede ser su objetivo, tanto como las mentiras. 7Y asÃ, los sentidos buscarán lo que da fe de la
verdad.
3. El
pecado es la morada de las ilusiones, las cuales representan únicamente cosas
imaginarias procedentes de pensamientos falsos. 2Las ilusiones
son la "prueba" de que lo que no es real lo es. 3El pecado "prueba"
que el Hijo de Dios es malvado, que la intemporalidad tiene que tener un
final y que la vida eterna sucumbirá ante la muerte. 4Y Dios Mismo ha
perdido al Hijo que ama, y de lo único que puede valerse para alcanzar Su
Plenitud es la corrupción; la muerte ha derrotado Su Voluntad para siempre,
el odio ha destruido el amor y la paz ha quedado extinta para
siempre.
4. Los
sueños de un loco son pavorosos y el pecado parece ser ciertamente aterrador. 2Sin embargo, lo que el pecado percibe no es más que un juego de
niños. 3El Hijo de Dios puede jugar a haberse convertido en un cuerpo
que es presa de la maldad y de la culpabilidad, y a que su corta vida acaba en
la muerte. 4Mientras tanto, su Padre ha seguido derramando Su
luz sobre él y amándolo con un Amor eterno que sus pretensiones no pueden
alterar en absoluto.
5. ¿Hasta
cuándo, Hijo de Dios, vas a seguir jugando el juego del pecado? 2¿No
es hora ya de abandonar esos juegos peligrosos? 3¿Cuándo vas a estar
listo para regresar a tu hogar? 4¿Hoy quizá? 5El pecado
no existe. 6La creación no ha cambiado. 7¿Deseas aún
seguir demorando tu regreso al Cielo? 8¿Hasta cuándo, santo Hijo de
Dios, vas a seguir demorándote, hasta cuándo?
LECCIÓN
251
No
necesito nada más que la verdad
1. Busqué
miles de cosas y lo único que encontré fue desconsuelo. 2Ahora sólo
busco una, pues en ella reside todo lo que necesito, y lo único que necesito. 3Jamás necesité nada de lo que antes buscaba, y ni siquiera lo
querÃa. 4No reconocÃa mi única necesidad. 5Pero ahora veo
que solamente necesito la verdad. 6Con ella todas mis necesidades
quedan satisfechas, mis ansias desaparecen, mis anhelos se hacen finalmente
realidad y a los sueños les llega su fin. 7Ahora dispongo de todo
cuanto podrÃa necesitar. 8Ahora dispongo de todo cuanto podrÃa
querer. 9Y ahora, por fin, me encuentro en
paz.
2. Y por esa paz,
Padre nuestro, te damos gracias. 2Lo que nos
negamos a nosotros mismos, Tú nos lo has restituido, y ello es lo único que en
verdad queremos.
8 DE
SEPTIEMBRE
VII. La última
pregunta que queda por contestar
1. ¿No te das
cuenta de que todo tu sufrimiento procede de la extraña creencia de que eres
impotente? 2Ser impotente es el precio del pecado. 3La impotencia es la condición que impone el pecado, el requisito que
exige para que se pueda creer en él. 4Sólo los impotentes podrÃan
creer en el pecado. 5La enormidad no tiene atractivo, excepto para
los insignificantes. 6Y sólo los que primero creen ser
insignificantes podrÃan sentirse atraÃdos por ella. 7Traicionar al
Hijo de Dios es la defensa de los que no se identifican con él. 8Y
tú, o estás de su parte o contra él, o lo amas o lo atacas, o proteges su unidad
o lo consideras fragmentado y destruido como consecuencia de tu
ataque.
2. Nadie, cree
que el Hijo de Dios sea impotente. 2Y aquellos que se ven a sà mismos
como impotentes deben creer que no son el Hijo de Dios. 3¿Qué podrÃan
ser, entonces, sino su enemigo? 4¿Y qué podrÃan hacer sino envidiarle
su poder, y, como consecuencia de su envidia, volverse temerosos de dicho poder? 5Éstos son los siniestros, los silenciosos y atemorizados, los que se
encuentran solos e incomunicados, y los que, temerosos de que el poder del Hijo
de Dios los aniquile de un golpe, levantan su impotencia contra él. 6Se unen al ejército de los impotentes, para librar su guerra de
venganza, amargura y rencor contra él, a fin de que él se vuelva uno con ellos. 7Y puesto que no saben que son uno con él, no saben a quién odian. 8Son en verdad un ejército lamentable, cada uno de ellos tan capaz de
atacar a su hermano o volverse contra sà mismo, como de recordar que una vez
todos creyeron tener una causa común.
3. Los
siniestros dan la impresión de estar frenéticos, de ser vociferantes y
fuertes. 2Mas no saben quién es su "enemigo", sino sólo que lo odian. 3El odio los ha congregado, pero ellos no se han unido entre sÃ. 4Pues si lo hubieran hecho no serÃan capaces de abrigar odio. 5El ejército de los impotentes se desbanda en presencia de la
fortaleza. 6Los que son fuertes son incapaces de traicionar porque no
tienen necesidad de tener sueños de poder ni de exteriorizarlos. 7¿De
qué manera puede actuar un ejército en sueños? 8De cualquier manera. 9PodrÃa vérsele atacando a cualquiera con cualquier cosa. 10Los sueños son completamente irracionales. 11En ellos, una flor se puede convertir en una lanza envenenada, un
niño en un gigante y un ratón puede rugir como un león. 12Y con la
misma facilidad el amor puede trocarse en odio. 13Esto no es un
ejército, sino una casa de locos. 14Lo que parece ser un ataque
concertado no es más que un pandemónium.
4. El ejército
de los impotentes es en verdad débil. 2No tiene armas ni enemigo. 3Puede ciertamente invadir el mundo y buscar un enemigo. 4Pero jamás podrá encontrar lo que no existe. 5Puede
ciertamente soñar que encontró un enemigo, pero éste cambia incluso mientras lo
está atacando, de modo que corre de inmediato a buscarse otro, y nunca
consigue cantar victoria. 6Y a medida que corre se vuelve contra sÃ
mismo, pensando que tuvo un pequeño atisbo del gran enemigo que siempre elude su
ataque asesino convirtiéndose en alguna otra cosa. 7¡Cuán
traicionero parece ser ese enemigo, que cambia tanto que ni siquiera es posible
reconocerlo!
5. El odio, no
obstante, tiene que tener un blanco. 2No se puede tener fe en el
pecado sin un enemigo. 3¿Quién, que crea en el pecado, podrÃa
atreverse a creer que no tiene enemigos? 4¿PodrÃa admitir que nadie
lo hizo sentirse impotente? 5La razón seguramente le dirÃa que dejase
de buscar lo que no puede ser hallado. 6Sin embargo, tiene primero
que estar dispuesto a percibir un mundo donde no hay enemigos. 7No es
necesario que entienda cómo serÃa posible que él pudiese ver un mundo asÃ. 8Ni siquiera deberÃa tratar de entenderlo. 9Pues si pone
su atención en lo que no puede entender, no hará sino agudizar su sensación de
impotencia y dejar que el pecado le diga que su enemigo debe ser él mismo. 10Pero deja que se haga a sà mismo las siguientes preguntas con
respecto a las cuales tiene que tomar una decisión, para que esto se lleve a
cabo por él:
11¿Deseo un
mundo en el que gobierno yo en lugar de uno que me gobierna a
mÃ?
12¿Deseo un
mundo en el que soy poderoso en lugar de uno en el que soy
impotente?
13¿Deseo un
mundo en el que no tengo enemigos y no puedo pecar?
14¿Y deseo ver
aquello que negué porque es la verdad?
6. Tal vez ya
hayas contestado las tres primeras preguntas, pero todavÃa no has contestado la
última. 2Pues ésta aún parece temible y distinta de las demás. 3Mas la razón te asegurarÃa que todas ellas son la misma. 4Dijimos que en este año se harÃa hincapié en la igualdad de las
cosas que son iguales. 5Esta última pregunta, que es en verdad la
última acerca de la cual tienes que tomar una decisión, todavÃa parece encerrar
una amenaza para ti que las otras ya no poseen. 6Y esta diferencia
imaginaria da testimonio de tu creencia de que a lo mejor la verdad es el
enemigo con el que aún te puedes encontrar. 7En esto parece residir,
pues, la última esperanza de encontrar pecado y de no aceptar el
poder.
7. No
olvides que la elección entre el pecado y la verdad, o la impotencia y el poder,
es la elección entre atacar y curar. 2Pues la curación emana del
poder, y el ataque, de la impotencia. 3Es imposible que quieras curar
a quien atacas. 4Y el que deseas que sane tiene que ser aquel que
decidiste que estuviese a salvo del ataque. 5¿Y qué otra cosa podrÃa
ser esta decisión, sino la elección entre verle a través de los ojos del cuerpo,
o bien permitir que te sea revelado a través de la visión? 6La manera
en que esta decisión da lugar a sus efectos no es tu problema. 7Pero tú decides lo que quieres ver. 8Éste es un curso
acerca de causas, no de efectos.
8. Considera
detenidamente qué respuesta vas a dar a esa última pregunta que todavÃa no has
contestado. 2Y deja que la razón te diga que debe ser
contestada, y que su contestación reside en las otras tres. 3Te
resultará evidente entonces que cuando observes los efectos del pecado en
cualquiera de sus formas, lo único que necesitarás hacer es simplemente
preguntarte a ti mismo lo siguiente:
4¿Es esto lo
que quiero ver? 5 ¿Es esto lo que
deseo?
9. Ésta es tu
única decisión, la base de lo que ocurre. No tiene nada que ver con la manera en
que ocurre, pero sà con el por qué. 3Pues sobre esto tienes control. 4Y si eliges ver un mundo donde no tienes enemigos y donde no eres
impotente, se te proveerán los medios para que lo veas.
10. ¿Por qué
es tan importante esta última pregunta? 2La razón te dirá por qué. 3Es igual a las otras tres, salvo en lo que respecta al tiempo. 4Las otras son decisiones que puedes tomar, volverte atrás y luego
volverlas a tomar. 5Pero la verdad es constante e implica un estado
en el que las vacilaciones son imposibles. 6Puedes desear un mundo en
el que tú gobiernas y no uno que te gobierna a ti, y luego cambiar de parecer. 7Puedes desear intercambiar tu impotencia por poder, y luego
perder ese deseo cuando un ligero destello de pecado te atrae. 8Y
puedes desear ver un mundo incapaz de pecar, y, sin embargo, permitir que un
"enemigo" te tiente a usar los ojos del cuerpo y a cambiar de
parecer.
11. El
contenido de todas esas preguntas es el mismo. 2Pues cada una de
ellas te pregunta si estás dispuesto a intercambiar el mundo del pecado por lo
que el EspÃritu Santo ve, puesto que es esto lo que el mundo del pecado niega. 3Los que ven el pecado, por lo tanto, están viendo la negación del
mundo real. 4Sin embargo, la última pregunta suma a tu
anhelo de querer ver el mundo real el deseo de permanencia, de tal forma que ese
deseo se convierta en el único que tengas. 5Si contestas esta última
pregunta con un "sÃ", añades sinceridad a las decisiones que ya has
tomado con respecto a las demás. 6Pues sólo entonces habrás
renunciado a la opción de poder cambiar de parecer nuevamente. 7Cuando eso deje de interesarte, las Otras preguntas quedarán
perfectamente contestadas.
12. ¿Por qué
crees que no estás seguro de que las otras preguntas hayan sido contestadas? 2¿SerÃa acaso necesario plantearlas con tanta frecuencia si ya se
hubiesen contestado? 3Hasta que no se haya tomado la decisión final,
la respuesta será a la vez un "sÃ" y un "no". 4Pues has
contestado sin darte cuenta de que "sÃ' tiene que significar "que no has dicho
no". 5Nadie decide en contra de su propia felicidad, pero puede
hacerlo si no se da cuenta de que eso es lo que está haciendo. 6Y si
él ve su felicidad como algo que cambia constantemente, es decir, ahora es esto,
luego otra cosa, y más tarde una sombra elusiva que no está vinculada a nada, no
podrá sino decidir en contra de ella.
13. La
felicidad elusiva, la que cambia de forma según el tiempo o el lugar, es una
ilusión que no significa nada. 2La felicidad tiene que ser constante
porque se alcanza mediante el abandono del deseo de lo que no es constante: 3La dicha no se puede percibir excepto a través de una
visión constante. 4Y la visión constante sólo se les concede a aquellos que
desean la constancia. 5El poder del deseo del Hijo de Dios sigue
siendo la prueba de que todo aquel que se considera a sà mismo impotente
está equivocado. 6Desea lo que quieres, y eso será lo
que contemplarás y creerás que es real. 7No hay un solo
pensamiento que esté desprovisto del poder de liberar o de matar. 8Ni
ninguno que pueda abandonar la mente del pensador, o dejar de tener
efectos sobre él.
LECCIÓN
252
El
Hijo de Dios es mi Identidad.
1. La
santidad de mi Ser transciende todos los pensamientos de santidad que pueda
concebir ahora. 2Su refulgente y perfecta pureza es mucho más
brillante que cualquier luz que jamás haya contemplado. 3Su amor es
ilimitado, y su intensidad es tal que abarca dentro de sà todas las cosas en la
calma de una queda certeza. 4Su fortaleza no procede de los ardientes
impulsos que hacen girar al mundo, sino del Amor ilimitado de Dios Mismo. 5¡Cuán alejado de este mundo debe estar mi Ser! aY, sin
embargo, ¡cuán cerca de mà y de Dios!
2. Padre, Tú
conoces mi verdadera Identidad. 2Revélamela ahora
a mà que soy Tu Hijo, para que pueda despertar a la verdad en Ti, y saber que se
me ha restituido el Cielo.
9 DE
SEPTIEMBRE
VIII. El
cambio interno
1. ¿Son,
entonces, peligrosos los pensamientos? 2¡Para los cuerpos sÃ! 3Los pensamientos que parecen destruir son aquellos que le enseñan al
pensador que él puede ser destruido. 4Y asÃ, "muere" por razón
de lo que aprendió. 5Pasa de la vida a la muerte, la prueba final de
que valoró lo efÃmero más que lo constante. 6Seguramente creyó
que querÃa la felicidad. 7Mas no la deseó porque la felicidad
es la verdad, y, por lo tanto, tiene que ser constante.
2. Una dicha
constante es una condición completamente ajena a tu entendimiento. 2No obstante, si pudieses imaginarte cómo serÃa eso, lo desearÃas
aunque no lo entendieses. 3En esa condición de constante dicha no hay
excepciones ni cambios de ninguna clase. 4Es tan inquebrantable como
lo es el Amor de Dios por Su creación. 5Al estar tan segura de
su visión como su Creador lo está de lo que Él sabe, la felicidad contempla todo
y ve que todo es uno. 6No ve lo efÃmero, pues desea que todo sea como
ella misma, y asà lo ve. 7Nada tiene el poder de alterar su
constancia porque su propio deseo no puede ser conmovido. 8Les llega
a aquellos que comprenden que la última pregunta es necesaria para que las demás
queden contestadas, del mismo modo en que la paz tiene que llegarles a quienes
eligen curar y no juzgar.
3. La razón te
dirá que no puedes pedir felicidad de una manera inconsistente. 2Pues
si lo que deseas se te concede, y la felicidad es constante, entonces no
necesitas pedirla más que una sola vez para gozar de ella eternamente. 3Y si siendo lo que es no gozas de ella siempre, es que no la
pediste. 4Pues nadie deja de pedir lo que desea a lo que cree que
tiene la capacidad de concedérselo. 5Tal vez esté equivocado con
respecto a lo que pide, dónde lo pide y a qué se lo pide. 6No
obstante, pedirá porque desear algo es una solicitud, una petición, hecha por
alguien a quien Dios Mismo nunca dejarÃa de responder. 7Dios ya le ha
dado todo lo que él realmente quiere. 8Mas aquello de lo que no está
seguro, Dios no se lo puede dar. 9Pues mientras siga estando inseguro
es que no lo desea realmente, y la dación de Dios no podrÃa ser completa a menos
que se reciba.
4. Tú que
completas la Voluntad de Dios y que eres Su felicidad; tú cuya voluntad es tan
poderosa como la Suya, la cual es un poder que no puedes perder ni en tus
ilusiones, piensa detenidamente por qué razón no has decidido todavÃa cómo
vas a contestar la última pregunta. 2Tu respuesta a las otras te
ha ayudado a estar parcialmente cuerdo. 3Es la última, no obstante,
la que realmente pregunta si estás dispuesto a estar completamente cuerdo.
5. ¿Qué es el
instante santo, sino el llamamiento de Dios a que reconozcas lo que Él te ha
dado? 2He aquà el gran llamamiento a la razón, a la conciencia de lo
que siempre está ahà a la vista, a la felicidad que podrÃa ser siempre tuya. 3He aquà la paz constante que podrÃas experimentar siempre. 4He aquà revelado ante ti lo que la negación ha negado. 5Pues aquà la última pregunta ya está contestada, y lo que pides,
concedido. 6Aquà el futuro es ahora, pues el tiempo es
impotente ante tu deseo de lo que nunca ha de cambiar. 7Pues has
pedido que nada se interponga entre la santidad de tu relación y tu conciencia de esa santidad.
CapÃtulo
22
LA SALVACIÓN Y
LA RELACIÓN SANTA
Introducción
1. Ten piedad
de ti mismo, tú que por tanto tiempo has estado esclavizado. 2RegocÃjate de que los que Dios ha unido se han juntado y ya no
tienen necesidad de seguir contemplando el pecado por separado. 3No
es posible que dos individuos puedan contemplar el pecado juntos, pues
nunca podrÃan verlo en el mismo sitio o al mismo tiempo. 4El pecado
es una percepción estrictamente personal, que se ve en el otro, pero que cada
uno cree que está dentro de sà mismo. 5Y cada uno parece cometer un
error diferente, que el otro no puede comprender. 6Hermano, se
trata del mismo error, cometido por lo que es lo mismo, y perdonado por su
hacedor de igual manera. 7La santidad de tu relación os perdona
a ti y a tu hermano, y cancela los efectos de lo que ambos creÃsteis y visteis. 8Y al desaparecer dichos efectos, desaparece también la necesidad del
pecado.
2. ¿Quién
tiene necesidad del pecado? 2Únicamente los que deambulan por su
cuenta y en soledad, creyendo que sus hermanos son diferentes de ellos. 3Es esta diferencia, que aunque es visible no es real, lo que hace
que el pecado, que si bien no es real es visible, parezca estar justificado. 4Todo esto serÃa real si el pecado lo fuese. 5Pues una
relación no santa se basa en diferencias y en que cada uno piense que el
otro tiene lo que a él le falta. 6Se juntan, cada uno con el
propósito de completarse a sà mismo robando al otro. 7Siguen juntos
hasta que piensan que ya no queda nada más por robar, y luego se separan. 8Y asÃ, vagan por un mundo de extraños, distintos de ellos, viviendo
tal vez con los cuerpos de esos extraños bajo un mismo techo que a ninguno de
ellos da cobijo; en la misma habitación y, sin embargo, a todo un mundo de
distancia.
3. La
relación santa parte de una premisa diferente. 2Cada uno ha mirado
dentro de sà y no ha visto ninguna insuficiencia. 3Al aceptar su
compleción, desea extenderla uniéndose a otro, tan pleno como él. 4No
ve diferencias entre su ser y el ser del otro, pues las diferencias sólo se dan
a nivel del cuerpo. 5Por lo tanto, no ve nada de lo que quisiera
apropiarse. 6No niega su propia realidad porque ésta es la
verdad. 7Él se encuentra justo debajo del Cielo, pero lo bastante
cerca como para no tener que retornar a la tierra. 8Pues esta
relación goza de la santidad del Cielo. 9¿Cuán lejos del hogar puede
estar una relación tan semejante al Cielo?
4. ¡Piensa en
lo que una relación santa te podrÃa enseñar! 2En ella desaparece la
creencia en diferencias. 3En ella la fe en las diferencias se
convierte en fe en la igualdad. 4Y en ella la percepción de
diferencias se transforma en visión. 5La razón puede ahora llevaros a
ti y a tu hermano a la conclusión lógica de vuestra unión. 6Ésta se
tiene que extender, de la misma forma en que vosotros os extendisteis al uniros. 7La unión tiene que extenderse más allá de sà misma, tal como
vosotros os extendisteis más allá del cuerpo para hacer posible vuestra unión. 8Y ahora la igualdad que visteis se extiende y elimina finalmente
cualquier sensación de diferencia, de modo que la igualdad que yace bajo
todas las diferencias se hace evidente. 9Éste es el cÃrculo áureo en
el que reconocéis al Hijo de Dios. 10Pues lo que nace en una relación
santa es imperecedero.
LECCIÓN
253
Mi
Ser es amo y señor del universo.
1. Es imposible que me pase algo sin yo mismo haberlo
pedido. 2Aun en este mundo, soy yo el que rige mi destino. 3Lo que sucede es lo que deseo. 4Lo que no ocurre es lo
que no deseo que suceda. 5Tengo que aceptar esto. 6Pues de
esta manera se me conduce más allá de este mundo a mis creaciones -las criaturas
de mi voluntad- , las cuales moran en el Cielo junto con mi santo Ser y con
Aquel que me creó.
2. Tú eres el Ser a Quien Tú creaste como el Hijo, el cual crea
como Tú y es uno Contigo. 2Mi Ser, que es señor y amo del universo, no
es sino la perfecta unión de Tu Voluntad con la mÃa, la cual no puede sino
asentir gustosamente a la Tuya, de modo que pueda extenderse hasta SÃ
Misma.
10 DE
SEPTIEMBRE
I. El mensaje
de la relación santa
1. Deja que la
razón dé otro paso. 2Si atacas a quien Dios quiere sanar y odias a
quien Él ama, entonces tú y tu Creador tenéis voluntades diferentes. 3Pero si tú eres Su Voluntad, entonces debes creer que tú no eres quien eres. 4Puedes ciertamente creer esto y, de
hecho, lo crees. 5Y tienes fe en ello y encuentras muchas pruebas a
su favor. 6¿Y de dónde procede, te preguntas, tu extraño desasosiego,
tu sensación de estar desconectado y tu constante temor de que tú no signifiques
nada? 7Es como si hubieses llegado hasta aquà a la deriva, sin ningún
plan, excepto el de seguir vagando, pues sólo eso parece
seguro.
2. Sin
embargo, hemos oÃdo una descripción muy similar anteriormente, pero no se
referÃa a ti. 2Aun asÃ, crees ser esa extraña idea que con
tanta precisión se describe ahÃ. 3La razón te dirÃa que es imposible
que el mundo que ves a través de ojos que no son los tuyos tenga sentido para
ti. 4¿A quién le devolverÃa sus mensajes esta forma de ver? 5Ciertamente no a ti, cuya visión es totalmente independiente de los
ojos que contemplan al mundo. 6Si ésa no es tu visión, ¿qué podrÃa
mostrarte? 7El cerebro no puede interpretar lo que tu visión ve. 8Esto tú lo puedes comprender. 9El cerebro interpreta para
el cuerpo del que forma parte. 10Pero tú no puedes comprender lo que
dice. 11Sin embargo, lo has escuchado. 12Y te has
esforzado durante mucho tiempo por entender sus mensajes.
3. No te has
dado cuenta de que es imposible que puedas entender lo que nunca puede
llegar hasta ti. 2Jamás has recibido mensaje alguno que hubieses
podido entender. 3Pues has estado prestándole oÃdos a algo que no
puede comunicarse en absoluto. 4Examina, entonces, lo que ha
sucedido. 5Al negar lo que eres, y al estar firmemente, convencido de
que eres otra cosa, esa "otra cosa" que tú has creÃdo ser se ha convertido en
tus ojos. 6Sin embargo, debe ser esa "otra cosa" la que ve, y al no
ser quien tú eres te explica lo que ve. 7Tu verdadera visión
harÃa, por supuesto, que todo esto fuese innecesario. 8Pero si tus ojos están cerrados y le pides a esa cosa que te dirija
y te explique el mundo que ve, no verás razón alguna para no escuchar lo que te
dice ni para sospechar que no es verdad. 9La razón te dirÃa que
es imposible que sea verdad porque tú no lo entiendes. 10Dios
no tiene secretos. 11Él no te conduce por un mundo de sufrimiento,
esperando hasta el final de la jornada para decirte por qué razón te hizo pasar
por eso.
4. ¿Qué podrÃa
mantenerse oculto de la Voluntad de Dios? 2Sin embargo, tú crees
tener secretos. 3¿Qué podrÃan ser esos secretos sino otra "voluntad"
tuya propia, separada de la Suya? 4La razón te dirÃa que esto no es
un secreto que deba ocultarse como si se tratase de un pecado. 5Pero
ciertamente es un error. 6No permitas que tu temor del pecado impida la corrección del error, pues la atracción que ejerce la
culpabilidad es sólo miedo. 7He aquà la única emoción que has
inventado, independientemente de lo que aparente ser. 8He aquà la
emoción de los secretos, de los pensamientos privados y del cuerpo. 9He aquà la emoción que se opone al amor y que siempre conduce a la
percepción de diferencias y a la pérdida de la igualdad. 10He aquà la
única emoción que te mantiene en las tinieblas, dependiente de ese otro ser que tú crees haber inventado
para que te guÃe por el mundo que él fabricó para ti.
5. La visión
se te concedió, junto con todo lo que puedes comprender. 2No te
resultará difÃcil comprender lo que esta visión te dice, pues todo el mundo ve
sólo lo que cree ser. 3Y tú comprenderás lo que tu visión te muestre porque es la verdad. 4Únicamente tu visión puede
comunicarte lo que puedes ver. 5Te llega directamente, sin necesidad
de ninguna interpretación. 6Lo que necesita interpretación tiene que
ser algo ajeno a ti. 7Y un intérprete al que no entiendes nunca
podrá hacer que ello sea inteligible para ti.
6. De todos
los mensajes que has recibido y que no has entendido, sólo este curso está
al alcance de tu entendimiento y puede ser entendido. 2Éste es tu idioma. 3Aún no lo entiendes porque tu comunicación es todavÃa
corno la de un bebé. 4No se puede dar credibilidad a los balbuceos de
un bebé ni a lo que oye, ya que los sonidos tienen un significado diferente para
él, según la ocasión. 5Y ni los sonidos que oye ni las cosas que ve
son aún estables. 6Pero lo que oye y todavÃa no comprende será algún
dÃa su lengua materna, a través de la cual se comunicará con los que le
rodean y ellos con él. 7Y esos seres extraños y cambiantes que se
mueven a su alrededor serán quienes lo consuelen, y él reconocerá su hogar
y los verá allà junto con él.
7. Asà es como
renace en cada relación santa la capacidad de comunicar en vez de la de separar. 2Mas una relación santa, que apenas acaba de renacer de una relación
no santa, y que, sin embargo, es más antigua que la vieja ilusión que acaba de
reemplazar, es como un bebé que ahora renaciera. 3Pero con este
bebé se te devuelve la visión, ya que te hablará en un idioma que podrás
entender. 4Este bebé no se nutre de "aquello otro" que tú creÃas ser. 5No fue dado ahÃ, ni tampoco fue recibido por nada excepto por ti
mismo. 6Pues no es posible que dos hermanos se puedan unir, excepto a
través de Cristo, Cuya visión los ve como uno.
8. Santo
hermano mÃo, piensa en lo que se te ha dado. 2Este infante te
explicará lo que no entiendes y te lo presentará de una manera muy clara. 3Pues su idioma no será una lengua extraña. 4Él no
necesitará ningún intérprete para comunicarse contigo, pues fuiste tú quien le
enseñó lo que sabe debido a que tú lo sabÃas. 5Él no habrÃa
podido acudir a nadie excepto a ti, nunca a "aquello otro". 6Donde
Cristo ha entrado nadie está solo, pues Él nunca podrÃa encontrar Su morada
entre los que creen estar separados. 7Mas Él tiene que renacer en Su
hogar de antaño -tan aparentemente nuevo, y, sin embargo, tan inmemorial como
Él- como un pequeño recién llegado que depende de la santidad de tu relación
para sobrevivir.
9. Ten por
seguro que Dios no puso a Su Hijo en manos de quien no es digno de él. 2Solamente lo que es parte de Dios es digno de estar unido. 3Y es imposible que nada que no sea parte de Él pueda unirse. 4La comunicación tiene que haberse restablecido entre los que se
unen, ya que nunca se habrÃan podido unir a través de sus cuerpos. 5¿Qué es lo que los ha unido, entonces? 6La razón te dirÃa
que tuvieron que haberse visto el uno al otro a través de una visión que no era
del cuerpo y haberse comunicado en un lenguaje que el cuerpo no habla. 7No pudo tampoco haber sido una visión o sonido atemorizante lo que
tan dulcemente los unió. 8Fue más bien que cada uno vio en el otro un
perfecto refugio donde su Ser podÃa renacer a salvo y en paz. 9Asà se lo dijo la razón y asà lo creyó porque era la
verdad.
10. He aquà la
primera percepción directa que puedes construir. 2Y la construyes a
través de una conciencia que es más antigua que la percepción, y que, sin
embargo, renace en un instante. 3Pues ¿qué es el tiempo para lo que
siempre ha sido como es? 4Observa lo que ese instante trajo consigo:
el reconocimiento de que "aquello otro" que tú pensabas ser, era sólo una
ilusión. 5Y la verdad brotó instantáneamente, para mostrarte
dónde se encuentra tu Ser. 6Al negar las ilusiones invitas a la
verdad, pues al negarlas reconoces que el miedo no significa nada. 7En el santo hogar donde el miedo es impotente el amor entra dando
las gracias, agradecido de ser uno con vosotros que os unisteis para dejarlo
entrar.
11. Cristo
acude a lo que es semejante a Él; a lo que es lo mismo, no a lo que es
diferente. 2Pues siempre se siente atraÃdo hacia Sà Mismo. 3¿Qué se asemeja más a Él que una relación santa? 4Y lo
que hace que tú te sientas atraÃdo hacia tu hermano, es lo que hace que Él se
sienta atraÃdo hacia ti. 5Ahà Su dulzura y Su benévola inocencia
están a salvo del ataque. 6Y ahà Él puede regresar con confianza,
pues la fe que depositas en otro es la fe que depositas en Él. 7No cabe duda de que estás en lo cierto al considerar a tu hermano el
hogar que Cristo ha elegido, pues al hacer eso ejerces tu voluntad junto con la
de Cristo y la de Su Padre. 8Esto es lo que la Voluntad de tu Padre
dispone para ti, y la tuya junto con la de Él. 9Y el que se siente
atraÃdo hacia Cristo se siente atraÃdo hacia Dios tan irremediablemente como
Cristo y Dios se sienten atraÃdos hacia toda relación santa: la morada que ha
sido preparada para Ellos a medida que la tierra se convierte en el
Cielo.
LECCIÓN
254
Que
se acalle en mà toda voz que no sea la de Dios.
1. Padre, hoy quiero oÃr sólo Tu Voz. 2Vengo a Ti en el más profundo de los
silencios para oÃr Tu Voz y recibir Tu Palabra. 3No tengo otra oración que ésta: que me
des la verdad. 4Y la
verdad no es sino Tu Voluntad, que hoy quiero compartir
Contigo.
2. Hoy no dejaremos que los pensamientos del ego dirijan nuestras
palabras o acciones. 2Cuando se presenten, simplemente los observaremos con calma
y luego los descartaremos. 3No deseamos las consecuencias que
nos acarrearÃan. 4Por lo tanto, no elegimos conservarlos. 5Ahora se han acallado. 6Y en esa quietud, santificada por
Su Amor, Dios se comunica con nosotros y nos habla de nuestra voluntad, pues
hemos decidido recordarle.
11 DE
SEPTIEMBRE
II. La
impecabilidad* de tu
hermano
1. Lo opuesto
a las ilusiones no es la desilusión sino la verdad. 2Sólo para el
ego, para el que la verdad no tiene significado, parecen ser las ilusiones
y la desilusión las únicas alternativas, las cuales son diferentes entre sÃ. 3Pero en verdad son lo mismo. 4Ambas aportan el mismo
cúmulo de sufrimiento, aunque cada una parece ser la única manera de escaparse
de la aflicción que la otra ocasiona. 5Toda ilusión alberga dolor y
sufrimiento entre los tenebrosos pliegues de las pesadas vestiduras tras las que
oculta su inexistencia. 6Sin embargo, esas sombrÃas y pesadas
vestiduras son las que cubren a aquellos que van en pos de ilusiones, y las que
los mantienen ocultos del júbilo de la verdad.
2. La verdad
es lo opuesto a las ilusiones porque ofrece dicha. 2¿Qué otra cosa
sino la dicha podrÃa ser lo opuesto al sufrimiento? 3Abandonar
un tipo de sufrimiento e ir en busca de otro no es un escape. 4Cambiar una ilusión por otra no es realmente un cambio. 5Tratar de encontrar felicidad en el sufrimiento es una insensatez,
pues ¿cómo se iba a poder encontrar felicidad en el sufrimiento? 6Lo
único que se puede hacer en el tenebroso mundo del sufrimiento es seleccionar
algunos aspectos de él, verlos como si fuesen diferentes y luego definir la
diferencia como felicidad. 7Percibir una diferencia donde no la hay,
no obstante, realmente no cambia nada.
3. Lo único
que hacen las ilusiones es ocasionar culpabilidad, sufrimiento, enfermedad y
muerte a sus creyentes. 2La forma en que las ilusiones se aceptan es
irrelevante. 3A los ojos de la razón, ninguna forma de sufrimiento se
puede confundir con la dicha. 4La dicha es eterna. 5Puedes
estar completamente seguro de que todo lo que aparenta ser felicidad y no es
duradero es realmente miedo. 6La dicha no se convierte en pesar, pues
lo eterno no puede cambiar, pero el pesar puede volverse dicha, pues el tiempo
cede ante lo eterno. 7Únicamente lo eterno permanece inmutable, 8pero todo lo que se encuentra en el tiempo puede cambiar con el paso
de éste. 9No obstante, para que el cambio sea real y no imaginado,
las ilusiones tienen que ceder ante la verdad y no ante otros sueños
igualmente irreales. 10Eso no serÃa diferente.
4. La razón te
dirÃa que la única manera de escaparte del sufrimiento es reconociéndolo y tomando el camino opuesto. 2Toda verdad es lo mismo y
todo sufrimiento es lo mismo también, pero ambos son diferentes entre sà desde
cualquier punto de vista, en toda circunstancia y sin excepción. 3Creer que puede haber una sola excepción es confundir lo que es lo
mismo con lo que es diferente. 4Una sola ilusión que se abrigue y se
defienda contra la verdad priva a ésta de todo significado y hace que todas las
ilusiones sean reales. 5Tal es el poder de la creencia, 6la cual es incapaz de transigir. 7Y la fe en la
inocencia serÃa fe en el pecado si la creencia excluyera una sola cosa viviente
y le negase la bendición de su perdón.
5. Tanto la
razón como el ego te dicen eso mismo, pero la interpretación que hacen de
ello es completamente diferente. 2El ego te asegura ahora que es
imposible que puedas ver a nadie libre de culpa. 3Y si esta manera de
ver es la única que puede liberarte de la culpabilidad, entonces la creencia en
el pecado no puede sino ser eterna. 4Pero la razón ve eso de otro
modo, pues la razón ve que la fuente de una idea es lo que hace que ésta sea
cierta o falsa. 5Esto tiene que ser asÃ, si la idea es semejante a su
fuente. 6Por lo tanto -dice la razón- si el propósito que se le
asignó al EspÃritu Santo fue ayudarte a escapar de la culpabilidad, y ese
propósito le fue dado por Aquel para Quien nada que Su Voluntad disponga es
imposible, los medios para lograr ese objetivo tienen que ser más que posibles. 7Tienen que existir y tú tienes que estar en posesión de
ellos.
6. Esta es una
etapa crucial en este curso, pues en este punto tiene que tener lugar una
completa separación entre tú y el ego. 2Pues si ya dispones de los
medios para dejar que el propósito del EspÃritu Santo se alcance, dichos
medios pueden utilizarse. 3A medida que los utilices, tu fe en ellos
será cada vez mayor. 4Para el ego, sin embargo, eso es imposible, y
nadie emprende lo que no ofrece ninguna esperanza de poderse lograr. 5Tú sabes que lo que la Voluntad de tu Creador dispone es posible,
pero aquello que tú inventaste no lo cree. 6Ahora tienes que elegir
entre ti y lo que es sólo una ilusión de ti. 7No ambas cosas, sino
una sola. 8No tiene objeto intentar eludir esta decisión. 9Hay que tomarla. 10La fe y la creencia pueden inclinarse
hacia cualquiera de esas dos opciones, pero la razón te dice que el sufrimiento
se encuentra únicamente en una de ellas y la dicha en la
otra.
7. No
abandones a tu hermano ahora, pues vosotros que sois lo mismo no decidiréis por
separado ni en forma diferente. 2Os dais el uno al otro o bien vida o
bien muerte; sois cada uno el salvador del otro o su juez, y os ofrecéis refugio
o condenación. 3Este curso o bien se creerá enteramente o bien no se
creerá en absoluto. 4Pues es completamente cierto o completamente
falso, y no puede ser creÃdo sólo parcialmente. 5Y tú te escaparás
enteramente del sufrimiento o no te escaparás en absoluto. 6La
razón te dirá que no hay un lugar intermedio donde te puedas detener indeciso,
esperando a elegir entre la felicidad del Cielo o el sufrimiento del infierno. 7Hasta que no elijas el Cielo, estarás en el infierno y
abatido por el sufrimiento.
8. No hay
ninguna parte del Cielo de la que puedas apropiarte y tejer ilusiones de ella. 2Ni hay una sola ilusión con la que puedas entrar en el Cielo. 3Un salvador no puede ser un juez ni la misericordia puede ser
condenación. 4Y la visión no puede condenar, sino únicamente
bendecir. 5Aquel Cuya función es salvar, salvará. 6Cómo
lo ha de lograr está más allá de tu entendimiento, pero cuándo lo va
a hacer está en tus manos. 7Pues el tiempo es una invención tuya y,
por lo tanto, lo puedes gobernar. 8No eres esclavo de él ni del mundo
que fabricaste.
9. Examinemos
más de cerca la ilusión de que lo que tú fabricaste tiene el poder de esclavizar
a su hacedor. 2Esta es la misma creencia que dio lugar a la
separación. 3Es la idea insensata de que los pensamientos pueden
abandonar la mente del pensador, ser diferentes de ella y oponerse a ella. 4Si eso fuese cierto, los pensamientos no serÃan extensiones de
la mente, sino sus enemigos. 5Aquà vemos nuevamente otra forma de la
misma ilusión fundamental que ya hemos examinado muchas veces con anterioridad. 6Sólo si fuese posible que el Hijo de Dios pudiera abandonar la Mente
de su Padre, hacerse diferente y oponerse a Su Voluntad, serÃa posible que el
falso ser que inventó, y todo lo que éste fabricó, fuesen su
amo.
10. Contempla
la gran proyección, pero mÃrala con la determinación de que tiene que ser
sanada, aunque no mediante el temor. 2Nada que hayas fabricado tiene
poder alguno sobre ti, a menos que todavÃa quieras estar separado de tu Creador
y tener una voluntad que se oponga a la Suya. 3Pues sólo si crees que
Su Hijo puede ser Su enemigo parece entonces posible que lo que has inventado
sea asimismo enemigo tuyo. 4Prefieres condenar al sufrimiento Su
alegrÃa y hacer que Él sea diferente. 5Sin embargo, al único
sufrimiento al que has dado lugar ha sido al tuyo propio. 6¿No te
alegra saber que nada de eso es cierto? 7¿No son buenas nuevas oÃr
que ni una sola de las ilusiones que forjaste ha substituido a la
verdad?
11. Son sólo tus pensamientos los que han sido imposibles. 2No puede ser
que la salvación sea imposible. 3Pero sà es imposible ver a tu
salvador como un enemigo y al mismo tiempo reconocerlo. 4No obstante,
puedes reconocerlo como lo que es porque ésa es la Voluntad de Dios. 5Lo que Dios le confirió a tu relación santa aún se encuentra en
ella. 6Pues lo que Él le dio al EspÃritu Santo para que te lo diese a
ti, el EspÃritu Santo te lo dio. 7¿No querrÃas contemplar
al salvador que se te ha dado? 8¿Y no intercambiarÃas con gratitud la
función de verdugo que le adjudicaste por la que en verdad tiene? 9Recibe de él lo que Dios le dio para ti, no lo que trataste de darte
a ti mismo.
12. Más allá
del cuerpo que has interpuesto entre tu hermano y tú, y reluciendo en la áurea
luz que le llega desde el cÃrculo radiante e infinito que se extiende
eternamente, se encuentra tu relación santa, que Dios Mismo ama. 2¡Cuán serena descansa en el tiempo, y, sin embargo, más allá de él! a¡Cuán inmortal, y, sin embargo, en la tierra! 3¡Cuán
grande el poder que en ella reside! 4El tiempo acata su voluntad, y
la tierra será lo que ella disponga que sea. 5En ella no existe una
voluntad separada ni el deseo de que nada se encuentre separado. 6Su
voluntad no hace excepciones y lo que dispone es verdad. 7Toda
ilusión que se lleva ante su perdón se pasa por alto dulcemente y desaparece. 8Pues Cristo ha renacido en su centro, para iluminar Su morada con
una visión que pasa por alto al mundo. 9¿No querrÃas que esa santa
morada fuese también la tuya? 10En ella no hay sufrimiento, sino
únicamente dicha.
13. Lo único
que necesitas hacer para morar aquà apaciblemente junto a Cristo, es compartir
Su visión. 2Su visión se le concede inmediatamente y de todo corazón
a todo aquel que esté dispuesto a ver a su hermano libre de pecado. 3Y tienes que estar dispuesto a no excluir a nadie, si quieres
liberarte completamente de todos los efectos del pecado. 4¿Te
concederÃas a ti mismo un perdón parcial? 5¿Puedes alcanzar el Cielo
mientras un solo pecado aún te tiente a seguir sufriendo? 6El Cielo
es el hogar de la pureza perfecta, y Dios lo creó para ti. 7Contempla
a tu santo hermano, tan libre de pecado como tú, y permÃtele que te
conduzca hasta allÃ.
LECCIÓN
255
Elijo
pasar este dÃa en perfecta paz.
1. No me parece que pueda elegir experimentar
únicamente paz hoy. 2Sin embargo, mi Dios me asegura que Su Hijo es
como Él. 3Que pueda hoy tener fe en Aquel que afirma que soy el Hijo
de Dios. 4Y que la paz que hoy elijo experimentar dé fe de la verdad
de Sus Palabras. 5El Hijo
de Dios no puede sino estar libre de preocupaciones y morar eternamente en la
paz del Cielo. 6En Nombre Suyo, consagro este dÃa a encontrar lo que
la Voluntad de mi Padre ha dispuesto para mÃ, a aceptarlo como propio y a
concedérselo a todos Sus Hijos, incluido yo.
2. Asà es como deseo pasar este dÃa Contigo,
Padre mÃo. 2Tu Hijo no Te ha olvidado. 3 La paz que le otorgaste sigue estando en su
mente, y es ahà donde elijo pasar este dÃa.
12 DE
SEPTIEMBRE
III. La razón
y las distintas formas del error
1. La
introducción de la razón en el sistema de pensamiento del ego es el comienzo de
su des-hacimiento, pues la razón y el ego se contradicen entre sÃ. 2Y
no es posible que coexistan en tu conciencia, 3ya que el
objetivo de la razón es hacer que todo esté claro y, por lo tanto, que sea
obvio. 4La razón es algo que tú puedes ver. 5Esto
no es simplemente un juego de palabras, pues aquà da comienzo una visión
que tiene sentido. 6La visión es literalmente sentido. 7Dado que no es lo que el cuerpo ve, la visión no puede sino ser
comprendida, 8pues es inequÃvoca, y lo que es obvio no es ambiguo. 9Por lo tanto, puede ser comprendido. 10Aquà la razón y el
ego se separan, y cada uno sigue su camino.
2. Lo que le
permite al ego seguir existiendo es su creencia de que tú no puedes aprender
este curso. 2Si compartes con él esa creencia, la razón será incapaz
de ver tus errores y despejar el camino hacia su corrección. 3Pues la
razón ve más allá de los errores y te dice que lo que pensabas que era real no
lo es. 4La razón puede reconocer la diferencia entre el pecado y el
error porque desea la corrección. 5Te dice, por lo tanto, que lo que
pensabas que era incorregible puede ser corregido, y que, por consiguiente,
tuvo que haber sido un error. 6La oposición del ego a la corrección
conduce a su creencia fija en el pecado y a desentenderse de los errores. 7No ve nada que pueda ser corregido. 8El ego, por lo
tanto, condena y la razón salva.
3. La razón de
por sà no es la salvación, pero despeja el camino para la paz y te conduce a un
estado mental en el que se te puede conceder la salvación. 2El pecado
es un obstáculo que se alza como un formidable portón -cerrado con candado y sin
llave- en medio del camino hacia la paz. 3Nadie que lo
contemplase sin la ayuda de la razón osarÃa traspasarlo. 4Los ojos
del cuerpo lo ven como si fuese de granito sólido y de un espesor tal que serÃa
una locura intentar atravesarlo. 5La razón, en cambio, ve
fácilmente a través de él, puesto que es un error. 6La forma que
adopta no puede ocultar su vacuidad de los ojos de la
razón.
4. La forma
del error es lo único que atrae al ego. 2No trata de ver si esa forma
de error tiene significado o no, pues es incapaz de reconocer significados. 3Todo lo que los ojos del cuerpo pueden ver es una equivocación, un
error de percepción, un fragmento distorsionado del todo sin el significado que
éste le aportarÃa. 4Sin embargo, cualquier error, sea cual sea su
forma, puede ser corregido. 5El pecado no es sino un error expresado
en una forma que el ego venera. 6El ego quiere conservar todos los
errores y convertirlos en pecados. 7Pues en eso se basa su propia
estabilidad, la pesada ancla que ha echado sobre el mundo cambiante que él
fabricó; la roca sobre la que se edificó su iglesia y donde sus seguidores están
condenados a sus cuerpos, al creer que la libertad del cuerpo es la suya
propia.
5. La razón te
dirÃa que no es la forma que adopta el error lo que hace que éste sea una
equivocación. 2Si lo que la forma oculta es un error, la forma no
puede impedir su corrección. 3Los ojos del cuerpo ven únicamente
formas. 4No pueden ver más allá de aquello para cuya
contemplación fueron fabricados. 5Y fueron fabricados
para fijarse en los errores y no ver más allá de ellos. 6Su
percepción es ciertamente extraña, pues sólo pueden ver ilusiones, al no
poder ver más allá del bloque de granito del pecado y al detenerse ante la forma
externa de lo que no es nada. 7Para esta forma distorsionada de
visión, el exterior de todas las cosas, el muro que se interpone entre la verdad
y tú, es absolutamente real. 8Mas ¿cómo va a poder ver correctamente
una visión que se detiene ante lo que no es nada como si de un sólido muro se
tratase? 9Está restringida por la forma, habiendo sido concebida para
garantizar que no perciba nada, excepto la forma.
6. Esos ojos,
hechos para no ver, jamás podrán ver. 2Pues la idea que representan
nunca se separó de su hacedor, y es su hacedor el que ve a través de ellos. 3¿Qué otro objetivo tenÃa su hacedor, salvo el de no ver? 4Para tal fin, los ojos del cuerpo son los medios perfectos, pero no
para ver. 5Advierte cómo los ojos del cuerpo se posan en lo exterior
sin poder ir más allá de ello. 6Observa cómo se detienen ante lo que
no es nada, incapaces de comprender el significado que se encuentra más allá de
la forma. 7Nada es tan cegador como la percepción de la forma. 8Pues ver la forma significa que el entendimiento ha quedado
velado.
7. Sólo los
errores varÃan de forma, y a eso se debe que puedan engañar. 2Tú
puedes cambiar la forma porque ésta no es verdad. 3Y no puede
ser la realidad precisamente porque puede cambiar. 4La razón
te dirÃa que si la forma no es la realidad tiene que ser entonces una ilusión, y
que no se puede ver porque no existe. 5Y si la ves debes estar
equivocado, pues estás viendo lo que no puede ser real como si lo fuera. 6Lo que no puede ver más allá de lo que no existe no puede sino ser
percepción distorsionada, y no puede por menos que percibir a las ilusiones como
si fuesen la verdad. 7¿Cómo iba a poder, entonces, reconocer la
verdad?
8. No permitas
que la forma de sus errores te aleje de aquel cuya santidad es la tuya. 2No permitas que la visión de su santidad, que te mostrarÃa tu
perdón, quede oculta tras lo que ven los ojos del cuerpo. 3No
permitas que la conciencia que tienes de tu hermano se vea obstruida por tu
percepción de sus pecados y de su cuerpo. 4¿Qué hay en él que
quisieras atacar, excepto lo que asocias con su cuerpo, el cual crees que
puede pecar? 5Más allá de sus errores se encuentra su santidad junto
con tu salvación. 6Tú no le diste su santidad, sino que trataste de
ver tus pecados en él para salvarte a ti mismo. 7Sin embargo, su
santidad es tu perdón. a¿Cómo ibas a poder salvarte si haces
de aquel cuya santidad es tu salvación un pecador?
9. Una
relación santa, por muy recién nacida que sea, tiene que valorar la santidad por
encima de todo lo demás. 2Cualquier valor profano producirá
confusión, y lo hará en la conciencia. 3En las relaciones no santas
se le atribuye valor a cada uno de los individuos que la componen, ya que
cada uno de ellos parece justificar los pecados del otro. 4Cada uno
ve en el otro aquello que le incita a pecar en contra de su voluntad. 5De esta manera, cada uno le atribuye sus pecados al otro y se siente
atraÃdo hacia él para poder perpetuar sus pecados. 6Y asà se hace
imposible que cada uno vea que él mismo es el causante de sus propios pecados al
desear que el pecado sea real. 7La razón, en cambio, ve una relación santa como
lo que realmente es: un estado mental común, donde ambos gustosamente le
entregan sus errores a la corrección, de manera que los dos puedan ser
felizmente sanados cual uno solo.
LECCIÓN
256
Dios
es mi único objetivo hoy.
1. La única manera de llegar a Dios aquà es mediante
el perdón. 2No hay otra manera. 3Si la mente no le hubiese
concedido tanto valor al pecado, ¿qué necesidad habrÃa habido de encontrar el
camino que conduce a donde ya te encuentras? 4¿Quién tendrÃa aún
incertidumbre? 5¿Quién podrÃa estar inseguro de lo que es? 6¿Y quién podrÃa seguir durmiendo entre espesas nubes de duda con
respecto a la santidad de aquel que Dios creó libre de pecado? 7AquÃ
sólo podemos soñar. 8Pero podemos soñar que hemos perdonado a aquel
en quien todo pecado sigue siendo imposible, y esto es lo que elegimos soñar
hoy. 9Dios es nuestro objetivo, y el perdón, el medio por el que
nuestras mentes por fin regresan a Él.
2. Y asà es, Padre nuestro, como queremos
llegar a ti por el camino que Tú has señalado. 2No tenemos otro
objetivo que oÃr Tu Voz y hallar el camino que Tu sagrada Palabra nos ha
señalado.
LECCIÓN
257
Que
no me olvide de mi propósito.
1. Si
me olvido de mi objetivo no podré sino estar confundido e inseguro acerca de
quién soy, y asÃ, mis acciones no podrán sino ser conflictivas. 2Nadie puede estar al servicio de objetivos contradictorios, y
servirlo bien. 3Tampoco puede desenvolverse sin que se abata sobre él
una profunda angustia y depresión. 4Resolvamos hoy, por lo
tanto, recordar lo que queremos realmente, para asà unificar nuestros
pensamientos y acciones de manera que tengan sentido y para llevar a cabo
únicamente lo que Dios quiere que hagamos este dÃa.
2. Padre, el perdón
es el medio que Tú has elegido para nuestra salvación. 2No permitas que nos olvidemos hoy de que no
tenemos otra voluntad que la Tuya. 3Y asÃ, nuestro
propósito tiene asimismo que ser el Tuyo si queremos alcanzar la paz que Tú has
dispuesto para nosotros.
LECCIÓN
258
Que
recuerde que Dios es mi objetivo.
1. Lo
único que necesitamos hacer es entrenar nuestras mentes a pasar por alto todos
los objetivos triviales e insensatos, y a recordar que Dios es nuestro
objetivo. 2Su recuerdo se encuentra oculto en nuestras mentes,
eclipsado tan sólo por nuestras absurdas e insignificantes metas, que no nos
deparan nada y que ni siquiera existen. 3¿Vamos acaso a continuar
permitiendo que la gracia de Dios siga brillando inadvertida, mientras nosotros
preferimos ir en pos de los juguetes y las baratijas del mundo? 4Dios
es nuestro único objetivo, nuestro único Amor. 5No tenemos otro
propósito que recordarle.
2. No tenemos otro
objetivo que seguir el camino que conduce a Ti. 2Ése es nuestro
único objetivo. 3¿Qué podrÃamos
desear sino recordarte? 4¿Qué otra cosa podemos buscar sino nuestra
Identidad?
15 DE
SEPTIEMBRE
IV. La
bifurcación del camino
1. Cuando
llegas al lugar en que la bifurcación del camino resulta evidente, no puedes
seguir adelante. 2Tienes que decidirte por uno de los dos caminos, 3pues si sigues adelante de la manera en que ibas antes de llegar a
este punto, no llegarás a ninguna parte. 4El único propósito de
llegar hasta aquà fue decidir cuál de los dos caminos vas a tomar ahora. 5El trayecto que te condujo hasta aquà ya no importa. 6Ya
no tiene ninguna utilidad. 7Nadie que haya llegado hasta aquà puede
decidir equivocadamente, pero sà puede demorarse. 8Y no hay momento
de la jornada más frustrante y desalentador, que aquel en el que te
detienes ahà donde el camino se bifurca, indeciso con respecto a qué rumbo
seguir.
2. Son sólo
los primeros pasos por el camino recto los que parecen difÃciles, pues ya
te has decidido, si bien puede que aún creas que puedes volverte atrás y elegir
la otra alternativa. 2Pero no es asÃ. 3Ninguna decisión
que se haya tomado y que cuente con el respaldo del poder del Cielo puede ser
revocada. 4Tu camino ya se decidió. 5Si reconoces esto no
habrá nada que no se te diga.
3. Y asÃ, tú y
tu hermano os encontráis ahà en ese santo lugar, ante el velo de pecado que
pende entre vosotros y la faz de Cristo. 2¡Dejad que sea descorrido! 3¡Descorredlo juntos! 4Pues es sólo un velo lo que se
interpone entre vosotros. 5Por separado, cada uno de vosotros lo
veréis como un sólido muro y no os daréis cuenta de lo delgado que es el
cortinaje que ahora os separa. 6Aun asÃ, éste ya casi ha sido
eliminado de vuestra conciencia, e incluso aquÃ, ante el velo, la paz ha venido
a vosotros. 7Piensa en lo que os espera después: el amor de Cristo
iluminará vuestros rostros e irradiará desde ellos a un mundo en penumbra y con
necesidad de luz. 8Y desde este santo lugar Él regresará con
vosotros, sin irse de él y sin abandonaros. 9Os convertiréis en Sus
mensajeros, al restituirlo a Él a Sà Mismo.
4. ¡Pensad en
la hermosura que veréis, vosotros que camináis a Su lado! 2¡Y pensad
cuán bello os parecerá el otro! 3¡Cuán felices os sentiréis de estar
juntos después de una jornada tan larga y solitaria en la que caminabais
por separado! 4Las puertas del Cielo, francas ya para vosotros, las
abriréis ahora para los que aún sufren. 5Y nadie que mire al Cristo
en vosotros dejará de regocijarse. 6¡Qué bello es el panorama
que visteis más allá del velo y que ahora llevaréis para iluminar los cansados
ojos de aquellos que todavÃa están tan extenuados como una vez lo estuvisteis
vosotros! 7¡Cuán agradecidos estarán de veros llegar y ofrecer
el perdón de Cristo para desvanecer asà la fe que ellos aún tienen en el
pecado!
5. Cualquier
error que cometas, el otro ya lo habrá corregido tiernamente por ti. 2Pues para él tu hermosura es su salvación, y la quiere proteger de
cualquier daño. 3Y cada uno será para el otro su firme defensor
contra todo lo que parezca surgir para separaros. 4Y asÃ
caminaréis por el mundo conmigo, pues tengo un mensaje que aún no se ha llevado
a todos. 5Y vosotros estáis aquà para permitir que se reciba. 6La oferta de Dios todavÃa sigue en pie, pero aguarda aceptación. 7Se recibe de vosotros que la habéis aceptado. 8En
vuestras manos unidas se deposita confiadamente, pues vosotros que la compartÃs
os habéis convertido en sus devotos guardianes y
protectores.
6. A todos
aquellos que comparten el Amor de Dios se les concede la gracia de ser los
dadores de lo que han recibido. 2Y asà aprenden que es suyo para
siempre. 3Todas las barreras desaparecen ante su llegada, de la
misma manera en que cada obstáculo que antes parecÃa bloquear su camino quedó
finalmente superado. 4Ese velo que tú y tu hermano descorréis
juntos os abre el camino a la verdad y se lo abre también a otros. 5Los que permiten que se les libere de las ilusiones de sus
mentes son los salvadores de este mundo, y caminan por él con su Redentor,
llevando Su mensaje de esperanza, libertad y emancipación del sufrimiento a
todo aquel que necesite un milagro para salvarse.
7. ¡Qué fácil
es ofrecer este milagro a todos! 2Nadie que lo haya recibido tendrÃa
dificultad alguna en darlo. 3Pues al recibirlo aprendió que no se le
daba solamente a él. 4Tal es la función de una relación santa: que
recibáis juntos y que deis tal como recibáis. 5Cuando se está
ante el velo, esto todavÃa parece difÃcil. 6Pero si extendéis
vuestras manos unidas y tocáis eso que parece un denso muro, notaréis con cuánta
facilidad se deslizan vuestros dedos a través de su insubstancialidad. 7Ese muro no es sólido en absoluto. 8Y es sólo una ilusión
lo que se interpone entre tú y tu hermano y el santo Ser que
compartÃs.
V. La
debilidad y la indefensión
1. ¿Cómo se
superan las ilusiones? 2Ciertamente no mediante el uso de la fuerza o
de la ira, ni oponiéndose a ellas en modo alguno. 3Se superan dejando
simplemente que la razón te diga que las ilusiones contradicen la realidad. 4Las ilusiones se oponen a lo que no puede sino ser verdad. 5La oposición procede de ellas, no de la realidad. 6La
realidad no se opone a nada. 7Lo que simplemente "es" no necesita
defensa ni ofrece ninguna. 8Sólo las ilusiones necesitan defensa
debido a su debilidad. 9Mas ¿cómo podrÃa ser difÃcil recorrer el
camino de la verdad cuando la debilidad es el único obstáculo? 10Tú eres el fuerte en este aparente conflicto 11y no
necesitas ninguna defensa. 12Tampoco deseas nada que necesite
defensa, pues cualquier cosa que necesite defensa te
debilitará.
2. Examina
para qué desea las defensas el ego, 2y verás que siempre es para
justificar lo que va en contra de la verdad, lo que se esfuma en presencia de la
razón y lo que no tiene sentido. 3¿Puede esto acaso estar justificado? 4¿ Qué otra cosa podrÃa ser, sino una
invitación a la demencia para que te salve de la verdad? 5¿Y de qué
se te salvarÃa, sino de lo que temes? 6La creencia en el pecado
requiere constante defensa, y a un costo exorbitante. 7Es preciso
combatir y sacrificar todo lo que el EspÃritu Santo te ofrece. 8Pues
el pecado está tallado en un bloque que fue arrancado de tu paz y colocado
entre el retorno de ésta y tú.
3. Sin
embargo, ¿cómo iba a poder estar la paz tan fragmentada? 2La paz
sigue aún intacta, pues no se le ha quitado nada. 3Date cuenta de que
tanto los medios como aquello de lo que se componen los sueños perversos no
significa nada. 4En realidad tu hermano y tú estáis unidos y no
hay nada que se interponga entre vosotros. 5Puesto que Dios os lleva
de la mano, ¿qué podrÃa separar lo que Él ha unido Consigo Mismo como un
solo Ser? 6Es de tu Padre de Quien te quieres defender. 7Sin embargo, sigue siendo imposible excluir el amor. 8Dios descansa contigo serenamente, sin defensas y en total
mansedumbre, pues sólo en esa quietud se encuentra la fuerza y el poder. 9Ahà la debilidad no tiene cabida porque ahà no hay ataque, y, por lo
tanto, no hay ilusiones. 10El amor descansa en la certeza. 11Sólo la incertidumbre se defiende. 12Y toda
incertidumbre no es otra cosa que las dudas que tienes acerca de ti
mismo.
4. ¡Cuán débil
es el miedo! 2¡Cuán Ãnfimo e insensato! 3¡Cuán
insignificante ante la silenciosa fortaleza de aquellos a quienes el amor ha
unido! 4Tal es tu "enemigo": un ratoncillo asustado que pretende
enfrentarse al universo. 5¿Qué probabilidades tiene de ganar?. 6¿SerÃa acaso difÃcil ignorar sus débiles chillidos que pregonan su
omnipotencia y quieren ahogar el himno de alabanza al Creador que perpetuamente
y cual una sola voz entonan todos los corazones del universo? 7¿Qué
es más fuerte, ese ratoncillo o todo lo que Dios creó? 8No es ese
ratón lo que te une a tu hermano, sino la Voluntad de Dios. 9¿Y
podrÃa un ratón traicionar a quienes Dios ha unido?
5. ¡Si tan
sólo reconocieseis lo poco que se interpone entre vosotros y la conciencia
de vuestra unión! 2No os dejéis engañar por la ilusión de tamaño,
espesor, peso, solidez y firmeza de cimientos que ello presenta. 3Es verdad que para los ojos fÃsicos parece ser un cuerpo enorme y
sólido, y tan inamovible como una montaña. 4 Sin embargo, dentro
de ti hay una Fuerza que ninguna ilusión puede resistir. 5Este cuerpo
tan solo parece ser inamovible, pero esa Fuerza es realmente irresistible. 6¿Qué ocurre, entonces, cuando se encuentran? 7¿Se puede
seguir defendiendo la ilusión de inamovilidad por mucho más tiempo contra lo que
calladamente la atraviesa y la pasa de largo?
6. Nunca te
olvides de que cuando sientes surgir la necesidad de defenderte de algo es que
te has identificado a ti mismo con una ilusión. 2Consecuentemente,
crees ser débil porque estás solo. 3Ése es el costo de todas las
ilusiones. 4No hay ninguna que no esté basada en la creencia de que
estás separado; 5ninguna que no parezca interponerse, densa,
sólida e inamovible, entre tu hermano y tú; 6ni ninguna que la verdad
no pueda pasar por alto felizmente y con tal facilidad, que tienes que quedar
convencido de que no es nada, a pesar de lo que pensabas que era. 7Si
perdonas a tu hermano, esto es lo que inevitablemente sucederá. 8Pues es tu renuencia a pasar por alto aquello
que parece interponerse entre vosotros lo que hace que parezca impenetrable y lo
que defiende la ilusión de su inamovilidad.
LECCIÓN
259
Que
recuerde que el pecado no existe.
1. El
pecado es el único pensamiento que hace que el objetivo de alcanzar a Dios
parezca irrealizable. 2¿Qué otra cosa podrÃa impedirnos ver lo
obvio, o hacer que lo que es extraño y distorsionado parezca más claro? 3¿Qué otra cosa sino el pecado nos incita al ataque? 4¿Qué
otra cosa sino el pecado podrÃa ser la fuente de la culpabilidad y exigir
castigo y sufrimiento? 5¿Y qué otra cosa sino el pecado
podrÃa ser la fuente del miedo, al eclipsar la creación de Dios y conferirle al
amor los atributos del miedo y del ataque?
2. Padre, hoy no
quiero ser presa de la locura. 2No tendré miedo
del amor ni buscaré refugio en su opuesto. 3Pues el amor no
puede tener opuestos. 4Tú eres la
Fuente de todo lo que existe. 5Y todo lo que
existe sigue estando Contigo, asà como Tú con ello
16 DE
SEPTIEMBRE
VI. La luz de
la relación santa
1. ¿Deseas la
libertad del cuerpo o la de la mente? 2Pues no puedes tener
ambas. 3¿Qué valoras más, el cuerpo o la mente? 4¿Cuál de
ellos es tu objetivo? 5Pues a uno de ellos lo ves como un medio; al
otro como un fin. 6Y uno de ellos tiene que servir al otro y dejar
que predomine, realzando su importancia al disminuir la suya propia. 7Los medios sirven al fin, y a medida que el fin se alcanza, el valor
de los medios disminuye, quedando totalmente eclipsados cuando se reconoce
que ya no tienen función alguna. 8Todo aquel que anhela la libertad
tratará de encontrarla. 9Pero la buscará donde cree que está y
donde cree que puede hallarla. 10Creerá que es igualmente posible
alcanzar o bien la libertad de la mente o bien la del cuerpo, y elegirá a uno de
ellos para que sirva al otro como medio para encontrarla.
2. Cuando se
ha elegido la libertad del cuerpo, la mente se usa como un medio cuyo valor
reside en su habilidad de ingeniar medios para conseguir la libertad del cuerpo. 2Pero dado que liberar al cuerpo no tiene sentido, la mente se ha
puesto al servicio de las ilusiones. 3Esta situación es tan
contradictoria e imposible que cualquiera que la elija no tiene idea de lo
que es valioso. 4Mas aun en esta confusión -tan profunda que es
indescriptible- el EspÃritu Santo espera pacientemente, tan seguro del
resultado final como del Amor de Su Creador. 5Él sabe que esa
decisión descabellada la tomó uno a quien Su Creador ama tanto como el amor se
ama a sà mismo.
3. No te
intranquilices pensando cómo puede el EspÃritu Santo intercambiar tan fácilmente
los medios y el fin en aquellos que Dios ama y quiere que sean libres para
siempre. 2En lugar de ello, siéntete agradecido de poder ser el medio
para lograr Su fin. 3Éste es el único servicio que conduce a la
libertad. 4Para lograr este fin hay que percibir al cuerpo libre de
pecado porque lo que se busca es la impecabilidad. 5La falta de
contradicción permite que la transición de medios a fin sea tan fácil como lo es
el intercambio del odio por la gratitud ante los ojos que perdonan. 6Os santificaréis el uno al otro al usar el cuerpo sólo en beneficio
de la impecabilidad. 7Y os será imposible odiar aquello
que sirve a quien queréis sanar.
4. Esta
relación santa, hermosa en su inocencia, llena de fortaleza, y
resplandeciendo con una luz mucho más brillante que la del sol que alumbra el
firmamento que ves, es la que tu Padre ha elegido como uno de los medios para
llevar a cabo Su plan. 2Siéntete agradecido de que no sirva en
absoluto para llevar a cabo el tuyo. 3No usará indebidamente nada que
se le confÃe, ni dejará de usar nada que se le ofrezca. 4Esta santa
relación tiene el poder de curar todo dolor, sea cual sea su forma. 5Ni tu hermano ni tú por separado podéis ser útiles en absoluto. 6Únicamente en vuestra voluntad conjunta radica la curación. 7Pues ahà es donde se encuentra vuestra curación y ahà es donde
aceptaréis la Expiación. 8Y al sanar los dos, la Filiación queda
sanada porque vuestras voluntades se han
unido.
5. Ante una
relación santa no hay pecado. 2Ya no se percibe ninguna forma de
error, y la razón, unida al amor, contempla calladamente cualquier
confusión y observa simplemente: "Eso fue un error". 3Y luego, la
misma Expiación que aceptaste en tu relación corrige el error y, allà donde
éste estaba, deposita una parte del Cielo. 4¡Cuán bendito eres tú que
permites que este regalo se otorgue! 5Cada parte del Cielo que
restituyes se te da a ti. 6Y cada lugar vacÃo del Cielo que vuelves a
llenar con la Luz Eterna que traes contigo, resplandece sobre ti. 7Los medios de la impecabilidad no conocen el miedo porque
únicamente son portadores de amor.
6. Criatura de
paz, la luz ha descendido sobre ti. 2No reconoces la luz que traes
contigo, pero la recordarás. 3¿Quién podrÃa negarse a sà mismo la
visión que le brinda a los demás? 4¿Y quién dejarÃa de reconocer el
regalo que, por mediación suya, él permitió que se depositase en el Cielo? 5El amoroso servicio que le prestas al EspÃritu Santo te lo prestas a
ti mismo. 6Tú que ahora eres Su medio tienes que amar todo lo que Él
ama. 7Y lo que traes contigo es tu recuerdo de todo lo que
es eterno. 8Ningún vestigio de lo temporal puede permanecer por mucho
tiempo en la mente que sirve a lo intemporal. 9Y ninguna
ilusión puede turbar la paz de una relación que se ha convertido en el
instrumento de la paz.
7. Cuando
hayas contemplado a tu hermano con absoluto perdón, del que no se haya
excluido ningún error ni nada se mantenga oculto, ¿qué error podrÃa haber
en cualquier parte que tú no pudieses pasar por alto? 2¿Y qué tipo de
sufrimiento podrÃa nublar tu vista e impedirte ver más allá de él? 3¿Y qué ilusión no ibas a reconocer como un error, como una sombra
que puedes atravesar completamente impávido? 4Dios no permite que
nada sea un obstáculo para aquellos que hacen Su Voluntad, y éstos reconocerán
que sus voluntades son la Suya porque la sirven. 5Y la sirven de buen
grado. 6¿PodrÃan, entonces, demorarse mucho en recordar lo que
son?
8. Verás tu
valÃa a través de los ojos de tu hermano, y cada uno será liberado cuando vea a
su salvador en el lugar donde antes pensó que habÃa un agresor. 2Mediante esta liberación se libera el mundo. 3Este es tu
papel en la consecución de la paz. 4Pues has preguntado cuál es tu
función aquÃ, y se te ha contestado. 5No intentes cambiarla ni
substituirla por ninguna otra. 6Pues ésa fue la única función que se
te dio. 7Acepta sólo esta función y sÃrvela de todo corazón, pues lo
que el EspÃritu Santo hace con los regalos que le das a tu hermano, a quién se
los ofrece, dónde y cuándo, es cosa Suya. 8Los concederá allà donde
sean recibidos y se les dé la bienvenida. 9Utilizará cada uno de
ellos en beneficio de la paz. 10Y ni la más leve sonrisa o la buena
voluntad de alguien para pasar por alto la más diminuta equivocación le pasará
desapercibida a Él.
9. ¿Qué otra
cosa podrÃa ser contemplar con caridad aquello que tu Padre ama, sino una
bendición universal? 2Extender el perdón es la función del EspÃritu
Santo. 3Deja eso en Sus manos. 4Ocúpate únicamente de
entregarle aquello que se puede extender. 5No guardes ningún secreto
tenebroso que Él no pueda usar, antes bien, ofrécele los pequeños regalos que Él
puede extender para siempre. 6Él aceptará cada uno de ellos y los
convertirá en una fuerza potente en favor de la paz. 7El EspÃritu
Santo no dejará de bendecir ni uno solo de los regalos que le haces ni los
limitará en forma alguna. 8Los infundirá de todo el poder que Dios le
ha conferido, a fin de hacer de cada uno de ellos un manantial de curación para
todos. 9Cada pequeño regalo que le ofreces a tu hermano derrama luz
sobre el mundo. 10No te preocupes por las tinieblas; mira más
allá de ellas y contempla a tu hermano. 11Y deja que las tinieblas
sean disipadas por Aquel que conoce la luz y que tiernamente la deposita en cada
una de las dulces sonrisas de fe y de confianza con que bendices a tu
hermano.
LECCIÓN
260
Que
recuerde que Dios me creó.
1. Padre, yo no me
creé a mà mismo, aunque en mi demencia creÃ
que asà habÃa sido. 2No obstante, en
cuanto que Pensamiento Tuyo, no he abandonado mi Fuente y sigo siendo parte
de Aquel que me creó. 3Tu Hijo, Padre
mÃo, Te llama hoy. 4Que recuerde que
Tú me creaste. 5Que recuerde mi Identidad. 6Y que deje que mi
impecabilidad vuelva a alzarse ante la visión de Cristo, a través de la cual
deseo hoy contemplar a mis hermanos y contemplarme a mÃ
mismo.
2. Ahora
recordamos nuestra Fuente; y en Ella encontramos por fin nuestra verdadera
Identidad. 2Sómos en verdad santos porque nuestra Fuente no conoce el
pecado. 3Y nosotros que somos Sus Hijos, somos semejantes los unos a
los otros, y semejantes a Él.
17 DE
SEPTIEMBRE
10. De
tu aprendizaje depende el bienestar del mundo. 2Y es sólo la
arrogancia lo que negarÃa el poder de tu voluntad. 3¿Crees acaso que
la Voluntad de Dios es impotente? 4¿Es a eso a lo que llamas
humildad? 5No te das cuenta de lo que esta creencia ha ocasionado. 6Te consideras a ti mismo vulnerable, débil, fácil de destruir y a
merced de innumerables agresores mucho más fuertes que tú. 7Examinemos detenidamente cómo fue que surgió este error, pues en él
yace enterrada la pesada ancla que parece mantener vigente, inamovible y
sólido como una roca el temor a Dios. 8Y mientras esa creencia
perdure, asà parecerá ser.
11. ¿Quién
puede atacar al Hijo de Dios y no atacar a su Padre? 2¿Cómo iba a ser
el Hijo de Dios débil, frágil y fácil de destruir a menos que su Padre también
lo fuese? 3¿No te das cuenta de que cada pecado y cada condenación
que percibes y justificas es un ataque contra tu Padre? 4Por
eso es por lo que el ataque no ha tenido lugar ni puede ser real. 5No
te percatas de que ésa ha sido tu intención porque crees que el Padre y el Hijo
están separados. 6Y no puedes sino pensar que están separados, debido
al miedo. 7Pues parece menos arriesgado atacar a otro o atacarte a ti
mismo que atacar al gran Creador del universo, Cuyo poder
conoces.
12. Si fueses
uno con Dios y reconocieses esa unidad, sabrÃas que Su poder te pertenece. 2Mas no podrás recordar esto mientras creas que el ataque, de la
clase que sea, tiene sentido. 3Ninguna clase de ataque está
justificado porque no tiene sentido. 4De la única manera en que el
ataque se podrÃa justificar es si tú y tu hermano estuvieseis realmente
separados el uno del otro, y todo el mundo estuviese separado del Creador. 5Pues sólo entonces serÃa posible atacar una parte de la creación sin
atacarla a toda ella; atacar al Hijo sin atacar al Padre; atacar a otro sin
atacarte a ti mismo o herirte a ti mismo sin que otro sufriese dolor. 6Sin embargo, no te quieres deshacer de esa creencia. 7Mas
¿dónde reside su valor, sino en el deseo de poder atacar impunemente? 8El ataque no es ni peligroso ni inocuo. 9Sencillamente es
imposible. 10Y esto es asà porque el universo es uno. 11No elegirÃas atacar su realidad si no fuese porque para poder verlo
separado de su hacedor es esencial atacar. 12Y asà parece como si el
amor pudiese atacar y volverse temible.
13. Sólo los
que son diferentes pueden atacar. 2Y de ahà deduces que porque puedes atacar, debes ser diferente de tu hermano. 3Sin embargo,
el EspÃritu Santo explica esto de otra manera. 4No puedes atacar precisamente porque no eres diferente de tu hermano. 5Cualquiera de esas dos posturas es una conclusión lógica. 6Cualquiera de ellas puede ser aceptada, pero no ambas. 7La única pregunta que necesita contestarse a fin de decidir cuál de
las dos es verdad, es si en realidad tú eres diferente de tu hermano. 8Desde el punto de vista de lo que entiendes parece que lo eres, y,
por lo tanto, que puedes atacar. 9De ambas alternativas, ésta parece
la más natural y la más afÃn a tu experiencia. 10Por eso es necesario
que tengas otras experiencias, más afines a la verdad, para enseñarte lo que en
realidad es natural y verdadero.
14. Esa es la
función de tu relación santa. 2Pues lo que uno de vosotros piense, el
otro lo experimentará con él. 3¿Qué puede querer decir esto, sino que
tu mente y la mente de tu hermano son una? 4No veas con temor este
feliz hecho ni pienses que con ello se te impone una pesada carga. 5Pues cuando lo hayas aceptado de buen grado, te darás cuenta de
que vuestra relación es un reflejo de la unión que existe entre el Creador y Su
Hijo. 6Entre las mentes amorosas no hay separación. 7Y cada pensamiento que una de ellas tiene le brinda felicidad a la
otra porque es la misma mente. 8La dicha es ilimitada porque cada
pensamiento de amor radiante extiende su ser y crea más de sà mismo. 9En él no tienen cabida las diferencias, pues todo pensamiento es
como él mismo.
15. La luz que
os une brilla a través del universo, y puesto que os une, hace que seáis uno con
vuestro Creador. 2Y en Él converge toda la creación. 3¿LamentarÃas no poder sentir miedo solo, cuando tu relación te puede
enseñar que el poder del amor reside en ella, haciendo asà que el miedo sea
imposible? 4No intentes conservar un poco del ego junto con este
regalo. 5Pues se te dio para que lo usaras, no para que lo ocultases. 6Aquello que te enseña que no os podéis separar niega al ego. 7Deja que la verdad decida si tú y tu hermano sois diferentes o
iguales, y que te enseñe cuál de estas dos posibilidades es
verdad.
5.
¿Qué es el cuerpo?
1. El cuerpo es una cerca que el Hijo de Dios se
imagina haber erigido para separar partes de su Ser de otras partes. 2Cree vivir dentro de esa cerca, para morir a medida que ésta se
deteriora y se desmorona. 3Pues cree estar a salvo del amor dentro de
ella. 4Al identificarse con lo que considera es su seguridad, cree
ser lo que ésta es. 5¿De qué otro modo, si no, podrÃa estar seguro de
que permanece dentro del cuerpo, y de que mantiene al amor
afuera?
2. El cuerpo no perdurará. 2Sin embargo,
para él eso supone una doble seguridad. 3Pues la temporalidad del
Hijo de Dios es la "prueba†de que sus cercas funcionan y de que están llevando
a cabo la tarea que su mente les asignó. 4Pues si su unidad aún
permaneciese intacta, ¿quién podrÃa atacar y quién podrÃa ser atacado? 5¿Quién podrÃa ser el vencedor? 6¿Quién la presa? 7¿Quién podrÃa ser la vÃctima? 8¿Quién el asesino? 9Y si él no muriese, ¿qué "prueba" habrÃa de que el eterno Hijo de
Dios puede ser destruido?
3. El cuerpo es un sueño. 2Al igual que
otros sueños, a veces parece reflejar felicidad, pero puede súbitamente
revertir al miedo, la cuna de todos los sueños. 3Pues sólo el amor
puede crear de verdad, y la verdad jamás puede temer. 4Hecho para ser
temeroso, el cuerpo no puede sino cumplir el propósito que le fue asignado. 5Mas podemos cambiar el propósito que el cuerpo obedece si cambiamos
de parecer con respecto a su finalidad.
4. El cuerpo es el medio a través del cual el Hijo de Dios recobra la
cordura. 2Aunque el cuerpo fue concebido para condenarlo al infierno
para siempre, el objetivo del Cielo
ha substituido a la búsqueda del infierno. 3El Hijo de Dios busca la
mano de su hermano para ayudarlo a marchar por la misma senda que él. 4Ahora el cuerpo es santo. 5Ahora su propósito es sanar la
misma mente para dar muerte a la cual fue
concebido.
5. Te identificarás con lo que pienses que te ha de
dar seguridad. 2Sea lo que sea, creerás que ello es lo que tú eres. 3Tu seguridad reside en la verdad, no en las mentiras. 4El
amor es tu seguridad. 5El miedo no existe. 6IdentifÃcate
con el amor, y estarás a salvo. 7IdentifÃcate con el amor, y estarás
en tu morada. 8IdentifÃcate con el amor, y hallarás tu
Ser.
LECCIÓN
261
Dios
es mi refugio y seguridad.
1. Me identificaré con lo que creo es mi refugio y mi
seguridad. 2Me veré a mà mismo allà donde percibo mi fuerza y pensaré
que vivo dentro de la ciudadela en la que estoy a salvo y en la que no puedo ser
atacado. 3No dejes que hoy busque seguridad en el peligro ni que
trate de hallar mi paz en ataques asesinos. 4Vivo en Dios. 5En Él encuentro mi refugio y mi fortaleza. 6En Él radica
mi Identidad. 7En Él reside la paz eterna. 8Y sólo allÃ
recordaré Quién soy realmente.
2. No dejes que vaya en pos de Ãdolos, 2Padre mÃo, pues lo que deseo es estar Contigo en casa. 3Elijo ser tal como Tú me creaste y
encontrar al Hijo que Tú creaste como
mi. Ser.
18 DE
SEPTIEMBRE
CapÃtulo
23
LA GUERRA
CONTRA TI MISMO
Introducción
1. ¿No te das
cuenta de que lo opuesto a la flaqueza y a la debilidad es la
impecabilidad*? 2La inocencia es fuerza, y nada más lo es. 3Los que están
libres de pecado no pueden temer, pues el pecado, de la clase que sea, implica
debilidad. 4La demostración de fuerza de la que el ataque se quiere
valer para encubrir la flaqueza no logra ocultarla, pues, ¿cómo se iba a
poder ocultar lo que no es real? 5Nadie que tenga un enemigo es
fuerte, y nadie puede atacar a menos que crea tener un enemigo. 6Creer en enemigos es, por lo tanto, creer en la debilidad, y lo que
es débil no es la Voluntad de Dios. 7Y al oponerse a ésta, es el
"enemigo" de Dios. 8Y asÃ, se teme a Dios, al considerársele una
voluntad contraria.
2. ¡Qué
extraña se vuelve en verdad esta guerra contra ti mismo! 2No podrás
sino creer que todo aquello de lo que te vales para los fines del pecado puede
herirte y convertirse en tu enemigo. 3Y lucharás contra ello y
tratarás de debilitarlo por esa razón, y creyendo haberlo logrado, atacarás
de nuevo. 4Es tan seguro que tendrás miedo de lo que atacas como que
amarás lo que percibes libre de pecado. 5Todo aquel que recorre con
inocencia el camino que el amor le muestra, camina en paz. 6Pues el
amor camina a su lado, resguardándolo del miedo. 7Y lo único que ve
son seres inocentes, incapaces de atacar.
3. Camina
gloriosamente, con la cabeza en alto, y no temas ningún mal. 2Los inocentes se encuentran a salvo porque comparten su inocencia. 3No ven nada que sea nocivo, pues su conciencia de la verdad libera a
todas las cosas de la ilusión de la nocividad. 4Y lo que parecÃa
nocivo resplandece ahora en la inocencia de ellos, liberado del pecado y del
miedo, y felizmente de vuelta en los brazos del amor. 5Los inocentes
comparten la fortaleza del amor porque vieron la inocencia. 6Y
todo error desapareció porque no lo vieron. 7Quien busca la gloria la
halla donde ésta se encuentra. 8¿Y dónde podrÃa encontrarse sino en
los que son inocentes?
4. No permitas
que las pequeñas interferencias te arrastren a la pequeñez. 2La
culpabilidad no ejerce ninguna atracción en el estado de inocencia. 3¡Piensa cuán feliz es el mundo por el que caminas con la verdad a tu
lado! 4No renuncies a ese mundo de libertad por un pequeño anhelo de
aparente pecado, ni por el más leve destello de atracción que pueda ejercer la
culpabilidad. 5¿DespreciarÃas el Cielo por causa de esas
insignificantes distracciones? 6Tu destino y tu propósito se
encuentran mucho más allá de ellas, en un lugar nÃtido donde no existe la
pequeñez. 7Tu propósito no se aviene con ninguna clase de
pequeñez. 8De ahà que no se avenga con el
pecado.
5. No
permitamos que la pequeñez haga caer al Hijo de Dios en la tentación. 2Su gloria está más allá de toda pequeñez, al ser tan inconmensurable
e intemporal como la eternidad. 3No dejes que el tiempo enturbie tu
visión de él. 4No lo dejes solo y atemorizado en su tentación, sino
ayúdalo a que la supere y a que perciba la luz de la que forma parte. 5Tu inocencia alumbrará el camino a la suya, y asà la tuya quedará
protegida y se mantendrá en tu conciencia. 6Pues, ¿quién puede
conocer su gloria y al mismo tiempo percibir lo pequeño y lo débil en sà mismo? 7¿Quién puede caminar temblando de miedo por un mundo temible, y
percatarse de que la gloria del Cielo refulge en él?
6. No hay nada
a tu alrededor que no forme parte de ti. 2Contémplalo
amorosamente y ve la luz del Cielo en ello. 3Pues asà es como
llegarás a comprender todo lo que se te ha dado. 4El mundo
brillará y resplandecerá en amoroso perdón, y todo lo que una vez
considerabas pecaminoso será re-interpretado ahora como parte integrante del
Cielo. 5¡Qué bello es caminar, limpio, redimido y feliz, por un mundo
que tanta necesidad tiene de la redención que tu inocencia vierte sobre él! 6¿Qué otra cosa podrÃa ser más importante para ti? 7Pues he aquà tu salvación y tu libertad. 8Y éstas tienen
que ser absolutas para que las puedas reconocer.
LECCIÓN
262
No
dejes que hoy perciba diferencias.
1. Padre, tienes un solo Hijo. 2Y es a él a quien hoy deseo contemplar. 3Él es Tu única creación. 4¿ Por qué habrÃa de percibir miles de
formas en lo que sigue siendo uno solo? 5¿Por qué habrÃa de darle miles de nombres,
cuando con uno solo basta? 6Pues Tu Hijo tiene que llevar Tu Nombre, ya que Tú lo
creaste. 7No permitas que lo vea como algo ajeno a su
Padre o a mÃ. 8Pues él es parte de mÃ, asà como yo de él, y ambos
somos parte de Ti que eres nuestra Fuente. 9Estamos eternamente unidos en Tu Amor y
somos eternamente el santo Hijo de Dios.
2. Nosotros que somos uno, queremos reconocer en este
dÃa la verdad acerca de nosotros mismos. 2Queremos regresar a nuestro
hogar y descansar en la unidad. 3Pues allà reside la paz, la
cual no se puede buscar ni hallar en ninguna otra
parte.
19 DE
SEPTIEMBRE
I. Las
creencias irreconciliables
1. El recuerdo
de Dios aflora en la mente que está serena. 2No puede venir allÃ
donde hay conflicto, pues una mente en pugna consigo misma no puede recordar la
mansedumbre eterna. 3Los medios de la guerra no son los medios de la
paz, y lo que recuerda el belicoso no es amor. 4Si no se atribuyese
valor a la creencia en la victoria, la guerra serÃa imposible. 5Si estás en conflicto, eso quiere decir que crees que el ego tiene el
poder de salir triunfante. 6¿Por qué otra razón sino te ibas a
identificar con él? 7Seguramente te habrás percatado de que el ego
está en pugna con Dios. 8Que el ego no tiene enemigo alguno, es
cierto. 9Mas es igualmente cierto que cree firmemente tener un
enemigo al que necesita vencer, y que lo logrará.
2. ¿No te das
cuenta de que una guerra contra ti mismo serÃa una guerra contra Dios? 2Y en una guerra asÃ, ¿es concebible la victoria? 3Y
si lo fuese, ¿la desearÃas? 4La muerte de Dios, de ser posible,
significarÃa tu muerte. 5¿Qué clase de victoria serÃa ésa? 6El ego marcha siempre hacia la derrota porque cree que puede
vencerte. 7Dios, no obstante, sabe que eso no es posible. 8Eso no es una guerra, sino la descabellada creencia de que es
posible atacar y derrotar la Voluntad de Dios. 9Te puedes identificar
con esta creencia, pero jamás dejará de ser una locura. 10Y el
miedo reinará en la locura, y parecerá haber reemplazado al amor allÃ. 11Éste es el propósito del conflicto. 12Y para
aquellos que creen que es posible, los medios parecen ser
reales.
3. Ten por
seguro que no es posible que Dios y el ego, o tú y el ego jamás os podáis
encontrar. 2En apariencia lo hacéis y formáis extrañas alianzas
basándoos en premisas que no tienen sentido. 3Pues vuestras creencias
convergen en el cuerpo, al que el ego ha elegido como su hogar y tú consideras
que es el tuyo. 4Vuestro punto de encuentro es un error: un error en
cómo te consideras a ti mismo. 5El ego se une a una ilusión de ti que
tú compartes con él. 6Las ilusiones, no obstante, no pueden unirse. 7Son todas lo mismo, y no son nada. 8Su unión está basada
en la nada, pues dos de ellas están tan desprovistas de sentido como una o mil. 9El ego no se une a nada, pues no es nada. 10Y la victoria
que anhela está tan desprovista de sentido como él mismo.
4. Hermano, la
guerra contra ti mismo está llegando a su fin. 2El final de la
jornada se encuentra en el lugar de la paz. 3¿No te gustarÃa aceptar
la paz que allà se te ofrece? 4Este "enemigo" contra el que has
luchado como si fuese un intruso a tu paz se transforma ahÃ, ante tus
propios ojos, en el portador de tu paz. 5Tu "enemigo" era Dios
Mismo, Quien no sabe de conflictos, victorias o ataques de ninguna clase. 6Su amor por ti es perfecto, absoluto y eterno. 7El
Hijo de Dios en guerra contra su Creador es una condición tan ridÃcula como lo
serÃa la naturaleza rugiéndole iracunda al viento, proclamando que él ya no
forma parte de ella. 8¿Cómo iba a poder la naturaleza decretar esto y
hacer que fuese verdad? 9Del mismo modo, no es a ti a quien le
corresponde decidir qué es lo que forma parte de ti y qué es lo que debe
mantenerse aparte.
5. Esta guerra
contra ti mismo se emprendió para enseñarle al Hijo de Dios que él no es quien
realmente es, y que no es el Hijo de su Padre. 2A tal fin, debe
borrar de su memoria el recuerdo de su Padre. 3En la vida corporal
dicho recuerdo se olvida, y si piensas que eres un cuerpo, creerás haberlo
olvidado. 4Mas la verdad nunca puede olvidarse de sà misma, y tú no
has olvidado lo que eres. 5Sólo una extraña ilusión de ti mismo, un
deseo de derrotar lo que eres, es lo que no se acuerda.
6. La guerra
contra ti mismo no es más que una batalla entre dos ilusiones que luchan para
diferenciarse la una de la otra, creyendo que la que triunfe será la
verdadera. 2No existe conflicto alguno entre ellas y la
verdad. 3Ni tampoco son ellas diferentes entre sÃ. 4Ninguna de las dos es verdad. 5Por lo tanto, no importa
qué forma adopten. 6Lo que las engendró es una locura y no pueden
sino seguir formando parte de ello. 7La locura no representa
ninguna amenaza contra la realidad ni ejerce influencia alguna sobre ella. 8Las ilusiones no pueden vencer a la verdad ni suponer una amenaza
para ella en absoluto. 9Y la realidad que niegan no forma parte de
ellas.
7. Lo que tú recuerdas forma parte de ti. 2Pues no puedes sino ser tal
como Dios te creó. 3La verdad no lucha contra las ilusiones ni las
ilusiones luchan contra la verdad. 4Las ilusiones sólo luchan entre
ellas. 5Al estar fragmentadas, fragmentan a su vez. 6Pero la verdad es indivisible y se encuentra mucho más allá de su
limitado alcance. 7Recordarás lo que sabes cuando hayas
comprendido que no puedes estar en conflicto. 8Una ilusión
acerca de ti mismo puede luchar contra otra, mas la guerra entre dos ilusiones
es un estado en el que nada ocurre. 9No hay ni vencedor ni
victoria. 10Y la verdad se alza radiante, más allá del
conflicto, intacta y serena en la paz de Dios.
8. Los
conflictos sólo pueden tener lugar entre dos fuerzas. 2No pueden
existir entre lo que es un poder y lo que no es nada. 3No hay nada
que puedas atacar que no forme parte de ti. 4Y al atacarlo das
lugar a dos ilusiones de ti mismo en conflicto entre sÃ. 5Y esto
ocurre siempre que contemplas alguna creación de Dios de cualquier manera que no
sea con amor. 6El conflicto es temible, pues es la cuna del
temor. 7Mas lo que ha nacido de la nada no puede cobrar realidad
mediante la pugna. 8¿Por qué llenar tu mundo de conflictos contigo
mismo?. 9Deja que toda esa locura quede des-hecha y vuélvete en paz
al recuerdo de Dios, el cual brilla aún en tu mente
serena.
9. ¡Observa
cómo desaparece el conflicto que existe entre las ilusiones cuando se lleva
ante la verdad! 2Pues sólo parece real si lo ves como una guerra
entre verdades conflictivas, en la que la vencedora es la más cierta, la más
real y la que derrota a la ilusión que era menos real, que al ser vencida
se convierte en una ilusión. 3Asà pues, el conflicto es la elección
entre dos ilusiones, una a la que se coronará como real, y la otra que será
derrotada y despreciada. 4En esta situación el Padre jamás podrá ser
recordado. 5Sin embargo, no hay ilusión que pueda invadir Su
hogar y alejarlo de lo que Él ama eternamente. 6Y lo que Él ama no
puede sino estar eternamente sereno y en paz porque es Su
hogar.
10. Tú, Su
Hijo bien amado, no eres una ilusión, puesto que eres tan real y tan santo como
Él. 2La quietud de tu certeza acerca de Él y de ti mismo es el hogar
de Ambos, donde moráis como uno solo y no como entes separados. 3Abre
la puerta de Su santÃsimo hogar y deja que el perdón elimine todo vestigio de la
creencia en el pecado, la cual priva a Dios de Su hogar y a Su Hijo con Él. 4No eres un extraño en la casa de Dios. 5Dale la
bienvenida a tu hermano al hogar donde Dios Mismo lo ubicó en serenidad y en
paz, y donde mora con él. 6Las ilusiones no tienen cabida allà donde
mora el amor, pues éste te protege de todo lo que no es verdad. 7Moras en una paz tan ilimitada como la de Aquel que la creó, y a
aquellos que quieren recordarlo a Él se les da todo. 8El EspÃritu
Santo vela Su hogar, seguro de que la paz de éste jamás se puede
perturbar.
11. ¿Cómo iba a ser posible que el santuario de Dios se volviese contra sà mismo
y tratase de subyugar al que allà mora? 2Piensa en lo que ocurre
cuando la morada de Dios se percibe a sà misma como dividida: 3el
altar desaparece, la luz se vuelve tenue y el templo del SantÃsimo se convierte
en la morada del pecado. 4Y todo se olvida, salvo las ilusiones. 5Las ilusiones pueden estar en conflicto porque sus formas son
diferentes. 6Y batallan únicamente para establecer qué forma es
real.
12. Las
ilusiones encuentran ilusiones; la verdad se encuentra a sà misma. 2El encuentro de las ilusiones conduce a la guerra. 3Mas
la paz se extiende a sà misma al contemplarse a sà misma. 4La guerra
es la condición en la que el miedo nace, crece e intenta dominarlo todo. 5La paz es el estado donde mora el amor y donde busca compartirse a
sà mismo. 6La paz y el conflicto son opuestos. 7Allà donde
uno mora, el otro no puede estar; donde uno de ellos va, el otro desaparece. 8Asà es como el recuerdo de Dios queda nublado en las mentes que se
han convertido en el campo de batalla de las ilusiones. 9Mas Su
recuerdo brilla muy por encima de esta guerra insensata listo para ser recordado
cuando te pongas de parte de la paz.
LECCIÓN
263
Mi
santa visión ve la pureza de todas las cosas.
1. Padre,
Tu Mente creó todo cuanto existe, Tu EspÃritu se adentró en ello y Tu Amor le
infundió vida. 2¿Y voy
yo acaso a contemplar lo que Tú creaste como si en ello pudiese anidar el
pecado? 3No
quiero percibir imágenes tan tenebrosas y atemorizantes. 4Es
imposible que yo pueda preferir el sueño de un loco a toda la hermosura con la
que tú bendijiste la creación; a toda su pureza y dicha, asà como a su eterna y
serena morada en Ti.
2. Y mientras todavÃa nos encontremos ante las
puertas del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa
y de los ojos de Cristo. 2Permite que todas las apariencias nos
parezcan puras, para que podamos pasarlas de largo con inocencia, y
dirigirnos juntos a la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos
Hijos de Dios que somos.
LECCIÓN
264
El
Amor de Dios me rodea.
1. Padre,
estás delante y detrás de mÃ, a mi lado, allà donde me veo a mà mismo y
dondequiera que voy. 2Estás en
todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mÃa. 3En Ti el
tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. 4Pues lo
que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. 5No hay
otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se
encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a
todas las cosas dentro de SÃ. 6Padre, Tu Hijo es como Tú. 7Hoy apelamos a Ti en Tu
Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno
Amor.
2.
Hermanos mÃos, unÃos a mà en este propósito hoy. 2Ésta es la plegaria
de la salvación. 3¿No deberÃamos acaso unirnos a lo que ha de salvar
al mundo y a nosotros junto con él?
LECCIÓN
265
Lo
único que veo es la mansedumbre de la creación.
1. Ciertamente no he comprendido el mundo, ya que
proyecté sobre él mis pecados y luego me vi siendo el objeto de su mirada: 2¡Qué feroces parecÃan! 3¡Y cuán equivocado estaba al
pensar que aquello que temÃa se encontraba en el mundo en vez de en mi propia
mente! 4Hoy veo el mundo en la mansedumbre celestial con la que
refulge la creación. 5En él no hay miedo. 6No permitas que
ninguno de mis aparentes pecados nuble la luz celestial que refulge sobre el
mundo. 7Lo que en él se refleja se encuentra en la Mente de Dios. 8Las imágenes que veo son un reflejo de mis pensamientos. 9Pero mi mente es una con la de Dios. 10Por lo tanto,
puedo percibir la mansedumbre de la creación.
2. En la
quietud quiero contemplar el mundo, el cual refleja únicamente Tus Pensamientos,
asà como los mÃos. 2Concédaseme recordar que son lo mismo, y veré la
mansedumbre de la creación.
22 DE
SEPTIEMBRE
II. Las leyes
del caos
1. Puedes llevar las "leyes" del caos ante la luz, pero nunca las podrás
entender. 2Las leyes caóticas no tienen ningún significado y, por lo
tanto, se encuentran fuera de la esfera de la razón. 3No obstante,
aparentan ser un obstáculo para la razón y para la verdad. 4Contemplémoslas, pues, detenidamente, para que podamos ver más
allá de ellas y entender lo que son, y no lo que quieren probar. 5Es
esencial que se entienda cuál es su propósito porque su fin es crear caos y
atacar la verdad. 6Éstas son las leyes que rigen el mundo que tú
fabricaste. 7Sin embargo, no gobiernan nada ni necesitan violarse:
necesitan simplemente contemplarse y transcenderse.
2. La primera ley caótica es que la verdad es diferente para cada persona. 2Al igual que todos estos principios, éste mantiene que cada cual es
un ente separado, con su propia manera de pensar que lo distingue de los demás. 3Este principio procede de la creencia en una jerarquÃa de
ilusiones: de que algunas son más importantes que otras, y, por lo tanto,
más reales. 4Cada cual establece esto para sà mismo, y le confiere
realidad atacando lo que otro valora. 5Y el ataque se
justifica porque los valores difieren, y los que tienen distintos valores
parecen ser diferentes, y, por ende, enemigos.
3. Observa cómo parece ser esto un impedimento para el primer principio de los
milagros, 2pues establece grados de verdad entre las ilusiones,
haciendo que algunas parezcan ser más difÃciles de superar que otras. 3Si uno pudiese darse cuenta de que todas ellas son la misma ilusión
y de que todas son igualmente falsas, serÃa fácil entender entonces por qué
razón los milagros se aplican a todas ellas por igual. 4Cualquier clase de error puede ser corregido precisamente porque no es cierto. 5Cuando se lleva ante la verdad en vez de
ante otro error, simplemente desaparece. 6Ninguna parte de lo que no
es nada puede ser más resistente a la verdad que otra.
4. La segunda ley del caos, muy querida por todo aquel que venera el pecado, es
que no hay nadie que no peque, y, por lo tanto, todo el mundo merece ataque y
muerte. 2Este principio, estrechamente vinculado al primero, es la
exigencia de que el error merece castigo y no corrección. 3Pues la
destrucción del que comete el error lo pone fuera del alcance de la corrección y
del perdón. 4De este modo, interpreta lo que ha hecho como una
sentencia irrevocable contra sà mismo que ni siquiera Dios Mismo puede
revocar. 5Los pecados no pueden ser perdonados, al ser la creencia de
que el Hijo de Dios puede cometer errores por los cuales su propia destrucción
se vuelve inevitable.
5. Piensa en
las consecuencias que esto parece tener en la relación entre Padre e Hijo. 2Ahora parece que nunca jamás podrán ser uno de nuevo. 3Pues uno de ellos no puede sino estar por siempre condenado, y
por el otro. 4Ahora son diferentes y, por ende, enemigos. 5Y su relación es una de oposición, de la misma forma en que los
aspectos separados del Hijo convergen únicamente para entrar en conflicto, pero
no para unirse. 6Uno de ellos se debilita y el otro se fortalece con
la derrota del primero. 7Y su temor a Dios y el que se tienen entre
sà parece ahora razonable, pues se ha vuelto real por lo que el Hijo de Dios se
ha hecho a sà mismo y por lo que le ha hecho a su Creador.
6. En ninguna
otra parte es más evidente la arrogancia en la que se basan las leyes del caos
que como sale a relucir aquÃ. 2He aquà el principio que pretende
definir lo que debe ser el Creador de la realidad; lo que debe pensar y lo que
debe creer; y, creyéndolo, cómo debe responder. 3Ni siquiera se
considera necesario preguntarle si eso que se ha decretado que son Sus
creencias es verdad. 4Su Hijo le puede decir lo que ésta es, y
la única alternativa que le queda es aceptar la palabra de Su Hijo o estar
equivocado. 5Esto conduce directamente a la tercera creencia
descabellada que hace que el caos parezca ser eterno. 6Pues si Dios
no puede estar equivocado, tiene entonces que aceptar la creencia que Su Hijo
tiene de sà mismo y odiarlo por ello.
7. Observa
cómo se refuerza el temor a Dios por medio de este tercer principio. 2Ahora se hace imposible recurrir a Él en momentos de tribulación, 3pues Él se ha convertido en el "enemigo" que la causó y no
sirve de nada recurrir a Él. 4La salvación tampoco puede encontrarse
en el Hijo, ya que cada uno de sus aspectos parece estar en pugna con el Padre y
siente que su ataque está justificado. 5Ahora el conflicto se ha vuelto inevitable e inaccesible a la ayuda de Dios. 6Pues
ahora la salvación jamás será posible, ya que el salvador se ha convertido en el
enemigo.
8. No hay
manera de liberarse o escapar. 2La Expiación se convierte en un
mito, y lo que la Voluntad de Dios dispone es la venganza, no el perdón. 3Desde allà donde todo esto se origina, no se ve nada que pueda ser
realmente una ayuda. 4Sólo la destrucción puede ser el resultado
final. 5Y Dios Mismo parece estar poniéndose de parte de ello para
derrotar a Su Hijo. 6No pienses que el ego te va a ayudar a escapar
de lo que él desea para ti. 7Ésa es la función de este curso, que no
le concede ningún valor a lo que el ego estima.
9. El ego
atribuye valor únicamente a aquello de lo que se apropia. 2Esto
conduce a la cuarta ley del caos, que, si las demás son aceptadas, no
puede sino ser verdad. 3Esta supuesta ley es la creencia de que
posees aquello de lo que te apropias. 4De acuerdo con esa ley, la
pérdida de otro es tu ganancia y, por consiguiente, no reconoce el hecho de que
nunca puedes quitarle nada a nadie, excepto a ti mismo. 5Mas las
otras tres leyes no pueden sino conducir a esto. 6Pues los que
son enemigos no se conceden nada de buen grado el uno al otro, ni procuran
compartir las cosas que valoran. 7Y lo que tus enemigos ocultan de ti
debe ser algo que vale la pena poseer, ya que lo mantienen oculto de
ti.
10. Todos los
mecanismos de la locura se hacen patentes aquÃ: el "enemigo†que se fortalece al
mantener oculto el valioso legado que deberÃa ser tuyo; la postura que adoptas y
el ataque que infliges, los cuales están justificados por razón de lo que
se te ha negado; y la pérdida inevitable que el enemigo debe sufrir para que tú
te puedas salvar. 2Asà es como los culpables declaran su inocencia. 3Si el comportamiento inescrupuloso del enemigo no los forzara a este
vil ataque, sólo responderÃan con bondad. 4Pero en un mundo
despiadado los bondadosos no pueden sobrevivir, de modo que tienen que
apropiarse de todo cuanto puedan o dejar que otros se apropien de lo que es
suyo.
11. Y ahora
queda una vaga pregunta por contestar, que aún no ha sido "explicada". 2¿Qué es esa cosa tan preciada, esa perla de inestimable valor, ese
tesoro oculto, que con justa indignación debe arrebatársele a éste el más
pérfido y astuto de los enemigos? 3Debe de ser lo que siempre has
anhelado, pero nunca hallaste. 4Y ahora "entiendes" la razón de que
nunca lo encontraras. 5Este enemigo te lo habÃa arrebatado y lo
ocultó donde jamás se te habrÃa ocurrido buscar. 6Lo ocultó en su
cuerpo, haciendo que éste sirviese de refugio para su culpabilidad, de
escondrijo de lo que es tuyo. 7Ahora su cuerpo se tiene que destruir
y sacrificar para que tú puedas tener lo que te pertenece. 8La
traición que él ha cometido exige su muerte para que tú puedas vivir. 9Y asÃ, sólo atacas en defensa propia.
LECCIÓN
266
Mi
santo Ser mora en ti, Hijo de Dios.
1. Padre,
mediste todos Tus Hijos para que fuesen mis salvadores y mis consejeros de
visión; los heraldos de Tu santa Voz. 2En ellos Tú te ves reflejado y
en ellos Cristo me contempla desde mi Ser. 3No
permitas que Tu Hijo se olvide de Tu santo Nombre. 4No
permitas que Tu Hijo se olvide de su santo Origen. 5No
permitas que Tu Hijo se olvide de que su nombre es el
Tuyo.
2. En este dÃa entramos al paraÃso, invocando el
Nombre de Dios y el nuestro, reconociendo nuestro Ser en cada uno de nosotros y
unidos en el santo Amor de Dios. 2¡Cuántos salvadores nos ha dado
Dios! 3¿Cómo podrÃamos perdernos en nuestro trayecto hacia Él, cuando
Él ha poblado el mundo con aquellos que señalan hacia Él, y nos ha dado la
vista para poder contemplarlos?
23 DE
SEPTIEMBRE
12. Pero ¿qué
es eso que deseas que exige su muerte? 2¿Cómo puedes estar
seguro de que tu ataque asesino está justificado, a menos que sepas cuál es su
propósito? 3Aquà es donde el "último" principio del caos acude
en tu "auxilio". 4Este principio alega que hay un substituto para el
amor. 5Ésta es la magia que curará todo tu dolor, el elemento que
falta que curarÃa tu locura. 6Ésa es la razón de que tengas que
atacar. 7He aquà lo que hace que tu venganza esté justificada. 8He aquÃ, revelado, el regalo secreto del ego, arrancado del cuerpo
de tu hermano donde se habÃa ocultado con malicia y con odio hacia aquel a quien
verdaderamente le pertenece. 9Él te quiere privar de ese
ingrediente secreto que le darÃa significado a tu vida. 10El
substituto del amor, nacido de vuestra mutua enemistad, tiene que ser la
salvación. 11Y no tiene substitutos, pues sólo hay uno. 12Y asÃ, el propósito de todas tus relaciones es apropiarte de él y
convertirte en su dueño.
13. Mas nunca
podrás poseerlo del todo. 2Y tu hermano jamás cesará de atacarte por
lo que le robaste. 3Y la venganza de Dios contra vosotros dos tampoco
cesará, pues en Su locura Él tiene también que poseer ese sustituto del amor y
destruiros a ambos. 4Tú que crees ser cuerdo y caminar por tierra
firme en un mundo en el que se puede encontrar significado, considera lo
siguiente: Éstas son las leyes en las que parece basarse tu "cordura". 5Estos son los principios que hacen que el suelo que pisas
parezca firme. 6Y es ahà donde tratas de encontrar significado. 7Esas son las leyes que promulgaste para tu salvación. 8Apoyan firmemente al sustituto del Cielo que prefieres. 9Ése es su propósito, pues para eso es para lo que fueron
promulgadas. 10No tiene objeto preguntar qué significado tienen. 11Eso es obvio. 12Los medios de la locura no pueden sino
ser dementes. 13¿Estás tú igualmente seguro de que comprendes que su
objetivo es la locura?
14. Nadie
desea la locura, ni nadie se aferra a su propia locura si ve que eso es lo que
es. 2Lo que protege a la locura es la creencia de que es la verdad. 3La función de la demencia es usurpar el lugar de la verdad. 4Para poder creer en la demencia hay que considerarla la verdad. 5Y si es la verdad, entonces su opuesto, que antes era la verdad,
tiene que ser ahora la locura. 6Tal inversión, en la que todo
está completamente al revés: en la que la demencia es cordura, las ilusiones
verdad, el ataque bondad, el odio amor y el asesinato bendición, es el objetivo
que persiguen las leyes del caos. 7Esos son los medios que hacen que
las leyes de Dios parezcan estar invertidas. 8Ahà las leyes del
pecado parecen mantener cautivo al amor y haber puesto al pecado en
libertad.
15. Ésos no
parecen ser los objetivos del caos, pues gracias a la gran inversión parecen ser
las leyes del orden. 2¿Cómo podrÃa ser de otra manera? 3El
caos es la ausencia total de orden, y no tiene leyes. 4Para que se
pueda creer en él, sus aparentes leyes tienen que percibirse como reales. 5Su objetivo de demencia tiene que verse como cordura. 6Y
el miedo, con labios mortecinos y ojos que no ven, obcecado y de aspecto
horrible, es elevado al trono del amor, su moribundo conquistador, su
substituto, el que te salva de la salvación. 7¡Cuán bella hacen
aparecer a la muerte las leyes del miedo! 8¡Dale gracias al héroe que
se sentó en el trono del amor y que salvó al Hijo de Dios para condenarlo al
miedo y a la muerte!
16. Sin
embargo, ¿cómo es posible que se pueda creer en semejantes leyes? 2Hay un extraño mecanismo que hace que ello sea posible. 3Es algo que nos resulta familiar, pues hemos visto en innumerables
ocasiones cómo parece funcionar. 4En realidad no funciona en
absoluto, mas en sueños, donde los protagonistas principales son sólo sombras,
parece ser muy poderoso. 5Ninguna de las leyes del caos podrÃa
coaccionar a nadie a que creyese en ella, si no fuera por el énfasis que se
pone en la forma y por el absoluto desprecio que se hace del contenido. 6Nadie que crea que una sola de estas leyes es verdad se da cuenta de
lo que dicha ley estipula. 7Algunas de las formas que dichas leyes
adoptan parecen tener sentido, pero eso es todo.
17. ¿Cómo es
posible que algunas formas de asesinato no signifiquen muerte? 2¿Puede acaso un ataque, sea cual sea la forma en que se manifieste,
ser amor? 3¿Qué forma de condena podrÃa ser una bendición? 4¿Quién puede incapacitar a su salvador y hallar la salvación? 5No dejes que la forma que adopta el ataque contra tu hermano te
engañe. 6No puedes intentar herirlo y al mismo tiempo salvarte. 7¿Quién puede estar a salvo del ataque atacándose a sà mismo? 8¿Cómo iba a importar la forma en que se manifiesta esta locura? 9Es un juicio que se derrota a sà mismo, al condenar lo que
afirma querer salvar. 10No te dejes engañar cuando la locura adopte
una forma que a ti te parece hermosa. 11Lo que está empeñado en
destruirte no es tu amigo.
18. Sostienes
-y piensas que es verdad- que no crees en estas leyes insensatas ni que tus
acciones están basadas en ellas. 2Pues cuando examinas de cerca lo
que postulan, ves que no se puede creer en ellas. 3Hermano, crees en ellas. 4Pues de no ser asÃ, ¿cómo podrÃas percibir la forma
que adoptan, con semejante contenido? 5¿PodrÃa acaso ser sostenible
cualquiera de las formas que adoptan? 6Sin embargo, crees en
ellas debido a la forma que adoptan, y no adviertes el contenido. 7Éste nunca cambia. 8¿Puedes acaso darle vida a un
esqueleto pintando sus labios de color rosado, vistiéndolo de punta en blanco,
acariciándolo y mimándolo? 9¿Y puede acaso satisfacerte la ilusión de
que estás vivo?
19. Fuera del
Cielo no hay vida. 2La vida se encuentra allà donde Dios la creó. 3En cualquier otro estado que no sea el Cielo la vida no es más que
una ilusión. 4En el mejor de los casos parece vida, en el peor,
muerte. 5Ambos son, no obstante, juicios acerca de lo que no es la
vida, idénticos en su inexactitud y falta de significado. 6Fuera del
Cielo la vida es imposible, y lo que no se encuentra en el Cielo no se
encuentra en ninguna parte. 7Fuera del Cielo lo único que hay es un
conflicto de ilusiones, de todo punto insensato, imposible y más allá de la
razón, aunque se percibe como un eterno impedimento para llegar al Cielo. 8Las ilusiones no son sino formas. 9Su contenido nunca es
verdad.
20. Las leyes
del caos gobiernan todas las ilusiones. 2Las formas que éstas adoptan
entran en conflicto, haciendo que parezca posible concederle más valor a unas
que a otras. 3Sin embargo, cada una de ellas se basa, al igual que
todas las demás, en la creencia de que las leyes del caos son las leyes del
orden. 4Cada una de ellas apoya dichas leyes completamente, y ofrece
un testimonio inequÃvoco de que son verdad. 5Las formas de
ataque que en apariencia son más benévolas no son menos inequÃvocas en su
testimonio o en sus resultados. 6Es indudable que el miedo que
engendran las ilusiones se debe a las creencias que las originan y no a su
forma. 7Y la falta de fe en el amor, sea cual sea la forma en que se
manifieste, da testimonio de que el caos es la realidad.
21. La fe en
el caos es la consecuencia inevitable de la creencia en el pecado. 2El que sea una consecuencia es lo que hace que parezca ser una
conclusión lógica, un paso válido, en el pensamiento ordenado. 3Los pasos que conducen al caos proceden de manera ordenada
desde su punto de partida. 4Cada uno de ellos se manifiesta en forma
diferente en el proceso de invertir la verdad, y conduce aún más profundamente
al terror y más allá de la verdad. 5No pienses que un paso es más
corto que otro ni que el retorno desde uno de ellos es más fácil que desde otro. 6En cada uno de ellos reside el descenso desde el Cielo en su
totalidad. 7Y allà donde tu pensamiento empieza, allà mismo tiene que
terminar.
22. Hermano,
no des ni un solo paso en el descenso hacia el infierno. 2Pues una
vez que hayas dado el primero, no podrás reconocer el resto como lo que son. 3Y cada uno de ellos seguirá al primero. 4Cualquier forma
de ataque te planta en la tortuosa escalera que te aleja del Cielo. 5Sin embargo, en cualquier instante todo esto se puede deshacer. 6¿Cómo puedes saber si has elegido las escaleras que llevan al
Cielo o el camino que conduce al infierno? 7Muy fácilmente. 8¿Cómo te sientes? 9¿Estás en paz? 10¿Tienes
certeza con respecto a tu camino? 11¿Estás seguro de que el Cielo se
puede alcanzar? 12Si la respuesta es no, es que caminas solo. 13PÃdele entonces a tu Amigo que se una a ti y te dé certeza con
respecto al camino a seguir.
LECCIÓN
267
Mi
corazón late en la paz de Dios.
1. Lo que me rodea es la vida que Dios creó en Su
Amor. 2Me llama con cada
latido y con cada aliento; con cada acción y con cada pensamiento. 3La paz llena mi corazón e
inunda mi cuerpo con el propósito del perdón. 4Ahora mi mente ha
sanado, y se me concede todo lo que necesito para salvar al mundo. 5Cada latido de mi corazón me inunda de paz; cada aliento me infunde
fuerza. 6Soy un mensajero de Dios, guiado por Su Voz, apoyado por Su
amor y amparado eternamente en la quietud y en la paz de Sus amorosos Brazos. 7Cada latido de mi corazón
invoca Su Nombre, y cada uno es contestado por Su Voz, que me asegura que en Él
estoy en mi hogar.
2. Que preste atención sólo a Tu Respuesta, no
a la mÃa. 2Padre, mi
corazón late en la paz que el Corazón del Amor creó. 3Y es ahà y sólo ahà donde estoy en mi
hogar.
24 DE
SEPTIEMBRE
III. Salvación
sin transigencias
1. ¿No es
cierto acaso que no reconoces algunas de las formas en que el ataque se puede
manifestar? 2Si es cierto que el ataque en cualquiera de sus formas
te hará daño, y que te hará tanto daño como lo harÃan cualquiera de las formas
que sà reconoces, entonces se puede concluir que no siempre reconoces la
fuente del dolor. 3Cualquier forma de ataque es igualmente
destructiva. 4Su propósito es siempre el mismo. 5Su única
intención es asesinar, y ¿qué forma de asesinato puede encubrir la inmensa
culpabilidad y el terrible temor a ser castigado que el asesino no puede por
menos que sentir? 6Puede que niegue ser un asesino y que
justifique su infamia con sonrisas mientras la comete. 7Sin
embargo, sufrirá y verá sus intenciones en pesadillas en las que las sonrisas
habrán desaparecido, y en las que su propósito sale al encuentro de su
horrorizada conciencia para seguir acosándolo. 8Pues nadie que piense
en asesinar puede escaparse de la culpabilidad que dicho pensamiento conlleva. 9Si la intención del ataque es la muerte, ¿que importa qué forma
adopte?
2. ¿PodrÃa
cualquier forma de muerte, por muy hermosa y caritativa que parezca, ser
una bendición y un signo de que la Voz que habla por Dios le está hablando a tu
hermano a través de ti? 2La envoltura no hace el regalo. 3Una caja vacÃa, por muy bella que sea y por mucha gentileza que se
tenga al darla, sigue estando vacÃa. 4Y tanto el que la recibe como
el que la da no podrán seguir engañándose por mucho más tiempo. 5Niégale el perdón a tu hermano y lo estarás atacando. 6No
le estarás dando nada y sólo recibirás de él lo que le
diste.
3. La
salvación no transige en absoluto. 2Transigir es aceptar sólo una
parte de lo que quieres: tomar sólo un poco y renunciar al resto. 3 La salvación no renuncia a nada. 4 Se les concede a todos
enteramente. 5Si permites que la idea de transigir invada tu
pensamiento, se pierde la conciencia del propósito de la salvación porque
no se reconoce. 6Dicho propósito se niega cuando la idea de transigir
se ha aceptado, pues es la creencia de que la salvación es imposible. 7La idea de transigir mantiene que puedes atacar un poco, amar
un poco, y ser consciente de la diferencia. 8De esta manera, pretende
enseñar que un poco de lo mismo puede ser diferente, y, al mismo tiempo,
permanecer intacto, cual uno solo. 9¿Tiene sentido esto? 10¿Es acaso comprensible?
4. Este curso
es fácil precisamente porque no transige en absoluto. 2Aun asÃ,
parece ser difÃcil para aquellos que todavÃa creen que es posible transigir. 3No se dan cuenta de que si lo fuese, la salvación serÃa un ataque. 4Es indudable que la creencia de que la salvación es imposible no
puede propiciar la calmada y serena certidumbre de que ésta ha llegado. 5El perdón no se puede negar sólo un poco. 6Tampoco es
posible atacar por una razón y amar por otra, y entender lo que es el perdón. 7¿No te gustarÃa poder reconocer lo que constituye un asalto a tu
paz, si sólo de esa manera resulta imposible que la pierdas de vista? 8Si no la defiendes, puedes mantenerla brillando ante tu visión,
eternamente diáfana y sin jamás perderla de vista.
5. Los que
creen que es posible defender la paz y que está justificado atacar en su
nombre, no pueden percibir que la paz se encuentra dentro de ellos. 2¿Cómo iban a saberlo? 3 ¿Cómo iban a poder aceptar el
perdón y al mismo tiempo seguir albergando la creencia de que algunas formas de
asesinato mantienen la paz a salvo? 4¿Cómo iban a estar dispuestos a
aceptar el hecho de que su brutal propósito va dirigido contra ellos mismos? 5Nadie se une a su enemigo ni comparte su propósito. 6Y
nadie transige con un enemigo sin seguir odiándolo por razón de lo que éste le
privó.
6. No
confundas una tregua con la paz ni la transigencia con el escape del conflicto. 2Haber sido liberado del conflicto significa que éste ha cesado. 3La puerta está abierta; te has retirado del campo de batalla. 4No te has quedado allà con la esperanza cobarde de que el conflicto
no se reanude sólo porque los cañones se han acallado por un momento y el
miedo que asola el lugar de la muerte no es evidente. 5En un campo de
batalla no hay seguridad. 6Lo puedes contemplar a salvo desde lo alto
sin que te afecte. 7Pero dentro de él no puedes encontrar ninguna
seguridad. 8Ni uno solo de los árboles que aún quedan en pie
puede ofrecerte cobijo. 9Ni una sola fantasÃa de protección puede
servir de escudo contra la fe en el asesinato. 10He aquà el cuerpo,
vacilando entre el deseo natural de comunicarse y la intención
antinatural de asesinar y de morir. 11¿Crees que puede haber
alguna forma de asesinato que ofrezca seguridad? 12¿PodrÃa acaso la
culpabilidad estar ausente de un campo de batalla?
LECCIÓN
268
Que
todas las cosas sean exactamente como son.
1. No permitas que hoy sea Tu crÃtico, Señor,
ni que juzgue contra Ti. 2No permitas que interfiera en Tu creación,
desfigurándola y convirtiéndola en formas enfermizas. 3PermÃtaseme estar dispuesto a no atacar su
unidad imponiéndole mis deseos, y asà dejarla ser tal como Tú la creaste. 4Pues de esta manera seré también capaz de reconocer a mi Ser tal
como Tú lo creaste. 5Fui creado en el Amor y en el Amor he de morar
para siempre. 6¿Qué
podrÃa asustarme si dejo que todas las cosas sean exactamente como
son?
2. Que nuestra vista no sea blasfema hoy, y que
nuestros oÃdos no hagan caso de las malas lenguas. 2Sólo la realidad está libre de dolor. 3Sólo en la realidad no se
experimentan pérdidas. 4Sólo la realidad ofrece completa seguridad. 5Y esto es lo único que
buscamos hoy.
25 DE
SEPTIEMBRE
IV. Por encima
del campo de batalla
1. No sigas
estando en conflicto, pues sin ataque no puede haber guerra. 2Tenerle
miedo a Dios es tenerle miedo a la vida, no a la muerte. 3Sin
embargo, Dios sigue siendo el único refugio. 4En Él no hay ataques,
ni el Cielo se ve acechado por ninguna clase de ilusión. 5El Cielo es
completamente real. 6En él las diferencias no tienen cabida, y lo que
es lo mismo no puede estar en conflicto. 7No se te pide que luches
contra tu deseo de asesinar. 8Pero sà se te pide que te des cuenta de
que las formas que dicho deseo adopta encubren la intención del mismo. 9Y es eso lo que te asusta, no la forma que adopta. 10Lo
que no es amor es asesinato. 11Lo que no es amoroso no puede sino ser
un ataque. 12Toda ilusión es un asalto contra la verdad y cada una de
ellas es una agresión contra la idea del amor porque éste parece ser tan
verdadero como ellas.
2. Mas ¿qué
puede ser igual a la verdad y sin embargo diferente? 2El asesinato y
el amor son incompatibles. 3Si ambos fuesen ciertos, tendrÃan
entonces que ser lo mismo e indistinguibles el uno del otro. 4Y asÃ
deben serlo para aquellos que ven al Hijo de Dios como un cuerpo. 5Pues no es el cuerpo lo que es como el Creador del Hijo. 6Y lo que carece de vida no puede ser el Hijo de la Vida. 7¿Puede acaso el cuerpo extenderse hasta abarcar todo el universo? 8¿Puede acaso crear, y ser lo que crea? 9¿Y puede
ofrecerle a sus creaciones todo lo que él es sin jamás sufrir pérdida alguna?
3. Dios no
comparte Su función con un cuerpo. 2El le encomendó a Su Hijo la
función de crear porque es la Suya Propia. 3Creer que la función del
Hijo es asesinar no es un pecado, pero sà es una locura. 4Lo
que es lo mismo no puede tener una función diferente. 5La
creación es el medio por el que Dios se extiende a Sà Mismo, y lo que es Suyo no
puede sino ser de Su Hijo también. 6Pues, o bien el Padre y el Hijo
son asesinos, o bien ninguno de los dos lo es. 7La vida no crea a la
muerte, puesto que sólo puede crear a semejanza propia.
4. La hermosa
luz de tu relación es como el Amor de Dios. 2Mas aún no puede asumir
la sagrada función que Dios le encomendó a Su Hijo, puesto que todavÃa no has
perdonado a tu hermano completamente, y, por ende, el perdón no se puede
extender a toda la creación. 3Toda forma de asesinato y ataque que
todavÃa te atraiga y que aún no hayas reconocido como lo que realmente es,
limita la curación y los milagros que tienes el poder de extender a todo el
mundo. 4Aun asÃ, el EspÃritu Santo sabe cómo multiplicar tus pequeñas
ofrendas y hacerlas poderosas. 5Sabe también cómo elevar tu
relación por encima del campo de batalla para que ya no se encuentre más
en él. 6Esto es lo único que tienes que hacer: reconocer que
cualquier forma de asesinato no es tu voluntad. 7 Tu propósito ahora
es pasar por alto el campo de batalla.
5. Elévate, y
desde un lugar más alto, contémplalo. 2Desde ahà tu perspectiva será
muy diferente. 3AquÃ, en medio de él, ciertamente parece real. 4Aquà has elegido ser parte de él. 5Aquà tu elección es
asesinar. 6Mas desde lo alto eliges los milagros en vez del
asesinato. 7Y la perspectiva que procede de esta elección te muestra
que la batalla no es real y que es fácil escaparse de ella. 8Los
cuerpos pueden batallar, pero el choque entre formas no significa nada. 9Y éste cesa cuando te das cuenta de que nunca tuvo comienzo. 10¿Cómo ibas a poder percibir una batalla como inexistente si
participas en ella? 11¿Cómo ibas a poder reconocer la verdad de los
milagros si el asesinato es tu elección?
6. Cuando la
tentación de atacar se presente para nublar tu mente y volverla asesina,
recuerda que puedes ver la batalla desde más arriba. 2Incluso
cuando se presenta en formas que no reconoces, conoces las señales: 3una punzada de dolor, un ápice de culpabilidad, pero sobre todo, la
pérdida de la paz. 4Conoces esto muy bien. 5Cuando se
presenten, no abandones tu lugar en lo alto, sino elige inmediatamente un
milagro en vez del asesinato. 6Y Dios Mismo, asà como todas las luces
del Cielo, se inclinarán tiernamente ante ti para apoyarte. 7Pues
habrás elegido permanecer donde Él quiere que estés, y no hay ilusión que
pueda atacar la paz de Dios cuando Él está junto a Su
Hijo.
7. No
contemples a nadie desde dentro del campo de batalla, pues lo estarÃas viendo
desde un lugar que no existe. 2No tienes un punto de referencia desde
el que observar y desde el que lo que ves pueda tener significado. 3Pues sólo los cuerpos pueden atacar y asesinar, y si éste es tu
propósito, eso quiere decir que eres un cuerpo. 4Sólo los propósitos
unifican, y aquellos que comparten un mismo propósito son de un mismo pensar. 5El cuerpo de por sà no tiene propósito alguno, y no puede sino ser
algo solitario. 6Desde abajo, no puede ser transcendido. 7Desde arriba, las limitaciones que les impone a aquellos que
todavÃa batallan desaparecen y se hace imposible percibirlas. 8El cuerpo se interpone entre el Padre y el Cielo que Él creó para Su
Hijo precisamente porque no tiene ningún propósito.
8. Piensa en
lo que se les concede a los que comparten el propósito de su Padre sabiendo
que es también el suyo: 2no tienen necesidad de nada; 3cualquier clase de pesar es inconcebible; 4de lo único
que son conscientes es de la luz que aman y sólo el amor brilla sobre ellos para
siempre. 5El amor es su pasado, su presente y su futuro: siempre
el mismo, eternamente pleno y completamente compartido. 6Saben
que es imposible que su felicidad pueda jamás sufrir cambio alguno. 7Tal vez pienses que en el campo de batalla todavÃa hay algo que
puedes ganar. 8Sin embargo, ¿podrÃa ser eso algo que te ofreciese una
calma perfecta y una sensación de amor tan profunda y serena que ninguna sombra
de duda pudiera jamás hacerte perder la certeza? 9¿Y podrÃa ser algo
que durase eternamente?
9. Los que son
conscientes de la fortaleza de Dios jamás podrÃan pensar en batallas. 2¿Qué sacarÃan con ello sino la pérdida de su perfección? 3Pues todo aquello por lo que se lucha en el campo de batalla tiene
que ver con el cuerpo: con algo que éste parece ofrecer o poseer. 4Nadie que sepa que lo tiene todo podrÃa buscarse limitaciones ni
valorar las ofrendas del cuerpo. 5La insensatez de la conquista
resulta evidente desde la serena esfera que se encuentra por encima del campo de
batalla. 6¿Qué puede estar en conflicto con lo que lo es todo?
¿Y qué hay que, ofreciendo menos, pudiese ser más deseable? 8¿A quién
que esté respaldado por el amor de Dios podrÃa resultarle difÃcil elegir entre
los milagros y el asesinato?
LECCIÓN
269
Mi
vista va en busca de la faz de Cristo.
1. Te pido que hoy bendigas mi vista. 2Mi vista es el medio que
Tú has elegido para mostrarme mis errores y para poder ver más allá de ellos. 3Se me ha concedido poder
tener una nueva percepción a través del GuÃa que Tú me diste, y, mediante Sus
lecciones, superar la percepción y regresar a la verdad. 4Pido la
ilusión que trasciende todas las que yo inventé. 5Hoy elijo ver un
mundo perdonado en el que todo lo que veo me muestra la faz de Cristo y me
enseña que lo que contemplo es mÃo, y que nada existe, excepto Tu santo
Hijo.
2. Hoy nuestra vista es bendecida. 2Compartimos una sola
visión cuando contemplamos la faz de Aquel Cuyo Ser es el nuestro. 3Somos uno por razón de Aquel que es el Hijo de Dios,
Aquel que es nuestra Identidad.
26 DE
SEPTIEMBRE
CapÃtulo
24
EL DESEO DE
SER ESPECIAL
Introducción
1. No olvides
que la motivación de este curso es alcanzar y conservar el estado de paz. 2En ese estado la mente se acalla y se alcanza la condición en la que
se recuerda a Dios. 3No es necesario que le digas lo que Él debe
hacer. 4Él no fallará. 5Allà donde puede entrar, Él ya ha
entrado. 6¿Cómo no iba a poder entrar allà donde es Su Voluntad
estar? 7Alcanzarás la paz porque ésa es Su Voluntad. 8¿Crees que una sombra puede frenar la Voluntad que mantiene al
universo a salvo? 9Dios no tiene que contemporizar con las ilusiones
para ser lo que es. 10Ni Su Hijo tampoco. 11Ellos
simplemente son. 12¿Y qué ilusión que en su vagar
parezca flotar e interponerse entre Ellos tiene el poder de invalidar los
designios de Su Voluntad conjunta?
2. Aprender
este curso requiere que estés dispuesto a cuestionar cada uno de los valores que
abrigas. 2Ni uno solo debe quedar oculto y encubierto, pues ello
pondrÃa en peligro tu aprendizaje. 3Ninguna creencia es neutra. 4Cada una de ellas tiene el poder de dictar cada decisión que tomas. 5Pues una decisión es una conclusión basada en todo lo que
crees. 6Es el resultado de lo que se cree y emana de ello tal como el
sufrimiento es la consecuencia inevitable de la culpabilidad, y la
libertad, de la falta de pecado. 7La paz no tiene substitutos. 8No hay alternativa para lo que Dios crea. 9La verdad
surge de lo que Él sabe. 10Y asà como toda la creación
surgió en Su Mente por razón de lo que Él sabe, del mismo modo tus
decisiones proceden de tus creencias.
I. El deseo de
ser especial: el sustituto del amor
1. El amor es
extensión. 2Negarte a dar un regalo -por insignificante que sea-
es no conocer el propósito del amor. 3El amor lo da todo eternamente. 4Si retienes una sola creencia, una sola ofrenda, el amor desaparece,
pues has pedido que un sustituto ocupe su lugar. 5Y ahora la pugna
-el substituto de la paz- no puede sino acompañar a la única alternativa que
puedes elegir en lugar del amor. 6El que la hayas elegido es lo que
le confiere toda la realidad que parece tener.
2. Las
creencias nunca se atacarán unas a otras abiertamente, ya que es imposible que
se puedan producir desenlaces conflictivos. 2Mas una creencia que no
se haya reconocido es una decisión de batallar en secreto, en la que los
resultados del conflicto se mantienen ocultos y nunca se llevan ante la
razón para ver si son sensatos o no. 3Y son muchos los
resultados insensatos que se han obtenido y muchas las decisiones absurdas que
se han tomado que ahora se han convertido en creencias a las que se les ha
otorgado el poder de determinar las decisiones subsiguientes. 4No subestimes el poder que tienen estos guerreros ocultos para
destruir tu paz. 5Pues ésta se encuentra a su merced mientras tu
decisión de dejarla en sus manos siga en pie. 6Los enemigos
secretos de la paz -tu más mÃnima decisión de elegir el ataque en vez del amor-
se encuentran ahà por tu propia elección, sin ser reconocidos y prestos a
desafiarte a combatir y a llevarte a una violencia mucho más grande de lo que te
imaginas. 7No niegues su presencia ni sus terribles resultados. 8Lo único que se puede negar es su realidad, no sus
consecuencias.
3. La única
creencia que se mantiene celosamente oculta y que se defiende aunque no se
reconoce, es la fe en ser especial. 2Esto se manifiesta de muchas
formas, pero siempre choca con la realidad de la creación de Dios y con la
grandeza con la que Él dotó a Su Hijo. 3¿Qué otra cosa podrÃa
justificar el ataque? 4¿Quién podrÃa odiar a alguien cuyo Ser es el
suyo propio y a Quien conoce? 5Sólo los que se creen especiales
pueden tener enemigos, pues creen ser diferentes y no iguales. 6Y
cualquier clase de diferencia impone diferentes órdenes de realidad y una
ineludible necesidad de juzgar.
4. Lo que Dios
creó no puede ser atacado, pues no hay nada en el universo que sea diferente de
ello. 2Lo que es diferente, sin embargo, exige juicios, y éstos
tienen que proceder de alguien que es "mejor", alguien incapaz de ser como aquel
a quien condena, alguien "superior" a él, y en comparación, inocente. 3Y asÃ, el deseo de ser especial se convierte simultáneamente en un
medio y en un fin. 4Pues ser especial no sólo separa, sino que
también sirve como base desde la que el ataque contra los que parecen ser
"inferiores", es "natural" y "justo". 5Los que se creen especiales se
sienten débiles y frágiles debido a las diferencias, pues lo que los hace
especiales es su enemigo. 6Sin embargo, ellos lo protegen y lo llaman
"amigo". 7Luchan por él contra todo el universo, pues no hay nada en
el mundo que sea más valioso para ellos.
5. El deseo de
ser especial es el gran dictador de las decisiones erróneas. 2He aquÃ
la gran ilusión de lo que tú eres y de lo que tu hermano es. 3Y he
aquà también lo que hace que se ame al cuerpo y se le considere algo que vale la
pena conservar. 4Ser especial es una postura que requiere defensa. 5Las ilusiones la pueden atacar y es indudable que lo hacen. 6Pues aquello en lo que tu hermano se tiene que convertir para que tú
puedas seguir siendo especial es una ilusión. 7Hay que atacar a aquel
que es "peor" que tú, de forma que tu especialismo * pueda perpetuarse a costa de su derrota. 8Pues ser especial supone un triunfo, y esa victoria constituye
la derrota y humillación de tu hermano. 9¿Cómo puede vivir tu hermano
con el fardo de todos tus pecados sobre él? 10¿Y quién, sino tú, es
su conquistador?
6. ¿PodrÃas
odiar a tu hermano si fueses igual que él? 2¿PodrÃas atacarlo si te
dieses cuenta de que caminas con él hacia una misma meta? 3¿No harÃas
todo lo posible por ayudarlo a alcanzarla si percibieses que su triunfo es
el tuyo propio? 4Tu deseo de ser especial te convierte en su enemigo;
pero en un propósito compartido, eres su amigo. 5Ser especial jamás
se puede compartir, pues depende de metas que sólo tú puedes alcanzar. 6Y él jamás debe alcanzarlas, pues de otro modo tu meta se verÃa en
peligro. 7¿Qué significado puede tener el amor allà donde el
objetivo es triunfar? 8¿Y qué decisión puede tomarse en favor de
ese objetivo que no acabe perjudicándote?
7. Tu hermano
es tu amigo porque su Padre lo creó semejante a ti. 2No hay
diferencia alguna entre vosotros. 3Se te ha dado tu hermano para que
el amor se pueda extender, no para que se lo niegues. 4Lo que no das,
lo pierdes. 5Dios se dio a SÃ Mismo a vosotros dos, y recordar esto
es el único propósito que compartÃs ahora. 6Por lo tanto, es el único
propósito que tenéis. 7¿PodrÃais atacaros el uno al otro si
decidieseis no permitir que el deseo de ser especial se interpusiese entre
vosotros? 8Observa imparcialmente qué es lo que hace que no
aceptes a tu hermano del todo, o qué es lo que te lleva a pensar que quizá os
convendrÃa más estar separados. 9¿No es siempre acaso tu creencia de
que tu sensación de ser especial se ve menoscabada por vuestra relación? 10¿Y no es éste el "enemigo" que hace que cada uno de vosotros sea
una ilusión para el otro?
8. Tu temor a
Dios y a tu hermano procede de cada creencia de ser especial que aún no has
reconocido. 2Pues exiges que tu hermano se postre ante ella en contra
de su voluntad. 3Y Dios Mismo tiene que honrarla o pagar las
consecuencias. 4Todo vestigio de malicia, toda punzada de odio y todo
deseo de perpetuar la separación nace ahÃ. 5Pues en este punto el
propósito que compartes con tu hermano queda velado de vuestras conciencias. 6Te resistes a aceptar este curso porque te enseña que tú y tu
hermano sois iguales. 7No tenéis ningún propósito que no sea el
mismo, ni ninguno que vuestro Padre no comparta con vosotros. 8Pues
se ha eliminado de vuestra relación todo objetivo de ser especial. 9¿DestruirÃas ahora el objetivo de santidad que el Cielo le
confirió a esta relación? 10¿Qué perspectiva puede tener el que se
cree especial que no cambie con cada aparente golpe, con cada afrenta, o con
cada juicio que se imagina ha sido emitido contra él?
9. Los que se
creen especiales se ven obligados a defender las ilusiones contra la verdad, 2pues ¿qué otra cosa es el deseo de ser especial sino un ataque
contra la Voluntad de Dios? 3No amas a tu hermano mientras sea eso lo
que defiendes en contra suya. 4Esto es lo que él ataca y lo que tú
proteges. 5He aquà el motivo de la batalla que libras contra él. 6Aquà él no puede sino ser tu enemigo, no tu amigo. 7Jamás podrá haber paz entre los que son diferentes. 8Mas
él es tu amigo precisamente porque sois lo mismo.
LECCIÓN
270
Hoy
no utilizaré los ojos del cuerpo.
1. Padre, la visión de Cristo es el don que me
has dado, el cual tiene el poder de transformar todo lo que los ojos del cuerpo
contemplan en el panorama de un mundo perdonado. 2¡Cuán glorioso y lleno de gracia es ese
mundo! 3No obstante,
¡cuánto más podré contemplar en él que lo que puede ofrecerme la vista! 4Un mundo perdonado
significa que Tu Hijo reconoce a su Padre, permite que sus sueños sean llevados
ante la verdad y aguarda con gran expectación el último instante de tiempo en el
que éste acaba para siempre, conforme Tu recuerdo aflora en su memoria. 5Y ahora su voluntad es
una con la Tuya. 6Ahora su
función no es sino la Tuya Propia, y todo pensamiento salvo el Tuyo ha
desaparecido.
2. El sosiego de hoy bendecirá nuestros corazones y,
a través de ellos, la paz descenderá sobre todo el mundo. 2Cristo se
convierte en nuestros ojos hoy. 3Y mediante Su vista le ofrecemos
curación al mundo a través de Él, el santo Hijo que Dios creó Ãntegro; el santo
Hijo a quien Dios creó como uno solo.
6.
¿Qué es el
Cristo?
1.
Cristo es el Hijo de Dios tal como Él lo creó. 2Cristo es el Ser que
compartimos y que nos une a unos con otros, y también con Dios. 3Es
el Pensamiento que todavÃa mora en la Mente que es Su Fuente. 4No ha
abandonado Su santo hogar ni ha perdido la inocencia
en la que fue creado. 5Mora inmutable para siempre en la Mente de
Dios.
2. Cristo
es el eslabón que te mantiene unido a Dios, y la garantÃa de que la separación
no es más que una ilusión de desesperanza, pues toda esperanza morará por
siempre en Él. 2Tu mente
es parte de la Suya, y Ésta de la tuya. 3Él es la parte en la que se
encuentra la Respuesta de Dios, y en la que ya se han tomado todas las
decisiones y a los sueños les ha llegado su fin. 4Nada que los ojos
del cuerpo puedan percibir lo afecta en absoluto. 5Pues aunque Su
Padre depositó en Él los medios
para tu salvación, Él sigue siendo, no obstante, el Ser que, al igual que Su
Padre, no conoce el pecado.
3. Al
ser el hogar del EspÃritu Santo y sentirse a gusto únicamente en Dios,
Cristo permanece en paz en el Cielo de tu mente santa. 2Él es la
única parte de ti que en verdad es real. 3Lo demás son sueños. 4Mas éstos se le entregarán a Cristo, para que se desvanezcan
ante Su gloria y pueda por fin serte revelado tu santo Ser, el
Cristo.
4. El
EspÃritu Santo se extiende desde el Cristo en ti hasta todos tus sueños, y los
invita a venir hasta Él para que puedan ser transformados en la verdad. 2Él los intercambiará por el sueño final que Dios dispuso fuese el
fin de todos los sueños. 3Pues cuando el perdón descanse sobre el
mundo y cada, uno de
los Hijos de Dios goce de paz, ¿qué podrÃa mantener las cosas separadas
cuando lo único que se puede ver es la faz
de Cristo?
5. ¿Y
por cuánto tiempo habrá de verse esta santa faz, cuando no es más
que el sÃmbolo de que el perÃodo de aprendizaje ya ha concluido y de que el
objetivo de la Expiación por fin se ha alcanzado? 2Tratemos, por lo
tanto, de encontrar la faz de Cristo y de no buscar nada más. 3Al
contemplar Su gloria, sabremos que no tenemos necesidad de aprender nada, ni de
percepción, ni de tiempo, ni de ninguna otra cosa excepto del santo Ser, el
Cristo que Dios creó como Su Hijo.
LECCIÓN
271
Hoy
sólo utilizaré la visión de Cristo.
1.
Cada dÃa, cada hora y cada instante elijo lo que quiero contemplar, los
sonidos que quiero oÃr y los testigos de lo que quiero que sea verdad para mÃ. 2Hoy elijo contemplar lo que Cristo quiere que vea; hoy elijo
escuchar la Voz de Dios, asà como buscar los testigos de lo que es verdad en la
creación de Dios. 3En la visión de Cristo, el mundo y la creación de
Dios se encuentran, y según se unen, toda percepción desaparece. 4La
dulce visión de Cristo redime al mundo de la muerte, pues todo aquello sobre lo
que Su mirada se posa no puede sino vivir y recordar al Padre y al Hijo: la
unión entre Creador y creación.
2. Padre,
la visión de Cristo es el camino que me conduce a Ti. 2Lo
que Él contempla restaura Tu recuerdo en mÃ. 3Y eso
es lo que elijo contemplar hoy.
LECCIÓN
272
¿Cómo
iban a poder satisfacer las ilusiones al Hijo de Dios?
1.
Padre, la verdad me pertenece. 2Mi hogar
se estableció en el Cielo mediante tu voluntad y la mÃa. 3¿PodrÃan
contentarme los sueños? 4¿PodrÃan brindarme felicidad las ilusiones? 5¿Qué
otra cosa sino Tu recuerdo podrÃa satisfacer a Tu Hijo? 6No
me contentaré con menos de lo que Tú me has dado. 7Tu
Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente. 8El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú lo
creaste.
2. Hoy
dejamos atrás las ilusiones. 2Y si oÃmos a la tentación
llamarnos e invitarnos a que nos entretengamos con un sueño, nos haremos a
un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podrÃamos
contentarnos con sueños cuando podemos elegir el Cielo con la misma
facilidad que el infierno. aY el amor reemplazará gustosamente todo
temor.
29 DE
SEPTIEMBRE
II. La
perfidia de creerse especial
1. Hacer
comparaciones es necesariamente un mecanismo del ego, pues el amor nunca las
hace. 2Creerse especial siempre conlleva hacer comparaciones. 3Pues se establece al ver una falta en otro; y se perpetúa al buscar
y mantener claramente a la vista cuanta falta se pueda encontrar. 4Esto es lo que persigue el especialismo, y esto es lo que contempla. 5Y aquel a quien tu deseo de ser especial asà rebaja, habrÃa
sido tu salvador si tú no hubieses elegido usarlo como un triste ejemplo de cuán
especial eres tú. 6Frente a la pequeñez que ves en él, tú te yergues
alto y señero, irreprochable y honesto, puro e inmaculado. 7No
entiendes que al hacer eso es a ti mismo a quien rebajas.
2. Tratar de
ser especial es siempre a costa de la paz. 2¿Quién podrÃa atacar y
menospreciar a su salvador y al mismo tiempo reconocer su fuerte apoyo? 3¿Quién podrÃa menoscabar su omnipotencia y al mismo tiempo
compartir su poder? 4¿Y quién podrÃa usarlo como medida de la
pequeñez y al mismo tiempo liberarse de toda limitación? 5Tú tienes
una función que desempeñar en la salvación. 6Realizarla te
brindará felicidad. 7Pero tratar de ser especial siempre te
ocasionará dolor. 8Pues es una meta que se opone a la salvación, y,
por lo tanto, va en contra de la Voluntad de Dios. 9Atribuir valor a
ser especial es apreciar una voluntad ajena, para la cual las ilusiones acerca
de ti son más importantes que la verdad.
3. Ser
especial es la idea del pecado hecha realidad. 2Sin esa base no es
posible ni siquiera imaginarse el pecado. 3Pues el pecado surgió de
ella, de lo que no es nada, y no es más que una flor maléfica desprovista de
raÃces. 4He aquà al que se ha erigido a sà mismo en "salvador", el
"creador" que crea de forma diferente a como crea el Padre e hizo que Su Hijo
fuese como él y no como el Padre. 5Sus hijos "especiales" son
muchos, nunca uno solo, y cada uno de ellos se encuentra exiliado de sà mismo y
de Aquel de Quien forma parte. 6Y ninguno de ellos ama la Unicidad * que los creó como uno solo con Él. 7Ellos eligieron el especialismo en lugar del Cielo y de la paz, y lo
envolvieron cuidadosamente en el pecado para mantenerlo "a salvo" de la
verdad.
4. Tú no eres
especial. 2Si crees que lo eres y quieres defender tu especialismo en
contra de la verdad de lo que realmente eres, ¿cómo vas a poder conocer la
verdad? 3¿Qué respuesta del EspÃritu Santo podrÃa llegar hasta
ti, cuando a lo que escuchas es a tu deseo de ser especial, que es lo que
pregunta y lo que responde? 4Tan sólo prestas oÃdos a su mezquina
respuesta, la cual ni siquiera se oye en la melodÃa que en amorosa alabanza de
lo que eres fluye eternamente desde Dios a ti. 5Y este colosal
himno de honor que amorosamente se te ofrece por razón de lo que eres parece
silencioso e inaudible ante el "poderÃo" de tu especialismo. 6Te
esfuerzas por escuchar una voz que no tiene sonido, y, sin embargo, la Llamada
de Dios Mismo te parece insonora.
5. Puedes
defender tu especialismo, pero nunca oirás la Voz que habla en favor de Dios a
su lado, 2pues hablan diferentes idiomas y llegan a oÃdos diferentes. 3Para todo aquel que se cree especial la verdad tiene un mensaje
diferente, y un significado distinto. 4Sin embargo, ¿cómo podrÃa ser
que la verdad fuese diferente para cada persona? 5Los mensajes
especiales que oyen los que se creen especiales les convencen de que ellos son
diferentes y de que son algo aparte, cada uno con sus pecados especiales y "a
salvo†del amor, el cual no ve su especialismo en absoluto. 6La
visión de Cristo es su "enemigo", pues no ve aquello que ellos quieren ver y les
mostrarÃa que el especialismo que ellos creen ver es una
ilusión.
6. ¿Qué
podrÃan ver en su lugar? 2PodrÃan ver el brillante fulgor del Hijo de
Dios, tan semejante al de su Padre que el recuerdo de Éste alborearÃa de
inmediato en sus mentes. 3Y con ese recuerdo el Hijo recordarÃa sus
propias creaciones, que son tan semejantes a él como él es semejante a su Padre. 4Y el mundo que él construyó, asà como su deseo de ser especial
junto con todos los pecados que en defensa de ese deseo albergó contra sÃ
mismo, se desvanecerÃan a medida que su mente aceptase la verdad acerca de lo
que él es y retornase para ocupar el lugar que aquellos ocupaban, 5Éste es el único "costo" de la verdad: jamás volverás a ver lo que
nunca tuvo lugar ni a oÃr lo que no tiene sonido. 6¿Es acaso un
sacrificio renunciar a lo que no es nada y recibir a cambio el Amor de Dios
para siempre?
7. Tú que has
encadenado a tu salvador a tu deseo de ser especial y has otorgado a dicho deseo
el lugar de aquel, recuerda esto: tu salvador no ha perdido la capacidad de
perdonarte todos los pecados que tú crees haber interpuesto entre él y la
función de salvarte que Dios le encomendó. 2Y tú no puedes cambiar su
función, ni tampoco la verdad que mora en él y en ti. 3Pero ten
por seguro que esta verdad es exactamente la misma en cada uno de vosotros. 4La verdad no transmite mensajes diferentes y sólo tiene un
significado. 5Y es un significado que tú y tu hermano podéis entender
y que os brinda liberación a ambos. 6He aquà a tu hermano
ofreciéndote la llave del Cielo que tiene en su mano. 7No permitas
que el sueño de ser especial continúe interponiéndose entre vosotros. 8Lo que es uno está unido en la verdad.
8. Piensa en
la hermosura que verás dentro de ti cuando lo consideres tu amigo. 2Él es enemigo de tu deseo de ser especial, pero amigo de lo
que es real en ti. 3Ni uno solo de los ataques que pensaste haber
lanzado contra él lo ha despojado del regalo que Dios quiere que él te dé. 4Su necesidad de dártelo es tan imperiosa como la tuya de
recibirlo. 5PermÃtele que te perdone tu deseo de ser especial, y que
restaure la plenitud de tu mente y te haga uno con él. 6El está en
espera de tu perdón, pero únicamente para poder devolvértelo a ti. 7No fue Dios Quien condenó a Su Hijo, sino tú, para salvar su
especialismo y matar a su Ser.
9. Has llegado
muy lejos por el camino de la verdad, demasiado lejos como para titubear ahora. 2Un paso más, y todo vestigio del temor a Dios quedará disuelto en el
amor. 3El deseo de ser especial de tu hermano y el tuyo son enemigos, y en su mutuo odio están comprometidos a matarse el uno al otro y
a negar que son lo mismo. 4Mas no han sido ilusiones las que han
llegado hasta este último obstáculo, el cual parece hacer que Dios y Su Cielo
estén tan lejos que no se pueden alcanzar. 5Aquà en este santo lugar
se alza la verdad esperando para recibirte a ti y a tu hermano en
silenciosa bendición y en una paz tan real y abarcadora que nada queda excluido. 6No traigas ninguna de las ilusiones que abrigas acerca de ti mismo a
este lugar, al que vienes lleno de esperanza y honestidad.
10. He aquà el
que te puede salvar de tu deseo de ser especial. 2Él tiene
tanta necesidad de que lo aceptes como parte de ti, como tú de que él te acepte
a ti. 3Eres tan semejante a Dios como Dios lo es a Sà Mismo. 4Dios no es especial, pues Él no se quedarÃa con ninguna parte
de lo que Él es sólo para SÃ, negándosela a Su Hijo y reservándola sólo para SÃ
Mismo. 5Y esto es lo que tú temes, pues si Él no es especial,
entonces Su Voluntad dispuso que Su Hijo fuese como Él, y, por lo tanto, tu
hermano no puede sino ser como tú. 6Él no es especial, pero lo
tiene todo, incluyéndote a ti. 7Dale sólo lo que ya es suyo, y
recuerda que Dios Se dio a SÃ Mismo a ambos con el mismo amor, para que ambos
pudierais compartir el universo con Él, Quien dispuso que el amor jamás pudiese
ser dividido ni mantenerse separado de lo que es y ha de ser para
siempre.
11. Tú le
perteneces a tu hermano, pues a él no se le negó ninguna parte del amor. 2¿Cómo iba a ser que tú perdieses por ser él Ãntegro? 3Lo que se le ha dado a él es lo que hace que tú seas Ãntegro, y lo
que hace que él sea Ãntegro también. 4El Amor de Dios te dio a ti tu
hermano, y a ti a él porque el Padre se dio a Sà Mismo. 5Lo que es
igual a Dios es uno con El. 6Y ahora que finalmente tienes la
esperanza de paz a la vista, sólo el deseo de ser especial podrÃa hacer que el
hecho innegable de que tú y tu Padre sois uno pareciese ser todo menos el
Cielo.
12. El deseo
de ser especial es el sello de la traición impreso sobre el regalo del amor. 2Todo lo que apoya sus propósitos no tiene otro objetivo que el de
matar. 3Todo regalo que lleve impreso su sello no ofrece otra cosa
que traición al que lo da y al que lo recibe. 4Ni una sola mirada de
los ojos que él ciega deja de contemplar escenas de muerte. 5Todo aquel que cree en su poder no hace sino transigir y hacer
concesiones para establecer al pecado como substituto del amor y servirle con
gran lealtad. 6Y toda relación que tenga el propósito del pecado
en gran estima no hace sino aferrarse al asesinato como arma de seguridad y como
el protector supremo de todas las ilusiones contra la "amenaza" del
amor.
13. La
esperanza de ser especial hace que parezca posible que Dios hizo al cuerpo para
que fuese la prisión que mantiene a Su Hijo separado de El. 2Pues el
especialismo requiere un lugar especial donde Dios no pueda entrar y un
escondite donde a lo único que se le da la bienvenida es a tu insignificante yo. 3Nada es sagrado aquÃ, excepto tú y sólo tú, un ente aparte y
separado de todos tus hermanos; a salvo de cualquier intrusión de la cordura en
las ilusiones; a salvo de Dios, pero destinado al conflicto eterno. 4He aquà las puertas del infierno tras las cuales tú mismo te
encerraste, para gobernar en la demencia y en la soledad tu reino especial,
separado de Dios y alejado de la verdad y de la salvación.
14. La llave que tú tiraste Dios se la dio a
tu hermano, cuyas santas manos quieren ofrecértela cuando estés listo para
aceptar el plan de Dios para tu salvación en vez del tuyo. 2¿Cómo
puedes llegar a estar listo, salvo reconociendo toda tu abyecta desdicha y
dándote cuenta de que tu plan ha fracasado y de que jamás te aportará ninguna
clase de paz o felicidad? 3Ésta es la desesperación por la que ahora
estás pasando, pero no es más que una ilusión de desesperación. 4La muerte de tu especialismo no es tu muerte, sino tu despertar a la
vida eterna. 5No haces sino emerger de una ilusión de lo que eres a
la aceptación de ti mismo tal como Dios te creó.
LECCIÓN
273
MÃa
es la quietud de la paz de Dios.
1. Tal
vez estemos ahora listos para pasar un dÃa en perfecta calma. 2Sl
esto no fuese posible todavÃa, nos contentaremos y nos sentiremos más que
satisfechos, con poder aprender cómo es posible pasar un dÃa asÃ. 3Si
permitimos que algo nos perturbe, aprendamos a descartarlo y a recobrar la paz. 4Sólo necesitamos decirles a nuestras mentes con absoluta certeza:
"MÃa es la quietud de la paz de Dios", y nada podrá venir a perturbar la
paz que Dios Mismo le dio a Su Hijo.
2. Padre,
Tu paz me
pertenece. 2¿Qué
necesidad tengo de temer que algo pueda robarme lo que Tú has dispuesto sea mÃo
para siempre? 3No puedo
perder los dones que Tú me has dado. 4Por lo
tanto, la paz con la que Tú agraciaste a Tu Hijo sigue conmigo, en la quietud y
en el eterno amor que Te profeso.
30 DE
SEPTIEMBRE
III. Cómo
perdonar el deseo de ser especial
1. El perdón
pone fin al deseo de ser especial. 2Lo único que se puede perdonar
son las ilusiones, que entonces desaparecen. 3El perdón es lo que te
libera de todas las ilusiones, y por eso es por lo que es imposible perdonar
sólo parcialmente. 4Nadie que se aferra a una sola ilusión puede
considerarse a sà mismo libre de pecado, pues en tal caso aún está afirmando que
un error acerca de sà mismo es hermoso. 5Y de este modo, lo califica
de "imperdonable" y lo convierte en un pecado. 6¿Cómo iba a
poder entonces conceder perdón de manera total cuando aún no lo quiere
aceptar para sà mismo? 7Pues es seguro que lo recibirÃa
completamente en el instante en que asà lo concediese. 8Y de
esta manera, la culpabilidad que mantiene oculta desaparecerÃa, al él mismo
haberla perdonado.
2. Cualquier
forma de especialismo que aún valores, la has convertido en un pecado. 2Se alza inviolable, y la defiendes acérrimamente con toda tu
endeble fuerza contra la Voluntad de Dios. 3Y asÃ, se alza contra ti,
como enemiga tuya, no de Dios. 4De este modo, parece escindirte de
Dios y hacer que estés separado de Él en cuanto que defensor de ella. 5Prefieres proteger lo que Dios no creó. 6Sin embargo,
este Ãdolo que parece conferirte poder, en realidad te lo ha arrebatado. 7Pues le has dado el patrimonio de tu hermano, dejando a éste solo y
condenado, y quedando tú hundido en el pecado y en el sufrimiento junto con
él ante el Ãdolo que no puede salvaros.
3. No eres tú
el que es tan vulnerable y susceptible de ser atacado que basta una palabra, un
leve susurro que no te plazca, una circunstancia adversa o un evento que no
hayas previsto para trastornar todo tu mundo y precipitarlo al caos. 2La verdad no es algo frágil, 3y las ilusiones
no pueden afectarla ni cambiarla en absoluto. 4Pero ser especial no
es lo que es verdad acerca de ti. 5Pues cualquier cosa puede hacerle
perder el equilibrio. 6Lo que descansa sobre lo que no es nada jamás
podrá ser estable. 7Por muy grande y desmesurado que parezca, se
tambaleará, dará vueltas y revoloteará con la más tenue
brisa.
4. Sin
cimientos nada es seguro. 2¿HabrÃa dejado Dios a Su Hijo en un estado
en el que la seguridad no significase nada? 3¡De ninguna manera! aSu Hijo permanece a salvo, descansando en Él. 4Tu deseo
de ser especial es lo que se ve atacado por todo lo que camina o respira, se
arrastra o se desliza, o simplemente vive. 5Nada está a salvo de su
ataque, y ello no está a salvo de nada. 6Jamás habrá de perdonar,
pues esto es lo que es: un voto secreto de que lo que Dios quiere para ti nunca
se dé y de que te opondrás a Su Voluntad para siempre. 7No es
posible tampoco que ambas voluntades puedan jamás ser la misma, mientras tu
deseo de ser especial se alce como una llameante espada de muerte entre ellas,
haciendo que sean enemigas.
5. Dios te
pide que perdones. 2Él no quiere que la separación se interponga,
como si de una voluntad ajena se tratase, entre lo que tanto Su Voluntad como la
tuya disponen para ti. 3Ambas son la misma voluntad, pues ninguna de
ellas dispone ser especial. 4¿Cómo iban a poder disponer la muerte
del amor mismo? 5Con todo, no pueden atacar a las ilusiones. 6No son cuerpos, y esperan como una sola Mente a que todas las
ilusiones se traigan ante ellas y se dejen ahÃ. 7La salvación no
desafÃa ni siquiera a la muerte. 8Y a Dios Mismo, que sabe
que la muerte no es tu voluntad, no lo queda otro remedio que decir:
"Hágase tu voluntad" porque tú crees que lo es.
6. Perdona al
gran Creador del universo -la Fuente de la vida, del amor y de la santidad, el
Padre perfecto de un Hijo perfecto- por tus ilusiones de ser especial. 2He aquà el infierno que elegiste como tu hogar. 3Él no
eligió eso para ti. 4No le pidas que entre ahÃ. 5El camino
está cerrado al amor y a la salvación. 6Pero si liberas a tu hermano
de las profundidades del infierno, habrás perdonado a Aquel Cuya Voluntad es que
descanses para siempre en los brazos de la paz, perfectamente a salvo y sin
que la animosidad ni malicia de ningún pensamiento de ser especial perturbe tu
descanso. 7Perdona al SantÃsimo por no haber podido concederte el
especialismo, que tú entonces inventaste.
7. Todos los
que se consideran especiales están dormidos, rodeados por un mundo de
belleza que no ven. 2La libertad, la paz y la dicha se encuentran
ahÃ, al lado del ataúd en el que duermen, llamándolos para que vuelvan en sà y
despierten de su sueño de muerte. 3Mas ellos no oyen nada. 4Están perdidos en sueños de que son especiales. 5Odian la
llamada que los puede despertar y maldicen a Dios porque no convirtió su sueño
en realidad. 6Maldice a Dios y muere, pero no por mandato de
Aquel que no creó la muerte, sino sólo en el sueño. 7Mas abre los
ojos ligeramente y verás al salvador que Dios te dio a fin de que pudieses
contemplarlo y devolverle su patrimonio. 8Dicho patrimonio es
también el tuyo.
8. Los
esclavos del deseo de ser especial se liberarán. 2Tal es la Voluntad
de Dios y la de Su Hijo. 3¿Se condenarÃa Dios a Sà Mismo al infierno
y a la perdición? 4¿Y es eso acaso lo que dispones para tu salvador? 5Dios te llama a través de él a unirte a Su Voluntad para que ambos
os salvéis del infierno. 6Observa las marcas de los clavos en las
manos que te extiende pidiendo que le concedas tu perdón. 7Dios te
pide que tengas misericordia con Su Hijo y con Él. 8No se la niegues
a ninguno de los dos. 9Lo único que te piden es que se haga tu
voluntad. 10Buscan tu amor a fin de que tú te puedas amar a ti mismo. 11No ames tu deseo de ser especial en vez de amarles a Ellos. 12La marca de los clavos está también en tus manos. 13Perdona a tu Padre el que no fuese Su Voluntad que tú fueses
crucificado.
IV. Ser
especial en contraposición a ser impecable *
1. Ser
especial implica una falta de confianza en todo el mundo excepto en ti mismo. 2Depositas tu fe exclusivamente en ti. 3Todo lo demás se
convierte en tu enemigo: temido y atacado, mortal y peligroso, detestable y
merecedor únicamente de ser destruido. 4Cualquier gentileza que este
enemigo te ofrezca no es más que un engaño, pero su odio es real. 5Al
estar en peligro de destrucción tiene que matar, y tú te sientes atraÃdo
hacia él para matarlo primero. 6Tal es la atracción de la
culpabilidad. 7Ahà se entrona a la muerte como el salvador; la
crucifixión se convierte ahora en la redención, y la salvación no puede
significar otra cosa que la destrucción del mundo con excepción de ti
mismo.
2. ¿Qué otro
propósito podrÃa tener el cuerpo sino ser especial? 2Esto es lo que
hace que sea frágil e incapaz de defenderse a sà mismo. 3Fue
concebido para hacer que tú fueses frágil e impotente. 4La meta
de la separación es su maldición. 5Los cuerpos, no obstante, no
tienen metas. 6Tener propósitos es algo que es sólo propio de la
mente. 7Y las mentes pueden cambiar sà asà lo desean. 8No pueden cambiar sus cualidades inherentes ni sus atributos, 9pero sà pueden cambiar el propósito que persiguen, y al hacer eso,
los estados corporales no pueden sino cambiar también. 10El cuerpo no
puede hacer nada por su cuenta. 11Considéralo un medio de herir, y
será herido. 12Considéralo un medio para sanar y
sanará.
3. Sólo puedes
hacerte daño a ti mismo. 2Hemos repetido esto con frecuencia, pero
todavÃa resulta difÃcil de entender. 3A las mentes empeñadas en ser
especiales les resulta imposible entenderlo. 4Pero a las que
desean curar y no atacar les resulta muy obvio. 5El propósito del
ataque se halla en la mente, y sus efectos sólo se pueden sentir allà donde se
encuentra dicho propósito. 6La mente no es algo limitado, y a eso se
debe que cualquier propósito perjudicial le haga daño a toda ella cual una sola. 7Nada podrÃa tener menos sentido para los que se creen
especiales. 8Nada podrÃa tener mayor sentido para los milagros. 9Pues los milagros no son sino el resultado de cambiar del propósito
de herir al de sanar. 10Este cambio de propósito pone "en peligro" el
especialismo, pero sólo en el sentido de que la verdad supone una "amenaza" para
todas las ilusiones. 11Ante ella no pueden quedar en pie. 12No obstante, ¿qué consuelo encontraste jamás en ellas para que le
niegues a tu Padre el regalo que te pide y para que en lugar de dárselo a Él se
lo des a ellas? 13Si se lo das a Él, el universo es tuyo. 14Si se lo das a las ilusiones, no recibes ningún regalo a cambio. 13Lo que le has dado a tu especialismo te ha llevado a la bancarrota,
dejando tus arcas yermas y vacÃas, con la tapa abierta invitando a todo lo que
quiera perturbar tu paz a que entre y destruya.
4. Te dije
anteriormente que no te detuvieses a examinar los medios con los que se logra la
salvación, ni cómo se alcanza ésta. 2Pero examina detenidamente si es
tu deseo ver a tu hermano libre de pecado. 3Para todo aquel que se
cree especial la respuesta tiene que ser "no". 4Un hermano libre de
pecado es enemigo de su especialismo, mientras que el pecado, de ser
posible, serÃa su amigo. 5Los pecados de tu hermano justificarÃan tu
especialismo y le darÃan el significado que la verdad le niega. 6Todo
lo que es real proclama que él es incapaz de pecar. 7Todo lo que es
falso proclama que sus pecados son reales. 8Si es un pecador, tu
realidad entonces no es real, sino únicamente un sueño de que eres especial
que dura sólo un instante, antes de desmoronarse y convertirse en
polvo.
5. No
defiendas este sueño insensato, en el que Dios se halla privado de lo que
ama y tú te encuentras más allá de la posibilidad de salvarte. 2Lo
único que es seguro en este mundo cambiante que no tiene sentido en la realidad
es esto: cuando no estás completamente en paz, o cuando experimentas
cualquier clase de dolor, es que has percibido un pecado en tu hermano y te has
regocijado por lo que creÃste ver en él. 3Tu sensación de ser
especial pareció estar a salvo a causa de ello. 4Y asÃ, salvaste
a lo que habÃas designado como tu salvador y crucificaste al que Dios te dio en
su lugar. 5Y de este modo, estás en la misma encrucijada que él, pues
sois un solo ser. 6Por lo tanto, el especialismo es su "enemigo†asÃ
como el tuyo.
LECCIÓN
274
Este
dÃa le pertenece al Amor. Hoy no tendré miedo de nada.
1. Padre,
hoy quiero dejar que todas las cosas sean como Tú las creaste y ofrecerle a Tu
Hijo el honor que se merece
por su impecabilidad; el amor de un hermano hacia su hermano y Amigo. 2De ese modo soy redimido. 3Y del
mismo modo, la verdad pasará a ocupar
el lugar que antes ocupaban las ilusiones, la luz reemplazará toda
oscuridad y Tu Hijo sabrá que él es tal como Tú lo
creaste.
2. Hoy
nos llega una bendición especial de Aquel que es nuestro Padre. 2DedÃcale a Él este dÃa, y no tendrás miedo de nada hoy, pues el dÃa
habrá sido consagrado al Amor.