UN CURSO DE MILAGROS - FRASES DEL DÍA
OCTUBRE
1 DE
OCTUBRE
V. El Cristo
en ti
1. El Cristo
en ti está muy quedo. 2Contempla lo que ama y lo reconoce como Su
Propio Ser. 3Y asÃ, se regocija con lo que ve, pues sabe que ello es
uno con Él y con Su Padre. 4El especialismo también se regocija con
lo que ve, aunque lo que ve no es verdad. 5Aun asÃ, lo que buscas es
una fuente de gozo tal como lo concibes. 6Lo que deseas es verdad
para ti. 7Pues es imposible desear algo y no tener fe de que ello es
real. 8Desear otorga realidad tan irremediablemente como ejercer
la voluntad crea. 9El poder de un deseo apoya a las ilusiones tan
fuertemente como el amor se extiende a sà mismo. 10Excepto que uno de
ellos engaña y el otro sana.
2. No hay ningún sueño de querer ser especial que no suponga tu propia
condenación, por muy oculta o disfrazada que se encuentre la forma en que
éste se manifiesta, por muy hermoso que pueda parecer o por muy delicadamente
que ofrezca la esperanza de paz y la escapatoria del dolor. 2En los
sueños, causa y efecto se intercambian, pues en ellos el hacedor del sueño cree
que lo que hizo le está sucediendo a él. 3No se da cuenta de que tomó
una hebra de aquÃ, un retazo de allá y tejió un cuadro de la nada. 4Mas las partes no casan, y el todo no les aporta nada que haga que
tengan sentido.
3. ¿De dónde
podrÃa proceder tu paz sino del perdón? 2El Cristo en ti contempla
solamente la verdad y no ve ninguna condenación que pudiese necesitar perdón. 3Él está en paz porque no ve pecado alguno. 4IdentifÃcate con Él, ¿y qué puede tener Él que tú no tengas? 5Cristo es tus ojos, tus oÃdos, tus manos, tus pies. 6¡Qué
afables son los panoramas que contempla, los sonidos que oye! 7¡Qué hermosa la mano de Cristo, que sostiene a la de Su hermano! a¡Y con cuánto amor camina junto a él, mostrándole lo que se puede
ver y oÃr, e indicándole también dónde no podrá ver nada y dónde no hay ningún
sonido que se pueda oÃr!
4. Mas deja
que tu deseo de ser especial dirija su camino, y tú lo recorrerás con él. 2Y ambos caminaréis en peligro, intentando conducir al otro a un
precipicio execrable y arrojarlo por él, mientras os movéis por el sombrÃo
bosque de los invidentes, sin otra luz que la de los breves y oscilantes
destellos de las luciérnagas del pecado, que titilan por un momento para luego
apagarse. 3Pues, ¿en qué puede deleitarse el deseo de ser especial,
sino en matar? 4¿Qué busca sino ver la muerte? 5¿Adónde
conduce, sino a la destrucción? 6Mas no creas que fue a tu hermano a
quien contempló primero, ni al que aborreció antes de aborrecerte a ti. 7El pecado que sus ojos ven en él y en lo que se deleitan, lo vio en
ti y todavÃa lo sigue contemplando con deleite. 8Sin embargo, ¿qué
deleite te puede dar contemplar la putrefacción y la demencia, y creer que esa
cosa que está a punto de desintegrarse, con la carne desprendiéndose ya de los
huesos y con cuencas vacÃas por ojos es como tú?
5. RegocÃjate
de no tener ojos con los que ver, ni oÃdos con los que oÃr, ni manos con las que
sujetar nada, ni pies a los que guiar. 2Alégrate de que el único que
pueda prestarte los Suyos sea Cristo, mientras tengas necesidad de ellos. 3Los Suyos son ilusiones también, lo mismo que los tuyos. 4Sin embargo, debido a que sirven a un propósito diferente, disponen
de la fuerza de éste. 5Y derraman luz sobre todo lo que ven, oyen,
sujetan o guÃan, a fin de que tú puedas guiar tal como fuiste
guiado.
6. El Cristo
en ti está muy quedo. 2Él sabe adónde te diriges y te conduce allÃ
dulcemente, bendiciéndote a lo largo de todo el trayecto. 3Su
Amor por Dios reemplaza todo el miedo que creÃste ver dentro de ti. 4Su santidad hace que Él se vea a Sà Mismo en aquel cuya mano tú
sujetas, y a quien conduces hasta Él. 5Y lo que ves es igual a ti. 6Pues, ¿a quién sino a Cristo se puede ver, oÃr, amar y seguir a
casa? 7Él te contempló primero, pero reconoció que no estabas
completo. 8De modo que buscó lo que te completa en cada cosa viviente
que Él contempla y ama. 9Y aún lo sigue buscando, para que cada una
pueda ofrecerte el Amor de Dios.
7. Aun asÃ, Él
permanece muy quedo, pues sabe que el amor está en ti ahora, asido con firmeza
por la misma mano que sujeta a la de tu hermano. 2La mano de Cristo
sujeta a todos sus hermanos en Sà Mismo. 3Él les concede visión a sus
ojos invidentes y les canta himnos celestiales para que sus oÃdos dejen de oÃr
el estruendo de las batallas y de la muerte. 4Él se extiende hasta
otros a través de ellos, y les ofrece Su mano para que puedan bendecir toda cosa
viviente y ver su santidad. 5Él se regocija de que éstos sean los
panoramas que ves, y de que los contemples con Él y compartas Su dicha. 6Él está libre de todo deseo de ser especial y eso es lo que te
ofrece, a fin de que puedas salvar de la muerte a toda cosa viviente y recibir
de cada una el don de vida que tu perdón le ofrece a tu Ser. 7La
visión de Cristo es lo único que se puede ver. 8El canto de Cristo es
lo único que se puede oÃr. 9La mano de Cristo es lo único que se
puede asir. 10No hay otra jornada, salvo caminar con
Él.
8. Tú que te
contentarÃas con ser especial y que buscarÃas la salvación luchando contra
el amor, considera esto: el santo Señor del Cielo ha descendido hasta ti para
ofrecerte tu compleción. 2Lo que es de Él es tuyo porque en tu
compleción reside la Suya. 3Él, que no dispuso estar sin Su Hijo,
jamás habrÃa podido disponer que tú estuvieses sin tus hermanos. 4¿Y
te habrÃa dado Él un hermano que no fuese tan perfecto como tú y tan semejante a
Él en santidad como tú no puedes sino serlo también?
9. Antes de
que pueda haber conflicto tiene que haber duda. 2Y toda duda tiene
que ser acerca de ti mismo. 3Cristo no tiene ninguna duda y Su
serenidad procede de Su certeza. 4Él intercambiará todas tus
dudas por Su certeza, si aceptas que Él es uno contigo y que esa unidad es
interminable, intemporal y que está a tu alcance porque tus manos son las Suyas. 5Él está en ti, sin embargo, camina a tu lado y delante de ti,
mostrándote el camino que Él debe seguir para encontrar Su Propia compleción. 6Su quietud se convierte en tu certeza. 7¿Y dónde está la
duda una vez que la certeza ha llegado?
LECCIÓN
275
La
sanadora Voz de Dios protege hoy todas las cosas.
1. Escuchemos
hoy a la Voz que habla por Dios, la cual nos habla de una lección ancestral que
es tan cierta hoy como siempre lo fue. 2Sin embargo, este dÃa ha sido
seleccionado como aquel en el que hemos de buscar y oÃr, aprender y entender. 3Escuchemos juntos, 4pues lo que nos dice la Voz que habla
por Dios no lo podemos entender por nuestra cuenta, ni aprenderlo estando
separados. 5En esto reside la protección de todas las cosas. 6Y en esto se encuentra la curación que brinda
la Voz que habla por Dios.
2. Tu
sanadora Voz protege hoy todas las cosas, por lo tanto, dejo todo en Tus Manos. 2No tengo
que estar ansioso por nada. 3Pues
Tu Voz me indicará lo que tengo que hacer y adónde debo ir, con quién debo
hablar y qué debo decirle, qué pensamientos debo albergar y qué palabras
transmitirIe al mundo. 4La
seguridad que ofrezco me es dada a mÃ. 5Padre, Tu Voz protege todas
las cosas a través de mÃ.
2 DE
OCTUBRE
VI. Cómo
escaparse del miedo
1. El mundo se
aquieta ante la santidad de tu hermano, y la paz desciende sobre él dulcemente y
con una bendición tan completa que desaparece todo vestigio de conflicto que
pudiese acecharte en la oscuridad de la noche. 2Él es quien te salva
de tus sueños de terror. 3Él sana tu sensación de sacrificio y tu
temor de que el viento disperse lo que tienes y lo convierta en polvo. 4En él descansa tu certeza de que Dios está aquà y de que está
contigo ahora. 5Mientras él sea lo que es, puedes estar seguro de que
es posible conocer a Dios y de que lo conocerás. 6Pues Él nunca
podrÃa abandonar a Su Propia creación. 7Y la señal de que esto es asÃ
reside en tu hermano, que se te da para que todas tus dudas acerca de ti mismo
puedan desaparecer ante su santidad. 8Ve en él la creación de Dios, 9pues en él su Padre aguarda tu reconocimiento de que Él te creó
como parte de SÃ Mismo.
2. Sin ti, a
Dios le faltarÃa algo, el Cielo estarÃa incompleto y habrÃa un Hijo sin Padre. 2No habrÃa universo ni realidad. 3Pues lo que Dios dispone
es Ãntegro y forma parte de Él porque Su Voluntad es una. 4No hay
cosa viviente que no forme parte de Él ni nada que no viva en Él. 5La
santidad de tu hermano te muestra que Dios es uno con él y contigo, y que lo que
tu hermano tiene es tuyo porque tú no estás separado de él ni de su
Padre.
3. No hay nada
en todo el universo que no te pertenezca. 2No hay nada que Dios haya
creado que Él no haya puesto amorosamente ante ti para que sea tuyo para
siempre. 3Y ningún Pensamiento que se encuentre en Su Mente puede
estar ausente de la tuya. 4Su Voluntad es que compartas con Él Su
Amor por ti y que te contemples a ti mismo tan amorosamente como Él te
concibió antes de que este mundo diera comienzo, y como todavÃa te conoce. 5Dios no cambia de parecer con respecto a Su Hijo por razón de
circunstancias pasajeras que no tienen ningún significado en la eternidad en la
que Él mora y en la que tú moras con Él. 6Tu hermano es exactamente
tal como Él lo creó. 7Y esto es lo que te salva de un mundo que Él no
creó.
4. No olvides
que el único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios. 2Ese
es el único propósito que el EspÃritu Santo ve en él, y, por lo tanto, es el
único que tiene. 3Hasta que no veas la curación del Hijo como lo
único que deseas que tanto este mundo como el tiempo y todas las apariencias
lleven a cabo, no conocerás al Padre, ni te conocerás a ti mismo. 4Pues usarás al mundo para un propósito distinto del que tiene, y no
te podrás librar de sus leyes de violencia y de muerte. 5Sin embargo,
se te ha concedido estar más allá de sus leyes desde cualquier punto de
vista, en todo sentido y, en toda circunstancia, en toda tentación de
percibir lo que no está ahà y en toda creencia de que el Hijo de Dios puede
experimentar dolor por verse a sà mismo como no es.
5. Mira a tu
hermano y ve en él lo opuesto a las leyes que parecen regir este mundo. 2Ve en su libertad la tuya propia, pues asà es. 3No dejes
que su deseo de ser especial nuble la verdad que mora en él, pues no te podrás
escapar de ninguna ley de muerte a la que lo condenes. 4Y un solo
pecado que veas en él será suficiente para manteneros a ambos en el infierno. 5Mas su perfecta impecabilidad* os liberará a ambos, pues la santidad es
totalmente imparcial y sólo emite un juicio con respecto a todo lo que
contempla. 6Y ese juicio no lo emite sola, sino a través de la
Voz que habla por Dios en todo aquello que vive y que comparte Su Ser.
6. Su
impecabilidad es lo que los ojos que ven pueden contemplar. 2Su
hermosura, lo que ven en todo. 3Y es a Él a Quien buscan por todas
partes, y no hay panorama, tiempo o lugar donde Él no esté. 4En la
santidad de tu hermano -el marco perfecto para tu salvación y para la
salvación del mundo- se encuentra el radiante recuerdo de Aquel en Quien tu
hermano vive y en Quien tú vives junto con él. 5No te dejes cegar por
el velo del deseo de ser especial que oculta la faz de Cristo de los ojos
de tu hermano, asà como de los tuyos. 6No permitas tampoco que el
temor a Dios te siga privando de la visión que Dios dispuso que tuvieses. 7El cuerpo de tu hermano no te muestra a Cristo. 8A Él
sólo se le puede ver dentro del marco de su santidad.
7. Elige,
pues, lo que deseas ver: su cuerpo o su santidad; y lo que elijas será lo que
contemplarás. 2Y serán muchas las ocasiones en las que tendrás que
elegir, a lo largo de un tiempo que no parece tener fin, hasta que te decidas en
favor de la verdad. 3Pues la eternidad no se puede recuperar negando
una vez más al Cristo en tu hermano. 4¿Y dónde se encontrarÃa tu
salvación si él sólo fuese un cuerpo? 5¿Dónde se encuentra tu paz,
sino en su santidad? 6¿Y dónde está Dios Mismo, sino en aquella
parte de Sà que Él ubicó para siempre en la santidad de tu hermano, a fin de que
tú pudieras ver la verdad acerca de ti mismo, expuesta por fin en términos que
puedes reconocer y comprender?
8. La santidad
de tu hermano es sacramento y bendición para ti. 2Sus errores no
pueden privarlo de la bendición de Dios, ni tampoco a ti que lo ves
correctamente. 3Sus errores pueden causar demora, de la cual se te ha
encomendado que lo libres para que ambos podáis completar una jornada que jamás
comenzó y que no es necesario finalizar. 4Lo que nunca existió no es
parte de ti. 5No obstante, pensarás que lo es hasta que te des cuenta
de que ello no es parte de aquel que está a tu lado. 6Él es el
reflejo de ti mismo, donde ves el juicio que has emitido de los dos. 7El Cristo en ti contempla su santidad. 8Tu deseo de ser
especial percibe su cuerpo y no lo ve a él.
9. Contémplalo
tal como es, a fin de que tu liberación no se demore en llegar. 2Lo
único que te ofrece la otra opción es vagar sin rumbo, sin propósito y sin haber
logrado nada en absoluto. 3Y mientras tu hermano siga dormido y no se
haya liberado del pasado, te atormentará una sensación de futilidad por no haber
llevado a cabo la función que se te encomendó. 4Se te ha
encomendado salvar de la condenación a aquel que se condenó a sà mismo, y a
ti junto con él, para que asà tanto tú como él os podáis salvar. 5Y
ambos veréis la gloria de Dios en Su Hijo, a quien tomasteis por carne y a quien
sometisteis a leyes que no tienen poder alguno sobre él.
10. ¿No te
alegrarÃa descubrir que no estás sujeto a esas leyes? 2No lo veas a
él, entonces, como prisionero de ellas. 3No es posible que lo que
gobierna a una parte de Dios no gobierne al resto. 4Te sometes a ti
mismo a las leyes que consideras que rigen a tu hermano. 5Piensa, entonces, cuán grande tiene que ser el Amor de Dios por ti,
para que Él te haya dado una parte de Sà Mismo a fin de evitarte dolor y
brindarte dicha. 6Y nunca dudes de que tu deseo de ser especial
desaparecerá ante la Voluntad de Dios, que ama y cuida cada aspecto de Sà Mismo
por igual. 7El Cristo en ti puede ver a tu hermano correctamente. 8¿Te opondrÃas entonces a la santidad que Él
ve?
11. Ser
especial es la función que tú te asignaste a ti mismo. 2Te representa
exclusivamente a ti, como un ser que se creó a sà mismo, auto-suficiente, sin
necesidad de nada y separado de todo lo que se encuentra más allá de su cuerpo. 3Ante los ojos del especialismo tú eres un universo separado,
capaz de mantenerse completo en sà mismo, con todas las puertas aseguradas
contra cualquier intromisión y todas las ventanas cerradas herméticamente
para no dejar pasar la luz. 4Y al estar siempre furioso por el
constante ataque al que siempre crees estar sometido y al sentir que tu ira
está plenamente justificada, te has empeñado en lograr este objetivo con un
ahÃnco del cual jamás pensaste desistir y con un esfuerzo que nunca pensaste
abandonar. 5Y toda esa feroz determinación fue para esto:
querÃas que ser especial fuese la verdad.
12. Ahora
simplemente se te pide que persigas otra meta que requiere mucha menos
vigilancia, muy poco esfuerzo y muy poco tiempo, y que está apoyada por el poder
de Dios que garantiza tu éxito. 2Sin embargo, de las dos metas, ésta
es la que te resulta más difÃcil. 3Entiendes el "sacrificio" de tu
ser que la otra supone, aunque no consideras que ello sea un costo
excesivo. 4Pero tener un poco de buena voluntad, darle una señal de
asentimiento a Dios, o darle la bienvenida al Cristo en ti, te parece una carga
agotadora y tediosa, demasiado pesada para ti. 5Sin embargo, la
dedicación a la verdad tal como Dios la estableció no entraña sacrificios ni
conlleva esfuerzo alguno, y todo el poder del Cielo y la fuerza de la
verdad misma se te dan a fin de proveerte los medios y garantizar la consecución
de la meta.
13. Tú que
crees que es más fácil ver el cuerpo de tu hermano que su santidad, asegúrate de
que entiendes lo que dio lugar a ese juicio. 2Ahà es donde se oye
claramente la voz del deseo de ser especial juzgando contra Cristo y
estableciendo el objetivo que puedes alcanzar y lo que no puedes hacer. 3No olvides que ese juicio debe aplicarse igualmente a lo que haces
con él en cuanto que aliado tuyo. 4Pero lo que haces a través de
Cristo él no lo sabe. 5Para Cristo dicho juicio no tiene ningún
sentido, pues sólo lo que la Voluntad de Su Padre dispone es posible y no hay
ninguna otra alternativa que Él pueda ver. 6Y de Su absoluta falta de
conflicto procede tu paz. 7Y de Su propósito, los medios para lograr
fácilmente tu objetivo y hallar descanso.
LECCIÓN
276
Se
me ha dado la Palabra de Dios para que la comparta.
1. ¿Qué
dice la Palabra de Dios? 2"Mi Hijo es tan puro y santo como Yo
Mismo." 3Asà fue como Dios se convirtió en el
Padre del Hijo que Él ama, pues asà fue como lo creó. 4Ésta es la Palabra que el Hijo no creó con el Padre, pues nació como
resultado de ella. 5Aceptemos Su Paternidad, y todo se nos dará. 6Mas si negamos que fuimos creados en Su Amor, estaremos negando
nuestro Ser, y asÃ, no tendremos certeza acerca de quiénes somos, Quién es
nuestro Padre y cuál es nuestro propósito aquÃ. 7No obstante, sólo
con que reconozcamos a Aquel que nos dio Su Palabra en nuestra creación, Su
recuerdo aflorará de nuevo en nuestras mentes y asà podremos recordar a nuestro
Ser.
2. Padre,
he hecho mÃa Tu Palabra. ?Y es ésta la que les quiero compartir a
todos mis hermanos, quienes me fueron confiados para que los amara como si
fuesen mÃos, tal como yo soy amado, bendecido y salvado por
Ti.
3 DE
OCTUBRE
VII. El punto
de encuentro
1. ¡Cuán
tenazmente defiende su especialismo -deseando que sea verdad- todo aquel que se
encuentra encadenado a este mundo! 2Su deseo es ley para él, y él lo obedece. 3Todo lo
que su deseo de ser especial exige, él se lo concede. 4Nada que este
amado deseo necesite, él se lo niega. 5Y mientras este deseo lo
llame, él no oirá otra Voz. 6Ningún esfuerzo es demasiado grande,
ningún costo excesivo ni ningún precio prohibitivo a la hora de salvar su deseo
de ser especial del más leve desaire, del más mÃnimo ataque, de la menor duda,
del menor indicio de amenaza, o de lo que sea, excepto de la reverencia más
absoluta. 7Éste es tu hijo, amado por ti como tú lo eres por tu
Padre. 8Él es quien ocupa el lugar de tus creaciones, que sà son tu
hijo, y que se te dieron para que compartieses la Paternidad de Dios, no para
que se la arrebatases. 9¿Quién es este hijo que has hecho para que
sea tu fortaleza? 10¿Qué criatura de la tierra es ésta sobre la que
se vuelca tanto amor? 11¿Qué parodia de la creación de Dios es ésta
que ocupa el lugar de tus creaciones? 12¿Y dónde se encuentran éstas,
ahora que el anfitrión de Dios ha encontrado otro hijo al que prefiere en lugar
de ellas?
2. El recuerdo
de Dios no brilla a solas. 2Lo que se encuentra en tu hermano todavÃa
contiene dentro de sà toda la creación, todo lo creado y todo lo que crea, todo
lo nacido o por nacer; lo que todavÃa está en el futuro y lo que aparentemente
ya pasó. 3Lo que se encuentra en él es inmutable, y cuando reconozcas
esto, reconocerás también tu propia inmutabilidad. 4La santidad
que mora en ti le pertenece a tu hermano. 5Y al verla en él, regresa
a ti. 6Todo tributo que le hayas prestado a tu especialismo le
corresponde a él, y de esta manera regresa a ti. 7Todo el amor y
cuidado que le profesas a tu especialismo, la absoluta protección que le
ofreces, tu constante desvelo por él dÃa y noche, tu profunda preocupación,
asà como la firme convicción de que eso es lo que eres, le corresponden a tu
hermano. 8Todo lo que le has dado a tu especialismo le corresponde a
él. 9Y todo lo que le corresponde a él te corresponde a
ti.
3. ¿Cómo ibas
a poder reconocer tu valÃa mientras te domine el deseo de ser especial? 2¿Cómo no ibas a poder reconocerla en su santidad? 3No
trates de convertir tu especialismo en la verdad, pues si lo fuese estarÃas
ciertamente perdido. 4En lugar de ello, siéntete agradecido de que se
te haya concedido ver la santidad de tu hermano debido a que es la
verdad. 5Y lo que es verdad con respecto a él tiene que ser
igualmente verdad con respecto a ti.
4. Hazte a ti
mismo esta pregunta: ¿Puedes proteger la mente? 2El cuerpo sÃ, un
poco, mas no del tiempo, sino temporalmente. 3Y mucho de lo que crees
que lo protege, en realidad le hace daño. 4¿Para qué quieres proteger
el cuerpo? 5Pues en esa elección radica tanto su salud como su
destrucción. 6Si lo proteges para exhibirlo o como carnada para
pescar otro pez, o bien para albergar más elegantemente tu especialismo o
para tejer un marco de hermosura alrededor de tu odio, lo estás condenando a la
putrefacción y a la muerte. 7Y si ves ese mismo propósito en el
cuerpo de tu hermano, tal es la condena del tuyo. 8Teje, en cambio,
un marco de santidad alrededor de tu hermano, de modo que la verdad pueda
brillar sobre él y salvarte a ti de la
putrefacción.
5. El Padre
mantiene a salvo todo lo que creó, 2lo cual no se ve afectado por las
falsas ideas que has inventado, debido a que tú no fuiste su creador. 3No permitas que tus absurdas fantasÃas te atemoricen. 4Lo
que es inmortal no puede ser atacado y lo que es sólo temporal no tiene efectos. 5Únicamente el propósito que ves en ello tiene significado, y si éste
es verdad, su seguridad está garantizada. 6Si no es verdad, no tiene
propósito alguno, ni sirve como medio para nada. 7Cualquier cosa que
se perciba como medio para la verdad comparte la santidad de ésta y descansa en
una luz tan segura como la verdad misma. 8Esa luz no desaparecerá
cuando ello se haya desvanecido. 9Su santo propósito le confirió
inmortalidad, encendiendo otra luz en el Cielo, que tus creaciones reconocen
como un regalo procedente de ti: como una señal de que no te has olvidado de
ellas.
6. La prueba a
la que puedes someter todas las cosas en esta tierra es simplemente esta:
¿"Para qué es"? 2La contestación a esta pregunta es lo que le
confiere el significado que ello tiene para ti. 3De por sÃ, no tiene
ninguno, sin embargo, tú le puedes otorgar realidad, según el propósito al que
sirvas. 4En esto no eres más que un medio, al igual que ello. 5Dios es a la vez Medio y Fin. 6En el Cielo, los medios y
el fin son uno y lo mismo, y son uno con Él. 9Éste es el estado de
verdadera creación, el cual no se encuentra en el tiempo, sino en la eternidad. 8Es algo indescriptible para cualquiera aquÃ. 9No hay modo
de aprender lo que ese estado significa. 10No se comprenderá hasta
que vayas más allá de lo Dado y vuelvas a construir un santo hogar para tus
creaciones.
7. Un
co-creador con el Padre tiene que tener un Hijo. 2Sin embargo, este
Hijo tiene que haber sido creado a semejanza de SÃ Mismo: como un ser perfecto,
que todo lo abarca y es abarcado por todo, al que no hay nada que añadir ni nada
que restar; un ser que no tiene tamaño, que no ha nacido en ningún lugar o
tiempo ni está sujeto a lÃmites o incertidumbres de ninguna clase. 3Ahà los medios y el fin se vuelven uno, y esta unidad no tiene fin. 4Todo esto es verdad, y, sin embargo, no significa nada para quien
todavÃa retiene en su memoria una sola lección que aún no haya aprendido, un
solo pensamiento cuyo propósito sea aún incierto o un solo deseo con dos
objetivos.
8. Este curso
no pretende enseñar lo que no se puede aprender fácilmente. 2Su
alcance no excede el tuyo, excepto para señalar que lo que es tuyo te llegará
cuando estés listo. 3Aquà los medios y el propósito están separados
porque asà fueron concebidos y asà se perciben. 4Por lo tanto, los
tratamos como si lo estuviesen. 5Es esencial tener presente que toda
percepción seguirá estando invertida hasta que se haya comprendido su propósito. 6La percepción no parece ser un medio. 7Y es esto lo que
hace que sea tan difÃcil entender hasta qué punto depende del propósito que tú
le asignas. 8Parece que es la percepción la que te enseña lo que ves. 9Sin embargo, lo único que hace es dar testimonio de lo que tú
enseñaste. 10Es el cuadro externo de un deseo: la imagen de lo que tú
querÃas que fuese verdad.
9. Contémplate
a ti mismo y verás un cuerpo. 2Contempla este cuerpo bajo otra luz y
se verá diferente. 3Y sin ninguna luz parecerá haber
desaparecido. 4Sin embargo, estás convencido de que está ahà porque
aún puedes sentirlo con tus manos y oÃr sus movimientos. 5He
aquà la imagen que quieres tener de ti mismo; 6el medio para hacer
que tu deseo se cumpla. 7Te proporciona los ojos con los que lo
contemplas, las manos con las que lo sientes y los oÃdos con los que escuchas
los sonidos que emite. 8De este modo te demuestra su
realidad.
10. Asà es
como el cuerpo se convierte en una teorÃa de ti mismo, sin proveerte de nada que
pueda probar que hay algo más allá de él, ni de ninguna posibilidad de escape a
la vista. 2Cuando se contempla a través de sus propios ojos, su curso
es inescapable. 3El cuerpo crece y se marchita, florece y muere. 4Y tú no puedes concebirte a ti mismo aparte de él. 5Lo
tildas de pecaminoso y odias sus acciones, tachándolo de malvado. 6No
obstante, tu deseo de ser especial susurra: "He aquà a mi amado hijo, en quien
me complazco". 7Asà es como el "hijo" se convierte en el medio para
apoyar el propósito de su "padre". 8No es idéntico, ni siquiera
parecido, aunque aún es el medio de ofrecer al "padre" lo que él quiere. 9Tal es la parodia que se hace de la creación de Dios. 10Pues de la misma manera en que haber creado a Su Hijo hizo feliz al
Padre -además de dar testimonio de Su Amor y de compartir Su propósito- asÃ
el cuerpo da testimonio de la idea que lo concibió, y habla en favor de la
realidad y verdad de ésta.
11. De esta
manera se concibieron dos hijos, y ambos parecen caminar por esta tierra
sin un lugar donde poderse reunir y sin un punto de encuentro. 2A uno
de ellos -tu amado hijo- lo percibes como externo a ti. 3El otro -el
Hijo de su Padre- descansa en el interior de tu hermano tal como descansa en el
tuyo. 4La diferencia entre ellos no estriba en sus apariencias,
ni en el lugar hacia donde se dirigen y ni siquiera en lo que hacen. 5Tienen distintos propósitos. 6Eso es lo que los une a los
que son semejantes a ellos y lo que los separa de todo lo que tiene un propósito
diferente. 7El Hijo de Dios conserva aún la Voluntad de su Padre. 8El hijo del hombre percibe una voluntad ajena y desea que sea
verdad. 9Y asÃ, su percepción apoya su deseo, haciendo que parezca
verdad. 10La percepción, sin embargo, puede servir para otro
propósito. 11No está sujeta al deseo de ser especial, excepto si asÃ
lo decides. 12Y se te ha concedido poder tomar otra decisión y usar
la percepción para un propósito diferente. 13Y lo que veas
servirá debidamente para ese propósito y te demostrará su
realidad.
LECCIÓN
277
No
dejes que aprisione a Tu Hijo con leyes que yo mismo
inventé.
1. Tu Hijo es libre, Padre mÃo. 2No dejes que me imagine que lo he
aprisionado con las leyes que yo mismo inventé para que gobernasen el
cuerpo. 3Él no está sujeto a ninguna de las leyes que
promulgué para ofrecerle más seguridad al cuerpo. 4Lo que cambia no puede alterarlo a él en
absoluto. 5Él no es esclavo de ninguna de las leyes del tiempo. 6Él es tal como Tú lo creaste porque no
conoce otra ley que la del amor.
2. No adoremos Ãdolos ni creamos en ninguna ley que
la idolatrÃa quiera maquinar para ocultar la libertad de que goza el Hijo de
Dios. 2El Hijo de Dios no
está encadenado por nada excepto por sus propias creencias. 3Mas lo
que él es, está mucho más allá de su fe en la esclavitud o en la libertad. 4Es libre por razón de Quién es su Padre. 5Y nada puede aprisionarlo a menos que la verdad de
Dios pueda mentir y Dios pueda disponer engañarse a SÃ
Mismo.
LECCIÓN
278
Si
estoy aprisionado, mi Padre no es libre.
1. Si acepto que estoy aprisionado dentro de un
cuerpo, en un mundo en el que todo lo que aparentemente vive parece morir,
entonces mi Padre está aprisionado al igual que yo. 2Y esto es lo que
creo cuando afirmo que tengo que obedecer las leyes que el mundo obedece, y que
las flaquezas y los pecados que percibo son reales e ineludibles. 3Si
de algún modo estoy aprisionado, ello significa que no conozco ni a mi
Padre ni a mi Ser. 4Y significa asimismo que no formo parte de la
realidad en absoluto, 5pues la verdad es libre, y lo que está
aprisionado no forma parte de la verdad.
2. Padre, lo único que pido es la verdad. 2He tenido muchos pensamientos
descabellados acerca de mà mismo y de mi creación, y he introducido en mi mente
un sueño de miedo. 3Hoy no quiero soñar. 4Elijo el camino que conduce a Ti en lugar de
la locura y el miedo. 5Pues la verdad está a salvo, y sólo el amor es
seguro.
LECCIÓN
279
La
libertad de la creación garantiza la mÃa.
1. Se me ha prometido el fin de los sueños porque el
Amor de Dios no abandonó a Su Hijo. 2Únicamente en sueños parece él
estar aprisionado, en espera de una libertad futura, si es que ésta ha de llegan 3Pero en realidad sus sueños ya se acabaron, y la verdad ocupa su
lugar. 4Ahora él es libre. 5¿Por qué he de seguir
esperando mi libertad encadenado, cuando ya he sido liberado de mis cadenas y
Dios me ofrece la libertad ahora?
2. Hoy aceptaré Tus promesas y depositaré mi fe en ellas. 2Mi Padre ama a aquel a quien creó como Su
Hijo. 3¿Me negarÃas, entonces, los regalos que me
hiciste?
6 DE
OCTUBRE
CapÃtulo
25
LA JUSTICIA DE
DIOS
Introducción
1. El Cristo
en ti no habita en un cuerpo. 2Sin embargo, está en ti. 3De ello se deduce, por lo tanto, que no estás dentro de un cuerpo. 4Lo que se encuentra dentro de ti no puede estar afuera. 5Y es cierto que no puedes estar aparte de lo que constituye el
centro mismo de tu vida. 6Lo que te da vida no puede estar alojado en
la muerte, 7de la misma manera en que tú tampoco puedes estarlo. 8Cristo se encuentra dentro de un marco de santidad cuyo único
propósito es permitir que Él se pueda poner de manifiesto ante aquellos que no
le conocen y asà llamarlos a que vengan a Él y lo vean allà donde antes creÃan
estaban sus cuerpos. 9Sus cuerpos entonces desaparecerán, de modo que
Su santidad pase a ser su marco.
2. Nadie que
lleve a Cristo dentro de sà puede dejar de reconocerlo en ninguna parte. 2Excepto en cuerpos. 3Pero mientras alguien crea
estar en un cuerpo, Cristo no podrá estar donde él cree estar. 4Y
asÃ, lo llevará consigo sin darse cuenta, pero no lo pondrá de manifiesto. 5Y de este modo no reconocerá dónde se encuentra. 6El hijo
del hombre no es el Cristo resucitado. 7El Hijo de Dios, no obstante,
mora exactamente donde el hijo del hombre está, y camina con él dentro de su
santidad, la cual es tan fácil de ver como lo es la manifestación de su deseo de
ser especial en su cuerpo.
3. El cuerpo
no tiene necesidad de curación. 2Pero la mente que cree ser un
cuerpo, ciertamente está enferma. 3Y aquà es donde Cristo suministra
el remedio. 4Su propósito envuelve al cuerpo en Su luz y lo llena con
la santidad que irradia desde Él. 5Y nada que el cuerpo diga o haga
deja de ponerlo a Él de manifiesto. 6De este modo, el cuerpo lleva a
Cristo, dulce y amorosamente, ante aquellos que no lo conocen, para asà sanar
sus mentes. 7Tal es la misión que tu hermano tiene con respecto a ti. 8Y tu misión con respecto a él no puede sino ser la
misma.
I. El vÃnculo
con la verdad
1. No puede
ser difÃcil llevar a cabo la tarea que Cristo te encomendó, pues es Él
quien la desempeña. 2Y a medida que la llevas a cabo, aprendes que el
cuerpo sólo aparenta ser el medio para ejecutarla. 3Pues la Mente es
Suya. 4Por lo tanto, tiene que ser tuya. 5Su santidad
dirige al cuerpo a través de la mente que es una con Él. 6Y tú te
pones de manifiesto ante tu santo hermano, tal como él lo hace ante ti. 7He aquà el encuentro del santo Cristo Consigo Mismo, donde no se
percibe ninguna diferencia que se interponga entre ninguno de los aspectos de Su
santidad, los cuales se encuentran, se funden y elevan a Cristo hasta Su
Padre, Ãntegro, puro y digno de Su Amor eterno.
2. ¿De qué
otra manera podrÃas poner de manifiesto al Cristo en ti, sino contemplando la
santidad y viéndolo a Él en ella? 2La percepción te dice que tú te pones de manifiesto en lo que ves. 3Si contemplas el cuerpo,
creerás que ahà es donde te encuentras tú. 4Y todo cuerpo que veas te
recordará a ti mismo: tu pecaminosidad, tu maldad, pero sobre todo, tu
muerte. 5¿No aborrecerÃas e incluso intentarÃas matar a quien te
dijese algo asÃ? 6El mensaje y el mensajero son uno. 7Y no
puedes sino ver a tu hermano como te ves a ti mismo. 8Enmarcado en su
cuerpo verás su pecaminosidad, en la que tú te alzas condenado. 9En su santidad, el Cristo en él se proclama a Sà Mismo como lo que
eres tú.
3. La
percepción es la elección de lo que quieres ser, del mundo en el que quieres
vivir y del estado en el que crees que tu mente se encontrará contenta y
satisfecha. 2La percepción elige donde crees que reside tu seguridad,
de acuerdo con tu decisión. 3Te revela lo que eres tal como tú
quieres ser. 4Y es siempre fiel a tu propósito, del que nunca se
aparta, y no da el más mÃnimo testimonio de nada que no esté de acuerdo con
el propósito de tu mente. 5Lo que percibes es parte de lo que tienes
como propósito contemplar, pues los medios y el fin no están nunca separados. 6Y asà aprendes que lo que parece tener una vida aparte en realidad
no tiene vida en absoluto.
4. Tú eres el
medio para llegar a Dios; no estás separado ni tienes una vida aparte de la
Suya. 2Su Vida se pone de manifiesto en ti que eres Su Hijo. 3Cada uno de Sus aspectos está enmarcado en santidad y pureza
perfectas, y en un amor celestial tan absoluto que sólo anhela liberar todo lo
que contempla para que se una a él. 4Su resplandor brilla a través de
cada cuerpo que contempla, y lleva toda la oscuridad de éstos ante la luz al
mirar simplemente más allá de ella hacia la luz. 5El velo se
descorre mediante su ternura y nada oculta la faz de Cristo de los que la
contemplan. 6Tu hermano y tú os encontráis ante Él ahora, para dejar
que Él descorra el velo que parece manteneros separados y
aparte.
5. Puesto que
crees estar separado, el Cielo se presenta ante ti como algo separado también. 2No es que lo esté realmente, sino que se presenta asà a fin de que
el vÃnculo que se te ha dado para que te unas a la verdad pueda llegar hasta ti
a través de lo que entiendes. 3El Padre, el Hijo y el EspÃritu Santo
son Uno, de la misma manera en que todos tus hermanos están unidos en la verdad
cual uno. 4Cristo y Su Padre jamás han estado separados, y Cristo
mora en tu entendimiento, en aquella parte de ti que comparte la Voluntad de Su
Padre. 5El EspÃritu Santo es el vÃnculo entre la otra parte -el
demente y absurdo deseo de estar separado, de ser diferente y especial- y el
Cristo, para hacer que la unicidad* le resulte
clara a lo que es realmente uno. 6En este mundo esto no se entiende,
pero se puede enseñar.
6. El EspÃritu
Santo apoya el propósito de Cristo en tu mente, de forma que tu deseo de ser
especial pueda ser corregido allà donde se encuentra el error. 2Debido a que Su propósito sigue siendo el mismo que el del Padre y
el del Hijo, Él conoce la Voluntad de Dios, asà como lo que tú realmente
quieres. 3Pero esto sólo lo puede comprender la mente que se percibe
a sà misma como una, y que, consciente de que es una, lo experimenta asÃ. 4La función del EspÃritu Santo es enseñarte cómo experimentar
esta unicidad, qué tienes que hacer para experimentarla y adónde debes dirigirte
para lograrlo.
7. De acuerdo
con esto, se considera al tiempo y al espacio como si fueran distintos, pues
mientras pienses que una parte de ti está separada, el concepto de una unicidad
unida cual una sola no tendrá sentido. 2Es obvio que una mente asà de
dividida jamás podrÃa ser el maestro de la Unicidad que une a todas las cosas
dentro de SÃ. 3Y, por lo tanto, lo que está dentro de esta mente, y
en efecto une a todas las cosas, no puede sino ser su Maestro. 4Él
necesita, no obstante, utilizar el idioma que dicha mente entiende, debido a la
condición en que esta mente cree encontrarse. 5Y tiene que valerse de
todo lo que ella ha aprendido para transformar las ilusiones en verdad y
eliminar todas tus falsas ideas acerca de lo que eres, a fin de conducirte
allende la verdad que se encuentra más allá de ellas. 6Todo lo
cual puede resumirse muy simplemente de la siguiente
manera:
7Lo que es lo
mismo no puede ser diferente, y lo que es uno no puede tener partes
separadas.
LECCIÓN
280
¿Qué
lÃmites podrÃa imponerle yo al Hijo de Dios?
1. Aquel que Dios creó ilimitado es libre. 2Puedo inventar una prisión para él, mas sólo en ilusiones, no en la
realidad. 3NÃngún Pensamiento de Dios ha abandonado la Mente de su
Padre; 4ningún Pensamiento de Dios está limitado en modo alguno; 5ningún Pensamiento de Dios puede dejar de ser eternamente puro. 6¿Puedo acaso imponerle lÃmites al Hijo de Dios, cuando su Padre
dispuso que fuese ilimitado y semejante a Él en libertad y
amor?
2. Hoy quiero rendir honor a Tu Hijo, pues sólo
asà puedo encontrar el camino que me conduce hasta Ti. 2Padre, no le impondré lÃmite alguno al Hijo
que Tú amas y que creaste ilimitado. 3El honor que le rindo a él Te lo rindo a Ti,
y lo que es para Ti es también para mÃ.
7 DE
OCTUBRE
II. El que te
salva de las tinieblas
1. ¿No es
evidente que lo que perciben los ojos del cuerpo te infunde miedo? 2Tal vez pienses que aún puedes encontrar en ello alguna esperanza de
satisfacción. 3Tal vez tengas fantasÃas de poder alcanzar cierta paz
y satisfacción en el mundo tal como lo percibes. 4Mas ya tiene que
ser evidente para ti que el desenlace es siempre el mismo. 5A pesar
de tus esperanzas y fantasÃas, el resultado final es siempre la desesperación. 6Y en esto no hay excepciones ni nunca las habrá. 7Lo
único de valor que el pasado te puede ofrecer es que aprendas que jamás te dio
ninguna recompensa que quisieses conservar. 8Pues sólo asà estarás
dispuesto a renunciar a él y a que desaparezca para
siempre.
2. ¿No es
extraño que aún abrigues esperanzas de hallar satisfacción en el mundo que
ves? 2Pues se mire como se mire, tu recompensa, en todo momento
y situación, no ha sido sino miedo y culpabilidad. 3¿Cuánto tiempo
necesitas para darte cuenta de que la posibilidad de que esto cambie no
justifica el que sigas posponiendo el cambio que puede dar lugar a algo
mejor? 4Pues una cosa es segura: la manera en que ves y has estado
viendo por largo tiempo, no te ofrece nada en que basar tus esperanzas acerca
del futuro ni indicación alguna de que vayas a tener éxito. 5Poner
tus esperanzas en algo que no te ofrece ninguna esperanza no puede sino
hacerte sentir desesperanzado. 6No obstante, esta desesperanza
es tu elección, y persistirá mientras sigas buscando esperanzas allà donde jamás
puede haber ninguna.
3. Mas ¿no es
cierto también que aparte de esto has encontrado alguna esperanza, un cierto
vislumbre -inconstante y variable, aunque levemente visible- de que está
justificado tener esperanzas basándote en razones que no son de este mundo? 2Sin embargo, tu esperanza de todavÃa poder encontrar esperanzas en
este mundo te impide abandonar la infructuosa e imposible tarea que te impusiste
a ti mismo. 3¿Cómo iba a tener sentido albergar la creencia fija de
que hay razón para seguir buscando lo que nunca dio resultado, basándose en la
idea de que de repente tendrá éxito y te proporcionará lo que nunca antes
te habÃa proporcionado?
4. En el
pasado siempre fracasó. 2Alégrate de que haya desaparecido de tu
mente y de que ya no nuble lo que se encuentra allÃ. 3No confundas la
forma con el contenido, pues la forma no es más que un medio para el contenido. 4Y el marco no es sino un medio para sostener el cuadro de manera que
éste se pueda ver. 5Pero el marco que oculta al cuadro no sirve para
nada. 6No puede ser un marco si eso es lo que ves. 7Sin el
cuadro, el marco no tiene sentido, 8pues el propósito de éste es
realzar el cuadro, no a sà mismo.
5. ¿Quién
colgarÃa un marco vacÃo en la pared y se pararÃa delante de él contemplándolo
con la más profunda reverencia, como si de una obra maestra se tratase? 2Mas si ves a tu hermano como un cuerpo, eso es lo que estás
haciendo. 3La obra maestra que Dios ha situado dentro de este marco
es lo único que se puede ver. 4El cuerpo la contiene por un tiempo,
pero no la empaña en absoluto. 5Mas lo que Dios ha creado no necesita
marco, pues lo que Él ha creado, Él lo apoya y lo enmarca dentro de Sà Mismo. 6Él te ofrece Su obra maestra para que la veas. 7¿PreferirÃas ver el marco en su lugar y no ver el
cuadro?
6. El EspÃritu
Santo es el marco que Dios ha puesto alrededor de aquella parte de Él que tú
quisieras ver como algo separado. 2Ese marco, no obstante, está unido
a su Creador y es uno con Él y con Su obra maestra. 3Ése es su
propósito, y tú no puedes convertir el marco en el cuadro sólo porque elijas ver
el marco en su lugar. 4El marco que Dios le ha proporcionado apoya
únicamente Su propósito, no el tuyo separado del Suyo. 5Es ese
otro propósito que tienes lo que empaña el cuadro, y lo que, en lugar de éste,
tiene al marco en gran estima. 6Mas Dios ha ubicado Su obra maestra
en un marco que durará para siempre, después de que el tuyo se haya desmoronado
y convertido en polvo. 7No creas, no obstante, que el cuadro
será destruido en modo alguno. 8Lo que Dios crea está a salvo de toda
corrupción y permanece inmutable y perfecto en la
eternidad.
7. Acepta el
marco de Dios en vez del tuyo y verás la obra maestra. 2Contempla su belleza, y entiende la Mente que la concibió, no en
carne y hueso, sino en un marco tan bello como Ella Misma. 3Su
santidad ilumina la impecabilidad* que el marco
de las tinieblas oculta, y arroja un velo de luz sobre la faz del cuadro que no
hace sino reflejar la luz que desde ella se irradia hacia su Creador. 4No creas que por haberla visto en un marco de muerte esta faz estuvo
jamás nublada. 5Dios la mantuvo a salvo para que pudieses
contemplarla y ver la santidad que Él le otorgó.
8. Vislumbra
dentro de la oscuridad al que te salva de las tinieblas, y entiende
a tu hermano tal como te lo muestra la Mente de tu Padre. 2Al
contemplarlo él emergerá de las tinieblas y ya nunca más verás la oscuridad. 3Las tinieblas no lo afectaron, como tampoco te afectaron a ti
que lo extrajiste de ellas para poderlo contemplar. 4Su
impecabilidad no hace sino reflejar la tuya. 5Su mansedumbre se
vuelve tu fortaleza, y ambos miraréis en vuestro interior gustosamente y veréis
la santidad que debe estar ahà por razón de lo que viste en él. 6Él
es el marco en el que está montada tu santidad, y lo que Dios le dio tuvo que
habérsete dado a ti. 7Por mucho que él pase por alto la obra maestra
en sà mismo y vea sólo un marco de tinieblas, tu única función sigue siendo ver
en él lo que él no ve. 8Y al hacer esto, compartes la visión que
contempla a Cristo en lugar de a la muerte.
9. ¿Cómo no
iba a complacer al Señor de los Cielos que aprecies Su obra maestra? 2¿Qué otra cosa podrÃa hacer sino darte las gracias a ti que
amas a Su Hijo como Él lo ama? 3¿No te darÃa a conocer Su Amor, sólo
con que te unieses a Él para alabar lo que Él ama? 4Dios ama la
creación como el perfecto Padre que es. 5Y de esta manera, Su alegrÃa
es total cuando cualquier parte de Él se une a Sus alabanzas y comparte Su
alegrÃa. 6Este hermano es el perfecto regalo que Él te hace. 7Y Dios se siente feliz y agradecido cuando le das las gracias a Su
perfecto Hijo por razón de lo que es. 8Y todo Su agradecimiento y
felicidad refulgen sobre ti que haces que Su alegrÃa sea total, junto con Él. 9Y asÃ, tu alegrÃa se vuelve total. 10Aquellos cuya
voluntad es que la felicidad del Padre sea total, y la suya junto con la de Él,
no pueden ver ni un solo rayo de oscuridad. 11Dios Mismo ofrece Su
gratitud libremente a todo aquel que comparte Su propósito. 12Su
Voluntad no es estar solo. 13Ni la tuya
tampoco.
10. Perdona a
tu hermano, y no podrás separarte de él ni de su Padre. 2No necesitas
perdón, pues los que son totalmente puros jamás han pecado. 3Da,
entonces, lo que Él te ha dado, para que puedas ver que Su Hijo es uno, y dale
gracias a su Padre como Él te las da a ti. 4No creas que Sus
alabanzas no son para ti también. 5Pues lo que tú das es Suyo, y al
darlo, comienzas a entender el don que Él te ha dado. 6Dale al
EspÃritu Santo lo que Él le ofrece al Padre y al Hijo por igual. 7Nada tiene poder sobre ti excepto Su Voluntad y la tuya, la cual no
hace sino extender la Suya. 8Para eso fuiste creado, al igual que tu
hermano, quien es uno contigo.
11. Sois lo
mismo, tal como Dios Mismo es Uno, al no estar Su Voluntad dividida. 2Y no podéis sino tener un solo propósito, puesto que Él os dio el
mismo propósito a ambos. 3Su Voluntad se unifica a medida que unes tu
voluntad a la de tu hermano, a fin de que se restaure tu plenitud al ofrecerle a
él la suya. 4No veas en él la pecaminosidad que él ve, antes bien,
hónrale para que puedas apreciarte a ti mismo asà como a él. 5Se os
ha otorgado a cada uno de vosotros el poder de salvar, para que escapar de
las tinieblas a la luz sea algo que podáis compartir, y para que podáis ver como
uno solo lo que nunca ha estado separado ni excluido de todo el Amor de Dios, el
cual Él da a todos por igual.
7.
¿Qué es el EspÃritu Santo?
1. El EspÃritu Santo es el mediador entre las
ilusiones y la verdad. 2Puesto que tiene que salvar la brecha entre
la realidad y los sueños, la percepción conduce al conocimiento a través de
la gracia que Dios le ha dado para que sea el regalo que le hace a todo aquel
que acude a Él en busca de la verdad. 3A través del puente que Él
tiende se llevan todos los sueños ante la verdad para que la luz del
conocimiento los disipe. 4Allà los sonidos y las imágenes se
descartan para siempre. 5Y donde
antes se percibÃan, el perdón ha hecho posible el tranquilo final de la
percepción.
2. El
objetivo de las enseñanzas del EspÃritu Santo es precisamente acabar con
los sueños. 2Pues todo sonido e imagen tiene que transformarse de
testigo del miedo en testigo del amor. 3Y cuando esto se logre, el aprendizaje habrá
alcanzado el único objetivo que jamás tuvo realmente. 4Pues el
aprendizaje, tal como el EspÃritu Santo lo utiliza a fin de alcanzar el
resultado que Él percibe para él, se convierte en el medio que se
transciende a sà mismo, de manera que pueda ser reemplazado por la Verdad
Eterna.
3. Si
supieses cuánto anhela tu Padre que reconozcas tu impecabilidad, no
dejarÃas que Su Voz te lo pidiese en vano, ni le darÃas la espalda a
lo que Él te ofrece para reemplazar a todas las imágenes y
sueños atemorizantes que tú has forjado. 2El EspÃritu Santo entiende
los medios que fabricaste para alcanzar lo que por siempre ha de ser
inalcanzable. 3Mas si se los ofreces a Él, Él se valdrá de esos
medios que inventaste a fin de exiliarte para llevar a tu mente allà donde
verdaderamente se encuentra en su hogar.
4. Desde
el conocimiento, donde Dios lo ubicó, el EspÃritu Santo te exhorta a dejar que
el perdón repose sobre tus sueños para que puedas recobrar la cordura y la paz
interior. 2Sin el
perdón, tus sueños seguirán aterrorizándote. 3Y el recuerdo de todo
el Amor de tu Padre no podrá retornar a tu mente para proclamar que a los sueños
les ha llegado su fin.
5. Acepta
el regalo que Tu Padre te hace. 2Es un llamamiento que el Amor le
hace al Amor para que tan sólo sea lo que es. 3El EspÃritu Santo es
el regalo de Dios mediante el cual se le restituye la quietud del Cielo al
bienamado Hijo de Dios. 4¿Te negarÃas a asumir la función de
completar a Dios, cuando todo lo que Su Voluntad dispone es que tú estés
completo?
LECCIÓN
281
Nada,
excepto mis propios pensamientos, me puede hacer daño.
1. Padre, Tu Hijo
es perfecto. 2Cuando pienso que algo o alguien me ha hecho daño, es
porque me he olvidado de quién soy y de que soy tal como Tú me creaste. 3Tus Pensamientos
sólo pueden proporcionarme felicidad. 4Si me siento
triste, herido o enfermo, es porque he olvidado lo que Tú piensas, y he
implantado mis absurdas ideas en el lugar donde a Tus Pensamientos les
corresponde estar, y donde están. 5Nada, excepto mis propios
pensamientos, me puede hacer daño. 6Los Pensamientos
que pienso Contigo sólo pueden bendecir, 7y sólo ellos son
verdad.
2. Hoy
no me haré daño a mà mismo. 2Pues me encuentro mucho más allá de
cualquier dolor. 3Mi Padre me puso a salvo en el Cielo y vela por mÃ. 4Y yo no quiero atacar al Hijo que Él ama
porque lo que Él ama es también objeto de mi amor.
8 DE
OCTUBRE
III.
Percepción y elección
1. En la
medida en que atribuyas valor a la culpabilidad, en esa misma medida percibirás
un mundo en el que el ataque está justificado. 2En la medida en
que reconozcas que la culpabilidad no tiene sentido, en esa misma medida
percibirás que el ataque no puede estar justificado. 3Esto concuerda
con la ley fundamental de la percepción: ves lo que crees que está ahÃ, y crees
que está ahà porque quieres que lo esté. 4La percepción no está
regida por ninguna otra ley que ésa. 5Todo lo demás se deriva de
ella, para sustentarla y darle apoyo. 6Ésta es la forma que, ajustada
a este mundo, adopta la percepción de la ley más básica de Dios: que el amor
crea amor y nada más que amor.
2. Las leyes
de Dios no pueden gobernar directamente en un mundo regido por la percepción,
pues un mundo asà no pudo haber sido creado por la Mente para la cual la
percepción no tiene sentido. 2Sus leyes, no obstante, se ven
reflejadas por todas partes. 3No es que el mundo donde se ven
reflejadas sea real en absoluto. 4Es real sólo porque Su Hijo cree
que lo es, y Dios no pudo permitirse a SÃ Mismo separarse completamente de lo
que Su Hijo cree. 5Él no pudo unirse a la demencia de Su Hijo, pero
sà pudo asegurarse de que Su cordura lo acompañase siempre, para que no se
pudiese perder eternamente en la locura de su deseo.
3. La
percepción se basa en elegir, pero el conocimiento no. 2El
conocimiento está regido por una sola ley porque sólo tiene un Creador. 3Pero este mundo fue construido por dos hacedores que no lo ven de la
misma manera. 4Para cada uno de ellos el mundo tiene un propósito
diferente, y es el medio perfecto para apoyar el objetivo para el que se
percibe. 5Para aquel que desea ser especial, es el marco
perfecto en el que manifestar su deseo: el campo de batalla perfecto para librar
sus guerras y el refugio perfecto para las ilusiones que quiere hacer reales. 6No hay ninguna ilusión que en su percepción no sea válida ni
ninguna que no esté plenamente justificada.
4. El mundo
tiene otro Hacedor, el Corrector simultáneo de la creencia desquiciada de que es
posible establecer y mantener algo sin un vÃnculo que lo mantenga dentro de las
leyes de Dios, no como la ley en sà conserva al universo tal como Dios lo creó,
sino en una forma que se adapte a las necesidades que el Hijo de Dios cree
tener. 2No obstante, error corregido es error eliminado. 3Y de este modo, Dios ha seguido protegiendo a Su Hijo, incluso en su
error.
5. En el mundo
al que el error dio lugar existe otro propósito porque el mundo tiene otro
Hacedor que puede reconciliar el objetivo del mundo con el propósito de Su
Creador. 2En Su percepción del mundo, no hay que nada que no
justifique el perdón y la visión de la perfecta impecabilidad; 3nada
que pueda ocurrir que no encuentre perdón instantáneo y total, 4ni
nada que pueda permanecer un solo instante para empañar la impecabilidad
que brilla inmutable más allá de los fútiles intentos del especialismo* de expulsarla de la mente -donde no puede sino
estar- e iluminar al cuerpo en su lugar. 5Los luceros del Cielo no
son para que tu mente elija donde los quiere ver. 6Si elige verlos en
otra parte que no sea su hogar, como si estuviesen arrojando su luz sobre un
lugar donde jamás podrÃan estar, entonces el Hacedor del mundo tiene que
corregir tu error, pues de otro modo te quedarÃas en las tinieblas, donde no hay
luceros.
6. Todo aquel
que se encuentra aquà ha venido a las tinieblas, pero nadie ha venido sólo 2ni necesita quedarse más de un instante. 3Pues cada
uno ha traÃdo la Ayuda del Cielo consigo, lista para liberarlo de las tinieblas
y llevarlo a la luz en cualquier momento. 4Esto puede ocurrir en
cualquier momento que él decida, pues la ayuda está aquÃ, esperando tan sólo su
decisión. 5Y cuando decida hacer uso de lo que se le dio, verá
entonces que todas las situaciones que antes consideraba como medios para
justificar su ira se han convertido en eventos que justifican su amor. 6Oirá claramente que las llamadas a la guerra que antes oÃa son
realmente llamamientos a la paz. 7Percibirá que lo que antes atacó no
es sino otro altar en el que puede, con la misma facilidad y con mayor dicha,
conceder perdón. 8Y reinterpretará cualquier tentación simplemente
como otra oportunidad más de ser feliz.
7. ¿Cómo
podrÃa ser que una percepción errónea fuese un pecado? 2Deja que
todos los errores de tus hermanos sean para ti únicamente una oportunidad más de
ver las obras del Ayudante que se te dio para que vieses el mundo que Él
construyó en vez del tuyo. 3¿Qué puede estar entonces
justificado? 4¿Qué es lo que quieres? 5Pues estas dos
preguntas son lo mismo. 6Y cuando hayas visto que son lo mismo,
habrás tomado una decisión. 7Pues ver ambas preguntas como una sola
es lo que te libera de la creencia de que hay dos maneras de ver. 8Este mundo tiene mucho que ofrecerle a tu paz y son muchas las
oportunidades que te brinda para extender tu perdón. 9Tal es el
propósito que encierra para aquellos que desean ver la paz y el perdón
descender sobre ellos y ofrecerles la luz.
8. El Hacedor
del mundo de la mansedumbre tiene absoluto poder para contrarrestar el mundo de
la violencia y del odio que parece interponerse entre Su mansedumbre y tú. 2Dicho mundo no existe ante Sus ojos perdonadores. 3Y por
lo tanto, no tiene por qué existir ante los tuyos. 4El pecado es la
creencia fija de que lo que se percibe no puede cambiar. 5Lo que ha
sido condenado está condenado para siempre, al ser eternamente imperdonable. 6Si entonces se perdona, ello quiere decir que haberse percibido como
un pecado tuvo que haber sido un error. 7Y es esto lo que hace que el
cambio sea posible. 8El EspÃritu Santo, asimismo, sabe que lo que Él
ve se encuentra mucho más allá de cualquier posibilidad de cambio. 9Pero el pecado no puede inmiscuirse en Su visión, pues ha quedado
corregido gracias a ella. 10Por lo tanto, tuvo que haber sido un
error, no un pecado. 11Pues lo que el pecado afirmaba que nunca
podrÃa ocurrir, ha ocurrido. 12El pecado se ataca con castigos, y de
esta manera se perpetúa. 13Mas perdonarlo es cambiar su estado, de
manera que de ser un error pase a ser la verdad.
9. El Hijo de
Dios no puede pecar, pero puede desear lo que le harÃa daño. 2Y tiene
el poder de creer que puede ser herido. 3¿Qué podrÃa ser todo esto,
sino una percepción falsa de sà mismo? 4¿Y es esto acaso un pecado o
simplemente un error? 5¿Es perdonable? 6¿Necesita él ayuda
o condenación? 7¿Es tu propósito que él se salve o que sea condenado? 8No olvides que lo que decidas que él es para ti, determinará tu
futuro. 9Pues estás construyendo tu futuro ahora: el instante
en el que todo el tiempo se convierte en un medio para alcanzar cualquier
objetivo. 10Elige, pues, pero reconoce que mediante esa elección se
elige el propósito del mundo que ves, el cual se
justificará.
LECCIÓN
282
Hoy
no tendré miedo del amor.
1. Sólo
conque pudiese comprender esto hoy, el mundo entero se salvarÃa. 2Pues es la decisión de abandonar la locura y de aceptarme tal
como Dios Mismo, mi Padre y mi Fuente, me creó. 3Es la resolución de
no seguir dormido en sueños de muerte, mientras la verdad sigue viviendo
eternamente en el júbilo del amor. 4Y es asimismo la resolución de reconocer al Ser que
Dios creó como el Hijo que Él ama, el Cual sigue siendo mi única
Identidad.
2. Padre, Tu
Nombre, al igual que el mÃo, es Amor. 2Ésa es la verdad. 3¿Y es posible
acaso cambiar la verdad dándole simplemente otro nombre? 4El nombre del
miedo es simplemente un error. 5Que hoy tenga miedo de la verdad.
9 DE
OCTUBRE
IV. La luz que
traes contigo
1. Las mentes
que están unidas, y que reconocen que lo están, no pueden sentir culpabilidad. 2Pues no pueden atacar, y se regocijan de que asà sea, al ver
que su seguridad reside en ese hecho feliz. 3Su alegrÃa radica en la
inocencia que ven. 4Y por eso la buscan, puesto que su propósito es
contemplarla y regocijarse. 5Todo el mundo anda en pos de lo que le
proporcionarÃa alegrÃa, según cada uno la define. 6No es el objetivo
en sà lo que varÃa. 7Sin embargo, la manera en que se ve el objetivo
es lo que determina la elección de los medios, y lo que hace que éstos no
puedan cambiar a no ser que se cambie el objetivo. 8Si éste
cambia, se escogen otros medios, ya que lo que ha de proporcionar felicidad se
define de otra manera y se busca de forma distinta.
2. PodrÃa
afirmarse, por lo tanto, que la ley básica de la percepción es: "Te
regocijarás con lo que veas, pues lo ves para regocijarte". 2Y
mientras creas que el sufrimiento y el pecado te pueden proporcionar alegrÃa,
seguirán estando ahà para que los veas. 3 Nada es de por sÃ
perjudicial o beneficioso a menos que asà lo desees. 4Tu deseo es lo
que determina los efectos que ha de tener en ti porque lo elegiste como un medio
para obtener esos efectos, creyendo que eran los portadores del regocijo y de la
felicidad. 6 Esta ley rige incluso en el Cielo. 7El Hijo
de Dios crea para ser feliz, puesto que comparte con su Padre el propósito que
Éste tuvo al crearlo a fin de que su alegrÃa fuese cada vez mayor y la de Dios
junto con la suya.
3. Tú que eres
el hacedor de un mundo que no es cierto, descansa y halla solaz en otro mundo
donde mora la paz. 2Ése es el mundo que le llevas a todos los ojos
fatigados y a todos los corazones desfallecidos que contemplan el pecado y
entonan su triste estribillo. 3De ti puede proceder su descanso. 4De ti puede surgir un mundo cuya contemplación los hará felices y
donde sus corazones estarán rebosantes de dicha. 5De ti procede
una visión que se extiende hasta todos ellos, y los envuelve con dulzura y luz. 6Y en este creciente mundo de luz, las tinieblas que ellos pensaban
que estaban ahà se desplazan hasta convertirse en sombras lejanas y distantes,
que no se recordarán por mucho tiempo una vez que el sol las haya desvanecido. 7Y todos sus pensamientos "malvados" y todas sus esperanzas
"pecaminosas", sus sueños de culpabilidad y venganza despiadada, y todo
deseo de herir, matar y morir, desaparecerán ante el sol que tú traes
contigo.
4. ¿No
desearÃas hacer esto por el Amor de Dios? 2¿Y por ti? 3Piensa en lo que ello representarÃa para ti. 4Pues los
pensamientos "malvados" que ahora te atormentan te parecerán cada vez más
remotos y alejados de ti. 5Y esto es asà porque el sol que mora en ti
ha despuntado para desvanecerlos con su luz. 6Persisten por un corto
tiempo en formas enrevesadas, demasiado distantes como para que se puedan
reconocer, y luego desaparecen para siempre. 7Y en la luz del sol te
alzarás sereno, lleno de inocencia y sin temor alguno. 8Y desde ti,
el descanso que encontraste se extenderá para que tu paz jamás pueda abandonarte
y dejarte desamparado. 9Aquellos que ofrecen paz a todo el mundo han
encontrado un hogar en el Cielo que el mundo no puede destruir. 10Pues es lo suficientemente grande como para contener al mundo
entero dentro de su paz.
5. En ti
reside el Cielo en su totalidad. 2A cada hoja seca que cae se le
confiere vida en ti. 3Cada pájaro que jamás cantó cantará de nuevo en
ti. 4Y cada flor que jamás floreció ha conservado su perfume y
hermosura para ti. 5¿Qué objetivo puede suplantar a la Voluntad de
Dios y a la de Su Hijo de que el Cielo le sea restituido a aquel para quien
fue creado como su único hogar? 6No ha habido nada ni antes ni
después. 7No ha habido ningún otro lugar, ningún otro estado ni
ningún otro tiempo. 8Nada que esté más allá o más acá. 9Nada más. 10En ninguna forma. 11Esto se lo
puedes brindar al mundo entero y a todos los pensamientos erróneos que se
adentraron en él y permanecieron allà por un tiempo. 12¿De qué mejor
manera se podrÃan llevar tus propios errores ante la verdad, que estando
dispuesto a llevar la luz del Cielo contigo, según te diriges más allá del mundo
de las tinieblas hacia la luz?
V. El estado
de impecabilidad
1. El estado
de impecabilidad es simplemente esto: todo deseo de atacar ha desaparecido, de
modo que no hay razón para percibir al Hijo de Dios de ninguna otra forma
excepto como es. 2La necesidad de que haya culpabilidad ha
desaparecido porque ya no tiene propósito, y sin el objetivo de pecado no tiene
sentido. 3El ataque y el pecado son una misma ilusión, pues cada uno
es la causa, el objetivo y la justificación del otro. 4Por su cuenta
ninguno de los dos tiene sentido, si bien parece derivar sentido del otro. 5Cada uno depende del otro para conferirle el significado que parece
tener. 6Y nadie podrÃa creer en uno de ellos a menos que el otro
fuese verdad, pues cada uno de ellos da fe de que el otro tiene que ser
cierto.
2. El ataque
convierte a Cristo en tu enemigo y a Dios junto con Él. 2¿Cómo no
ibas a estar atemorizado con semejantes "enemigos"? 3¿Y cómo no
ibas a tener miedo de ti mismo? 4Pues te has hecho daño, y has hecho
de tu Ser tu "enemigo". 5Y ahora no puedes sino creer que tú no eres
tú, sino algo ajeno a ti mismo, "algo distinto", "algo" que hay que temer en vez
de amar. 6¿Quién atacarÃa lo que percibe como completamente inocente? 7¿Y quién que desease atacar, podrÃa dejar de sentirse
culpable por abrigar ese deseo, aunque anhelase la inocencia? 8Pues,
¿quién podrÃa considerar al Hijo de Dios inocente y al mismo tiempo desear su
muerte? 9Cada vez que contemplas a tu hermano, Cristo se halla ante
ti. 10Él no se ha marchado porque tus ojos estén cerrados. 11Mas ¿qué podrÃas ver si buscas a tu Salvador y lo contemplas con
ojos que no ven?
3. No es a
Cristo a quien contemplas cuando miras de esa manera. 2A quien ves es
al "enemigo", a quien confundes con Cristo. 3Y lo odias porque no
puedes ver en él pecado alguno. 4Tampoco oyes su llamada suplicante,
cuyo contenido no cambia sea cual sea la forma en que la llamada se haga,
rogándote que te unas a él en inocencia y en paz. 5Sin embargo, tras
los insensatos alaridos del ego, tal es la llamada que Dios le ha encomendado
que te haga, a fin de que puedas oÃr en él Su Llamada a ti, y la contestes
devolviéndole a Dios lo que es Suyo.
4. El Hijo de
Dios sólo te pide esto: que le devuelvas lo que es suyo, para que asà puedas
participar de ello con él. 2Por separado ni tú ni él lo tenéis. 3Y asÃ, no os sirve de nada a ninguno de los dos. 4Pero si
disponéis de ello juntos, os proporcionará a cada uno de vosotros la misma
fuerza para salvar al otro y para salvarse a sà mismo junto con él. 5Si lo perdonas, tu salvador te ofrece salvación. 6Si
lo condenas, te ofrece la muerte. 7Lo único que ves en cada hermano
es el reflejo de lo que elegiste que él fuese para ti. 8Si decides
contra su verdadera función -la única que tiene en realidad- lo estás privando
de toda la alegrÃa que habrÃa encontrado de haber podido desempeñar el
papel que Dios le encomendó. 9Pero no pienses que sólo él pierde el
Cielo. 10Y éste no se puede recuperar a menos que le muestres el
camino a través de ti, para que asà tú puedas encontrarlo, caminando con
él.
5. Su
salvación no supone ningún sacrificio para ti, pues mediante su libertad tú
obtienes la tuya. 2Permitir que su función se realice es lo que
permite que se realice la tuya. 3Y asÃ, caminas en dirección al Cielo
o al infierno, pero no solo. 4¡Cuán bella será su impecabilidad
cuando la percibas! 5¡Y cuán grande tu alegrÃa cuando él sea libre
para ofrecerte el don de la visión que Dios le dio para ti! 6Él no
tiene otra necesidad que ésta: que le permitas completar la tarea que Dios le
encomendó. 7Recuerda únicamente esto: que lo que él hace tú lo
haces junto con él. 8Y tal como lo consideres, asà definirás su
función con respecto a ti hasta que lo veas de otra manera y dejes que él sea
para ti lo que Dios dispuso que fuese.
6. Frente al
odio que el Hijo de Dios pueda tener contra sà mismo, se encuentra la creencia
de que Dios es impotente para salvar lo que Él creó del dolor del infierno. 2Pero en el amor que él se muestra a sà mismo, Dios es liberado para
que se haga Su Voluntad. 3Ves en tu hermano la imagen de lo que
crees es la Voluntad de Dios para ti. 4Al perdonar entenderás cuánto
te ama Dios, pero si atacas creerás que te odia, al pensar que el Cielo es el
infierno. 5Mira a tu hermano otra vez, pero con el entendimiento de
que él es el camino al Cielo o al infierno, según lo percibas. 6Y no
te olvides de esto: el papel que le adjudiques se te adjudicará a ti, y por el
camino que le señales caminarás tú también porque ése es tu juicio acerca de ti
mismo.
LECCIÓN
283
Mi
verdadera Identidad reside en Ti.
1. Padre, forjé una
imagen de mà mismo, y a eso es a lo que llamo el Hijo de Dios. 2Mas la creación
sigue siendo como siempre fue, pues Tu creación es inmutable. 3No quiero
rendirle culto a ningún Ãdolo. 4Yo soy aquel que
mi Padre ama. 5Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y
el Amor de Dios. 6¿Cómo no va a
estar a salvo lo que Tú amas? 7¿No es acaso
infinita la luz del Cielo? 8¿No es Tu Hijo
mi verdadera Identidad, toda vez que Tú creaste todo cuanto
existe?
2. Ahora
todos somos uno en la Identidad que compartimos, ya que Dios nuestro Padre es
nuestra única Fuente, y todo lo creado forma parte de nosotros. 2Y asÃ,
le ofrecemos nuestra bendición a todas las cosas y nos unimos amorosamente al
mundo, el cual nuestro perdón ha hecho que sea uno con
nosotros.
10 DE
OCTUBRE
VI. Tu función
especial
1. La gracia
de Dios descansa dulcemente sobre los ojos que perdonan, y todo lo que
éstos contemplan le habla de Dios al espectador. 2Él no ve
maldad, ni nada que temer en el mundo o nadie que sea diferente de él. 3Y de la misma manera en que ama a otros con amor y con dulzura, asÃ
se contempla a sà mismo. 4Él no se condenarÃa a sà mismo por sus
propios errores tal como tampoco condenarÃa a otro. 5No es un
árbitro de venganzas ni un castigador de pecadores. 6La dulzura de su
mirada descansa sobre sà mismo con toda la ternura que les ofrece a los demás. 7Pues sólo quiere curar y bendecir. 8Y puesto que actúa en
armonÃa con la Voluntad de Dios, tiene el poder de curar y bendecir a todos
los que contempla con la gracia de Dios en su mirada.
2. Los ojos se
acostumbran a la oscuridad, y la luz de un dÃa soleado les resulta dolorosa a
los ojos aclimatados desde hace mucho a la tenue penumbra que se percibe durante
el crepúsculo. 2Dichos ojos esquivan la luz del sol y la
claridad que ésta le brinda a todo lo que contemplan. 3La penumbra
parece mejor: más fácil de ver y de reconocer. 4De alguna manera lo
vago y lo sombrÃo parece ser más fácil de contemplar y menos doloroso para los
ojos que lo que es completamente claro e inequÃvoco. 5Éste, no
obstante, no es el propósito de los ojos, y ¿quién puede decir que prefiere la
oscuridad y al mismo tiempo afirmar que desea ver?
3. Tu deseo de
ver hace que la gracia de Dios descienda sobre tus ojos, trayendo consigo el
regalo de luz que hace que la visión sea posible. 2¿Quieres realmente
contemplar a tu hermano? 3A Dios le complacerÃa que lo hicieses. 4No es Su Voluntad que no reconozcas a tu salvador. 5Tampoco es Su Voluntad que tu salvador no desempeñe la función que
Él le encomendó. 6No dejes que se siga sintiendo solo por más tiempo,
pues los que se sienten solos son aquellos que no ven ninguna función en el
mundo que ellos puedan desempeñar, ningún lugar en el que se les necesite, ni
ningún objetivo que sólo ellos puedan alcanzar
perfectamente.
4. Ésta es la
percepción benévola que el EspÃritu Santo tiene del deseo de ser especial:
valerse de lo que tú hiciste para sanar en vez de para hacer daño. 2A
cada cual Él le asigna una función especial en la salvación que sólo él puede
desempeñar, un papel exclusivamente para él. 3Y el plan no se habrá
llevado a término hasta que cada cual descubra su función especial y desempeñe
el papel que se le asignó para completarse a sà mismo en un mundo donde rige la
incompleción.
5. AquÃ, donde
las leyes de Dios no rigen de forma perfecta, él todavÃa puede hacer una cosa
perfectamente y llevar a cabo una elección perfecta. 2Y por
este acto de lealtad especial hacia uno que percibe como diferente de sà mismo,
se da cuenta de que el regalo se le otorgó a él mismo y, por lo tanto, de que
ambos tienen que ser necesariamente uno. 3El perdón es la única
función que tiene sentido en el tiempo. 4Es el medio del que el
EspÃritu Santo se vale para transformar el especialismo de modo que de pecado
pase a ser salvación. 5El perdón es para todos. 6Mas sólo
es completo cuando descansa sobre todos, y toda función que este mundo
tenga se completa con él. 7Entonces el tiempo cesa. 8No
obstante, mientras se esté en el tiempo, es mucho lo que todavÃa queda por
hacer. 9Y cada uno tiene que hacer lo que se le asignó, pues todo el
plan depende de su papel. 10Cada uno tiene un papel especial
en el tiempo, pues eso fue lo que eligió, y, al elegirlo, hizo que fuese asÃ
para él. 11No se le negó su deseo, sino que se modificó la forma
del mismo, de manera que redundase en beneficio de su hermano y de él, y se
convirtiese de ese modo en un medio para salvar en vez de para llevar a la
perdición.
6. La
salvación no es más que un recordatorio de que este mundo no es tu hogar. 2No se te imponen sus leyes, ni sus valores son los tuyos. 3Y nada de lo que crees ver en él se encuentra realmente ahÃ. 4Esto se ve y se entiende a medida que cada cual desempeña su papel
en el des-hacimiento del mundo, tal como desempeñó un papel en su fabricación. 5Cada cual dispone de los medios para ambas posibilidades, tal como
siempre dispuso de ellos. 6Dios dispuso que el especialismo que Su
Hijo eligió para hacerse daño a sà mismo fuese igualmente el medio para su
salvación desde el preciso instante en que tomó esa decisión. 7Su
pecado especial pasó a ser su gracia especial. 8Su odio especial se
convirtió en su amor especial.
7. El EspÃritu
Santo necesita que desempeñes tu función especial, de modo que la Suya pueda
consumarse. 2No pienses que no tienes un valor especial aquÃ. 3Tú lo quisiste, y se te concedió. 4Todo lo que has hecho
se puede utilizar, fácil y provechosamente, a favor de la salvación. 5El Hijo de Dios no puede tomar ninguna decisión que el EspÃritu
Santo no pueda emplear a su favor, en vez de contra él. 6Sólo en la
oscuridad parece ser un ataque tu deseo de ser especial. 7En la luz,
lo ves como la función especial que te corresponde desempeñar en el plan para
salvar al Hijo de Dios de todo ataque y hacerle entender que está a salvo, tal
como siempre lo estuvo y lo seguirá estando, tanto en el tiempo como en la
eternidad. 8Ésta es la función que se te encomendó con respecto
a tu hermano. 9Acéptala dulcemente de la mano de tu hermano, y deja
que la salvación se consume perfectamente en ti. 10Haz sólo esto
y todo se te dará.
LECCIÓN
284
Puedo
elegir cambiar todos los pensamientos que me causan
dolor.
1. Las
pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente., 2El
dolor es imposible. 3No hay pesar que tenga causa alguna. 4Y cualquier clase de sufrimiento no es más que
un sueño.
5Ésta
es la verdad, que al principio sólo se dice de boca, y luego, después de
repetirse muchas veces, se acepta en parte como cierta, pero con muchas
reservas. 6Más tarde se considera seriamente cada vez más y
finalmente se acepta como la verdad. 7Puedo elegir cambiar todos los
pensamientos que me causan dolor. 8Y hoy deseo ir más allá de las
palabras y de todas mis reservas, y aceptar plenamente la verdad que reside en
ellas.
2. Padre, lo que Tú
me has dado no puede hacerme
daño, por lo tanto, el sufrimiento y el dolor son imposibles. 2Que mi confianza
en Ti no flaquee hoy. 3Que acepte como Tu regalo únicamente
aquello que produce felicidad y que acepte como la verdad
únicamente aquello que me hace feliz.
LECCIÓN
285
Hoy
mi santidad brilla clara y radiante.
1. Hoy
me despierto lleno de júbilo, sabiendo que sólo han de acontecerme cosas buenas
procedentes de Dios. 2Eso es todo lo que pido, y sé que mi ruego
recibirá respuesta debido a los pensamientos a los que va dirigido. 3Y en el instante en que acepte mi santidad, lo único que pediré
serán cosas dichosas. 4Pues, ¿qué utilidad tendrÃa el dolor para mÃ,
para qué iba a querer el sufrimiento, y de qué me servirÃan el pesar y la
pérdida si la demencia se alejara hoy de mà y en su lugar aceptara mi
santidad?
2.Padre, mi
santidad es la Tuya. 2PermÃtaseme
regocijarme en ella y recobrar la cordura mediante el perdón. 3Tu Hijo sigue
siendo tal como Tú lo creaste. 4Mi santidad es
parte de mà y también de Ti. 5Pues, ¿qué podrÃa alterar a la Santidad
Misma?
LECCIÓN
286
La
quietud del Cielo envuelve hoy mi corazón.
1. Padre, ¡qué dÃa
tan sereno el de hoy! 2¡Cuán
armoniosamente cae todo en su sitio! 3Éste es el dÃa
señalado para que llegue a entender la lección de que no tengo que hacer nada. 4En Ti ya se han
tomado todas las decisiones. 5En Ti ya se ha resuelto todo conflicto. 6En Ti ya se han
colmado todas mis esperanzas. 7La paz es mÃa. 8Mi corazón late
tranquilo y mi mente se halla en reposo. 9Tu Amor es el
Cielo y Tu Amor es mÃo.
2. La
quietud de hoy nos dará esperanzas de que hemos encontrado el camino y de
que ya hemos recorrido un gran trecho por él hacia una meta de la que estamos
completamente seguros. 2Hoy no dudaremos del final que Dios Mismo nos
ha prometido. 3Confiamos en Él y en nuestro Ser, el cual sigue
siendo uno con Él.
13 DE
OCTUBRE
VII. La roca
de la salvación
1. No
obstante, si el EspÃritu Santo puede convertir cada sentencia que te
impusiste a ti mismo en una bendición, entonces no pudo haber sido un pecado. 2El pecado es lo único en todo el mundo que no puede cambiar. 3Es inmutable. 4Y de su inmutabilidad depende el
mundo. 5La magia del mundo parece ocultar de los pecadores el dolor
del pecado, y engañar con falsos destellos y con ardides. 6Mas todo
el mundo sabe que el costo del pecado es la muerte. 7Y ciertamente lo
es. 8Pues el pecado es una petición de muerte, un deseo de hacer que
los cimientos de este mundo sean tan firmes como el amor, tan dignos de
confianza como el Cielo y tan fuertes como Dios Mismo. 9Todo aquel
que cree que es posible pecar mantiene al mundo excluido del amor. 10Y esto no cambiará. 11Sin embargo, ¿serÃa posible que lo
que Dios no creó compartiese los atributos de Su creación, cuando se opone a
ella desde cualquier punto de vista?
2. Es
imposible que el deseo de morir del "pecador" sea tan fuerte como la Voluntad de
Dios por la vida. 2Tampoco es posible que los cimientos de un mundo
que Él no creó fuesen tan firmes y seguros como el Cielo. 3¿Cómo iba
ser posible que el Cielo y el infierno fuesen lo mismo? 4¿Y cómo
podrÃa ser que lo que Su Voluntad no dispuso no se pudiese cambiar? 5¿Qué otra cosa aparte de Su Voluntad es inmutable? 6¿Y
qué puede compartir sus atributos, excepto ella misma? 7¿Qué deseo
puede alzarse contra Su Voluntad, y ser inmutable? 8Si pudieses darte
cuenta de que lo único que es inmutable es la Voluntad de Dios, este curso no te
resultarÃa difÃcil. 9No obstante, eso es precisamente lo que no
crees. 10Sin embargo, no podrÃas creer nada más, sólo con que vieses
lo que realmente es.
3. Volvamos a
lo que anteriormente dijimos, y pensemos en ello más detenidamente. 2Debe ser, o bien que Dios está loco, o bien que este mundo es un
manicomio. 3Ni uno solo de los Pensamientos de Dios tiene
sentido en este mundo. 4Y nada de lo que el mundo acepta como cierto
tiene sentido alguno en Su Mente. 5Lo que no tiene sentido ni
significado es demente. 6Y lo que es demente no puede ser la verdad. 7Si una sola de las creencias que en tanta estima se tienen aquÃ
fuese cierta, entonces todo Pensamiento que Dios jamás haya tenido serÃa
una ilusión. 8Pero si uno solo de Sus Pensamientos es cierto,
entonces todas las creencias a las que el mundo otorga significado son falsas y
absurdas. 9Ésta es la decisión que tienes ante ti. 10No
trates de verla de otra manera ni de hacer de ella lo que no es. 11Pues lo único que puedes hacer es tomar esta decisión. 12El resto depende de Dios, no de ti.
4. Justificar
uno solo de los valores que el mundo apoya es negar la cordura de tu Padre y la
tuya. 2Pues Dios y Su Hijo bienamado no piensan de manera diferente. 3Y es esta concordancia en el pensamiento lo que hace que el Hijo sea
un co-creador con la Mente cuyo Pensamiento lo creó a él. 4De modo
que si elige creer en un solo pensamiento que se oponga a la verdad, habrá
decidido que él no es el Hijo de su Padre porque el Hijo está loco, y la
cordura tiene que ser algo ajeno al Padre y al Hijo. 5Esto es lo que
crees. 6No pienses que esta creencia depende de la forma en que se
manifieste. 7El que de alguna manera crea que el mundo es cuerdo, que
algunas de las cosas que piensa están justificadas o que está sustentando por
algún tipo de razón, cree que eso es cierto. 8El pecado no es real porque ni el Padre ni el Hijo son dementes. 9Este mundo no
tiene sentido porque se basa en el pecado. 10¿Quién podrÃa
crear lo inmutable si ello no estuviese basado en la
verdad?
5. El EspÃritu
Santo tiene el poder de transformar todos los cimientos del mundo que ves en
algo distinto: en una base que no sea demente, sobre la que se puedan sentar los
cimientos de una percepción sana y desde la que se puede percibir otro mundo: 2un mundo en el que nada se opone a lo que conducirÃa al Hijo de Dios
a la cordura y a la felicidad, 3y en el que nada da testimonio de la
muerte ni de la crueldad, de la separación o de las diferencias. 4Pues ahà todo se percibe como uno, y nadie tiene que perder para que
otro gane.
6. Pon a
prueba todas tus creencias a la luz de este único requisito, y entiende que
todo lo que satisface esta única petición es digno de tu fe. 2Nada
más lo es. 3Lo que no es amor es pecado, y cada uno de ellos percibe
al otro como demente y sin sentido. 4El amor es la base de un mundo
que los pecadores perciben como completamente demente, ya que creen que el
camino que ellos siguen es el que conduce a la cordura. 5Mas el
pecado es igualmente demente a los ojos del amor, que dulcemente prefieren
mirar más allá de la locura y descansar serenamente en la verdad. 6Tanto el amor como el pecado ven un mundo inmutable, de acuerdo a
como cada uno define la inalterable y eterna verdad de lo que eres. 7Y cada uno refleja un punto de vista de lo que el Padre y el Hijo
deben ser para que ese punto de vista sea significativo y
cuerdo.
7. Tu función
especial es aquella forma en particular que a ti te parece más significativa y
sensata para demostrar el hecho de que Dios no es demente. 2El
contenido es el mismo. 3La forma se adapta a tus necesidades
particulares, y al tiempo y lugar concretos en los que crees encontrarte, y
donde puedes ser liberado de dichos conceptos, asà como de todo lo que crees que
te limita. 4El Hijo de Dios no puede estar limitado por el tiempo,
por el espacio ni por ninguna cosa que la Voluntad de Dios no haya
dispuesto. 5No obstante, si se cree que lo que Su Voluntad
dispone es una locura, entonces la forma de cordura que la hace más aceptable
para los que son dementes requiere una decisión especial. 6Esta
decisión no la pueden tomar los que son dementes, cuyo problema es que sus
decisiones no son libres, ni las toman guiados por la razón a la luz del sentido
común.
8. SerÃa ciertamente una locura poner la salvación en manos de los dementes. 2Pero puesto que Dios no está loco, ha designado a Uno tan cuerdo
como Él para que le presente un mundo de mayor cordura a todo aquel que eligió
la demencia como su salvación. 3A Él le es dado elegir la forma
más apropiada para ayudar al demente: una que no ataque el mundo que éste
ve, sino que se adentre en él calladamente y le muestre que está loco. 4El EspÃritu Santo no hace sino señalarle otra alternativa, otro modo
de contemplar lo que antes veÃa, que él reconoce como el mundo en el que vive,
el cual creÃa entender.
9. Ahora él
tiene que poner todo esto en tela de juicio, pues la forma de la alternativa es
una que no puede negar, pasar por alto, ni dejar de percibir completamente. 2La función especial de cada uno está diseñada de modo que se perciba
como algo factible, como algo que se desea cada vez más a medida que se le
demuestra que es una alternativa que realmente desea. 3Desde
esta perspectiva, su pecaminosidad asà como todo el pecado que ve en el
mundo, tienen cada vez menos que ofrecerle. 4Y por fin llega a
entender que todo ello le ha costado su cordura y que se interpone entre él
y cualquier esperanza de volver a ser cuerdo. 5Puesto que tiene un
papel especial en la liberación de todos sus hermanos, no se le deja sin la
posibilidad de escapar de la locura. 6SerÃa tan inaudito que se le
excluyese y se le dejase sin una función especial en la esperanza de paz,
como lo serÃa que el Padre ignorara a Su Hijo y lo pasase de largo sin ningún
miramiento.
10. ¿En qué
otra cosa se puede confiar, sino en el Amor de Dios? 2¿Y dónde mora
la cordura, sino en Él? 3Aquel que habla por Dios puede mostrarte
esto en la alternativa que eligió especialmente para ti. 4La Voluntad
de Dios es que recuerdes esto, y que pases asà del más profundo desconsuelo al
júbilo perfecto. 5Acepta la función que se te ha asignado en el plan
de Dios para mostrarle a Su Hijo que el infierno y el Cielo son diferentes, no
lo mismo. 6Pero en el Cielo son lo mismo, pues carecen de las
diferencias que habrÃan hecho del Cielo un infierno y del infierno un cielo, si
tal demencia hubiese sido posible.
11. La
creencia de que es posible perder no es sino el reflejo de la premisa subyacente
de que Dios está loco. 2Pues en este mundo parece que alguien tiene
que perder porque otro ganó. 3Si esto fuese cierto, entonces
Dios estarÃa loco. 4Mas ¿qué es esa creencia, sino una forma de la
premisa más básica según la cual, "El pecado es real y es lo que rige al mundo"? 5Por cada pequeña ganancia que se obtenga alguien tiene que perder, y
pagar el importe exacto con sangre y sufrimiento. 6Pues, de lo
contrario, el mal triunfarÃa y la destrucción serÃa el costo total de cualquier
ganancia. 7Tú que crees que Dios está loco, examina esto
detenidamente y comprende que, o bien Dios es demente o bien es esto lo que
lo es, pero no ambos.
12. La
salvación es el renacimiento de la idea de que nadie tiene que perder para que
otro gane. 2Y todo el mundo tiene que ganar, si es que uno
solo ha de ganar. 3Con esto queda restaurada la cordura. 4Y sobre esta única roca de verdad la fe puede descansar con perfecta
confianza y en perfecta paz en la eterna cordura de Dios. 5La razón
queda satisfecha, pues con esto todas las creencias dementes pueden ser
corregidas. 6Y si esto es verdad, el pecado no puede sino ser
imposible. 7Ésta es la roca sobre la que descansa la salvación, el
punto estratégico desde el que el EspÃritu Santo le confiere significado y
dirección al plan en el que tu función especial tiene un papel que jugar. 8Pues aquà tu función especial se vuelve Ãntegra porque comparte la
función de la totalidad.
13. Recuerda
que toda tentación no es más que esto: la creencia descabellada de que la locura
de Dios te devolverÃa la cordura y te darÃa lo que quisieses, y de que o tú o
Dios tenéis que perder frente a la locura porque vuestros objetivos son
irreconciliables. 2La muerte exige vida, pero la vida no cuesta nada. 3Nadie tiene que sufrir para que la Voluntad de Dios se haga. 4La salvación es Su Voluntad porque tú la compartes con Él. 5No es sólo para ti, sino para el Ser que es el Hijo de Dios. 6Éste no puede perder, pues si pudiese, ello supondrÃa una pérdida
para su Padre, y para Él la pérdida es imposible. 7Y esto es cuerdo
porque es la verdad.
LECCIÓN
287
Tú
eres mi única meta, Padre mÃo, sólo Tú.
1. ¿Adónde
querrÃa ir sino al Cielo? 2¿Qué podrÃa sustituir a la felicidad? 3¿Qué
regalo podrÃa preferir a la paz de Dios? 4¿Qué
tesoro querrÃa buscar, hallar y conservar que pudiera compararse con mi
Identidad? 5¿Cómo
iba a preferir vivir con miedo que con amor?
2. Tú eres mi meta, Padre mÃo.2¿Qué otra
cosa aparte de Ti podrÃa desear? 3¿Qué otro
camino iba a desear recorrer sino el que conduce a Ti? 4¿Y qué
otra cosa sino Tu recuerdo podrÃa significar para mà el final de los sueños y de
las sustituciones fútiles de la verdad? 5Tú eres mi única meta. 6Tu Hijo
desea ser como Tú lo creaste. 7¿De qué
otra manera, sino, podrÃa esperar reconocer a mi Ser y volverme uno con mi
Identidad?
14 DE
OCTUBRE
VIII. La
restitución de la justicia al amor
1. El
EspÃritu Santo puede usar todo lo que le ofreces para tu salvación. 2Pero no puede usar lo que te niegas a darle, ya que no puede
quitártelo sin tu consentimiento. 3Pues si lo hiciera, creerÃas
que te lo arrebató en contra de tu voluntad. 4Y asÃ, no
aprenderÃas que tu voluntad es no tenerlo. 5Él no
necesita que estés completamente dispuesto a entregárselo, pues si ese fuese el
caso, no tendrÃas ninguna necesidad de Él. 6Pero sà necesita que
prefieras que Él lo tome a que tú te lo quedes sólo para ti, y que reconozcas
que no sabes qué es lo que no supone una pérdida para nadie. 7Eso es
lo único que se tiene que añadir a la idea de que nadie tiene que perder para
que tú ganes. 8Nada más.
2. He aquà el
único principio que la salvación requiere. 2No es necesario que tu fe
en él sea firme e inquebrantable ni que esté libre del ataque de todas las
creencias que se oponen a él. 3No tienes una lealtad fija. 4Pero recuerda que los que ya se han salvado no tienen necesidad
de salvación. 5No se te pide que hagas lo que le resultarÃa imposible
a alguien que todavÃa está dividido contra sà mismo. 6No esperes
poder encontrar sabidurÃa en semejante estado mental. 7Pero
siéntete agradecido de que lo único que se te pide es que tengas un poco de fe. 8¿Qué les puede quedar a los que todavÃa creen en el pecado,
sino un poco de fe? 9¿Qué podrÃan saber del Cielo y de la justicia de
los que se han salvado?
3. Existe una
clase de justicia en la salvación de la que el mundo no sabe nada. 2Para el mundo, la justicia y la venganza son lo mismo, pues los
pecadores ven la justicia únicamente como el castigo que merecen, por el
que tal vez otro debe pagar, pero del que no es posible escapar. 3Las
leyes del pecado exigen una vÃctima. 4Quién ha de ser esa vÃctima es
irrelevante. 5Pero el costo no puede ser otro que la muerte, y tiene
que pagarse. 6Esto no es justicia, sino demencia. 7Sin
embargo, allà donde el amor significa odio, y la muerte se ve como la victoria y
el triunfo sobre la eternidad, la intemporalidad y la vida, ¿cómo se podrÃa
definir la justicia sin que la demencia formase parte de
ella?
4. Tú que no
sabes lo que es la justicia puedes todavÃa inquirir lo que es y asà aprenderlo. 2La justicia contempla a todos de la misma manera. 3No es
justo que a alguien le falte lo que otro tiene. 4Pues eso es
venganza, sea cual sea la forma que adopte. 5La justicia no exige
ningún sacrificio, pues todo sacrificio se hace a fin de perpetuar y conservar
el pecado. 6El sacrificio es el pago que se ofrece por el costo del
pecado, pero no es el costo total. 7El resto se toma de otro y se
deposita al lado de tu pequeño pago, para asà "expiar" por todo lo que quieres
conservar y no estás dispuesto a abandonar. 8De esta forma consideras
que tú eres en parte la vÃctima, pero que alguien más lo es en mayor medida. 9Y en el costo total, cuanto más grande sea la parte que el otro
pague, menor será la que pagues tú. 10Y la justicia, al
ser ciega, queda satisfecha cuando recibe su pago, sin que le importe quién es
el que paga.
5. ¿Cómo iba a
ser eso justicia? 2Dios no sabe de eso. 3Pero sà sabe lo
que es la justicia, y lo sabe muy bien. 4Pues Él es totalmente justo
con todo el mundo. 5La venganza es algo ajeno a la Mente de Dios precisamente porque Él conoce la justicia. 6Ser justo es ser
equitativo, no vengativo. 7Es imposible que la equidad y la
venganza puedan coexistir, pues cada una de ellas contradice a la otra y
niega su realidad. 8No puedes compartir la justicia del EspÃritu
Santo mientras de alguna manera tu mente pueda concebir ser especial. 9Sin embargo, ¿serÃa Él justo si condenase a un pecador por los
crÃmenes que éste no cometió aunque él crea que los cometió? 10¿Y
adónde habrÃa ido a parar la justicia si Él les exigiese a los que están
obsesionados con la idea del castigo que, sin ninguna ayuda, la dejasen de lado
y percibiesen que no es verdad?
6. A los que
todavÃa creen que el pecado tiene sentido les resulta extremadamente difÃcil
entender la justicia del EspÃritu Santo. 2No pueden sino creer que Él
comparte su confusión, y, por lo tanto, no pueden evadir la venganza que
forzosamente comporta su propia creencia de lo que es la justicia. 3Y
asÃ, tienen miedo del EspÃritu Santo y perciben en Él la "ira" de Dios. 4Y no pueden confiar en que no los va a aniquilar con rayos extraÃdos
de las "llamas" del Cielo por la Propia Mano iracunda de Dios. 5Creen
que el Cielo es el infierno, y tienen miedo del amor. 6Y
cuando se les dice que nunca han pecado, les invade una profunda sospecha y el
escalofrÃo del miedo. 7Su mundo depende de la estabilidad del pecado. 8Y perciben la "amenaza" de lo que Dios entiende por justicia como
algo más destructivo para ellos y para su mundo que la venganza, la cual
comprenden y aman.
7. Y asÃ,
piensan que perder el pecado serÃa una maldición. 2Y huyen del
EspÃritu Santo como si de un mensajero del infierno se tratase, que hubiese sido
enviado desde lo alto, disfrazado de amigo y redentor, para hacer caer sobre
ellos la venganza de Dios valiéndose de ardides y de engaños. 3¿Qué
otra cosa podrÃa ser Él para ellos, sino un demonio que se viste de ángel para
engañarles? 4¿Y qué escape les puede ofrecer, sino la puerta que
conduce al infierno, la cual, sin embargo, parece ser la puerta al
Cielo?
8. La
justicia, no obstante, no puede castigar a aquellos que, aunque claman por
castigo, tienen un Juez que sabe que en realidad son completamente inocentes. 2La justicia le obliga a liberarlos y a darles todo el honor que
merecen y que se han negado a sà mismos al no ser justos y no poder entender que
son inocentes. 3El amor no es comprensible para los pecadores porque
creen que la justicia no guarda ninguna relación con el amor y que representa
algo distinto. 4Y de esta manera, se percibe al amor como algo débil,
y a la venganza como muestra de fortaleza. 5Pues el amor perdió
cuando el juicio se separó de su lado, y ahora es demasiado débil para poder
salvar a nadie del castigo. 6Pero la venganza sin amor ha cobrado más
fuerza al estar separada y aparte del amor. 7¿Y qué otra cosa
sino la venganza puede ser ahora lo que ayuda y salva, mientras que el amor es
un espectador pasivo, impotente, injusto, endeble e incapaz de
salvar?
LECCIÓN
288
Que
me olvide hoy del pasado de mi hermano.
1. Éste es el pensamiento que me conduce a
Ti y me lleva a mi meta. 2No puedo llegar hasta Ti sin mi hermano. 3Y para conocer mi Fuente, tengo primero que reconocer lo que Tú
creaste uno conmigo. 4La
mano de mi hermano es la que me conduce a Ti. 5Sus pecados están en
el pasado junto con los mÃos, y me he salvado porque el pasado ya pasó. 6No permitas que lo siga
abrigando en mi corazón, pues me desviarÃa del camino que me lleva a Ti. 7Mi hermano es mi salvador. 8No dejes que ataque al salvador que Tú me
has dado. 9Por el
contrarÃo, déjame honrar a aquel que lleva tu Nombre, para asà poder recordar
que es el mÃo
también.
2. Perdóname
hoy. 2Y sabrás que me has perdonado si
contemplas a tu hermano en la luz de la santidad. 3Él no puede ser menos santo que yo, y tú no puedes
ser más santo que él.
15 DE
OCTUBRE
9. ¿Y qué
puede pedirte el Amor a ti que piensas que todo esto es verdad? 2¿PodrÃa Él, con justicia y con amor, creer que en tu confusión
tienes algo que dar? 3No se te pide que tengas mucha confianza
en Él, 4sino la misma que ves que Él te ofrece y que reconoces que no
podrÃas tener en ti mismo. 5Él ve todo lo que tú mereces a la luz de
la justicia de Dios, pero también se da cuenta de que no puedes aceptarlo. 6Su función especial consiste en ofrecerte los regalos que los
inocentes merecen. 7Y cada regalo que aceptas le brinda alegrÃa a Él
y a ti. 8Él sabe que el Cielo se enriquece con cada regalo que
aceptas. 9Y Dios Se alegra cuando Su Hijo recibe lo que la amorosa
justicia sabe que le corresponde. 10Pues el amor y la justicia no son
diferentes. 11Precisamente porque son lo mismo la
misericordia se encuentra a la derecha de Dios, y le da al Hijo de Dios el poder
de perdonarse a sà mismo sus pecados.
10. ¿Cómo se
le iba a poder privar de algo a aquel que todo lo merece? 2Pues eso
serÃa una injusticia, y ciertamente no serÃa justo para con toda la santidad que
hay en él, por mucho que él no la reconozca. 3Dios no sabe de
injusticias. 4Él no permitirÃa que Su Hijo fuese juzgado por aquellos
que quieren destruirlo y que no pueden ver su valÃa en absoluto. 5¿Qué testigos fidedignos podrÃan convocar para que hablasen en
su defensa? 6¿Y quién vendrÃa a interceder en su favor, en lugar de
abogar por su muerte? 7Tú no le harÃas justicia. 8No
obstante, Dios se aseguró de que se hiciese justicia con el Hijo que Él ama, y
de que ésta lo protegiese de cualquier injusticia que tratases de cometer contra
él, al creer que la venganza es su merecido.
11. De la
misma manera en que al especialismo no le importa quién paga el costo del pecado
con tal de que se pague, al EspÃritu Santo le es indiferente quién es el
que por fin contempla la inocencia, con tal de que ésta se vea y se reconozca. 2Pues con un sólo testigo basta. 3La simple justicia no
pide nada más. 4El EspÃritu Santo le pregunta a cada uno si
quiere ser ese testigo, de forma que la justicia pueda ser restituida al amor y
quede allà satisfecha. 5Cada función especial que Él asigna es sólo
para que cada uno aprenda que el amor y la justicia no están separados, 6y que su unión los fortalece a ambos. 7Sin amor, la
justicia está llena de prejuicios y es débil. 8Y el amor sin justicia
es imposible. 9Pues el amor es justo y no puede castigar sin causa. 10¿Qué causa podrÃa haber que justificase un ataque contra los que
son inocentes? 11El amor, entonces, corrige todos los errores
con justicia, no con venganza. 12Pues eso serÃa injusto para con la
inocencia.
12. Tú puedes
ser un testigo perfecto del poder del amor y de la justicia, si comprendes que
es imposible que el Hijo de Dios merezca venganza. 2No necesitas
percibir que esto es verdad en toda circunstancia. 3Tampoco necesitas
corroborarlo con tu experiencia del mundo, que no es sino una sombra de
todo lo que realmente está sucediendo dentro de ti. 4El entendimiento
que necesitas no procede de ti, sino de un Ser más grande, tan excelso y santo
que no podrÃa dudar de Su propia inocencia. 5Tu función especial es
que lo invoques, para que te sonrÃa a ti cuya inocencia Él comparte. 6Su entendimiento será tuyo. 7Y asÃ, la función
especial del EspÃritu Santo se habrá consumado. 8El Hijo de Dios
ha encontrado un testigo de su inocencia y no de sus pecados. 9¡Cuán
poco necesitas darle al EspÃritu Santo para que simplemente se te haga
justicia!
13. Sin
imparcialidad no hay justicia. 2¿Cómo iba a poder ser justo el
especialismo? 3No juzgues, mas no porque tú seas también un miserable
pecador, sino porque no puedes. 4¿Cómo iban a poder entender los que se creen especiales que la justicia es igual para todo el mundo? 5Quitar a uno para dar a otro es una injusticia contra ambos, pues
los dos son iguales ante los ojos del EspÃritu Santo. 6Su Padre les
dio a ambos la misma herencia. 7El que desea tener más o tener menos,
no es consciente de que lo tiene todo. 8El que él se crea privado de
algo no le da el derecho de ser juez de lo que le corresponde a otro. 9Pues en tal caso, no puede sino sentir envidia y tratar de
apoderarse de lo que le pertenece a aquel a quien juzga. 10No es
imparcial ni puede ver de manera justa los derechos de otro porque no es
consciente de los suyos propios.
14. Tú tienes
derecho a todo el universo, a la paz perfecta, a la completa absolución de todas
las consecuencias del pecado, y a la vida eterna, gozosa y completa desde
cualquier punto de vista, tal como la Voluntad de Dios dispuso que Su santo Hijo
la tuviese. 2Ésta es la única justicia que el Cielo conoce y lo único
que el EspÃritu Santo trae a la tierra. 3Tu función especial te
muestra que sólo la justicia perfecta puede prevalecer sobre ti. 4Y
asÃ, estás a salvo de cualquier forma de venganza. 5El mundo engaña,
pero no puede reemplazar la justicia de Dios con su propia versión. 6Pues sólo el amor es justo y sólo él puede percibir lo que la
justicia no puede sino concederle al Hijo de Dios. 7Deja que el
amor decida, y nunca temas que, por no ser justo, te vayas a privar a ti mismo
de lo que la justicia de Dios ha reservado para ti.
LECCIÓN
289
El
pasado ya pasó. No me puede afectar.
1. A
menos que el pasado se haya borrado de mi mente, no podré contemplar el mundo
real. 2Pues en ese caso no estarÃa contemplando nada, sino
viendo lo que no esta ahÃ. 3¿Cómo
podrÃa entonces percibir el mundo que el perdón ofrece? 4El propósito del pasado fue precisamente
ocultarlo, pues dicho mundo sólo se puede ver en el ahora. 5No tiene pasado. 6Pues, ¿a qué se le puede conceder perdón sino al
pasado, el cual al ser perdonado desaparece?
2. Padre, no me dejes contemplar un pasado
que no existe. 2Pues Tú me has ofrecido Tu Propio sustituto: un mundo
presente que el pasado ha dejado intacto y libre de pecado. 3He aquà el final de la culpabilidad. 4Y aquÃ
me preparo para Tu paso final. 5¿Cómo
iba a exigirte que siguieses esperando hasta que Tu Hijo encontrase la belleza
que Tu dispusiste fuese el final de todos sus sueños y todo su
dolor?
16 DE
OCTUBRE
IX. La
justicia del Cielo
1. ¿Qué otra
cosa sino la arrogancia podrÃa pensar que la justicia del Cielo no puede
eliminar tus insignificantes errores? 2¿Y qué podrÃa significar eso,
sino que son pecados y no errores, eternamente incorregibles y a los que
hay que corresponder con venganza y no con justicia? 3¿Estás
dispuesto a que se te libere de todas las consecuencias del pecado? 4No puedes contestar esta pregunta hasta que entiendas todo lo que
implica la respuesta. 5Pues si contestas "sÃ" significa que renuncias
a todos los valores de este mundo en favor de la paz del Cielo. 6Significa también que no vas a conservar ni un solo pecado 7ni a abrigar ninguna duda de que esto es posible que le permitiese
al pecado conservar su lugar. 8Significa asimismo que ahora la
verdad tiene más valor para ti que todas las ilusiones. 9Y reconoces
que la verdad tiene que serte revelada, ya que no sabes lo que
es.
2. Dar a
regañadientes es no recibir el regalo, pues no estás dispuesto a aceptarlo. 2Se te guarda hasta que tu renuencia a recibirlo desaparezca y estés
dispuesto a que te sea dado. 3La justicia de Dios merece gratitud, no
temor. 4Ni tú ni nadie puede perder nada que deis, sino que todo ello
se atesora y se guarda en el Cielo, donde todos los tesoros que le han sido
dados al Hijo de Dios se conservan para él y se le ofrecen a todo aquel que
simplemente extiende la mano dispuesto a recibirlos. 5El tesoro no
merma al ser dado. 6Cada regalo no hace sino aumentar el caudal de su
riqueza, 7pues Dios es justo. 8Él no lucha contra la
renuencia de Su Hijo a percibir la salvación como un regalo procedente de Él. 9Mas Su justicia no quedará satisfecha hasta que todos la
reciban.
3. Puedes
estar seguro de que la solución a cualquier problema que el EspÃritu Santo
resuelva será siempre una solución en la que nadie pierde. 2Y esto
tiene que ser verdad porque Él no le exige sacrificios a nadie. 3Cualquier solución que le exija a alguien la más mÃnima pérdida, no
habrá resuelto el problema, sino que lo habrá empeorado, haciéndolo más difÃcil
de resolver y más injusto. 4Es imposible que el EspÃritu Santo pueda
ver cualquier clase de injusticia como la solución. 5Para Él, lo
que es injusto tiene que ser corregido porque es injusto. 6Y
todo error es una percepción en la que, como mÃnimo, se ve a uno de los Hijos de
Dios injustamente. 7De esta forma es como se priva de justicia al
Hijo de Dios. 8Cuando se considera a alguien un perdedor, se le ha
condenado. 9Y el castigo, en vez de la justicia, se convierte en su
justo merecido.
4. Ver la
inocencia hace que el castigo sea imposible y la justicia inevitable. 2La percepción del EspÃritu Santo no da cabida al ataque. 3Lo único que podrÃa justificar el ataque son las pérdidas, y Él no
ve pérdidas de ninguna clase. 4El mundo resuelve problemas de otra
manera. 5Pues ve la solución a cualquier problema como un estado en
el que se ha decidido quién ha de ganar y quién ha de perder; con cuánto se va a
quedar uno de ellos y cuánto puede todavÃa defender el perdedor. 6Mas
el problema sigue sin resolverse, pues sólo la justicia puede establecer un
estado en el que nadie pierde y en el que a nadie se le trata injustamente o se
le priva de algo, lo cual le darÃa motivos para vengarse. 7Ningún
problema se puede resolver mediante la venganza, que en el mejor de los casos no
harÃa sino dar lugar a otro problema, en el que el asesinato no es
obvio.
5. La forma en
que el EspÃritu Santo resuelve todo problema es la manera de solventarlo. 2El problema queda resuelto porque se ha tratado con justicia. 3Hasta que esto no se haga, seguirá repitiéndose porque aún no
se habrá solventado. 4El principio según el cual la justicia
significa que nadie puede perder es crucial para el objetivo de este curso. 5Pues los milagros dependen de la justicia. 6Mas no como
la ve el mundo, sino como la conoce Dios y como este conocimiento se ve
reflejado en la visión que ofrece el EspÃritu Santo.
6. Nadie
merece perder. 2Y es imposible que lo que supone una injusticia para
alguien pueda ocurrir. 3La curación tiene que ser para todo el mundo,
pues nadie merece ninguna clase de ataque. 4¿Qué orden podrÃa haber
en los milagros, si algunas personas mereciesen sufrir más y otras menos? 5¿Y serÃa esto justo para aquellos que son totalmente inocentes? 6Todo milagro es justo. 7No es un regalo especial que se
les concede a algunos y se les niega a otros, por ser éstos menos dignos o estar
más condenados, y hallarse, por lo tanto, excluidos de la curación. 8¿Quién puede estar excluido de la salvación, si el propósito de ésta
es precisamente acabar con el especialismo? 9¿Dónde se encontrarÃa la
justicia de la salvación, si algunos errores fuesen imperdonables y
justificasen la venganza en lugar de la curación y el retorno a la
paz?
7. El
propósito de la salvación no puede ser ayudar al Hijo de Dios a que sea más
injusto de lo que él ya ha procurado ser. 2Si los milagros, que son
el don del EspÃritu Santo, se otorgasen exclusivamente a un grupo selecto y
especial y se negasen a otros por ser éstos menos merecedores de ellos, entonces
Él serÃa el aliado del especialismo. 3El EspÃritu Santo no da fe de
lo que no puede percibir. 4Y todos tienen el mismo derecho a Su don
de curación, liberación y paz. 5Entregarle un problema al EspÃritu
Santo para que Él lo resuelva por ti, significa que quieres que se
resuelva. 6Mas no entregárselo a fin de resolverlo por tu cuenta y
sin Su ayuda, es decidir que el problema siga pendiente y sin resolver, haciendo
asà que pueda seguir dando lugar a más injusticias y ataques. 7Nadie
puede ser injusto contigo, a menos que tú hayas decidido ser injusto
primero. 8En ese caso, es inevitable que surjan problemas que sean un
obstáculo en tu camino, y que la paz se vea disipada por los vientos del
odio.
8. A menos que
pienses que todos tus hermanos tienen el mismo derecho a los milagros que tú, no
reivindicarás tu derecho a ellos, al haber sido injusto con otros que gozan de
los mismos derechos que tú. 2Si tratas de negarle algo a otro,
sentirás que se te ha negado a ti. 3Si tratas de privar a alguien de
algo, te habrás privado a ti mismo. 4Es imposible recibir un
milagro que otro no pueda recibir. 5Sólo el perdón ofrece milagros. 6Y el perdón tiene que ser justo con todo el
mundo.
9. Los
pequeños problemas que ocultas se convierten en tus pecados secretos porque no
elegiste que se te liberase de ellos. 2Y asÃ, acumulan polvo y se
vuelven cada vez más grandes hasta cubrir todo lo que percibes, impidiéndote asÃ
ser justo con nadie. 3No crees tener ni un solo derecho. 4Y la amargura, al haber justificado la venganza y haber hecho
que se pierda la misericordia, te condena irremisiblemente. 5Los
irredentos no tienen misericordia para con nadie. 6Por eso es
por lo que tu única responsabilidad es aceptar el perdón para ti
mismo.
10. Das el
milagro que recibes. 2Y cada uno de ellos se convierte en un ejemplo
de la ley en la que se basa la salvación: que si uno solo ha de sanar, se les
tiene que hacer justicia a todos. 3Nadie puede perder y todos tienen que beneficiarse. 4Cada milagro es un ejemplo de
lo que la justicia puede lograr cuando se ofrece a todos por igual, 5pues se recibe en la misma medida en que se da. 6Todo
milagro es la conciencia de que dar y recibir es lo mismo. 7Puesto que no hace distinciones entre los que son iguales, no ve
diferencias donde no las hay. 8Y asÃ, es igual con todos porque
no ve diferencia alguna entre ellos. 9Su ofrecimiento es universal y
sólo enseña un mensaje:
10Lo que es de
Dios le pertenece a todo el mundo, y es su derecho
inalienable.
LECCIÓN
290
Lo
único que veo es mi actual felicidad.
1. A
menos que contemple lo que no está ahÃ, lo único que veo es mi actual felicidad. 2Los
ojos que
comienzan a abrirse por fin pueden ver. 3Y
deseo que la visión de Cristo descienda sobre mà hoy mismo. 4Pues
lo que percibo a través de mi propia vista sin la Corrección que Dios me dio
para ella, es atemorizante y doloroso de contemplar. 5Mas no voy a
permitir que mi mente se siga engañando un solo instante más, creyendo que
el sueño que inventé es real. 6Éste
es el dÃa en que voy en pos de mi actual felicidad y en el que no he de
contemplar nada que no sea lo que busco.
2. Con esta resolución vengo a Ti, y te pido
que me prestes tu fortaleza, mientras procuro únicamente hacer Tu Voluntad. 2No puedes dejar de oÃrme, Padre. 3Pues lo que pido ya me lo has dado. 4Y estoy seguro de que hoy veré mi
felicidad.
17
DE OCTUBRE
CapÃtulo
26
LA
TRANSICIÓN
I. El
"sacrificio" de la unicidad*
1. El
sacrificio es una idea clave en la "dinámica" del ataque. 2Es el eje
sobre el que toda transigencia, todo desesperado intento de cerrar un trato y
todo conflicto alcanza un aparente equilibrio. 3Es el sÃmbolo del
tema central según el cual alguien siempre tiene que perder. 4El hincapié que hace en el cuerpo es evidente, pues el
sacrificio es siempre un intento de minimizar la pérdida. 5El cuerpo
en sà es un sacrificio, una renuncia al poder a cambio de quedarte con una
pequeña porción de él para ti solo. 6Ver a un hermano en otro cuerpo,
separado del tuyo, es la expresión del deseo de ver únicamente una pequeña parte
de él y de sacrificar el resto. 7Contempla el mundo y verás que nada
está unido a nada más allá de sà mismo. 8Todas las aparentes
entidades pueden acercarse o alejarse un poco, pero no pueden
unirse.
2. El mundo
que ves está basado en el "sacrificio" de la unicidad. 2Es la imagen
de una total desunión y de una absoluta falta de unidad. 3Alrededor
de cada entidad se erige una muralla tan sólida en apariencia, que parece
como si lo que se encuentra adentro jamás pudiese salir afuera, y lo que se encuentra afuera jamás pudiese llegar hasta lo que se encuentra oculto allÃ. 4Cada parte tiene que sacrificar a otra para
conservar su propia integridad. 5Pues si se uniesen, cada una
perderÃa su identidad individual, y es mediante esa separación como conservan su individualidad.
3. Lo poco que
el cuerpo mantiene cercado se convierte en el yo, el cual se conserva
mediante el sacrificio de todo lo demás. 2Y todo lo demás no puede
sino perder esta pequeña parte y permanecer incompleto a fin de mantener
intacta su propia identidad. 3En esta percepción de ti mismo la
pérdida del cuerpo serÃa ciertamente un sacrificio. 4Pues ver
cuerpos se convierte en la señal de que el sacrificio es limitado y de que aún
queda algo que es exclusivamente para ti. 5Y para que esa Ãnfima
parte te pertenezca, se demarcan lÃmites en todo lo que es externo a ti,
asà como en lo que crees que es tuyo. 6Pues dar es lo mismo que
recibir. 7Y aceptar las limitaciones de un cuerpo es imponer esas
mismas limitaciones a cada hermano que ves. 8Pues sólo puedes ver a
tu hermano como te ves a ti mismo.
4. El cuerpo supone una pérdida, y, por lo tanto, se puede usar para los fines del
sacrificio. 2Y mientras veas a tu hermano como un cuerpo, aparte de
ti y separado dentro de su celda, estarás exigiendo que tanto tú como él os
sacrifiquéis. 3¿Qué mayor sacrificio puede haber que exigirle al Hijo
de Dios que se perciba a sà mismo sin su Padre? 4¿O que su Padre esté
sin Su Hijo? 5Sin embargo, todo sacrificio exige que estén separados,
y el uno sin el otro. 6El recuerdo de Dios se niega si se le exige a
alguien algún sacrificio. 7¿Qué testigo de la plenitud del Hijo de
Dios puede verse en un mundo de cuerpos separados, por mucho que él dé
testimonio de la verdad? 8Él es invisible en un mundo asÃ. 9Y su himno de unión y de amor no puede oÃrse en absoluto. 10No obstante, se le ha concedido hacer que el mundo retroceda
ante su himno y que su visión reemplace a los ojos del
cuerpo.
5. Aquellos
que quieren ver los testigos de la verdad en vez de los de la ilusión, piden
simplemente poder ver en el mundo un propósito que haga que el mundo tenga
sentido y significado. 2Sin tu función especial, no tiene ningún
significado para ti. 3Sin embargo, se puede convertir en una mina tan
rica e ilimitada como el Cielo mismo. 4No hay ni un solo instante en
el que la santidad de tu hermano no se pueda ver y con ello añadir
abundante riqueza a cada diminuto fragmento y a cada pequeña migaja de
felicidad que te concedes a ti mismo.
6. Puedes
perder de vista la unicidad, pero no puedes sacrificar su realidad. 2Tampoco puedes perder aquello que quieres sacrificar ni impedir
que el EspÃritu Santo lleve a cabo Su misión de mostrarte que la unicidad no se
ha perdido. 3Escucha, pues, el himno que te canta tu hermano, y según
dejas que el mundo retroceda, acepta el descanso que su testimonio te ofrece en
nombre de la paz. 4Pero no lo juzgues, pues si lo haces, no
oirás el himno de tu liberación ni verás lo que le es dado a él atestiguar a fin
de que tú puedas verlo y regocijarte junto con él. 5No dejes que
debido a tu creencia en el pecado su santidad sea sacrificada, 6pues
sacrificas tu inocencia con la suya, y mueres cada vez que ves en él un pecado
por el que él merece morir.
7. Sin
embargo, puedes renacer en cualquier instante y recibir vida nuevamente. 2La santidad de tu hermano te da vida a ti que no puedes morir porque
Dios conoce su inocencia, la cual tú no puedes sacrificar, tal como tu luz
tampoco puede desaparecer porque él no la vea. 3Tú que querÃas hacer
de la vida un sacrificio, y que tus ojos y oÃdos fuesen testigos de la muerte de
Dios y de Su santo Hijo, no pienses que tienes el poder para hacer de Ellos lo
que Dios no dispuso que fuesen. 4En el Cielo, el Hijo de Dios no está
aprisionado en un cuerpo ni ha sido sacrificado al pecado en soledad. 5Y tal como él es en el Cielo, asà tiene que ser eternamente y
en todas partes. 6Es por siempre él mismo: nacido de nuevo cada
instante, inmune al tiempo y mucho más allá del alcance de cualquier sacrificio
de vida o de muerte. 7Pues él no creó ni una ni otra, y sólo una le
fue dada por Uno que sabe que Sus dones jamás se pueden sacrificar o
perder.
8. La justicia
de Dios descansa amorosamente sobre Su Hijo, manteniéndolo a salvo de toda
injusticia que el mundo quisiera cometer contra él. 2¿PodrÃas acaso
hacer que sus pecados fuesen reales, y sacrificar asà la Voluntad de su Padre
con respecto a él? 3No lo condenes viéndolo dentro de la putrescente
prisión en la que él se ve a sà mismo. 4Tu función especial es
asegurarte de que la puerta se abra, de modo que él pueda salir para verter su
luz sobre ti y devolverte el regalo de la libertad al recibirlo de ti. 5¿Y cuál podrÃa ser la función especial del EspÃritu Santo, sino la
de liberar al santo Hijo de Dios del aprisionamiento que él concibió para
negarse a sà mismo la justicia? 6¿Y podrÃa ser tu función una tarea
aparte y distinta de la Suya?
8.
¿Qué es el mundo real?
1. El mundo real es un sÃmbolo, como todo lo demás
que la percepción ofrece. 2No obstante, es lo opuesto a lo que
tú fabricaste. 3Ves tu mundo a través de los ojos del miedo, lo cual
te trae a la mente los testigos del terror. 4El mundo real sólo lo
pueden percibir los ojos que han sido bendecidos por el perdón, los cuales,
consecuentemente, ven un mundo donde el terror es imposible y donde no se puede
encontrar ningún testigo del miedo.
2. El
mundo real te ofrece una contrapartida para cada pensamiento de infelicidad
que se ve reflejado en tu mundo, una corrección segura para las escenas de miedo
y los clamores de batalla que pueblan tu mundo. 2El mundo real
muestra un mundo que se contempla de otra manera: a través de ojos serenos y de una mente en paz. 3Allà sólo hay reposo. 4No se oyen gritos de dolor o de
pesar, pues allà nada está excluido del perdón. 5Y las
escenas que se ven son apacibles, 6pues sólo escenas y sonidos
felices pueden llegar hasta la mente que se ha perdonado a sÃ
misma.
3. ¿Qué
necesidad tiene dicha mente de pensamientos de muerte, asesinato o ataque? 2¿De qué puede sentirse rodeada sino de seguridad, amor y dicha? 3¿Qué podrÃa haber que ella quisiese condenar? a¿Y
contra qué querrÃa juzgar? 4El mundo que ve emana de una mente que está en
paz consigo misma. 5No ve peligro en nada de lo que contempla, pues
es bondadosa, y lo único que ve es bondad.
4. El
mundo real es el sÃmbolo de que al sueño de pecado y culpabilidad le ha
llegado su fin y de que el Hijo de Dios ha despertado. 2Y sus
ojos, abiertos ahora, perciben el inequÃvoco reflejo del Amor de su Padre, la
infalible promesa de que ha sido redimido. 3El mundo real
representa el final del tiempo, pues cuando se percibe, el tiempo deja de tener
objeto.
5. El
EspÃritu Santo no tiene necesidad del tiempo una vez que éste ha servido el
propósito que Él le habÃa asignado. 2Ahora espera un sólo instante
más para que Dios dé el paso final y el tiempo desaparezca llevándose consigo la
percepción y dejando solamente a la verdad para que sea tal como es. 3Ese instante es nuestro objetivo, pues en él yace el recuerdo de
Dios. 4Y al contemplar un mundo perdonado, Él es Quien nos llama
y nos viene a buscar para llevarnos a casa, recordándonos nuestra Identidad, la
cual nos ha sido restituida mediante nuestro perdón.
LECCIÓN
291
Éste
es un dÃa de sosiego y de paz.
1. Hoy
la visión de Cristo contempla todo a través de mÃ. 2Su vista
me muestra que todas las cosas han sido perdonadas y que se encuentran en paz, y
le ofrece esa misma visión al mundo. 3En su nombre acepto esta visión
para mÃ, asà como para el mundo. 4¡Cuánta hermosura contemplamos en
este dÃa! 5¡Cuánta santidad vemos a nuestro alrededor! 6Y se nos concede reconocer que es una santidad
que compartimos, pues es la Santidad de Dios Mismo.
2. Mi mente se
aquieta hoy, para recibir los Pensamientos que Tú me ofreces. 2Y acepto lo que
procede de Ti, en lugar de lo que procede de mÃ. 3No sé cómo
llegar hasta Ti. 4Mas Tú lo sabes
perfectamente. 5Padre, guÃa a Tu Hijo por el tranquilo sendero que
conduce a Ti. 6Haz que mi
perdón sea total y completo y que Tu recuerdo retorne a
mÃ.
LECCIÓN
292
Todo
tendrá un desenlace feliz.
1. Las
promesas de Dios no hacen excepciones. 2Y Él garantiza que la dicha
será el desenlace final de todas las cosas. 3De nosotros depende, no
obstante, cuándo habrá de lograrse eso: hasta cuándo vamos a permitir que una
voluntad ajena parezca oponerse a la Suya. 4Pues mientras pensemos
que esa voluntad es real, no hallaremos el final que Él ha dispuesto sea el
desenlace de todos los problemas que percibimos, de todas las tribulaciones que
vemos y de todas las situaciones a que nos enfrentamos. 5Mas ese
final es seguro. 6Pues la Voluntad de Dios se hace en la tierra, asÃ
como en el Cielo. 7Lo buscaremos y lo hallaremos, tal como dispone Su
Voluntad, la Cual garantiza que nuestra voluntad se hace.
2. Te damos
gracias, Padre, por Tu garantÃa de que al final todo tendrá un desenlace feliz. 2Ayúdanos a no interferir y demorar asà el feliz desenlace que
nos has prometido para cada problema que podamos percibir y para cada prueba por
la que todavÃa creemos que tenemos que pasar.
LECCIÓN
293
El
miedo ya se acabó y lo único que hay aquà es amor.
1.
El miedo ya se acabó porque su fuente ha desaparecido, y con ella, todos sus
pensamientos desaparecieron también. 2El amor sigue siendo el único
estado presente, cuya Fuente está aquà para siempre. 3¿Cómo iba a
parecerme el mundo claro y diáfano, seguro y acogedor; cuando todos mis
errores pasados lo oprimen y me muestran manifestaciones distorsionadas de
miedo? 4Mas en el presente el amor es obvio y sus efectos evidentes. 5El mundo entero resplandece en el reflejo de su santa luz, y por fin
percibo un mundo perdonado.
2. Padre no
permitas que Tu santo mundo me pase desapercibido hoy, 2ni que mis
oÃdos sean sordos a todos los himnos de gratitud que el mundo entona bajo los
sonidos del miedo. 3Hay un
mundo real que el presente mantiene a salvo de todos los errores del pasado. 4Y éste es el único mundo que quiero tener ante mis
ojos hoy.
20 DE
OCTUBRE
II. Muchas
clases de error, una sola corrección
1. Es fácil
entender las razones por las que no le pides al EspÃritu Santo que resuelva
todos tus problemas por ti. 2Para Él no es más difÃcil resolver unos
que otros. 3Todos los problemas son iguales para Él, puesto que cada
uno se resuelve de la misma manera y con el mismo enfoque. 4Los
aspectos que necesitan solución no cambian, sea cual sea la forma que el
problema parezca adoptar. 5Un problema puede manifestarse de muchas
maneras, y lo hará mientras el problema persista. 6De nada sirve
intentar resolverlo de una manera especial. 7Se presentará una y otra
vez hasta que haya sido resuelto definitivamente y ya no vuelva a surgir en
ninguna forma. 8Sólo entonces te habrás liberado de
él.
2. El EspÃritu
Santo te ofrece la liberación de todos los problemas que crees tener. 2Para Él, todos ellos son el mismo problema porque cada uno,
independientemente de la forma en que parezca manifestarse, exige que alguien
pierda y sacrifique algo para que tú puedas ganar. 3Mas sólo cuando
la situación se resuelve de tal manera que nadie pierde desaparece el problema,
pues no era más que un error de percepción que ahora ha sido corregido. 4Para Él no es más difÃcil llevar un error ante la verdad que otro. 5Pues sólo hay un error: la idea de que es posible perder y de que
alguien puede ganar como resultado de ello. 6Si eso fuese cierto,
entonces Dios serÃa injusto, el pecado posible, el ataque estarÃa justificado y
la venganza serÃa merecida.
3. Para este
único error, en cualquiera de sus formas, sólo hay una corrección. 2Es imposible perder, y creer lo contrario es un error. 3Tú no tienes problemas, aunque pienses que los tienes. 4No podrÃas pensar que los tienes si los vieses desaparecer uno por
uno, independientemente de la magnitud, de la complejidad, del lugar, del
tiempo, o de cualquier otro atributo que percibas que haga que cada uno de ellos
parezca diferente del resto. 5No pienses que las limitaciones que
impones sobre todo lo que ves pueden limitar a Dios en modo
alguno.
4. El milagro
de la justicia puede corregir todos los errores. 2Todo problema es un
error. 3Es una injusticia contra el Hijo de Dios, y, por lo tanto, no
es verdad. 4El EspÃritu Santo no evalúa las injusticias como
grandes o pequeñas, mayores o menores. 5Para Él todas están
desprovistas de atributos. 6Son equivocaciones por las que el Hijo de
Dios está sufriendo innecesariamente. 7Y asÃ, Él simplemente le
arranca los clavos y las espinas. 8No se detiene a juzgar si el dolor
es grande o pequeño. 9Él emite un solo juicio: herir al Hijo de Dios
serÃa una injusticia, por lo tanto, no puede ser verdad.
5. Tú que
crees que entregarle al EspÃritu Santo tan sólo algunos errores y quedarte con
el resto te mantiene a salvo, recuerda esto: la justicia es total. 2La justicia parcial no existe. 3Si el Hijo de Dios fuese
culpable, estarÃa condenado y no merecerÃa la misericordia del Dios de la
justicia. 4Por lo tanto, no le pidas a Dios que lo castigue porque tú
lo consideres culpable y desees verlo muerto. 5Dios te ofrece los
medios para que puedas ver su inocencia. 6¿SerÃa justo que se le
castigase porque tú te niegues a ver lo que se encuentra ahà ante ti? 7Cada vez que decides resolver un problema por tu cuenta, o
consideras que se trata de un problema que no tiene solución, lo has exagerado y
privado de toda esperanza de corrección. 8Y asÃ, niegas que el
milagro de la justicia pueda ser justo.
6. Si Dios es
justo, no puede haber entonces ningún problema que la justicia no pueda
resolver. 2Pero tú crees que algunas injusticias son buenas y justas,
asà como necesarias para tu propia supervivencia. 3Éstos son los
problemas que consideras demasiado grandes e irresolubles. 4Pues
hay personas a las que les deseas que pierdan, y no hay nadie a quien desees ver
completamente a salvo del sacrificio. 5Considera una vez más cuál es
tu función especial. 6Se te ha dado un hermano para que veas en él su
perfecta inocencia. 7Y no le exigirás ningún sacrificio porque
no es tu voluntad que él sufra pérdida alguna. 8El milagro de
justicia que invocas te envolverá tanto a ti como a él. 9Pues el
EspÃritu Santo no estará contento hasta que todo el mundo lo reciba, 10ya que lo que le das a Él les pertenece a todos, y por el hecho de
tú darlo, Él se asegurará de que todos lo reciban por
igual.
7. Piensa,
entonces, cuán grande será tu liberación cuando estés dispuesto a dejar que
todos tus problemas sean resueltos. 2No te quedarás ni con uno solo
de ellos, pues no desearás ninguna clase de dolor. 3Y verás sanar
cada pequeña herida ante la benévola visión del EspÃritu Santo. 4Pues
todas ellas son pequeñas para Él, y no merecen más que un leve suspiro de tu
parte antes de que desaparezcan del todo y queden por siempre sanadas y en el
olvido. 5Lo que una vez pareció ser un problema especial, un error
sin solución o una aflicción incurable, ha sido transformado en una bendición
universal. 6El sacrificio ha desaparecido. 7Y en su lugar
se puede recordar el Amor de Dios, el cual desvanecerá con su fulgor toda
memoria de sacrificio y de pérdida.
8. Es
imposible recordar a Dios mientras se tenga miedo de la justicia en lugar de
amarla. 2Él no puede ser injusto con nadie ni con nada porque sabe
que todo lo que existe es Suyo y que será siempre tal como Él lo creó. 3Todo lo que Él ama no puede sino ser impecable* e inmune al ataque. 4Tu función
especial abre de par en par la puerta tras la cual el recuerdo de Su Amor
permanece perfectamente intacto e inmaculado. 5Sólo necesitas desear
que se te conceda el Cielo en vez del infierno, y todos los cerrojos y barreras
que parecen mantener la puerta herméticamente cerrada se desmoronarán y
desaparecerán. 6Pues no es la Voluntad de tu Padre que tú ofrezcas o
recibas menos de lo que Él te dio cuando te creó con perfecto
amor.
LECCIÓN
294
Mi
cuerpo es algo completamente neutro.
1. Soy un Hijo de Dios. 2¿Cómo iba a poder
ser también otra cosa? 3¿Acaso creó Dios lo mortal y lo corruptible? 4¿De qué le sirve al bienamado Hijo de Dios lo que ha de morir? 5Sin embargo, lo que es neutro no puede ver la muerte, pues allà no
se han depositado pensamientos de miedo, ni se ha hecho de ello una parodia del
amor. 6La neutralidad del cuerpo lo protege mientras siga siendo
útil. 7Una vez que no tenga ningún propósito, se dejará a un lado. 8No es que haya enfermado, esté viejo o lesionado. 9Es que simplemente no tiene ninguna función, es innecesario, y,
por consiguiente, se le desecha. 10Haz que hoy no vea en él más
que esto: algo que es útil por un tiempo y apto para servir, que se conserva
mientras pueda ser de provecho, y luego es reemplazado por algo
mejor.
2. Mi
cuerpo, Padre, no puede ser Tu Hijo. 2Y lo que no ha sido creado no
puede ser ni pecaminoso ni inocente; ni bueno ni
malo. 3Déjame,
pues, valerme de este sueño para poder ser de ayuda en Tu plan de que
despertemos de todos los sueños que urdimos.
21 DE
OCTUBRE
III. La zona
fronteriza
1. La
complejidad no forma parte de Dios. 2¿Cómo podrÃa formar parte de Él
cuando Él sólo conoce lo que es uno? 3Él solamente conoce una sola
creación, una sola realidad, una sola verdad y un solo Hijo. 4Nada
puede estar en conflicto con lo que es uno solo. 5¿Cómo iba a poder
haber entonces complejidad en Él? 6¿Entre qué habrÃa que decidir? 7Pues el conflicto es lo que da lugar a las alternativas. 8La verdad es simple: es una sola y no tiene opuestos. 9¿Y
cómo iba a poder presentarse la discordia ante su simple presencia y dar
lugar a la complejidad allà donde únicamente existe la unicidad? 10La
verdad no elige, pues no existen alternativas entre las que elegir. 11Y sólo si las hubiera, podrÃa ser la elección un paso
necesario en el avance hacia la unicidad. 12En lo que es todo no hay
cabida para nada más. 13Sin embargo, esta inmensidad se encuentra más
allá del alcance de este plan de estudios. 14No es necesario, pues,
que nos detengamos en algo que no puede ser captado de
inmediato.
2. Existe una
zona fronteriza en el pensamiento que se encuentra entre este mundo y el Cielo. 2No es un lugar, y cuando llegas a ella, te das cuenta de que está
fuera de los confines del tiempo. 3Ahà es adonde se llevan todos los
pensamientos, donde se reconcilian los valores conflictivos y donde todas
las ilusiones se depositan ante la verdad y se juzgan como falsas. 4Esta zona fronteriza está justo más allá de las puertas del Cielo. 5Ahà todo pensamiento se vuelve puro y totalmente simple. 6Ahà se niega el pecado y en su lugar se recibe todo lo que
simplemente es.
3. Éste es el
final de la jornada. 2Nos hemos referido a ese lugar como el mundo
real. 3Sin embargo, hay una contradicción en esto, en el sentido de
que las palabras implican la idea de una realidad limitada, una verdad parcial,
un segmento del universo hecho realidad. 4Esto se debe a que el
conocimiento no ataca a la percepción. 5Ambos se llevan sencillamente
el uno ante el otro, y sólo uno de ellos continúa más allá de la puerta donde se
encuentra la Unicidad. 6La salvación es una zona fronteriza
donde los conceptos de lugar y tiempo, asà como el de elegir tienen aún
significado, si bien se puede ver que son temporales, que están fuera de lugar y
que toda elección ya se ha llevado a cabo.
4. Ninguna
creencia que el Hijo de Dios albergue puede ser destruida. 2Pero
lo que es verdad para él tiene que llevarse ante la última comparación que él
jamás tendrá que hacer: la última posible evaluación, el juicio final sobre este
mundo. 3Se trata del juicio de la verdad con respecto a la ilusión, y
el del conocimiento con respecto a la percepción: "No tiene ningún significado y
no existe". 4Esto no es algo que tú decidas. 5Es la simple
declaración de un simple hecho. 6Pero en este mundo no hay hechos
simples porque todavÃa no está claro lo que es lo mismo y lo que es
diferente. 7Esta distinción es lo único que se debe tener en
cuenta a la hora de tomar cualquier decisión. 8Pues en ella radica la
diferencia entre los dos mundos. 9En este mundo, elegir se
vuelve imposible. 10En el mundo real, se
simplifica.
5. La
salvación se detiene justo antes del umbral del Cielo, pues sólo la percepción
necesita salvación. 2El Cielo jamás se perdió, y, por lo tanto, no se
puede salvar. 3Mas ¿quién puede elegir entre su deseo del Cielo y su
deseo del infierno a menos que reconozca que no son lo mismo? 4Reconocer la diferencia es la meta de aprendizaje que este curso se
ha propuesto. 5No irá más allá de este objetivo. 6Su único
propósito es enseñar qué es lo mismo y qué es diferente, sentando asà las bases
sobre las que hacer la única elección que se puede hacer.
6. Este mundo
complejo y súper-complicado no te ofrece ninguna base sobre la que elegir. 2Pues nadie comprende lo que es lo mismo, y todo el mundo parece
estar eligiendo entre alternativas que realmente no existen. 3El
mundo real es la esfera de la elección hecha realidad, no en el resultado
final, sino en la percepción de las alternativas entre las que se puede elegir. 4La idea de que hay alternativas entre las que elegir es una ilusión. 5Aun asÃ, dentro de esta ilusión yace el des-hacimiento de todas las
ilusiones, incluida ella.
7. ¿No se
parece esto a tu función especial, en la que la separación se subsana al
pasar de lo que antes era el propósito de ser especial a lo que ahora es el de
estar unido? 2Todas las ilusiones son una. 3Y en el
reconocimiento de este hecho radica el que puedas abandonar todo intento de
elegir entre ellas y de hacerlas diferentes. 4¡Qué fácil es elegir
entre dos cosas que obviamente son distintas! 5En esto no hay
conflicto. 6Abandonar una ilusión que se reconoce como tal no puede
ser un sacrificio. 7Cuando se desposee de realidad a aquello que
nunca fue verdad, ¿cómo iba a ser difÃcil renunciar a ello y elegir lo que, por
ende, no puede sino ser real?
IV. El lugar
que el pecado dejó vacante
1. En este
mundo el perdón es el equivalente de lo que en el Cielo es la justicia. 2El perdón transforma el mundo del pecado en un mundo simple, en el
que se puede ver el reflejo de la justicia que emana desde más allá de la puerta
tras la cual reside lo que carece de todo lÃmite. 3No hay nada en el
amor ilimitado que pudiese necesitar perdón. 4Y lo que en el mundo es
caridad, más allá de la puerta del Cielo pasa a ser simple justicia. 5Nadie perdona a menos que haya creÃdo en el pecado y aún crea que
hay mucho por lo que él mismo necesita ser perdonado. 6El perdón se
vuelve de esta manera el medio por el que aprende que no ha hecho nada que
necesite perdón. 7El perdón siempre descansa en el que lo concede,
hasta que reconoce que ya no lo necesita más. 8De este modo, se le
reinstaura a su verdadera función de crear, que su perdón le ofrece
nuevamente.
2. El perdón
convierte el mundo del pecado en un mundo de gloria, maravilloso de ver. 2Cada flor brilla en la luz, y en el canto de todos los pájaros se ve
reflejado el júbilo del Cielo. 3No hay tristeza ni divisiones,
pues todo se ha perdonado completamente. 4Y los que han sido
perdonados no pueden sino unirse, pues nada se interpone entre ellos para
mantenerlos separados y aparte. 5Los que son incapaces de pecar no
pueden sino percibir su unidad, pues no hay nada que se interponga entre ellos
para alejar a unos de otros. 6Se funden en el espacio que el pecado
dejó vacante, en jubiloso reconocimiento de que lo que es parte de ellos no se
ha mantenido aparte y separado.
3. El santo
lugar en el que te encuentras no es más que el espacio que el pecado dejó
vacante. 2En su lugar ves alzarse ahora la faz de Cristo. 3¿Quién podrÃa contemplar la faz de Cristo y no recordar a Su
Padre tal como Éste realmente es? 4¿Y quién que temiese al amor,
podrÃa pisar la tierra en la que el pecado ha dejado un sitio para que se erija
un altar al Cielo que se eleve muy por encima del mundo hasta llegar más allá
del universo y tocar el Corazón de toda la creación? 5¿Qué es el
Cielo, sino un himno de gratitud, de amor y de alabanza que todo lo creado le
canta a la Fuente de su creación? 6El más santo de los altares se
erige donde una vez se creyó reinaba el pecado. 7Y a él vienen todas
las luces del Cielo, para ser reavivadas y para incrementar su gozo. 8Pues en este altar se les restituye lo que habÃan perdido y recobran
todo su fulgor.
4. Los
milagros que el perdón deposita ante las puertas del Cielo no son
insignificantes. 2Aquà el Hijo de Dios Mismo viene a recibir
cada uno de los regalos que lo acerca más a su hogar. 3Ni uno solo de
ellos se pierde, y a ninguno se le atribuye más valor que a otro. 4Cada uno de esos regalos le recuerda el amor de su Padre en igual
medida que el resto. 5Y cada uno le enseña que lo que él temÃa, es lo
que más ama. 6¿Qué otra cosa, salvo un milagro, podrÃa hacerle
cambiar de mentalidad de modo que comprenda que el amor no puede ser temido? 7¿Qué otro milagro puede haber aparte de éste? 8¿Y qué
otra cosa se podrÃa necesitar para que el espacio entre vosotros
desaparezca?
5. Donde antes
se percibÃa el pecado se alzará un mundo que se convertirá en el altar de la
verdad, y allà tú te unirás a las luces del Cielo y entonarás con ellas su himno
de gratitud y alabanza. 2Y tal como ellas vienen a ti para
completarse a sà mismas, asà tú te dirigirás a ellas con el mismo propósito. 3Pues no hay nadie que pueda oÃr el himno del Cielo sin añadir el
poder de su voz a él, haciéndolo asà aún más dulce. 4Y todos se
unirán al himno ante el altar que fue erigido en el pequeño espacio que el
pecado proclamaba que era suyo. 5Y lo que entonces era minúsculo se
habrá expandido hasta convertirse en un himno excelso en el que todo el universo
se habrá unido cual una sola voz.
6. Esa pequeña
mácula de pecado que aún se interpone entre vosotros está demorando el
feliz momento en el que las puertas del Cielo se abrirán. 2¡Cuán
pequeño es el obstáculo que te impide disponer de la riqueza del Cielo! 3¡Y cuán grande será el gozo en el Cielo cuando te unas al imponente
coro en alabanza al Amor de Dios!
LECCIÓN
295
El
EspÃritu Santo ve hoy a través de mÃ.
1. Hoy Cristo pide valerse de mis ojos para asÃ
redimir al mundo. 2Me pide este regalo para poder ofrecerme paz
mental y eliminar todo terror y pesar. 3Y a medida que se me libra de
éstos, los sueños que parecÃan envolver al mundo desaparecen. 4La
redención es una. 5Al salvarme yo, el mundo se salva conmigo. 6Pues todos tenemos que ser redimidos juntos. 7El miedo se presenta en múltiples formas, pero
el amor es uno.
2. Padre
mÃo, Cristo me ha pedido un regalo, regalo éste que doy para que se me dé a mÃ. 2Ayúdame a usar los ojos de Cristo hoy, y permitir asà que el Amor
del EspÃritu Santo bendiga todo cuanto contemple, de modo que la compasión de Su
Amor pueda descender sobre mÃ.
22 DE
OCTUBRE
V. El pequeño
obstáculo
1. Un pequeño
obstáculo les puede parecer muy grande a los que aún no comprenden que los
milagros son todos el mismo milagro. 2Mas enseñar esto es la
finalidad de este curso. 3Ése es su único propósito, pues es lo único
que hay que aprender. 4Y lo puedes aprender de muchas maneras. 5Todo aprendizaje o bien es una ayuda para llegar a las puertas del
Cielo o bien un obstáculo. 6No hay nada entremedias. 7Hay solamente dos maestros, y cada uno de ellos señala caminos
diferentes. 8Y tú seguirás el camino que te señale el maestro que
hayas elegido. 9Sólo hay dos direcciones que puedes seguir, mientras
perdure el tiempo y elegir tenga sentido. 10Pues jamás se podrá
construir otro camino, salvo el que conduce al Cielo. 11Tú sólo
eliges entre ir al Cielo o no ir a ninguna parte. 12No hay más
alternativas que éstas.
2. Lo único
que se puede perder es el tiempo, el cual, en última instancia, no tiene ningún
sentido. 2Pues sólo supone un pequeño obstáculo para la eternidad y
no significa nada para el verdadero Maestro del mundo. 3Sin embargo,
dado que tú crees en el tiempo, ¿por qué desperdiciarlo no yendo a ninguna
parte, cuando lo puedes utilizar para alcanzar la meta más elevada que se puede
lograr mediante el aprendizaje? 4No pienses que el camino que te
conduce a las puertas del Cielo es difÃcil. 5Nada que emprendas con
un propósito firme, con absoluta determinación y lleno de una feliz confianza,
llevando a tu hermano de la mano y en armonÃa con el himno del Cielo, es difÃcil
de lograr. 6Lo que en verdad es difÃcil es vagar, solo y afligido,
por un camino que no conduce a ninguna parte ni tiene ningún
propósito.
3. Dios
te dio Su Maestro para que reemplazase al que tú inventaste, no para que
estuviese en conflicto con él. 2Y lo que Él ha dispuesto reemplazar
ya ha sido reemplazado. 3El tiempo tan solo duró un instante en tu
mente, y no afectó a la eternidad en absoluto. 4Y asà es con todo el
tiempo que ha pasado; y todo permanece exactamente como era antes de que se
construyese el camino que no lleva a ninguna parte. 5El brevÃsimo
lapso de tiempo en el que se cometió el primer error -en el que todos los demás
errores están contenidos- encerraba también la Corrección de ese primer
error y de todos los demás que partieron de él. 6Y en ese breve
instante el tiempo desapareció, pues eso es lo que jamás fue. 7Aquello a lo que Dios dio respuesta ha sido resuelto y ha
desaparecido.
4. A ti que
aún crees vivir en el tiempo sin saber que ya desapareció, el EspÃritu
Santo te sigue guiando a través del laberinto infinitamente pequeño e
insensato que todavÃa percibes en el tiempo a pesar de que ya hace mucho que
desapareció. 2Tú crees estar viviendo en lo que ya pasó. 3Cada cosa que ves la viste sólo por un instante, hace mucho, antes
de que su irrealidad sucumbiese ante la verdad. 4No hay ni una sola
ilusión en tu mente que no haya recibido respuesta. 5La incertidumbre
se llevó ante la certeza hace tanto tiempo que es ciertamente difÃcil
seguir abrigándola en tu corazón como si aún estuviese ante
ti.
5. Este
Ãnfimo instante que deseas conservar y hacer eterno, se extinguió tan fugazmente
en el Cielo que ni siquiera se notó. 2Lo que desapareció tan
rápidamente que no pudo afectar el conocimiento del Hijo de Dios, no puede
estar aún ahà para que lo puedas elegir como maestro. 3Sólo en
el pasado -un pasado inmemorial, demasiado breve como para poder erigir un
mundo en respuesta a la creación- pareció surgir este mundo. 4Ocurrió
hace tanto tiempo y por un intervalo tan breve que no se perdió ni una sola nota
del himno celestial. 5Sin embargo, en cada acto o pensamiento
que aún no hayas perdonado, en cada juicio y en cada creencia en el pecado, se
evoca ese instante, como si se pudiese volver a reconstruir en el tiempo. 6Lo que tienes ante tus ojos es una memoria ancestral. 7Y
quien vive sólo de recuerdos no puede saber dónde se
encuentra.
6. El perdón
es lo que nos libera totalmente del tiempo 2y lo que nos permite
aprender que el pasado ya pasó. 3Ya no se oye hablar a la locura. 4Ya no hay ningún otro maestro ni ningún otro camino. 5Pues lo que ha sido erradicado ha dejado de existir. 6¿Y
quién puede encontrarse en una ribera lejana, y soñar que está al otro lado del
océano en un lugar y en un tiempo que hace mucho que desaparecieron? 7¿Cómo iba a poder impedir este sueño que él esté donde realmente
está? 8Pues donde él está es un hecho, y sus sueños, de la clase que
sean, no pueden cambiarlo. 9Con todo, puede imaginarse que está en
otro lugar y en otro tiempo. 10Lo que a lo sumo puede hacer es
engañarse a sà mismo creyendo que eso es verdad y convertirlo de meras
imaginaciones en creencias y en locura, completamente convencido de que donde
prefiere estar es donde está.
7. Mas ¿podrÃa
eso impedirle estar donde está? 2¿Es cualquier eco del pasado que él
pueda oÃr un hecho en comparación con lo que se puede oÃr donde él está ahora? 3¿Y en qué medida pueden sus propias ilusiones con respecto al tiempo
y al espacio cambiar el lugar donde él realmente está?
8. Lo que no
se ha perdonado es una voz que llama desde un pasado que ya pasó para siempre. 2Y lo único que lo considera real es el deseo de que lo que ya pasó
pueda volver a ser real y verse aquà y ahora, en lugar de lo que realmente se encuentra aquà y ahora. 3¿Supone esto acaso un obstáculo para
la verdad de que el pasado ya pasó y de que no se te puede devolver? 4¿Y querrÃas conservar ese temible instante en el que el Cielo
pareció desaparecer y a Dios se le temió y se le convirtió en el sÃmbolo de
tu odio?
9. OlvÃdate de
ese momento de terror que ya hace tanto tiempo que se corrigió y se des-hizo. 2¿PodrÃa acaso el pecado resistir la Voluntad de Dios? 3¿PodrÃa estar en tus manos poder ver el pasado y ubicarlo en el
presente? 4No puedes volver a él. 5Y todo lo que
señala hacia él no hace sino embarcarte en una misión cuya consecución sólo
podrÃa ser irreal. 6Tal es la justicia que tu Amoroso Padre se
aseguró de que se hiciese contigo. 7Y te ha protegido de tu propia
injusticia contra ti mismo. 8No puedes extraviarte porque no hay otro
camino que el Suyo y no puedes ir a ninguna parte excepto hacia
Él.
10. ¿Cómo iba
a permitir Dios que Su Hijo se extraviase por un camino que es sólo la memoria
de un instante que hace mucho que pasó? 2Este curso te enseña sólo lo
que es ahora. 3Un terrible instante de un pasado lejano que ha
sido completamente corregido no es motivo de preocupación ni tiene valor
alguno. 4Deja que lo muerto y lo pasado descansen en el olvido. 5La resurrección ha venido a ocupar su lugar. 6Y ahora tú
eres parte de la resurrección, no de la muerte. 7Ninguna ilusión
del pasado tiene el poder de retenerte en un lugar de muerte: la bóveda en la
que el Hijo de Dios entró por un instante, para ser instantáneamente restaurado
al perfecto Amor de su Padre. 8¿Y cómo iba a podérsele mantener
encadenado cuando hace tanto tiempo que se le liberó de las cadenas, que éstas
desaparecieron de su mente para siempre?
11. El
Hijo que Dios creó sigue siendo tan libre como Dios lo creó. 2Renació
en el mismo instante en que eligió morir en vez de vivir. 3¿Y te
negarÃas ahora a perdonarlo porque cometió un error en un pasado que Dios ni
siquiera recuerda y que no existe? 4Estás ahora oscilando entre el
pasado y el presente. 5A veces el pasado te parece real, como
si fuese el presente. 6Oyes voces del pasado y luego dudas de
que las has oÃdo. 7Eres como alguien que aún tiene alucinaciones,
pero que no está seguro de lo que percibe. 8Ésta es la zona
fronteriza entre los dos mundos, el puente entre el pasado y el presente. 9Aquà todavÃa ronda la sombra del pasado; sin embargo, se vislumbra
ya la luz del presente. 10Una vez que esta luz se ve, es imposible
olvidarse de ella. 11Y esa luz te rescatará del pasado y te conducirá
al presente, donde realmente te encuentras.
12. Las
sombrÃas voces no alteran las leyes del tiempo ni las de la eternidad. 2Proceden de lo que ya pasó y dejó de existir, y no suponen ningún
obstáculo para la verdadera existencia del aquà y del ahora. 3El
mundo real es la contrapartida a la alucinación de que el tiempo y la muerte son
reales, y de que tienen una existencia que puede ser percibida. 4Esta terrible ilusión fue negada en el mismo lapso de tiempo que
Dios tardó en responder a ella para siempre y en toda circunstancia. 5Y entonces desapareció y dejó de experimentarse como algo que
estaba ahÃ.
13. Cada dÃa,
y cada minuto de cada dÃa, y en cada instante de cada minuto, no haces sino
revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor. 2Y asà mueres cada dÃa para vivir otra vez, hasta que cruces
la brecha entre el pasado y el presente, la cual en realidad no existe. 3Esto es lo que es toda vida: un aparente intervalo entre
nacimiento y muerte y de nuevo a la vida; la repetición de un instante que hace
mucho que desapareció y que no puede ser revivido. 4Y el tiempo no es
otra cosa que la creencia demente de que lo que ya pasó todavÃa está aquà y
ahora.
14. Perdona el
pasado y olvÃdate de él, pues ya pasó. 2Ya no te encuentras en el
espacio que hay entre los dos mundos. 3Has seguido adelante y has
llegado hasta el mundo que yace ante las puertas del Cielo. 4Nada se
opone a la Voluntad de Dios ni hay necesidad de que repitas una jornada que hace
mucho que concluyó. 5Mira a tu hermano dulcemente, y contempla
el mundo donde la percepción de tu odio ha sido transformada en un mundo de
amor.
LECCIÓN
296
El
EspÃritu Santo habla hoy a través de mÃ.
1. El
EspÃritu Santo necesita hoy mi voz para que todo el mundo pueda escuchar Tu Voz
y oÃr Tu Palabra a través de mÃ. 2Estoy
resuelto a dejar que hables a través de mÃ, pues no quiero usar otras palabras
que las Tuyas, ni tener pensamientos aparte de los Tuyos, pues sólo los Tuyos
son verdaderos. 3Quiero
ser el salvador del mundo que fabriqué. 4Pues ya
que lo condené, quiero liberarlo, de manera que pueda escapar y oÃr la Palabra
que Tu santa Voz ha de comunicarme hoy.
2. Hoy sólo enseñaremos lo que queremos aprender, y
nada más. 2De este modo, nuestro objetivo de aprendizaje queda libre
de conflictos, lo cual nos permite alcanzarlo con facilidad y rapidez. 3¡Cuán gustosamente viene el EspÃritu Santo a rescatarnos del
infierno cuando permitimos que a través de nosotros Sus enseñanzas
persuadan al mundo para que busque y halle el fácil sendero que conduce a
Dios!
23 DE
OCTUBRE
VI. El Amigo
que Dios te dio
1. Cualquier
cosa en este mundo que creas que es buena o valiosa, o que vale la pena luchar
por ella, te puede hacer daño y lo hará. 2No porque tenga el poder de
hacerlo, sino únicamente porque has negado que no es más que una ilusión, y le
has otorgado realidad. 3Y asÃ, es real para ti 4y no
algo que no es nada. 5Y al percibirse como real se le abrieron
las puertas al mundo de las ilusiones enfermizas. 6Toda creencia en
el pecado, en el poder del ataque, en herir y hacer daño, en el sacrificio y en
la muerte, ha llegado a ti de esa manera. 7Pues nadie puede otorgarle
realidad a una sola ilusión y escaparse del resto. 8Pues ¿quién
podrÃa elegir quedarse sólo con aquellas ilusiones que prefiere y, al mismo
tiempo, encontrar la seguridad que sólo la verdad puede conferir? 9¿Quién podrÃa creer que todas las ilusiones son iguales y, al mismo
tiempo, mantener que una de ellas es mejor que las demás?
2. No vivas tu
mÃsera vida en soledad, con una ilusión como tu único amigo. 2Ésa no
es una amistad digna del Hijo de Dios ni una que pueda satisfacerle. 3Dios le ha dado, por lo tanto, un Amigo mejor, Uno en Quien reside
todo el poder de la tierra y del Cielo. 4Esa ilusión que tú
consideras tu amigo te oculta la gracia y majestad de Aquél, e impide
que le des la bienvenida con los brazos abiertos a Su amistad y a Su perdón. 5Aparte de Él no tienes amigos. 6No busques otro amigo
para que ocupe Su lugar. 7No hay ningún otro. 8Lo que Dios
dispuso no tiene substituto, pues, ¿qué ilusión podrÃa reemplazar a la
verdad?
3. El que mora
con sombras está ciertamente solo, y la soledad no es la Voluntad de Dios. 2¿PermitirÃas que una sombra usurpase el trono que Dios dispuso fuese
para tu Amigo, si te dieses cuenta de que si ese trono está vacÃo el tuyo
estarÃa vacÃo y desocupado? 3No hagas de una ilusión tu amigo, pues
si lo haces, ocupará el lugar de Aquel que Dios te dio para que fuese tu Amigo. 4Y Él es el único Amigo que en realidad tienes. 5Él te
trae regalos que no son de este mundo, y sólo Aquel a Quien se le confiaron
puede asegurarse de que tú los recibas. 6Él los depositará ante
tu trono, cuando hagas sitio para Él en el Suyo.
VII. Las leyes
de la curación
1. Éste es un
curso de milagros. 2Como tal, las leyes de la curación deben
entenderse antes de que se pueda alcanzar el propósito del curso. 3Repasemos los principios que hemos estudiado, y organicémoslos a
modo de resumen de lo que debe ocurrir para que sea posible la curación. 4Pues una vez que es posible no puede sino tener
lugar.
2. Toda
enfermedad tiene su origen en la separación. 2Cuando se niega la
separación, la enfermedad desaparece. 3Pues desaparece tan pronto
como la idea que la produjo es sanada y reemplazada por la cordura. 4Al pecado y a la enfermedad se les considera causa y consecuencia
respectivamente, en una relación que se mantiene oculta de la conciencia a fin
de mantenerla excluida de la luz de la razón.
3. La
culpabilidad clama por castigo, y se le concede su petición. 2No en
la realidad, sino en el mundo de ilusiones y sombras que se erige sobre el
pecado. 3El Hijo de Dios percibió lo que querÃa ver porque la
percepción es un deseo colmado. 4La percepción cambia, pues fue
concebida para sustituir el conocimiento inmutable. 5Mas la
verdad no ha cambiado. 6La verdad no se puede percibir, sino sólo
conocerse. 7Lo percibido adopta muchas formas, pero ninguna de
ellas significa nada. 8Si se lleva ante la verdad, su falta de
sentido resulta muy evidente. 9Pero si se mantiene oculto de la
verdad, parece tener sentido y ser real.
4. Las leyes
de la percepción son lo opuesto a la verdad, y lo que es cierto con respecto al
conocimiento no lo es con respecto a nada que se encuentre aparte de él. 2Aun asÃ, Dios ha dado Su respuesta al mundo de la enfermedad, la
cual es aplicable por igual a cualquier clase de enfermedad. 3Aunque
la respuesta de Dios es eterna, opera en el tiempo, pues ahà es donde se
necesita. 4Pero como procede de Dios, las leyes del tiempo no afectan
su eficacia. 5La respuesta de Dios se encuentra en este mundo, pero
no forma parte de él. 6Es real, y mora donde la realidad no puede
sino estar. 7Las ideas no abandonan su fuente, y sus efectos sólo dan
la impresión de estar separados de ellas. 8Las ideas pertenecen
al ámbito de la mente. 9Lo que se proyecta y parece ser externo a la
mente, no se encuentra afuera en absoluto, sino que es un efecto de lo que está
adentro y no ha abandonado su fuente.
5. La
respuesta de Dios está allà donde se encuentra la creencia en el pecado, pues
sólo allà se pueden cancelar sus efectos completamente y dejárseles sin
causa. 2Las leyes de la percepción tienen que ser invertidas,
pues son una inversión de las leyes de la verdad. 3Las leyes de la
verdad son eternamente ciertas y no se pueden invertir. aNo obstante,
se pueden percibir al revés. 4Y esto debe corregirse allà donde se
encuentra la ilusión de que han sido invertidas.
6. Es
imposible que una sola ilusión sea menos receptiva a la verdad que las
demás. 2Pero es posible que a algunas se les otorgue más valor, y que
haya más renuencia a entregárselas a la verdad a fin de recibir ayuda y
curación. 3Ninguna ilusión tiene ni un solo ápice de verdad en ella. 4Sin embargo, parece que algunas son más verdaderas que otras, aunque
es claro que eso no tiene ningún sentido. 5Lo único que una
jerarquÃa de ilusiones puede mostrar son preferencias, no la realidad. 6¿Qué tienen que ver las preferencias con la verdad? 7Las
ilusiones son ilusiones, y son falsas. 8Tus preferencias no les
otorgan realidad. 9Ninguna de ellas es verdad desde ningún punto de
vista, y todas cederán con igual facilidad ante la respuesta que Dios dio para
todas ellas. 10La Voluntad de Dios es una. 11Y cualquier
deseo que parezca ir en contra de Su Voluntad, no tiene fundamento alguno en la
verdad.
7. El pecado
no es ni siquiera un error, pues va más allá de lo que se puede corregir al
ámbito de lo imposible. 2Pero la creencia de que es real ha hecho que
algunos errores parezcan estar por siempre más allá de toda esperanza de
curación y ser la eterna justificación del infierno. 3Si esto fuese
cierto, lo opuesto al Cielo se opondrÃa a él y serÃa tan real como él. 4Y asÃ, la Voluntad de Dios estarÃa dividida en dos, y toda la
creación sujeta a las leyes de dos poderes contrarios, hasta que Dios llegase al
lÃmite de Su paciencia, dividiese el mundo en dos y se pusiese a SÃ Mismo a
cargo del ataque. 5De este modo Él habrÃa perdido el juicio, al
proclamar que el pecado ha usurpado Su realidad y ha hecho que Su Amor se rinda
finalmente a los pies de la venganza. 6Ante una imagen tan demente
sólo se puede esperar una defensa igualmente demente, pero ésta no puede
establecer que la imagen sea verdad.
8. Nada puede
hacer que lo que no tiene sentido lo tenga. 2Y la verdad no necesita
defensas para ser la verdad. 3Las ilusiones no tienen ni testigos ni
efectos. 4El que las contempla no hace sino engañarse a sà mismo. 5Perdonar es la única función que se puede tener aquÃ, y su propósito
es llevarle la dicha que este mundo niega a cada aspecto del Hijo de Dios allÃ
donde parecÃa reinar el pecado. 6Tal vez no comprendas el papel que
juega el perdón en el proceso de poner fin a la muerte y a todas las creencias
que surgen de las brumas de la culpabilidad. 7Los pecados son
creencias que tú interpones entre tu hermano y tú. 8Los pecados
hacen que estés limitado al tiempo y al espacio, y te conceden un pequeño lugar
a ti y otro a él. 9En tu percepción, esta separación está simbolizada
por el cuerpo, que claramente está separado y es algo aparte. 10Lo
que este sÃmbolo representa, no obstante, es tu deseo de estar aparte y
separado.
9. El perdón
elimina lo que se interpone entre tu hermano y tú. 2El perdón es el
deseo de estar unido a él y no separado. 3Lo llamamos "deseo" porque
todavÃa concibe otras opciones, y aún no ha transcendido enteramente el mundo de
las alternativas. 4Aún asÃ, está en armonÃa con el estado celestial y
no se opone a la Voluntad de Dios. 5Y aunque no llega a darte toda tu
herencia, elimina los obstáculos que has interpuesto entre el Cielo donde te
encuentras, y el reconocimiento de dónde estás y de lo que eres. 6Los
hechos no cambian. 7Sin embargo, se pueden negar y asà desconocerse,
si bien se conocÃan antes de que fueran negados.
LECCIÓN
297
El
perdón es el único regalo que doy.
1. El perdón es el único regalo que doy, ya que es el
único regalo que deseo. 2Y todo lo que doy, es a mà mismo a quien se lo doy. 3Ésta es la sencilla fórmula de la salvación. 4Y yo, que
quiero salvarme, la adoptaré, para regir mi vida por ella en un mundo que tiene
necesidad de salvación y que se salvará al aceptar yo la Expiación para mÃ
mismo.
2. Padre, ¡cuán certeros son Tus caminos; cuán
seguro su desenlace final y cuán fielmente se ha trazado y logrado cada paso de
mi salvación mediante Tu Gracia! 2Gracias a Ti por Tus eternos regalos, y
gracias a Ti también por mi Identidad.
24 DE
OCTUBRE
10. La
salvación, perfecta e Ãntegra, sólo pide que desees, aunque sea mÃnimamente, que
la verdad sea verdad; que estés dispuesto, aunque no sea del todo, a pasar por
alto lo que no existe; y que abrigues un leve anhelo por el Cielo como lo que
prefieres a este mundo, donde la muerte y la desolación parecen reinar. 2Y la creación se alzará dentro de ti en jubilosa respuesta, para
reemplazar al mundo que ves por el Cielo, el cual es completamente perfecto
e Ãntegro. 3¿Qué es el perdón, sino estar dispuesto a que la verdad
sea verdad? 4¿Qué puede permanecer enfermo y separado de la
Unidad que encierra dentro de SÃ todas las cosas? 5El pecado no
existe. 6Y cualquier milagro es posible en el instante en que el Hijo
de Dios percibe que sus deseos y la Voluntad de Dios son
uno.
11. ¿Qué
dispone la Voluntad de Dios? 2Dispone que Su Hijo lo tenga todo. 3Y Él garantizó esto cuando lo creó para que fuese todo. 4Es imposible perder nada, si lo que tienes es lo que eres. 5Éste es el milagro mediante el cual la creación se convirtió en
tu función, la cual compartes con Dios. 6Esto no se entiende estando
separado de Él, y, por lo tanto, no tiene sentido en este mundo. 7Aquà el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco, 8pues está dispuesto a sacrificar la identidad que comparte con todo,
a cambio de su propio miserable tesoro. 9Mas no puede hacer esto sin
experimentar una sensación de desolación, de pérdida y de soledad. 10Éste es el tesoro tras el que ha ido en pos. 11Y sólo
puede tener miedo de ello. 12¿Es acaso el miedo un tesoro? 13¿Puede ser la incertidumbre tu deseo? 14¿O es
simplemente que te has equivocado con respecto a lo que es tu voluntad y a
lo que realmente eres?
12. Examinemos
en qué consiste el error, a fin de que pueda ser corregido, no encubierto. 2El pecado es la creencia de que el ataque se puede proyectar
fuera de la mente en la que se originó la creencia. 3Aquà la firme
convicción de que las ideas pueden abandonar su fuente se vuelve real y
significativa. 4Y de este error surge el mundo del pecado y del
sacrificio. 5Este mundo es un intento de probar tu inocencia y, al
mismo tiempo, de atribuirle valor al ataque. 6Su fallo estriba en que
sigues sintiéndote culpable, aunque no entiendes por qué. 7Los
efectos se ven como algo aparte de su fuente, y no parece que puedas
controlarlos o impedir que se produzcan. 8Y lo que de esta
manera se mantiene aparte jamás se puede unir.
13. Causa y
efecto no son dos cosas separadas, sino una sola. 2Dios dispone que
aprendas lo que siempre ha sido verdad: que Él te creó como parte Sà Mismo y que
esto no puede sino seguir siendo verdad porque las ideas no abandonan su fuente. 3Ésta es la ley de la creación: que cada idea que la mente conciba
sólo sirva para aumentar su abundancia y nunca para disminuirla. 4Esto es tan cierto con respecto a lo que se desea vanamente como con
respecto a lo que la voluntad dispone verdaderamente, ya que la mente puede
desear ser engañada, pero no puede hacer de sà misma lo que no es. 5Y
creer que las ideas pueden abandonar su fuente es tratar inútilmente de hacer
que las ilusiones sean verdad. 6Pues nunca será posible engañar
al Hijo de Dios.
14. El milagro
es posible cuando causa y consecuencia se traen frente a frente, no cuando se
mantienen aparte. 2Curar un efecto y no su causa tan sólo puede hacer
que el efecto cambie de forma. 3Y esto no es liberación. 4El Hijo de Dios jamás se podrá contentar con nada que no sea la
completa salvación y escape de la culpabilidad, 5pues, de otro
modo, seguirá exigiéndose a sà mismo alguna clase de sacrificio, negando asà que
todo es suyo, y que no es susceptible de sufrir ninguna clase de pérdida. 6Los efectos que produce un pequeño sacrificio son iguales a los
que produce toda la idea de sacrificio en sÃ. 7Si cualquier clase de
pérdida fuese posible, entonces el Hijo de Dios no serÃa pleno ni podrÃa
ser quien es. 8No podrÃa tampoco conocerse a sà mismo ni reconocer su
voluntad. 9HabrÃa abjurado de su Padre y de sà mismo, haciendo
de Ambos sus enemigos acérrimos.
15. Las
ilusiones apoyan el propósito para el que fueron concebidas. 2Y
cualquier significado que parezcan tener se deriva de ese propósito. 3Dios dio a todas las ilusiones que se concibieron, sea cual fuere su
forma, otro propósito que justificase un milagro. 4En cada milagro
radica la curación en su totalidad, pues Dios respondió a todas las ilusiones
cual una sola. 5Y lo que es uno para Él, no puede sino ser todo lo
mismo. 6Si tú crees que lo que es lo mismo es diferente, no haces
sino engañarte a ti mismo. 7Lo que Dios considera uno solo, será
eternamente uno solo y jamás estará dividido. 8Su Reino está unido:
asà fue creado y asà será para siempre.
16. El milagro
no hace sino invocar tu nombre ancestral, que reconocerás porque la verdad
se encuentra en tu memoria. 2Y ése es el nombre que tu hermano invoca
para su liberación y para la tuya. 3El Cielo refulge sobre el Hijo de
Dios. 4No lo niegues, para que asà puedas ser tú liberado. 5El Hijo de Dios renace en cada instante, hasta que elige no
volver a morir. 6En cada deseo de ataque elige la muerte en lugar de
lo que la Voluntad de su Padre dispone para él. 7Mas cada
instante le ofrece vida porque su Padre dispone que él
viva.
17. La
crucifixión se abandona en la redención porque donde no hay dolor ni sufrimiento
no hay necesidad de curación. 2El perdón es la respuesta a
cualquier clase de ataque. 3De esta manera, se cancelan los efectos
del ataque, y se responde al odio en nombre del amor. 4Gloria
eterna a ti que se te ha encomendado salvar al Hijo de Dios de la crucifixión,
del infierno y de la muerte. 5Pues tienes el poder de salvar al Hijo
de Dios porque su Padre asà lo dispuso. 6Y en tus manos yace la
salvación, para ser ofrecida y recibida como una.
18. Usar el
poder que Dios te ha dado como Él quiere que se use es algo natural. 2No es arrogancia ser como Él te creó ni hacer uso de lo que te dio
como respuesta a todos los errores de Su Hijo para asà liberarlo. 3Pero sà es arrogancia despreciar el poder que Él te dio y elegir un
nimio e insensato deseo en vez de lo que Su Voluntad dispone. 4El don
que Dios te ha dado es ilimitado. 5No hay circunstancia en la que no
se pueda usar como respuesta ni problema que no se resuelva dentro de su
misericordiosa luz.
19. Mora en
paz, donde Dios quiere que estés. 2Y sé el instrumento por el que tu
hermano puede hallar la paz en la que tus deseos se ven colmados. 3Unámonos para derramar bendiciones sobre el mundo del pecado y de la
muerte. 4Pues lo que puede salvar a cualquiera de nosotros puede
salvarnos a todos. 5No hay diferencias entre los Hijos de Dios. 6La unidad que el especialismo* niega, los salvará a todos, pues en lo que es uno
no hay cabida para el especialismo. 7Y todo les pertenece a todos por
igual. 8Ningún deseo puede interponerse entre un hermano y lo que es
semejante a él. 9Arrebatarle algo a uno de ellos es desposeerlos a
todos. 10Mas bendecir a uno de ellos, es bendecirlos a todos cual uno
solo.
20. Tu nombre
ancestral es el nombre de todos ellos, tal como el de ellos es el tuyo. 2lnvoca el nombre de tu hermano y Dios te contestará, pues es a
Él a Quien invocas. 3¿PodrÃa Él negarse a contestar cuando ya ha
contestado a todos los que lo invocan? 4Un milagro no puede cambiar
nada en absoluto. 5Pero puede hacer que lo que siempre ha sido verdad
sea reconocido por aquellos que lo desconocen; y mediante este pequeño
regalo de verdad se le permite a lo que siempre ha sido verdad ser lo que es, al
Hijo de Dios ser él mismo y a toda la creación ser libre para invocar el Nombre
de Dios cual una sola.
LECCIÓN
298
Te
amo, Padre, y amo también a Tu Hijo.
1. Mi gratitud hace posible que mi amor sea aceptado
sin miedo. 2Y, de esta manera, se me restituye por fin mi Realidad. 3El perdón elimina todo cuanto se interponÃa en mi santa visión. 4Y me aproximo al final de todas las jornadas absurdas, las
carreras locas y los valores artificiales. 5En su lugar, acepto lo
que Dios establece como mÃo, seguro de que sólo mediante ello me puedo salvar, y
de que atravieso el miedo para encontrarme con mi
Amor.
2. Padre, hoy vengo a Ti porque no quiero
seguir otro camino que no sea el Tuyo. 2Tú estás a mi lado. 3Tu camino es seguro. 4Y me siento agradecido por tus santos
regalos: un santuario seguro y la escapatoria de todo lo que menoscabarÃa mi
amor por Dios mi Padre y por Su santo Hijo.
LECCIÓN
299
La
santidad eterna mora en mÃ
1. Mi santidad está mucho más allá de mi propia
capacidad de comprender o saber lo que es. 2No obstante, Dios, mi
Padre, Quien la creó, reconoce que mi santidad es la Suya. 3Nuestra
Voluntad conjunta comprende lo que es. 4Y nuestra Voluntad conjunta
sabe que asà es.
2. Padre, mi santidad no procede de mÃ. 2No es mÃa para dejar que el pecado la
destruya. 3No es mÃa para dejar que sea el blanco del ataque. 4Las ilusiones pueden ocultarla, pero no
pueden extinguir su fulgor ni atenuar su luz. 5Se yergue por siempre perfecta e intacta. 6En ella todas las cosas sanan, pues siguen
siendo tal como Tú las creaste. 7Y puedo conocer mi santidad, 8pues
fui creado por la. Santidad Misma, y puedo conocer mi Fuente porque Tu Voluntad
es que se Te conozca.
LECCIÓN
300
Este
mundo dura tan sólo un instante.
1. Este pensamiento se puede utilizar para expresar
que la muerte y el pesar es lo que le
espera a todo aquel que viene aquÃ, pues sus alegrÃas desaparecen antes de que
las pueda disfrutar o incluso tener a su alcance. 2Mas es también la
idea que no permite que ninguna percepción falsa nos mantenga en su yugo, ni represente más que una nube pasajera en
un firmamento eternamente despejado. 3Y es esta calma, clara,
obvia y segura, lo que buscamos
hoy.
2. Hoy vamos en busca de TU mundo santo. 2Pues nosotros, Tus amorosos Hijos,
perdimos el rumbo por un momento. 3Mas al haber escuchado Tu Voz
hemos aprendido exactamente lo que tenemos que hacer para que se nos restituya
el Cielo y nuestra verdadera Identidad. 4Y damos gracias hoy de que el mundo dure
tan sólo un instante. 5Queremos ir más allá de ese Ãnfimo instante
y llegar a la eternidad.
27 DE
OCTUBRE
VIII. La
inminencia de la salvación
1. El único
problema pendiente es que todavÃa ves un intervalo entre el momento en que
perdonas y el momento en que recibes los beneficios que se derivan de confiar en
tu hermano. 2Esto tan sólo refleja la pequeña distancia que aún
deseas interponer entre vosotros para que os mantenga un poco separados. 3Pues el tiempo y el espacio son la misma ilusión, pero se
manifiestan de forma diferente. 4Si se ha proyectado más allá de tu
mente, piensas que es el tiempo. 5Cuanto más cerca se trae a tu
mente, más crees que es el espacio.
2. Quieres
conservar cierta distancia entre vosotros para que os mantenga separados, y
percibes ese espacio como el tiempo porque aún crees que eres algo externo
a tu hermano. 2Eso hace que la confianza sea imposible. 3Y
no puedes creer que la confianza podrÃa resolver cualquier problema ahora mismo. 4Crees, por lo tanto, que es más seguro seguir siendo un poco
cauteloso y continuar vigilando lo que percibes como tus intereses
separados. 5Desde esta perspectiva te es imposible concebir que
puedas obtener lo que el perdón te ofrece ahora mismo. 6En el intervalo que crees que existe entre dar el regalo y
recibirlo parece que tienes que sacrificar algo y perder por ello. 7Ves la salvación como algo que tendrá lugar en el futuro, pero no
ves resultados inmediatos.
3. Sin
embargo, la salvación es inmediata. 2A no ser que la
percibas asÃ, tendrás miedo de ella, creyendo que, entre el momento en que
aceptas su propósito como el tuyo propio y el momento en que sus efectos llegan
hasta ti, el riesgo de pérdida es inmenso. 3De esta manera, el error
que da lugar al miedo sigue oculto. 4La salvación eliminarÃa la brecha que todavÃa percibes entre vosotros y permitirÃa que os
convirtieseis en uno instantáneamente. 5Y es ésto lo que crees que supondrÃa una
pérdida. 6No proyectes este temor en el tiempo, pues el tiempo no es
el enemigo que tú percibes. 7El tiempo es tan neutral como el
cuerpo, salvo en lo que respecta al propósito que le asignas. 8Mientras todavÃa quieras conservar un pequeño espacio entre
vosotros, querrás tener un poco más de tiempo en el que aún puedas negar el
perdón. 9Y esto no podrá sino hacer que el intervalo que transcurre
entre el momento en que niegas el perdón y el momento en que lo otorgas
parezca peligroso, y el terror, justificado.
4. Mas el
espacio que hay entre vosotros es evidente sólo en el presente, ahora mismo, y no se puede percibir en el futuro. 2Tampoco es posible
pasarlo por alto, excepto en el presente. 3No es lo que puedas perder
en el futuro lo que temes. 4Lo que te aterroriza es unirte en el
presente. 5¿Quién puede sentir desolación, excepto en el momento
presente? 6Una causa futura aún no tiene efectos. 7Por lo
tanto, eso quiere decir que si sientes temor, su causa se encuentra en el
presente. 8Y es esa causa la que necesita corrección, no
un estado futuro.
5. Todos los
planes que haces para tu seguridad están centrados en el futuro, donde no puedes
planear. 2TodavÃa no se le ha asignado ningún propósito al
futuro, y lo que va a ocurrir aún no tiene causa. 3¿Quién puede
predecir efectos que no tienen causa? 4¿Y quién podrÃa tener miedo de
dichos efectos a no ser que pensase que éstos ya han sido causados y los
juzgase como desastrosos ahora? 5La creencia en el pecado
da lugar al miedo, y, al igual que su causa, mira hacia adelante y hacia atrás,
pero pasa por alto lo que se encuentra aquà y ahora. 6Su causa, sin
embargo, sólo puede estar aquà y ahora si sus efectos ya se han juzgado como
temibles. 7Mas cuando se pasa esto por alto se protege la causa y se
la mantiene alejada de la curación. 8Pues el milagro es algo que es ahora. 9Se encuentra ya aquÃ, en gracia presente, dentro del
único intervalo de tiempo que el pecado y el miedo han pasado por alto, pero
que, sin embargo, es el único tiempo que hay.
6. Llevar a
cabo la corrección en su totalidad no requiere tiempo en absoluto. 2Pero aceptar que la corrección se puede llevar a cabo parece
prolongarse una eternidad. 3El cambio de propósito que el EspÃritu
Santo le brindó a tu relación encierra en sà todos los efectos que verás. 4Éstos se pueden ver ahora. 5¿Por qué esperar
a que se manifiesten en el transcurso del tiempo, temiendo que tal vez no se
den, cuando ya se encuentran aquÃ? 6Se te ha dicho que todo lo que
procede de Dios es para el bien. 7Sin embargo, parece como si no
fuera asÃ. 8No es fácil dar crédito de antemano al bien que se
presenta en forma de desastre, 9ni es ésta una idea que tenga
sentido.
7. ¿Por qué
habrÃa de aparecer el bien en forma de mal? 2¿Y no serÃa un engaño si
lo hiciese? 3Su causa está aquÃ, si es que aparece en absoluto. 4¿Por qué, entonces, no son evidentes sus efectos? 5¿Por qué razón se ven en el futuro? 6Y procuras
contentarte con suspirar y "razonar" que no entiendes esto ahora, pero que algún
dÃa lo entenderás 7y que su significado te resultará claro entonces. 8Esto no es razonar, pues es injusto, y alude claramente al castigo
hasta que el momento de la liberación sea inminente. 9Pero puesto que
el propósito de la relación ha cambiado ahora para el bien, no hay razón para un
intervalo en que azote el desastre, el cual se percibirá algún dÃa como algo
"bueno", aunque ahora se perciba como doloroso. 10Esto es un
sacrificio del ahora, que no puede ser el precio que el EspÃritu Santo
exige por lo que ha dado gratuitamente.
8. Esta
ilusión, no obstante, tiene una causa que, aunque falsa, tiene que estar en tu
mente ahora. 2Y esta ilusión es tan sólo un efecto que tu mente
engendra y una forma de percibir su resultado. 3Este intervalo
de tiempo, en el que se percibe la represalia como la forma en la que se
presenta el "bien", es sólo un aspecto de la diminuta brecha que hay entre
vosotros, la cual todavÃa no se ha perdonado.
9. No te
contentes con la idea de una felicidad futura. 2Eso no significa nada
ni es tu justa recompensa. 3Pues hay causa para ser libre ahora. 4¿De qué sirve la libertad en forma de aprisionamiento? 5¿Por qué habrÃa de disfrazarse de muerte la liberación? 6La demora no tiene sentido, y el "razonamiento" que mantiene que los
efectos de una causa presente se tienen que posponer hasta un momento futuro, es
simplemente una negación del hecho de que causa y consecuencia tienen que darse
simultáneamente. 7No es del tiempo de lo que te tienes que
liberar, sino de la diminuta brecha que existe entre vosotros. 8Y no
dejes que ésta se disfrace de tiempo, y que de este modo se perpetúe, ya que al
haber cambiado de forma no se puede reconocer como lo que es. 9El
propósito del EspÃritu Santo es ahora el tuyo. 10¿No deberÃa ser Su
felicidad igualmente tuya?
9.
¿Qué es el Segundo Advenimiento?
1. El Segundo Advenimiento de Cristo, que es tan
seguro como Dios, es simplemente la corrección de todos los errores y el
restablecimiento de la cordura. 2Es parte de la condición que
reinstaura lo que nunca se perdió y re-establece lo que es eternamente
verdad. 3Es la invitación que se le hace a la Palabra de Dios para
que ocupe el lugar de las ilusiones: la señal de que estás dispuesto a
dejar que el perdón descanse sobre todas las cosas sin excepción y sin
reservas.
2. La naturaleza totalmente inclusiva del Segundo
Advenimiento de Cristo es lo que le permite envolver al mundo y mantenerte a
salvo en su dulce llegada, la cual abarca a toda cosa viviente junto contigo. 2La liberación a la que el
Segundo Advenimiento da lugar no tiene fin, pues la creación de Dios es
ilimitada. 3La luz del perdón ilumina el camino del Segundo
Advenimiento porque refulge sobre todas las cosas a la vez y cual una sola. 4Y asÃ, por fin, se reconoce la unidad.
3. El Segundo Advenimiento marca el fin de las
enseñanzas del EspÃritu Santo, allanando asà el camino para el juicio Final, en
el que el aprendizaje termina con un último resumen que se extenderá más
allá de sà mismo hasta llegar a Dios. 2En el Segundo Advenimiento
todas las mentes se ponen en manos de Cristo, para serle restituidas al espÃritu
en el nombre de la verdadera creación y de la Voluntad de
Dios.
4. El Segundo Advenimiento es el único acontecimiento
en el tiempo que el tiempo mismo no puede afectar. 2Pues a todos los
que vinieron a morir aquà o aún han de venir, o a aquellos que están aquà ahora,
se les libera igualmente de lo que hicieron. 3En esta igualdad se
reinstaura a Cristo como una sola Identidad, en la Cual los Hijos de Dios
reconocen que todos ellos son uno solo. 4Y Dios el Padre le sonrÃe a
Su Hijo, Su única creación y Su única dicha.
5. Ruega, pues, por que el Segundo Advenimiento tenga
lugar pronto, pero no te limites a eso. 2Pues necesita tus ojos, tus
oÃdos, tus manos y tus pies. 3Necesita tu voz. 4Pero sobre
todo, necesita tu buena voluntad. 5Regocijémonos de que podamos hacer
la Voluntad de Dios y unirnos en Su santa luz. 6¡Pues mirad!, el
Hijo de Dios es uno solo en nosotros, y podemos alcanzar el Amor de nuestro
Padre a través de él.
LECCIÓN
301
Y
Dios Mismo enjugará todas las lágrimas.
1. Padre, a menos que juzgue no puedo sollozar. 2Tampoco puedo experimentar dolor o
sentirme abandonado o creer que no se me necesita en este mundo. 3Éste es mi hogar porque
no lo juzgo, y, por lo tanto, es únicamente lo que Tú quieres que sea. 4Hoy lo quiero contemplar sin condenarlo, a
través de ojos felices que el perdón haya liberado de toda distorsión. 5Hoy quiero ver Tu mundo en lugar del mÃo. 6Y me olvidaré de todas las lágrimas que he
derramado, pues su fuente ha desaparecido. 7Padre, hoy no juzgaré Tu
mundo. `
2. El mundo de Dios es un mundo feliz. 2Los que lo contemplan pueden tan sólo sumar a él su propia dicha y
bendecirlo por ser causa de una mayor dicha para ellos. 3Llorábamos
porque no entendÃamos. 4Pero hemos aprendido que el mundo que veÃamos
era falso, y hoy vamos a contemplar
el de Dios.
28 DE
OCTUBRE
IX. Pues Ellos
han llegado
1. ¡Cuán santo
debes ser tú, que desde ti la Voz de Dios llama amorosamente a tu hermano para
que puedas despertar en él la Voz que contesta tu llamada! 2¡Y cuán
santo debe ser tu hermano cuando en él reside tu propia salvación, junto con su
libertad! 3Por mucho que lo quieras condenar, Dios mora en él. 4Pero mientras ataques Su hogar elegido y luches con Su huésped, no
podrás saber que Dios mora igualmente en ti. 5Mira a tu hermano con
dulzura. 6Contempla amorosamente a aquel que lleva a Cristo dentro de
sÃ, para que puedas ver su gloria y regocijarte de que el Cielo no esté separado
de ti.
2. ¿SerÃa
mucho pedir que tuvieses un poco de confianza en aquel que te trae a Cristo para
que todos tus pecados te sean perdonados, sin excluir ni uno solo que
todavÃa quisieras valorar? 2No olvides que una sola sombra que se
interponga entre tu hermano y tú nubla la faz de Cristo y el recuerdo de Dios. 3¿E intercambiarÃas Éstos por un odio inmemorial? 4El
suelo que pisas es tierra santa por razón de Aquellos que, al estar ahà contigo,
la han bendecido con Su inocencia y con Su paz.
3. La sangre
del odio desaparece permitiendo asà que la hierba vuelva a crecer con fresco
verdor, y que la blancura de todas las flores resplandezca bajo el cálido sol de
verano. 2Lo que antes era un lugar de muerte ha pasado a ser ahora un
templo viviente en un mundo de luz. 3Y todo por Ellos. 4Es
Su Presencia la que ha elevado nuevamente a la santidad para que ocupe su lugar
ancestral en un trono ancestral. 5Y debido a Ellos los milagros
han brotado en forma de hierba y flores sobre el terreno yermo que el odio
habÃa calcinado y dejado estéril. 6Lo que el odio engendró Ellos lo
han des-hecho. 7Y ahora te encuentras en tierra tan santa que el
Cielo se inclina para unirse a ella y hacerla semejante a él. 8La
sombra de un viejo odio ya no existe, y toda desolación y aridez ha desaparecido
para siempre de la tierra a la que Ellos han venido.
4. ¿Qué son
cien años para Ellos, o mil, o cientos de miles? 2Cuando Ellos
llegan, el propósito del tiempo se consuma. 3Lo que nunca tuvo lugar
desaparece en la nada cuando Ellos llegan. 4Lo que el odio
reivindicaba se entrega ahora al amor, y la libertad ilumina toda cosa
viviente y la eleva hasta el Cielo, donde las luces se encienden con mayor
fulgor a medida que cada una vuelve al hogar. 5Lo incompleto se
vuelve completo de nuevo, y el gozo del Cielo aumenta porque lo que era suyo le
ha sido restituido. 6La tierra ha quedado limpia de toda mancha de
sangre, y los dementes se han desprendido de sus vestimentas de demencia
para unirse a Ellos en el lugar donde tú te encuentras.
5. El Cielo se
siente agradecido por este regalo que por tanto tiempo le habÃa sido negado. 2Pues Ellos han venido a congregar a los Suyos. 3Lo que se
habÃa clausurado se abre; lo que se mantenÃa oculto de la luz se le entrega
a ésta para que pueda iluminarlo sin dejar ningún espacio o distancia entre la
luz del Cielo y el mundo.
6. El más
santo de todos los lugares de la tierra es aquel donde un viejo odio se ha
convertido en un amor presente. 2Y Ellos acuden sin
demora al templo viviente, donde se les ha preparado un hogar. 3No
hay un lugar en el Cielo que sea más santo. 4Y Ellos han venido a
morar en el templo que se les ha ofrecido para que sea Su lugar de reposo, asÃ
como el tuyo. 5Lo que el odio le ha entregado al amor, se convierte
en la luz más brillante de todo el resplandor del Cielo. 6Y el fulgor
de todas las luces celestiales cobra mayor intensidad, como muestra de gratitud
por lo que se les ha restituido.
7. Los ángeles
revolotean amorosamente a tu alrededor, a fin de mantener alejado de ti todo
sombrÃo pensamiento de pecado y asegurarse de que la luz permanezca allà donde
ha entrado. 2Las huellas de tus pasos iluminan el mundo, pues por
donde tú caminas el perdón te acompaña jubilosamente. 3No hay
nadie en la tierra que deje de dar gracias a aquel que ha restaurado su hogar,
protegiéndolo, asà del crudo invierno y del gélido frÃo. 4¿Y cómo
podrÃan el Señor, de los Cielos y Su Hijo dar menos como muestra de
agradecimiento cuando han recibido mucho más?
8. Ahora el
templo del Dios viviente ha sido reconstruido de nuevo para ser el anfitrión de
Aquel que lo creó. 2Donde Él mora, Su Hijo mora con Él y nunca están
separados. 3Y dan gracias de que finalmente se les haya dado la
bienvenida. 4Donde antes se alzaba una cruz, se alza ahora el Cristo
resucitado, y en Su visión las viejas cicatrices desaparecen. 5Un
milagro inmemorial ha venido a bendecir y a reemplazar una vieja enemistad, cuyo
fin era la destrucción. 6Con dulce gratitud Dios el Padre y el Hijo
regresan a lo que es Suyo, y a lo que siempre lo será. 7Ahora se ha
consumado el propósito del EspÃritu Santo. 8Pues Ellos han
llegado. 9¡Por fin han llegado!
X. El fin de
la injusticia
1. ¿Qué es, entonces, lo que aún hay que deshacer para que puedas darte cuenta
de Su Presencia? 2Solamente esto: la distinción que todavÃa haces con respecto a cuando está justificado atacar y cuando
es injusto y no se debe permitir. 3Cuando percibes un ataque como
injusto, crees que reaccionar con ira está justificado. 4Y asÃ, ves
lo que es lo mismo como si fuese diferente. 5La confusión no es
parcial. 6Si se presenta, es total. 7Y su presencia, en la
forma que sea, ocultará la Presencia de Ellos, 8pues a Ellos o se les
conoce claramente o no se les conoce en absoluto. 9Una
percepción confusa obstruye el conocimiento. 10Y no es cuestión
de cuán grande es la confusión o de cuánto interfiere. 11Su mera
presencia impide la de Ellos y los mantiene afuera donde no se les puede
conocer.
2. ¿Qué puede
significar el hecho de que percibes algunas formas de ataque como si fuesen
injusticias contra ti? 2Significa que tiene que haber otras que tú
consideras justas. 3Pues de otro modo, ¿cómo se podrÃan juzgar
algunas como injustas? 4Por lo tanto, a algunas se les atribuye
significado y se perciben como sensatas. 5Y sólo otras se consideran
insensatas. 6Y esto niega el hecho de que todas carecen de sentido,
de que están desprovistas por igual de causa o consecuencias y de que no pueden
tener efectos de ninguna clase. 7Su Presencia se nubla con cualquier
velo que se interponga entre Su radiante inocencia y tu conciencia de que dicha
inocencia es la tuya propia y de que le pertenece por igual a toda cosa viviente
junto contigo. 8Dios no pone lÃmites. 9Y lo que tiene
lÃmites no puede ser el Cielo. 10Por lo tanto, tiene que ser el
infierno.
3. La
injusticia y el ataque son el mismo error, y están tan estrechamente
vinculados que donde uno se percibe el otro se ve también. 2Tú
no puedes ser tratado injustamente. 3La creencia de que puedes serlo
es sólo otra forma de la idea de que es otro, y no tú, quien te está privando de
algo. 4La proyección de la causa del sacrificio es la raÃz de todo lo
que percibes como injusto y no como tu justo merecido. 5Sin embargo,
eres tú quien se exige esto a sà mismo, cometiendo asà una profunda injusticia
contra el Hijo de Dios. 6Tú eres tu único enemigo, y eres en verdad
enemigo del Hijo de Dios porque no reconoces que él es lo que tú eres. 7¿Qué podrÃa ser más injusto que privarlo de lo que él es, negarle el
derecho a ser él mismo y pedirle que sacrifique el Amor de su Padre y el tuyo
por ser algo que no le corresponde?
4. CuÃdate de
la tentación de percibirte a ti mismo como que se te está tratando injustamente. 2Desde este punto de vista, tratas de encontrar inocencia únicamente
en ti y no en ellos, a expensas de la culpabilidad de otro. 3¿Puedes
acaso comprar la inocencia descargando tu culpabilidad sobre otro? 4¿Y no es acaso la inocencia lo que tratas de conseguir cuando
lo atacas? 5¿No será la represalia por tu propio ataque contra
el Hijo de Dios lo que buscas? 6¿No te hace sentir más seguro creer
que eres inocente con respecto a eso, y que has sido una vÃctima a pesar de
tu inocencia? 7No importa cómo se juegue el juego de la culpabilidad,
alguien siempre tiene que salir perdiendo. 8Y alguien siempre tiene
que perder su inocencia para que otro pueda apropiarse de ella, y hacerla
suya.
5. Crees que
tu hermano es injusto contigo porque crees que uno de vosotros tiene que ser
injusto para que el otro pueda ser inocente. 2Y en ese juego
percibes el único propósito que le adscribes a tu relación. 3Y eso es
lo que le quieres añadir al propósito que ya se le ha asignado. 4El
propósito del EspÃritu Santo es que la Presencia de tus santos Invitados te sea
conocida. 5A ese propósito no se le puede añadir nada, pues el
mundo no tiene otro propósito que ése. 6Añadirle o quitarle algo a
esa única finalidad es privar al mundo y privarte a ti mismo de todo propósito. 7Y toda injusticia que el mundo parezca cometer contra ti, tú la has
cometido contra el mundo al privarlo de su propósito y de la función que el
EspÃritu Santo ve en él. 8Y de este modo, se le ha negado la justicia
a toda cosa viviente sobre la faz de la tierra.
6. No puedes
ni siquiera imaginarte los efectos que esa injusticia tiene sobre ti que juzgas
injustamente y que ves tal como has juzgado. 2El mundo se vuelve
sombrÃo y amenazante, y no puedes percibir ni rastro de la feliz chispa que
la salvación brinda para alumbrar tu camino. 3Y asÃ, te ves a ti
mismo privado de la luz, abandonado en las tinieblas e injustamente desposeÃdo
de todo propósito en un mundo fútil. 4El mundo es justo porque el
EspÃritu Santo ha llevado la injusticia ante la luz interna, y ahà toda
injusticia ha quedado resuelta y reemplazada con justicia y amor. 5Si
percibes injusticias en cualquier parte, sólo necesitas
decir:
6Con esto niego
la Presencia del Padre y la del Hijo. 7Mas prefiero
conocerlos a Ellos que ver injusticias, las cuales se desvanecen ante la luz de
Su Presencia.
LECCIÓN
302
Donde
antes habÃa tinieblas ahora contemplo la luz.
1. Padre, por fin estamos abriendo los ojos. 2Tu santo mundo nos
espera, pues por fin hemos recobrado la visión y podemos ver. 3Pensábamos que estábamos sufriendo. 4Pero era que nos habÃamos olvidado del Hijo
que Tú creaste. 5Ahora vemos que las tinieblas son el producto de
nuestra propia imaginación y que la luz está ahà para que la contemplemos. 6La visión de Cristo transforma las tinieblas
en luz, pues el miedo no puede sino desaparecer ante la llegada del amor. 7Déjame perdonar hoy Tu santo mundo, para
poder contemplar su santidad y entender que no es sino el reflejo de la
mÃa.
2. Nuestro Amor nos espera conforme nos dirigimos a
Él y, al mismo tiempo, marcha a nuestro lado mostrándonos el camino. 2No puede fracasar en nada. 3Él es el fin que perseguimos,
asà como los medios por los que llegamos a Él.
29
DE OCTUBRE
CapÃtulo
27
LA CURACIÓN
DEL SUEÑO
I. El cuadro
de la crucifixión
1. El deseo de
ser tratado injustamente es un intento de querer transigir combinando el ataque
con la inocencia. 2¿Quién podrÃa combinar lo que es totalmente
incompatible y formar una unidad de lo que jamás puede unirse? 3Si
recorres el camino de la bondad, no tendrás miedo del mal ni de las sombras
de la noche. 4Mas no pongas sÃmbolos de terror en tu senda, pues, de
lo contrario, tejerás una corona de espinas de la que ni tu hermano ni tú
os podréis escapar. 5No puedes crucificarte sólo a ti mismo. 6Y si eres tratado injustamente, tu hermano no puede sino pagar por
la injusticia que tú percibes. 7No puedes sacrificarte sólo a ti
mismo, 8pues el sacrificio es total. 9Si de alguna manera
el sacrificio fuese posible, incluirÃa a toda la creación de Dios y al
Padre junto con Su Hijo bienamado.
2. En tu
liberación del sacrificio se pone de manifiesto la de tu hermano, haciéndose asÃ
evidente que tu liberación es la suya. 2Mas cada vez que sufres ves
en ello la prueba de que él es culpable por haberte atacado. 3De
esta manera, te conviertes en la prueba de que él ha perdido su inocencia y de
que sólo necesita contemplarte para darse cuenta de que ha sido condenado. 4Mas la justicia se encargará de que él pague por todas las
injusticias cometidas contra ti. 5La injusta venganza por la que tú
estás pagando ahora es él quien deberÃa pagar por ella, y cuando recaiga sobre
él, tú te liberarás. 6No desees hacer de ti mismo un sÃmbolo viviente
de su culpabilidad, pues no te podrás escapar de la sentencia de muerte a la que
lo condenes. 7Mas en su inocencia hallarás la
tuya.
3. Siempre que
consientes sufrir, sentir privación, ser tratado injustamente o tener cualquier
tipo de necesidad, no haces sino acusar a tu hermano de haber atacado al Hijo de
Dios. 2Presentas ante sus ojos el cuadro de tu crucifixión, para que
él pueda ver que sus pecados están escritos en el Cielo con tu sangre y con tu
muerte, y que van delante de él, cerrándole el paso a la puerta celestial y
condenándolo al infierno. 3Mas esto sólo está escrito asà en el
infierno, no en el Cielo, donde te encuentras a salvo del ataque y eres la
prueba de su inocencia. 4La imagen que de ti le ofreces, te la
muestras a ti mismo y le impartes toda tu fe. 5El EspÃritu Santo, en
cambio, te ofrece una imagen de ti mismo en la que no hay dolor ni reproche
alguno para que se la ofrezcas a tu hermano. 6Y aquello de lo que se
hizo un mártir para que diese testimonio de su culpabilidad se convierte ahora
en el perfecto testigo de su inocencia.
4. El poder de
un testigo transciende toda creencia debido a la convicción que trae consigo. 2Se le cree porque apunta más allá de sà mismo hacia lo que
representa. 3Tu sufrimiento y tus enfermedades no reflejan otra
cosa que la culpabilidad de tu hermano, y son los testigos que le presentas no
sea que se olvide del daño que te ocasionó, del que juras jamás escapará. 4Aceptas esta lamentable y enfermiza imagen siempre que sirva
para castigarlo. 5Los enfermos no sienten compasión por nadie e
intentan matar por contagio. 6La muerte les parece un precio
razonable si con ello pueden decir: "MÃrame hermano, por tu culpa muero". 7Pues la enfermedad da testimonio de la culpabilidad de su hermano, y
la muerte probarÃa que sus errores fueron realmente pecados. 8La
enfermedad no es sino una "leve" forma de muerte, una forma de venganza que
todavÃa no es total. 9No obstante, habla con certeza en nombre de lo
que representa. 10La amarga y desolada imagen que le has presentado a
tu hermano, tú la has contemplado con pesar. 11Y has creÃdo todo lo
que dicha imagen le mostró porque daba testimonio de su culpabilidad, la cual tú
percibiste y amaste.
5. Ahora el
EspÃritu Santo deposita, en las manos que mediante su contacto con Él se han
vuelto mansas, una imagen de ti muy diferente. 2Sigue siendo la
imagen de un cuerpo, pues lo que realmente eres no se puede ver ni
imaginar. 3No obstante, esta imagen no se ha usado para atacar, y,
por lo tanto, jamás ha experimentado sufrimiento alguno. 4Da
testimonio de la eterna verdad de que nada te puede herir, y apunta más allá de
sà misma hacia tu inocencia y la de tu hermano. 5Muéstrale esto, y él
se dará cuenta de que toda herida ha sanado y de que todas las lágrimas han sido
enjugadas felizmente y con amor. 6Y tu hermano contemplará su propio
perdón allÃ, y con ojos que han sanado mirará más allá de la imagen hacia la
inocencia que ve en ti. 7He aquà la prueba de que nunca pecó; de que
nada de lo que su locura le ordenó hacer jamás ocurrió ni tuvo efectos de
ninguna clase; 8de que ningún reproche que haya albergado en su
corazón estuvo jamás justificado y de que ningún ataque podrá jamás hacerle
sentir el venenoso e inexorable aguijón del temor.
6. Sé un
testigo de su inocencia y no de su culpabilidad. 2Tu
curación es su consuelo y su salud porque demuestra que las ilusiones no
son reales. 3El factor motivante de este mundo no es la voluntad
de vivir, sino el deseo de morir. 4El único propósito que tiene es
probar que la culpabilidad es real. 5Ningún pensamiento, acto
o sentimiento mundano tiene otra motivación que ésa. 6Éstos son los
testigos que se convocan para que se crea en ellos y para que corroboren el
sistema que representan y en favor del cual hablan. 7Y cada uno de
ellos tiene muchas voces, y os hablan a ti y a tu hermano en diferentes lenguas. 8Sin embargo, el mensaje que os dan a ambos es el mismo. 8Engalanar el cuerpo es una forma de mostrar cuán hermosos son los
testigos de la culpabilidad. 10Preocuparte por el cuerpo
demuestra cuán frágil y vulnerable es tu vida; cuán fácilmente puede quedar
destruido lo que amas. 11La depresión habla de muerte, y la vanidad,
de tener un gran interés por lo que no es nada.
7. La
enfermedad, no importa en qué forma se manifieste, es el testigo más convincente
de la futilidad y el que refuerza a todos los demás y les ayuda a pintar un
cuadro en el que el pecado está justificado. 2Los enfermos creen que
todas sus extrañas necesidades y todos sus deseos antinaturales están
justificados. 3Pues ¿quién podrÃa amar una vida que queda truncada
tan pronto, y no atribuirle valor a los gozos pasajeros? 4¿Qué placer
hay que sea duradero? 5¿No tienen los débiles el derecho de creer que
cada migaja de placer robado constituye su justa retribución por la
brevedad de sus vidas? 6Pues pagarán con su muerte por todos sus
placeres tanto si disfrutan de ellos como si no. 7A la vida siempre
le llega su final, sea cual sea la forma en que ésta se viva. 8Por lo
tanto, se deleitan con lo pasajero y con lo efÃmero.
8. Nada de
esto es un pecado, sino un testigo de la absurda creencia de que el pecado y la
muerte son reales, y de que tanto la inocencia como el pecado acabarán
igualmente en la tumba. 2Si esto fuese cierto, tendrÃas ciertamente
motivos para contentarte con ir en pos de gozos pasajeros y disfrutar de cada
pequeño placer siempre que tuvieses la oportunidad. 3No
obstante, en este cuadro no se percibe al cuerpo como algo neutral y desprovisto
de un objetivo intrÃnseco. 4Pues se convierte en el sÃmbolo del
reproche y en la prueba de la culpabilidad, cuyas consecuencias aún están
ahà a la vista, de modo que la causa jamás se pueda negar.
9. Tu función
consiste en mostrarle a tu hermano que el pecado carece de causa. 2¡Cuán fútil tiene que ser verte a ti mismo como la prueba fehaciente
de que lo que tu función es, jamás tendrá lugar! 3La imagen que te
ofrece el EspÃritu Santo no convierte al cuerpo en algo que éste no es. 4Lo único que hace es purificarlo de todo vestigio de acusación y
reproche. 5Al representársele como algo carente de propósito, no se
le puede considerar ni enfermo ni saludable, ni bueno ni malo. 6No da
lugar a que se le pueda juzgar en modo alguno. 7No tiene vida,
pero tampoco está muerto. 8Cualquier experiencia de amor o de miedo
le es ajena. 9Pues ahora no da testimonio de nada, al no tener ningún
propósito y al encontrarse la mente libre otra vez para determinar cuál debe ser
su propósito. 10Ahora el cuerpo no está condenado, sino en espera de
que se le confiera un propósito de modo que pueda llevar a cabo la función que
se le encomiende.
10. En este
espacio vacÃo, del que el objetivo del pecado ha sido erradicado, se puede
recordar el Cielo. 2Ahora su paz puede descender hasta aquà y la
perfecta curación reemplazar a la muerte. 3El cuerpo puede
convertirse en un sÃmbolo de vida, en una promesa de redención y en un
hálito de inmortalidad para aquellos que están cansados de respirar el fétido
hedor de la muerte. 4Deja que su propósito sea sanar. 5De
esta manera, pregonará el mensaje que recibió y, mediante su salud y
belleza, proclamará la verdad y el valor de lo que representa. 6Deja
que reciba el poder de representar la vida eterna, por siempre a salvo del
ataque. 7Y deja que su mensaje para tu hermano sea: "Contémplame
hermano, gracias a ti vivo".
11. La manera
más fácil de dejar que esto se logre es simplemente ésta: no permitas que el
cuerpo tenga ningún propósito procedente del pasado, cuando estabas seguro
de que sabÃas que su propósito era fomentar la culpabilidad. 2Pues
esto -afirma tu imagen enfermiza- es un sÃmbolo duradero de lo que el cuerpo
representa. 3Y ello impide que se le pueda conferir una
perspectiva diferente, un propósito distinto. 4Tú no sabes cuál
es su propósito. 4No hiciste sino darle la ilusión de un
propósito a una cosa que concebiste para ocultar de ti mismo tu función. 6Esta cosa sin propósito no puede ocultar la función que el EspÃritu
Santo te encomendó. 7Deja, pues, que el propósito del cuerpo y tu
función se reconcilien finalmente y se consideren la misma
cosa.
LECCIÓN
303
Hoy
nace en mà el Cristo santo.
1. Velad conmigo, ángeles, velad conmigo hoy. 2Que todos los santos Pensamientos de Dios me rodeen y permanezcan
muy quedos a mi lado mientras nace el Hijo del Cielo. 3Que se
acallen todos los sonidos terrenales y que todos los panoramas que estoy
acostumbrado a ver desaparezcan. 4Que a Cristo se le dé la
bienvenida allà donde Él está en Su hogar, 5y que no oiga otra cosa que los sonidos que entiende
y vea únicamente los panoramas que reflejan el Amor de Su Padre. 6Que
Cristo deje de ser un extraño aquÃ, pues hoy Él renace en
mÃ.
2. Le doy la bienvenida a tu Hijo, Padre. 2Él ha venido a salvarme del malvado ser que
fabriqué. 3Tu Hijo es el Ser que Tú me has dado. 4Él es lo que yo soy en verdad. 5Él es el Hijo que Tú amas por sobre todas las cosas. 6Él es mi Ser tal como Tú me creaste. 7No es Cristo quien puede ser crucificado. 8A salvo en Tus Brazos,
déjame recibir a Tu Hijo.
30 DE
OCTUBRE
II. El temor a
sanar
1. ¿Es
atemorizante sanar? 2SÃ, para muchos lo es. 3Pues la
acusación es un obstáculo para el amor, y los cuerpos enfermos son
ciertamente acusadores. 4Obstruyen completamente el camino de la
confianza y de la paz, proclamando que los débiles no pueden tener confianza y
que los lesionados no tienen motivos para gozar de paz. 5¿Quién que
haya sido herido por su hermano podrÃa amarlo aún y confiar en él? 6Pues su hermano lo atacó y lo volverá a hacer. 7No lo protejas, ya que tu cuerpo lesionado demuestra que es a ti a quien se debe
proteger de él. 8Tal vez perdonarlo sea un acto de caridad, pero no
es algo que él se merezca. 9Se le puede compadecer por su
culpabilidad, pero no puede ser eximido. 10Y si le perdonas sus
transgresiones, no haces sino añadir otro fardo más a la culpabilidad que
realmente ya ha acumulado.
2. Los que no
han sanado no pueden perdonar. 2Pues son los testigos de que el
perdón es injusto. 3Prefieren conservar las consecuencias de la
culpabilidad que no reconocen. 4No obstante, nadie puede perdonar un
pecado que considere real. 5Y lo que tiene consecuencias tiene que
ser real porque lo que ha hecho está ahà a la vista. 6El perdón no es
piedad, la cual no hace sino tratar de perdonar lo que cree que es verdad. 7No se puede devolver bondad por maldad, pues el perdón no
establece primero que el pecado sea real para luego perdonarlo. 8Nadie que esté hablando en serio dirÃa: "Hermano, me has herido. aSin embargo, puesto que de los dos yo soy el mejor, te perdono por
el dolor que me has ocasionado". 9Perdonarle y seguir sintiendo dolor
es imposible, pues ambas cosas no pueden coexistir. 10Una niega
a la otra y hace que sea falsa.
3. Ser testigo
del pecado y, al mismo tiempo, perdonarlo es una paradoja que la razón no puede
concebir. 2Pues afirma que lo que se te ha hecho no merece perdón. 3Y si lo concedes, eres clemente con tu hermano, pero conservas la
prueba de que él no es realmente inocente. 4Los enfermos siguen
siendo acusadores. 5No pueden perdonar a sus hermanos, ni perdonarse
a sà mismos. 6Nadie sobre quien el verdadero perdón descanse puede
sufrir, 7pues ya no exhibe la prueba del pecado ante los ojos de su
hermano. 8Por lo tanto, debe haberlo pasado por alto y haberlo
eliminado de su propia vista. 9El perdón no puede ser para uno y
no para el otro. 10El que perdona se cura. 11Y en su
curación radica la prueba de que ha perdonado verdaderamente y de que no guarda
traza alguna de condenación que todavÃa pudiese utilizar contra sà mismo o
contra cualquier cosa viviente.
4. El perdón
no es real a menos que os brinde curación a tu hermano y a ti. 2Debes dar testimonio de que sus pecados no tienen efecto alguno
sobre ti, y demostrar asà que no son reales. 3¿De qué otra manera
podrÃa ser él inocente? 4¿Y cómo podrÃa estar justificada su
inocencia a menos que sus pecados careciesen de los efectos que confirmarÃan su
culpabilidad? 5Los pecados están más allá del perdón
simplemente porque entrañarÃan efectos que no podrÃan cancelarse ni pasarse por
alto completamente. 6En el hecho de que puedan cancelarse radica la
prueba de que son simplemente errores. 7Permite ser curado para
que de este modo puedas perdonar y ofrecer salvación a tu hermano y a
ti.
5. Un cuerpo
enfermo demuestra que la mente no ha sanado. 2Un milagro de curación
prueba que la separación no tiene efectos. 3Creerás en aquello que le
quieras probar a tu hermano. 4El poder de tu testimonio procede de
tus creencias. 5Y todo lo que dices, haces o piensas no hace
sino dar testimonio de lo que le enseñas a él. 6Tu cuerpo puede ser
el medio para demostrar que nunca ha sufrido por causa de él. 7Y al
sanar puede ofrecerle un mudo testimonio de su inocencia. 8Este
testimonio es el que puede hablar con más elocuencia que mil lenguas juntas, 9pues le prueba que ha sido perdonado.
6. Un milagro
no le puede ofrecer menos a él de lo que te ha dado a ti. 2De esta
manera, tu curación demuestra que tu mente ha sanado y que ha perdonado lo que
tu hermano no hizo. 3Y asÃ, él se convence de que jamás perdió su
inocencia y sana junto contigo. 4El milagro deshace de este modo
todas las cosas que, según el mundo, jamás podrÃan deshacerse. 5Y la desesperanza y la muerte no pueden sino desaparecer ante el ancestral
clarÃn que llama a la vida. 6Esta llamada es mucho más poderosa que
las débiles y miserables súplicas de la muerte y la culpabilidad. 7La
ancestral llamada que el Padre le hace a Su Hijo, y el Hijo a los suyos, será la
última trompeta que el mundo jamás oirá. 8Hermano, la muerte no
existe. 9Y aprenderás esto cuando tu único deseo sea mostrarle a tu
hermano que él jamás te hirió. 10Él cree que tiene las manos
manchadas de tu sangre, y, por lo tanto, que está condenado. 11Mas se
te ha concedido poder mostrarle, mediante tu curación, que su culpabilidad no es
sino la trama de un sueño absurdo.
7. ¡Cuán
justos son los milagros! 2Pues os otorgan a ti y a tu hermano el
mismo regalo de absoluta liberación de la culpabilidad. 3Tu curación
os evita dolor a ti y a él, y sanas porque le deseaste el bien. 4Ésta
es la ley que el milagro obedece: la curación no ve diferencias en absoluto. 5No procede de la compasión, sino del amor. 6Y el amor
quiere probar que todo sufrimiento no es sino una vana imaginación, un absurdo
deseo sin consecuencia alguna. 7Tu salud es uno de los resultados de
tu deseo de no ver a tu hermano con las manos manchadas de sangre, ni de ver
culpabilidad en su corazón apesadumbrado por la prueba del pecado. 8Y
lo que deseas se te concede para que lo puedas ver.
8. El "costo"
de tu serenidad es la suya. 2Este es el "precio" que el EspÃritu
Santo y el mundo interpretan de manera diferente. 3El mundo lo
percibe como una afirmación del "hecho" de que con tu salvación se sacrifica la
suya. 4El EspÃritu Santo sabe que tu curación da testimonio de la
suya y de que no puede hallarse aparte de ella en absoluto. 5Mientras
tu hermano consienta sufrir, tú no podrás sanar. 6Mas tú le puedes
mostrar que su sufrimiento no tiene ningún propósito ni causa alguna. 7Muéstrale que has sanado, y él no consentirá sufrir por más tiempo. 8Pues su inocencia habrá quedado clara ante sus propios ojos y ante
los tuyos. 9Y la risa reemplazará a vuestros lamentos, pues el
Hijo de Dios habrá recordado que él es el Hijo de Dios.
9. ¿Quién
tiene, entonces, miedo de sanar? 2Sólo aquellos para quienes el
sacrificio y el dolor de su hermano representan su propia serenidad. 3Su propia impotencia y debilidad sirven de base para justificar el
dolor de su hermano. 4El constante aguijón de culpabilidad que su
hermano experimenta sirve para probar que él es un esclavo, pero que ellos son
libres. 5El constante dolor que sufren es la prueba de que ellos son
libres porque pueden mantener cautivo a su hermano. 6Y desean
la enfermedad para evitar que la balanza del sacrificio se incline a favor de
aquél. 7¿Cómo se podrÃa persuadir al EspÃritu Santo para que se
detuviese por un instante, o incluso menos, a razonar con semejantes argumentos
en favor de la enfermedad? 8¿Y es acaso menester demorar tu curación
porque te detengas a escuchar a la demencia?
LECCIÓN
304
Que
mi mundo no nuble la visión de Cristo.
1. Sólo puedo nublar mi santa vista si permito que mi
mundo se entrometa en ella. 2Y no puedo contemplar los santos panoramas que
Cristo contempla a menos que utilice Su visión. 3La percepción
es un espejo, no un hecho. 4Y lo que contemplo es mi propio estado de ánimo
reflejado afuera. 5Quiero bendecir el mundo contemplándolo a
través de los ojos de Cristo. 6Y veré las señales inequÃvocas de que todos mis
pecados me han sido perdonados.
2. Tú me conduces de las tinieblas a la luz y
del pecado a la santidad. 2Déjame perdonar y asà recibir la salvación
del mundo. 3Ése es Tu regalo, Padre mÃo, que se me
concede para que yo se lo ofrezca a Tu santo Hijo, de manera que él pueda hallar
Tu recuerdo, y el de Tu Hijo tal como Tú lo creaste.
31 DE
OCTUBRE
10. Tu función
no es corregir. 2La función de corregir le corresponde a Uno que
conoce la justicia, no la culpabilidad. 3Si asumes el papel de
corrector, ya no puedes llevar a cabo la función de perdonar. 4Nadie
puede perdonar hasta que aprende que corregir es tan solo perdonar, nunca
acusar. 5Por tu cuenta, no podrás percatarte de que son lo mismo, y
de que, por lo tanto, no es a ti a quien corresponde corregir. 6ldentidad y función son una misma cosa, y mediante tu función te
conoces a ti mismo. 7De modo que si confundes tu función con la
función de Otro, es que estás confundido con respecto a ti mismo y con respecto
a quién eres. 8¿Qué es la separación sino un deseo de arrebatarle a
Dios Su función y negar que sea Suya? 9Mas si no es Su función,
tampoco es la tuya, pues no puedes por menos que perder aquello de lo que
te apoderas.
11. En una
mente escindida, la identidad no puede sino dar la impresión de que está
dividida. 2Nadie puede percibir que una función está unificada, si
ésta tiene propósitos conflictivos y objetivos diferentes. 3Para
una mente tan dividida como la tuya, corregir no es sino una manera de
castigar a otro por los pecados que tú crees son tus propios pecados. 4Y de este modo, el otro se convierte en tu vÃctima, no en tu
hermano, diferente de ti por el hecho de ser más culpable, y tener, por lo
tanto, necesidad de que lo corrijas, al ser tú más inocente que él. 5Esto separa su función de la tuya, y os da a ambos un papel
diferente. 6Y asÃ, no podéis ser percibidos como uno y con una sola
función, lo cual querrÃa decir que compartÃs una misma identidad y un solo
objetivo.
12. La
corrección que tú quisieras llevar a cabo no puede sino causar
separación, ya que ésa es la función que tú le otorgaste. 2Cuando
percibas que la corrección es lo mismo que el perdón, sabrás también que la
Mente del EspÃritu Santo y la tuya son una. 3Y de esta manera, habrás
hallado tu propia Identidad. 4No obstante, Él tiene que operar
con lo que se le da, y tú sólo le permites ocupar la mitad de tu mente. 5Y asÃ, Él representa la otra mitad, y parece tener un
propósito diferente de aquel que tú abrigas y crees que es el tuyo. 6De este modo, tu función parece estar dividida, con una de sus
mitades en oposición a la otra. 7Esas dos mitades parecen representar
la separación de un ser que se percibe dividido en dos.
13. Observa cómo esta percepción de ti mismo no puede sino extenderse, y no
pases por alto el hecho de que todo pensamiento se extiende porque ése es su
propósito debido a lo que realmente es. 2De la idea de que el ser se
compone de dos partes, surge necesariamente el punto de vista de que su función
está dividida entre las dos. 3Pero lo que quieres corregir es
solamente la mitad del error, que tú crees que es todo el error. 4Los
pecados de tu hermano se convierten, de este modo, en el blanco central de la
corrección, no vaya a ser que tus errores y los suyos se vean como el mismo
error. 5Los tuyos son equivocaciones, pero los suyos son pecados y,
por ende, no son como los tuyos. 6Los suyos merecen castigo, mientras
que los tuyos, si vamos a ser justos, deberÃan pasarse por
alto.
14. De acuerdo
con esta interpretación de lo que significa corregir no podrás ver tus propios
errores. 2Pues habrás trasladado el blanco de la corrección fuera de
ti mismo, sobre uno que no puede ser parte de ti mientras esa percepción
perdure. 3Aquel al que se condena jamás puede volver a formar parte
del que lo acusa, quien lo odiaba y todavÃa lo sigue odiando por ser un sÃmbolo
de su propio miedo. 4He aquà a tu hermano, el blanco de tu odio,
quien no es digno de formar parte de ti, y es, por lo tanto, algo externo a ti:
la otra mitad, la que se repudia. 5Y sólo lo que se deja privado de
su presencia se percibe como todo lo que tú eres. 6El EspÃritu Santo
tiene que representar esta otra mitad hasta que tú reconozcas que es la
otra mitad. 7Y Él hace esto asignándoos a ti y a tu hermano la
misma función y no una diferente.
15. Corregir
es la función que se os ha dado a ambos, pero no a ninguno de vosotros por
separado. 2Y cuando la lleváis a cabo reconociendo que es una función
que compartÃs, no puede sino corregir los errores de ambos. 3No puede
dejar errores sin corregir en uno y liberar al otro. 4Eso serÃa
un propósito dividido, que, por lo tanto, no se podrÃa compartir. aY
asÃ, no puede ser el objetivo en el que el EspÃritu Santo ve el Suyo
Propio. 5Y puedes estar seguro de que Él no llevará a cabo una
función que no vea y reconozca como Propia. 6Pues sólo asà puede Él
mantener la vuestra intacta, a pesar de vuestros diferentes puntos de vistas con
respecto a lo que es vuestra función. 7Si Él apoyase una función
dividida, estarÃais ciertamente perdidos. 8La incapacidad del
EspÃritu Santo de ver Su objetivo dividido y como algo distinto para cada uno de
vosotros, te impide ser consciente de una función que no es la tuya. 9De esta manera, la curación se os concede a los
dos.
16. La
corrección debe dejarse en manos de Uno que sabe que la corrección y el perdón
son lo mismo. 2Cuando sólo se dispone de la mitad de la mente, esto
es incomprensible. 3Deja, pues, la corrección en manos de la Mente
que está unida y que opera como una sola porque su propósito es indiviso y
únicamente puede concebir como suya una sola función. 4He aquÃ
la función que se le dio, concebida para que fuese la suya propia y no algo
aparte de aquello que su Dador todavÃa conserva precisamente porque es
una función que se ha compartido. 5En el hecho de que Él acepte esta
función residen los medios a través de los cuales tu mente se unifica. 6Este único propósito unifica las dos mitades de ti que tú percibes
como separadas. 7Y cada uno perdona al otro, a fin de poder aceptar
su otra mitad como parte de sà mismo.
LECCIÓN
305
Hay
una paz que Cristo nos concede.
1. El que sólo utiliza la visión de Cristo encuentra
una paz tan profunda y serena, tan imperturbable y completamente
inalterable, que no hay nada en el mundo que sea comparable. 2Las comparaciones cesan ante esa paz. 3Y el mundo
entero parte en silencio a medida que esta paz lo envuelve y lo transporta
dulcemente hasta la verdad, para ya nunca volver a ser la morada del temor. 4Pues el amor ha llegado, y ha sanado al mundo al concederle la
paz de Cristo.
2. Padre, la paz de Cristo se nos concede
porque Tu Voluntad es que nos salvemos. 2Ayúdanos hoy a aceptar únicamente Tu regalo
y a no juzgarlo. 3Pues se nos ha concedido para que podamos
salvarnos del juicio que hemos emitido acerca de nosotros
mismos.
LECCIÓN
306
El
regalo de Cristo es lo único que busco hoy.
1. ¿Qué otra cosa sino la visión de Cristo querrÃa
utilizar hoy cuando me puede conceder un dÃa en el que veo un mundo tan
semejante al Cielo que un viejo recuerdo vuelve a aflorar en mi conciencia? 2Hoy puedo olvidarme del mundo que fabriqué. 3Hoy puedo ir
más allá de todo temor, y ser restaurado al amor, a la santidad y a la paz. 4Hoy soy redimido, y vuelvo a nacer en un mundo misericordioso y
solÃcito; un mundo lleno de bondad en el que reina la paz de
Dios.
2. Y de esta manera, Padre nuestro, regresamos
a Ti, recordando que nunca nos ausentamos; recordando los santos dones con los
que nos has agraciado. 2 Venimos llenos de gratitud y
aprecio, con las manos vacÃas y con nuestras mentes y corazones abiertos,
pidiendo tan sólo lo que Tú concedes. 3Ninguna ofrenda que podamos hacer es digna
de Tu Hijo. 4Pero en Tu Amor se le concede el regalo de
Cristo.
LECCIÓN
307
Abrigar
deseos conflictivos no puede ser mi voluntad.
1. Padre, Tu Voluntad es la mÃa, y nada más lo
es. 2No hay otra voluntad que yo pueda
tener. 3Que no trate de forjar otra, pues serÃa
absurdo y únicamente me harÃa sufrir. 4Sólo Tu Voluntad me puede hacer feliz,: y sólo Tu Voluntad existe. 5Si he de tener aquello que sólo Tú puedes
dar, debo aceptar lo que Tu Voluntad dispone para mà y alcanzar una paz en la
que el conflicto es imposible, Tu Hijo es uno Contigo en ser y en voluntad, y
nada contradice la santa verdad de que aún soy tal como Tú me
creaste.
2. Y con esta plegaria nos sumergimos silenciosamente
en un estado en el que el conflicto es imposible, pues hemos unido nuestra
santa voluntad a la de Dios, en reconocimiento de que son una y la
misma.