UN CURSO DE MILAGROS - FRASES DEL DÍA

 

NOVIEMBRE

3 DE NOVIEMBRE

III. Más allá de todo símbolo

1. El poder no puede oponerse a nada. 2Pues ello lo debilitaría, y la idea de un poder debilitado es una contradicción intrínseca. 3Una fuerza débil es algo que no tiene sentido, y si el poder se utiliza con el propósito de debilitar, se está utilizando para limi­tar. 4Por lo tanto, no puede sino ser limitado y débil, ya que ése es su propósito. 5Para ser lo que es, el poder no puede tener opues­tos. 6Ninguna debilidad puede adentrarse en él sin convertirlo en algo que no es. 7Debilitar es limitar e imponer un opuesto que contradice al concepto que ataca. 8Y ello añade al concepto algo que es ajeno a él, y lo hace ininteligible. 9¿Quién podría entender conceptos tan contradictorios como "un poder-débil" o "un amor­-odioso"?

2. Has decidido  hacer de tu hermano el símbolo de un "amor­-odioso", de un "poder-débil", pero sobre todo, de una "muerte­-viviente". 2Y así, él no significa nada para ti, pues representa algo que no tiene sentido. 3Representa un pensamiento que se com­pone de dos partes, en el que una de ellas anula la .otra. 4Sin embargo, la mitad que fue anulada contradice de inmediato a la otra, de modo que ambas desaparecen. 5Y ahora él no representa nada. 6Los símbolos que no representan otra cosa que ideas ine­xistentes no pueden sino representar la vacuidad y la nada. 7Sin embargo, la vacuidad y la nada no pueden ser una interferencia. 8Lo que puede interferir en la conciencia de la realidad es la creencia de que hay algo en ellas.

3. La imagen de tu hermano que ves no significa nada. 2No hay nada en ella que atacar o negar, amar u odiar, dotar de poder o considerar débil. 3La imagen ha sido completamente obliterada porque era el símbolo de una contradicción que anulaba al pen­samiento que representaba. 4Por lo tanto, la imagen no tiene causa en absoluto. 5¿Quién puede percibir efectos sin causa? 6¿Qué puede ser aquello que carece de causa, sino la nada? 7La imagen de tu hermano que tú ves jamás ha estado ahí ni jamás ha existido. 8Deja, pues, que el espacio vacío que ocupa se reconozca como vacante, y que el tiempo que se haya dedicado a verla se perciba como un tiempo desperdiciado en vano, un intervalo de tiempo en blanco.

4. Un espacio vacío que no se percibe ocupado, y un intervalo de tiempo que no se considere usado ni completamente empleado, se convierten en una silenciosa invitación a la verdad para que entre y se sienta como en su casa. 2No se puede hacer ningún preparativo que aumente el verdadero atractivo de esta invita­ción. 3Pues lo que se deja vacante Dios lo llena, y allí donde Él está tiene que morar la verdad. 4La creación es un poder que no se puede debilitar y que no tiene opuestos. 5Para esto no hay símbolos. 6Nada puede apuntar hacia lo que está más allá de la verdad, pues, ¿qué podría representar a lo que es más que todo? 7El verdadero des-hacimiento, no obstante, tiene que ser benévolo. 8Por lo tanto, la primera imagen que reemplaza a la tuya, es otra clase de imagen.

5. De la misma manera en que la nada no puede ser repre­sentada, tampoco existe un símbolo que represente a la totalidad. 2La realidad, en última instancia, sólo se puede conocer libre de cualquier forma, sin imágenes que la representen y sin ser vista. 3El perdón aún no se reconoce como un poder completamente exento de límites. 4Sin embargo, no fija ninguno de los límites que tú has decidido imponer. 5El perdón es el medio que repre­senta a la verdad temporalmente. 6Le permite al Espíritu Santo llevar a cabo un intercambio de imágenes, mientras los recursos de aprendizaje aún tengan sentido y el aprendizaje no haya con­cluido. 7Ningún recurso de aprendizaje es útil una vez que se alcanza el objetivo del aprendizaje, 8pues entonces deja de tener utilidad. 8Pero durante el aprendizaje se utiliza de una manera que ahora temes, pero que llegarás a amar.

6. La imagen de tu hermano que se te ha dado para que ocupe el lugar que tan recientemente dejaste desocupado y vacante no necesitará defensa de ninguna clase. 2Pues le darás una preferen­cia abrumadora. 3No te demorarás ni un instante en decidir que ésa es la única imagen de él que quieres. 4No representa concep­tos contradictorios, 5y aunque no es más que la mitad de la ima­gen y está incompleta, en sí misma es homogénea. 6La otra mitad de lo que representa sigue siendo desconocida, pero no se ha anulado. 7Y de este modo, Dios queda en libertad para dar el paso final. 8Para esto no necesitas imágenes ni recursos de enseñanza. 9Y lo que en última instancia habrá de ocupar el lugar de todo recurso de enseñanza, sencillamente será.

7. El perdón se desvanece y los símbolos caen en el olvido, y nada que los ojos jamás hayan visto o los oídos escuchado queda ahí para ser percibido. 2Un Poder completamente ilimitado ha venido, no a destruir, sino a recibir lo Suyo. 3Con respecto a tu función, no hay opciones entre las que elegir en ninguna parte. 4La opción que temes perder, nunca la tuviste. 5Sin embargo, eso es lo único que parece ser un obstáculo para el poder ilimitado y los pensamientos homogéneos, los cuales gozan de plenitud y felicidad y no tienen opuestos. 6No conoces la paz del poder que no se opone a nada. 7Sin embargo, ninguna otra clase de poder puede existir en absoluto. 8Dale la bienvenida al Poder que yace más allá del perdón, del mundo de los símbolos y de las limitacio­nes. 9Él prefiere simplemente ser, y, por lo tanto, simplemente es.

 

LECCIÓN 308

 

Este instante es el único tiempo que existe.

 

1. El concepto que yo he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo. 2Si elijo ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. 3Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno. 4El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo. 5Pues en este instante el perdón ha venido a libe­rarme. 6Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro. 7Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor. 8Y el amor está siempre presente, aquí y ahora.

2. Gracias por este instante, Padre. 2Ahora es cuando soy redimido. 3Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él.

 

4 DE NOVIEMBRE

IV. La callada respuesta

1. En la quietud todas las cosas reciben respuesta y todo pro­blema queda resuelto serenamente. 2Pero en medio del conflicto no puede haber respuesta ni se puede resolver nada, pues su propósito es asegurarse de que no haya solución y de que nin­guna respuesta sea simple. 3Ningún problema puede resolverse dentro del conflicto, pues se le ve de diferentes maneras. 4Y lo que sería una solución desde un punto de vista, no lo es desde otro. 5Tú estás en conflicto. 6Por lo tanto, es evidente que no pue­des resolver nada en absoluto, pues los efectos del conflicto no son parciales. 7No obstante, si Dios dio una solución, de alguna manera tus problemas tienen que haberse resuelto, pues lo que Su Voluntad dispone ya se ha realizado.

2. Por eso es por lo que el tiempo no tiene nada que ver con la solución de ningún problema, ya que cualquiera de ellos puede ser resuelto ahora mismo. 2Y por eso es también por lo que, en tu estado mental, ninguna solución es posible. 3Dios tiene que haberte dado, por lo tanto, una manera de alcanzar otro estado mental en el que se encuentra la solución. 4Tal es el instante santo. 5Ahí es donde debes llevar y dejar todos tus problemas. 6Ahí es donde les corresponde estar, pues ahí se encuentra su solución. 7Y si su solución se encuentra ahí, el problema tiene que ser sim­ple y fácil de resolver. 8No tiene objeto tratar de resolver un problema donde es imposible que se encuentre su solución. 9Mas es igualmente seguro que se resolverá si se lleva donde se encuentra la solución.

3. No intentes resolver ningún problema excepto desde de la seguridad del instante santo. 2Pues ahí el problema sí tiene solu­ción y queda resuelto. 3Fuera de él no habrá solución, pues fuera de él no puede hallarse respuesta alguna. 4No hay lugar fuera de él donde jamás se pueda plantear una sola pregunta sencilla. 5El mundo sólo puede hacer preguntas que se componen de dos par­tes. 6Una pregunta con muchas respuestas no tiene respuesta. 7Ninguna de ellas sería válida. 8El mundo no hace preguntas con la intención de que sean contestadas, sino sólo para reiterar su propio punto de vista.

4. Todas las preguntas que se hacen en este mundo no son real­mente preguntas, sino tan sólo una manera de ver las cosas. 2Nin­guna pregunta que se haga con odio puede ser contestada porque de por sí ya es una respuesta. 3Una pregunta que se com­pone de dos partes, pregunta y responde simultáneamente, y ambas cosas dan testimonio de lo mismo aunque en forma dife­rente. 4El mundo tan sólo hace una pregunta 5y es ésta: "De todas estas ilusiones, ¿cuál es verdad? 6¿Cuáles inspiran paz y ofrecen dicha? 7¿Y cuáles pueden ayudarte a escapar de todo el dolor del que este mundo se compone?" 8Independientemente de la forma que adopte la pregunta, su propósito es siempre el mismo: 9pre­gunta para establecer que el pecado es real, y las contestaciones que te ofrece requieren que expreses tus preferencias. 10"¿Qué pecado prefieres? 11Éste es el que debes elegir. 12Los otros no son verdad. 13¿Qué quieres que te consiga el cuerpo que tú desees por encima de todas las cosas? 14Él es tu siervo y también tu amigo 15Dile simplemente lo que quieres y te servirá amorosa y diligen­temente." 16Esto no es una pregunta; pues te dice lo que quieres y adónde debes ir para encontrarlo. 17No da lugar a que sus creen­cias se puedan poner en tela de juicio. aLo único que hace es exponer lo que afirma en forma de pregunta.

5. Una pseudo-pregunta carece de respuesta, 2pues dicta la res­puesta al mismo tiempo que hace la pregunta. 3Toda pregunta que se hace en el mundo es, por lo tanto, una forma de propa­ganda a favor de éste. 4De la misma manera en que los testigos del cuerpo son sus propios sentidos, así también las respuestas a las preguntas que el mundo hace están implícitas en las pregun­tas. 5Cuando la respuesta es lo mismo que la pregunta, no aporta nada nuevo ni se aprende nada de ella. 6Una pregunta honesta es un medio de aprendizaje que pregunta algo que tú no sabes. 7No establece los parámetros a los que se debe ajustar la respuesta, sino que simplemente pregunta cuál es la respuesta. 8Mas nadie que se encuentre en un estado conflictivo es libre para hacer esta clase de pregunta, pues no desea una respuesta honesta que ponga fin a su conflicto.

6. Sólo dentro del instante santo se puede plantear honestamente una pregunta honesta. 2Y del significado de la pregunta se deri­vará todo el significado que pueda tener la respuesta. 3Es posible entonces separar tus deseos de la respuesta, para que ésta se te pueda dar y también para que la puedas aceptar. 4La respuesta se ofrece en todas partes. 5Mas sólo se puede oír en el instante santo. 6Una respuesta honesta no exige sacrificios porque sólo contesta preguntas verdaderas. 7Las preguntas que hace el mundo tan sólo quieren saber a quién se le debe exigir sacrificio y no si el sacrificio tiene sentido o no. 8Y así, a menos que la respuesta indique "a quién", no se reconocerá ni será escuchada, y de este modo la pregunta seguirá en pie, ya que se contestó a sí misma. 9El ins­tante santo es aquel en el que la mente está lo suficientemente serena como para poder escuchar una respuesta que no está implícita en la pregunta, 10que ofrece algo nuevo y distinto. 11¿Cómo iba a poderse contestar una pregunta que no hace sino repetirse a sí misma?

7. No trates, por lo tanto, de solventar problemas en un mundo del que se ha excluido la solución. 2Lleva más bien el problema al único lugar en el que se halla la respuesta y en el que se te ofrece amorosamente. 3En él se encuentran las respuestas que solventa­rán tus problemas, pues no forman parte de ellos y toman en cuenta lo que puede ser contestado: lo que la pregunta realmente es. 4Las respuestas que el mundo ofrece no hacen sino suscitar otra pregunta, si bien dejan la primera sin contestar. 5En el ins­tante santo puedes llevar la pregunta a la respuesta y recibir la respuesta que fue formulada expresamente para ti.

 

LECCIÓN 309

 

Hoy no tendré miedo de mirar dentro de mí.

 

1. Dentro de mí se encuentra la Eterna Inocencia, pues es la Voluntad de Dios que esté allí para siempre. 2Y yo, Su Hijo, cuya voluntad es tan ilimitada como la Suya, no puedo disponer que ello sea diferente. 3Pues negar la Voluntad de mi Padre es negar la mía propia. 4Mirar dentro de mí no es sino encontrar mi volun­tad tal como Dios la creó, y como es. 5Tengo miedo de mirar dentro de mí porque creo que forjé otra voluntad que aunque no es verdad hice que fuese real. 6Mas no tiene efectos. 7Dentro de mí se encuentra la santidad de Dios. 8Dentro de mí se encuentra el recuerdo de Él.

2. El paso que he de dar hoy, Padre mío, es lo que me liberará por completo de los vanos sueños del pecado. 2Tu altar se alza sereno e incó­lume. 3Es el santo altar a mi propio Ser y es allí donde encuentro mi verdadera Identidad.

 

5 DE NOVIEMBRE

V. El ejemplo de la curación

1. La única manera de curarse es curando. 2El milagro se extiende sin tu ayuda, pero tú eres esencial para que pueda dar comienzo. 3Acepta el milagro de curación y se extenderá por razón de lo que es. 4Su naturaleza es extenderse desde el instante en que nace. 5Y nace en el instante en que se ofrece y se recibe. 6Nadie puede pedirle a otro que sane. 7Pero puede permitirse a sí mismo ser sanado, y así ofrecerle al otro lo que él ha recibido. 8¿Quién podría ofrecer a otro lo que él mismo no tiene? 9¿Y quién podría compartir lo que se niega a sí mismo? 10El Espíritu Santo te habla a ti, 11no a otra persona. 12Y al tú escucharle, Su Voz se extiende porque has aceptado lo que Él dice.

2. La salud es el testigo de la salud. 2Mientras no se dé testimonio de ella, no será convincente. 3Sirve de prueba sólo cuando ha sido demostrada, y para ello tiene que proveer un testigo que nos induzca a creer. 4Nadie se cura con mensajes contradictorios. 5Te curas cuando lo único que deseas es curar. 6Tu propósito indiviso hace que esto sea posible. 7Pero si tienes miedo de la curación, entonces no puede efectuarse a través de ti. 8Lo único que se requiere para que se efectúe una curación es que no haya miedo. 9Los temerosos no se han curado, por lo tanto, no pueden curar. 10Esto no quiere decir que para que puedas curar tenga que haber desaparecido el conflicto de tu mente para siempre. 11Pues si así fuese, no habría entonces necesidad de curación. 12Mas sí quiere decir que, aunque sólo sea por un instante, tienes que amar sin atacar. 13Un instante es suficiente. 14Los milagros no están circuns­critos al tiempo.

3. El instante santo es la morada de los milagros. 2Desde allí, cada uno de ellos viene a este mundo como testigo de un estado men­tal que ha transcendido el conflicto y ha alcanzado la paz. 3El instante santo lleva el consuelo de la paz al campo de batalla, demostrando así que la guerra no tiene efectos. 4Pues todo el dolor que la guerra ha tratado de ocasionar, los cuerpos despeda­zados y los miembros mutilados, los moribundos gimientes y los muertos silenciosos, son dulcemente elevados y consolados.

4. Allí donde un milagro ha venido a sanar no hay tristeza. 2Y lo único que se requiere para que todo esto ocurra es un instante de tu amor sin traza alguna de ataque. 3En ese instante sanas, y en ese mismo instante se consuma toda curación. 4¿Qué podría estar separado de ti, una vez que has aceptado la bendición que el instante santo brinda? 5No tengas miedo de bendecir, pues Aquel que te bendice ama al mundo y no deja nada en él que pueda ser motivo de miedo. 6Pero si te niegas a dar tu bendición, el mundo te parecerá ciertamente temible, pues le habrás negado su paz y su consuelo, y lo habrás condenado a la muerte.

5. Aquel que pudo haber salvado a un mundo tan penosamente despojado de todo, pero que se volvió atrás por temor a ser curado, ¿no vería acaso a ese mundo como una condenación? 2Los ojos de los moribundos reflejan reproche, y el sufrimiento susurra: "¿De qué tienes miedo?" 3Examina detenidamente su pregunta. 4Te la hace en tu nombre. 5El mundo agonizante tan sólo te pide que dejes de atacarte por un instante, para que él pueda sanar.

6. Ven al instante santo y sé curado, pues nada de lo que recibes en él se olvida cuando regresas al mundo. 2Y al haber sido bende­cido, traerás bendiciones contigo. 3Se te da vida para que se la impartas al mundo moribundo. 4Y los ojos dolientes ya no acusa­rán, sino que brillarán con agradecimiento hacia ti que los bendi­jiste. 5El fulgor del instante santo iluminará tus ojos y les dará visión para que puedan ver la faz de Cristo más allá del sufri­miento. 6La curación reemplaza al sufrimiento. 7El que ve uno de ellos no puede percibir el otro, pues ambos no pueden estar pre­sentes a la vez. 8Y el mundo será el testigo de lo que veas, y dará testimonio de ello.

7. Así pues, lo único que el mundo requiere para poder sanar es tu curación. 2Sólo necesita una lección que se haya aprendido perfectamente. 3Y de esta manera, cuando tú la olvides, el mundo te recordará dulcemente lo que le enseñaste. 4Debido a su agrade­cimiento, no dejará de prestarte apoyo a ti que te dejaste curar para que él pudiese vivir. 5lnvocará a sus testigos para mostrarte la faz de Cristo a ti que les trajiste la visión, gracias a la cual la presenciaron. 6El mundo de acusación es reemplazado por otro en el que todos los ojos se vuelven amorosamente hacia el Amigo que les trajo su liberación. 7Y tu hermano percibirá felizmente los muchos amigos que antes consideraba enemigos.

8. Aunque los problemas no son concretos, se manifiestan en for­mas concretas, y son estas formas concretas las que configuran el mundo. 2Nadie entiende la naturaleza de su problema, 3pues, de lo contrario, ya no estaría ahí para que él lo pudiese ver. 4La naturaleza misma del problema es que no es un problema. 5Por lo tanto, mientras él lo perciba, no lo podrá percibir tal como es. 6La curación, en cambio, es evidente en situaciones concretas y se generaliza para incluirlas a todas. 7Esto se debe a que todas ellas son realmente la misma situación, a pesar de sus diferentes for­mas. 8La finalidad de todo aprendizaje es la transferencia, la cual se consuma cuando dos situaciones distintas se ven como lo mismo, ya que lo único que se puede encontrar en ellas son ele­mentos comunes. 9Esto, no obstante, sólo lo puede lograr Uno que no ve las diferencias que tú ves. 10No eres tú quien lleva a cabo la transferencia de lo que has aprendido. 11Pero el hecho de que dicha transferencia ya se haya llevado a cabo, a pesar de todas las diferencias que ves, te convence de que esas diferencias no podían ser reales.

9. Tu curación se extenderá y se aplicará a problemas que no creías eran tus problemas. 2Y resultará evidente también que todos tus diferentes problemas se resolverán tan pronto como te hayas librado de uno solo de ellos. 3No puede ser que sus diferen­cias sean las que hayan hecho que esto sea posible, pues el apren­dizaje no puede saltar de una situación a su opuesto y obtener los mismos resultados. 4Toda curación debe proceder de manera ordenada, de acuerdo con leyes que han sido percibidas correcta­mente y que no se han violado. 5No dejes que la manera en que las percibes te haga sentir miedo. 6Estás equivocado, pero hay Alguien dentro de ti que está en lo cierto.

10. Deja, pues, la transferencia de tu aprendizaje en manos de Aquel que realmente entiende sus leyes y que se asegurará de que permanezcan invioladas e ilimitadas. 2Tu papel consiste sim­plemente en aplicarte a ti mismo lo que Él te ha enseñado, el resto corre de Su cuenta. 3Así es como los innumerables testigos de tu aprendizaje te probarán el poder de éste. 4El primer testigo que verás será a tu hermano, pero tras él habrá miles, y tras cada uno de éstos mil más. 5Puede que cada uno de ellos parezca tener un problema distinto del de los demás. 6Mas todos se resolverán al unísono. 7Y su común resolución demostrará que las preguntas no podían haber sido distintas.

11. ¡Que la paz sea contigo a quien se ofrece curación! 2Compren­derás que se te da paz cuando aceptas la curación. 3No necesitas ser consciente de toda su valía para entender que te has benefi­ciado de ella. 4Lo que ocurrió en aquel instante en que el amor entró sin ninguna traza de ataque, permanecerá contigo para siempre. 5Tu curación, así como la de tu hermano, será uno de sus efectos. 6Dondequiera que vayas contemplarás sus múltiples efectos. 7Todos los testigos que contemples, no obstante, serán sólo una fracción de los que realmente existen. 8La infinitud no se puede entender contando todas sus partes separadas. 9Dios te da las gracias por tu curación, pues Él sabe que es un regalo de amor para Su Hijo, y, por lo tanto, un regalo que se le hace a Él.

 

LECCIÓN 310

 

Paso este día sin miedo y lleno de amor.

 

1. Quiero pasar este día Contigo, Padre mío, tal como Tú has dispuesto que deben ser todos mis días. 2Y lo que he de experimentar no tiene nada que ver con el tiempo. 3El júbilo que me invade no se puede medir en días u horas, pues le llega a Tu Hijo desde el Cielo. 4Este día será Tu dulce recordatorio de que Te recuerde, la afable llamada que le haces a Tu santo Hijo, la señal de que se me ha concedido Tu gracia y de que es Tu Voluntad que yo me libere hoy.

2. Este día lo pasaremos juntos, tú y yo. 2Y todo el mundo unirá sus voces a nuestro himno de alegría y gratitud hacia Aquel que nos brindó la salvación y nos liberó. 3Nuestra paz y nuestra santi­dad nos son restituidas. 4Hoy el miedo no tiene cabida en noso­tros, pues le hemos dado la bienvenida al amor en nuestros corazones.

 

6 DE NOVIEMBRE

VI. Los testigos del pecado

1. El dolor demuestra que el cuerpo no puede sino ser real. 2Es una voz estridente y ensordecedora, cuyos alaridos tratan de ahogar lo que el Espíritu Santo dice e impedir que Sus palabras lleguen hasta tu conciencia. 3El dolor exige atención, quitándo­sela así al Espíritu Santo y centrándola en sí mismo. 4Su propó­sito es el mismo que el del placer, pues ambos son medios de otorgar realidad al cuerpo. 5Lo que comparte un mismo propó­sito es lo mismo. 6Esto es lo que estipula la ley que rige todo propósito, el cual une dentro de sí a todos aquellos que lo com­parten. 7El placer y el dolor son igualmente ilusorios, ya que su propósito es inalcanzable. 8Por lo tanto, son medios que no llevan a ninguna parte, pues su objetivo no tiene sentido. 9Y comparten la falta de sentido de que adolece su propósito.

2. El pecado oscila entre el dolor y el placer, y de nuevo al dolor. 2Pues cualquiera de esos testigos es el mismo, y sólo tienen un mensaje: "Te encuentras dentro de este cuerpo, y se te puede hacer daño. 3 También puedes tener placer, pero el costo de éste es el dolor". 4A estos testigos se unen muchos más. 5Cada uno de ellos parece diferente porque tiene un nombre distinto, y así, parece responder a un sonido diferente. 6A excepción de esto, los testigos del pecado son todos iguales. 7Llámale dolor al placer, y dolerá. 8Llámale placer al dolor, y no sentirás el dolor que se oculta tras el placer. 9Los testigos del pecado no hacen sino cam­biar de un término a otro, según uno de ellos ocupa el primer plano y el otro retrocede al segundo. 10Es irrelevante, no obs­tante, cuál de ellos tenga primacía en cualquier momento dado. 11Los testigos del pecado sólo oyen la llamada de la muerte.

3. El cuerpo, que de por sí carece de propósito, contiene todas tus memorias y esperanzas. 2Te vales de sus ojos para ver y de sus oídos para oír, y dejas que te diga lo que siente. 3Mas él no lo sabe. 4Cuando invocas los testigos de su realidad, te repiten única­mente los términos que les proporcionaste para que él los usara. 5No puedes elegir cuál de entre ellos es real, pues cualquiera que elijas es igual que los demás. 6Lo único que puedes hacer es deci­dir llamarlo por un nombre o por otro, pero eso es todo. 7No puedes hacer que un testigo sea verdadero sólo porque lo llames con el nombre de la verdad. 8La verdad se encuentra en él si lo que representa es la verdad. 9De lo contrario, miente, aunque lo invoques con el santo Nombre de Dios Mismo.

4. El Testigo de Dios no ve testigos contra el cuerpo. 2Tampoco presta atención a los testigos que con otros nombres hablan de manera diferente en favor de la realidad del cuerpo. 3Él sabe que no es real. 4Pues nada podría contener lo que tú crees que el cuerpo contiene dentro de sí. 5El cuerpo no puede decirle a una parte de Dios cómo debe sentirse o cuál es su función. 6El Espí­ritu Santo, sin embargo, no puede sino amar aquello que tú tienes en gran estima. 7Y por cada testigo de la muerte del cuerpo, Él te envía un testigo de la vida que tienes en Aquel que no conoce la muerte. 8Cada milagro que Él trae es un testigo de la irrealidad del cuerpo. 9Él cura a éste de sus dolores y placeres por igual, pues todos los testigos del pecado son reemplazados por los Suyos.

5. El milagro no hace distinciones entre los nombres con los que se convocan a los testigos del pecado. 2Demuestra simplemente que lo que ellos representan no tiene efectos. 3Y puede demostrar esto porque sus propios efectos han venido a sustituirlos. 4Sea cual sea el término que hayas utilizado para referirte a tu sufri­miento, 5éste ya no existe. 6Aquel que es portador del milagro percibe que todos ellos son uno y lo mismo, y los llama miedo. 7De la misma manera en que el miedo es el testigo de la muerte, el milagro es el testigo de la vida. 8Es un testigo que nadie puede refutar, pues los efectos que trae consigo son los de la vida. 9Gra­cias a él los moribundos se recuperan, los muertos resucitan y todo dolor desaparece. 10Un milagro, no obstante, no habla en nombre propio, sino sólo en nombre de lo que representa.

6. El amor, asimismo, tiene símbolos en el mundo del pecado. 2El milagro perdona porque representa lo que yace más allá del per­dón, lo cual es verdad. 3¡Cuán absurdo y demente es pensar que un milagro pueda estar limitado por las mismas leyes que vino exclusivamente a abolir! 4Las leyes del pecado tienen diferentes testigos, y cada uno de ellos tiene diferentes puntos fuertes. 5Y estos testigos dan testimonio de diferentes clases de sufrimiento. 6No obstante, para Aquel que envía los milagros a fin de bendecir el mundo, una leve punzada de dolor, un pequeño placer mun­dano o la agonía de la muerte, no son sino el mismo estribillo: una petición de curación, una llamada de socorro en un mundo de sufrimiento. 7De esa similitud es de lo que el milagro da testi­monio. 8Esta similitud es lo que prueba. 9Las leyes que considera­ban que todas esas cosas eran diferentes, son abolidas, lo cual demuestra su impotencia. 10El propósito del milagro es lograr esto. 11Y Dios Mismo ha garantizado el poder de los milagros por razón de lo que atestiguan.

7. Sé, pues, un testigo del milagro, y no de las leyes del pecado. 2No hay necesidad de que sigas sufriendo. 3Pero sí de que sanes, ya que el sufrimiento y la angustia del mundo han hecho que éste sea sordo a su propia necesidad de salvación y liberación.

8. La resurrección del mundo aguarda hasta que sanes y seas feliz, para que puedas demostrar que el mundo ha sanado. 2El instante santo sustituirá todo pecado sólo con que lleves sus efectos contigo. 3Y nadie elegirá sufrir más. 4¿Qué mejor función que ésta podrías servir? 5Sana para que así puedas sanar, y evítate el sufrimiento que conllevan las leyes del pecado. 6Y la verdad te será revelada, por haber elegido que los símbolos del amor ocu­pen el lugar del pecado.

 

10. ¿Qué es el juicio Final?

 

1. El Segundo Advenimiento de Cristo le confiere al Hijo de Dios este regalo: poder oír a la Voz que habla por Dios proclamar que lo falso es falso y que lo que es verdad jamás ha cambiado. 2Y éste es el juicio con el que a la percepción le llega su fin. 3Lo primero que verás será un mundo que ha aceptado que esto es verdad, al haber sido proyectado desde una mente que ya ha sido corregida. 4Y con este panorama santo, la percepción imparte una silenciosa bendición y luego desaparece, al haber alcanzado su objetivo y cumplido su misión.

2. El juicio Final sobre el mundo no encierra condena alguna. 2Pues ve a éste completamente perdonado, libre de pecado y sin propósito alguno. 3Y al no tener causa ni función ante los ojos de Cristo, simplemente se disuelve en la nada. 4Ahí nació y ahí ha de terminar. 5Y todas las figuras del sueño con el que el mundo comenzó desaparecen con él. 6Los cuerpos no tienen ahora nin­guna utilidad, por lo tanto, desaparecen también, pues el Hijo de Dios es ilimitado.

3. Tú que creías que el juicio Final de Dios condenaría al mundo al infierno junto contigo, acepta esta santa verdad: el juicio de Dios es el regalo de la Corrección que le concedió a todos tus errores. aDicha Corrección te libera de ellos y de todos los efectos que parecían tener. 2Tener miedo de la gracia redentora de Dios es tener miedo de liberarte totalmente del sufrimiento, del retorno a la paz, de la seguridad y la felicidad, así como de tu unión con tu propia Identidad.

4. El Juicio Final de Dios es tan misericordioso como cada uno de los pasos de Su plan para bendecir a Su Hijo y exhortarlo a regre­sar a la paz eterna que comparte con él. 2No tengas miedo del amor, 3pues sólo él puede sanar todo pesar, enjugar todas las lágri­mas, y despertar tiernamente de su sueño de dolor al Hijo que Dios reconoce como Suyo. 4No tengas miedo de eso. 5La salvación te pide que le des la bienvenida. 6Y el mundo espera tu grata aceptación de ella, gracias a lo cual él se liberará.

5. Este es el juicio Final de Dios: "Tú sigues siendo Mi santo Hijo, por siempre inocente, por siempre amoroso y por siempre amado, tan ilimitado como tu Creador, absolutamente inmutable y por siempre inmaculado. 2Despierta, pues, y regresa a Mí. 3Yo soy tu Padre y tú eres Mi Hijo"

 

LECCIÓN 311

 

Juzgo todas las cosas como quiero que sean.

 

1. Los juicios se inventaron para usarse como un arma contra la verdad. 2Separan aquello contra lo que se utilizan, y hacen que se vea como si fuese algo aparte y separado. 3Luego hacen de ello lo que tú quieres que sea. 4Juzgan lo que no pueden comprender, ya que no pueden ver la totalidad, y, por lo tanto, juzgan falsamente. 5No nos valgamos de ellos hoy, antes bien, ofrezcámoselos de regalo a Aquel que puede utilizarlos de manera diferente. 6Él nos salvará de la agonía de todos los juicios que hemos emitido con­tra nosotros mismos y re-establecerá nuestra paz mental al ofre­cernos el juicio de Dios con respecto a Su Hijo.

2. Padre, estamos esperando hoy con mentes receptivas a oír Tu juicio con respecto al Hijo que Tú amas. 2No lo conocemos, y así, no lo pode­mos juzgar. 3Por lo tanto, dejamos que Tu Amor decida qué es lo que no puede sino ser aquel a quien Tú creaste como Tu Hijo.

 

7 DE NOVIEMBRE

VII. El soñador del sueño

1. Sufrir es poner énfasis en todo lo que el mundo ha hecho para hacerte daño. 2En esto puede verse claramente la versión desca­bellada que el mundo tiene de la salvación. 3Al igual que en un sueño de castigo en el que el soñador no es consciente de lo que provocó el ataque contra él, éste se ve a sí mismo atacado injusta­mente, y por algo que no es él. 4Él es la víctima de ese "algo", una cosa externa a él, por la que no tiene por qué sentirse responsable en absoluto. 5Él debe ser inocente porque no sabe lo que hace, sino sólo lo que le hacen a él. 6Su ataque contra sí mismo, no obstante, aún es evidente, pues es él quien sufre. 7Y no puede escapar porque ve la causa de su sufrimiento fuera de sí mismo.

2. Ahora se te está mostrando que sí puedes escapar. 2Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido. 3¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple, pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? 4Sin las nubes, el pro­blema se vería en toda su elemental simplicidad. 5La elección, entonces, no sería difícil porque una vez que el problema se ve claramente, resulta obvio que es absurdo. 6Nadie tiene dificultad alguna en dejar que un problema sencillo sea resuelto si ve que le está haciendo daño y que se puede resolver fácilmente.

3. El "razonamiento" que da lugar al mundo, sobre el que des­cansa y mediante el cual se mantiene vigente, es simplemente éste: "Tú eres la causa de lo que yo hago. 2Tu sola presencia justifica mi ira, y existes y piensas aparte de mí. 3Yo debo ser el inocente, ya que eres tú el que ataca. 4Y lo que me hace sufrir son tus ataques". 5Todo el que examina este "razonamiento" exactamente como es se da cuenta de que es incongruente y de que no tiene sentido. 6Sin embargo, da la impresión de ser razonable, ya que cierta­mente parece como si el mundo te estuviese hiriendo. 7Y así, no parece necesario buscar la causa más allá de lo obvio.

4. Pero ciertamente hay necesidad de ello. 2La necesidad de libe­rar al mundo de la condenación en la que se halla inmerso es algo que todos los que habitan en él comparten. 3Sin embargo, no reco­nocen esta necesidad común. 4Pues cada uno piensa que si de­sempeña su papel, la condenación del mundo recaerá sobre él. 5Y esto es lo que percibe debe ser su papel en la liberación del mundo. 6La venganza tiene que tener un blanco. 7De lo contrario, el cuchillo del vengador se encontraría en sus propias manos, apuntando hacia sí mismo. 8Pues para poder ser la víctima de un ataque que él no eligió, tiene que ver el arma en las manos de otro. 9Y así, sufre por razón de las heridas que le infligió un cuchillo que él no estaba empuñando.

5. Ése es el propósito del mundo que él ve. 2Y desde este punto de vista, el mundo provee los medios por los que dicho propósito parece alcanzarse. 3Los medios dan testimonio del propósito, pero no son de por sí la causa. 4Ni la causa puede cambiar porque se la vea separada de sus efectos. 5La causa produce los efectos, los cuales dan luego testimonio de ella, no de sí mismos. 6Mira, pues, más allá de los efectos. 7No es en ellos donde radica la causa del sufrimiento y del pecado. 8No centres tu atención en el sufrimiento ni en el pecado, ya que no son sino reflejos de lo que los causa.

6. El papel que juegas en el proceso de salvar al mundo de la condenación es la manera en que te escapas tú. 2Recuerda que el testigo del mundo del mal sólo puede hablar en favor de aquello que vio la necesidad del mal en el mundo. 3Y ahí es donde con­templaste tu culpabilidad por primera vez. 4El primer ataque contra ti mismo tuvo lugar cuando te separaste de tu hermano. 5Y de esto es de lo que el mundo da testimonio. 6No busques otra causa, ni recurras a las poderosas legiones de sus testigos para deshacerla. 7Ellos apoyan la fidelidad que la separación te exige. 8Y a lo que oculta la verdad no es adonde debes dirigirte a fin de encontrar la verdad.

7. Los testigos del pecado ocupan un reducido espacio. 2Y es ahí donde encuentras la causa de la perspectiva que tienes acerca del mundo. 3Hubo un tiempo en que no eras consciente de cuál era la causa de todo lo que el mundo parecía hacerte sin tú haberlo pedido o provocado. 4De lo único que estabas seguro era de que entre las numerosas causas que percibías como responsables de tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas. 5Ni tampoco eran el dolor y el sufrimiento algo que tú mismo hubie­ses pedido en modo alguno. 6Así es como surgieron todas las ilusiones. 7El que las teje no se da cuenta de que es él mismo quien las urde ni cree que la realidad de éstas dependa de él. 8Cualquiera que sea su causa, es algo completamente ajeno a él, y su mente no tiene nada que ver con lo que él percibe. 9No puede dudar de la realidad de sus sueños porque no se da cuenta del papel que él mismo juega en su fabricación y en hacer que parez­can reales.

 

LECCIÓN 312

 

Veo todas las cosas como quiero que sean.

 

1. La percepción se deriva de los juicios. 2Habiendo juzgado, vemos, por lo tanto, lo que queremos contemplar. 3Pues el único propósito de la vista es ofrecernos lo que queremos ver. 4Es imposible pasar por alto lo que queremos ver o no ver lo que hemos decidido contemplar. 5¡Cuán inevitablemente, pues, se alza el mundo real ante la santa visión de aquel que acepta el propósito del Espíritu Santo como aquello que desea ver! 6No puede dejar de contemplar lo que Cristo quiere que vea, ni de amar con el Amor de Cristo lo que contempla.

2. Mi único propósito hoy es contemplar un mundo liberado, libre de todos los juicios que he emitido. 2Padre, esto es lo que Tu Voluntad dispone para mí hoy, por lo tanto, no puede sino ser mi objetivo también.

 

LECCIÓN 313

 

Que venga a mí ahora una nueva percepción.

 

1. Padre, hay una visión que ve todas las cosas sin mancha alguna de pecado, lo cual indica que el miedo ha desaparecido, y que en su lugar se ha invitado al amor. 2y éste vendrá dondequiera que se le invite. 3Esta visión es Tu regalo. 4Los ojos de Cristo contemplan un mundo perdo­nado. 5Ante Su vista todos los pecados del mundo quedan perdonados, pues Él no ve pecado alguno en nada de lo que contempla. 6Permite que Su verdadera percepción venga a mí ahora, para poder despertarme del sueño de pecado y ver mi impecabilidad en mi interior, la cual Tú has conservado completamente inmaculada en el altar a Tu santo Hijo, el Ser con Quien quiero identificarme.

2. Contemplémonos hoy los unos a los otros con los ojos de Cristo. 2¡Qué bellos somos! 3¡Cuán santos y amorosos! 4Hermano, ven y únete a mí hoy. 5Salvamos al mundo cuando nos unimos. 6Pues en nuestra visión el mundo se vuelve tan santo como la luz que mora en nosotros.

 

LECCIÓN 314

 

Busco un futuro diferente del pasado.

 

1. De una nueva percepción del mundo nace un futuro muy dife­rente del pasado. 2El futuro se ve ahora simplemente como una extensión del presente. 3Los errores del pasado no pueden ensombrecerlo, de tal modo que el miedo ha perdido sus ídolos e imágenes, y, al no tener forma, deja de tener efectos. 4La muerte no podrá reclamar ahora el futuro, pues ahora la vida se ha con­vertido en su objetivo, y se proveen gustosamente todos los medios necesarios para su logro. 5¿Quién podría lamentarse o sufrir cuando el presente ha sido liberado, y su seguridad y paz se extienden hasta un futuro tranquilo y lleno de júbilo?

2. Padre, cometimos errores en el pasado, pero ahora elegimos valernos del presente para ser libres. 2Ponemos el futuro en Tus Manos, y deja­mos atrás nuestros errores pasados, seguros de que Tú cumplirás las promesas que nos haces en el presente, y de que bajo su santa luz dirigi­rás el futuro.

 

10 DE NOVIEMBRE

8. Nadie puede despertar de un sueño que el mundo esté soñando por él. 2Pues en ese caso él se ha convertido en parte del sueño de otro. 3No puede elegir despertarse de un sueño que él no urdió. 4Es la víctima impotente de un sueño concebido y preciado por otra mente, la cual no se preocupa por él en absoluto, y es tan indiferente a su paz y a su felicidad como lo es el tiempo o la hora del día. 5No lo ama, sino que caprichosamente lo obliga a desem­peñar cualquier papel que satisfaga su sueño. 6Es tan poca su valía que él no es más que una sombra danzante, que sube y baja al compás de un guión disparatado concebido dentro del fútil sueño del mundo.

9. Ésta es la única imagen que puedes ver, la única opción que tienes ante ti, la otra posible causa, si es que tú no eres el soñador de tus propios sueños. 2Y esto es lo que eliges cuando niegas que la causa del sufrimiento esté en tu mente. 3Alégrate de que lo esté, pues de esta manera tú eres el único que puede determinar tu destino en el tiempo. 4Las únicas alternativas que tienes ante ti son o bien una muerte durmiente y sueños de maldad por una parte, o bien un feliz despertar y la alegría de la vida por otra.

10. ¿Qué otras alternativas tienes ante ti, sino la vida o la muerte, despertar o dormir, la guerra o la paz, tus sueños o tu realidad? 2Existe el riesgo de pensar que la muerte te puede brindar paz porque el mundo equipara el cuerpo con el Ser que Dios creó. 3No obstante, una cosa jamás puede ser su propio opuesto. 4Y la muerte es lo opuesto a la paz porque es lo opuesto a la vida. 5Y la vida es paz. 6Despierta y olvida todos los pensamientos de muerte, y te darás cuenta de que ya gozas de la paz de Dios. 7Sin embargo, si es cierto que realmente puedes elegir, tienes entonces que ver las causas de las cosas entre las que eliges exactamente como son y dónde se encuentran.

11. ¿Qué elección puede hacerse entre dos estados, cuando sólo se reconoce claramente uno de ellos? 2¿Quién es libre de elegir entre dos efectos, si cree que sólo puede escoger uno de ellos? 3Una elección honesta nunca podría percibirse como una en la que la elección es entre un insignificante tú y un mundo enorme, cuyos sueños acerca de tu verdad son diferentes. 4La brecha que separa a la realidad de los sueños no se encuentra entre lo que el mundo sueña y lo que tú sueñas en secreto. 5Pues en ambos casos se trata del mismo sueño. 6El sueño del mundo no es sino una parte de tu propio sueño de la que te desprendiste y luego viste como si fuese el principio y el final del tuyo. 7No obstante, lo que dio comienzo al sueño del mundo fue tu propio sueño secreto, lo cual no percibes, si bien es lo que causó la parte que ves, de cuya realidad no dudas. 8¿Cómo podrías dudar de ello si aún estás dormido, soñando en secreto que su causa es real?

12. Sueñas que tu hermano está separado de ti, que es un viejo enemigo, un asesino que te acecha en la noche y planea tu muerte, deseando además que sea lenta y atroz. 2Mas bajo este sueño yace otro, en el que tú te vuelves el asesino, el enemigo secreto, el sepultador y destructor de tu hermano así como del mundo. 3He aquí la causa del sufrimiento, la brecha entre tus míseros sueños y tu realidad. 4La pequeña grieta que ni siquiera ves, la cuna de las ilusiones y del miedo, el momento de terror y de un odio ances­tral, el instante del desastre, están todos aquí. 5He aquí la causa de la irrealidad. 6Mas es aquí donde se des-hará.

13. Tú eres el soñador del mundo de los sueños. 2Éste no tiene ninguna otra causa, ni la tendrá jamás. 3Todo lo que aterrorizó al Hijo de Dios y le hizo pensar que había perdido su inocencia, repudiado a su Padre y entrado en guerra consigo mismo no es más que un sueño fútil. 4Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permi­tiese que su mente se calmara para poder acoger -no temer- la Voz que con amor lo llama a despertar; un sueño más dulce, en el que su sufrimiento cesa y en el que su hermano es su amigo. 5Dios dispuso que su despertar fuese dulce y jubiloso, y le pro­porcionó los medios para que pudiese despertar sin miedo.

14. Acepta el sueño que Él te dio en lugar del tuyo. 2No es difícil cambiar un sueño una vez que se ha identificado al soñador. 3Des­cansa en el Espíritu Santo, y permite que Sus dulces sueños reem­placen a los que soñaste aterrorizado, temiéndole a la muerte. 4El Espíritu Santo te brinda sueños de perdón, en los que la elección no es entre quién es el asesino y quién la víctima. 5Los sueños que Él te ofrece no son de asesinatos ni de muerte. 6El sueño de culpa­bilidad está desapareciendo de tu vista, aunque tus ojos están cerrados. 7Una sonrisa ha venido a iluminar tu rostro durmiente. 8Duermes apaciblemente ahora, pues éstos son sueños felices.

15. Sueña dulcemente con tu hermano inocente, quien se une a ti en santa inocencia. 2Y el Mismo Señor de los Cielos despertará a Su Hijo bienamado de este sueño. 3Sueña con la bondad de tu hermano en vez de concentrarte en sus errores. 4Elige soñar con todas las atenciones que ha tenido contigo, en vez de contar todo el dolor que te ha ocasionado. 5Perdónale sus ilusiones y dale gracias por toda la ayuda que te ha prestado. 6Y no desprecies los muchos regalos que te ha hecho sólo porque en tus sueños él no sea perfecto. 7Él representa a su Padre, a Quien ves ofreciéndote tanto vida como muerte.

16. Hermano, lo único que Él da es vida. 2Sin embargo, los regalos que crees que tu hermano te ofrece representan los regalos que sueñas que tu Padre te hace a ti. 3Ve todos los regalos que tu hermano te hace a la luz de la caridad y bondad que se te ofrece. 4Y no dejes que ningún dolor perturbe tu sueño de profunda gratitud por los regalos que te hace.

 

LECCIÓN 315

 

Todos los regalos que mis hermanos hacen me pertenecen.

 

1. En cada momento de cada día se me conceden miles de teso­ros. 2Soy bendecido durante todo el día con regalos cuyo valor excede con mucho el de cualquier cosa que yo pudiera concebir. 3Un hermano le sonríe a otro, y mi corazón se regocija. 4Alguien expresa su gratitud o su compasión, y mi mente recibe ese regalo y lo acepta como propio. 5Y todo el que encuentra el camino a Dios se convierte en mi salvador, me señala el camino y me ase­gura que lo que él ha aprendido sin duda me pertenece a mí también.

2. Gracias, Padre, por los muchos regalos que me llegan hoy y todos los días, procedentes de cada Hijo de Dios. 2Los regalos que mis hermanos me pueden hacer son ilimitados. 3Ahora les mostraré mi agradecimiento, de manera que mi gratitud hacia ellos pueda conducirme a mi Creador y a Su recuerdo.

 

11 DE NOVIEMBRE

VIII. El "héroe" del sueño

1. El cuerpo es el personaje central en el sueño del mundo. 2Sin él no hay sueño, ni él existe sin el sueño en el que actúa como si fuese una persona digna de ser vista y creída. 3Ocupa el lugar central de cada sueño en el que se narra la historia de cómo fue concebido por otros cuerpos, cómo vino al mundo externo al cuerpo, cómo vive por un corto tiempo hasta que muere, para luego convertirse en polvo junto con otros cuerpos que, al igual que él, también mueren. 4En el breve lapso de vida que se le ha concedido busca otros cuerpos para que sean sus amigos o sus enemigos. 5Su seguridad es su mayor preocupación; 6su comodi­dad, la ley por la que se rige. 7Trata de buscar placer y de evitar todo lo que le pueda ocasionar dolor. 8Pero por encima de todo, trata de enseñarse a sí mismo que sus dolores y placeres son dos cosas diferentes, y que es posible distinguir entre ellos.

2. El sueño del mundo adopta innumerables formas porque el cuerpo intenta probar de muchas maneras que es autónomo y real. 2Se engalana a sí mismo con objetos que ha comprado con discos de metal o con tiras de papel moneda que el mundo consi­dera reales y de gran valor. 3Trabaja para adquirirlos, haciendo cosas que no tienen sentido, y luego los despilfarra intercambián­dolos por cosas que ni necesita ni quiere. 4Contrata a otros cuer­pos para que lo protejan y para que coleccionen más cosas sin sentido que él pueda llamar suyas. 5Busca otros cuerpos especia­les que puedan compartir su sueño. 6A veces sueña que es un conquistador de cuerpos más débiles que él. 7Pero en algunas fases del sueño, él es el esclavo de otros cuerpos que quieren hacerle sufrir y torturarlo.

3. Las aventuras del cuerpo, desde que nace hasta que muere, son el tema de todo sueño que el mundo jamás haya tenido. 2 El "héroe" de este sueño jamás cambiará, ni su propósito tampoco. 3Y aunque el sueño en sí adopta muchas formas y parece presen­tar una gran variedad de lugares y situaciones en los que su "héroe" cree encontrarse, el sueño no tiene más que un propó­sito, el cual se enseña de muchas maneras. 4Ésta es la lección que trata de enseñar una y otra vez: que el cuerpo es causa y no efecto. 5Y que tú que eres su efecto, no puedes ser su causa.

4. De esta manera, tú no eres el soñador, sino el sueño. 2Y, por lo tanto, deambulas fútilmente entrando y saliendo de lugares y situaciones que él maquina. 3Que esto es todo lo que el cuerpo hace, es cierto, pues no es más que una figura en un sueño. 4 Mas ¿quién reaccionaría ante las figuras de un sueño a no ser que las considerase reales? 5En el instante en que las reconoce como lo que verdaderamente son, éstas dejan de tener efectos sobre él porque entiende que fue él quien les dio los efectos que tienen, al causarlas y hacer que pareciesen reales.

5. ¿Cuán dispuesto estás a escaparte de los efectos de todos los sueños que el mundo jamás haya tenido? 2¿Es tu deseo no permi­tir que ningún sueño parezca ser la causa de lo que haces? 3Exa­minemos, pues, el comienzo del sueño, ya que la parte que ves no es sino la segunda parte, cuya causa se encuentra en la primera. 4Nadie que esté dormido y soñando en el mundo recuerda el ataque que se infligió a sí mismo. 5Nadie cree que realmente hubo un tiempo en el que no sabía nada de cuerpos y en el que no habría podido concebir que este mundo fuese real. 6De otro modo, se habría dado cuenta de inmediato de que estas ideas son una mera ilusión, tan ridículas que no sirven para nada, excepto para reírse de ellas. 7¡Cuán serias parecen ser ahora! 8Y nadie puede recordar aquel entonces cuando habrían sido motivo de risa e incredulidad. 9Pero lo podemos recordar, sólo con que con­templemos directamente su causa. 10Y al hacerlo, veremos que son motivo de risa, no de temor.

6. Devolvámosle al soñador el sueño del que se desprendió, el cual él percibe como algo que le es ajeno y que se le está haciendo a él. 2Una diminuta y alocada idea, de la que el Hijo de Dios olvidó reírse, se adentró en la eternidad, donde todo es uno. 3A causa de su olvido ese pensamiento se convirtió en una idea seria, capaz de lograr algo, así como de tener efectos reales. 4Jun­tos podemos hacer desaparecer ambas cosas riéndonos de ellas, y darnos cuenta de que el tiempo no puede afectar a la eternidad. 5Es motivo de risa pensar que el tiempo pudiese llegar a circuns­cribir a la eternidad, cuando lo que ésta significa es que el tiempo no existe.

7. Una intemporalidad en la que se otorga realidad al tiempo; una parte de Dios que puede atacarse a sí misma; un hermano separado al que se considera un enemigo y una mente dentro de un cuerpo son todos diferentes aspectos de un círculo vicioso, cuyo final empieza en su comienzo y concluye en su causa. 2El mundo que ves te muestra exactamente lo que creíste haber hecho. 3Excepto que ahora crees que lo que hiciste se te está haciendo a ti. 4La culpabilidad que sentiste por lo que habías pen­sado la proyectaste fuera de ti mismo sobre un mundo culpable que es el que entonces sueña tus sueños y piensa tus pensamien­tos por ti. 5Es su venganza la que recae sobre ti, no la tuya propia. 6Te mantiene estrechamente confinado a un cuerpo, al que cas­tiga por todos los actos pecaminosos que éste comete en su sueño. 7Y no puedes hacer que el cuerpo deje de cometer sus actos depravados porque tú no eres su hacedor y, por lo tanto, no puedes controlar sus acciones, su propósito o su destino.

8. El mundo no hace sino demostrar una verdad ancestral: creerás que otros te hacen a ti exactamente lo que tú crees haberles hecho a ellos. 2Y una vez que te hayas engañado a ti mismo culpándolos, no verás la causa de sus actos porque desearás que la culpabilidad recaiga sobre ellos. 3¡Cuán infantil es la insolente maniobra de querer defender tu inocencia descargando tu culpabilidad fuera de ti mismo, aunque sin deshacerte de ella! 4No es fácil percibir tal ironía cuando lo que tus ojos ven a tu alrededor son sus graves consecuencias, mas no su frívola causa. 5Sin causa, sus efectos parecen ciertamente ser tristes y graves. 6Sin embargo, no son más que consecuencias. 7Su causa, en cambio, es lo que no es conse­cuencia de nada, al no ser más que una farsa.

9. El Espíritu Santo, sonriendo dulcemente, percibe la causa y no presta atención a los efectos. 2¿De qué otra manera podría corre­gir tu error, cuando has pasado por alto la causa enteramente? 3Él te exhorta a que lleves todo efecto temible ante Él para que juntos miréis su descabellada causa y os riáis juntos por un rato. 4Tú juzgas los efectos, pero Él ha juzgado su causa. 5Y mediante Su juicio se eliminan los efectos. 6Tal vez vengas con los ojos arrasa­dos en lágrimas, 7mas óyele decir: "Hermano mío, santo Hijo de Dios, contempla tu sueño fútil en el que sólo algo así podría ocu­rrir". 8Y saldrás del instante santo riendo, con tu risa y la de tu hermano unida a la de Él.

10. El secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo. 2No importa cuál sea la forma del ataque, eso sigue siendo verdad. 3No importa quién desem­peñe el papel de enemigo y quién el de agresor, eso sigue siendo verdad. 4No importa cuál parezca ser la causa de cualquier dolor o sufrimiento que sientas, eso sigue siendo verdad. 5Pues no reac­cionarías en absoluto ante las figuras de un sueño si supieses que eres tú el que lo está soñando. 6No importa cuán odiosas y cuán depravadas sean, no podrían tener efectos sobre ti a no ser que no te dieses cuenta de que se trata tan sólo de tu propio sueño.

11. Basta con que aprendas esta lección para que te libres de todo sufrimiento, no importa la forma en que éste se manifieste. 2El Espíritu Santo repetirá esta lección inclusiva de liberación hasta que la aprendas, independientemente de la forma de sufrimiento que te esté ocasionando dolor. 3Esta simple verdad será Su res­puesta, sea cual sea el dolor que lleves ante Él. 4Pues esta res­puesta elimina la causa de cualquier forma de pesar o dolor. 5La forma no afecta Su respuesta en absoluto, pues Él quiere mos­trarte la única causa de todo sufrimiento, no importa cuál sea su forma. 6Y comprenderás que los milagros reflejan esta simple afirmación: "Yo mismo fabriqué esto, y es esto lo que quiero des­hacer".

12. Lleva, pues, toda forma de sufrimiento ante Aquel que sabe que cada una de ellas es como las demás. 2Él no ve diferencias donde no las hay, y te enseñará cuál es la causa de todas ellas. 3Ninguna tiene una causa diferente de las demás, y todas se des­hacen fácilmente con una sola lección que realmente se haya aprendido. 4La salvación es un secreto que sólo tú has ocultado de ti mismo. 5Así lo proclama el universo. 6Pero haces caso omiso de sus testigos 7porque de lo que ellos dan testimonio es algo que prefieres no saber. 8Parecen mantenerla oculta de ti. 9Sin embargo, no necesitas sino darte cuenta de que fuiste tú quien eligió no escuchar ni ver.

13. ¡Qué diferente te parecerá el mundo cuando reconozcas esto! 2Cuando le perdones al mundo tu culpabilidad, te liberarás de ella. 3Su inocencia no exige que tú seas culpable, ni tu inocencia se basa en sus pecados. 4Esto es obvio, y es un secreto que no le has ocultado a nadie salvo a ti mismo. 5Y es esto lo que te ha mantenido separado del mundo y lo que ha mantenido a tu her­mano separado de ti. 6Ahora sólo necesitas reconocer que los dos sois o inocentes o culpables. 7Lo que es imposible es que seáis diferentes el uno del otro; o que seáis ambas cosas. 8Este es el único secreto que aún te queda por aprender. 9Mas no será un secreto que has sanado.

LECCIÓN 316

 

Todos los regalos que les hago a mis hermanos me pertenecen.

 

1. Del mismo modo en que cada uno de los regalos que mis her­manos hacen me pertenece, así también cada regalo que yo hago me pertenece a mí. 2Cada uno de ellos permite que un error pasado desaparezca sin dejar sombra alguna en la santa mente que mi Padre ama. 3Su gracia se me concede con cada regalo que cualquier hermano haya recibido desde los orígenes del tiempo, y más allá del tiempo también. 4Mis arcas están llenas, y los ánge­les vigilan sus puertas abiertas para que ni un solo regalo se pierda, y sólo se puedan añadir más. 5Déjame llegar allí donde se encuentran mis tesoros, y entrar a donde en verdad soy bienve­nido y donde estoy en mi casa, rodeado de los regalos que Dios me ha dado.

2. Padre, hoy quiero aceptar Tus regalos. 2No los reconozco. 3Mas confío en que Tú que me los diste, me proporcionarás los medios para poder contemplarlos, ver su valor y estimarlos como lo único que deseo.

 

12 DE NOVIEMBRE

Capítulo 28

EL DES-HACIMIENTO DEL MIEDO

 

I. El recuerdo del presente

1. El milagro no hace nada. 2Lo único que hace es deshacer. 3Y de este modo, cancela la interferencia a lo que se ha hecho. 4No añade nada, sino que simplemente elimina. 5Y lo que elimina hace mucho que desapareció, pero puesto que se conserva en la memo­ria, sus efectos parecen estar teniendo lugar ahora. 6Hace mucho que este mundo desapareció. 7Los pensamientos que lo origina­ron ya no se encuentran en la mente que los concibió y los amó por un breve lapso de tiempo. 8El milagro no hace sino mostrar que el pasado ya pasó, y que lo que realmente ya pasó no puede tener efectos. 9Recordar la causa de algo tan sólo puede dar lugar a ilusiones de su presencia, pero no puede producir efectos.

2. Todos los efectos de la culpabilidad han desaparecido, 2pues ésta ya no existe. 3Con su partida desaparecieron sus consecuen­cias, pues se quedaron sin causa. 4¿Por qué querrías conservarla en tu memoria, a no ser que deseases sus efectos? 5Recordar es un proceso tan selectivo como percibir, al ser su tiempo pasado. 6Es percibir el pasado como si estuviese ocurriendo ahora y aún se pudiese ver. 7La memoria, al igual que la percepción, es una facultad que tú inventaste para que ocupase el lugar de lo que Dios te dio en tu creación. 8Y al igual que todas las cosas que inventaste, se puede emplear para otros fines y como un medio para obtener algo distinto. 9Se puede utilizar para sanar y no para herir, si ése es tu deseo.

3. Nada que se utilice con el propósito de sanar conlleva esfuerzo alguno. 2Es el reconocimiento de que no tienes necesidades que requieran que hagas algo al respecto. 3No es una memoria selec­tiva ni se utiliza para obstruir la verdad. 4Todas las cosas de las que el Espíritu Santo puede valerse para sanar le han sido entre­gadas, sin el contenido ni los propósitos para las que fueron con­cebidas. 5Son sencillamente facultades que aún no tienen una aplicación concreta 6y que sólo esperan a que se haga uso de ellas. 7No han sido consagradas a nada en particular ni tienen ningún objetivo.

4. Él Espíritu Santo puede ciertamente hacer uso de la memoria, pues Dios Mismo se encuentra en ella. 2Mas no es ésta una memoria de sucesos pasados, sino únicamente de un estado pre­sente. 3Has estado acostumbrado por tanto tiempo a creer que la memoria contiene sólo el pasado, que te resulta difícil darte cuenta de que es una facultad que puede recordar el ahora. 4Las limitaciones que el mundo le impone a ese recordar son tan vas­tas como las que permites que el mundo te imponga a ti. 5No existe vínculo alguno entre la memoria y el pasado. 6Si quieres que haya un vínculo, lo habrá. 7Mas es sólo tu deseo lo que esta­blece dicho vínculo, y sólo tú quien lo limita a una parte del tiempo donde la culpabilidad aún parece persistir.

5. El uso que el Espíritu Santo hace de la memoria no tiene nada que ver con el tiempo. 2El Espíritu Santo no la utiliza como un medio, para conservar el pasado, sino como una manera de renunciar a él. 3La memoria retiene los mensajes que recibe, y hace lo que se le encomienda hacer. 4No escribe el mensaje ni establece su propósito. 5Al igual que el cuerpo, no tiene un pro­pósito intrínseco. 6Y si parece servir para abrigar un viejo odio y presentarte escenas de injusticias y de resentimientos que has estado guardando, ése es el mensaje que le pediste, y eso es lo que es. 7La historia de todo el pasado del cuerpo se encuentra oculta allí, confinada en sus bóvedas. 8Todas las extrañas asocia­ciones que se han hecho para mantener vivo el pasado y el pre­sente muerto, están depositadas ahí, esperando tu orden de que se te traigan y vuelvan a revivirse. 9Y de este modo, sus efectos parecen haber aumentado con el tiempo, el cual se llevó consigo su causa.

6. El tiempo, no obstante, no es más que otra fase de lo que no hace nada. 2Colabora estrechamente con todos los demás atribu­tos con los que intentas mantener oculta la verdad acerca de ti mismo. 3El tiempo ni quita ni restituye. 4Sin embargo, lo utilizas de una manera extraña, como si el pasado hubiese causado el presente, y éste no fuese más que una consecuencia en la que no se puede hacer cambio alguno, toda vez que su causa ha desapa­recido. 5Un cambio, no obstante, tiene que tener una causa dura­dera, pues, de otro modo, no perduraría. 6Es imposible poder cambiar nada en el presente si su causa se encuentra en el pasado. 7Tal como usas la memoria, sólo el pasado está en ella, y así, no es más que un modo de hacer que el pasado predomine sobre el ahora.

7. Olvídate de todo lo que te has enseñado a ti mismo, pues no fuiste un buen maestro. 2¿Y quién querría conservar en su mente una lección absurda, cuando puede aprender y retener una mejor? 3Cuando memorias de viejos rencores vengan a rondarte, recuerda que su causa ya desapareció. 4Por lo tanto, no puedes entender cuál es su propósito. 5No permitas que la causa que quieres atribuirles ahora sea la misma que hizo que fuesen lo que fueron o parecieron ser. 6Alégrate de que su causa haya desapare­cido, pues de ello es de lo que se te perdona. 7Y contempla, en cambio, los nuevos efectos de una causa que se acepta ahora y cuyas consecuencias se encuentran aquí. 8Su hermosura te sor­prenderá. 9Las nuevas ideas de antaño que traen consigo, serán las felices consecuencias de una Causa tan ancestral que excede con mucho el lapso de memoria que tu percepción ve.

 

LECCIÓN 317

 

Sigo el camino que se me ha señalado.

 

1. Tengo una misión especial que cumplir, un papel que sólo yo puedo desempeñar. 2La salvación espera hasta que yo elija asu­mir ese papel como mi único objetivo. 3Hasta que no tome esa decisión, seré un esclavo del tiempo y del destino humano. 4Pero cuando por mi propia voluntad y de buen grado vaya por el camino que el plan de mi Padre me ha señalado, reconoceré entonces que la salvación ya ha llegado, que se les ha concedido a todos mis hermanos y a mí junto con ellos.

2. Padre, Tu camino es el que elijo seguir hoy. 2Allí donde me conduce, es adonde elijo ir, y lo que quiere que haga, es lo que elijo hacer. 3Tu camino es seguro y el final está garantizado. 4Allí me aguarda Tu recuerdo. 5Y todos mis pesares desaparecerán en Tu abrazo, tal como le prometiste a Tu Hijo, quien pensó erróneamente que se había alejado de la segura protección de Tus amorosos Brazos.

 

13 DE NOVIEMBRE

8. Ésta es la Causa que el Espíritu Santo ha recordado por ti, cuando tú la habrías olvidado. 2No es una causa pasada porque Él jamás permitió que no se recordase. 3Nunca ha cambiado porque en ningún momento dejó Él de mantenerla a salvo en tu mente. 4Sus consecuencias te parecerán ciertamente nuevas porque pen­saste que no recordabas su Causa. 5Mas nunca estuvo ausente de tu mente, pues no era la Voluntad de tu Padre que Su Hijo no lo recordase.

9. Lo que tú recuerdas nunca sucedió, 2pues procedió de una ausencia de causa, que tú pensaste que era una causa. 3Cuando te des cuenta de que has estado recordando consecuencias que care­cen de causa y de que, por lo tanto, jamás pudieron haber tenido efectos, no podrás por menos que reírte. 4El milagro te recuerda una Causa que está eternamente presente y que es inmune al tiempo y a cualquier interferencia. 5Dicha Causa nunca ha dejado de ser lo que es. 6Y tú eres Su efecto, tan inmutable y perfecto como Ella Misma. 7Su recuerdo no se encuentra en el pasado, ni aguarda al futuro. 8Tampoco se revela en los milagros. 9Éstos no hacen sino recordarte que esa Causa no ha desaparecido. 10Cuando le perdones tus propios pecados, dejarás de negarla.

10. Tú que has querido condenar a tu propio Creador no puedes comprender que no fue Él Quien condenó a Su Hijo. 2Quieres negarle Sus Efectos, sin embargo, Éstos jamás han sido negados. 3Es imposible que Su Hijo pudiese jamás haber sido condenado por lo que carece de causa y es contrario a Su Voluntad. 4De lo único que tu memoria quiere dar testimonio es del temor a Dios. 5Él no ha hecho eso que temes. 6Ni tú tampoco. 7Por lo tanto, jamás perdiste tu inocencia. 8No tienes necesidad de curación para estar sano. 9Desde la quietud de tu interior, ve en el milagro una lección en cómo permitir que la Causa tenga Sus Propios efectos y en no hacer nada que pueda interferir.

11. El milagro llega silenciosamente a la mente que se detiene por un instante y se sumerge en la quietud. 2Se extiende dulcemente desde ese momento de quietud, y desde la mente a la que en dicha quietud sanó, hasta otras mentes para que compartan su quietud. 3Y éstas se unirán en su cometido de no hacer nada que impida el retorno de la radiante extensión del milagro a la Mente que dio origen a todas las mentes. 4Puesto que el milagro nació como resultado de un acto de compartir, no puede haber ninguna pausa en el tiempo que pueda hacer que el milagro se demore en llegar cuanto antes a las mentes perturbadas, para brindarles un momento de quietud en el que el recuerdo de Dios pueda retor­nar a ellas. 5Lo que creían recordar se acalla ahora, y lo que ha venido a ocupar su lugar no se olvidará completamente después.

12. Aquel a Quien dedicas parte de tu tiempo te da las gracias por cada instante de silencio que le ofreces. 2Pues en cada uno de esos instantes se le permite al recuerdo de Dios ofrecer todos sus teso­ros al Hijo de Dios, que es para quien se han conservado. 3¡Cuán gustosamente se los ofrece el Espíritu Santo a aquel para quien le fueron dados! 4Y Su Creador comparte Su agradecimiento por­que a Él no se le puede privar de Sus Efectos. 5El instante de silencio que Su Hijo acepta le da la bienvenida a la eternidad así como a Él, permitiéndoles a Ambos entrar donde es Su deseo morar. 6Pues en ese instante el Hijo de Dios no hace nada que le pueda producir temor.

13. ¡Cuán rápidamente aflora el recuerdo de Dios en la mente que no tiene ningún temor que la mantenga alejada de dicho recuerdo! 2Lo que dicha mente había estado recordando desaparece. 3Ya no hay pasado que con su imagen tenebrosa impida el feliz despertar de la mente a la paz presente. 4Las trompetas de la eternidad resuenan por toda la quietud, mas no la perturban. 5Y lo que ahora se recuerda es la Causa, no el miedo, el cual se inventó con vistas a anular aquella y a mantenerla en el olvido. 6La quietud habla con suaves murmullos de amor que el Hijo de Dios recuerda de antaño, antes de que su propio recuerdo se interpu­siese entre el presente y el pasado, para hacerlos inaudibles.

14. Ahora el Hijo de Dios se ha vuelto por fin consciente de una Causa presente y de Sus benévolos efectos. 2Ahora comprende que lo que él ha hecho carece de causa y que no tiene efectos de ninguna clase. 3Él no ha hecho nada. 4Y al reconocer esto, se da cuenta de que nunca ha tenido necesidad de hacer nada, y de que nunca la tuvo. 5Su Causa es Sus Efectos. 6Jamás hubo otra causa aparte de Ella que pudiese generar un pasado o un futuro dife­rentes. 7Sus Efectos son por siempre inmutables y se encuentran enteramente más allá del miedo y del mundo del pecado.

15. ¿Qué se ha perdido por dejar de ver lo que carece de causa? 2¿Y dónde está el sacrificio, una vez que el recuerdo de Dios ha venido a ocupar el lugar que antes ocupaba la pérdida? 3¿Qué mejor modo hay de cerrar la diminuta brecha entre las ilusiones y la realidad, que dejar que el recuerdo de Dios fluya a través suyo, y la convierta en un puente en el que sólo un instante es suficiente para transponerla? 4Pues Dios la ha cerrado Consigo Mismo. 5Su recuerdo no ha desaparecido, ni ha dejado al Hijo encallado para siempre en una costa desde donde puede divisar otra a la que nunca podrá llegar. 6Su Padre ha dispuesto que él sea elevado y llevado dulcemente hasta ella. 7Él ha construido el puente, y es Él Quien transportará a Su Hijo a través de él. 8No temas que Él vaya a dejar de hacer lo que es Su Voluntad, 9ni que vayas a ser excluido de lo que Ésta dispone para ti.

 

LECCIÓN 318

 

Yo soy el medio para la salvación, así como su fin.

 

1. En mí -el santo Hijo de Dios-se reconcilian todos los aspectos del plan celestial para la salvación del mundo. 2¿Qué podría estar en conflicto, cuando todos los aspectos comparten un mismo pro­pósito y una misma meta? 3¿Cómo podría haber un solo aspecto que estuviese separado o que tuviese mayor o menor importancia que los demás? 4Yo soy el medio por el que el Hijo de Dios se salva, porque el propósito de la salvación es encontrar la impeca­bilidad que Dios ubicó en mí. 5Fui creado como aquello tras lo cual ando en pos. 6Soy el objetivo que el mundo anda buscando. 7Soy el Hijo de Dios, Su único y eterno amor. 8Yo soy el medio para la salvación, así como su fin.

2. Permíteme hoy, Padre mío, asumir el papel que Tú me ofreces al pedirme que acepte la Expiación para mí mismo. 2Pues lo que de este modo se reconcilia en mí se reconcilia igualmente en Ti.

 

14 DE NOVIEMBRE

II. La inversión de efecto y causa

1. Sin causa no puede haber efectos, mas sin efectos no puede haber causa. 2Lo que hace que una causa sea causa son sus efectos; el Padre es Padre por razón de Su Hijo. 3Los efectos no crean su causa, pero sí establecen su condición de causa. 4De este modo, el Hijo otorga Paternidad a su Creador y recibe el regalo que le ha dado. 5Y puesto que es el Hijo de Dios, tiene que ser a su vez un padre, que crea tal como su Padre lo creó a él. 6El círculo de creación no tiene fin. 7Su punto de partida y su punto final son el mismo, 8pero dentro de sí encierra a todo el universo de la crea­ción, sin principio ni fin.

2. La paternidad es creación. 2El amor tiene que extenderse. 3La pureza no está limitada en modo alguno. 4La naturaleza del ino­cente es ser eternamente libre, sin barreras ni limitaciones. 5La pureza, por lo tanto, no es algo propio del cuerpo. 6Ni tampoco puede hallarse allí donde hay limitaciones. 7El cuerpo puede curar gracias a los efectos de la pureza, los cuales son tan ¡limitados como ella misma. 8No obstante, toda curación tiene lugar cuando se reconoce que la mente no está dentro del cuerpo, que su inocencia es algo completamente aparte de él y que está allí donde reside la curación. 9¿Dónde se encuentra, entonces, la cura­ción? 10Únicamente allí donde a su causa se le confieren sus efec­tos. 11Pues la enfermedad es un intento descabellado de adjudicar efectos a lo que carece de causa y de hacer de ello una causa.

3. La enfermedad es siempre un intento por parte del Hijo de Dios de ser él su propia causa y de no permitirse a sí mismo ser el Hijo de su Padre. 2Como consecuencia de este deseo irrealizable, él no cree ser el efecto del Amor, sino que él mismo debe ser su propia causa debido a lo que es. 3La causa de la curación es la única Causa de todo 4y sólo tiene un efecto. 5En este reconoci­miento no se le adjudica ningún efecto a lo que carece de causa y no se percibe ninguno. 6Una mente contenida en un cuerpo y un mundo poblado de otros cuerpos, cada uno de ellos con una mente separada, es lo que constituye tus "creaciones", y tú eres la "otra" mente que crea efectos diferentes de sí misma. 7Y al ser su "padre", tienes que ser como ellos.

4. En realidad no ha ocurrido nada, excepto que te quedaste dor­mido y tuviste un sueño en el que eras un extraño para ti mismo y tan sólo una parte del sueño de otro. 2El milagro no te des­pierta, sino que simplemente te muestra quién es el soñador. 3Te enseña que mientras estés dormido puedes elegir entre diferen­tes sueños, dependiendo del propósito que le hayas adscrito a tu soñar. 4¿Deseas sueños de curación o sueños de muerte? 5Un sueño es como una memoria, en el sentido de que te presenta las imágenes que quieres que se te muestren.

5. Todos tus retazos de memorias y sueños se conservan en un almacén vacío, cuyas puertas están abiertas de par en par. 2Pero si tú eres el soñador, puedes percibir cuando menos esto: que tú eres el causante del sueño, y, por lo tanto, que puedes aceptar otro sueño. 3Pero para que este cambio en el contenido del sueño tenga lugar, es esencial que te des cuenta de que fuiste tú quien soñó el sueño que no te gusta. 4Pues no es otra cosa que un efecto que tú causaste, y del que ya no quieres ser la causa. 5Cuando los sueños son de asesinato y ataque, tú eres la víctima en un cuerpo moribundo que ha sido herido. 6Pero cuando los sueños son de perdón, a nadie se le pide ser la víctima o el que padece. 7Éstos son los felices sueños que el milagro te ofrece a cambio de los tuyos. 8No te pide que concibas otro sueño, sino sólo que te descuenta de que inventaste el que quieres intercambiar por los de perdón.

6. Este mundo carece de causa, al igual que todos los sueños que nadie jamás haya tenido en él. 2Ningún plan es posible en él, ni hay nada que sea comprensible. 3¿Qué otra cosa se puede esperar de lo que no tiene causa? 4Sin embargo, si no tiene causa, tam­poco tiene propósito. 5Puedes ser el causante de un sueño, pero jamás podrás hacer que sus efectos sean reales. 6Pues ello cambia­ría su causa, y eso es precisamente lo que no puedes hacer. 7El soñador de un sueño no está despierto ni sabe que duerme. 8En sus sueños tiene fantasías de estar enfermo o sano, deprimido o feliz, pero sin una causa estable con efectos garantizados.

7. El milagro establece que estás teniendo un sueño y que su con­tenido no es real. 2Éste es un paso crucial a la hora de lidiar con ilusiones. 3Nadie tiene miedo de ellas cuando se da cuenta de que fue él mismo quien las inventó. 4Lo que mantenía vivo al miedo era que él no veía que él mismo era el autor del sueño y no una de sus figuras. 5Él se causa a sí mismo lo que sueña que le causó a su hermano. 6Y esto es todo lo que el sueño ha hecho y lo que le ha ofrecido para mostrarle que sus deseos se han cumplido. 7Y así, él teme su propio ataque, pero lo ve venir de la mano de otro. 8Como víctima que es, sufre por razón de los efectos del ataque, pero no por razón de su causa. 9No es el autor de su propio ata­que, y es inocente de lo que ha causado. 10El milagro no hace sino mostrarle que él no ha hecho nada. 11De lo que tiene miedo es de una causa que carece de los efectos que habrían hecho de ella una causa. 12Por lo tanto, nunca lo fue.

8. La separación comenzó con el sueño de que el Padre estaba privado de Sus Efectos y de que era incapaz de conservarlos, pues había dejado de ser su Creador. 2En el sueño, el soñador se hizo a sí mismo. 3Pero lo que hizo se volvió contra él, asumiendo el papel de creador suyo, tal como él mismo había hecho. 4Y así como él odió a su Creador, del mismo modo las figuras del sueño lo odian a él. 5Su cuerpo es esclavo de ellas, que abusan de él porque los motivos que él le adjudicó al cuerpo ellas los han adoptado como propios. 6Y odian al cuerpo por la venganza que éste quiere hacer que recaiga sobre ellas. 7Mas la venganza de ellas contra el cuerpo es lo que parece probar que el soñador no es el autor del sueño. 8Primero se separan efecto y causa, y luego se invierten, de forma que el efecto se convierte en causa y la causa en efecto.

9. Ése es el último paso de la separación, con el que da comienzo la salvación, la cual se encamina en dirección contraria. 2Este último paso es un efecto de lo que ha sucedido antes, que ahora parece ser la causa. 3El milagro es el primer paso en el proceso de devolverle a la Causa la función de ser causa y no efecto. 4Pues esta confusión ha dado lugar al sueño, y mientras no se resuelva, despertar seguirá siendo algo temible. 5Y la llamada a despertar no será oída, pues parecerá ser la llamada al temor.

10. Al igual que todas las lecciones que el Espíritu Santo te pide que aprendas, el milagro es inequívoco. 2El milagro es la demos­tración de lo que Él quiere que aprendas, y te enseña que lo que te interesa son sus efectos. 3En Sus sueños de perdón, los efectos de tus sueños quedan des-hechos, y aquellos que eran tus enemi­gos acérrimos se perciben ahora como amigos que te desean el bien. 4Ahora se ve que vuestra enemistad jamás tuvo causa, puesto que ellos no la causaron. 5Y puedes aceptar que fuiste tú el autor de su odio porque te das cuenta de que no tiene efectos. 6Te has liberado del sueño lo suficiente como para darte cuenta de que el mundo es neutral y de que no es necesario tener miedo de los cuerpos que parecen moverse por él como entes separa­dos. 7Por lo tanto, no están enfermos.

11. El milagro te devuelve la causa del miedo a ti que lo inven­taste. 2Pero también te muestra, que, al no tener efectos, no es realmente una causa porque la función de lo causativo es produ­cir efectos. 3Y allí donde los efectos han desaparecido, no hay causa. 4De este modo, el cuerpo se cura gracias a los milagros, ya que éstos demuestran que la mente inventó la enfermedad y que utilizó al cuerpo para ser la víctima, o el efecto, de lo que ella inventó. 5Mas la mitad de la lección no es toda la lección. 6El milagro no tiene ninguna utilidad si lo único que aprendes es que el cuerpo se puede curar, pues no es ésta la lección que se le encomendó enseñar. 7La lección que se le encomendó enseñar es que lo que estaba enfermo era la mente que pensó que el cuerpo podía enfermar. aProyectar su culpabilidad no causó nada ni tuvo efectos.

12. Este mundo está repleto de milagros. 2Se alzan en radiante silencio junto a cada sueño de dolor y sufrimiento, de pecado y culpabilidad. 3Representan la alternativa al sueño, la elección de ser el soñador, en vez de negar el papel activo que has desempe­Ã±ado en la fabricación del sueño. 4Los milagros son los felices efectos de devolver la enfermedad -la consecuencia- a su causa. 5EI cuerpo se libera porque la mente reconoce lo siguiente: "Nadie me está haciendo esto a mí, sino que soy yo quien me lo estoy haciendo a mí mismo". 6Y así, la mente queda libre para llevar a cabo otra elección. 7A partir de ahí, la salvación procederá a cam­biar el rumbo de cada paso que jamás se haya dado en el descenso hacia la separación, hasta que lo andado se haya desandado, la escalera haya desaparecido y todos los sueños del mundo hayan sido des-hechos.

 

LECCIÓN 319

 

Vine a salvar al mundo.

 

1. He aquí un pensamiento del que se ha eliminado toda traza de arrogancia y en el que sólo queda la verdad. 2Pues la arrogancia se opone a la verdad. 3Mas cuando la arrogancia desaparece, la ver­dad viene inmediatamente y llena el espacio que, al irse el ego, quedó libre de mentiras. 4Únicamente el ego puede estar limitado y, por consiguiente, no puede sino perseguir fines limitados y res­trictivos. 5El ego piensa que lo que uno gana, la totalidad lo pierde. 6La Voluntad de Dios, sin embargo, es que yo aprenda que lo que uno gana se le concede a todos.

2. Padre, Tu Voluntad es total. 2Y la meta que emana de ella comparte su totalidad. 3¿Qué otro objetivo podrías haberme encomendado sino la salvación del mundo? 4¿Y qué otra cosa sino eso podría ser la Voluntad que mi Ser ha compartido Contigo?

 

LECCIÓN 320

 

Mi Padre me da todo poder.

 

1. El Hijo de Dios no tiene límites. 2Su fuerza es ilimitada, así como su paz, su júbilo, y todos los atributos con los que su Padre lo dotó en su creación. 3Lo que dispone con su Creador y Reden­tor se hace. 4Lo que su santa voluntad dispone jamás puede ser negado porque su Padre refulge en su mente, y deposita ante ella toda la fuerza y amor de la tierra y del Cielo. 5Yo soy aquel a quien todo esto se le da. 6Yo soy aquel en quien reside el poder de la Voluntad del Padre.

2. Tu Voluntad puede hacer cualquier cosa en mí y luego extenderse a todo el mundo a través de mí. 2Tu Voluntad no tiene límites. 3Por lo tanto, a Tu Hijo se le ha dado todo poder.

 

11. ¿Qué es la creación?

 

1. La creación es la suma de todos los Pensamientos de Dios, en número infinito y sin límite alguno en ninguna parte. 2Sólo el Amor crea, y únicamente a Su semejanza. 3Jamás hubo tiempo alguno en el que todo lo que creó no existiese. 4Ni jamás habrá tiempo alguno en que nada que haya creado sufra merma alguna. 5Los Pensamientos de Dios han de ser por siempre y para siempre exactamente como siempre han sido y como son: inalterables con el paso del tiempo, así como después de que éste haya cesado.

2. Los Pensamientos de Dios poseen todo el poder de su Creador. 2Pues Él quiere incrementar el Amor extendiéndolo. 3Y así, Su Hijo participa en la creación, y, por lo tanto, no puede sino com­partir con su Padre el poder de crear. 4Lo que Dios ha dispuesto que sea uno eternamente, lo seguirá siendo cuando el tiempo se acabe, y no cambiará a través del tiempo, sino que seguirá siendo tal como era antes de que surgiera la idea del tiempo.

3. La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la ver­dad. 2La creación es el santo Hijo de Dios, pues en la creación Su Voluntad es plena con respecto a todo, al hacer que cada parte contenga la Totalidad. 3La inviolabilidad de su unicidad está garantizada para siempre, perennemente a salvo dentro de Su santa Voluntad, y más allá de cualquier posibilidad de daño, separación, imperfección o de nada que pueda mancillar en modo alguno su impecabilidad.

4. Nosotros, los Hijos de Dios, somos la creación. 2Parecemos estar separados y no ser conscientes de nuestra eterna unidad con Él. 3Sin embargo, tras todas nuestras dudas y más allá de todos nuestros temores, todavía hay certeza, 4pues el Amor jamás abandona Sus Pensamientos, y ellos comparten Su certeza. 5El recuerdo de Dios se encuentra en nuestras mentes santas, que son conscientes de su unicidad y de su unión con su Creador. 6Que nuestra función sea únicamente permitir el retorno de este recuerdo y que Su Voluntad se haga en la tierra, así como que se nos restituya nuestra cordura y ser solamente tal como Dios nos creó.

5. Nuestro Padre nos llama. 2Oímos Su Voz y perdonamos a la creación en Nombre de su Creador, la Santidad Misma, Cuya san­tidad Su creación comparte con Él; Cuya santidad sigue siendo todavía parte de nosotros.

 

LECCIÓN 321

 

Padre, mi libertad reside únicamente en Ti.

 

1. No entendía lo que me podía hacer libre, ni lo que era mi libertad o adónde ir a buscarla. 2Y así, Padre, busqué en vano hasta que oí Tu Voz dirigiéndome. 3Ahora ya no deseo seguir siendo mi propio guía. 4Pues la manera de encontrar mi libertad no es algo que yo haya ideado o que comprenda. 5Pero confió en Ti. 6Y me mantendré consciente de Ti que me dotaste con mi libertad por ser Tu santo Hijo. 7Tu Voz me dirige, y veo que el camino que conduce hasta Ti por fin está libre y despejado. 8Padre, mi libertad reside únicamente en Ti. 9Padre, mi voluntad es regresar.

2. Hoy respondemos por el mundo, el cual será liberado junto con nosotros. 2¡Qué alegría encontrar nuestra libertad por el ine­quívoco camino que nuestro Padre ha señalado! 3¡Y cuán segura es la salvación de todo el mundo cuando nos damos cuenta de que sólo en Dios podemos encontrar nuestra libertad!

 

17 DE NOVIEMBRE

III. El acuerdo a unirse

1. Lo que espera en perfecta certeza más allá de la salvación no nos concierne ahora, pues apenas has empezado a dejar que se te guíe en tus primeros e inciertos pasos de ascenso por la escalera que la separación te hizo descender. 2El milagro es lo único que debe concernirte ahora. 3Éste es nuestro punto de partida. 4Y habiendo comenzado, el camino de ascenso hacia el despertar y el final del sueño quedará libre y despejado. 5Cuando aceptas un milagro, no añades tu sueño de miedo a uno que ya está siendo soñado. 6Sin apoyo, el sueño se desvanecerá junto con todos sus aparentes efectos, pues es tu apoyo lo que lo refuerza.

2. Ninguna mente puede estar enferma a menos que otra mente esté de acuerdo en que están separadas. 2Por lo tanto, su decisión conjunta es estar enfermas. 3Si te niegas a dar tu conformidad y aceptas el papel que juegas en hacer que la enfermedad sea real, la otra mente no podrá proyectar su culpabilidad, ya que no has colaborado en dejar que se perciba a sí misma como separada y aparte de ti. 4De este modo, ninguna de las dos percibe el cuerpo como enfermo desde diferentes puntos de vista. 5Unirte a la mente de un hermano bloquea la causa de la enfermedad y sus percibidos efectos. 6La curación es el efecto de mentes que se unen, tal como la enfermedad es la consecuencia de mentes que se separan.

3.  El milagro no hace nada precisamente porque las mentes están unidas y no se pueden separar. 2En el sueño, no obstante, esto se ha invertido, y las mentes separadas se ven como cuerpos, los cuales están separados y no pueden unirse. 3No permitas que tu hermano esté enfermo, pues si lo está, ello quiere decir que lo dejaste a merced de su propio sueño al compartirlo con él. 4Él no ha visto dónde reside la causa de su enfermedad, y tú has ignorado la brecha que os separa, que es donde la enfermedad se ha incubado. 5De esta forma, os unís en la enfermedad para dejar sin sanar la diminuta brecha donde se protege celosamente a la enfermedad, donde se estima y donde se sustenta por una firme creencia, no sea que Dios venga y la salve con un puente que conduzca hasta Él. 6No te opongas a Su llegada combatiéndolo con ilusiones, pues Su llegada es lo que deseas por encima de todas las cosas que parecen titilar en el sueño.

4. El final del sueño es el fin del miedo, pues el amor nunca formó parte del mundo de los sueños. 2La brecha es pequeña. 3Sin embargo, contiene las semillas de la pestilencia y toda suerte de males, puesto que es el deseo de perpetuar la separación y de impedir la unión. 4Y así, parece conferirle a la enfermedad una causa que no es su causa. 5El propósito de la brecha es la única causa de la enfermedad. 6Pues se concibió a fin de mantenerte separado y dentro de un cuerpo que tú ves como si fuese la causa del dolor.

5. La causa del dolor es la separación, no el cuerpo, el cual es sólo su efecto. 2Sin embargo, la separación no es más que un espacio vacío, que no contiene nada ni hace nada, y que es tan insustan­cial como la estela que los barcos dejan entre las olas al pasar. 3Dicho espacio vacío se llena con la misma rapidez con la que el agua se abalanza a cerrar la estela según las olas se unen. 4¿Dónde está la estela que había entre las olas una vez que éstas se han unido y han llenado el espacio que por un momento pare­cía separarlas? 5¿Dónde está la base de la enfermedad una vez que las mentes se han unido para cerrar la diminuta brecha que había entre ellas y en la que las semillas de la enfermedad pare­cían germinar?

6. Dios tiende el puente, pero sólo en el espacio que el milagro ha dejado libre y despejado. 2Mas Él no puede tender un puente sobre las semillas de la enfermedad y la vergüenza de la culpabi­lidad, pues no puede destruir una voluntad ajena que Él no creó. 3 Deja que los efectos de ésta desaparezcan y no te aferres a ellos desesperadamente, tratando de conservarlos. 4El milagro los hará a un lado, haciendo así sitio para Aquel Cuya Voluntad es venir y tender un puente para que Su Hijo regrese a Él.

7. Considera, entonces, los plateados milagros y los dorados sue­Ã±os de felicidad como los únicos tesoros que quieres conservar dentro del almacén del mundo. 2La puerta está abierta, no para que entren ladrones, sino tus hermanos hambrientos, quienes confundieron el brillo de una piedrecilla con oro y almacenaron un puñado de nieve reluciente creyendo que era plata. 3Sin embargo, a este lado de la puerta abierta no tienen nada. 4¿Qué es el mundo, sino una diminuta brecha que parece desgarrar la eter­nidad y fragmentarla en días, meses y años? 5¿Y qué sois vosotros que vivís en el mundo, sino una imagen fragmentada del Hijo de Dios, donde cada uno de los fragmentos está oculto dentro de un trocito de barro separado e inseguro?

8. No tengas miedo, hijo mío, sino deja más bien que los milagros iluminen dulcemente tu mundo. 2Y allí donde la diminuta brecha parecía interponerse entre tú y tu hermano, únete a él. 3Y de este modo, será evidente que la enfermedad no tiene causa. 4El sueño de curación reside en el perdón, que dulcemente te muestra que nunca pecaste. 5El milagro no dejará ningún vestigio de culpabili­dad que pueda traerte testigos de lo que nunca fue. 6Y preparará en tu almacén un lugar de bienvenida para tu Padre y tu Ser. 7La puerta está abierta para que todos aquellos que no quieran seguir hambrientos y deseen gozar del festín de abundancia que allí se les ha preparado puedan entrar. 8Y éstos se reunirán con tus Invi­tados, a quienes el milagro invitó a venir a ti.

9. Este festín es muy distinto de los que se acostumbran a dar en el sueño del mundo. 2Pues aquí, cuanto más reciba cada uno, más habrá para ser compartido por todos los demás. 3Los Invitados han traído Consigo provisiones ilimitadas. 4Y a nadie se le priva de nada, ni nadie puede privar a otro de nada. 5He aquí el festín que el Padre tiende ante Su Hijo y que comparte con él equitati­vamente. 6Y en ese compartir no puede haber una brecha en la que la abundancia merme y disminuya. 7Aquí los años de escasez no se presentarán, ya que el tiempo no forma parte de este festín, pues es eterno. 8El Amor ha desplegado su mesa en el espacio que parecía mantener a tus Invitados alejados de ti.

 

LECCIÓN 322

 

Tan sólo puedo renunciar a lo que nunca fue real.

 

1. Lo único que sacrifico son las ilusiones, nada más. 2Y a medida que éstas desaparecen, descubro los regalos que trataban de ocul­tar, los cuales me aguardan en jubilosa espera, listos para entre­garme los ancestrales mensajes que me traen de Dios. 3En cada regalo Suyo que acepto yace Su recuerdo. 4Y cada sueño sirve únicamente para ocultar el Ser que es el único Hijo de Dios, el Ser que fue creado a Su Semejanza, el Santo Ser que aún mora en Él para siempre, tal como Él aún mora en mí.

2. Padre, para Ti cualquier sacrificio sigue siendo algo por siempre inconcebible. 2Por lo tanto, sólo en sueños puedo hacer sacrificios. 3Tal como Tú me creaste, no puedo renunciar a nada que Tú me hayas dado. 4Lo que Tú no has dado es irreal. 5¿Qué pérdida podría esperar sino la pérdida del miedo y el regreso del amor a mi mente?

 

18 DE NOVIEMBRE

IV. La unión mayor

1. Aceptar la Expiación para ti mismo significa no prestar apoyo a los sueños de enfermedad y muerte de nadie. 2Significa que no compartes con ningún individuo su deseo de estar separado ni dejas que vuelque sus ilusiones contra sí mismo. 3Tampoco deseas que éstas se vuelquen contra ti. 4De este modo, no tienen ningún efecto. 5Y te liberas de los sueños de dolor porque permites que él se libere de ellos. 6A menos que lo ayudes, sufrirás con él, ya que ése es tu deseo. 7Y te convertirás en un protagonista en su sueño de dolor, tal como él lo es en el tuyo. 8De este modo, los dos os convertís en ilusiones sin ninguna identidad. 9Tú puedes ser cual­quier persona o cualquier cosa, según de quién sea el sueño de maldad que compartas. 10Pero de una cosa puedes estar seguro: que eres perverso, pues compartes sueños de miedo.

2. Hay un modo de encontrar certeza aquí y ahora. 2Niégate a ser parte de ningún sueño de miedo, sea cual sea su forma, pues si lo haces perderás tu identidad en ellos. 3La manera de encontrarte a ti mismo es negándote a aceptar tales sueños como tu causa, o como que tienen efectos en ti. 4Tú no tienes nada que ver con ellos, pero sí con aquel que los sueña. 5De esta manera, separas al soñador del sueño, al unirte a uno y abandonar el otro. 6El sueño no es más que una ilusión de la mente. 7Y a ésta te puedes unir, pero jamás al sueño. 8Es del sueño de lo que tienes miedo, no de la mente. 9Sin embargo, los ves como si fuesen lo mismo porque crees que tú no eres más que un sueño. 10Y no sabes lo que es real acerca de ti o lo que es ilusorio, ni puedes distinguir entre lo uno y lo otro.

3. Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño. 2No com­partas con él su ilusión acerca de sí mismo, pues tu identidad depende de su realidad. 3Piensa en él más bien como una mente en la que todavía persisten las ilusiones, pero con la que tienes una relación fraternal. 4Lo que él sueña no es lo que lo convierte en tu hermano, ni tampoco su cuerpo, el "héroe" del sueño, es tu hermano. 5Su realidad es lo que es tu hermano, de la misma manera en que tu realidad es lo que es hermano suyo. 6Tu mente y la suya están unidas en hermandad. 7Su cuerpo y sus sueños tan sólo aparentan abrir una diminuta brecha en la que tus sue­Ã±os se han unido a los suyos.

4. Entre vuestras mentes, sin embargo, no hay ninguna brecha. 2Unirte a sus sueños significa que no te unes a él, pues sus sueños lo separan de ti. 3Libéralo, por lo tanto, proclamando sencilla­mente tu hermandad con él y no con sueños de miedo. 4Ayúdale a que reconozca quién es, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe, pues si lo haces, no podrás sino tener fe en las tuyas. 5Y al tener fe en las tuyas, él no podrá liberarse y tú quedarás atrapado en sus sueños. 6Y sueños de terror vendrán a rondar la diminuta brecha, la cual está poblada únicamente por las ilusiones que habéis apoyado en la mente del otro.

5. Ten absoluta certeza de que si tú haces lo que te corresponde hacer, él hará lo que le corresponda hacer a él, pues se unirá a ti allí donde tú estés. 2No lo invites a unirse a ti en la brecha que hay entre vosotros, pues si lo haces, creerás que ésa es tu realidad así como la suya. 3Tú no puedes llevar a cabo su papel por él, mas esto es precisamente lo que haces cuando te vuelves una figura pasiva en sus sueños, en vez del soñador de los tuyos. 4Tener una identidad carece de significado en los sueños porque el soñador y el sueño son lo mismo. 5El que comparte un sueño no puede sino ser el sueño que comparte porque el acto de compartir es lo que produce la causa.

6. Como consecuencia de compartir confusión estás confundido, pues en la brecha no existe un yo estable. 2Lo que es lo mismo parece diferente porque lo que es lo mismo aparenta ser algo distinto. 3Los sueños de tu hermano son los tuyos porque tú per­mites que lo sean. 4Mas si lo librases de tus sueños, él se liberaría de ellos, así como de los suyos. 5Tus sueños dan testimonio de los suyos y, los suyos, de la verdad de los tuyos. 6No obstante, si vieses que no hay verdad en los tuyos, sus sueños desaparecerían y él comprendería qué fue lo que dio origen al sueño.

7. El Espíritu Santo mora en vuestras dos mentes, y Él es Uno porque no hay brecha que pueda dividir Su Unicidad*. 2La bre­cha que separa vuestros cuerpos es irrelevante, pues lo que está unido en Él es siempre uno. 3Nadie puede estar enfermo si alguien acepta su unión con él. 4Su deseo de ser una mente enferma y separada no puede seguir vigente sin un testigo o una causa. 5Y tanto el testigo como la causa desaparecen si alguien decide unirse a él. 6En su sueño él estaba separado de su her­mano, quien, al no compartir su sueño con él, ha eliminado el espacio que había entre ellos. 7Y el Padre viene a unirse con Su Hijo, a quien el Espíritu Santo se unió.

8. La función del Espíritu Santo es tomar la imagen fragmentada del Hijo de Dios y poner cada fragmento nuevamente en su lugar. 2Él muestra esta santa imagen, completamente sanada, a cada fragmento separado que piensa que en sí es una imagen completa. 3A cada uno de ellos Él le ofrece su Identidad, que la imagen en su totalidad representa, en vez de la fragmentada y diminuta porción que él insistía que era él mismo. 4Mas cuando él vea esta imagen, se reconocerá a sí mismo. 5Si tú no compartes con tu hermano su sueño de maldad, ésa es la imagen con la que el milagro llenará la diminuta brecha, la cual quedará así libre de todas las semillas de enfermedad y de pecado. 6Y ahí el Padre recibirá a Su Hijo porque Su Hijo ha sido misericordioso consigo mismo.

9. Te doy las gracias, Padre, sabiendo que Tú vendrás a salvar cada diminuta brecha que hay entre los fragmentos separados de Tu santo Hijo. 2Tu santidad, absoluta y perfecta, mora en cada uno de ellos. 3Y están unidos porque lo que mora en uno solo de ellos, mora en todos ellos. 4¡Cuán sagrado es el más diminuto grano de arena, cuando se reconoce que forma parte de la ima­gen total del Hijo de Dios. 5Las formas que los diferentes frag­mentos parecen adoptar no significan nada, 6pues el todo reside en cada uno de ellos. 7Y cada aspecto del Hijo de Dios es exacta­mente igual a todos los demás.

10. No te unas a los sueños de tu hermano, sino a él, y ahí donde te unes a Su Hijo, ahí está el Padre. 2¿Quién iría en busca de sustitu­tos si se diese cuenta de que no ha perdido nada? 3¿Quién querría disfrutar de los "beneficios" de la enfermedad cuando ha recibido la simple bendición de la salud? 4Lo que Dios ha dado no puede suponer pérdida alguna, y lo que no procede de Él no tiene efec­tos. 5¿Qué podrías percibir, entonces, en la brecha? 6Las semillas de la enfermedad proceden de la creencia de que es posible encontrar felicidad en la separación y de que renunciar a ella sería un sacrificio. 7Mas los milagros son el resultado de no seguir tratando de ver en la brecha lo que no se encuentra en ella. 8Lo único que requiere el Sanador del Hijo de Dios es que estés dispuesto a abandonar todas las ilusiones. 9Él sembrará los milagros de cura­ción allí donde antes se encontraban las semillas de la enferme­dad. 10Y no habrá pérdidas de ninguna clase, sino sólo ganancias.

 

LECCIÓN 323

 

Gustosamente "sacrifico" el miedo.

 

1. He aquí el único "sacrificio" que le pides a Tu Hijo bienamado: que abandone todo sufrimiento, toda sensación de pérdida y de tristeza, toda ansiedad y toda duda, y que deje que Tu Amor entre a raudales a su conciencia, sanándolo del dolor y otorgándole Tu Propia dicha eterna. 2Tal es el "sacrificio" que me pides y que yo me impongo gustosamente: el único "costo" que supone reinstaurar en mí Tu recuerdo para la sal­vación del mundo.

2. Y al saldar la deuda que tenemos con la verdad -una deuda que consiste sencillamente en abandonar los auto-engaños y las imágenes que venerábamos falsamente- , la verdad regresa ínte­gra y llena de júbilo a nosotros. 2Ya no nos engañamos. 3El amor ha regresado a nuestra conciencia. 4Y ahora estamos en paz otra vez, pues el miedo ha desaparecido y lo único que queda es el amor.

 

19 DE NOVIEMBRE

V. La alternativa a los sueños de miedo

1. ¿Qué puede ser la sensación de estar enfermo, sino una sensa­ción de estar limitado, 2o de estar desunido de algo y separado de ello? 3¿O de una brecha que percibes entre tu hermano y tú y lo que ahora consideras la salud? 4Y de este modo, lo bueno se ve como si estuviese afuera, y lo malo, adentro. 5Y así, la enferme­dad aparta al ser de lo bueno, y conserva lo malo adentro. 6Dios es la Alternativa a los sueños de miedo. 7El que es partícipe de sueños de miedo, no puede ser partícipe de Él. 8Pero el que se niega a ser partícipe de ellos, participa en Él. 9No hay ninguna otra alternativa. 10Nada puede existir a menos que tú compartas su existencia. 11Y tú existes porque Dios compartió Su Voluntad contigo para que Su creación pudiese crear.

2. Lo que les confiere realidad a los perniciosos sueños de odio, maldad, rencor, muerte, pecado, sufrimiento, dolor y pérdida es el hecho de compartirlos. 2Si no se comparten, se perciben como algo sin sentido. 3Pues al no prestarles apoyo dejan de ser una fuente de miedo. 4Y el amor no puede sino llenar el espacio que el miedo ha dejado vacante porque ésas son las únicas alternativas que existen. 5Donde uno aparece, el otro desaparece. 6Y el que compartas, será el único que tendrás. 7Y tendrás el que aceptes, pues es el único que deseas tener.

3. Si perdonas al soñador, y percibes que él no es el sueño que él mismo tejió, no estás compartiendo con él su nefasto sueño. 2Por lo tanto, él no puede ser parte del tuyo, del cual ambos os libe­ráis. 3El perdón separa al soñador del sueño nefasto, y así, lo libera. 4Recuerda que si compartes un sueño de maldad, creerás ser ese sueño que compartes. 5Y al tener miedo de él, no desearás conocer tu verdadera Identidad porque pensarás que es temible. 6Y negarás tu Ser, y caminarás por tierras extrañas que tu Crea­dor no creó, donde parecerás ser algo que no eres. 7Lucharás contra tu propio Ser, el cual parecerá ser tu enemigo, y atacarás a tu hermano, como parte de lo que odias. 8En esto no hay térmi­nos medios. 9O bien eres tu Ser o bien una ilusión. 10¿Qué puede haber entre la ilusión y la verdad? 11Creer que hay un lugar inter­medio donde puedes ser algo que no eres, no puede ser la ver­dad, sino un sueño.

4. Has concebido una diminuta brecha entre las ilusiones y la verdad para que sea el lugar donde reside tu seguridad y donde lo que has hecho mantiene celosamente oculto a tu Ser. 2Aquí es donde se ha establecido un mundo enfermizo, que es el que los ojos del cuerpo perciben. 3Aquí están los sonidos que oye, las voces para las que sus oídos fueron concebidos. 4Sin embargo, los panoramas y los sonidos que el cuerpo percibe no significan nada. 5El cuerpo no puede ver ni oír. 6No sabe lo que es ver, ni para qué sirve escuchar. 7Es tan incapaz de percibir como de juz­gar; de entender como de saber. 8Sus ojos son ciegos; sus oídos, sordos. 9No puede pensar, y, por lo tanto, no puede tener efectos.

5. ¿Podría haber creado Dios algo para que enfermase? 2¿Y cómo podría existir algo que Él no hubiese creado? 3No permitas que tus ojos se posen en un sueño ni que tus oídos den testimonio de una ilusión. 4Pues los ojos fueron concebidos para que viesen un mundo que no existe, y los oídos, para que oyesen voces insono­ras. 5Mas hay otros panoramas y sonidos que sí se pueden ver, oír y comprender. 6Pues los ojos y los oídos son sentidos sin sentido, y lo único que hacen es relatar lo que ven y lo que oyen. 7Mas no son ellos los que ven y oyen, sino tú, quien ensambló cada trozo irregular, cada migaja y fragmento absurdo de prueba para que diera testimonio del mundo que deseas. 8No permitas que los ojos y los oídos del cuerpo perciban estos innumerables fragmen­tos dentro de la brecha que tú te imaginaste, ni permitas que persuadan a su hacedor de que sus fabricaciones son reales.

6. La creación es la prueba de la realidad porque comparte la función que toda la creación comparte. 2No se compone de troci­tos de cristal, de un pedazo de madera, o quizá de una hebra o dos, ensamblados para que den testimonio de la verdad. 3La rea­lidad no depende de eso. 4No hay brecha que separe a la verdad de los sueños o de las ilusiones. 5La verdad no ha dejado sitio para ellos en ningún lugar o tiempo, 6pues ella ocupa todo lugar y tiempo, y hace que los sueños y las ilusiones sean absoluta­mente indivisibles.

7. Tú que crees que entre tu hermano y tú hay una diminuta bre­cha, no te das cuenta de que ahí es donde os encontráis prisione­ros en un mundo que se percibe como que existe aquí. 2El mundo que tú ves no existe porque el lugar desde donde lo percibes no es real. 3La brecha se halla celosamente oculta entre las tinieblas, e imágenes nebulosas surgen para cubrirla con formas vagas e indefinidas y con siluetas cambiantes, por siempre insustanciales e inciertas. 4Sin embargo, en la brecha no hay nada. 5No hay secretos impresionantes ni tumbas tenebrosas desde los que el terror surge de los huesos de la muerte. 6Observa la diminuta brecha y contemplarás la inocencia y la ausencia de pecado que verás dentro de ti cuando ya no tengas miedo de reconocer el amor.

 

LECCIÓN 324

 

No quiero ser guía. Quiero ser simplemente un seguidor.

 

1. Padre, Tú eres Quien me dio el plan para mi salvación. 2Eres asi­mismo Quien determinó el camino que debo recorrer, el papel que debo desempeñar, así como cada paso en el sendero señalado. 3No puedo per­derme. 4Tan sólo puedo elegir desviarme por un tiempo, y luego volver. 5Tu amorosa Voz siempre me exhortará a regresar, y me llevará por el buen camino. 6Mis hermanos pueden seguir el camino por el que les dirijo. 7Mas yo simplemente recorreré el caminó que conduce a Ti, tal como Tú me indiques y quieras que yo haga.

2. Sigamos, por lo tanto, a Uno que conoce el camino. 2No tene­mos por qué rezagarnos, ni podemos soltarnos de Su amorosa Mano por más de un instante. 3Caminamos juntos, pues le segui­mos. 4Y es Él Quien hace que el final sea seguro y Quien garan­tiza que llegaremos a salvo a nuestro hogar.

 

20 DE NOVIEMBRE

VI. Los votos secretos

1. El que castiga el cuerpo está loco, 2pues ahí es donde ve la diminuta brecha, que, sin embargo, no está ahí. 3El cuerpo no se ha juzgado a sí mismo, ni se ha convertido en lo que no es. 4No procura hacer del dolor un gozo, ni espera encontrar placer dura­dero en lo que no es más que polvo. 5No te dice cuál es su propó­sito, ni tampoco puede él mismo entender para qué es. 6No hace de nadie una víctima porque no tiene una voluntad propia, ni tampoco preferencias o dudas. 7No se pregunta lo que es. 8Por lo tanto, no tiene necesidad de competir. 9Se puede hacer de él una víctima, pero no puede considerarse a sí mismo como tal. 10No acepta ningún papel, sino que hace lo que se le dice sin atacar.

2. Atribuir la responsabilidad de lo que ves a aquello que no puede ver, y culparlo por los sonidos que te disgustan cuando no puede oír, es ciertamente una perspectiva absurda. 2El cuerpo no sufre el castigo que le impones porque no tiene sensaciones. 3Se comporta tal como tú deseas que lo haga, pero nunca toma deci­siones. 4No nace ni muere. 5Lo único que puede hacer es vagar sin rumbo por el camino que se le haya indicado. 6Y si cambias de rumbo, camina con igual facilidad por esa otra dirección. 7No se pone de parte de nada, ni juzga el camino que recorre. 8No per­cibe brecha alguna porque no odia. 9Puede ponerse al servicio del odio, pero no puede por ello convertirse en algo odioso.

3. Lo que odias y temes, deseas y detestas, el cuerpo no lo conoce. 2Lo envías a buscar separación y a que sea algo separado. 3Luego lo odias, no por lo que es, sino por el uso que has hecho de él. 4Te desvinculas de lo que ve y oye, y odias su debilidad y pequeñez. 5Detestas sus actos, pero no los tuyos. 6Mas el cuerpo ve y actúa por ti. 7Él oye tu voz. 8Y es frágil e insignificante porque así lo deseas. 9Parece castigarte, y así, merece que le odies por las limi­taciones que te impone. 10No obstante, eres tú quien lo ha con­vertido en el símbolo de las limitaciones que quieres que tu mente tenga, vea y conserve.

4. El cuerpo representa la brecha que se percibe entre la pequeña porción de mente que consideras tu mente, y el resto de lo que realmente es tuyo. 2Lo odias, sin embargo, crees que es tu ser, el cual perderías sin él. 3Éste es el voto secreto que has hecho con cada hermano que prefiere caminar solo y separado. 4Éste es el juramento secreto que renuevas cada vez que percibes que has sido atacado. 5Nadie puede sufrir a menos que considere que ha sido atacado y que ha perdido como resultado de ello. 6El com­promiso a estar enfermo se encuentra en tu conciencia, aunque sin expresarse ni oírse. 7Sin embargo, es una promesa que le haces a otro de que él te herirá y de que a cambio tú lo atacarás.

5. La enfermedad no es sino la ira que se ha descargado contra el cuerpo para que sufra. 2Es la consecuencia natural de lo que se hizo en secreto, en conformidad con el deseo secreto de otro de estar separado de ti, tal como el tuyo es estar separado de él. 3A menos que ambos estéis de acuerdo en que ése es vuestro deseo, éste no podría tener efectos. 4Todo aquel que dice: "Entre tu mente y la mía no hay separación" es fiel a la promesa que le hizo a Dios y no al miserable voto de serle eternamente fiel a la muerte. 5Y al él sanar, su hermano sana también.

6. Que éste sea el acuerdo que tengas con cada uno de tus herma­nos: que estarás unido a él y no separado. 2Y él será fiel a la promesa que le hagas porque es la misma que él le hizo a Dios y que Dios le hizo a él. 3Dios cumple Sus promesas; Su Hijo cumple las suyas. 4Esto fue lo que Su Padre le dijo al crearlo: "Te amaré eternamente, como tú a Mí. 5Sé tan perfecto como Yo, pues nunca podrás estar separado de Mí". 6Su Hijo no recuerda que le con­testó: "Sí, Padre", si bien nació como resultado de esa promesa. 7Con todo, Dios se la recuerda cada vez que él se niega a mante­ner la promesa de estar enfermo, y permite, en cambio, que su mente sea sanada y unificada. 8Sus votos secretos son impotentes ante la Voluntad de Dios, Cuyas promesas él comparte. 9Y lo que ha usado como sustituto de éstas no es su voluntad, pues él se comprometió a sí mismo a Dios.

 

VII. El arca de seguridad

1. Dios no pide nada, y Su Hijo, al igual que Él, no necesita pedir nada, 2pues no le falta nada. 3Un espacio vacío, o una diminuta brecha, sería una insuficiencia. 4Y sólo ahí podría él querer tener algo que no tiene. 5Un espacio donde Dios no se encuentra o una brecha entre Padre e Hijo no es la Voluntad de ninguno de los dos, que prometieron ser uno solo. 6La promesa de Dios es una promesa que Él se hizo a Sí Mismo, y no hay nadie que pudiese ser desleal a lo que Su Voluntad dispone como parte de lo que Él es. 7 La promesa de que no puede haber brecha alguna entre Él y lo que Él es no puede ser falsa. 8¿Qué otra voluntad podría inter­ponerse entre lo que no puede sino ser uno solo y en Cuya Pleni­tud no puede haber brecha alguna?

2. La hermosa relación que tienes con todos tus hermanos es parte de ti porque es parte de Dios Mismo. 2¿Cómo no ibas a enfermar si te niegas a ti mismo tu plenitud, tu salud, tu Fuente de ayuda, la Llamada a impartir curación y la Llamada a curar? 3Tu salvador espera la curación y el mundo espera con él. 4Y tú no estás excluido, 5pues la curación o bien será una sola o bien no tendrá lugar en absoluto, ya que en el hecho de que es una radica la curación. 6¿Qué podría corregir a la separación sino su opuesto? 7No hay términos medios en ningún aspecto de la sal­vación. 8O bien la aceptas completamente o bien no la aceptas en absoluto. 9Lo que no está separado tiene que estar unido. 10Y lo que está unido no puede estar separado.

3. O bien hay una brecha entre tu hermano y tú, o bien sois uno y lo mismo. 2No hay nada entremedias, ninguna otra opción, ni ninguna lealtad que se pueda dividir entre esas dos posibilida­des. 3Una lealtad dividida significa que le eres infiel a ambas posibilidades, lo cual no hace sino ponerte a dar tumbos, sin que te quede otro remedio que agarrarte a cualquier brizna de paja que parezca ofrecerte apoyo. 4Mas ¿quién puede edificar su hogar sobre pajas y esperar que le proteja del viento? 5Ése es el tipo de hogar que se puede hacer del cuerpo porque no está cimentado en la verdad. 6Sin embargo, por esa misma razón puede verse que no es tu hogar, sino simplemente un medio para ayudarte a llegar al Hogar donde Dios mora.

4. Cuando ése se vuelve tu propósito, el cuerpo se cura, pues no se le utiliza para dar testimonio del sueño de separación y enfer­medad. 2Tampoco se le culpa fútilmente por lo que no hizo. 3Su propósito es ayudar a que el Hijo de Dios sane, y, debido a ello, no puede enfermar. 4No se une a ningún propósito que tú no hayas aceptado, y tú has elegido que no esté enfermo. 5Todos los milagros se basan en esta decisión, y se te conceden en el mismo instante en que la tomas. 6Ninguna forma de enfermedad está excluida de dicha decisión porque la decisión no puede tomarse en función de la forma. 7La decisión de estar enfermo parece ser una decisión entre diferentes formas de enfermedad. 8Sin em­bargo, la enfermedad es una sola, al igual que su opuesto. 9Por consiguiente, o estás enfermo o estás sano.

5. Pero nunca tú solo. 2Este mundo no es más que el sueño de que puedes estar solo y de que puedes pensar sin que ello afecte a los que están separados de ti. 3Estar solo significa que estás separado, y si lo estás, no puedes sino estar enfermo. 4Esto parece probar que definitivamente estás separado. 5No obstante, lo único que significa es que has tratado de mantener la promesa de serle fiel a la infidelidad. 6Mas la infidelidad significa enfermedad. 7Es como la casa edificada sobre pajas. 8De por sí parece ser muy sólida y real. 9Su estabilidad, no obstante, no se puede juzgar sin tomar en consideración sus cimientos. 10Si descansa sobre pajas, de nada sirve atrancar las puertas, cerrar las ventanas o correr los cerrojos. 11El viento la derrumbará, y las lluvias la azotarán y la arrastrarán al olvido.

6. ¿Qué sentido tiene buscar refugio en lo que se construyó preci­samente para fomentar el peligro y el miedo? 2¿Por qué recar­garlo con más cerraduras, cadenas o pesadas anclas, cuando su debilidad no reside en ello mismo, sino en la fragilidad de la brecha insustancial sobre la que se erige? 3¿Qué seguridad te puede ofrecer algo que descansa sobre una sombra? 4¿Edificarías tu casa sobre algo que pudiera derrumbarse con el peso de una pluma?

7. Tu hogar está edificado sobre la salud de tu hermano, sobre su felicidad e impecabilidad*, así como sobre todo lo que su Padre le prometió. 2Ningún pacto secreto que hayas hecho en lugar de eso ha estremecido en lo más mínimo los Cimientos de este hogar. 3El viento podrá soplar sobre él y la lluvia azotarlo, pero sin conse­cuencia alguna. 4El mundo será arrastrado, pero este hogar per­manecerá en pie para siempre, pues su fuerza no reside sólo en él. 5Es un arca de seguridad, que descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre moraría a salvo en Él. 6¿Qué brecha podría interponerse entre la seguridad de este refugio y su Fuente? 7Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para libe­rar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar. 8Y con este santo propósito se convierte por un tiempo en un hogar de santidad, ya que comparte la Voluntad de tu Padre contigo.

 

LECCIÓN 325

 

Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.

 

1. Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. 2A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. 3Estas imáge­nes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consi­deran reales y se defienden como algo propio de uno. 4De deseos dementes nace un mundo demente, 5y de juicios, un mundo condenado. 6De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.

2. Padre nuestro, Tus ideas reflejan la verdad, mientras que las mías separadas de las Tuyas, tan sólo dan lugar a sueños. 2Déjame contem­plar lo que sólo las Tuyas reflejan, pues son ellas las únicas que estable­cen la verdad.

 

21 DE NOVIEMBRE

Capítulo 29

EL DESPERTAR

 

I. La clausura de la brecha

1. No hay tiempo, lugar ni estado del que Dios esté ausente. 2No hay nada que temer. 3Es imposible que se pudiese concebir una brecha en la Plenitud de Dios. 4La transigencia que la más insig­nificante y diminuta de las brechas representaría en Su Amor eterno es completamente imposible. 5Pues ello querría decir que Su Amor puede albergar una sombra de odio, que Su bondad puede a veces trocarse en ataque y que en ocasiones Él podría perder Su infinita paciencia. 6Esto es lo que crees cuando percibes una brecha entre tu hermano y tú. 7¿Cómo ibas a poder, entonces, confiar en Dios? 8Pues Su Amor debe ser un engaño. 9Sé preca­vido entonces: no dejes que se te acerque demasiado y mantén una brecha entre Su Amor y tú a través de la cual te puedas escapar en caso de que tengas necesidad de huir.

2. Aquí es donde más claramente se puede ver el temor a Dios. 2Pues el amor es traicionero para aquellos que tienen miedo, ya que el miedo y el odio siempre van de la mano. 3Todo aquel que odia tiene miedo del amor y, por lo tanto, no puede sino tener miedo de Dios. 4Es indudable que no conoce el significado del amor. 5Teme amar y ama odiar, y así, piensa que el amor es temi­ble y que el odio es amor. 6Esto es lo que inevitablemente les sucede a todos aquellos que tienen en gran estima a esta pequeña brecha, creyendo que es su salvación y esperanza.

3. ¡El temor a Dios! 2El mayor obstáculo que la paz tiene que sal­var no ha desaparecido todavía. 2Los demás ya han desapare­cido, pero éste todavía sigue en pie, obstruyendo tu paso y haciendo que el camino hacia la luz parezca oscuro y temible, peligroso y sombrío. 4Has decidido que tu hermano es tu ene­migo. 5Tal vez tu amigo en algunas ocasiones, siempre que vues­tros diferentes intereses permitan vuestra amistad por algún tiempo. 6Pero no sin dejar una aparente brecha entre vosotros, en caso de que él se vuelva a convertir en tu enemigo. 7Deja que se acerque a ti, y te haces atrás; acércate a él, y él instantáneamente emprende la retirada. 8El acuerdo que establecisteis fue tener una amistad cautelosa y de limitado alcance, cuya intensidad estuviese cuidadosamente restringida. 9De modo que lo único que tú y tu hermano hicisteis fue establecer un pacto condicional en el que uno de sus puntos era una cláusula de separación que tanto tú como él acordasteis no violar. 10Y convinisteis que violarla sería una infracción del acuerdo de todo punto intolerable.

4. La brecha entre vosotros no es el espacio que hay entre vues­tros cuerpos, 2pues ese espacio tan sólo da la impresión de dividir vuestras mentes separadas. 3La brecha entre vosotros es el sím­bolo de una promesa que os habéis hecho de encontraros cuando os parezca, y luego separaros hasta que los dos decidáis encontra­ros de nuevo. 4Y entonces vuestros cuerpos parecerán ponerse en contacto y concertar un lugar de encuentro donde reunirse. 5Pero siempre es posible que cada uno siga su camino. 6Supeditado al "derecho" de separaros, acordáis reuniros de vez en cuando y mantener vuestra distancia con intervalos de separación que os protejan del "sacrificio" del amor. 7El cuerpo os salva, pues os aleja del sacrificio total y os da tiempo para reconstruir una vez más vuestros yoes separados, que creéis que realmente menguan cuando os reunís.

5. El cuerpo no podría separar tu mente de la mente de tu her­mano a menos que quisieses que fuese la causa de vuestra separa­ción y distanciamiento. 2Por consiguiente, le atribuyes un poder que no posee. 3Esto es lo que hace que tenga poder sobre ti. 4Pues ahora piensas que el cuerpo determina cuándo debéis reuniros, y que limita vuestra capacidad de estar en comunión con la mente del otro. 5Y así, te dice adónde ir y cómo llegar hasta allí, lo que te es factible emprender y lo que no puedes hacer. 6Te dice también lo que su salud puede tolerar, así como lo que lo fatigará y enfer­mará. 7Sus "inherentes" debilidades establecen los límites de lo que puedes hacer y hacen que tu propósito sea débil y limitado.

6. El cuerpo se avendrá a todo esto, si ése es tu deseo. 2Permitirá solamente limitados desahogos de "amor", intercalados con inter­valos de odio. 3Y se hará cargo de decidir cuándo puede "amar" y cuándo se debe refugiar en el miedo para mantenerse a salvo. 4Enfermará porque tú no sabes lo que es amar. 5De este modo, utilizarás indebidamente toda circunstancia y a todo aquel con quien te encuentres, y no podrás sino ver en ellos un propósito distinto del tuyo.

7. El amor no exige sacrificios. 2Pero el miedo exige el sacrificio del amor, pues no puede subsistir en su presencia. 3Para perpe­tuar el odio, es preciso temerle al amor y limitar su presencia sólo a algunas ocasiones, manteniéndolo alejado el resto del tiempo. 4De esta manera, se le tiene por traicionero porque parece ir y venir a su antojo y no ofrecerte ninguna estabilidad. 5No te das cuenta de cuán limitada y débil es tu lealtad, y de cuán a menudo le has exigido al amor que se aleje de ti y te deje solo y en "paz".

8. El cuerpo, que de por sí no tiene ningún objetivo, es la excusa que tienes para los diversos objetivos que tienes y que le obligas a perseguir. 2No es su debilidad lo que te asusta, sino su falta de fuerza o debilidad. 3¿No te gustaría saber que nada se interpone entre tú y él? 4¿No te gustaría saber que no hay brecha tras la que te puedas ocultar? 5Los que descubren que su salvador ya no es su enemigo experimentan un sobresalto. 6Cuando se descubre que el cuerpo no es real se suscita una cierta aprensión 7y se experimen­tan matices de aparente temor en torno al feliz mensaje de que "Dios es Amor".

9. Cuando la brecha desaparece, no obstante, lo único que se experimenta es paz eterna. 2No más de eso, pero tampoco menos. 3Si no tuvieses miedo de Dios, ¿qué podría inducirte a que lo abandonases? 4¿Qué juguetes o baratijas podría haber en la brecha que pudiesen privarte por un solo instante de Su Amor? 5¿Permi­tirías que el cuerpo dijese "no" a la llamada del Cielo, si no tuvie­ses miedo de perder tu ser al encontrar a Dios? 6Mas ¿cómo sería posible que perdieses tu ser al hallarlo?

 

LECCIÓN 326

 

He de ser por siempre un Efecto de Dios.

 

1. Padre, fui creado en Tu Mente, como un Pensamiento santo que nunca abandonó su hogar. 2He de ser por siempre Tu Efecto, y Tú por siempre y para siempre, mi Causa. 3Sigo siendo tal como Tú me creaste. 4Todavía me encuentro allí donde me pusiste. 5Y todos Tus atributos se encuentran en mí, pues Tu Voluntad fue tener un Hijo tan semejante a su Causa, que Causa y Efecto fuesen indistinguibles. 6Que tome con­ciencia de que soy un Efecto Tuyo y de que, por consiguiente, poseo el mismo poder de crear que Tú. 7Y así como es en el Cielo, sea en la tierra. 8Sigo Tu plan aquí, y sé que al final congregarás a todos Tus Efectos en el plácido Remanso de Tu Amor, donde la tierra desaparecerá y todos los pensamientos separados se unirán llenos de gloria como el Hijo de Dios.

2. Veamos hoy la tierra desaparecer, al principio transformada, y después, una vez que haya sido perdonada, veámosla desvane­cerse completamente en la santa Voluntad de Dios.

 

LECCIÓN 327

 

No necesito más que llamar y Tú me contestarás.

 

1. No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. 2Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. 3Déjame aprender mediante mi experien­cia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. 4Esa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. 5Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.

2. Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. 2Permíta­seme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. 3Tú eres Tu Palabra. 4Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convic­ción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor.

 

LECCIÓN 328

 

Elijo estar en segundo lugar para obtener el primero.

 

1. Lo que parece ser el segundo lugar es en realidad el primero, pues percibimos todo al revés hasta que decidimos escuchar la Voz que habla por Dios. 2Nos parece que sólo podemos alcanzar autonomía si nos esforzamos por estar separados, y que la manera de salvarnos es aislándonos del resto de la creación de Dios. 3No obstante, lo único que podemos derivar de ello es enfermedades, sufrimientos, pérdidas y muerte. 4Esto no es lo que nuestro Padre dispone para nosotros, y no existe otra voluntad que la Suya. 5Unirnos a Su Voluntad es encontrar la nuestra. 6Y, puesto que nuestra voluntad es la Suya, es a Él a Quien debemos acudir para reconocer nuestra voluntad.

2. No hay otra voluntad que la Tuya. 2Y me alegro de que nada que pueda imaginarme contradiga lo que Tú quieres que yo sea. 3Tu Volun­tad es que yo me encuentre completamente a salvo y eternamente en paz. 4Y comparto gustosamente Contigo, Padre mío, esa Voluntad que Tú me otorgaste como parte de mí.

 

24 DE NOVIEMBRE

II. La llegada del Invitado

1. ¿Cómo no ibas a percibir como liberación del sufrimiento el darte cuenta de que eres libre? 2¿Por qué no habrías de aclamar a la verdad en vez de considerarla un enemigo? 3¿Por qué razón te parece arduo, escabroso y demasiado difícil de seguir una senda que es fácil y que está tan claramente marcada que es imposible perderse? 4¿No será acaso porque consideras que es el camino al infierno en vez de una manera sencilla de encontrarte en el Cielo y en Dios que no exige ni sacrificios ni pérdidas? 5Mientras no te des cuenta de que no renuncias a nada y de que es imposible perder, habrá veces en que te arrepentirás de haber elegido este camino. 6Y no verás los muchos beneficios que tu decisión te ha aportado. 7No obstante, aunque tú no los veas, están ahí. 8Su causa ya los produjo, y los efectos tienen que estar allí donde su causa ha hecho acto de presencia.

2. Has aceptado la causa de la curación. aPor lo tanto, debes haber sanado. 2Y al haber sanado, debes ahora también poseer el poder de sanar. 3El milagro no es un incidente aislado que ocurre de repente como si se tratase de un efecto sin causa. 4Ni tampoco es en sí una causa. 5Pero allí donde está su causa, allí tiene que estar el milagro. 6Ahora ha sido causado, aunque aún no se perciba. 7Y sus efectos se encuentran ahí, aunque aún no se vean. 8Mira den­tro de ti ahora, y no verás motivo alguno para estar arrepentido, sino razones para sentir un gran regocijo y para abrigar esperan­zas de paz.

3. Todo esfuerzo de encontrar esperanzas de paz en un campo de batalla ha sido en vano. 2Ha sido fútil pedirle a lo que se concibió precisamente para que perpetuase el pecado y el dolor que te ayude a escapar de ellos. 3Pues el dolor y el pecado son la misma ilusión, tal como el odio y el miedo, y el ataque y la culpabilidad son uno. 4Allí donde no tienen causa, sus efectos desaparecen, y el amor llega dondequiera que ellos no estén. 5¿Por qué no estás contento? 6Te has librado del dolor y de la enfermedad, de la aflicción y de la pérdida, así como de todos los efectos del odio y del ataque. 7El dolor ya no es tu amigo ni la culpabilidad tu dios. aPor lo tanto, dale la bienvenida a los efectos del amor.

4. Tu Invitado ha llegado. 2Tú lo invitaste y Él vino. 3No lo oíste entrar porque la bienvenida que le diste no fue total. 4Sus dones, no obstante, llegaron con Él. 5Él los ha depositado a tus pies, y ahora te pide que los contemples y los consideres tuyos. 6Él nece­sita tu ayuda para dárselos a todos los que caminan por su cuenta, creyendo estar solos y separados. 7Ellos sanarán cuando tú acep­tes tus dones, pues tu Invitado le dará la bienvenida a todo aquel cuyos pies hayan tocado la tierra santa que tú pisas y donde Él ha puesto Sus dones a su disposición.

5. No te das cuenta de cuánto puedes dar ahora como resultado de todo lo que has recibido. 2No obstante, Aquel que vino sólo está a la espera de que vayas allí adonde lo invitaste. 3No hay ningún otro lugar donde Él pueda encontrarse con Su anfitrión o Su anfitrión con Él. 4Ni tampoco hay ningún otro lugar donde se puedan obtener Sus dones de paz y dicha, así como toda la felici­dad que brinda Su Presencia. 5Pues Sus dones se hallan allí donde se encuentra Aquel que los trajo Consigo para dártelos. 6No pue­des ver a tu Invitado, pero puedes ver los dones que trajo. 7Y cuando los contemples, aceptarás que Él debe estar ahí. 8Pues lo que ahora puedes hacer no podrías haberlo hecho sin el amor y la gracia que emanan de Su Presencia.

6. Ésta es la promesa del Dios viviente: que Su Hijo viva, que toda criatura viviente forme parte de él y que nada más viva. 2Aquello a lo que tú has dado "vida" no está vivo, y sólo simbo­liza tu deseo de vivir separado de la vida, de estar. vivo en la muerte, y de percibir a ésta como si fuese la vida, y al vivir, como la muerte. 3Aquí las confusiones se suceden una tras otra, pues este mundo se basa en la confusión y en nada más. 4Su base es inmutable, si bien parece estar cambiando continuamente. 5Mas ¿qué podría ser eso, sino lo que realmente significa el estado de confusión? 6Para los que están confundidos la estabilidad no tiene sentido, y la variación y el cambio se convierten en la ley por la que rigen sus vidas.

7. El cuerpo no cambia. 2Representa el sueño más amplio de que el cambio es posible. 3Cambiar es alcanzar un estado distinto de aquel en el que antes te encontrabas. 4En la inmortalidad no hay cambios, y en el Cielo se desconocen. 5Aquí en la tierra, no obs­tante, los cambios tienen un doble propósito, pues se pueden uti­lizar para enseñar cosas contradictorias. 6Y esas cosas son un reflejo del maestro que las enseña. 7El cuerpo puede parecer cam­biar con el tiempo, debido a las enfermedades o al estado de salud, o a eventos que parecen alterarlo. 8Mas esto sólo significa que la mente aún no ha cambiado de parecer con respecto a cuál es el propósito del cuerpo.

8. La enfermedad es la exigencia de que el cuerpo sea lo que no es. 2Su insustancialidad, no obstante, garantiza que no puede enfer­mar. 3En tu exigencia de que sea más de lo que es radica la idea de la enfermedad. 4Pues dicha exigencia requiere que Dios sea menos de lo que realmente es. 5¿Qué va a ser de ti, entonces, si es a ti a quien se le exige el sacrificio? 6Pues a Dios se le informa que parte de Él ya no le pertenece. 7Y a Él no le queda otro remedio ahora que sacrificar tu ser y, como resultado de Su sacrificio, tú te engrandeces y Él se empequeñece al perderte a ti. 8Y lo que ya no le pertenece, se convierte en tu dios y te impide ser parte de Él.

9. El cuerpo al que se le pide ser un dios es vulnerable al ataque, ya que su insustancialidad no se reconoce. 2Y así, parece ser algo con poder propio. 3Al ser algo, se puede percibir, y también se puede pensar que siente y actúa, y que te tiene prisionero en su puño. 4Y puede que no llegue a ser lo que le exigiste que fuese. 5Y lo odiarás por su insignificancia, sin darte cuenta de que el fracaso no se debe a que sea menos de lo que tú crees que debe ser, sino sólo a que no te has dado cuenta de que no es nada. 6No obstante, en el hecho mismo de que no es nada reside tu salva­ción, de la cual quieres huir.

10. En cuanto que "algo", se le pide al cuerpo que sea el enemigo de Dios, y que reemplace lo que Dios es con pequeñez, limitacio­nes y desesperanza. 2Es Su pérdida lo que celebras cuando consi­deras al cuerpo algo que amas o algo que odias. 3Pues si Dios es la Suma de todo, entonces lo que no está en Él no existe, y en Su compleción radica la insustancialidad del cuerpo. 4Tu salvador no ha muerto ni tampoco mora en lo que se edificó para ser un templo a la muerte. 5Él vive en Dios, y esto, y sólo esto, es lo que lo convierte en tu salvador. 6La insustancialidad de su cuerpo libera al tuyo de la enfermedad y de la muerte. 7Pues lo que te pertenece a ti no puede ser ni más ni menos que lo que le pertenece a él.

 

LECCIÓN 329

 

He elegido ya lo que Tu Voluntad dispone.

 

1. Padre, pensé que me había apartado de Tu Voluntad, que la había desafiado, que había violado sus leyes y que había interpuesto otra volun­tad más poderosa que la Tuya. 2En realidad, no obstante, no soy otra cosa que una extensión de Tu Voluntad que se extiende continuamente. 3Eso es lo que soy, y ello jamás ha de cambiar. 4Así como Tú eres Uno, yo soy uno Contigo. 5Eso fue lo que elegí en mi creación, en la que mi voluntad se hizo eternamente una con la Tuya. 6Esa decisión se tomó para siempre. 7No puede cambiar ni oponerse a sí misma. 8Padre, mi voluntad es la Tuya. 9Estoy a salvo, tranquilo y sereno, y gozo de una dicha intermina­ble porque así lo dispone Tu Voluntad.

2. Hoy aceptaremos la unión que existe entre nosotros, y entre nosotros y nuestra Fuente. 2No tenemos otra voluntad que la Suya y todos somos uno porque todos compartimos Su Voluntad. 3A través de Ella reconocemos que somos uno solo. 4A través de Ella encontramos por fin el camino que nos conduce a Dios.

 

25 DE NOVIEMBRE

III. Los testigos de Dios

1. No condenes a tu salvador porque él crea ser un cuerpo. 2Pues más allá de sus sueños se encuentra su realidad. 3Pero antes de que él pueda recordar lo que es, tiene que aprender que es un salvador. 4Y tiene que salvar a todo aquel que quiera ser salvado. 5Su felicidad depende de que te salve a ti. 6Pues, ¿quién puede ser un salvador sino aquel que brinda salvación? 7De este modo aprende que la salvación es algo que él tiene que ofrecer. 8Pues a menos que se la conceda a otro no sabrá que dispone de ella, ya que dar es la prueba de que se tiene. 9Esto no lo pueden entender aquellos que creen que con su fuerza pueden menoscabar a Dios. 10Pues, ¿quién podría dar lo que no tiene? a¿Y quién podría per­der al dar aquello que, por el hecho de darlo, no puede sino aumentar?

2. ¿Crees acaso que el Padre perdió Su Ser cuando te creó? 2¿Crees que se debilitó por haber compartido Su Amor? 3¿Se vio acaso menoscabada Su plenitud debido a tu perfección? 4¿O eres tú la prueba de Su plenitud y perfección? 5No niegues Su testigo en el sueño que Su Hijo prefiere a su propia realidad. 6Su Hijo tiene que ser el salvador del sueño al que dio lugar, para poder así liberarse de él. 7Tiene que ver a otro no como un cuerpo, sino como uno con él, sin la muralla que el mundo ha construido para mantener separadas todas las cosas vivientes que no saben que viven.

3. En el sueño de cuerpos y muerte aún puede vislumbrarse un atisbo de verdad que tal vez no es más que una pequeña chispa, un espacio de luz creado en la oscuridad donde Dios refulge todavía. 2Tú no puedes despertarte a ti mismo. 3No obstante, puedes permitir que se te despierte. 4Puedes pasar por alto los sueños de tu hermano. 5Puedes perdonarle sus ilusiones tan per­fectamente, que él se convierte en el que te salva de tus sueños. 6Y al verlo brillar en el espacio de luz donde Dios mora dentro de la oscuridad, verás que Dios Mismo se encuentra allí donde está su cuerpo. 7Ante esta luz el cuerpo desaparece, de la misma manera en que las sombras densas ceden ante la luz. 8La oscuridad no puede decidir que el cuerpo siga presente. 9La llegada de la luz supone su desaparición. 10Verás entonces a tu hermano en la gloria, y entenderás qué es lo que realmente llena la brecha que por tanto tiempo pensaste que os mantenía separados. 11Ahí, en lugar de ella, el testigo de Dios ha trazado el dulce camino de la bondad para que el Hijo de Dios lo recorra. 12ª todo aquel que perdonas se le concede el poder de perdonarte a ti tus ilusiones. 13Mediante tu regalo de libertad te liberas tú.

4. Hazte a un lado y deja pasar al amor, el cual tú no creaste, pero sí puedes extender. 2En la tierra eso quiere decir perdonar a tu hermano, para que las tinieblas desaparezcan de tu mente. 3Una vez que la luz haya llegado hasta tu hermano a través de tu per­dón, él no se olvidará de su salvador ni lo dejará sin absolver. 4Pues fue en tu rostro donde vio la luz que quiere mantener a su lado, a medida que camina a través de las tinieblas hacia la Luz eterna.

5. ¡Cuán santo debes ser tú para que el Hijo de Dios pueda ser tu salvador en medio de sueños de desolación y de desastres! 2Observa cuán deseoso llega, apartando las densas sombras que lo mantenían oculto, para poder brillar sobre ti lleno de gratitud y amor. 3Él es él mismo, pero no él mismo solo. 4Y de la misma manera en que su Padre no perdió parte de él al crearte a ti, así la luz en él es aún más brillante por tú haberle dado tu luz para salvarlo de las tinieblas. 5Y ahora la luz en ti tiene que ser tan brillante como la que refulge en él. 6Ésta es la chispa que brilla en el sueño: que tú puedes ayudarle a despertar, y estar seguro de que sus ojos despiertos se posarán sobre ti. 7Y con su feliz salva­ción, te salvas tú.

 

LECCIÓN 330

 

Hoy no volveré a hacerme daño.

 

1. Aceptemos hoy que el perdón es nuestra única función. z¿Por qué atacar nuestras mentes y ofrecerles imágenes de dolor? 3¿Por qué enseñarles que son impotentes, cuando Dios les ofrece Su poder y Su Amor y las invita a servirse de lo que ya es suyo? 4La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de Dios ha sido reinstaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha tal como dispone la Voluntad de Dios unida a la suya pro­pia. 5El Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir. 6Elijamos hoy que Él sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todas las cosas que el sueño de miedo parece ofrecernos.

2. Padre, es imposible hacerle daño a Tu Hijo. 2Y si creemos sufrir, es sólo porque no reconocemos la única Identidad que compartimos Con­tigo. 3Hoy queremos retornar a Ella, a fin de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.

 

26 DE NOVIEMBRE

IV. Los diferentes papeles del sueño

1.  Â¿Crees acaso que la verdad puede ser tan sólo meras ilusiones? 2Las ilusiones son sueños precisamente porque no son verdad. 3El hecho de que la verdad esté ausente de todas ellas por igual es la base del milagro, lo cual quiere decir que has entendido que los sueños sueños son, y que escaparte de ellos depende, no del sueño en sí, sino de que despiertes. 4¿Cómo iba a ser posible con­servar algunos sueños y despertar de otros? 5La elección no es entre qué sueños conservar, sino sólo si quieres vivir en sueños o despertar de ellos. 6De ahí que el milagro no excluya de su bené­fica influencia algunos sueños. 7No puedes quedarte con algunos sueños y despertar de otros, pues o bien estás dormido o bien despierto. 8Y soñar tiene que ver únicamente con una de estas dos posibilidades.

2. Los sueños que te parecen gratos te retrasarán tanto como aquellos en los que el miedo es evidente. 2Pues todos los sueños son sueños de miedo, no importa en qué forma parezcan mani­festarse. 3El miedo se ve adentro o afuera, o en ambos sitios. 4O puede estar oculto tras formas agradables. 5Pero nunca está ausente del sueño, pues el miedo es el elemento básico de todos los sueños. 6Puede que la forma en que éstos se manifiestan cam­bie, pero es imposible que se compongan de ninguna otra cosa. 7El milagro sería ciertamente traicionero si te permitiera seguir estando amedrentado por no haber reconocido el miedo. 8Pues no estarías entonces dispuesto a despertar, que es para lo que el milagro allana el camino.

3. Dicho llanamente, el ataque es la respuesta a una función que no se ha llevado a cabo tal como tú la percibes. 2Puede que ello tenga que ver contigo o con otro; sin embargo, allí donde se per­ciba, allí se atacará. 3La depresión o el ataque no pueden sino ser los temas de todos los sueños, pues el miedo es el elemento de que se componen. 4El fino disfraz de placer y alegría en el que tal vez vayan envueltos apenas cubre el grueso bloque de miedo que constituye su médula. 5Y esto es lo que el milagro percibe, y no las envolturas que lo cubren.

4. Cuando te invade la ira, ¿no es acaso porque alguien no llevó a cabo la función que tú le habías asignado? 2¿Y no se convierte esto en la "razón" que justifica tu ataque? 3Los sueños que crees que te gustan son aquellos en los que las funciones que asignaste se cum­plieron, y las necesidades que te adscribiste, fueron satisfechas. 4No importa si esas necesidades se satisfacen o si son simplemente algo que se desea. 5Es la idea de que existen lo que produce miedo. 6Los sueños no se desean en mayor o menor medida. 7Simplemente se desean o no se desean. 8Y cada uno representa alguna función que tú le has asignado a algo: algún objetivo que un acon­tecimiento, un cuerpo o una cosa debe representar y alcanzar por ti. 9Si lo logra crees que el sueño te gusta. 10Si fracasa crees que es triste. 11Pero el que fracase o se logre no es lo que constituye su médula, sino simplemente su endeble envoltura.

5. ¡Cuán felices serían tus sueños si no le adjudicases a cada una de las figuras que aparecen en ellos el papel que "debe" repre­sentar! 2Es únicamente la imagen que tienes de alguien lo que puede fracasar, y tener esa imagen es lo único que constituye una traición. 3La médula de los sueños que ofrece el Espíritu Santo no es nunca una médula de temor. 4Lo que los envuelve puede pare­cer ser lo mismo, pero su significado ha cambiado porque cubre otra cosa. 5Lo que determina toda percepción es su propósito, en el sentido de que aparenta ser aquello para lo que se considera que es. 6Una sombría figura que ataca se convierte en un hermano que te ofrece una oportunidad para prestar ayuda, si esto se convirtiese en la función del sueño. 7Y de este modo, los sue­Ã±os de tristeza se transformarían en sueños de alegría.

6. ¿Para qué es tu hermano? 2No lo sabes porque tu función aún no te resulta clara. 3No le asignes un papel que tú crees que te haría feliz a ti. 4Y no trates de herirle cuando él no cumpla el papel que le asignaste en el sueño que tienes de lo que debería ser tu vida. 5Él pide ayuda en cada uno de sus sueños, y tú puedes prestársela si ves la función del sueño tal como la percibe Aquel que puede utilizar todo sueño en beneficio de la función que se le encomendó a Él. 6Puesto que ama al soñador, y no al sueño, cada sueño se convierte en una ofrenda de amor. 7Pues en el centro de cada sueño se halla Su Amor por ti, iluminando amorosamente cualquier manifestación del sueño.

 

12. ¿Qué es el ego?

 

1. El ego no es otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limi­tado y separado, nacido en un cuerpo, condenado a sufrir y a que su vida acabe en la muerte. 2Es la "voluntad" que ve a la Voluntad de Dios como su enemigo, y que adopta una forma en que Ésta es negada. 3El ego es la "prueba" de que la fuerza es débil y el amor temible, la vida en realidad es la muerte y sólo lo que se opone a Dios es verdad.

2. El ego es demente. 2Lleno de miedo, cree alzarse más allá de lo Omnipresente, aparte de la Totalidad y separado de lo Infinito. 3En su demencia cree también haber vencido a Dios Mismo. 4Y desde su terrible autonomía "ve" que la Voluntad de Dios ha sido destruida. 5Sueña con el castigo y tiembla ante las figuras de sus sueños: sus enemigos, que andan tras él queriendo asesinarlo antes de que él pueda proteger su seguridad atacándolos primero.

3. El Hijo de Dios no tiene ego. 2¿Qué puede saber él de la locura o de la muerte de Dios, cuando mora en Él? 3¿Qué puede saber de penas o de sufrimientos, cuando vive en una dicha eterna? 4¿Qué puede saber del miedo o del castigo, del pecado o de la culpabili­dad, del odio o del ataque, cuando lo único que le rodea es paz eterna, por siempre imperturbable y libre de todo conflicto, en la tranquilidad y silencio más profundos?

4. Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamien­tos, sus obras o actos, sus leyes o creencias, sus sueños o esperan­zas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que hay que pagar por creer en él. 2Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en él es tan inmenso que la ofrenda que se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios. aY la sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir.

5. Una sola azucena de perdón, no obstante, puede transformar la oscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma. 2Y la paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como Su Hijo, Su morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas, y completamente unidas a Él.

 

LECCIÓN 331

 

El conflicto no existe, pues mi voluntad es la Tuya.

 

1. Padre, ¡qué absurdo creer que Tu Hijo podía causarse sufrimiento así mismo! 2¿Cómo iba él a poder planear su condenación sin que se le hubiera provisto de un camino seguro que lo condujese a su liberación? 3Me amas, Padre, 4y nunca habrías podido dejarme en la desolación, para morir en un mundo de dolor y crueldad. 5¿Cómo pude jamás pen­sar que el Amor se había abandonado a Sí Mismo? 6No hay otra volun­tad que la Voluntad del Amor. 7El miedo es un sueño, y no tiene una voluntad que pueda estar en conflicto con la Tuya. 8Estar en conflicto es estar dormido; la paz, estar despierto. 9La muerte es una ilusión, y la vida, la verdad eterna. 10Nada se opone a Tu Voluntad. 11El conflicto no existe, pues mi voluntad es la Tuya.

2. El perdón nos muestra que la Voluntad de Dios es una sola y que la compartimos. 2Contemplemos los santos panoramas que hoy nos muestra el perdón, de modo que podamos encontrar la paz de Dios. 3Amén.

 

27 DE NOVIEMBRE

V. La morada inmutable

1. Hay un lugar en ti en el que este mundo en su totalidad ha sido olvidado, y en el que no quedan memorias de pecado ni de ilusiones. 2Hay un lugar en ti donde el tiempo ha desaparecido y donde se oyen ecos de la eternidad. 3 Hay un lugar de descanso donde el silencio es tan absoluto que no se oye ningún sonido, excepto un himno que se eleva hasta el Cielo para brindar júbilo a Dios el Padre y al Hijo. 4Allí donde Ambos moran, allí Ambos son recordados. 5Y allí donde Ambos están, allí se encuentran el Cielo y la paz.

2. No creas que puedes cambiar el lugar donde Ellos moran. 2Pues tu Identidad reside en Ellos, y allí donde Ellos están, allí tienes que estar tú para siempre. 3La inmutabilidad del Cielo se encuen­tra tan profundamente dentro de ti, que todas las cosas de este mundo no hacen sino pasar de largo, sin notarse ni verse. 4La sosegada infinitud de la paz eterna te envuelve dulcemente en su tierno abrazo, tan fuerte y serena, tan tranquila en la omnipoten­cia de su Creador, que nada puede perturbar al sagrado Hijo de Dios que se encuentra en tu interior.

3. He aquí el papel que el Espíritu Santo te asigna a ti que sirves al Hijo de Dios y que quieres contemplar su despertar y regoci­jarte. 2Él forma parte de ti y tú de él porque es el Hijo de su Padre, y no por ningún otro propósito que tú puedas ver en él. 3Lo único que se te pide es que aceptes lo inmutable y lo eterno en él, pues tu Identidad reside allí. 4Sólo en él puedes encontrar la paz que mora en ti. 5Y todo pensamiento de amor que le ofrez­cas no hace sino acercarte más a tu despertar a la paz eterna y a la dicha infinita.

4. Éste sagrado Hijo de Dios es como tú: el reflejo del Amor de su Padre por ti, el tierno recordatorio del Amor de su Padre me­diante el que fue creado, el cual todavía mora en él al igual que en ti. 2Permanece muy quedo y escucha la Voz de Dios en él, y deja que esa Voz te diga cuál es su función. 3Pues él fue creado para que tú fueses íntegro, pues sólo lo que está completo puede ser parte de la compleción de Dios, la cual te creó.

5. Él único regalo que el Padre te pide es que no veas en la crea­ción más que la esplendorosa gloria del regalo que Él te hizo. 2Contempla a Su Hijo, Su regalo perfecto, en quien su Padre refulge eternamente, y a quien toda la creación le ha sido dada como propia. 3Y puesto que él dispone de ella se te da a ti. aPor lo tanto, contempla tu paz allí donde la creación se encuentra en él. 4La calma que te rodea mora en él, y de esa quietud emanan los sueños felices en los que vuestras manos se unen candorosa­mente. 5Éstas no son las manos usurpadoras de los sueños de dolor. 6No empuñan ninguna espada, pues han abandonado su apego a todas las vanas ilusiones del mundo. 7Y al estar vacías reciben en cambio la mano de un hermano en la que yace la ple­nitud.

6. Si conocieses el glorioso objetivo que se halla más allá del per­dón, no te aferrarías a ningún pensamiento, por muy leve que parezca ser su roce con la maldad. 2Pues entenderías cuán grande es el costo que supone conservar cualquier cosa que Dios no haya otorgado en las mentes que pueden en cambio dirigir las manos a bendecir y a conducir al Hijo de Dios a la morada de su Padre. 3¿No te gustaría ser amigo de aquel que fue creado para ser la morada de su Padre? 4Si Dios lo considera digno de Sí Mismo, ¿lo atacarías tú con las manos del odio? 5¿Quién que ponga sus ensangrentadas manos sobre el propio Cielo podría esperar encontrar la paz de éste? 6Tu hermano cree estar sujetando la mano de la muerte. 2Mas no le creas. 8Reconoce, en cambio, cuán bendito eres tú que lo puedes liberar sólo con ofrecerle la tuya.

7. Se te ofrece un sueño en el que tu hermano es tu salvador, no tu enemigo acérrimo. 2Se te ofrece un sueño en el que lo has perdo­nado por todos sus sueños de muerte: un sueño de esperanza que compartes con él, en vez de los sueños de odio y maldad que sueñas por tu cuenta. 3¿Por qué parece tan difícil compartir este sueño? 4Porque a menos que sea el Espíritu Santo Quien le otor­gue al sueño la función que debe tener, éste continuará estando al servicio de la muerte, ya que fue concebido para el odio. 5Cada forma que adopta es, de alguna manera, una invocación a la muerte. 6Y aquellos que sirven al señor de la muerte han venido a adorarlo en un mundo de separación -cada uno con su diminuta lanza y enmohecida espada- para cumplir su vieja promesa de morir.

8. Tal es la médula de miedo de cada sueño que no se le haya entregado a Aquel que otorga a los sueños una función distinta. 2Cuando los sueños se comparten, pierden la función de atacar y separar, si bien para esto fue para lo que se concibieron. 3En el mundo de los sueños, no obstante, no hay nada que esté exento de la esperanza de cambio y mejora, pues no es en él donde se encuentra la inmutabilidad. 4Alegrémonos en verdad de que esto sea así, y no busquemos lo eterno en este mundo. 5Los sueños de perdón son medios para dejar de soñar con un mundo externo a ti. 6Y conducen finalmente más allá de todo sueño a la paz de la vida eterna.

 

VI. El perdón y el final del tiempo

1. ¿Cuán dispuesto estás a perdonar a tu hermano? 2¿Hasta qué punto deseas la paz en lugar de los conflictos interminables, el sufrimiento y el dolor? 3Estas preguntas son en realidad la misma pregunta, aunque formuladas de manera diferente. 4En el perdón reside tu paz, pues en él radica el fin de la separación y del sueño de peligro y destrucción, de pecado y muerte, de locura y asesi­nato, así como de aflicción y pérdida. 5Éste es el "sacrificio" que pide la salvación, y, a cambio de todo ello, gustosamente ofrece paz.

2. ¡No jures morir, santo Hijo de Dios! 2Pues eso es hacer un trato que no puedes cumplir. 3Al Hijo de la Vida no se le puede des­truir. 4Es inmortal como su Padre. 5Lo que él es no puede ser alterado. 6Él es lo único en todo el universo que necesariamente es uno sólo. 7A todo lo que parece eterno le llegará su fin. 8Las estrellas desaparecerán, y la noche y el día dejarán de ser. 9Todas las cosas que van y vienen, la marea, las estaciones del año y las vidas de los hombres; todas las cosas que cambian con el tiempo y que florecen y se marchitan, se irán para no volver jamás. 10Lo eterno no se encuentra allí donde el tiempo ha fijado un final para todo. 11El Hijo de Dios jamás puede cambiar por razón de lo que los hombres han hecho de él. 12Será como siempre ha sido y como es, pues el tiempo no fijó su destino, ni marcó la hora de su nacimiento ni la de su muerte. 13El perdón no lo cambiará. 14No obstante, el tiempo sólo está a la espera del perdón para que las cosas del tiempo puedan desaparecer, ya que no son de ninguna utilidad.

3. Nada sobrevive a su propósito. 2Si algo fue concebido para morir, morirá, a no ser que se niegue a aceptar ese propósito como propio. 3El cambio es lo único que se puede convertir en una bendición aquí, donde ningún propósito es fijo por muy inmutable que parezca ser. 4No creas que puedes fijar un objetivo que no concuerde con el propósito que Dios te encomendó, y hacer que sea inmutable y eterno. 5Puedes adjudicarte un propó­sito que no te corresponde a ti, 6pero no puedes deshacerte del poder de cambiar de parecer y establecer otro propósito en tu mente.

4. Poder cambiar es el mayor regalo que Dios le dio a todo lo que tú quisieras hacer eterno, para asegurarse de que el Cielo fuese lo único que no desapareciese. 2No naciste para morir. 3Y no puedes cambiar, ya que tu función la fijó Dios. 4Todos los demás objeti­vos, excepto uno, operan en el tiempo y cambian de manera que éste se pueda perpetuar. 5Pues el perdón no se propone conservar el tiempo, sino abolirlo una vez que deja de ser de utilidad. 6Y una vez que deja de ser útil, desaparece. 7Y ahí donde una vez parecía reinar, se restaura ahora a plena conciencia la función que Dios le encomendó a Su Hijo. 8El tiempo no puede fijar un final para el cumplimiento de esta función ni para su inmutabili­dad. 9La muerte no existe porque todo lo que vive comparte la función que su Creador le asignó. 10La función de la vida no puede ser morir. 11Tiene que ser la extensión de la vida, para que sea eternamente una para siempre y sin final.

5. Éste mundo te atará de pies y manos y destruirá tu cuerpo únicamente si piensas que se construyó para crucificar al Hijo de Dios. 2Pues aunque el mundo sea un sueño de muerte, no tienes por qué dejar que sea eso para ti. 3Deja que esto cambie, y todas las cosas en el mundo no podrán sino cambiar también. 4Pues aquí todo se define en función del propósito que tú le asignas.

6. ¡Qué bello es el mundo cuyo propósito es perdonar al Hijo de Dios! 2¡Cuán libre de miedo está, y cuán repleto de bendiciones y felicidad! 3¡Y qué dicha es morar por un tiempo en un lugar tan feliz! 4Mas no debemos olvidarnos de que en un mundo así, no transcurre mucho tiempo antes de que la intemporalidad venga calladamente a ocupar el lugar del tiempo.

 

LECCIÓN 332

 

El miedo aprisiona al mundo. El perdón lo libera.

 

1. El ego forja ilusiones. 2La verdad desvanece sus sueños malva­dos con el brillo de su fulgor. 3La verdad nunca ataca. 4Sencilla­mente es. 5Y por medio de su presencia se retira a la mente de las fantasías, y así ésta despierta a lo real. 6El perdón invita a esta presencia a que entre, y a que ocupe el lugar que le corresponde en la mente. 7Sin el perdón, la mente se encuentra encadenada, creyendo en su propia futilidad. 8Mas con el perdón, la luz brilla a través del sueño de tinieblas, ofreciéndole esperanzas y propor­cionándole los medios para que tome conciencia de la libertad que es su herencia.

2. Hoy no queremos volver a aprisionar al mundo. 2El miedo lo man­tiene aprisionado. 3Mas Tu Amor nos ha proporcionado los medios para liberarlo. 4Padre, queremos liberarlo ahora. 5Pues cuando ofrecemos libertad se nos concede a nosotros. 6Y no queremos seguir presos cuando Tú nos ofreces la libertad.

 

28 DE NOVIEMBRE

VII. No busques fuera de ti mismo

1. No busques fuera de ti mismo. 2Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. 3El Cielo no se puede encon­trar donde no está, ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. 4Ninguno de los ídolos qué veneras cuando llamas a Dios te contestará en Su lugar. 5Ninguna otra respuesta que pue­das utilizar como sustituto te proporcionará la felicidad que sólo Su respuesta brinda. 6No busques fuera de ti mismo. 7Pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas, y de insistir que sabes dónde encontrarlo. 8¿Y qué pasaría si no estu­viese allí? 9¿Preferirías tener razón a ser feliz? 10Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad, y no la sigas buscando por más tiempo en ningún otro lugar, 11pues buscarás en vano. 12Mas se te ha concedido conocer la verdad, y saber que no la debes buscar fuera de ti mismo.

2. No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna espe­ranza, alguna ilusión persistente o algún sueño de que hay algo fuera de sí mismo que le puede brindar paz y felicidad. 2Si todo se encuentra en él, eso no puede ser verdad. 3Y así, al venir a este mundo, niega su propia verdad y se dedica a buscar algo que sea más que lo que lo es todo, como si una parte de ese todo estu­viese separada y se encontrase donde el resto no está. 4Éste es el propósito que le confiere al cuerpo: que busque lo que a él le falta y que le provea de lo que le restauraría su plenitud. 5Y así, vaga sin rumbo, creyendo ser lo que no es, en busca de algo que no puede encontrar.

3. Ésta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. 2Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no sé dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. 3La forma en que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él. 4No obstante, su intención es destruir al Hijo de Dios que se encuentra en su interior, y así probar que logró vencerlo. 5Éste es el propósito de todo ídolo, pues ése es el papel que se le asignó, y ése es el papel que no puede cumplir.

4. Siempre que tratas de alcanzar un objetivo en el que el mejora­miento del cuerpo es el beneficiario principal, estás buscando la muerte. 2Pues crees que puedes experimentar insuficiencia, y la insuficiencia es muerte. 3Sacrificarse es renunciar a algo, y, conse­cuentemente, estar privado de ello y haber sufrido una pérdida. 4Y mediante esta renuncia se renuncia a la vida. 5No busques fuera de ti mismo. 6Esa búsqueda implica que te falta plenitud interna y que temes contemplar tu ruina, por lo que prefieres buscar lo que eres fuera de ti mismo.

5. Los ídolos no pueden sino desmoronarse porque no tienen vida, y lo que no tiene vida es un signo de muerte. 2Viniste a morir, por lo tanto, ¿qué puedes esperar, sino percibir los signos de la muerte que buscas? 3Ni la tristeza ni el sufrimiento proclaman otro men­saje que el de haber hallado un ídolo que representa una parodia de la vida, el cual, al no tener vida, es realmente la muerte, a la cual se considera real y se le da forma viviente. 4No obstante, no hay ídolo que no haya de fracasar, desmoronarse y desintegrarse porque ninguna forma de muerte puede ser vida y lo que se sacri­fica no puede ser íntegro.

6. Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impe­dirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti mismo. 2Es inútil ren­dirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. 3Dios mora en tu interior, y tu plenitud reside en Él. 4Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. 5No recurras a ídolos. 6No busques fuera de ti mismo.

7. Olvidémonos del propósito que el pasado le ha conferido al mundo. 2Pues, de otra manera, el futuro será como el pasado: una serie de sueños deprimentes, en los que todos los ídolos te irán fallando uno tras otro, y donde verás muerte y desengaño por doquier.

8. Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y libe­ración en lo que aparenta ser un círculo interminable de desespe­ración, necesitas tan sólo aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo. 2Le adjudicas objetivos que no tiene, y de esta forma, decides cuál es su propósito. 3Procuras ver en él un lugar de ído­los que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está adentro dividiendo lo que eres entre lo que está afuera y lo que está adentro. 4Tú eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si vinie­sen de afuera. 5Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas. 6Y los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.

9. No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños, sino en una mente dormida? 2¿Y podría acaso un sueño hacer que la imagen que pro­yecta fuera de sí mismo fuese real? 3Ahorra tiempo, hermano mío, aprendiendo para qué es el tiempo. 4Y haz que el final de los ído­los venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. 5Tu santa mente es el altar a Dios, y donde Él está no puede haber ídolos. 6El temor a Dios no es el miedo de perder tu realidad 7sino el miedo de perder tus ídolos. 8No obstante, has hecho de tu realidad un ídolo, y ahora lo tienes que proteger contra la luz de la verdad. 9Y todo el mundo se convierte en el medio para poder salvar a ese ídolo. 10De esta manera, la salvación parece amenazar la vida y ofrecer la muerte.

10. Mas no es así. 2La salvación trata de probar que la muerte no existe y que lo único que existe es la vida. 3Sacrificar la muerte no supone pérdida alguna. 4Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. 5Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. 6No busques esperanzas más allá de tu Padre. 7Pues la esperanza de felicidad no es la desespe­ración.

 

LECCIÓN 333

 

El perdón pone fin al sueño de conflicto.

 

1. El conflicto debe ser resuelto. 2Si se quiere escapar de él, no debe evadirse, ignorarse, negarse, encubrirse, verse en otra parte, llamarse por otro nombre u ocultarse mediante cualquier clase de engaños. 3Tiene que verse exactamente como es, allí donde se cree que está, y tiene que verse también la realidad que se le ha otorgado y el propósito que le ha asignado la mente. 4Pues sólo entonces se desmantelan sus defensas y la verdad puede arrojar su luz sobre él según desaparece.

2. Padre, el perdón es la luz que Tú elegiste para que desvaneciese todo conflicto y toda duda, y para que alumbrase el camino que nos lleva de regreso a Ti. 2Ninguna otra luz puede dar fin a nuestro sueño malvado. 3Ninguna otra luz puede salvar al mundo. 4Pues dicha luz es lo único que jamás ha de fallar, ya que es el regalo que le has hecho a Tu Hijo bienamado.

 

LECCIÓN 334

 

Hoy reclamo los regalos que el perdón otorga.

 

1. No esperaré ni un solo día más para encontrar los tesoros que mi Padre me ofrece. 2Todas las ilusiones son vanas, y los sueños desaparecen incluso a medida que se van tejiendo con pensamien­tos basados en percepciones falsas. 3No dejes que hoy vuelva a aceptar regalos tan míseros. 4La Voz de Dios les ofrece Su paz a todos los que escuchan y eligen seguirlo. 5Esto es lo que elijo hoy. 6Y así, voy en busca de los tesoros que Dios me ha dado.

2. Busco sólo lo eterno. 2Pues Tu Hijo no podría sentirse satisfecho con menos de eso. 3¿Qué otra cosa, entonces, podría brindarle solaz, sino lo que Tú le ofreces a su desconcertada mente y a su atemorizado corazón, a fin de proporcionarle certeza y traerle paz? 4Hoy quiero contemplar a mi hermano sin mancha alguna de pecado en él. 5Eso es lo que Tu Voluntad dispone que yo haga, pues así es como podré contemplar mi propia impe­cabilidad.

 

LECCIÓN 335

 

Elijo ver la impecabilidad de mi hermano.

 

1. Perdonar es una elección. 2Nunca veo a mi hermano tal como es, pues eso está mucho más allá de la percepción. 3Lo que veo en él es simplemente lo que deseo ver, pues eso es lo que quiero que sea verdad. 4A eso es a lo único que respondo, por mucho que parezca que es a los acontecimientos externos. 5Elijo lo que deseo contemplar, y eso, y sólo eso, es lo que veo. 6La impecabilidad de mi hermano me muestra que quiero contemplar la mía propia. 7Y la veré, puesto que he decidido ver a mi hermano en la santa luz de su inocencia.

2. ¿De qué otro modo podría restituírseme Tu recuerdo, sino viendo la inocencia de mi hermano? 2Su santidad me recuerda que él fue creado uno conmigo y semejante a mí. 3En él encuentro mi Ser, y en Tu Hijo encuentro asimismo el recuerdo de Ti.

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