UN CURSO DE MILAGROS - FRASES DEL DÍA

 

 

JULIO

1 DE JULIO

III. Las recompensas que se derivan de enseñar

1. Ya hemos aprendido que todo el mundo enseña, y que enseña continuamente. 2Es posible que hayas enseñado bien, pero que no hayas aprendido a aceptar el bienestar que te produce enseñar. 3Si examinases lo que has enseñado, y cuán ajeno es a lo que creías saber, no podrías por menos que darte cuenta de que tu Maestro tuvo que proceder de más allá de tu sistema de pensa­miento. 4Por lo tanto, Él pudo verlo objetivamente y percibir que no era cierto. 5Tuvo que haber hecho eso basándose en un sistema de pensamiento muy diferente, que no tiene nada en común con el tuyo. 6Pues ciertamente lo que Él ha enseñado y lo que tú has enseñado a través de Él, no tiene nada en común con lo que tú enseñabas antes de que Él llegase. 7Y como resultado de ello, has llevado paz allí donde antes había dolor, y el sufrimiento ha de­saparecido para ser reemplazado por la alegría.

2. Puede que hayas enseñado lo que es la libertad, pero no has aprendido a ser libre. 2Anteriormente dije: "Por sus frutos los conoceréis y ellos se conocerán a sí mismos". 3Pues es indudable que te juzgas a ti mismo de acuerdo con lo que enseñas. 4Las ense­Ã±anzas del ego producen resultados inmediatos porque aceptas sus decisiones inmediatamente como tu elección. 5Y esa acepta­ción significa que estás dispuesto a juzgarte a ti mismo de igual modo. 6Causa y efecto están claramente definidos en el sistema de pensamiento del ego, pues todo tu aprendizaje ha estado encau­zado a establecer la relación que hay entre ellos. 7¿Y cómo no ibas a tener fe en lo que tan diligentemente te enseñaste a creer? 8Recuerda, no obstante, cuánto cuidado has ejercido al elegir sus testigos, y cuánto al evitar los que hablan en favor de la causa de la verdad y de sus efectos.

3. ¿No te demuestra el hecho de que no hayas aprendido lo que has enseñado que no percibes a la Filiación como una? 2¿Y no te demuestra ello también que no te consideras a ti mismo uno? 3Pues es imposible enseñar eficazmente si se carece de convicción, y es igualmente imposible que la convicción se encuentre fuera de ti. 4Jamás podrías haber enseñado lo que es la libertad a no ser que creyeses, en ella. 5Lo que enseñaste, pues, tuvo que haber proce­dido de ti. 6Sin embargo, es evidente que no conoces el Ser que eres, y que no lo reconoces a pesar de que está activo. 7Lo que está activo tiene que estar presente. 8Y sólo si niegas Sus obras podrías negar Su presencia.

4. El propósito de este curso es que aprendas a conocerte a ti mismo. 2Has enseñado lo que eres, pero no has permitido que lo que eres te enseñe a ti. 3Has tenido sumo cuidado en evitar lo obvio, y en no ver la verdadera relación que existe entre causa y efecto, la cual es perfectamente evidente. 4Dentro de ti, no obs­tante, se encuentra todo lo que has enseñado. 5¿Qué parte de ti puede ser la que no lo ha aprendido? 6TIene que ser esa parte que realmente es externa a ti, no porque tú la hayas proyectado, sino porque así es en verdad. 7Y es esa parte que has aceptado dentro de ti la que no es lo que tú eres. 8Lo que aceptas en tu mente no puede realmente cambiarla. 9Las ilusiones no son sino creencias en algo que no existe. 10Y el aparente conflicto entre la verdad y la ilusión solo puede ser resuelto separándote de la ilusión y no de la verdad.

5. Lo que has enseñado ya ha logrado esto, pues el Espíritu Santo es parte de ti. 2Al haber sido creado por Dios, Él no ha abando­nado ni a Dios ni a Su creación. 3Él es a la vez Dios y tú, del mismo modo en que tú eres a la vez Dios y Él. 4Pues la Respuesta de Dios a la separación te aportó más que lo que tú trataste de llevarte contigo. 5Él te protegió tanto a ti como a tus creaciones, al mantener unido a ti lo que tú quisiste excluir. 6Y tus creaciones ocuparán el lugar de lo que tú admitiste para reemplazarlas. 7Tus creaciones son muy reales, pues forman parte del Ser que desco­noces. 8Se comunican contigo a través del Espíritu Santo, y, para que aprendas a enseñar lo que eres, te ofrecen gustosamente su poder y gratitud por su creación a ti que eres su hogar. 9Tú que eres anfitrión de Dios lo eres también de ellas. 10Pues nada real ha abandonado jamás la mente de su creador. 11Y lo que no es real nunca estuvo en ella.

6. Tú no eres dos seres en conflicto. 2¿Qué puede haber más allá de Dios? 3Si tú, que lo contienes a Él y a quien Él contiene, eres el universo, todo lo demás tiene que estar afuera, donde no existe nada. 4Has enseñado esto, y, desde muy lejos en el universo aun­que no desde más allá de ti mismo, los testigos de tu enseñanza se han congregado para ayudarte a aprender. 5Su gratitud se ha unido a la tuya y a la de Dios para fortalecer tu fe en lo que enseñaste. 6Pues lo que enseñaste es verdad. 7Si eliges estar solo, te excluyes a ti mismo de tu enseñanza y te mantienes separado de ella. 8Pero unido a ellos no puedes sino aprender que sola­mente te enseñaste a ti mismo, y que aprendiste de la convicción que compartiste con ellos.

7. Este año comenzarás a aprender y a hacer que lo que aprendas sea comparable a lo que enseñas. 2Has elegido esto al estar dis­puesto a enseñar. 3Aunque enseñar parecía ocasionarte dolor, dis­pondrás del gozo que se deriva de ello. 4Pues dicho gozo reside en el alumno, que se lo ofrece al maestro con gratitud y lo comparte con él. 5A medida que sigas aprendiendo, tu gratitud hacia tu Ser, que te enseña lo que Él es, aumentará y te ayudará a honrarlo. 6Y te darás cuenta de Su poder, de Su fuerza y de Su pureza, y lo amarás como Su Padre lo ama. 7Su Reino no tiene límites ni fin, ni hay nada en Él que no sea perfecto y eterno. 8Tú eres todo esto, y no hay nada aparte de esto que pueda ser lo que tú eres.

8. Tu santísimo Ser es digno de toda alabanza por lo que eres, y por lo que es Aquel que te creó como eres. 2Tarde o temprano todo el mundo tiene que construir un puente para salvar la brecha que se imagina existe entre sus dos seres. 3Cada cual construye dicho puente, a través del cual salvará la brecha que le separa de su Ser, tan pronto como esté dispuesto a hacer un ligero esfuerzo por construirlo. 4Sus parvos esfuerzos están poderosamente respalda­dos por la fortaleza del Cielo y por la voluntad conjunta de todos los que hacen que el Cielo sea lo que es, al estar unidos dentro de él. 5Y así, todo aquel que está dispuesto a cruzar es literalmente transportado hasta el otro lado.

9. Tu puente está mejor construido de lo que te imaginas, y tus pies están firmemente asentados en él. 2No dudes de que la atrac­ción de los que están al otro lado esperándote no te vaya a ayu­dar a cruzar sin contratiempos. 3Pues llegarás a donde quieres estar, y a donde te aguarda tu Ser.

 

LECCIÓN 183

 

Invoco el Nombre de Dios y el mío propio.

 

1. El Nombre de Dios es sagrado, pero no es más sagrado que el tuyo. 2Invocar Su Nombre es invocar el tuyo. 3Un padre le da su nombre a su hijo y, de este modo, identifica a su hijo con él. 4Sus hermanos comparten su nombre y, así, están unidos por un vínculo en el que encuentran su identidad. 5El Nombre de tu Padre te recuerda quién eres incluso en un mundo que no lo sabe, e incluso cuando tú mismo no lo has recordado.

2. El Nombre de Dios no puede ser oído sin que suscite una res­puesta, ni pronunciado sin que produzca un eco en la mente que te exhorta a recordar. 2Di Su Nombre, y estarás invitando a los ángeles a que rodeen el lugar en el que te encuentras, a cantarte según despliegan sus alas para mantenerte a salvo y a protegerte de cualquier pensamiento mundano que quisiera mancillar tu santidad.

3. Repite el Nombre de Dios, y el mundo entero responderá aban­donando las ilusiones. 2Todo sueño que el mundo tenga en gran estima de repente desaparecerá, y allí donde parecía encontrarse hallarás una estrella, un milagro de gracia. 3Los enfermos se levantarán, curados ya de sus pensamientos enfermizos. 4Los cie­gos podrán ver y los sordos oír. 5Los afligidos abandonarán su duelo, y sus lágrimas de dolor se secarán cuando la risa de felici­dad venga a bendecir al mundo.

4. Repite el Nombre de Dios y todo nombre nimio deja de tener significado. 2Ante el Nombre de Dios, toda tentación se vuelve algo indeseable y sin nombre. 3Repite Su Nombre, y verás cuán fácilmente te olvidas de los nombres de todos los dioses que hon­rabas. 4Pues habrán perdido el nombre de dios que les otorgabas. 5Se volverán anónimos y dejarán de ser importantes para ti, si bien, antes de que dejases que el Nombre de Dios reemplazase a sus nimios nombres, te postrabas reverente ante ellos llamándo­los dioses.

5. Repite el Nombre de Dios e invoca a tu Ser, Cuyo Nombre es el Suyo. 2Repite Su Nombre, y todas las cosas insignificantes y sin nombre de la tierra se ven en su correcta perspectiva. 3Aquellos que invocan el Nombre de Dios no pueden confundir lo que no tiene nombre con el Nombre, el pecado con la gracia, ni los cuer­pos con el santo Hijo de Dios. 4Y si te unes a un hermano mien­tras te sientas con él en silencio y repites dentro de tu mente quieta el Nombre de Dios junto con él, habrás edificado ahí un altar que se eleva hasta Dios Mismo y hasta Su Hijo.

6. Practica sólo esto hoy: repite el Nombre de Dios lentamente una y otra vez. 2Relega al olvido cualquier otro nombre que no sea el Suyo. 3No oigas nada más. 4Deja que todos tus pensamientos se anclen en Esto. 5No usaremos ninguna otra palabra, excepto al principio, cuando repetimos la idea de hoy una sola vez. 6Y enton­ces el Nombre de Dios se convierte en nuestro único pensamiento, nuestra única palabra, lo único que ocupa nuestras mentes, nues­tro único deseo, el único sonido que tiene significado y el único Nombre de todo lo que deseamos ver y de todo lo que queremos considerar nuestro.

7. De esta manera extendemos una invitación que jamás puede ser rechazada. 2Y Dios vendrá, y Él Mismo responderá a ella. 3No pienses que Él oye las vanas oraciones de aquellos que lo invocan con nombres de ídolos que el mundo tiene en gran estima. 4De esa manera nunca podrán llegar a Él. 5Dios no puede oír peticio­nes que le pidan que no sea Él Mismo o que Su Hijo reciba otro nombre que no sea el Suyo.

8. Repite el Nombre de Dios, y lo estarás reconociendo como el único Creador de la realidad. 2Y estarás reconociendo asimismo que Su Hijo es parte de Él y que crea en Su Nombre. 3Siéntate en silencio y deja que Su Nombre se convierta en la idea todo ­abarcadora que absorbe tu mente por completo. 4Acalla todo pen­samiento excepto éste. 5Deja que ésta sea la respuesta para cual­quier otro pensamiento, y observa cómo el Nombre de Dios reemplaza a los miles de nombres que diste a todos tus pensa­mientos, sin darte cuenta de que sólo hay un Nombre para todo lo que existe y jamás existirá.

9. Hoy puedes alcanzar un estado en el que experimentarás el don de la gracia. 2Puedes escaparte de todas las ataduras del mundo, y ofrecerle a éste la misma liberación que tú has encontrado. 3Pue­des recordar lo que el mundo olvidó y ofrecerle lo que tú has recordado. 4Puedes también aceptar el papel que te corresponde desempeñar en su salvación, así como en la tuya propia. 5Y ambas se pueden lograr perfectamente.

10. Recurre al Nombre de Dios para tu liberación y se te conce­derá. 2No se necesita más oración que ésta, pues encierra dentro de sí a todas las demás. 3Las palabras son irrelevantes y las peticiones innecesarias cuando el Hijo de Dios invoca el Nombre de su Padre. 4Los Pensamientos de su Padre se vuelven los suyos propios. 5El Hijo de Dios reivindica su derecho a todo lo que su Padre le dio, le está dando todavía y le dará eternamente. 6Lo invoca para dejar que todas las cosas que creyó haber hecho que­den sin nombre ahora, y en su lugar el santo Nombre de Dios se convierta en el juicio que él tiene de la intranscendencia de todas ellas.

11. Todo lo insignificante se acalla. 2Los pequeños sonidos ahora son inaudibles. 3Todas las cosas vanas de la tierra han desapare­cido. 4El universo consiste únicamente en el Hijo de Dios, que invoca a su Padre. 5Y la Voz de su Padre responde en el santo Nombre de su Padre. 6La paz eterna se encuentra en esta eterna y serena relación, en la que la comunicación transciende con creces todas las palabras, y, sin embargo, supera en profundidad y altura todo aquello que las palabras jamás pudiesen comunicar. 7Quere­mos experimentar hoy esta paz en el Nombre de nuestro Padre. 8Y en Su Nombre se nos concederá.

 

2 DE JULIO

IV. Las ilusiones y la realidad del amor

1. No temas examinar la relación de odio especial, pues tu libera­ción radica en que la examines. 2Sería imposible no conocer el significado del amor si no fuese por eso. 3Pues la relación de amor especial, en la que el significado del amor se halla oculto, se emprende solamente para contrarrestar el odio, no para abando­narlo. 4Tu salvación se perfilará claramente ante tus ojos abiertos a medida que examines esto. 5No puedes limitar el odio. 6La rela­ción de amor especial no lo contrarrestará, sino que simplemente lo ocultará donde no puedas verlo. 7Mas es esencial que lo veas, y que no trates de ocultarlo. 8Pues el intento de equilibrar el odio con el amor es lo que hace que el amor no tenga ningún signifi­cado para ti. 9No te das cuenta de la magnitud de la ruptura que esto representa. 10Y hasta que no te des cuenta de ello, no podrás reconocer la existencia de dicha ruptura, y, por lo tanto, no podrá ser subsanada.

2. Los símbolos del odio enfrentados a los del amor parecen dar lugar a un  conflicto que no existe. 2Pues los  símbolos siempre representan algo diferente de sí mismos, y si el amor lo es todo, la idea de un símbolo de amor no tiene sentido. 3Saldrás ileso de este último acto del proceso de des-hacimiento, y emergerás finalmente como lo que eres. 4Éste es el último paso en el proceso de estar listo para Dios. 5No te muestres renuente ahora, pues estás demasiado cerca, y cruzarás el puente sin ningún contra­tiempo, al ser transportado serenamente de la guerra a la paz. 6Pues la ilusión de amor jamás te satisfará, pero la realidad del amor, que te espera al otro lado, te lo dará todo.

3. La relación de amor especial es un intento de limitar los efectos destructivos del odio, tratando de encontrar refugio en medio de la tormenta de la culpabilidad. 2Dicha relación no hace ningún esfuerzo por elevarse por encima de la tormenta hasta encontrar la luz del sol. 3Por el contrario, hace hincapié en la culpabilidad que se encuentra fuera del refugio, intentando construir barrica­das contra ella a fin de mantenerte a salvo tras ellas. 4La relación de amor especial no se percibe como algo con valor intrínseco, sino como un enclave de seguridad desde donde es posible sepa­rarse del odio y mantenerlo alejado. 5La otra persona envuelta en esta relación de amor especial es aceptable siempre y cuando se ajuste a ese propósito. 6El odio puede hacer acto de presencia, y de hecho se le da la bienvenida en ciertos aspectos de la relación, pero la relación se mantiene viva gracias a la ilusión de amor. 7Si ésta desaparece, la relación se rompe o se vuelve insatisfactoria debido a la desilusión.             

4. El amor no es una ilusión. 2Es un hecho. 3Si ha habido desilu­sión es porque realmente nunca hubo amor, sino odio, 4pues el odio es una ilusión y lo que puede cambiar nunca pudo ser amor. 5No cabe duda de que los que eligen a algunas personas como pareja en cualquier aspecto de la vida, y se valen de ellas para cualquier propósito que no desean compartir con nadie, están tratando de vivir con culpabilidad en vez de morir de ella. 6Éstas son las únicas alternativas que ven. 7Para ellos el amor es sólo un escape de la muerte. 8Lo buscan desesperadamente, pero no en la paz en la que él gustosamente vendría hasta ellos quedamente. 9Y cuando descubren que el miedo a la muerte se cierne todavía sobre ellos, la ilusión de que la relación de amor especial es lo que no es se desvanece. 10Cuando se desmantelan las barricadas contra el miedo, éste se abalanza adentro y el odio triunfa

5. No hay tal cosa como triunfos de amor. 2Sólo el odio está inte­resado en el "triunfo del amor". 3La ilusión de amor puede triun­far sobre la ilusión de odio, pero siempre a costa de convertirlas a las dos en ilusiones. 4Mientras perdure la ilusión de odio, el amor será una ilusión para ti. 5Por lo tanto, la única elección que te queda entonces es cuál de las dos ilusiones prefieres. 6En la elección entre la verdad y la ilusión no hay conflicto. 7Si se viesen desde este punto de vista, nadie tendría dudas acerca de cuál elegir. 8Mas el conflicto se manifiesta en el instante en que la elec­ción parece ser entre ilusiones, si bien esta elección es intranscendente. 9Cuando una alternativa es tan peligrosa como la otra, la decisión tiene que ser una de desesperación.

6. Tu tarea no es ir en busca del amor, sino simplemente buscar y encontrar todas las barreras dentro de ti que has levantado con­tra él. 2No es necesario que busques lo que es verdad, pero sí es necesario que busques todo lo que es falso. 3Toda ilusión es una ilusión de miedo, sea cual fuere la forma en que se manifieste. 4Y el intento de escapar de una ilusión refugiándote en otra no puede sino fracasar. 5Si buscas amor fuera de ti, puedes estar seguro de que estás percibiendo odio dentro de ti y de que ello te da miedo. 6Pero la paz nunca procederá de la ilusión de amor, sino sólo de la realidad de éste.

7. Reconoce esto, pues es verdad, y la verdad tiene que ser reco­nocida para que se pueda distinguir de la ilusión: la relación de amor especial es un intento de llevar amor a la separación. 2Y como tal, no es más que un intento de llevar amor al miedo y de hacer que sea real en él. 3La relación de amor especial, que viola totalmente la única condición del amor, quiere realizar lo imposi­ble. 4¿Cómo iba a poder hacer eso salvo en ilusiones? 5Es esencial que examinemos muy de cerca qué es exactamente lo que crees que puedes hacer para resolver un dilema que te parece muy real, pero que en realidad no existe. 6Ya estás muy cerca de la verdad, y esto es lo único que se interpone entre ti y el puente que te conduce hasta ella.

8. El Cielo aguarda silenciosamente, y tus creaciones extienden sus manos para ayudarte a cruzar y para que les des la bienve­nida. 2Pues son ellas lo que andas buscando. 3Lo único que buscas es tu compleción, y son ellas las que te completan. 4La relación de amor especial no es más que un pobre substituto de lo que en verdad -y no en ilusiones- te completa. 5La relación que tienes con tus creaciones está libre de culpa, y esto te permite contem­plar a todos tus hermanos con gratitud, pues tus creaciones fue­ron creadas en unión con ellos. 6La aceptación de tus creaciones es la aceptación de la unicidad * de la creación, sin la cual nunca podrías ser completo. 7Ninguna clase de especialismo ** te puede ofrecer lo que Dios ha dado, y lo que tú das junto con Él.

9. Al otro lado del puente se encuentra tu compleción, pues esta­rás completamente en Dios, sin querer nada en especial, excepto ser exactamente como Él, y mediante tu compleción le brindarás a Él la Suya. 2No tengas miedo de cruzar el puente y entrar a la morada de la paz y de la perfecta santidad. 3Sólo ahí está estable­cida para siempre la compleción de Dios y la de Su Hijo. 4No busques esto en el desolado mundo de las ilusiones, donde nada es seguro y todo te deja insatisfecho. 5En el Nombre de Dios, estáte completamente dispuesto a abandonar todas las ilusiones. 6En cualquier relación en la que estés totalmente dispuesto a aceptar la compleción y sólo la compleción, ahí Dios se completa, y Su Hijo junto con Él.

10. El puente que conduce a la unión contigo mismo conduce inevi­tablemente al conocimiento, pues fue construido con Dios a tu lado, y te conducirá directamente hasta Aquel en Quien reside tu compleción, la cual es completamente compatible con la Suya. 2Cada ilusión que aceptas en tu mente considerando que es alcan­zable, invalida tu propia sensación de compleción, y, de esa forma, niega la Plenitud de tu Padre. 3Cada fantasía, ya sea de amor o de odio, te priva del conocimiento, pues las fantasías son el velo tras el cual la verdad yace oculta. 4Lo único que necesitas para descorrer ese velo que tan negro y tupido parece, es valorar la verdad por encima de cualquier fantasía y no estar dispuesto en modo alguno a conformarte con ilusiones en lugar de la verdad.

11. ¿No te gustaría poder pasar del miedo al amor? 2Pues tal parece ser la travesía. 3El amor te llama, pero el odio quiere retenerte. 4No escuches la llamada del odio ni veas ninguna fantasía. 5Pues tu compleción radica en la verdad y sólo en la verdad. 6En cada lla­mada del odio y en cada fantasía que surge para demorarte, ve sólo la petición de ayuda que se eleva incesantemente desde ti a tu Creador. 7¿Cómo no habría Él de responder si tu compleción supone la Suya? 8Él te ama sin ilusión alguna, tal como tú no puedes sino amar también. 9Pues el amor está totalmente exento de ilusiones, y, por lo tanto, libre de miedo. 10Aquel a quien Dios recuerda, sólo puede gozar de plenitud. 11Y Dios nunca se ha olvi­dado de lo que le brinda plenitud. 12En tu compleción reside la memoria de Su Plenitud y Su gratitud hacia ti por Su compleción. 13En Su vínculo contigo reside tanto Su incapacidad de olvidarse como tu capacidad de recordar. 14En Él están unidos tanto el que estés dispuesto a amar, así como todo el Amor de Dios, Quien jamás se olvidó de ti.

12. Del mismo modo en que tu Padre no puede olvidarse de la verdad que mora en ti, tú tampoco puedes dejar de recordarla. 2El Espíritu Santo es el puente que conduce hasta Él, el cual fue cons­truido mediante tu voluntad de unirte a Él, y creado por Su júbilo en unión contigo. 3La jornada que parecía interminable está lle­gando a su fin, pues lo que es interminable está muy cerca. 4Ya casi lo has reconocido. 5Démosle ahora juntos la espalda a todas las ilusiones sin vacilación alguna, y no permitas que nada obstruya el camino que conduce a la verdad. 6Juntos emprenderemos el último viaje inútil que nos aleja de la verdad, y de ahí iremos juntos directamente a Dios, en gozosa respuesta a Su petición de que se le complete.

13. Si las relaciones especiales, de la clase que sean, dificultan la compleción de Dios, ¿qué valor pueden tener para ti? 2Lo que supondría un impedimento para Dios tiene que serlo para ti tam­bién. 3Sólo en el tiempo parece posible que algo pueda impedir la compleción de Dios. 4El puente a través del cual Él quiere llevarte en Sus brazos, te lleva del tiempo a la eternidad. 5Despierta del tiempo, y sin miedo alguno contesta la llamada de Aquel que te hizo eterno cuando te creó. 6A este lado del puente que conduce hacia la intemporalidad no entiendes nada. 7Pero conforme lo cruces con paso ligero, sostenido por la intemporalidad, se te con­ducirá directamente al Corazón de Dios. 8Y ahí, y sólo ahí, en el centro de Su Corazón, estarás a salvo para siempre porque goza­rás de compleción eternamente. 9No hay velo que el Amor de Dios en nosotros no pueda descorrer. 10El camino a la verdad está despejado. 11Recórrelo conmigo.

** N.T. Hemos utilizado "especialismo" para traducir el término inglés "specialness", cuyo significado es "la calidad, condición, estado o deseo de ser especial".

 

LECCIÓN 184

 

El Nombre de Dios es mi herencia.

 

1. Vives a base de símbolos. 2Has inventado nombres para todas las cosas que ves. 3Cada una de ellas se ha convertido en una enti­dad aparte, identificada por su propio nombre. 4De esta manera la segregas de la unidad. 5De esta manera designas sus atributos especiales y la distingues de otras cosas al hacer hincapié en el espacio que la rodea. 6Éste es el espacio que interpones entre todas las cosas a las que has dado un nombre diferente; entre todos los acontecimientos desde el punto de vista del tiempo y del lugar en que ocurrieron, así como entre todos los cuerpos que se saludan con un nombre.

2. Este espacio, al que ves como lo que separa unas cosas de otras, es el medio a través del cual tiene lugar la percepción del mundo. 2Ves algo allí donde no hay nada y, asimismo, no ves nada donde hay unidad; ves un espacio entre todas las cosas, así como entre todas las cosas y tú. 3De esa manera, crees haber "creado" vida en la separación. 4Y debido a esta división crees ser una unidad que opera con una voluntad independiente.

3. ¿Qué son todos esos nombres mediante los cuales el mundo se convierte en una serie de acontecimientos independientes, de cosas desunidas y de cuerpos que se mantienen aparte y que contienen fragmentos de mente como si de conciencias separadas se tratase? 2Tú les diste esos nombres, dando lugar a la percepción tal como querías que fuese. 3A las cosas sin nombre se les dio nombre y de esta manera se les dio también realidad. 4Pues a lo que se le da un nombre se le da significado y, de este modo, se considera significativo: una causa que produce efectos reales, con consecuencias inherentes a sí misma.

4. Así es como se construye la realidad a base de una visión par­cial, la cual se contrapone deliberadamente a lo que de hecho es la verdad. 2Su enemigo es la unidad. 3Concibe cosas sin importancia y las contempla. 4Y la ausencia de espacio, así como la sensación de unidad o la visión que ve de manera distinta, se convierten en las amenazas que debe superar, combatir y negar.

5. Esta otra visión, no obstante, sigue siendo aún la dirección natural para que la mente canalice su percepción. 2Es difícil ense­Ã±arle a la mente miles de nombres extraños, y luego mil más. 3No obstante, crees que eso es lo que significa aprender y que es el objetivo principal por medio del cual se puede entablar comunica­ción y compartir conceptos de manera que tengan sentido.

6. Ésta es la suma total de la herencia que el mundo dispensa. 2Y todo aquel que aprende a pensar que ello es cierto, acepta los signos y los símbolos que afirman que el mundo es real. 3Eso es lo que propugnan. 4No dan lugar a que se dude de que lo que tiene nombre no esté ahí. 5Se puede ver, tal como es de esperar. 6Lo que niega que ello es verdad es lo que es una ilusión, pues lo que tiene nombre es la realidad suprema. 7Cuestionarlo es una locura, pero aceptar su presencia es prueba de cordura.

7. Tal es la enseñanza del mundo. 2No obstante, es una fase de aprendizaje por la que todo el que viene aquí tiene que pasar. 3Mas cuanto antes se perciba su base, lo cuestionable de sus pre­misas y cuán dudosos son sus resultados, más pronto se pondrá en duda sus efectos. 4El aprendizaje que se limita. a lo que el mundo enseña se queda corto en lo que respecta al significado. 5Debidamente empleado, puede servir como punto de partida desde donde se puede comenzar otro tipo de aprendizaje, adquirir una nueva percepción, y desde donde se pueden erradicar todos los nombres arbitrarios que el mundo confiere al ser pues­tos en duda.

8. No creas que fuiste tú quien hizo el mundo. 2¡Las ilusiones, sí! 3Mas lo que es cierto en la tierra y en el Cielo está más allá de tu capacidad de nombrar. 4Cuando llamas a un hermano es a su cuerpo a lo que te diriges. 5Su verdadera Identidad queda oculta debido a lo que crees que él es realmente. 6Su cuerpo responde al nombre con que lo llamas, pues su mente ha consentido en acep­tar ese nombre que le das como su nombre. 7Y de esta manera, su unidad queda doblemente negada, pues tú lo percibes como algo separado de ti, y él acepta como propio ese nombre separado.

9. Sería en verdad extraño si se te pidiese que fueses más allá de todos los símbolos del mundo y los olvidaras para siempre, y, al mismo tiempo, se te pidiera asumir una función docente. 2Toda­vía tienes necesidad de usar los símbolos del mundo. 3Mas no te dejes engañar por ellos. 4No representan nada en absoluto, y éste será el pensamiento que en tus prácticas te liberará de ellos. 5Los símbolos no son sino medios a través de los cuales puedes comu­nicarte de manera que el mundo te pueda entender, pero recono­ces que no son la unidad en la que puede hallarse la verdadera comunicación.

10. Así pues, lo que necesitas cada día son intervalos en los que las enseñanzas del mundo se convierten en una fase transitoria: una prisión desde la que puedes salir a la luz del sol y olvidarte de la oscuridad. 2Ahí entiendes la Palabra, el Nombre que Dios te ha dado; la única Identidad que comparten todas las cosas; el reco­nocimiento de lo que es verdad. 3Y luego vuelves a la oscuridad, no porque creas que es real, sino sólo para proclamar su irreali­dad usando términos que aún tienen sentido en el mundo regido por la oscuridad.

11. Usa todos los nombres y símbolos nimios que caracterizan el mundo de la oscuridad. 2Mas no los aceptes como tu realidad. 3El Espíritu Santo se vale de todos ellos, pero no se olvida de que la creación tiene un solo Nombre, un solo Significado y una sola Fuente que une a todas las cosas dentro de Sí Misma. 4Usa todos los nombres que el mundo da a esas cosas, pero sólo por conve­niencia, mas no te olvides de que comparten el Nombre de Dios junto contigo.

12. Dios no tiene nombre. 2Sin embargo, Su Nombre se convierte en la lección final de que todas las cosas son una ay con esta lección finaliza todo aprendizaje. 3Todos los nombres se unifican, todo espacio queda lleno con el reflejo de la verdad. 4Toda brecha se cierra y la separación se subsana. 5El Nombre de Dios es la herencia que Él les dio a los que eligieron que las enseñanzas del mundo ocupasen el lugar del Cielo. 6Lo que nos proponemos en nuestras prácticas es dejar que nuestras mentes acepten lo que Dios ha dado como respuesta a la mísera herencia que tú fabri­caste como justo tributo para el Hijo que Él ama.

13. Nadie que busque el significado del Nombre de Dios puede fracasar. 2La experiencia es necesaria como complemento de la Palabra. 3Pero primero tienes que aceptar que Su Nombre abarca toda la realidad y reconocer que los innumerables nombres que diste a todos sus aspectos han distorsionado lo que ves, pero no han afectado a la verdad en absoluto. 4Invocamos un solo Nom­bre en nuestras prácticas. 5Y nos valemos de un solo Nombre para unificar nuestra visión.

14. Y si bien utilizamos un nombre distinto para cada aspecto de la conciencia del Hijo de Dios, comprendemos que todos com­parten el mismo Nombre, el cual Él les ha dado. 2Este es el Nom­bre que usamos en nuestras prácticas. 3Y al usarlo, todas las separaciones insensatas que nos mantenían ciegos desaparecen. 4Y se nos concede la fortaleza necesaria para poder ver más allá de ellas. 5Ahora nuestra vista queda bendecida con las bendicio­nes que podemos dar según las recibimos.

15. Padre, nuestro Nombre es el Tuyo. 2En Él estamos unidos con toda cosa viviente, y Contigo que eres su único Creador. 3Lo que hemos hecho y a lo que hemos dado muchos nombres diferentes no es sino una sombra que hemos tratado de arrojar sobre Tu Realidad. 4Y nos sentimos con­tentos y agradecidos de haber estado equivocados. 5Te entregamos todos nuestros errores, a fin de ser absueltos de cuantos efectos parecían tener. 6Y aceptamos la verdad que Tú nos das en lugar de cada uno de ellos. 7Tu Nombre es nuestra salvación y la manera de escapar de lo que noso­tros mismos hemos hecho. 8Tu Nombre nos une en la unicidad* que es nuestra herencia. y nuestra paz. 9Amén.

 

3 DE JULIO

V. La decisión de alcanzar la compleción

1. Cuando se examina la relación especial, es necesario antes que nada, darse cuenta de que comporta mucho dolor. 2Tanto la ansie­dad como la desesperación, la culpabilidad y el ataque están pre­sentes, intercalados con períodos en que parecen haber desaparecido. 3Es esencial que todos estos estados se vean tal como realmente son. 4Sea cual fuere la forma en que se manifies­ten, son siempre un ataque contra el ser para que el otro se sienta culpable. 5He hablado de esto con anterioridad, pero hay algunos aspectos de lo que realmente se está intentando que aún no hemos examinado.

2. Dicho llanamente, el intento de que otro se sienta culpable va siempre dirigido contra Dios, 2pues el ego quiere que creas que Dios, y sólo Él, es culpable, lo cual deja a la Filiación vulnerable al ataque y sin ninguna protección contra él. 3La relación de amor especial es el arma principal del ego para impedir que llegues al Cielo. 4No parece ser un arma, pero si examinases cuánto la valo­ras y por qué, te darías cuenta de que lo es.

3. La relación de amor especial es el regalo más ostentoso del ego y el que mayor atractivo tiene para aquellos que no están dis­puestos a renunciar a la culpabilidad. 2Aquí es donde más clara­mente se puede ver la "dinámica" del ego, pues, contando con la atracción de su ofrenda, las fantasías que se centran sobre la rela­ción de amor especial son con frecuencia muy evidentes. 3Nor­malmente se consideran aceptables, e incluso naturales. 4Nadie considera raro amar y odiar al mismo tiempo, y aun los que creen que odiar es un pecado, simplemente se sienten culpables por ello, pero no hacen nada por corregirlo. 5Esto es lo que es "nor­mal" en la separación, y aquellos que aprenden que no es normal en absoluto, parecen ser los que no son normales. 6Pues este mundo es lo opuesto al Cielo, al haber sido concebido para ser su opuesto, y todas las cosas aquí son exactamente lo opuesto a la verdad. 7En el Cielo, donde el significado del amor se conoce perfectamente, el amor es lo mismo que la unión. 8Aquí, donde en lugar del amor se acepta la ilusión de amor, el amor se percibe como separación y exclusión.

4. En la relación especial -nacida del deseo oculto de que Dios nos ame con un amor especial- es donde triunfa el odio del ego. 2Pues la relación especial es la renuncia al Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser especial que Él nos negó. 3Es esencial para la supervivencia del ego que tú creas que el especialismo no es el infierno, sino el Cielo. 4Pues el ego jamás querría que vieses que lo único que la separación con­lleva son pérdidas, al ser la única condición en la que el Cielo no puede existir.

5. Para todo el mundo el Cielo es la compleción. 2En esto no puede haber desacuerdo porque tanto el ego como el Espíritu Santo lo aceptan. 3Están, no obstante, en completo desacuerdo con respecto a lo que es la compleción y a cómo se alcanza. 4El Espíritu Santo sabe que la compleción reside en primer lugar en la unión, y luego en la extensión de ésta. 5Para el ego, la comple­ción reside en el triunfo, y en la extensión de la "victoria" incluso hasta el triunfo definitivo sobre Dios. 6El ego cree que con esto el ser se libera finalmente, pues entonces no quedaría nada que pudiese ser un obstáculo para él. 7Ésa es su idea del Cielo. 8Para el ego, pues, la unión -la condición en la que él no puede interfe­rir- tiene que ser el infierno.

6. La relación especial es un mecanismo extraño y antinatural del ego para unir Cielo e infierno, e impedir que se pueda distinguir entre uno y otro. 2Tratar de encontrar lo que supuestamente es lo "mejor" de los dos mundos, simplemente ha dado lugar a que se tengan fantasías de ambos y a que sea imposible percibir a nin­guno de ellos tal como realmente es. 3La relación especial es el triunfo de esta confusión. 4 Es un tipo de unión en que la unión está excluida, pues la exclusión es la base de dicho intento de unión. 5¿Qué mejor ejemplo que ésto puede haber de la máxima del ego: "Busca, pero no halles"?

7. Lo más curioso de todo es el concepto de yo que el ego fomenta en las relaciones especiales. 2Este “yo" busca relaciones para com­pletarse a sí mismo. 3Pero cuando encuentra la relación especial en la que piensa que puede lograrlo, se entrega a sí mismo, y trata de "intercambiarse" por el yo del otro. 4Eso no es unión, pues con ello no hay aumento ni extensión. 5Cada uno de ellos trata de sacrificar el yo que no desea a cambio de uno que cree que pre­fiere. 6Y se siente culpable por el "pecado" de apropiarse de algo y de no dar nada valioso a cambio. 7¿Qué valor le puede adjudicar a un yo del que quiere deshacerse para obtener otro "mejor"?

8. Ese otro yo "mejor" que el ego busca es siempre uno que es más especial. 2Y quienquiera que parezca poseer un yo especial es "amado" por lo que se puede sacar de él. 3Cuando ambos miem­bros de la relación especial ven en el otro ese yo especial, el ego ve "una unión bendecida en el Cielo". 4Pues ni uno ni otro recono­cerá que ha pedido el infierno, y, por lo tanto, no interferirá en la ilusión que el ego tiene del Cielo, y que le ofrece para que suponga un obstáculo para éste. 5Pero si el contenido de todas las ilusiones es el miedo, y sólo el miedo, la ilusión del Cielo no es más que una forma "atractiva" de miedo en la que la culpabilidad está profundamente soterrada y se manifiesta en forma de “amor".

 

LECCIÓN 185

 

Deseo la paz de Dios.

 

1. Decir estas palabras no es nada. 2Pero decirlas de corazón lo es todo. 3Si pudieras decirlas de corazón, aunque sólo fuera por un instante, jamás volverías a sentir pesar alguno, en ningún lugar o momento. 4Recobrarías plena conciencia del Cielo, el recuerdo de Dios quedaría completamente reinstaurado y la resurrección de toda la creación plenamente reconocida.

2. No hay nadie que pueda decir estas palabras de todo corazón y no curarse. 2Ya no podría entretenerse con sueños o creer que él mismo es un sueño. 3No podría inventar un infierno y creer que es real. 4Desea la paz de Dios, y se le concede. 5Eso es todo lo que desea y todo lo que recibirá. 6Son muchos los que han dicho estas palabras. 7Pero ciertamente son muy pocos los que las han dicho de todo corazón. 8No tienes más que contemplar el mundo que ves a tu alrededor para cerciorarte de cuán pocos han sido. 9EI mundo cambiaría completamente sólo con que hubiese dos que estuviesen de acuerdo en que esas palabras expresan lo único que ellos anhelan.

3. Dos mentes con un solo empeño se vuelven tan fuertes que lo que disponen se convierte en la Voluntad de Dios. 2Pues las men­tes sólo se pueden unir en la verdad. 3En sueños, no hay dos mentes que puedan compartir la misma intención. 4Para cada una de ellas, el héroe del sueño es distinto, y el desenlace desea­do no es el mismo. 5El perdedor y el ganador simplemente alter­nan de acuerdo con patrones cambiantes, según la proporción entre ganancia y pérdida y entre pérdida y ganancia adquiere un matiz diferente o adopta otra forma.

4. No obstante, lo único que se puede hacer en sueños es transigir. 2A veces ello adopta la forma de una unión, pero sólo la forma. 3En los sueños nada tiene significado, pues su meta es transigir. 4Las mentes no pueden unirse en sueños. 5Sólo pueden negociar. 6Mas ¿qué trato podrían hacer que les proporcionase la paz de Dios? 7Las ilusiones pasan a ocupar Su lugar. 8Y lo que Él es deja de tener significado para las mentes dormidas empeñadas en hacer tratos, cada cual en beneficio propio y a costa de la pérdida de otros.

5. Desear la paz de Dios de todo corazón es renunciar a todos los sueños. 2Pues nadie que diga estas palabras de todo corazón desea ilusiones o busca la manera de obtenerlas. 3Las ha examinado y se ha dado cuenta de que no le ofrecen nada. 4Ahora procura ir más allá de ellas, al reconocer que otro sueño sólo le ofrecería lo mismo que los demás. 5Para él, todos los sueños son uno. 6Y ha aprendido que la única diferencia entre ellos es la forma que adoptan, pues cualquiera de ellos suscitará la misma desespera­ción y zozobra que los demás.

6. La mente que desea la paz de todo corazón debe unirse a otras mentes, pues así es como se alcanza la paz. 2Y cuando el deseo de paz es genuino, los medios para encontrarla se le conceden en una forma tal que cada mente que honradamente la busca pueda entender. 3Sea cual sea la forma en que se presente la lección, ha sido planeada para él de tal forma que si su petición es sincera, no dejará de verla. 4Mas si su petición no es sincera, no habrá manera de que pueda aceptar la lección o realmente aprenderla.

7. Dediquemos hoy nuestra práctica a reconocer que nuestras palabras son sinceras. 2Deseamos la paz de Dios. 3No es éste un deseo vano. 4Estas palabras no piden que se nos dé otro sueño. 5No procuran transigir, ni es su afán hacer otro trato con la espe­ranza de que aún haya un sueño que pueda tener éxito cuando todos los demás han fracasado. 6Decir estas palabras de corazón es reconocer la futilidad de las ilusiones y pedir lo eterno en lugar de sueños cambiantes que parecen ofrecerte distintas cosas, pero que en realidad son igualmente insubstanciales.

8. Dedica hoy tus sesiones de práctica a escudriñar minuciosa­mente tu mente a fin de descubrir los sueños que todavía anhe­las. 2¿Qué es lo que realmente deseas de corazón? 3Olvídate de las palabras que empleas al hacer tus peticiones. 4Considera sola­mente lo que crees que te brindará consuelo y felicidad. 5Pero no te desalientes por razón de las ilusiones que aún perduran, pues la forma que éstas adoptan no es lo que importa ahora. 6No dejes que algunos sueños te resulten más aceptables, mientras que te avergüenzas de otros y los ocultas. 7Son todos el mismo sueño. 8Y puesto que todos son el mismo, debes hacer la siguiente pregunta con respecto a cada uno de ellos: "¿Es esto lo que deseo en lugar del Cielo y de la paz de Dios?"

9. Ésta es la elección que tienes ante ti. 2No te dejes engañar pen­sando que es de otra manera. 3En esto no es posible transigir. 4Pues o bien eliges la paz de Dios o bien pides sueños. 5Y éstos vendrán a ti tal como los hayas pedido. 6Mas la paz de Dios ven­drá con igual certeza para permanecer contigo para siempre. 7No desaparecerá con cada curva o vuelta del camino, para luego rea­parecer sin que sea reconocible, en formas que cambian y varían con cada paso que das.

10. Deseas la paz de Dios. 2Y eso es lo que desean también todos los que parecen ir en pos de sueños. 3Esto es lo único que pides tanto para ellos como para ti cuando haces esta petición con pro­funda sinceridad. 4Pues de esa manera procuras alcanzar lo que ellos desean realmente, y unes tu intención a lo que ellos quieren por encima de todas las cosas, hecho éste que tal vez les sea des­conocido, si bien para ti es indudable. 5Ha habido ocasiones en las que has sido débil y en las que has estado indeciso acerca de tu propósito, inseguro con respecto a lo que quieres, adónde ir a buscarlo o adónde acudir en busca de ayuda. 6Mas la ayuda ya se te ha dado. 7¿No la aprovecharías ahora compartiéndola?

11. Nadie que realmente busque la paz de Dios puede dejar de hallarla. 2Pues lo único que pide es dejar de engañarse a sí mismo, al negarse lo que la Voluntad de Dios dispone. 3¿Quién que pida lo que ya es suyo podría quedar insatisfecho? 4¿Quién que pida una respuesta que él puede dar puesto que dispone de ella puede decir que no se le ha contestado? 5La paz de Dios es tuya.

12. La paz fue creada para ti; tu Creador te la dio y la estableció como Su propio regalo eterno. 2¿Cómo ibas a poder fracasar cuando tan sólo estás pidiendo lo que Él dispone para ti? 3¿Y cómo podría ser que lo que pides fuese solamente para ti? 4No hay nin­gún don de Dios que no sea para todos. 5Éste es el atributo que distingue a los dones de Dios de todos los sueños que jamás pare­cieron ocupar el lugar de la verdad.

13. Cuando un don de Dios ha sido pedido y aceptado por cual­quiera, nadie pierde, sino que todos salen ganando. 2Dios da sólo con el propósito de unir. 3Para Él, quitar no tiene sentido. 4Y cuando tampoco lo tenga para ti, sabrás a ciencia cierta que com­partes una sola Voluntad con Él, así como Él contigo. 5Y también sabrás que compartes una sola Voluntad con todos tus hermanos, cuya intención es la tuya.

14. Es esa única intención lo que buscamos hoy al unir nuestros deseos a la necesidad de cada corazón, al llamamiento de cada mente, a la esperanza que se encuentra más allá de toda desespe­ración, al amor que el ataque quisiera ocultar y a la hermandad que el odio ha intentado quebrantar, pero que aún sigue siendo tal como Dios la creó. 2Con semejante ayuda a nuestro lado, ¿cómo íbamos a poder fracasar hoy cuando pedimos que se nos conceda la paz de Dios?

 

4 DE JULIO

9. El atractivo del infierno reside únicamente en la terrible atrac­ción de la culpabilidad, que el ego ofrece a los que depositan su fe en la pequeñez. 2La convicción de pequeñez se encuentra en toda relación especial, ya que sólo los que se consideran a sí mis­mos necesitados podrían valorar el especialismo. 3Exigir que se te considere especial, y la creencia de que hacer que otro se sienta especial es un acto de amor, hace del amor algo odioso. 4El verda­dero propósito de la relación especial -en estricta conformidad con los objetivos del ego-es destruir la realidad y substituirla por ilusiones. 5Pues el ego en sí es una ilusión, y sólo las ilusiones pueden dar testimonio de su "realidad".

10. Si percibieses la relación especial como un triunfo sobre Dios, ¿la desearías? 2No pensemos en su naturaleza aterrante, ni en la culpabilidad que necesariamente conlleva, ni en la tristeza, ni en la soledad. 3Pues esos no son sino atributos de la doctrina de la separación, y de todo el contexto en que se cree que ésta tiene lugar. 4El tema central de su letanía al sacrificio es que para que tú puedas vivir Dios tiene que morir. 5Y ése es el tema que se exterioriza en la relación especial. 6Mediante la muerte de tu yo, crees poder atacar al yo de otro, arrebatárselo, y así reemplazar al yo que detestas. 7Y lo detestas porque piensas que no te ofrece la clase de especialismo que tú exiges. 8Y al odiarlo lo conviertes en algo ínfimo e indigno porque tienes miedo de él.

11. ¿Cómo podrías conferirle poder ilimitado a lo que crees haber atacado? 2La verdad se ha vuelto tan temible para ti, que a menos que sea débil, insignificante e inmerecedora de que se le otorgue valor, no te atreverás a mirarla de frente. 3Piensas que estás más a salvo dotando al pequeño yo que inventaste con el poder que le arrebataste a la verdad al vencerla y dejarla indefensa. 4Observa la precisión con que se ejecuta este rito en la relación especial. 5Se erige un altar entre dos personas separadas, en el que cada una intenta matar a su yo e instaurar en su cuerpo otro yo que deriva su poder de la muerte del otro. 6Este rito se repite una y otra vez. 7Y nunca se completa, ni se completará jamás. 8El rito de comple­ción no puede completar, pues la vida no procede de la muerte, ni el Cielo del infierno.

12. Cada vez que alguna forma de relación especial te tiente a bus­car amor en ritos, recuerda que el amor no es forma sino conte­nido. 2La relación especial es un rito de formas, cuyo propósito es exaltar la forma para que ocupe el lugar de Dios a expensas del contenido. 3La forma no tiene ningún significado ni jamás lo ten­drá. 4La relación especial debe reconocerse como lo que es: un rito absurdo en el que se extrae fuerza de la muerte de Dios y se trans­fiere a Su asesino como prueba de que la forma ha triunfado sobre el contenido y de que el amor ha perdido su significado. 5¿Desea­rías que eso fuese posible, aparte de que es evidente que no lo es? 6De ser posible, te habrías convertido a ti mismo en un ser inde­fenso. 7Dios no está enfadado. 8Simplemente no pudo permitir que eso ocurriese. 9Y tú no puedes hacer que Él cambie de parecer al respecto. 10Ningún rito que hayas inventado en el que la danza de la muerte te deleita puede causar la muerte de lo eterno, 11Ni aquello que has elegido para sustituir a la Plenitud de Dios pue­de ejercer influencia alguna sobre ella.

13. No veas en la relación especial más que el intento absurdo de querer anteponer otros dioses a Él, y de, al adorarlos, encubrir su pequeñez y la grandeza de Dios. 2En nombre de tu propia com­pleción no desees esto. 3Pues cualquier ídolo que antepongas a Él se antepone a ti y usurpa el lugar de lo que verdaderamente eres. 14.                La salvación reside en el simple hecho de que las ilusiones no son temibles porque no son verdad. 2Te parecerán temibles en la medida en que no las reconozcas como lo que son, y no las reco­nocerás como lo que son en la medida en que desees que sean verdad. 3En esa misma medida estarás negando la verdad y no llevando a cabo la simple elección entre la verdad y las ilusiones; entre Dios y las fantasías. 4Recuerda esto, y no te resultará difícil percibir la elección exactamente como es, y sólo como es.

15. El núcleo de la ilusión de la separación reside simplemente en la fantasía de que es posible destruir el significado del amor. 2Y a menos que se restaure en ti el significado del amor, tú que com­partes su significado no podrás conocerte a ti mismo. 3La separa­ción no es más que la decisión de no conocerte a ti mismo. 4Todo este sistema de pensamiento es una experiencia de aprendizaje cuidadosamente urdida, diseñada para apartarte de la verdad y conducirte a las fantasías. 5Mas por cada enseñanza que pueda hacerte daño, Dios te ofrece corrección y el escape total de todas sus consecuencias.

16. Decidir entre si escuchar o no las enseñanzas de este curso y seguirlas, no es sino elegir entre la verdad y las ilusiones. 2Pues en este curso se hace una clara distinción entre la verdad y las ilusiones y no se confunden en absoluto. 3¡Qué simple se vuelve esta elección cuando se percibe exactamente como es! 4Pues sólo las fantasías hacen que elegir sea confuso, pero las fantasías son totalmente irreales.

17. Éste es, pues, el año en que debes llevar a cabo la elección más fácil a la que jamás te hayas enfrentado, y también la única. 2Cru­zarás el puente que conduce a la realidad simplemente porque te darás cuenta de que Dios está al otro lado y de que aquí no hay nada en absoluto. 3Es imposible no llevar a cabo la elección que naturalmente llevarías a cabo si te dieses cuenta de esto.

 

LECCIÓN 186

 

De mí depende la salvación del mundo.

 

1. Ésta es la afirmación que algún día habrá de erradicar de toda mente todo vestigio de arrogancia. 2Éste es el pensamiento de la verdadera humildad, que no te adjudica ninguna otra función, excepto la que se te ha encomendado. 3Dicho pensamiento supone tu aceptación del papel que te fue asignado, sin insistir en que se te asigne otro. 4No se detiene a considerar qué papel es el que es adecuado para ti. 5Tan sólo reconoce que la Voluntad de Dios se hace tanto en la tierra como en el Cielo. 6Une a todas las volunta­des de la tierra en el plan celestial para la salvación del mundo, y les restituye la paz del Cielo.

2. No nos opongamos a nuestra función. 2No fuimos nosotros quienes la establecimos. 3No fue idea nuestra. 4Se nos han propor­cionado los medios para llevarla a cabo perfectamente. 5Lo único que se nos pide es que aceptemos nuestro papel con genuina humildad, y que no neguemos con un aire de falsa arrogancia que somos dignos de él. 6Poseemos la fuerza necesaria para hacer lo que se nos pide llevar a cabo. 7Nuestras mentes están perfecta­mente capacitadas para desempeñar el papel que nos asignó Uno que nos conoce bien.

3. Mientras no entiendas su significado, puede que la idea de hoy te parezca muy ardua. 2Lo único que dice es que tu Padre te recuerda todavía y te ofrece la perfecta confianza que tiene en ti, Su Hijo. 3No te pide que seas diferente de como eres en modo alguno. 4¿Qué otra cosa sino esto podría pedir la humildad? 5¿Y qué otra cosa sino esto podría negar la arrogancia? 6Hoy no deja­remos de cumplir nuestro cometido con la engañosa excusa de que es un insulto a la modestia. 7Es el orgullo el que se niega a responder a la Llamada del Propio Dios.

4. Hoy dejaremos a un lado todo vestigio de falsa humildad para poder escuchar la Voz de Dios revelarnos lo que desea que haga­mos. 2No pondremos en duda nuestra capacidad para llevar a cabo la función que Él nos ofrezca. 3Sólo estaremos seguros de que Él conoce nuestras fuerzas, nuestra sabiduría y nuestra santi­dad. 4Y si Él nos considera dignos, es que lo somos. 5Es sólo la arrogancia la que opina de otra manera.

5. Hay una manera, y sólo una, de liberarte del encarcelamiento al que te ha llevado tu plan de probar que lo falso es verdadero. 2Acepta en lugar de él el plan que tú no trazaste. 3No juzgues si eres o no merecedor de él. 4Si la Voz de Dios te asegura que la salvación necesita que tú desempeñes tu papel y que la totalidad depende de ti, ten por seguro que así es. 5Los arrogantes tienen que aferrarse a las palabras, temerosos de ir más allá de ellas y de experimentar lo que podría poner en entredicho su postura. 6Los humildes, en cambio, son libres para oír la Voz que les dice lo que son y lo que deben hacer.

6. La arrogancia forja una imagen de ti que no es real. 2Ésa es la imagen que se estremece y huye aterrorizada cuando la Voz que habla por Dios te asegura que posees la fuerza, la sabiduría y la santidad necesarias para ir más allá de toda imagen. 3Tú, a dife­rencia de la imagen de ti mismo, no eres débil. 4No eres ignorante ni impotente. 5El pecado no puede mancillar la verdad que mora en ti, ni la aflicción puede acercarse al santo hogar de Dios.

7. Esto es lo que te dice la Voz que habla por Dios. 2Y según Él te habla, la imagen se estremece e intenta atacar la amenaza que le resulta desconocida; al sentir que sus cimientos se derrumban. 3Abandónala. 4La salvación del mundo depende de ti, y no de ese pequeño montón de polvo. 5¿Qué podría esa imagen decirle al santo Hijo de Dios? 6¿Por qué tiene él que preocuparse por ella en absoluto?

8. Y así hallamos nuestra paz. 2Aceptaremos la función que Dios nos encomendó, pues toda ilusión descansa sobre la absurda creencia de que podemos inventar otra función para nosotros. 3Los papeles que nosotros mismos nos hemos auto-otorgado son inestables y parecen oscilar entre la aflicción y la dicha extática del amor y de amar. 4Podemos reír o llorar, recibir el día de buen grado o bien recibirlo con lágrimas. 5Nuestro propio ser parece cambiar según experimentamos múltiples cambios en nuestro estado de ánimo, y nuestras emociones nos remontan hacia lo alto o nos estrellan contra el suelo sumiéndonos en la desolación.

9. ¿Es éste el Hijo de Dios? 2¿Habría podido Él crear semejante inestabilidad y llamarla Su Hijo? 3Aquel que es inmutable com­parte Sus atributos con Su creación. 4Ninguna de las imágenes que Su Hijo aparenta forjar afecta lo que él es. 5Dichas imágenes revolotean por su mente como hojas arrastradas por el viento, que forman diseños fugaces y se desbandan para volverse a agrupar hasta finalmente dispersarse. 6O como los espejismos que se ven en el desierto.

10. Estas imágenes insustanciales desaparecerán y dejarán tu mente libre y serena cuando aceptes la función que se te ha enco­mendado. 2Las imágenes que fabricas sólo dan lugar a metas con­flictivas, transitorias y vagas, inciertas y ambiguas. 3¿Quién podría mantener un esfuerzo constante o poner todas sus energías y empeño en metas como éstas? 4Las funciones que el mundo tiene en gran estima son tan inciertas, que aun las más sólidas cambian por lo menos diez veces por hora. 5¿Qué se puede esperar de metas como éstas?

11. Como bello contraste, tan seguro como el retorno del sol cada mañana para disipar la noche, tu verdadera función se perfila clara e inequívocamente. 2No hay duda acerca de su validez. 3Pues procede de Uno que no conoce el error y Cuya Voz está segura de Sus mensajes. 4Éstos nunca cambiarán ni estarán en conflicto. 5Todos ellos apuntan hacia un solo objetivo, el cual pue­des alcanzar. 6Puede que tu plan sea imposible, pero el de Dios jamás puede fracasar porque Él es su Fuente.

12. Haz lo que la Voz de Dios te indique. 2Y si te pide que hagas algo que parece imposible, recuerda Quién es el que te lo pide y quién el que quiere negarse. 3Luego considera esto: ¿Quién de los dos es más probable que esté en lo cierto, 4la Voz que habla por el Creador de todas las cosas y que las conoce exactamente como son, o la distorsionada imagen de ti mismo, que es inconsistente y está confundida, perpleja e insegura de todo? 5No permitas que su voz te dirija. 6Oye en su lugar una Voz que es inequívoca y que te habla de la función que te encomendó tu Creador, Quien te recuerda y te exhorta a que te acuerdes de Él ahora.

13. Su dulce Voz llama desde lo conocido a lo que no conoce. 2Él quiere consolarte, aunque no conoce el pesar. 3Él quiere hacer una restitución, si bien goza de absoluta plenitud. 3Él quiere hacerte un regalo, si bien sabe que ya lo tienes todo. 4Él tiene Pensamientos que satisfacen cualquier necesidad que Su Hijo perciba, si bien Él no las ve. 5Pues el Amor sólo puede dar, y lo que se da en Su Nombre se manifiesta en la forma más útil posible en un mundo de formas.

14. Ésas son las formas que jamás pueden engañar, ya que proce­den de la Amorfía Misma. 2El perdón es una forma terrenal de amor, que, como tal, no tiene forma en el Cielo. 3No obstante, lo que aquí se necesite, aquí se concederá. 4Valiéndote de esta forma puedes desempeñar tu función incluso aquí, si bien el amor sig­nificará mucho más para ti cuando se haya restaurado en ti el estado de amorfía. 5La salvación del mundo depende de ti que puedes perdonar. 6Ésa es tu función aquí.

 

LECCIÓN 187

 

Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.

 

1. Nadie puede dar lo que no tiene. 2De hecho, dar es la prueba de que se tiene. 3Hemos hecho mención de esto anteriormente. 4Mas no es eso lo que hace que sea difícil de creer. 5Nadie duda de que primero se debe poseer lo que se quiere dar. 6Es en la segunda parte de la afirmación donde el mundo y la percepción verdadera difieren. 7Si has tenido y has dado, el mundo afirma que has perdido lo que poseías. 8La verdad mantiene que dar incrementa lo que posees.

2. ¿Cómo va a ser posible esto? 2Pues es seguro que si das una cosa finita tus ojos físicos dejarán de percibirla como tuya. 3No obstante, hemos aprendido que las cosas sólo representan los pen­samientos que dan lugar a ellas. 4Y no careces de pruebas de que cuando compartes tus ideas, las refuerzas en tu propia mente. 5Tal vez la forma en que el pensamiento parece manifestarse cambie al darse. 6No obstante, éste tiene que retornar al que lo da. 7Y la forma que adopte no puede ser menos aceptable. 8Tiene que ser más.

3. Las ideas tienen primero que pertenecerte antes de que las pue­das dar. 2Y si has de salvar al mundo, tienes que primero aceptar la salvación para ti mismo. 3Mas no creerás que ésta se ha consu­mado en ti hasta que no veas los milagros que les brinda a todos aquellos a quienes contemples. 4Con esto, la idea de dar se clari­fica y cobra significado. 5Ahora puedes percibir que al dar, tu cau­dal aumenta.

4. Protege todas las cosas que valoras dándolas, y así te asegura­rás de no perderlas nunca. 2Y con ello queda demostrado que lo que no creías tener te pertenece. 3Mas no le atribuyas valor a su forma. 4Pues ésta cambiará, y con el tiempo no será reconocible por mucho que trates de conservarla. 5Ninguna forma perdura. 6El pensamiento tras la forma de todo es lo que es inmutable.

5. Da gustosamente, 2pues con ello sólo puedes beneficiarte. 3El pensamiento sigue vivo y su fuerza aumenta a medida que se refuerza al darse. 4Los pensamientos se extienden al compartirse, pues no se pueden perder. 5No hay un dador y un receptor en el sentido en el que el mundo los concibe. 6Hay un dador que con­serva lo que da, y otro que también habrá de dar. 7Y ambos ganarán en este intercambio, pues cada uno de ellos dispondrá del pensamiento en la forma que le resulte más útil. 8Lo que aparen­temente pierde es siempre algo que valorará menos que aquello que con toda seguridad le será devuelto.

6. Nunca olvides que sólo te das a ti mismo. 2El que entiende el significado de dar, no puede por menos que reírse de la idea del sacrificio. 3Tampoco puede dejar de reconocer las múltiples for­mas en que se puede manifestar el sacrificio. 4Se ríe asimismo del dolor y de la pérdida, de la enfermedad y de la aflicción, de la pobreza, del hambre y de la muerte. 5Reconoce que el sacrificio sigue siendo la única idea que yace tras todo esto, y con su dulce risa todo ello sana.

7. Una vez que una ilusión se reconoce como tal, desaparece. 2Niégate a aceptar el sufrimiento, y eliminarás el pensamiento de sufrimiento. 3Cuando eliges ver todo sufrimiento como lo que es, tu bendición desciende sobre todo aquel que sufre. 4El pensa­miento de sacrificio da lugar a todas las formas que el sufrimiento aparenta adoptar. 5Mas el sacrificio es una idea tan demente que la cordura la descarta de inmediato.

8. jamás creas que puedes hacer sacrificio alguno. 2No hay cabida para el sacrificio en lo que tiene valor. 3Si surge tal pensa­miento, su sola presencia demuestra que se ha cometido un error, el cual es necesario corregir. 4Tu bendición lo corregirá. 5Habién­dosete dado a ti primero, ahora es tuya para que tú a tu vez la des. 6Ninguna forma de sacrificio o de sufrimiento puede preva­lecer por mucho tiempo ante la faz de uno que se ha perdonado y bendecido a sí mismo.

9. Las azucenas que te ofrece tu hermano se depositan ante tu altar, junto con las que tú le ofreces a él. 2¿Quién podría tener miedo de contemplar una santidad tan hermosa? 3La gran ilusión del temor a Dios queda reducida a la nada ante la pureza que aquí has de contemplar. 4No tengas miedo de mirar. 5La bendición que has de contemplar eliminará todo pensamiento de forma, y en su lugar dejará allí para siempre el regalo perfecto, el cual aumentará eternamente, será por siempre tuyo y será por siempre dado.

10. Ahora somos uno en pensamiento, pues el miedo ha desapare­cido. 2Y aquí, ante el altar a un solo Dios, a un solo Padre, a un solo Creador y a un solo Pensamiento, nos alzamos juntos como el único Hijo de Dios. 3No estamos separados de Aquel que es nuestra Fuente ni distanciados de los hermanos que forman parte de nuestro único Ser, Cuya inocencia nos ha unido a todos cual uno solo, sino que nos alzamos en gloriosa bendición y damos tal como hemos recibido. 4Tenemos el Nombre de Dios en nuestros labios. 5Y cuando miramos en nuestro interior, vemos brillar la pureza del Cielo en nuestro reflejo del Amor de nuestro Padre.

11. Ahora somos bendecidos y ahora bendecimos al mundo. 2Que­remos extender lo que hemos contemplado porque queremos verlo en todas partes. 3Queremos verlo refulgir con la gracia de Dios en todos nuestros hermanos. 4No queremos que se le niegue a nada de lo que vemos. 5Y para cerciorarnos de que esta santa visión es nuestra, se la ofrecemos a todo lo que vemos. 6Pues allí donde la veamos, nos será devuelta en forma de azucenas que podremos depositar sobre nuestro altar, convirtiéndolo así en un hogar para la Inocencia Misma, la cual mora en nosotros y nos ofrece Su Santidad para que sea nuestra.

 

LECCIÓN 188

 

La paz de Dios refulge en mí ahora.

 

1. ¿Por qué esperar al Cielo? ?Los que buscan la luz están simple­mente cubriéndose los ojos. 3La luz ya está en ellos. 4La ilumina­ción es simplemente un reconocimiento, no un cambio. 5La luz es algo ajeno al mundo, y tú en quien mora la luz eres asimismo un extraño aquí. 6La luz vino contigo desde tu hogar natal, y permaneció contigo, pues es tuya. 7Es lo único que trajiste contigo de Aquel que es tu Fuente. 8Refulge en ti porque ilumina tu hogar, y te conduce de vuelta al lugar de donde vino y donde finalmente estás en tu hogar.

2. Esta luz no se puede perder. 2¿Por qué esperar a encontrarla en el futuro, o creer que se ha perdido o que nunca existió? 3Es tan fácil contemplarla que los argumentos que demuestran que no puede existir se vuelven irrisorios. 4¿Quién podría negar la pre­sencia de lo que contempla en sí mismo? 5No es difícil mirar en nuestro interior, pues ahí nace toda visión. 6Lo que se ve, ya sea en sueños o procedente de una Fuente más verdadera, no es más que una sombra de lo que se ve a través de la visión interna. 7Ahí comienza la percepción y ahí termina. 8No tiene otra fuente que ésta.

3. La paz de Dios refulge en ti ahora, y desde tu corazón se extiende por todo el mundo. 2Se detiene a acariciar cada cosa viviente, y le deja una bendición que ha de perdurar para siempre. 3Lo que da no puede sino ser eterno. 4EIimina todo pensamiento de lo efímero y de lo que carece de valor. 5Renueva todos los cora­zones fatigados e ilumina todo lo que ve según pasa de largo. 6 Todos sus dones se le dan a todo el mundo, y todo el mundo se une para darte las gracias a ti que das y a ti que has recibido.

4. El resplandor de tu mente le recuerda al mundo lo que ha olvi­dado, y éste a su vez, restituye esa memoria en ti. 2Desde ti la salvación irradia dones inconmensurables, que se dan y se devuelven. 3A ti que das el regalo, Dios Mismo te da las gracias. 4Y la luz que refulge en ti se vuelve aún más brillante con Su bendi­ción, sumándose así a los regalos que tienes para ofrecérselos al mundo.

5. La paz de Dios jamás se puede contener. 2El que la reconoce dentro de sí tiene que darla. 3Y los medios a través de los que puede hacerlo residen en su entendimiento. 4Puede perdonar por­que reconoció la verdad en él. 5La paz de Dios refulge en ti ahora, así como en toda cosa viviente. 6En la quietud la paz de Dios se reconoce universalmente. 7Pues lo que tu visión interna contem­pla es tu percepción del universo.

6. Siéntate en silencio y cierra los ojos. 2La luz en tu interior es suficiente. 3Sólo ella puede concederte el don de la visión. 4Ciérrate al mundo exterior, y dale alas a tus pensamientos para que lleguen hasta la paz que yace dentro de ti. 5Ellos conocen el camino. 6Pues los pensamientos honestos, que no están mancillados por el sueño de cosas mundanas externas a ti, se convierten en los santos mensajeros de Dios Mismo.

7. Éstos son los pensamientos que piensas con Él. 2Ellos recono­cen su hogar 3y apuntan con absoluta certeza hacia su Fuente, donde Dios el Padre y el Hijo son uno. 4La paz de Dios refulge sobre ellos, pero ellos no pueden sino permanecer contigo tam­bién, pues nacieron en tu mente, tal como tu mente nació en la de Dios. 5Te conducen de regreso a la paz, desde donde vinieron con el sólo propósito de recordarte cómo regresar.

8. Ellos acatan la Voz de tu Padre cuando tú te niegas a escuchar. 2Y te instan dulcemente a que aceptes Su Palabra acerca de lo que eres en lugar de fantasías y sombras. 3Te recuerdan que eres el co-creador de todas las cosas que viven. 4Así como la paz de Dios refulge en ti, refulge también en ellas.

9. El propósito de nuestras prácticas de hoy es acercarnos a la luz que mora en nosotros. 2Tomamos rienda de nuestros pensamien­tos errantes y dulcemente los conducimos de regreso allí donde pueden armonizarse con los pensamientos que compartimos con Dios. 3No vamos a permitir que sigan descarriados. 4Dejaremos que la luz que mora en nuestras mentes los guíe de regreso a su hogar. 5Los hemos traicionado al haberles ordenado que se apar­tasen de nosotros. 6Pero ahora les pedimos que regresen y los purificamos de cualquier anhelo extraño o deseo confuso. 7Y así, les restituimos la santidad que es su herencia.

10. De esta forma, nuestras mentes quedan restauradas junto con ellos, y reconocemos que la paz de Dios refulge todavía en no­sotros, y que se extiende desde nosotros hasta todas las cosas vivientes que comparten nuestra vida. 2Las perdonamos a todas, y absolvemos al mundo entero de lo que pensábamos que nos había hecho. 3Pues somos nosotros quienes construimos el mundo como queremos que sea. 4Ahora elegimos que sea inocente, libre de pecado y receptivo a la salvación. 5Y sobre él vertemos nuestra bendición salvadora, según decimos:

 

6La paz de Dios refulge en mí ahora. 7Que todas las cosas refuljan sobre mí en esa paz, y que yo las bendiga con la luz que mora en mí.

 

7 DE JULIO

VI. El puente que conduce al mundo real

1. Ir en busca de una relación especial es señal de que te equiparas con el ego y no con Dios, 2pues la relación especial sólo tiene valor para el ego. 3Para él, a no ser que una relación tenga valor espe­cial, no tiene ningún significado, pues para el ego todo amor es especial. 4Esto, sin embargo, no puede ser natural, pues es diferente de la relación que Dios tiene con Su Hijo, y toda relación que no sea como ésa es necesariamente antinatural. 5Pues Dios creó el amor tal como Él quería que fuese, y lo dio tal como es. 6El amor no tiene ningún significado excepto el que su Creador le otorgó mediante Su Voluntad. 7Es imposible definirlo de otra manera y entenderlo.

2. El amor es libertad. 2Ir en su busca encadenándote a ti mismo es separarte de él. 3¡Por el Amor de Dios, no sigas buscando la unión en la separación ni la libertad en el cautiverio! 4Según concedas libertad, serás liberado. 5No te olvides de esto, o, de lo contrario, el amor será incapaz de encontrarte y ofrecerte consuelo.

3. Hay una manera en que el Espíritu Santo te pide que le prestes tu ayuda, si quieres disponer de la Suya. 2El instante santo es el recurso más útil de que Él dispone para protegerte de la atracción de la culpabilidad, que es el verdadero señuelo de la relación especial. 3No te das cuenta de que ése es el verdadero atractivo de la relación especial, debido a que el ego te ha enseñado que la libertad reside en ella. 4Sin embargo, mientras más detenidamente examines la relación especial, más claro te resultará que no puede sino fomentar la culpabilidad, y que, por lo tanto, no puede sino aprisionar.

4. La relación especial no significa nada sin un cuerpo. 2Si le atri­buyes valor a la relación especial, tienes que atribuírselo también al cuerpo. 3Y no podrás sino conservar aquello a lo que atribuyas valor. 4La relación especial es un recurso para limitar tu Ser a un cuerpo, y para limitar la percepción que tienes de los demás a los suyos. 5Si pudieses ver los Grandes Rayos, éstos te demostrarían que la relación especial no tiene absolutamente ningún valor. 6Pues al verlos, el cuerpo desaparecería, ya que perdería su valor. 7Y de este modo, perderías todo tu interés en verlo.

5. Ves el mundo al que atribuyes valor. 2A este lado del puente ves un mundo de cuerpos separados que buscan unirse unos con otros en uniones exclusivas y convertirse en uno solo a costa de la pérdida que ambos sufren. 3Cuando dos individuos intentan con­vertirse en uno solo están tratando de reducir su grandeza. 4Cada uno quiere negar su poder, pues una unión exclusiva excluye al universo. 5Se deja afuera mucho más de lo que se admite adentro, pues se deja a Dios afuera y no se admite nada adentro. 6Si una sola de esas uniones se estableciese con perfecta fe, el universo entraría a formar parte de ella. 7Mas la relación especial que el ego persigue no incluye ni siquiera un solo individuo en su totalidad. 8El ego sólo quiere parte de él, y ve sólo esa parte y nada más.

6. ¡Qué diferentes son las cosas al otro lado del puente! 2Durante algún tiempo se sigue viendo el cuerpo, pero ya no es lo único que se ve, como ocurre aquí. 3La pequeña chispa que contiene los Grandes Rayos también es visible, y no puede ser confinada a la pequeñez por mucho más tiempo. 4Una vez que hayas cruzado el puente, el valor del cuerpo disminuirá tanto ante tus ojos, que ya no tendrás ninguna necesidad de enaltecerlo. 5Pues te darás cuenta de que su único valor es el de permitirte llevar a tus her­manos contigo hasta el puente, para allí ser liberados juntos.

7. El puente en sí no es más que una transición en la perspectiva que se tiene de la realidad. 2A este lado ves todo sumamente dis­torsionado y desde una perspectiva errónea. 3Lo que es pequeño e insignificante se enaltece, y a lo que es fuerte y poderoso no se le concede ningún valor. 4Durante la transición hay un período de confusión en el que es posible experimentar una sensación muy real de desorientación. 5No tengas miedo de esto, pues lo único que significa es que has estado dispuesto a abandonar el marco de referencia distorsionado que parecía mantener a tu mundo intac­to. 6Este marco de referencia está construido en torno a la relación especial. 7Sin esta ilusión, no seguirías buscando ningún signifi­cado aquí.

8. No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad. 2El tiempo es benévolo, y si lo usas en beneficio de la realidad, se ajustará al ritmo de tu transición. 3Lo único que es urgente es desencajar a tu mente de la posición fija que ha adop­tado aquí. 4Ello no te dejará desamparado ni desprovisto de un marco de referencia. 5El período de desorientación, que precede a la transición en sí, es mucho más corto que el tiempo que tardaste en fijar tu mente tan firmemente en las ilusiones. 6Cualquier demora te hará ahora más daño que antes, debido únicamente a que te das cuenta de que es una demora, y de que realmente es posible escapar del dolor. 7En lugar de desesperación, halla espe­ranza y consuelo en esto: muy pronto ya no podrás encontrar en ninguna relación especial aquí ni siquiera la ilusión de amor. 8Pues ya no estás completamente loco, y no tardarías mucho en reconocer la culpabilidad que te produce traicionarte a ti mismo.

9. Nada que procures fortalecer en la relación especial es real­mente parte de ti. 2Y no puedes conservar parte del sistema de pensamiento que te enseñó que la relación especial es real, y entender el Pensamiento que sabe lo que eres. 3Le has permitido al Pensamiento de tu realidad entrar en tu mente, y puesto que lo invitaste, morará contigo. 4Tu amor por él no permitirá que te traiciones a ti mismo, y no podrás entablar ninguna relación en la que dicho pensamiento no te acompañe, pues no desearás estar separado de él.

10. Alégrate de haber escapado de la parodia de salvación que el ego te ofrecía, y no mires atrás con nostalgia a la farsa que hacía de tus relaciones. 2Ahora nadie tiene que sufrir, pues has llegado demasiado lejos como para sucumbir a la ilusión de que la culpa­bilidad es algo bello y santo. 3Sólo los que son completamente dementes podrían contemplar la muerte y el sufrimiento, la enfer­medad y la desesperanza, y considerarlos bellos y santos. 4Lo que la culpabilidad ha forjado es feo, temible y muy peligroso. 5No veas ninguna ilusión de verdad y belleza en ello. 6Y siéntete agra­decido de que haya un lugar donde la verdad y la belleza te aguardan. 7Ve gustosamente a su encuentro y descubre lo mucho que te espera por el simple hecho de estar dispuesto a abandonar lo que no es nada precisamente porque no es nada.

11. La nueva perspectiva que adquirirás al cruzar el puente será el entendimiento de dónde se encuentra el Cielo. 2Desde este lado parece encontrarse fuera de ti y al otro lado del puente. 3Pero al cruzar el puente para unirte al Cielo, éste se unirá a ti y os volve­réis uno. 4Y pensarás, con feliz asombro, que a cambio de todo esto renunciaste a lo que no era nada. 5El júbilo del Cielo, el cual es ilimitado, aumenta con cada luz que regresa a ocupar el lugar que le corresponde en él. 6¡Por el Amor de Dios y por el tuyo propio, no te demores más! 7¡Y que el instante santo te acelere en tu camino, como indudablemente lo hará sólo con que dejes que venga a ti!

12. El Espíritu Santo sólo te pide este pequeño favor: que cada vez que tus pensamientos se desvíen hacia una relación especial que todavía te atraiga, te unas a Él en un instante santo y ahí le per­mitas liberarte. 2Lo único que necesita es que estés dispuesto a compartir Su perspectiva, para que Él te la conceda en su totalidad. 3Y no tienes que estar completamente dispuesto porque Él lo está. 4Su tarea es expiar tu renuencia mediante Su perfecta fe, y es Su fe la que tú compartes con Él en el instante santo. 5Como resultado de reconocer que no estás dispuesto a ser liberado, se te ofrece la perfecta buena voluntad de la que Él goza. 6lnvócale, pues el Cielo responde a Su llamada. 7Y permítele que Él invoque al Cielo por ti.

LECCIÓN 189

 

Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora.

 

1. Hay una luz en ti que el mundo no puede percibir. 2Y con sus ojos no la podrás ver, pues estás cegado por él. 3No obstante, tienes ojos con los que poder verla. 4Está ahí para que la contem­ples. 5No se puso en ti para que se mantuviese oculta de tu vista. 6Esta luz es un reflejo del pensamiento con el que practicamos ahora. 7Sentir el Amor de Dios dentro de ti es ver el mundo reno­vado, radiante de Inocencia, lleno de esperanza y bendecido con perfecta caridad y amor.

2. ¿Quién podría sentir temor en un mundo así? 2Dicho mundo te da la bienvenida, se regocija de que hayas venido y te canta ala­banzas mientras te mantiene a salvo de cualquier peligro o dolor: 3Te ofrece un hogar cálido y tranquilo en el que permanecer por un tiempo. 4Te bendice a lo largo del día, y te cuida durante la noche, cual silencioso guardián de tu sueño santo. 5Ve en ti la salvación, y protege la luz que mora en ti, en la que ve la suya propia. 6Te ofrece sus flores y su nieve como muestra de agrade­cimiento por tu benevolencia.

3. Éste es el mundo que el Amor de Dios revela. 2Es tan diferente del mundo que ves a través de los enturbiados ojos de la malicia y del miedo, que uno desmiente al otro. 3Sólo uno de ellos puede percibirse en absoluto. 4El otro no tiene ningún significado.  5A aquellos que ven surgir del ataque un mundo de odio listo para vengarse, asesinar y destruir, les resulta inconcebible la idea de un mundo en el que el perdón resplandece sobre todas las cosas y la paz ofrece su dulce luz a todo el mundo.                                                                   .

4. Sin embargo, el mundo del odio es igualmente invisible e inconcebible para aquellos que sienten dentro de sí el Amor de Dios. 2Su mundo refleja la quietud y la paz que refulge en ellos; la tranquilidad y la inocencia que ven a su alrededor; la dicha con la que miran hacia afuera desde los inagotables manantiales de dicha en su interior. 3Contemplan lo que han sentido dentro de sí, y ven su inequívoco reflejo por todas partes.

5. ¿Cuál de ellos quieres ver? 2Eres libre de elegir. 3Mas debes conocer la ley que rige toda visión y no dejar que tu mente se olvide de ella: contemplarás aquello que sientas en tu interior. 4Si el odio encuentra acogida en tu corazón, percibirás un mundo temible, atenazado cruelmente por las huesudas y afiladas garras de la muerte. 5Mas si sientes el Amor de Dios dentro de ti, con­templarás un mundo de misericordia y de amor.

6. Hoy pasamos de largo las ilusiones, según intentamos llegar hasta lo que es verdad en nosotros y sentir su infinita ternura, su Amor que sabe que somos tan perfectos como él mismo, y su visión, el don que su Amor nos ofrece. 2Hoy aprenderemos el camino, 3el cual es tan seguro como el Amor mismo, al que nos conduce. 4Pues su sencillez nos protege de las trampas que las descabelladas complicaciones del aparente razonar del mundo tienen como propósito ocultar..

7. Haz simplemente esto: permanece muy quedo y deja a un lado todos los pensamientos acerca de lo que tú eres y de lo que Dios es; todos los conceptos que hayas aprendido acerca del mundo; todas las imágenes que tienes acerca de ti mismo. 2Vacía tu mente de todo lo que ella piensa que es verdadero o falso, bueno o malo; de todo pensamiento que considere digno, así como de todas las ideas de las que se siente avergonzada. 3No conserves nada. 4No traigas contigo ni un solo pensamiento que el pasado te haya enseñado, ni ninguna creencia que, sea cual sea su proce­dencia, hayas aprendido con anterioridad. 5Olvídate de este mundo, olvídate de este curso, y con las manos completamente vacías, ve a tu Dios.

8. ¿No es acaso Él Quien sabe cómo llegar a ti? 2Tú no necesitas saber cómo llegar a Él. 3Tu papel consiste simplemente en permitir que todos los obstáculos que has interpuesto entre el Hijo y Dios el Padre sean eliminados silenciosamente para siempre. 4Dios hará lo que le corresponde hacer en gozosa e inmediata respuesta. 5Pide y recibirás. 6Mas no vengas con exigencias, ni le señales el camino por donde Él debe aparecer ante ti. 7La manera de llegar a Él es simplemente dejando que Él sea lo que es. 8Pues de esa forma se proclama también tu realidad.

9. Así pues, hoy no elegiremos el camino por el que vamos a Él. 2Pero sí elegimos dejar que Él venga a nosotros. 3Y con esta deci­sión descansamos. 4Su Amor se abrirá paso por su cuenta en nues­tros corazones serenos y en nuestras mentes abiertas. 5Es induda­ble que lo que no ha sido negado se encuentra ahí, si es que es verdad y puede alcanzarse. 6Dios conoce a Su Hijo y sabe cómo llegar a él. 7No necesita que Su Hijo le muestre el camino. 8A tra­vés de cada puerta abierta Su Amor refulge hacia afuera desde su hogar interno e ilumina al mundo con inocencia.

10. Padre, no sabemos cómo llegar a Ti. 2Pero te hemos llamado y Tú nos has contestado. 3No interferiremos. 4Los caminos de la salvación no son nuestros, pues te pertenecen a Ti. 5Y es a Ti a donde vamos para encontrarlos. 6Nuestras manos están abiertas para recibir Tus dones. 7No tenemos ningún pensamiento que no pensemos contigo, ni abrigamos creencia alguna con respecto a lo que somos o a Quién nos creó. 8Tuyo es el camino que queremos hallar y seguir. 9Y sólo pedimos que Tu Volun­tad, que también es la nuestra, se haga en nosotros y en el mundo, para que éste pase a formar parte del Cielo. 10Amén.

 

8 DE JULIO

VII. El final de las ilusiones

1. Es imposible abandonar el pasado sin renunciar a la relación especial. 2Pues la relación especial es un intento de revivir el pasado y alterarlo. 3Toda imaginada ofensa, todo dolor que toda­vía se recuerde, así como todas las desilusiones pasadas y las injusticias y privaciones que se percibieron, forman parte de la relación especial, que se convierte en el medio por el que intentas reparar tu herido amor propio. 4Sin el pasado, ¿de qué base dis­pondrías para elegir a un compañero especial? 5Toda elección al respecto se hace por razón de algo "malo" que ocurrió en el pasado a lo que aún te aferras, y por lo que otro tiene que pagar.

2. La relación especial es una venganza contra el pasado. 2Al tra­tar de eliminar todo sufrimiento pasado, pasa por alto el presente, pues está obsesionada con el pasado y comprometida totalmente a él. 3Ninguna relación especial se experimenta en el presente. 4Sombras del pasado la envuelven y la convierten en lo que es. 5No tiene ningún significado en el presente, y si no significa nada en el ahora, no significa nada en absoluto. 6¿Cómo ibas a poder cambiar el pasado, salvo en fantasías? 7¿Y quién te puede dar aquello de lo que según tú se te privó en el pasado? 8El pasado no es nada. 9No trates de culparlo por tus privaciones, pues el pasado ya pasó. 10En realidad es imposible que no puedas desprenderte de lo que ya pasó. 11Debe ser, por lo tanto, que estás perpetuando la ilusión de que todavía está ahí porque crees que sirve para algún propósito que quieres ver realizado. 12Y debe ser también que ese propósito no puede realizarse en el presente, sino sólo en el pasado.

3. No subestimes la intensidad del deseo del ego por vengarse del pasado. 2El ego es absolutamente cruel y completamente demente. 3Se acuerda de todo lo que hiciste que lo ofendió, e intenta hacer que pagues por ello. 4Las fantasías que lleva a las relaciones que ha escogido para exteriorizar su odio, son fantasías de tu destruc­ción. 5Pues el ego te guarda rencor por el pasado, y si te escapas del pasado se vería privado de consumar la venganza que, según él, tan justamente mereces. 6Sin embargo, si no te tuviese a ti de aliado de tu propia destrucción, el ego no podría utilizar el pasado contra ti. 7En la relación especial permites tu propia des­trucción. 8Que eso es demente es obvio. 9Lo que no es tan obvio es que el presente no te sirve de nada mientras persigas el objetivo del ego como aliado suyo.

4. El pasado ya pasó. aNo intentes conservarlo en la relación espe­cial que te mantiene encadenado a él, y que quiere enseñarte que la salvación se encuentra en el pasado y que por eso necesitas volver a él para encontrarla. 2No hay fantasía que no encierre un sueño de represalias por lo ocurrido en el pasado. 3¿Qué prefieres, exteriorizar ese sueño o abandonarlo?

5. No parece que lo que buscas en la relación especial sea la ven­ganza. 2Y ni siquiera cuando el odio y la crueldad se asoman fugazmente se quebranta seriamente la ilusión de amor. 3Sin embargo, lo único que el ego jamás permite que llegue a tu con­ciencia es que la relación especial es la exteriorización de tu ven­ganza contra ti mismo. 4¿Qué otra cosa podría ser? 5Cuando vas en busca de una relación especial, no buscas la gloria dentro de ti. 6Has negado que se encuentre en ti, y la relación se convierte en su substituto. 7La venganza pasa a ser aquello con lo que substituyes la Expiación, y lo que pierdes es poder escaparte de la venganza.

6. Frente a la demente noción que el ego tiene de la salvación, el Espíritu Santo te ofrece dulcemente el instante santo. 2Hemos dicho antes que el Espíritu Santo tiene que enseñar mediante com­paraciones, y que se vale de opuestos para apuntar hacia la ver­dad. 3El instante santo es lo opuesto a la creencia fija del ego de que la salvación se logra vengando el pasado. 4En el instante santo se comprende que el pasado ya pasó, y que, con su pasar, el impulso de venganza se arrancó de raíz y desapareció. 5La quie­tud y la paz del ahora te envuelven con perfecta dulzura. 6Todo ha desaparecido, excepto la verdad.

7. Puede que por algún tiempo todavía trates de llevar ilusiones al instante santo, obstaculizando así el que seas plenamente cons­ciente de la absoluta diferencia que existe con respecto a todo ­entre tu experiencia de la verdad y tu experiencia de la ilusión. 2Mas no seguirás tratando de hacer eso por mucho más tiempo. 3En el instante santo el poder del Espíritu Santo prevalecerá por­que te habrás unido a Él. 4Las ilusiones que cargas contigo debili­tarán la experiencia que tienes de Él por algún tiempo, e impedirán que retengas la experiencia en tu mente. 5Mas el ins­tante santo es eterno, y las ilusiones que tienes acerca del tiempo no impedirán que lo intemporal sea lo que es, ni que lo experi­mentes tal como es.

8. Lo que Dios te ha dado, te lo dio de verdad, y no podrás sino recibirlo de verdad. 2Pues los dones de Dios están desprovistos de toda realidad a menos que tú los recibas. 3Recibirlos consuma Su dación. 4Tú los recibirás porque Su Voluntad es darlos. 5Él dio el instante santo para que te fuese dado, y es imposible que no lo recibas, puesto que Él lo dio. 6Cuando Él dispuso que Su Hijo fuese libre, Su Hijo fue libre. 7En el instante santo se encuentra Su recor­datorio de que Su Hijo será siempre exactamente como fue crea­do. 8Y el propósito de todo lo que el Espíritu Santo enseña es recordarte que has recibido lo que Dios te dio.

9. No hay nada por lo que tengas que guardarle rencor a la reali­dad. 2Lo único que debes perdonar son las ilusiones que has albergado contra tus hermanos. 3Su realidad no tiene pasado, y lo único que se puede perdonar son las ilusiones. 4Dios no le guarda rencor a nadie, pues es incapaz de albergar ningún tipo de ilusión. 5Libera a tus hermanos de la esclavitud de sus ilusio­nes, perdonándolos por las ilusiones que percibes en ellos. 6Así aprenderás que has sido perdonado, pues fuiste tú quien les ofre­ció ilusiones. 7En el instante santo esto es lo que se lleva a cabo por ti mientras estés en el tiempo, para de este modo brindarte la verdadera condición del Cielo.

10. Recuerda que siempre eliges entre la verdad y las ilusiones, entre la verdadera Expiación que cura, y la "expiación" del ego que destruye. 2Todo el poder y Amor de Dios, sin límite alguno, te apoyarán a medida que busques únicamente el papel que te corresponde desempeñar en el plan de Expiación que procede de Su Amor. 3Sé un aliado de Dios y no del ego en tu búsqueda para descubrir cómo alcanzar la Expiación. 4Con Su ayuda basta, pues Su Mensajero sabe cómo restituirte el Reino y hacer que todo tu interés en la salvación se centre en tu relación con Él.

11. Busca y encuentra Su mensaje en el instante santo, en el que se perdonan todas las ilusiones. 2Desde ahí, el milagro se extiende para bendecir a todo el mundo y resolver todo problema, percí­base como grande o pequeño, como que puede ser resuelto o como que no. 3No hay nada que no ceda ante Él y Su majestad. 4Unirse en estrecha relación con Él es aceptar todas las relaciones como reales, y gracias a su realidad, abandonar las ilusiones a cambio de la realidad de tu relación con Dios. 5Alabada sea la relación que tienes con Él y ninguna otra. 6La verdad reside en ella y no en ninguna otra parte. 7Eliges esto o nada.

 

12. Perdónanos nuestras ilusiones, Padre, y ayúdanos a aceptar nuestra verdadera relación Contigo, en la que no hay ilusiones y en la que jamás puede infiltrarse ninguna. 2Nuestra santidad es la Tuya. 3¿Qué puede haber en nosotros que necesite perdón si Tu perdón es perfecto? 4El sueño del olvido no es más que nuestra renuencia a recordar Tu perdón y Tu amor. 5No nos dejes caer en la tentación, pues la tentación del Hijo de Dios no es Tu Voluntad. 6Y déjanos recibir únicamente lo que Tú has dado, y aceptar sólo eso en las mentes que Tú creaste y que amas. 7Amén.

 

LECCIÓN 190

 

Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.

 

1. El dolor es una perspectiva errónea. 2Cuando se experimenta en cualquier forma que sea, es señal de que nos hemos engañado a nosotros mismos. 3El dolor no es un hecho en absoluto. 4Sea cual sea la forma que adopte, desaparece una vez que se percibe correctamente. 5Pues el dolor proclama que Dios es cruel. 6¿Cómo podría entonces ser real en cualquiera de las formas que adopta? 7El dolor da testimonio del odio que Dios el Padre le tiene a Su Hijo, de la pecaminosidad que ve en él y de Su demente deseo de venganza y de muerte.

2. ¿Es posible acaso dar fe de semejantes proyecciones? 2¿Qué podrían ser sino falsedades? 3El dolor no es sino un testigo de los errores del Hijo con respecto a lo que él cree ser. 4Es un sueño de una encarnizada represalia por un crimen que no pudo haberse cometido; por un ataque contra lo que es completamente inex­pugnable. 5Es una pesadilla en la que hemos sido abandonados por el Amor Eterno, el cual jamás habría podido abandonar al Hijo que creó como fruto de Su Amor.

3. El dolor es señal de que las ilusiones reinan en lugar de la verdad. 2Demuestra que Dios ha sido negado, confundido con el miedo, percibido como demente y considerado como un traidor a Sí Mismo. 3Si Dios es real, el dolor no existe. 4Mas si el dolor es real, entonces es Dios Quien no existe. 5Pues la venganza no forma parte del amor. 6Y el miedo, negando el amor y valiéndose del dolor para probar que Dios está muerto, ha demostrado que la muerte ha triunfado sobre la vida. 7El cuerpo es el Hijo de Dios, corruptible en la muerte y tan mortal como el Padre al que ha asesinado.

4. ¡Que la paz ponga fin a semejantes necedades! 2Ha llegado el momento de reírse de ideas tan absurdas. 3No es necesario pen­sar en ellas como si fuesen crímenes atroces o pecados secretos de graves consecuencias. 4¿Quién sino un loco podría pensar que son la causa de algo? 5Su testigo, el dolor, es tan demente como ellas, y no se debe tener más miedo de él que de las dementes ilusiones a las que ampara, y que trata de demostrar que no pue­den sino seguir siendo verdad.

5. Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor. 2Nada externo a tu mente puede herirte o hacerte daño en modo alguno. 3No hay causa más allá de ti mismo que pueda abatirse sobre ti y oprimirte. 4Nadie, excepto tú mismo, puede afectarte. 5No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entriste­certe o de debilitarte. 6Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente lo que eres. 7Conforme percibas su inocuidad, ellas aceptarán como suya tu santa voluntad. 8Y lo que antes inspiraba miedo se convierte ahora en una fuente de inocencia y santidad.

6. Santo hermano mío, piensa en esto por un momento: el mundo que ves no hace nada. 2No tiene efectos. 3No es otra cosa que la representación de tus pensamientos. 4Y será completamente dis­tinto cuando elijas cambiar de parecer y decidas que lo que real­mente deseas es el júbilo de Dios. 5Tu Ser se alza radiante en este santo júbilo, inalterado e inalterable por siempre jamás. 6¿Le nega­rías a un pequeño rincón de tu mente su propia herencia y lo conservarías como hospital para el dolor, como un lugar enfermizo a donde toda cosa viviente tiene que venir finalmente a morir?

7. Tal vez parezca que el mundo te causa dolor. 2Sin embargo, al no tener causa, no tiene el poder de ser la causa de nada. 3Al ser un efecto, no puede producir efectos. 4Al ser una ilusión, es lo que tú deseas que sea. 5Tus vanos deseos constituyen sus pesares. 6Tus extraños anhelos dan lugar a sus sueños de maldad. 7Tus pensamientos de muerte lo envuelven con miedo, mientras que en tu benévolo perdón halla vida.

8. El dolor es la forma en que se manifiesta el pensamiento del mal, causando estragos en tu mente santa. 2El dolor es el rescate que gustosamente has pagado para no ser libre. 3En el dolor se le niega a Dios el Hijo que Él ama. 4En el dolor el miedo parece triunfar sobre el amor, y el tiempo reemplazar a la eternidad y al Cielo. 5Y el mundo se convierte en un lugar amargo y cruel, donde reina el pesar y donde los pequeños gozos sucumben ante la embestida del dolor salvaje que aguarda para trocar toda alegría en sufrimiento.

9. Rinde tus armas, y ven sin defensas al sereno lugar donde por fin la paz del Cielo envuelve todas las cosas en la quietud. 2Aban­dona todo pensamiento de miedo y de peligro. 3No permitas que el ataque entre contigo. 4Depón la cruel espada del juicio que apuntas contra tu propio cuello, y deja a un lado las devastadoras acometidas con las que procuras ocultar tu santidad.

10. Así entenderás que el dolor no existe. 2Así el júbilo de Dios se vuelve tuyo. 3Éste es el día en que te es dado comprender plena­mente la lección que encierra dentro de sí todo el poder de la salvación: el dolor es una ilusión; el júbilo es real. 4El dolor es dormir; el júbilo, despertar. 5El dolor es un engaño; y sólo el júbilo es verdad.

11. Por lo tanto, volvemos nuevamente a optar por la única alter­nativa que jamás se puede elegir, ya que sólo elegimos entre las ilusiones y la verdad, entre el dolor y el júbilo, entre el Cielo y el infierno. 2Que la gratitud hacia nuestro Maestro invada nuestros corazones, pues somos libres de elegir nuestro júbilo en vez de dolor, nuestra santidad en vez de pecado, la paz de Dios en vez de conflicto y la luz del Cielo en lugar de las tinieblas del mundo.

 

9 DE JULIO

Capítulo 17

EL PERDÓN Y LA RELACIÓN SANTA

 

1. Cómo llevar las fantasías ante la verdad

1. La traición que el Hijo de Dios cree haber cometido sólo tuvo lugar en ilusiones, y todos sus "pecados" no son sino el producto de su propia imaginación. 2Su realidad es eternamente inmacu­lada. 3El Hijo de Dios no necesita ser perdonado, sino despertado. 4En sus sueños se ha traicionado a sí mismo, a sus hermanos y a su Dios. 5Mas lo que tiene lugar en sueños no tiene lugar real­mente. 6Es imposible convencer al que sueña de que esto es así, pues los sueños son lo que son debido a la ilusión de que son rea­les. 7Sólo al despertar se libera uno completamente de ellos, pues sólo entonces resulta perfectamente evidente el hecho de que no afectaron en modo alguno la realidad y de que no la han cam­biado. 8Las fantasías cambian la realidad. 9Ese es su propósito. 10En realidad no lo pueden hacer, pero sí pueden hacerlo en la mente que quiere que la realidad sea diferente.

2. Tu deseo de cambiar la realidad es, por lo tanto, lo único que es temible, pues al desear que la realidad cambie crees que tu deseo se ha cumplido. 2En cierto sentido, esta extraña perspectiva da testimonio de tu poder. 3Mas cuando lo distorsionas y lo utili­zas en favor del "mal", haces también que sea algo irreal para ti. 4No puedes serle fiel a dos amos que te piden cosas contradicto­rias. 5Lo que usas en beneficio de las fantasías, se lo niegas a la verdad. 6Mas lo que le entregas a la verdad para que ésta lo use en tu beneficio, se encuentra a salvo de las fantasías.

3. Cuando sostienes que es imposible que no haya grados de difi­cultad en los milagros, lo único que estás diciendo es que hay algunas cosas que no quieres entregarle a la verdad. 2Crees que la verdad no podría resolverlas debido únicamente a que prefieres mantenerlas ocultas de la verdad. 3Dicho llanamente, tu falta de fe en el poder que sana todo dolor emana de tu deseo de conservar algunos aspectos de la realidad y reservarlos para la fantasía. 4¡Si tan sólo comprendieses cuánto afecta esto tu apreciación de la totalidad! 5Aquello que te reservas sólo para ti, se lo quitas a Aquel que quiere liberarte. 6A menos que se lo devuelvas, tu pers­pectiva de la realidad permanecerá inevitablemente distorsionada y sin corregir.

4. Mientras desees que esto siga siendo así, seguirás albergando la ilusión de que hay grados de dificultad en los milagros. 2Pues habrás sembrado la idea de grados de realidad al darle una parte de ésta a un maestro, y la otra al otro. 3De este modo, aprendes a tratar con una parte de la verdad de una manera, y con la otra de otra. 4Fragmentar la verdad es destruirla, pues ello la desprovee de todo significado. 5El concepto de grados de realidad es un enfoque que denota falta de entendimiento, un marco de referen­cia para la realidad con el que realmente no se la puede comparar en absoluto.

5. ¿Crees acaso que puedes llevar la verdad ante las fantasías y aprender lo que significa la verdad desde la perspectiva de lo ilusorio? 2La verdad no tiene significado dentro de lo ilusorio. 3El marco de referencia para entender su significado tiene que ser ella misma. 4Cuando tratas de llevar la verdad ante las ilusiones, estás tratando de hacer que las ilusiones sean reales y de conser­varlas justificando tu creencia en ellas. 5Llevar las fantasías ante la verdad, no obstante, es permitir que la verdad te muestre que las ilusiones son irreales, lo cual te permite entonces liberarte de ellas. 6No mantengas ni una sola idea excluida de la verdad, pues si lo haces, estarás estableciendo diferentes grados de realidad que no podrán sino aprisionarte. 7No hay grados de realidad por­que en ella todo es verdad.

6. Procura estar dispuesto, pues, a entregarle todo lo que has ocultado de la verdad a Aquel que la conoce, y en Quien todo se lleva ante ella. 2Lograremos salvarnos de la separación completa­mente, o no lo lograremos en absoluto. 3No te preocupes por nada, excepto por estar dispuesto a que se logre. 4Él será Quien lo logre, no tú. 5Pero no te olvides de lo siguiente: cuando te alteras y pierdes la paz porque otro está tratando de resolver sus proble­mas valiéndose de fantasías, estás negándote a perdonarte a ti mismo por haber hecho exactamente lo mismo. 6Y estás mante­niéndoos a ti y al otro alejados de la verdad y de la salvación. 7Al perdonarlo, restituyes a la verdad lo que ambos habíais negado. 8Y verás el perdón allí donde lo hayas otorgado.

 

II. El mundo perdonado

1. ¡Imagínate cuán hermosos te parecerán todos aquellos a quie­nes hayas perdonado! 2En ninguna fantasía habrás visto nunca nada tan bello. 3Nada de lo que ves aquí, ya sea en sueños o des­pierto, puede compararse con semejante belleza. 4Y no habrá nada que valores tanto como esto ni nada que tengas en tanta estima. 5Nada que recuerdes que en alguna ocasión hiciera cantar a tu corazón de alegría te brindó ni una mínima parte de la felicidad que esta visión ha de brindarte. 6Pues gracias a ella podrás ver al Hijo de Dios. 7Contemplarás la belleza que el Espíritu Santo adora contemplar, y por la que le da gracias al Padre. 8Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta. 9Y todas Sus enseñanzas conducen a esa visión y a dar gracias con Él.

2. Esta belleza no es una fantasía. 2Es el mundo real, resplande­ciente, puro y nuevo, en el que todo refulge bajo la luz del sol. 3No hay nada oculto aquí, pues todo ha sido perdonado y ya no que­dan fantasías que oculten la verdad. 4El puente entre ese mundo y éste es tan corto y tan fácil de cruzar, que nunca te hubieses podido imaginar que fuese el punto de encuentro de mundos tan dispares. 5Mas este corto puente es la cosa más poderosa conec­tada a este mundo. 6Este ínfimo paso, tan pequeño que ni siquiera has reparado en él, es un salto que te lleva a través del tiempo hasta la eternidad, y te conduce más allá de toda fealdad hacia una belleza que te subyugará y que nunca cesará de maravillarte con su perfección.

3. Este paso, el más corto que jamás se haya dado, sigue siendo el mayor logro en el plan de Dios para la Expiación. 2Todo lo demás se aprende, pero esto es algo que se nos da, y que es completo en sí mismo y absolutamente perfecto. 3Nadie, excepto Aquel que planeó la salvación, podría completarlo tan perfectamente. 4El mundo real, en toda su belleza, es algo que se aprende a alcanzar. 5Todas las fantasías se desvanecen y nada ni nadie continúa siendo prisionero de ellas, y gracias a tu propio perdón ahora puedes ver. 6Lo que ves, sin embargo, es únicamente lo que inven­taste, excepto que ahora la bendición de tu perdón descansa sobre ello. 7Y con esta última bendición que el Hijo de Dios se da a sí mismo, la percepción real, nacida de la nueva perspectiva que ha aprendido, habrá cumplido su propósito.

4. Las estrellas se desvanecerán en la luz, y el sol que iluminó al mundo para que su belleza se pudiese apreciar desaparecerá. 2La percepción no tendrá razón de ser cuando haya sido perfeccio­nada, pues nada que haya sido utilizado para el aprendizaje ten­drá función alguna. 3Nada cambiará jamás; y las fluctuaciones y los matices, así como las diferencias y contrastes que hacían que la percepción fuese posible cesarán. 4La percepción del mundo real será tan fugaz que apenas tendrás tiempo de dar gracias a Dios por él. 5Pues una vez que hayas alcanzado el mundo real y estés listo para recibir a Dios, Él dará de inmediato el último paso.

5. El mundo real se alcanza simplemente mediante el completo perdón del viejo mundo, aquel que contemplas sin perdonar. 2El Gran Transformador de la percepción emprenderá contigo un examen minucioso de la mente que dio lugar a ese mundo, y te revelará las aparentes razones por las que lo construiste. 3A la luz de la auténtica razón que le caracteriza te darás cuenta, a medida que lo sigas, de que ese mundo está totalmente desprovisto de razón. 4Cada punto que Su razón toque florecerá con belleza, y lo que parecía feo en la oscuridad de tu falta de razón, se verá transformado de repente en algo hermoso. 5Ni siquiera lo que el Hijo de Dios inventó en su demencia podría no tener oculto den­tro de sí una chispa de belleza que la dulzura no pudiese liberar.

6. Esta belleza brotará para bendecir todo cuanto veas, conforme contemples al mundo con los ojos del perdón. 2Pues el perdón transforma literalmente la visión, y te permite ver el mundo real alzarse por encima del caos y envolverlo dulce y calladamente, eliminando todas las ilusiones que habían tergiversado tu percepción y que la mantenían anclada en el pasado. 3La hoja más insignificante se convierte en algo maravilloso, y las briznas de hierba en símbolos de la perfección de Dios.

7. Desde el mundo perdonado el Hijo de Dios es elevado fácil­mente hasta su hogar. 2Y una vez en él sabrá que siempre había descansado allí en paz. 3Incluso la salvación se convertirá en un sueño y desaparecerá de su mente. 4Pues la salvación es el final de los sueños, y dejará de tener sentido cuando el sueño finalice. 5¿Y quién, una vez despierto en el Cielo, podría soñar que aún pueda haber necesidad de salvación?

8. ¿Cuánto deseas la salvación? 2Pues ella te dará el mundo real, el cual está esperando ansiosamente ese momento. 3Las ansias del Espíritu Santo por dártelo son tan intensas que Él no quisiera esperar, si bien espera pacientemente. 4Une Su paciencia a tu impaciencia para que tu encuentro con Él no se demore más. 5Ve gustosamente a encontrarte con tu Redentor, y con absoluta con­fianza abandona con Él este mundo y entra al mundo real de belleza y perdón.

 

LECCIÓN 191

 

Soy el santo Hijo de Dios Mismo.

 

1. He aquí la declaración de tu liberación de las cadenas del mundo. 2Y he aquí asimismo la liberación del mundo entero. 3No te das cuenta de lo que has hecho al asignarle al mundo el papel de carcelero del Hijo de Dios. 4¿Qué podría ser entonces sino un mundo depravado y temeroso, amedrentado por las sombras, vengativo y salvaje, desprovisto de razón, ciego y enajenado por el odio?

2. ¿Qué has hecho para que éste sea tu mundo? 2¿Qué has hecho para que sea eso lo que ves? 3Niega tu Identidad, y ése es el resul­tado. 4Contemplas el caos y proclamas que eso es lo que tú eres. 5No ves nada que no dé testimonio de ello. 6No hay sonido que no te hable de la flaqueza que hay dentro y fuera de ti; ni aliento que respires que no parezca acercarte más a la muerte; ni esperanza que alientes que no haya de acabar en llanto.

3. Niega tu verdadera Identidad y no podrás escaparte de la locura que dio lugar a este extraño, antinatural y fantasmal pensa­miento que se burla de la creación y se ríe de Dios. 2Niega tu verdadera Identidad, y te enfrentas al universo solo, sin un amigo: una diminuta mota de polvo contra legiones de enemigos. 3Niega tu verdadera Identidad y contemplarás la maldad, el pecado y la muerte, y verás la desesperanza arrebatarte de las manos todo vestigio de esperanza, dejándote solamente con ansias de morir.

4. Sin embargo, ¿qué podría ser esto sino un juego en el que pue­des negar tu Identidad? 2Eres tal como Dios te creó. 3Creer cual­quier otra cosa es absurdo. 4Con este solo pensamiento todo el mundo se libera. 5Con esta sola verdad desaparecen todas las ilu­siones. 6Con este solo hecho se proclama que la impecabilidad es eternamente parte integral de todo, el núcleo central de su exis­tencia y la garantía de su inmortalidad.

5. Deja que la idea de hoy encuentre un lugar entre tus pensa­mientos, y te habrás elevado muy por encima del mundo, así como por encima de todos los pensamientos mundanos que lo mantienen prisionero. 2Y desde este lugar de seguridad y escape retornarás a él y lo liberarás. 3Pues aquel que puede aceptar su verdadera Identidad realmente se salva. 4Y su salvación es el regalo que les hace a todos, como muestra de gratitud hacia Aquel que le mostró el camino a la felicidad que cambió toda su perspec­tiva acerca del mundo.

6. Basta con un solo pensamiento santo como éste para liberarte: tú eres el santo Hijo de Dios Mismo. 2Y con este pensamiento santo comprendes asimismo que has liberado al mundo. 3No tie­nes necesidad de usarlo cruelmente, y luego percibir esa misma necesidad en él. 4Lo liberas de tu aprisionamiento. 5No verás una imagen devastadora de ti mismo vagando por el mundo llena de terror, mientras que éste se retuerce en agonía porque tus miedos han dejado impreso en su corazón el sello de la muerte.

7. Alégrate hoy de cuán fácilmente desaparece el infierno. 2No necesitas más que decirte a ti mismo:

 

3Soy el santo Hijo de Dios Mismo. 4No puedo sufrir ni sentir dolor; no puedo sufrir pérdidas ni dejar de hacer todo lo que la salvación me pida.

 

5Y con ese pensamiento todo lo que contemples cambiará por completo.

8. Un milagro ha iluminado todas las lúgubres y viejas cavernas en las que los ritos de la muerte reverberaban desde los orígenes del tiempo: 2Pues el tiempo ya no tiene dominio sobre el mundo. 3El Hijo de Dios ha venido radiante de gloria a redimir a los que estaban perdidos, a salvar a los desvalidos y a darle al mundo el regalo de su perdón. 4¿Quién podría ver el mundo como un lugar siniestro y pecaminoso cuando el Hijo de Dios ha venido por fin a liberarlo nuevamente?

9. Tú que te percibes a ti mismo como débil y frágil, lleno de vanas esperanzas y de anhelos frustrados; nacido sólo para morir, llorar y padecer, escucha esto: se te ha dado todo poder en la tierra y en el Cielo. 2No hay nada que no puedas hacer. 3Juegas el juego de la muerte, el de ser impotente, el de estar lamentablemente encadenado a la disolución en un mundo que no tiene misericor­dia contigo. 4No obstante, cuándo tengas misericordia con él, su misericordia resplandecerá sobre ti.

10. Deja entonces que el Hijo de Dios despierte de su sueño, y que al abrir sus ojos santos, regrese para bendecir el mundo que él fabricó. 2Éste nació de un error, pero acabará en el reflejo de la santidad del Hijo de Dios. 3Y éste dejará de dormir y de soñar con la muerte. 4Únete a mí hoy. 5Tu gloria es la luz que salva al mundo. 6No sigas negándote a conceder la salvación. 7Contempla el mundo que te rodea, y observa el sufrimiento que se abate sobre él. 8¿No está acaso dispuesto tu corazón a llevarles descanso a tus fatigados hermanos?

11. Ellos tienen que esperar hasta que tú te liberes. 2Permanecen encadenados hasta que tú seas libre. 3No pueden ver la misericor­dia del mundo hasta que tú la encuentres en ti mismo. 4Sufren hasta que tú niegues que el dolor te atenaza. 5Mueren hasta que tú aceptes tu propia vida eterna. 6Eres el santo Hijo de Dios Mismo. 7Recuerda esto, y el mundo entero se libera. 8Recuerda esto, y la tierra y el Cielo son uno.

 

10 DE JULIO

III. Sombras del pasado

1. Perdonar no es otra cosa que recordar únicamente los pensa­mientos amorosos que diste en el pasado, y aquellos que se te dieron a ti. 2Todo lo demás debe olvidarse. 3El perdón es una forma selectiva de recordar que no se basa en tu propia selección. 4Pues las tenebrosas figuras que quieres hacer inmortales son "enemigos" de la realidad. 5Procura estar dispuesto a perdonar al Hijo de Dios por lo que él no hizo. 6Las tenebrosas figuras son los testigos que traes contigo para demostrar que el Hijo de Dios hizo lo que no hizo. 7Puesto que las traes contigo, las oirás. 8Y tú que las conservas porque tú mismo así lo elegiste, no puedes entender cómo llegaron hasta tu mente ni cuál es su propósito. 9Representan el mal que crees que se te infligió. 10Las traes con­tigo sólo para poder devolver mal por mal, con la esperanza de que su testimonio te permita pensar que otro es culpable sin que ello te afecte a ti. 11Hablan tan decididamente en favor de la sepa­ración que nadie que no estuviese obsesionado por perpetuar la separación podría oírlas. 12Te ofrecen las "razones" por las cuales deberías entablar alianzas no santas a fin de apoyar los objetivos del ego y hacer de tus relaciones testimonios de su poder.

2. Son estas tenebrosas figuras las que quieren santificar al ego ante tus ojos, y enseñarte que lo que haces para mantenerlo a salvo es en realidad amor. 2Estas tenebrosas figuras siempre hablan de venganza, y todas las relaciones que entablan son absolutamente dementes. 3Tales relaciones tienen, sin excepción, el propósito de excluir la verdad del otro, así como la verdad acerca de ti. 4Por eso es por lo que ves tanto en ti como en el otro lo que no está ahí, haciendo de ambos los esclavos de la ven­ganza. 5Y por eso es por lo que cualquier cosa que te recuerde tus resentimientos pasados te atrae y te parece que es amor, independientemente de cuán distorsionadas sean las asociaciones que te llevan a hacer esa conexión. 6Y finalmente, ésa es la razón de que todas las relaciones de ese tipo se convierten en intentos de unión a través del cuerpo, pues sólo los cuerpos pueden conside­rarse medios de venganza. 7Es evidente que los cuerpos son el foco central de todas las relaciones no santas. 8Has aprendido esto por experiencia propia. 9Pero de lo que tal vez no te das cuenta es de todas las razones que hacen que la relación no sea santa. 10Pues la falta de santidad procura reforzarse a sí misma, tal como la santidad lo hace, atrayendo hacia sí lo que percibe como afín a ella.

3. No es con el cuerpo del otro con el que se intenta la unión en la relación no santa, sino con los cuerpos de los que no están ahí. 2Pues ni siquiera el cuerpo del otro, que de por sí es una percep­ción de él seriamente limitada, es el foco central tal como es, o al menos, no del todo. 3Lo que se puede emplear para fantasías de venganza, y lo que más fácilmente puede asociarse con aquellos contra quienes realmente se busca la venganza, es donde se centra la atención, y son estas partes las que se seleccionan como las únicas que tienen valor. 4Cada paso en el proceso de entablar, mantener o romper una relación no santa es un avance progresivo hacia una mayor fragmentación y una mayor irrealidad. 5Las tenebrosas figuras se vuelven cada vez más imperantes, y la importancia de aquel en quien parecen manifestarse disminuye.

4. El tiempo es ciertamente severo con la relación no santa. 2Pues el tiempo es cruel en manos del ego, de la misma manera en que es benévolo cuando se usa en favor de la mansedumbre. 3La atrac­ción de la relación no santa empieza a disminuir y a ponerse en duda casi de inmediato. 4Una vez que se ha establecido la rela­ción, la duda surge inevitablemente, pues el propósito de la rela­ción no se puede alcanzar. 5El "ideal" de la relación no santa, por lo tanto, requiere que la realidad del otro no venga a "estropear" el sueño. 6Y cuanto menos aporte a la relación, "mejor" se vuelve ésta. 7Y así, el intento de unión se convierte en una forma de excluir incluso a aquel con quien se procuró la unión. 8Pues la relación se estableció precisamente para excluirle de ella y para que la "unión" fuese con fantasías en las que se goza de una "dicha" ininterrumpida.

5. ¿Cómo puede el Espíritu Santo introducir Su interpretación de que el cuerpo es un medio de comunicación en las relaciones cuyo único propósito es separarse de la realidad? 2Lo que el per­dón es, es lo que le capacita para hacerlo. 3Si se ha olvidado todo, excepto los pensamientos amorosos, lo que queda es eterno. 4Y el pasado transformado se vuelve como el presente. 5El pasado deja de estar en conflicto con el ahora. 6Esta continuidad extiende el presente al aumentar su realidad y su valor en la percepción que tienes de él. 7En estos pensamientos amorosos, y oculta tras la fealdad de la relación no santa en la que se recuerda el odio, se encuentra la chispa de belleza dispuesta a cobrar vida tan pronto como se le entregue la relación a Aquel que le infunde vida y belleza. 8Por eso es por lo que la Expiación se centra en el pasado, que es la fuente de la separación y donde ésta debe ser des-hecha. 9Pues la separación debe ser corregida allí donde fue concebida.

6. El ego trata de "resolver" sus problemas, no en su punto de origen, sino donde no fueron concebidos. 2Y así es como trata de garantizar que no tengan solución. 3Lo único que el Espíritu Santo desea es resolver todo completa y perfectamente, de modo que busca y halla la fuente de los problemas allí donde ésta se encuen­tra, y allí mismo la deshace. 4Y con cada paso del proceso de des­hacer que Él lleva a cabo, la separación se va deshaciendo más y más, y la unión se vuelve cada vez más inminente. 5Ninguna "razón" que hable en favor de la separación le causa confusión alguna. 6Lo único que percibe en la separación es que tiene que ser des-hecha. 7Permite que Él descubra la chispa de belleza que se encuentra oculta en tus relaciones y te la revele. 8Su belleza te atraerá tanto, que no estarás dispuesto a perderla de vista nuevamente. 9Y dejarás que esta chispa transforme la relación de modo que la puedas ver más y más. 10Pues la desearás más y más, y estarás cada vez menos dispuesto a que esté oculta de ti. 11Y aprenderás a buscar y a establecer las condiciones en las que esta belleza se puede ver.

7. Harás todo esto gustosamente, sólo con que le dejes mantener la chispa delante de ti para que alumbre tu camino y puedas verlo con claridad. 2El Hijo de Dios es uno. 3A quienes Dios ha unido como uno, el ego no los puede desunir. 4Por muy oculta que se encuentre en toda relación, la chispa de la santidad no puede sino estar a salvo. 5Pues el Creador de la única relación que existe no se ha excluido a Sí Mismo de ninguno de sus aspectos. 6Éste es el único aspecto de la relación que el Espíritu Santo ve porque sabe que únicamente ese aspecto es verdad. 7Tú has hecho que la rela­ción sea irreal y, por lo tanto, no santa, al verla como no es y donde no está. 8Entrégale el pasado a Aquel que puede hacer que cambies de parecer con respecto a él por ti. 9Pero asegúrate antes que nada de que te das cuenta plenamente de lo que has hecho que el pasado represente, y por qué.

8. El pasado se convierte en la justificación para entablar una alianza continua y profana con el ego contra el presente. 2Pues el presente es perdón. 3Por lo tanto, las relaciones que la alianza no santa fomenta no se perciben ni se experimentan como si estuvie­sen ocurriendo ahora. 4Mas el marco de referencia al que se recu­rre para que le dé significado al presente es una ilusión del pasado en la que se conservan aquellos elementos que se ajustan al propósito de la relación no santa, y se abandonan todos los demás. 5Y lo que de esta manera se abandona, es toda la verdad que el pasado jamás habría podido ofrecer al presente para que diese testimonio de la realidad de éste. 6Lo que se conserva no hace sino dar testimonio de la realidad de los sueños.

9. Sigue estando en tus manos elegir unirte a la verdad o a la ilusión. 2Pero recuerda que elegir una es abandonar la otra. 3Dota­rás de belleza y realidad a la que elijas porque tu elección depende de cuál valoras más. 4La chispa de belleza o el velo de fealdad, el mundo real o el de la culpabilidad y el miedo, la verdad o la ilusión, la libertad o la esclavitud, es todo lo mismo. 5Pues no puedes elegir más que entre Dios o el ego. 6Todo sistema de pen­samiento o bien es verdadero o bien falso, y todos sus atributos se derivan naturalmente de lo que es. 7Únicamente los Pensamientos de Dios son verdaderos. 8Y todo lo que se deriva de ellos procede de lo que son, y es tan verdadero como la santa Fuente de donde procedieron.

10. Santo hermano mío, quiero formar parte de todas tus relacio­nes, e interponerme entre tus fantasías y tú. 2Permite que mi rela­ción contigo sea algo real para ti, y déjame infundirle realidad a la percepción que tienes de tus hermanos. 3No fueron creados para que pudieses hacerte daño a través de ellos. 4Fueron creados para crear junto contigo. 5Ésta es la verdad que quiero interponer entre tu objetivo de locura y tú. 6No te separes de mí ni dejes que el santo propósito de la Expiación se pierda de vista en sueños de venganza. 7Las relaciones en las que tales sueños se tienen en gran estima me excluyen a mí. 8En el Nombre de Dios, déjame entrar a formar parte de ellas y brindarte paz para que tú a tu vez puedas ofrecerme paz a mí.

 

LECCIÓN 192

 

Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.

 

1. La santa Voluntad de tu Padre es que tú lo completes, y que tu Ser sea Su Hijo sagrado, por siempre puro como Él, creado del Amor y en él, preservado, extendiendo amor y creando en su Nombre, por siempre uno con Dios y con tu Ser. 2Mas ¿qué sen­tido puede tener tal función en un mundo de envidia, odio y ataque?

2. Tienes, por lo tanto, una función en el mundo de acuerdo a sus propias normas. 2Pues, ¿quién podría entender un lenguaje que está mucho más allá de lo que buenamente puede entender? 3El perdón es tu función aquí. 4No es algo que Dios haya creado, ya que es el medio por el que se puede erradicar lo que no es verdad. 5Pues, qué necesidad tiene el Cielo de perdón? 6En la tierra, no obstante, tienes necesidad de los medios que te ayudan a abando­nar las ilusiones. 7La creación aguarda tu regreso simplemente para ser reconocida, no para ser íntegra.

3. Lo que la creación es no puede ni siquiera concebirse en el mundo. 2No tiene sentido aquí. 3El perdón es lo que más se le asemeja aquí en la tierra. 4Pues al haber nacido en el Cielo, carece de forma. 5Dios, sin embargo, creó a Uno con el poder de traducir a formas lo que no tiene forma en absoluto. 6Lo que Él hace es forjar sueños, pero de una clase tan similar al acto de despertar que la luz del día ya refulge en ellos, y los ojos que ya empiezan a abrirse contemplan los felices panoramas que esos sueños les ofrecen.

4. El perdón contempla dulcemente todas las cosas que son desco­nocidas en el Cielo, las ve desaparecer, y deja al mundo como una pizarra limpia y sin marcas en la que la Palabra de Dios puede ahora reemplazar a los absurdos símbolos que antes estaban escri­tos allí. 2El perdón es el medio por el que se supera el miedo a la muerte, pues ésta deja de ejercer su poderosa atracción y la culpa­bilidad desaparece. 3El perdón permite que el cuerpo sea perci­bido como lo que es: un simple recurso de enseñanza del que se prescinde cuando el aprendizaje haya terminado, pero que es incapaz de efectuar cambio alguno en el que aprende.

5. La mente no puede cometer errores sin un cuerpo. 2No puede pensar que va a morir o ser víctima de ataques despiadados. 3La ira se ha vuelto imposible. a¿Dónde está el terror ahora? 4¿Qué temores podrían aún acosar a los que han perdido la fuente de todo ataque, el núcleo de la angustia y la sede del temor? 5Sólo el perdón puede liberar a la mente de la idea de que el cuerpo es su hogar. 6Sólo el perdón puede restituir paz que Dios dispuso para Su santo Hijo. 7Sólo el perdón puede persuadir al Hijo a que contemple de nuevo su santidad.

6. Una vez que la ira haya desaparecido, podrás percibir que a cambio de la visión de Cristo y del don de la vista no se te pidió sacrificio alguno, y que lo único que ocurrió fue que una mente enferma y atormentada se liberó de su dolor. 2¿Es esto indesea­ble? 3¿Es algo de lo que hay que tener miedo? 4¿O bien es algo que se debe anhelar, recibir con gratitud y aceptar jubilosamente? 5Somos uno, por lo tanto, no renunciamos a nada. 6Y Dios cierta­mente nos ha dado todo.

7. No obstante, necesitamos el perdón para percibir que esto es así. 2Sin su benévola luz, andamos a tientas en la oscuridad usando la razón únicamente para justificar nuestra furia y nues­tros ataques. 3Nuestro entendimiento es tan limitado que aquello que creemos comprender no es más que confusión nacida del error. 4Nos encontramos perdidos en las brumas de sueños cam­biantes y pensamientos temibles, con los ojos herméticamente cerrados para no ver la luz, y las mentes ocupadas en rendir culto a lo que no está ahí.

8. ¿Quién puede nacer de nuevo en Cristo sino aquel que ha per­donado a todos los que ve, o en los que piensa o se imagina? 2¿Quién que mantenga a otro prisionero puede ser liberado? 3Un carcelero no puede ser libre, pues se encuentra atado al que tiene preso. 4Tiene que asegurarse de que no escape, y así, pasa su tiempo vigilándolo. 5Y los barrotes que mantienen cautivo al preso se convierten en el mundo en el que su carcelero vive allí con él. 6Sin embargo, de la liberación del preso depende que el camino de la libertad quede despejado para los dos.

9. Por lo tanto, no mantengas a nadie prisionero. 2Libera en vez de aprisionar, pues de esa manera tú quedas libre. 3Los pasos a seguir son muy sencillos. 4Cada vez que sientas una punzada de cólera, reconoce que sostienes una espada sobre tu cabeza. 5Y ésta te atravesará o no, dependiendo de si eliges estar condenado o ser libre. 6Así pues, todo aquel que aparentemente te tienta a sentir ira representa tu salvador de la prisión de la muerte. 7Por lo tanto, debes estarle agradecido en lugar de querer infligirle dolor.

10. Sé misericordioso hoy. 2El Hijo de Dios es digno de tu miseri­cordia. 3Él es quien te pide que aceptes el camino de la libertad ahora. 4No te niegues a ello. 5El Amor que su Padre le profesa te lo profesa a ti también. 6Tu única función aquí en la tierra es perdo­narlo, para que puedas volver a aceptarlo como tu Identidad. 7Él es tal como Dios lo creó. 8Y tú eres lo que él es. 9Perdónale ahora sus pecados y verás que eres uno con él.

 

11 DE JULIO

IV. Los dos cuadros

1. Dios estableció Su relación contigo para hacerte feliz, y nin­guna cosa que hagas que no comparta Su propósito puede ser real. 2El propósito que Dios adscribió a cada cosa es la única fun­ción que tiene. 3Debido a la razón que Él tuvo para crear Su rela­ción contigo, la función de las relaciones se convirtió para siempre en "hacer feliz". 4Eso es todo. 5Para satisfacer esta función te relacionas con tus creaciones del mismo modo en que Dios se relaciona con las Suyas. 6Pues nada que Dios haya creado puede estar excluido de la felicidad, y nada que Él creó desea otra cosa que extender felicidad tal como su Creador lo hizo. 7 Lo que no satisface esta función no puede ser real.

2. En este mundo es imposible crear. 2Pero sí es posible hacer feliz. 3He dicho repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones especiales, sino transformarlas. 4Y lo único que esto significa es que Él reinstaurará en ellas la función que Dios les asignó. 5La función que tú les has asignado es claramente que no sean fuentes de felicidad. 6Pero la relación santa comparte el propósito de Dios, en lugar de tratar de inventar otro para que lo substituya. 7Cada relación especial que has entablado es un subs­tituto de la Voluntad de Dios y glorifica tu voluntad en vez de la Suya debido a la ilusión de que son diferentes.

3. Has entablado relaciones muy reales incluso en este mundo. 2Sin embargo, no las reconoces porque has hecho que sus substitutos predominen de tal manera que, cuando la verdad te llama -como constantemente lo hace- contestas con un substi­tuto. 3El propósito fundamental de cada relación especial que has entablado es mantener a tu mente tan ocupada que no puedas oír la llamada de la verdad.

4. En cierto sentido, la relación especial fue la respuesta del ego a la creación del Espíritu Santo, Quien a Su vez fue la Respuesta de Dios a la separación. 2Pues aunque el ego no entendía lo que había sido creado, era consciente de una amenaza. 3Todo el sis­tema defensivo que el ego desarrolló para proteger la separación de los avances del Espíritu Santo, fue en respuesta al regalo con el que Dios la bendijo, Quien, mediante Su bendición, permitió que se subsanase. 4Esta bendición encierra dentro de sí la verdad de todo. 5Y la verdad es que el Espíritu Santo mantiene una estre­cha relación contigo porque en Él tu relación con Dios queda restaurada. 6Tu relación con Él jamás se ha roto porque desde que se produjo la separación el Espíritu Santo no ha estado separado de nadie. 7Y gracias a Él todas tus relaciones santas han sido cuidadosamente preservadas para que sirvan el propósito que Dios te dio.

5. El ego siempre se mantiene alerta por si surge cualquier ame­naza, y la parte de tu mente en la que el ego fue aceptado está ansiosa por conservar su propia razón, tal como la entiende. 2No se da cuenta de que es completamente demente. 3Mas tú tienes que darte cuenta exactamente de lo que esto significa si quieres que se te restituya la cordura. 4Los dementes protegen sus siste­mas de pensamiento, pero lo hacen de manera demente. 5Y todas sus defensas son tan dementes como lo que supuestamente tie­nen que proteger. 6No hay nada en la separación, ni "razón", ni atributo, ni ningún aspecto que no sea demente. 7Y su "protec­ción", que es parte de ella, es tan demente como toda ella. 8Por lo tanto, la relación especial, su principal defensa, no puede sino ser demente.

6. No tendrás mucha dificultad ahora en darte cuenta de que el sistema de pensamiento que la relación especial protege no es más que un sistema ilusorio. 2Reconoces, al menos en términos genera­les, que el ego es demente. 3No obstante, todavía te parece que la relación especial es en cierto modo "diferente". 4Sin embargo, la hemos examinado con mucho más detenimiento que muchos de los otros aspectos del sistema de pensamiento del ego que has estado más dispuesto a abandonar. 5Mientras este aspecto conti­núe vigente, no obstante, no podrás abandonar los demás. 6Pues este aspecto no es diferente. 7Si lo conservas, habrás conservado todos los demás.

7. Es esencial darse cuenta de que todas las defensas dan lugar a lo que quieren defender. 2La base subyacente de su eficacia es que ofrecen lo que defienden. 3Lo que defienden se ha deposi­tado en ellas para mantenerlo a salvo, y conforme operan te lo brindan a ti. 4Toda defensa opera dando regalos, y los regalos son siempre una miniatura -montada en marco de oro- del sistema de pensamiento que la defensa protege. 5Se trata de un marco muy elaborado, repleto de gemas, y profusamente tallado y pulido. 6Su propósito es ser valioso en sí mismo, y desviar tu aten­ción de lo que encierra. 7Mas no puedes tener el marco sin el cuadro. 8Las defensas operan para hacerte creer que sí puedes.

8. La relación especial te ofrece el marco más imponente y falaz de todas las defensas de las que el ego se vale. 2Su sistema de pensamiento se ofrece aquí, rodeado por un marco tan recargado y elaborado, que el cuadro casi desaparece debido a la imponente estructura del marco. 3En el marco van entretejidas toda suerte de fantasías de amor quiméricas y fragmentadas, engarzadas con sueños de sacrificio y vanagloria, y entrelazadas con hilos dora­dos de auto-destrucción. 4El brillo de la sangre resplandece como si de rubíes se tratase, y las lágrimas van talladas cual diamantes que refulgen tenuemente a la luz mortecina en que se hace el ofrecimiento.

9. Examina el cuadro. 2No dejes que el marco te distraiga. 3Este cuadro se te ofrece para que te condenes, y si lo aceptas creerás estar condenado. 4No puedes conservar el marco sin el cuadro. 5Lo que valoras es el marco, pues en él no ves conflicto. 6No obs­tante, el marco no es más que la envoltura del regalo de conflicto. 7El marco no es el regalo. 8No te dejes engañar por los aspectos más superficiales de este sistema de pensamiento, pues en ellos se encierra todo el sistema en sí, sin excluir ningún aspecto. 9En este regalo rutilante habita la muerte. 10No permitas que tu mirada se pose en los destellos hipnóticos del marco. 11Mira el cuadro y date cuenta de que lo que te ofrece es la muerte.

 

LECCIÓN 193

 

Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.

 

1. El aprendizaje es algo que le es ajeno a Dios. 2Su Voluntad, no obstante, se extiende hasta lo que Él no entiende; en el sentido de que Él dispone que la felicidad que Su Hijo heredó de Él perma­nezca incólume, sea perpetua y por siempre en aumento, que se expanda eternamente en la dicha de la creación plena, que sea eternamente receptiva y absolutamente ilimitada en Él. 3Ésa es Su Voluntad. 4Por lo tanto, Su Voluntad provee los medios para garantizar que se cumpla.

2. Dios no ve contradicciones. 2Sin embargo, Su Hijo cree verlas. 3Por eso tiene necesidad de Alguien que pueda corregir su defec­tuosa manera de ver y ofrecerle una visión que lo conduzca de nuevo al lugar donde la percepción cesa. 4Dios no percibe en abso­luto. 5Él es, no obstante, Quien provee los medios para que la percepción se vuelva lo suficientemente hermosa y verdadera como para que la luz del Cielo pueda resplandecer sobre ella. 6Él es Quien responde a las contradicciones de Su Hijo y Quien man­tiene su inocencia a salvo para siempre.

3. Éstas son las lecciones que Dios quiere que aprendas. 2Su Voluntad se refleja en todas ellas, y ellas reflejan Su amorosa bondad para con el Hijo que Él ama. 3Cada lección encierra un pensamiento central, que se repite en todas ellas. 4Su forma es lo único que varía, según las circunstancias, los acontecimientos, los personajes o los temas, los cuales parecen ser reales, pero no lo son. 5Su contenido fundamental es el mismo 6y es éste:

 

7Perdona, y verás esto de otra forma.

 

4. Es cierto que no parece que todo pesar no sea más que una falta de perdón. 2No obstante, eso es lo que en cada caso se encuentra tras la forma. 3Esta uniformidad es lo que hace que el aprendizaje sea algo seguro, ya que la lección es tan simple que al final no se puede rechazar. 4Nadie se puede ocultar para siempre de una ver­dad tan obvia, que aunque se presenta en innumerables formas, se puede reconocer con la misma facilidad en todas ellas, sólo con desear ver la simple lección que allí se encierra.

 

Perdona, y verás esto de otra forma.

 

2Éstas son las palabras que el Espíritu Santo te dice en medio de todas tus tribulaciones, todo dolor y todo sufrimiento, sea cual sea la forma en que se manifiesten. 3Éstas son las palabras con las que a la tentación le llega su fin, y la culpabilidad, abandonada ahora, deja de ser objeto de reverencia. 4Éstas son las palabras que ponen fin al sueño de pecado y eliminan todo miedo de la mente. 5Éstas son las palabras mediante las cuales al mundo entero le llega la salvación.

6. ¿No deberíamos acaso aprender a decir estas palabras cada vez que nos sintamos tentados de creer que el dolor es real y la muerte se vuelva nuestra elección en lugar de la vida? 2¿No deberíamos acaso aprender a decirlas una vez que hayamos comprendido el poder que tienen para liberar a todas las mentes de la esclavitud? 3Éstas son palabras que te dan poder sobre todos los aconteci­mientos que parecen tener control sobre ti. 4Ves esos aconte­cimientos correctamente cuando mantienes estas palabras en tu conciencia, sin olvidarte de que son aplicables a todo lo que ves o a todo lo que cualquier hermano contemple erróneamente.

7. ¿Cómo puedes saber cuándo estás viendo equivocadamente o cuándo no está alguien percibiendo la lección que debería apren­der? 2¿Parece ser real el dolor en dicha percepción? 3Si lo parece, ten por seguro que no se ha aprendido la lección, 4y que en la mente que ve el dolor a través de los ojos que ella misma dirige permanece oculta una falta de perdón.

8. Dios no quiere que sigas sufriendo de esa manera. 2Él quiere ayudarte a que te perdones a ti mismo. 3Su Hijo no recuerda quién es, 4y Dios no quiere que se olvide de Su Amor ni de todos los dones que Su Amor trae consigo. 5¿Renunciarías ahora a tu propia salvación? 6¿Dejarías acaso de aprender las sencillas lecciones que el Maestro celestial pone ante ti para que todo dolor desaparezca y el Hijo pueda recordar a su Padre?

9. Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que aprendas. 2Él no deja ningún pensamiento rencoroso sin corregir, ni que ninguna espina o clavo lastime en modo alguno a Su santo Hijo. 3Él quiere asegurarse de que su santo descanso permanezca sereno e imperturbable, sin preocupaciones, en un hogar eterno que cuida de él. 4Él quiere que todas las lágrimas sean enjugadas y que no quede ni una sola más por derramar, ni ninguna que sólo esté esperando el momento señalado para brotar. 5Pues Dios ha dispuesto que la risa reemplace a cada una de ellas y que Su Hijo sea libre otra vez.

10. Hoy trataremos de superar en un solo día miles de aparentes obstáculos a la paz. 2Deja que la misericordia llegue a ti cuanto antes. 3No trates de posponer su llegada ni un sólo día, minuto o instante más. 4Para eso se hizo el tiempo. 5Úsalo hoy para lo que es. 6Dedica, mañana y noche, el tiempo que puedas a lo que éste tiene como propósito, y no permitas que el tiempo que dediques sea menos que el que sea necesario para satisfacer tu más impe­riosa necesidad.

11. Da todo lo que puedas, y luego da un poco más. 2Pues ahora nos levantaremos apresuradamente e iremos a casa de nuestro Padre. 3Hemos estado ausentes demasiado tiempo y ya no quere­mos seguir demorándonos más aquí. 4Según practicamos, pense­mos en todas las cosas con las que nos hemos quedado para resolverlas por nuestra cuenta y que hemos mantenido fuera del alcance de la curación. 5Entreguémoselas a Aquel que sabe cómo contemplarlas de manera que desaparezcan. 6La verdad es Su mensaje; la verdad es Su enseñanza. 7Suyas son las lecciones que Dios quiere que aprendamos.

12. Hoy, y en los días venideros, dedica un poco de tiempo cada hora a practicar la lección del perdón tal como se indique. 2Trata de aplicarla a lo acontecido en esa hora, de manera que la próxima esté libre de todo ello. 3De esta manera, las cadenas del tiempo se desatarán fácilmente. 4No dejes que ninguna hora arroje su som­bra sobre la siguiente, y cuando haya transcurrido, deja que todo lo acontecido se vaya con ella. 5De este modo, permanecerás libre y en paz eterna en el mundo del tiempo.

13. Ésta es la lección que Dios quiere que aprendas: Hay una manera de contemplarlo todo que te acerca más a Él y a la salva­ción del mundo. 2A todo lo que habla de terror, responde de esta manera:

 

3Perdonaré, y esto desaparecerá.

 

4Repite estas mismas palabras ante toda aprensión, preocupación o sufrimiento. 5Y entonces estarás en posesión de la llave que abre las puertas del Cielo y que hace que el Amor de Dios el Padre llegue por fin hasta la tierra para elevarla hasta el Cielo. 6Dios Mismo dará este paso final. 7No te niegues a dar los pequeños pasos que te pide para que puedas llegar hasta Él.

 

LECCIÓN 194

 

Pongo el futuro en Manos de Dios.

 

1. La idea de hoy es un paso más en el proceso de alcanzar cuanto antes la salvación, y ciertamente es un paso gigantesco. 2Es tan grande la distancia que abarca que te lleva justo antes del Cielo, con el objetivo a la vista y los obstáculos ya superados. 3Tus pies ya se han posado sobre las praderas que te dan la bienvenida a las puertas del Cielo: el tranquilo lugar de la paz en el que aguardas con certeza el paso final de Dios. 4¡Qué lejos nos encontramos ahora de la tierra! 5¡Y cuán cerca de nuestra meta! 6¡Cuán corto es el trecho que aún nos queda por recorrer!

2. Acepta la idea de hoy, y habrás dejado atrás toda ansiedad, los abismos del infierno, la negrura de la depresión, los pensamien­tos de pecado y toda la devastación que la culpabilidad acarrea. 2Acepta la idea de hoy, y habrás liberado al mundo de todo apri­sionamiento, al romper las pesadas cadenas que mantenían cerrada la puerta a la libertad. 3Te has salvado, y tu salvación se vuelve el regalo que le haces al mundo porque tú lo has recibido.

3. No hay un solo instante en que se pueda sentir depresión, expe­rimentar dolor o percibir pérdida alguna. 2No hay un solo instante en que se pueda instaurar el pesar en un trono y adorársele. 3No hay un solo instante en que uno pueda ni siquiera morir. 4Y así, cada instante que se le entrega a Dios, con el siguiente ya entre­gado a Él de antemano, es un tiempo en que te liberas de la tris­teza, del dolor y hasta de la misma muerte.

4. Tu futuro está en Manos de Dios, así como tu pasado y tu pre­sente. 2Para Él son lo mismo, y, por lo tanto, deberían ser lo mismo para ti también. 3Sin embargo, en este mundo la progresión tem­poral todavía parece ser algo real. 4No se te pide, por lo tanto, que entiendas que el tiempo no tiene realmente una secuencia lineal. 5Sólo se te pide que te desentiendas del futuro y lo pongas en Manos de Dios. 6Y mediante tu experiencia comprobarás que tam­bién has puesto en Sus Manos el pasado y el presente, porque el pasado ya no te castigará más y ya no tendrá sentido tener miedo del futuro.

5. Libera el futuro. 2Pues el pasado ya pasó, y el presente, libre de su legado de aflicción y sufrimiento, de dolor y de pérdida, se convierte en el instante en que el tiempo se escapa del cautiverio de las ilusiones, por las que ha venido recorriendo su despiadado e inevitable curso. 3Cada instante que antes era esclavo del tiempo se transforma ahora en un instante santo, cuando la luz que se mantenía oculta en el Hijo de Dios se libera para bendecir al mundo. 4Ahora el Hijo de Dios es libre, y toda su gloria resplan­dece sobre un mundo que se ha liberado junto con él para com­partir su santidad.

6. Si pudieses ver la lección de hoy como la liberación que real­mente representa, no vacilarías en dedicarle el máximo esfuerzo de que fueses capaz, para que pasase a formar parte de ti. 2Con­forme se vaya convirtiendo en un pensamiento que rige tu mente, en un hábito de tu repertorio para solventar problemas, en una manera de reaccionar de inmediato ante toda tentación, le trans­mitirás al mundo lo que has aprendido. 3Y en la medida en que aprendas a ver la salvación en todas las cosas, en esa misma medida el mundo percibirá que se ha salvado.

7. ¿Qué preocupación puede asolar al que pone su futuro en las amorosas Manos de Dios? 2¿Qué podría hacerle sufrir? 3¿Qué podría causarle dolor o la sensación de haber perdido algo? 4¿Qué podría temer? 5¿Y de qué otra manera podría contemplar todo sino con amor? 6Pues el que ha escapado de todo temor de futuros sufrimientos ha encontrado el camino de la paz en el pre­sente y la certeza de un cuidado que el mundo jamás podría ame­nazar. 7Está seguro de que aunque su percepción puede ser errónea, jamás le ha de faltar corrección. 8Es libre de volver a elegir cuando se ha dejado engañar; de cambiar de parecer cuando se ha equivocado.

8. Pon, por lo tanto, tu futuro en Manos de Dios. 2Pues de esta manera invocas Su recuerdo para que regrese y reemplace todos tus pensamientos de maldad y pecado por la verdad del amor. 3¿Crees acaso que el mundo no se beneficiaría con ello y que cada criatura viviente no respondería con una percepción corregida? 4El que se encomienda a Dios ha puesto también al mundo en las mismas Manos a las que él ha recurrido en busca de consuelo y seguridad. 5Ha dejado a un lado las enfermizas ilusiones del mundo junto con las suyas, y de este modo le ofrece paz al mundo, así como a sí mismo.

9. Ahora sí que nos hemos salvado. 2Pues descansamos despreo­cupados en Sus Manos, seguros de que sólo cosas buenas nos pue­den acontecer. 3Si nos olvidamos de ello, se nos recuerda dulce­mente. 4Si aceptamos un pensamiento que denota falta de perdón, éste queda prontamente reemplazado por el reflejo del amor. 5Y si nos sentimos tentados de atacar, apelamos a Aquel que vela nues­tro descanso para que tome por nosotros la decisión que nos aleja de la tentación. 6El mundo ha dejado de ser nuestro enemigo, pues hemos decidido ser su Amigo.

 

LECCIÓN 195

 

El amor es el camino que recorro con gratitud.

 

1. Para aquellos que contemplan el mundo desde una perspectiva errónea, la gratitud es una lección muy difícil de aprender. 2Lo más que pueden hacer es considerar que su situación es mejor que la de los demás. 3Y tratan de contentarse porque hay otros que aparentemente sufren más que ellos. 4¡Cuán tristes y lamentables son semejantes pensamientos! 5Pues, ¿quién puede tener motivos para sentirse agradecido si otros no los tienen? 6¿Y quién iba a sufrir menos porque ve que otro sufre más? 7Debes estarle agradecido únicamente a Aquel que hizo desaparecer todo motivo de sufrimiento del mundo.

2. Es absurdo dar gracias por el sufrimiento. 2Mas es igualmente absurdo no estarle agradecido a Uno que te ofrece los medios por los cuales todo dolor se cura y todo sufrimiento queda reempla­zado por la risa y la felicidad. 3Ni siquiera los que están parcial­mente cuerdos podrían negarse a dar los pasos que Él indica, ni dejar de seguir el camino que Él les señala a fin de escapar de una prisión que creían que no tenía salida a la libertad que ahora perciben.

3. Tu hermano es tu "enemigo" porque lo ves como el rival de tu paz: el saqueador que te roba tu dicha y no te deja nada salvo una negra desesperación, tan amarga e implacable que acaba con toda esperanza. 2Lo único que puedes desear ahora es la venganza. 3Lo único que puedes hacer ahora es tratar de arrastrarlo a la muerte junto contigo, para que sea tan impotente como tú, y para que en sus ambiciosas manos quede tan poco como en las tuyas.

4. No le das gracias a Dios porque tu hermano esté más esclavi­zado que tú, ni tampoco podrías, en tu sano juicio, enfadarte si él parece ser más libre. 2El amor no hace comparaciones. 3Y la grati­tud sólo puede ser sincera si va acompañada de amor. 4Le damos gracias a Dios nuestro Padre porque todas las cosas encontrarán su libertad en nosotros. 5Es imposible que algunas puedan libe­rarse mientras otras permanecen cautivas. 6Pues, ¿quién puede regatear en nombre del amor?

5. Da gracias, por lo tanto, pero con sinceridad. 2Y deja que en tu gratitud haya cabida para todos los que se han de escapar con­tigo: los enfermos, los débiles, los necesitados y los temerosos, así como los que se lamentan de lo que parece ser una pérdida, los que sienten un aparente dolor y los que pasan frío o hambre y caminan por el camino del odio y la senda de la muerte. 3Todos ellos te acompañan. 4No nos comparemos con ellos, pues al hacer eso los separamos en nuestra conciencia de la unidad que com­partimos con ellos y que ellos no pueden sino compartir con no­sotros también.

6. Le damos las gracias a nuestro Padre sólo por una cosa: que no estamos separados de ninguna cosa viviente, y, por lo tanto, somos uno con Él. 2Y nos regocijamos de que jamás puedan hacerse excepciones que menoscaben nuestra plenitud o inhiban o alteren en modo alguno nuestra función de completar a Aquel que es en Sí Mismo la compleción. 3Damos gracias por toda cosa viviente, pues, de otra manera, no estaríamos dando gracias por nada, y estaríamos dejando de reconocer los dones que Dios nos ha dado.

7. Permitamos, entonces, que nuestros hermanos reclinen su fati­gada cabeza sobre nuestros hombros y que descansen por un rato. 2Damos gracias por ellos. 3Pues si podemos dirigirlos a la paz que nosotros mismos queremos encontrar, el camino quedará por fin libre y franco para nosotros. 4Una puerta ancestral vuelve a girar libremente; una Palabra -hace tiempo olvidada- resuena de nuevo en nuestra memoria y cobra mayor claridad al estar nosotros dispuestos a escuchar una vez más.

8. Recorre, pues, con gratitud el camino del amor. 2Pues olvida­mos el odio cuando dejamos a un lado las comparaciones. 3¿Qué podría ser entonces un obstáculo para la paz? 4El temor a Dios por fin es obliterado, y perdonamos sin hacer comparaciones. 5Y así, no podemos elegir pasar por alto sólo ciertas cosas, mientras retenemos bajo llave otras que consideramos "pecados". 6Cuando tu perdón sea total tu gratitud lo será también, pues te darás cuenta de que todas las cosas son acreedoras al derecho a ser amadas por ser amorosas, incluyendo tu propio ser.

9. Hoy aprendemos a pensar en la gratitud en vez de en la ira, la malicia y la venganza: 2Se nos ha dado todo. 3Si nos negamos a reconocer esto, ello no nos da derecho a sentirnos amargados o a percibirnos como que estamos en un lugar donde se nos persigue despiadadamente y se nos hostiga sin cesar, o donde se nos atropella sin la menor consideración por nosotros o por nuestro futuro. 4La gratitud se convierte en el único pensamiento conque sustituimos estas percepciones descabelladas. 5Dios ha cuidado de nosotros y nos llama Su Hijo. 6¿Puede haber algo más grande que eso?

10. Nuestra gratitud allanará el camino que nos conduce a Él y acortará la duración de nuestro aprendizaje mucho más de lo que jamás podrías haber soñado. 2La gratitud y el amor van de la mano, y allí donde uno de ellos se encuentra, el otro no puede sino estar. 3Pues la gratitud no es sino un aspecto del Amor, que es la Fuente de toda la creación. 4Dios te da las gracias a ti, Su Hijo, por ser lo que eres: Su Propia compleción y la Fuente del amor junto con El. 5Tu gratitud hacia Él es la misma que la Suya hacia ti. 6Pues el amor no puede recorrer ningún camino que no sea el de la gratitud, y ése es el camino que recorremos los que nos encaminamos hacia Dios.

 

14 DE JULIO

10. Por eso es por lo que el instante santo es tan importante para la defensa de la verdad. 2La verdad en sí no necesita defensa, mas tú necesitas ser defendido contra tu aceptación del regalo de muerte. 3Cuando tú, que eres la verdad, aceptas una idea tan peligrosa para la verdad, la amenazas con su destrucción. 4Y ahora se te tiene que defender, para poder así conservar intacta la verdad. 5El poder del Cielo, el Amor de Dios, las lágrimas de Cristo y la ale­gría de Su espíritu eterno son convocados para defenderte de tu propio ataque. 6Pues tú los atacas al ser parte de Ellos, y Ellos tienen que salvarte, pues se aman a Sí Mismos.

11. El instante santo es una miniatura del Cielo, que se te envía desde el Cielo. 2Es también un cuadro, montado en un marco. 3Mas si aceptas éste regalo no verás el marco en absoluto, ya que el regalo sólo puede ser aceptado cuando estás dispuesto a poner toda tu atención en el cuadro. 4El instante santo es una miniatura de la eternidad. 5Es un cuadro de intemporalidad, montado en un marco de tiempo. 6Si te concentras en el cuadro, te darás cuenta de que era únicamente el marco lo que te hacía pensar que era un cuadro. 7Sin el marco, el cuadro se ve como lo que representa. 8Pues de la misma manera en que todo el sistema de pensamiento del ego radica en sus regalos, del mismo modo el Cielo en su totalidad radica en este instante, que se tomó prestado de la eter­nidad y se montó en el tiempo para ti.

12. Se te ofrecen dos regalos. 2Cada uno de ellos es un todo en sí mismo y no puede ser aceptado parcialmente. 3Cada uno de ellos es un cuadro de todo lo que puedes tener, aunque desde una pers­pectiva muy diferente. 4No puedes comparar su valor compa­rando el cuadro de uno con el marco del otro. 5Debes comparar únicamente los cuadros, pues, de otro modo, la comparación no tendría ningún sentido. 6Recuerda que el cuadro es lo que consti­tuye el regalo. 7Y sólo sobre esa base eres realmente libre de elegir. 8Contempla los cuadros. 9Contempla los dos. 10Uno es un cuadro diminuto, difícil de ver bajo las pesadas sombras de su enorme y desproporcionado marco. 11El otro tiene un marco liviano, está colgado en plena luz y es algo maravilloso de contemplar debido a lo que es.

13. Tú que has tratado tan arduamente -y todavía sigues tratan­do- de encajar el mejor cuadro en el marco equivocado, y combi­nar de este modo lo que no puede ser combinado, acepta lo que sigue y regocíjate por ello: cada uno de estos cuadros está perfec­tamente enmarcado de acuerdo con lo que representa. 2Uno de ellos está enmarcado de forma que el cuadro esté desenfocado y no se pueda ver. 3El otro, de forma que su cuadro se vea con perfecta claridad. 4El cuadro de muerte y de tinieblas se hace cada vez menos convincente según logras dar con él entre todo lo que lo envuelve. 5A medida que se expone a la luz cada una de las piedras inertes que en la oscuridad parecían brillar desde el marco, dichas piedras se vuelven opacas y sin vida y cesan de desviar tu atención del cuadro. 6Y por fin miras al cuadro en sí, viendo finalmente que, sin la protección del marco, no tiene sen­tido.

14. El otro cuadro tiene un marco muy liviano, pues el tiempo no puede contener a la eternidad. 2No hay nada en él que te pueda distraer. 3El cuadro del Cielo y de la eternidad se vuelve más convincente a medida que lo contemplas. 4Y ahora, después de haberse hecho una verdadera comparación, puede por fin tener lugar una transformación de ambos cuadros. 5Y a cada uno de ellos se le da el lugar que le corresponde una vez que se ve en relación con el otro. 6Cuando llevas el cuadro tenebroso ante la luz, no lo percibes como algo temible, sino que por fin te das cuenta del hecho de que no es más que un cuadro. 7Y en ese momento reconoces lo que ves ahí tal como es: un cuadro de algo que pensabas que era real, y nada más. 8Pues más allá de ese cuadro no verás nada.

15. El cuadro de luz, en claro e inequívoco contraste, se trans­forma en lo que está más allá del cuadro. 2A medida que lo con­templas, te das cuenta de que no es un cuadro, sino una realidad. 3No se trata de una representación pictórica de un sistema de pensamiento, sino que es el Pensamiento mismo. 4Lo que representa está ahí. 5El marco se desvanece suavemente y brota en ti el recuerdo de Dios, ofreciéndote toda la creación a cambio de tu insignificante cuadro, que no tenía ningún valor ni ningún signi­ficado.

16. A medida que Dios ascienda al lugar que le corresponde y tú asciendas al tuyo, volverás a entender el significado de las relacio­nes, y sabrás que es verdad. 2Ascendamos juntos hasta el Padre en paz, permitiendo que adquiera predominancia en nuestras men­tes. 3Todo se nos dará al darle a Él el poder y la gloria, y al no conservar ninguna ilusión con respecto a dónde se encuentran éstos. 4Se encuentran en nosotros gracias a Su predominio. 5Lo que Él ha dado, es Suyo. 6Resplandece en cada parte de Él, así como en la totalidad. 7La realidad de tu relación con Él radica en la relación que tenemos unos con otros. 8El instante santo refulge por igual sobre todas las relaciones, pues en él todas las relaciones son una. 9En el instante santo sólo hay curación, ya completa y perfecta, 10pues Dios está en él, y donde Él está, sólo lo que es perfecto y completo puede estar.

 

LECCIÓN 196

 

Es únicamente a mí mismo a quien crucifico.

 

1. Cuando realmente hayas entendido esto, y lo mantengas fir­memente en tu conciencia, ya no intentarás hacerte daño ni hacer de tu cuerpo  un esclavo de la venganza. 2No te atacarás a ti mismo, y te darás cuenta de que atacar a otro es atacarte a ti mismo. 3Te liberarás de la demente creencia de que atacando a tu hermano te salvas tú. 4Y comprenderás que su seguridad es la tuya, y que al sanar él, tú quedas sanado.

2. Tal vez no entiendas en un principio cómo es posible que la misericordia, que es ilimitada y envuelve todas las cosas en su segura protección, pueda hallarse en la idea que hoy practica­mos. 2De hecho, esta idea puede parecerte como una señal de que es imposible eludir el castigo, ya que el ego, ante lo que considera una amenaza, no vacila en citar la verdad para salvaguardar sus mentiras. 3Es incapaz, no obstante, de entender la verdad que usa de tal manera. 4Mas tú puedes aprender a detectar estas necias maniobras y negar el significado que parecen tener.

3. De esta manera le enseñas también a tu mente que no eres un ego. 2Pues las formas con las que el ego procura distorsionar la verdad ya no te seguirán engañando. 3No creerás que eres un cuerpo que tiene que ser crucificado. 4Y verás en la idea de hoy la luz de la resurrección, refulgiendo más allá de todos los pensa­mientos de crucifixión y muerte hasta los de liberación y vida.

4. La idea de hoy es un paso que nos conduce desde el cautiverio al estado de perfecta libertad. 2Demos este paso hoy, para poder recorrer rápidamente el camino que nos muestra la salvación, dando cada paso en la secuencia señalada, a medida que la mente se va desprendiendo de sus lastres uno por uno. 3No necesitamos tiempo para esto, 4sino únicamente estar dispuestos. 5Pues lo que parece requerir cientos de años puede lograrse fácilmente -por la gracia de Dios- en un solo instante.

5. El pensamiento desesperante y deprimente de que puedes ata­car a otros sin que ello te afecte te ha clavado a la cruz. 2Tal vez pensaste que era tu salvación. 3Mas sólo representaba la creencia de que el temor a Dios era real. 4¿Y qué es esto sino el infierno? 5¿Quién que en su corazón no tuviese miedo del infierno podría creer que su Padre es su enemigo mortal, que se encuentra sepa­rado de él y a la espera de destruir su vida y obliterarlo del uni­verso?

6. Tal es la forma de locura en la que crees, si aceptas el temible pensamiento de que puedes atacar a otro y quedar tú libre. 2Hasta que esta forma de locura no cambie, no habrá esperanzas. 3Hasta que no te des cuenta de que, al menos esto, tiene que ser comple­tamente imposible, ¿cómo podría haber escapatoria? 4El temor a Dios es real para todo aquel que piensa que ese pensamiento es verdad. 5Y no percibirá su insensatez, y ni siquiera se dará cuenta de que lo abriga, lo cual le permitiría cuestionarlo.

7. Pero incluso para cuestionarlo, su forma tiene primero que cambiar lo suficiente como para que el miedo a las represalias disminuya y la responsabilidad vuelva en cierta medida a recaer sobre ti. 2Desde ahí podrás cuando menos considerar si quieres o no seguir adelante por ese doloroso sendero, mientras este cam­bio no tenga lugar, no podrás percibir que son únicamente tus pensamientos los que te hacen caer, presa del miedo, y que tu liberación depende de ti.

8. Si das este paso hoy, los que siguen te resultarán más fáciles. 2A partir de aquí avanzaremos rápidamente, 3pues una vez que entiendas que nada, salvo tus propios pensamientos, te puede hacer daño, el temor a Dios no podrá sino desaparecer. 4No podrás seguir creyendo entonces que la causa del miedo se encuentra fuera de ti. 5Y a Dios, a Quien habías pensado deste­rrar, se le podrá acoger de nuevo en la santa mente que Él nunca abandonó.

9. El himno de la salvación puede ciertamente oírse en la idea que hoy practicamos. 2Si es únicamente a ti mismo a quien crucificas, no le has hecho nada al mundo y no tienes que temer su venganza ni su persecución. 3Tampoco es necesario que te escondas lleno de terror del miedo mortal a Dios que la proyección oculta tras de sí. 4Lo que más pavor te da es la salvación. 5Eres fuerte, y es fortaleza lo que deseas. 6Eres libre, y te regocijas de ello. 7Has procurado ser débil y estar cautivo porque tenías miedo de tu fortaleza y de tu libertad. 8Sin embargo, tu salvación radica en ellas.

10. Hay un instante en que el terror parece apoderarse de tu mente de tal manera que no parece haber la más mínima espe­ranza de escape. 2Cuando te das cuenta, de una vez por todas, de que es a ti mismo a quien temes, la mente se percibe a sí misma dividida. 3Esto se había mantenido oculto mientras creías que el ataque podía lanzarse fuera de ti y que éste podía devolvérsete desde afuera. 4Parecía ser un enemigo externo al que tenías que temer. 5Y de esta manera, un dios externo a ti se convirtió en tu enemigo mortal y en la fuente del miedo.

11. Y ahora, por un instante, percibes dentro de ti a un asesino que ansía tu muerte y que está comprometido a maquinar castigos contra ti hasta el momento en que por fin pueda acabar contigo. 2No obstante, en ese mismo instante es el momento en que llega la salvación. 3Pues el temor a Dios ha desaparecido. 4Y puedes apelar a Él para que te salve de las ilusiones por medio de Su Amor, llamándolo Padre y, a ti mismo, Su Hijo. 5Reza para que este instante llegue pronto, hoy mismo. 6Aléjate del miedo y dirí­gete al amor.

12. No hay un solo Pensamiento de Dios que no vaya contigo para ayudarte a alcanzar ese instante e ir más allá de él prontamente, con certeza y para siempre. 2Cuando el temor a Dios desaparece, no queda obstáculo alguno entre la santa paz de Dios y tú. 3¡Cuán benévola y misericordiosa es la idea que hoy practicamos! 4Acó­gela gustosamente, como debieras, pues es tu liberación. 5Es a ti a quien tu mente trata de crucificar. 6Mas tu redención también pro­cederá de ti.

 

15 DE JULIO

V. La relación que ha sanado

1. La relación santa es la expresión del instante santo mientras uno viva en este mundo. 2Como todo lo relativo a la salvación, el instante santo es un dispositivo práctico, del que dan fe sus resul­tados. 3El instante santo nunca falla. 4La experiencia que suscita siempre se deja sentir. 5Mas si no se expresa, no se puede recor­dar. 6La relación santa es un constante recordatorio de la expe­riencia en la que la relación se convirtió en lo que es. 7Y así como la relación no santa es un continuo himno de odio en alabanza de su hacedor, así también la relación santa es un feliz cántico de alabanza al Redentor de las relaciones.

2. La relación santa, que es un paso crucial hacia la percepción del mundo real, es algo que se aprende. 2Es la relación no santa de antes, pero transformada y vista con otros ojos. 3La relación santa es un logro educativo extraordinario. 4La relación santa es en todos sus aspectos -comienzo, desarrollo y consumación- lo opuesto a la relación no santa. 5Consuélate con esto: la única fase que es difícil es el comienzo. 6Pues en esa etapa, el objetivo de la relación cambia de súbito a exactamente lo opuesto de lo que era antes. 7Éste es el primer resultado que se obtiene cuando se ofrece la relación al Espíritu Santo, a fin de que Él se valga de ella para Sus fines.

3. El Espíritu Santo acepta esta invitación inmediatamente y no se demora ni un instante en ofrecerte los resultados prácticos deriva­dos de haberle pedido que intervenga. 2Su objetivo reemplaza al tuyo de inmediato. 3Esto tiene lugar muy pronto, pero parece alte­rar la relación, descoyuntarla, e incluso producir gran tensión. 4La razón de ello es muy obvia: 5la relación, tal como es ahora, no está en armonía con su propio propósito, y es claramente inadecuada para el nuevo propósito que se aceptó para ella. 6En su condición profana, tu objetivo era lo único que parecía darle significado. 7Ahora no parece tener ningún sentido. 8Muchas relaciones se rompen en este punto, reanudándose la búsqueda del viejo obje­tivo en otra relación. 9Pues una vez que la relación no santa acepta el objetivo de la santidad, jamás puede volver a ser lo que era antes.

4. La tentación del ego se vuelve extremadamente intensa con este cambio de objetivos. 2Pues la relación no ha cambiado aún lo sufi­ciente como para mantenerse completamente inmune a la atrac­ción de su objetivo previo, y su estructura se ve "amenazada" cuando se reconoce lo inadecuada que es para satisfacer su nuevo propósito. 3El conflicto entre el objetivo y la estructura de la rela­ción es tan evidente, que no pueden coexistir. 4Mas ahora no se puede cambiar el objetivo. 5Pues al haber quedado firmemente establecido en la relación no santa, no queda otra alternativa que la de cambiar la relación para acomodarlo. 6Hasta que esta feliz solución no se vea y se acepte como la única manera de poner fin al conflicto, la relación parecerá tener serias dificultades.

5. Cambiar el objetivo gradualmente no sería más benévolo, pues el contraste perdería definición y ello le daría tiempo al ego para re-interpretar cada paso a su antojo. 2Sólo un cambio de propósito radical puede producir un cambio de parecer absoluto con res­pecto al objetivo de la relación. 3Según va produciéndose este cambio y hasta que finalmente se logra, la relación se vuelve pro­gresivamente más grata y benéfica. 4Pero al principio, la situación se experimenta como muy precaria. 5Pues es una relación que dos individuos emprendieron para perseguir sus fines profanos, que de pronto tiene por objetivo a la santidad. 6Cuando dichos indivi­duos contemplan su relación desde el punto de vista de este nuevo propósito, se sienten inevitablemente horrorizados. 7Su percepción de la relación puede incluso volverse bastante errática. 8Sin embargo, la manera en que su percepción estaba organizada antes ya no sirve para el objetivo que han acordado alcanzar.

6. Ahora es el momento en que hay que tener fe. 2Permitiste que el objetivo se estableciese por ti. 3Eso fue un acto de fe. 4No pierdas la fe, ahora que se te están brindando las recompensas por tener fe. 5Si creíste que el Espíritu Santo estaba presente para aceptar la relación, ¿por qué no ibas a creer ahora que todavía sigue presente para purificar lo que aceptó dirigir? 6Ten fe en tu hermano durante lo que tan sólo parece ser un período difícil. 7El objetivo ya está establecido. 8Y la cordura es el propósito de tu relación. 9Pues la relación que tienes ahora es una relación demente, reconocida como tal a la luz de su objetivo.

7. Ahora el ego te aconseja: "Sustituye esta relación por otra en la que puedas volver a perseguir tu viejo objetivo. 2La única manera de librarte de la angustia es deshaciéndote de tu hermano. 3No tienes que separarte de él del todo si no quieres hacerlo. 4Pero tienes que excluir de él gran parte de tus fantasías para poder conservar tu cordura". 5¡No hagas caso de estos consejos! 6Ten fe en Aquel que te contestó. 7Él te oyó. 8¿Acaso no fue muy explícito en Su respuesta? 9Ya no estás completamente loco. 10¿Puedes acaso negar que Él fue muy explícito en lo que te dijo? 11Ahora te pide que sigas teniendo fe por algún tiempo, aunque te sientas deso­rientado. 12Pues eso pasará, y verás emerger lo que justifica tu fe, brindándote una incuestionable convicción. 13No abandones al Espíritu Santo ahora, ni abandones a tu hermano. 14Esta relación ha vuelto a nacer como una relación santa.

 

LECCIÓN 197

 

No puede ser sino mi propia gratitud la que me gano.

 

1. He aquí el segundo paso que damos en el proceso de liberar a tu mente de la creencia en una fuerza externa enfrentada a la tuya. 2Tratas de ser amable y de perdonar. 3Pero si no recibes muestras de gratitud procedentes del exterior y las debidas gra­cias, tus intenciones se convierten de nuevo en ataques. 4Aquel que recibe tus regalos los tiene que recibir con honor; o de lo contrario, se los quitas. 5Y así, consideras que los dones de Dios son, en el mejor de los casos, préstamos; y en el peor, engaños que te roban tus defensas para garantizar que cuando Él dé Su golpe de gracia, éste sea mortal.

2. ¡Cuán fácilmente confunden a Dios con la culpabilidad los que no saben lo que sus pensamientos pueden hacer! 2Niega tu forta­leza, y la debilidad se vuelve la salvación para ti. 3Considérate cautivo, y los barrotes se vuelven tu hogar. 4Y no abandonarás la prisión, ni reivindicarás tu fortaleza mientras creas que la culpa­bilidad y la salvación son la misma cosa, y no percibas que la libertad y la salvación son una, con la fortaleza a su lado, para que las busques y las reivindiques, y para que sean halladas y reconocidas plenamente.

3. El mundo no puede sino darte las gracias cuando lo liberas de tus ilusiones. 2Mas tú debes darte las gracias a ti mismo también, pues la liberación del mundo es sólo el reflejo de la tuya propia. 3Tu gratitud es todo lo que requieren tus regalos para que se conviertan en la ofrenda duradera de un corazón agradecido, liberado del infierno para siempre. 4¿Es esto lo que quieres impe­dir cuando decides reclamar los regalos que diste porque no fue­ron honrados? 5Eres tú quien debe honrarlos y dar las debidas gracias, pues eres tú quien ha recibido los regalos.

4. ¿Qué importa si otro piensa que tus regalos no tienen ningún valor? 2Hay una parte en su mente que se une a la tuya para darte las gracias. 3¿Qué importa si tus regalos parecen haber sido un desperdicio y no haber servido de nada? 4Se reciben allí donde se dan. 5Mediante tu agradecimiento se aceptan universalmente, y el Propio Corazón de Dios los reconoce con gratitud. 6¿Se los quitarías cuando Él los ha aceptado con tanto agradecimiento?

5. Dios bendice cada regalo que le haces, y todo regalo se le hace a Él porque sólo te los puedes hacer a ti mismo. 2Y lo que le pertenece a Dios no puede sino ser Suyo. 3Pero mientras perdo­nes sólo para volver a atacar, jamás te darás cuenta de que Sus regalos son seguros, eternos, inalterables e ilimitados; de que dan perpetuamente, de que extienden amor y de que incrementan tu interminable júbilo.

6. Retira los regalos que has hecho y pensarás que lo que se te ha dado a ti se te ha quitado. 2Mas si aprendes a dejar que el perdón desvanezca los pecados que crees ver fuera de ti, jamás podrás pensar que los regalos de Dios son sólo préstamos a corto plazo que Él te arrebatará de nuevo a la hora de tu muerte. 3Pues la muerte no tendrá entonces ningún significado para ti.

7. Y con el fin de esta creencia, el miedo se acaba también para siempre. 2Dale gracias a tu Ser por esto, pues Él sólo le está agra­decido a Dios, y se da las gracias a Sí Mismo por ti. 3Cristo aún habrá de venir a todo aquel que vive, pues no hay nadie que no viva y que no se mueva en Él. 4Su Ser descansa seguro en Su Padre porque la Voluntad de Ambos es una. 5La gratitud que Ambos sienten por todo lo que han creado es infinita, pues la gratitud sigue siendo parte del amor.

8. Gracias te sean dadas a ti, el santo Hijo de Dios. 2Pues tal como fuiste creado, albergas dentro de tu Ser todas las cosas. 3Y aún eres tal como Dios te creó. 4No puedes atenuar la luz de tu per­fección. 5En tu corazón se encuentra el Corazón de Dios Mismo. 6Él te aprecia porque tú eres Él. 7Eres digno de toda gratitud por razón de lo que eres.

9. Da gracias según las recibes. 2No abrigues ningún sentimiento de ingratitud hacia nadie que complete tu Ser. 3Y nadie está excluido de ese Ser. 4Da gracias por los incontables canales que extienden ese Ser. 5Todo lo que haces se le da a Él. 6Lo único que piensas son Sus Pensamientos, ya que compartes con Él los santos Pensamientos de Dios. 7Gánate ahora la gratitud que te negaste al olvidar la función que Dios te dio. 8Pero nunca pienses que Él ha dejado de darte las gracias a ti.

 

16 DE JULIO

8. Acepta gustosamente lo que no entiendes, y deja que se te explique a medida que percibes cómo opera en ella este nuevo propósito para hacerla santa. 2No te faltarán oportunidades de culpar a tu hermano por el "fracaso" de vuestra relación, pues habrá momentos en que ésta parecerá no tener ningún propósito. 3Una sensación de estar vagando a la deriva vendrá a atormen­tarte y a recordarte las múltiples maneras en que antes solías bus­car satisfacción y en las que creíste haberla encontrado. 4No te olvides del dolor que en realidad encontraste, ni le infundas vida a tu desfallecido ego. 5Pues tu relación no ha sido destruida. 6Ha sido salvada.

9. Eres muy inexperto en lo que respecta a la salvación, y crees que has perdido el rumbo. 2Lo que has perdido es tu manera de alcanzar la salvación, pero no pienses que eso es una pérdida. 3En tu inexperiencia, recuerda que tu hermano y tú habéis comen­zado de nuevo juntos. 4Dale la mano, y caminad el uno al lado del otro por una senda que os es más familiar de lo que ahora creéis. 5¿No es acaso inevitable que recuerdes un objetivo que nunca ha cambiado ni cambiará jamás? 6Pues has elegido el objetivo de Dios, del que tu verdadera intención nunca estuvo ausente.

10. El himno de la libertad se oye por toda la Filiación, como eco jubiloso de tu decisión. 2Te has unido a muchos en el instante santo, y ellos se han unido a ti. 3No pienses que tu decisión te dejará desconsolado, pues Dios Mismo ha bendecido tu relación santa. 4Únete a Él en Su bendición, y no dejes de ofrecerle la tuya también. 5Pues lo único que necesita ahora es tu bendición, para que puedas ver que la salvación reside en ella. 6No condenes la salvación, pues ha venido a ti. 7Y dadle la bienvenida juntos, pues ha venido a uniros en una relación en la que toda la Filiación es bendecida al unísono.

11. Decidisteis de mutuo acuerdo invitar al Espíritu Santo a vues­tra relación. 2De no haber sido así, Él no habría podido entrar a formar parte de ella. 3Tal vez hayas cometido muchos errores desde entonces, pero también has realizado enormes esfuerzos para ayudarle a llevar a cabo Su labor. 4Y Él no ha dejado de apreciar todo lo que has hecho por Él, 5ni se fija en absoluto en los errores que cometes. 6¿Le has estado igualmente agradecido a tu hermano? 7¿Has apreciado sistemáticamente sus meritorios esfuerzos y pasado por alto sus errores? 8¿O ha fluctuado tu aprecio menguando progresivamente a la luz de sus errores? 9Tal vez estés ahora iniciando una campaña para culparle por la inco­modidad de la situación en que os encontráis. 10Y debido a esa falta de aprecio y gratitud te incapacitas a ti mismo para expresar el instante santo, y, de ese modo, lo pierdes de vista.

12. La experiencia de un instante, por muy convincente que sea, se olvida fácilmente si permites que el tiempo la sepulte. 2Tiene que mantenerse brillando y llena de gracia en tu conciencia del tiempo, pero no oculta dentro de él. 3El instante perdura. 4¿Pero dónde estás tú? 5Darle las gracias a tu hermano es apreciar el instante santo, y permitir, por lo tanto, que sus resultados sean aceptados y compartidos. 6Atacar a tu hermano no hace que se pierda el instante, pero sí anula el poder de sus efectos.

13. Has recibido el instante santo, pero tal vez has dado lugar a una condición que te impide utilizarlo. 2Como resultado de ello, no te das cuenta de que aún sigue contigo. 3Y al haberte separado de su expresión, te has negado a ti mismo su beneficio: 4Cada vez que atacas a tu hermano refuerzas esto, pues el ataque impide que te veas a ti mismo. 5Y es imposible que te niegues a ti mismo, y al mismo tiempo puedas reconocer lo que se te ha dado y lo que has recibido.

14. Tanto tú como tu hermano os encontráis juntos en la santa pre­sencia de la verdad misma. 2Aquí se encuentra el objetivo, junto con vosotros. 3¿No crees que el objetivo mismo hará los arreglos necesarios para su consecución? 4Es precisamente esta discrepan­cia entre el propósito que se ha aceptado y los medios tal como los usas ahora, lo que parece hacerte sufrir, si bien ello le es grato al Cielo. 5Si el Cielo fuese algo externo a ti, no podrías compartir su júbilo. 6Pero puesto que está dentro de ti, su júbilo es también el tuyo. 7Os une un propósito común, pero todavía permanecéis separados y divididos con respecto a los medios. 8El objetivo, no obstante, ya está establecido y es fijo, firme e inalterable, y los medios se amoldarán a él debido a la inevitabilidad del objetivo. 9Y compartiréis el júbilo de la Filiación de que ello sea así.

15. A medida que empieces a reconocer y a aceptar los regalos que tan desprendidamente has dado a tu hermano, empezarás a acep­tar asimismo los efectos del instante santo y a usarlos para corre­gir todos tus errores y liberarte de sus resultados. 2Y al aprender esto, habrás aprendido también cómo liberar a toda la Filiación, y cómo ofrecérsela con alegría y gratitud a Aquel que te dio tu liberación y que desea extenderla a través de ti.

 

LECCIÓN 198

 

Sólo mi propia condenación me hace daño.

 

1. El daño es imposible. 2Y, sin embargo, las ilusiones forjan más ilusiones. 3Si puedes condenar, se te puede hacer daño. 4Pues habrás creído que puedes hacer daño, y el derecho que te prescri­bes puede ahora usarse contra ti, hasta que renuncies a él por ser algo sin valor, indeseable e irreal. 5La ilusión dejará entonces de tener efectos,. y aquellos que parecía tener quedarán anulados. 6Entonces serás libre, pues la libertad es tu regalo, y ahora pue­des recibir el regalo que has dado.

2. Condena y te vuelves un prisionero. 2Perdona y te liberas. 3Ésta es la ley que rige a la percepción. 4No es una ley que el conoci­miento entienda, pues la libertad es parte del conocimiento. 5Por lo tanto, condenar es en realidad imposible. 6Lo que parece ser su influencia y sus efectos jamás tuvieron lugar en absoluto. 7No obs­tante, tenemos que lidiar con ellos por un tiempo como si en reali­dad hubiesen tenido lugar. 8Las ilusiones forjan más ilusiones. 9Excepto una: 10Pues el perdón es la ilusión que constituye la res­puesta a todas las demás ilusiones.

3. El perdón desvanece todos los demás sueños, y aunque en sí es un sueño, no da lugar a más sueños. 2Todas las ilusiones, salvo ésta, no pueden sino multiplicarse de mil en mil. 3Pero con ésta, a todas las demás les llega su fin. 4El perdón representa el fin de todos los sueños, ya que es el sueño del despertar. 5No es en sí la verdad. 6No obstante, apunta hacia donde ésta se encuentra, y provee dirección con la certeza de Dios Mismo. 7Es un sueño en el que el Hijo de Dios despierta a su Ser y a su Padre, sabiendo que Ambos son uno.

4. El perdón es el único camino que te conduce más allá del desas­tre, del sufrimiento y, finalmente, de la muerte. 2¿Cómo podría haber otro camino cuando éste es el plan de Dios? 3¿Y por qué combatirlo, oponerse a él, hallarle mil faltas y buscar mil otras alternativas?

5. ¿No sería más sabio alegrarte de tener en tus manos la res­puesta a tus problemas? 2¿No sería más inteligente darle gracias a Aquel que te ofrece la salvación y aceptar Su regalo con gratitud? 3¿Y no sería muestra de bondad para contigo mismo oír Su Voz y aprender las sencillas lecciones que Él desea enseñarte en lugar de tratar de ignorar Sus palabras y sustituirlas por las tuyas?

6. Sus palabras darán resultado. 2Sus palabras salvarán. 3En Sus palabras yace toda la esperanza, bendición y dicha que jamás se pueda encontrar en esta tierra. 4Sus palabras proceden de Dios, y te llegan con el amor del Cielo impreso en ellas. 5Los que oyen Sus palabras han oído el himno del Cielo. 6Pues éstas son las palabras en las que todas las demás por fin se funden en una sola. 7Y al desaparecer ésta, la Palabra de Dios viene a ocupar su lugar, pues entonces será recordada y amada.

7. En este mundo parece haber diversos escondrijos donde la pie­dad no tiene sentido y, el ataque parece estar justificado. 2Mas todos son uno: un lugar donde la muerte es la ofrenda que se le hace al Hijo de Dios así como a su Padre. 3Tal vez pienses que Ellos la han aceptado. 4Mas si miras de nuevo allí donde antes contemplaste Su sangre, percibirás en su lugar un milagro. 5¡Qué absurdo creer que Ellos podían morir! 6¡Qué absurdo creer que podías atacar! 7¡Qué locura pensar que podías ser condenado y que el santo Hijo de Dios podía morir!

8. La quietud de tu Ser permanece impasible y no se ve afectada por semejantes pensamientos ni se percata de ninguna condena­ción que pudiera requerir perdón. 2Pues los sueños, sea cual fuere su clase, son algo ajeno y extraño a la verdad. 3¿Y qué otra cosa, sino la verdad, podría contener un Pensamiento que edifica un puente hasta ella misma para transportar las ilusiones al otro lado?

9. Nuestras prácticas de hoy consisten en dejar que la libertad venga a establecer su morada en ti. 2La verdad deposita estas palabras en tu mente, para que puedas encontrar la llave de la luz y permitir que a la oscuridad le llegue su fin:

 

3Sólo mi propia condenación me hace daño. 4Sólo mi propio perdón me puede liberar.

 

5No olvides hoy que toda forma de sufrimiento oculta algún pen­samiento que niega el perdón. 6Y que el perdón puede sanar toda forma de dolor.

10. Acepta la única ilusión que proclama que en el Hijo de Dios no hay condenación, y el Cielo será recordado instantáneamente, el mundo quedará olvidado y todas sus absurdas creencias queda­rán olvidadas junto con él, conforme la faz de Cristo aparezca por fin sin velo alguno en este sueño de perdón. 2Éste es el regalo que el Espíritu Santo te ofrece de parte de Dios tu Padre. 3Deja que el día de hoy sea celebrado tanto en la tierra como en tu santo hogar. 4Sé benévolo con ambos, al perdonar las ofensas de las que pensaste que eran culpables, y ve tu inocencia irradiando sobre ti desde la faz de Cristo.

11. Ahora el silencio se extiende por todo el mundo. 2Ahora hay quietud allí donde antes había una frenética avalancha de pensa­mientos sin sentido. 3Ahora hay una serena luz sobre la faz de la tierra, que reposa tranquila en un dormir desprovisto de sueños. 4Y ahora lo único que queda en ella es la Palabra de Dios. 5Sólo eso puede percibirse por un instante más. 6Luego, los símbolos pasarán al olvido, y todo lo que jamás creíste haber hecho desaparecerá por completo de la mente que Dios reconoce para siem­pre como Su único Hijo.

12. En él no hay condenación. 2Es perfecto en su santidad. 3No necesita pensamientos de misericordia. 4¿Qué regalos se le pue­den hacer cuando todo es suyo? 5¿A quién podría ocurrírsele ofre­cer perdón al Hijo de la Impecabilidad Misma, tan semejante a Aquel de Quien es Hijo, que contemplar al Hijo significa dejar de percibir y únicamente conocer al Padre? 6En esta visión del Hijo, tan fugaz que ni siquiera un instante media entre este singular panorama y la intemporalidad misma, contemplas la visión de ti mismo, y luego desapareces para siempre en Dios.

13. Hoy nos aproximamos todavía más al final de todo lo que aún pretende interponerse entre esta visión y nuestra vista. 2Nos sen­timos dichosos de haber llegado tan lejos, y reconocemos que Aquel que nos trajo hasta aquí no nos abandonará ahora. 3Pues nos quiere dar hoy el regalo que Dios nos ha dado a través de Él. 4Éste es el momento de tu liberación. 5Ha llegado el momento. 6Ha llegado hoy.

 

17 DE JULIO

VI. Cómo fijar la meta

1. La aplicación práctica del propósito del Espíritu Santo es extremadamente simple, aunque inequívoca. 2De hecho, para poder ser simple tiene que ser inequívoca. 3Lo simple es sólo lo que se entiende fácilmente, y para ello, es evidente que debe ser claro. 4El objetivo del Espíritu Santo opera dentro de un marco general, pero Él te ayudará a hacerlo específico, porque la apli­cación práctica es específica. 6El Espíritu Santo provee ciertas directrices muy concretas que se pueden aplicar en cualquier situación, pero recuerda que tú aún no te has dado cuenta de que su aplicación es universal. 7A estas alturas, por lo tanto, es esen­cial utilizarlas en toda situación separadamente, hasta que pue­das ver más allá de cada situación con mayor seguridad, y con un entendimiento mucho más amplio del que ahora posees.

2. En cualquier situación en que no sepas qué hacer, lo primero que tienes que considerar es sencillamente esto: "¿Qué es lo que quiero que resulte de esta situación? 2¿Qué propósito tiene?" 3El objetivo debe definirse al principio, pues eso es lo que determi­nará el resultado. 4El ego procede a la inversa. 5La situación se convierte en lo que determina el resultado, que puede ser cual­quier cosa. 6La razón de este enfoque desorganizado es evidente. 7El ego no sabe qué es lo que quiere que resulte de la situación. 8Es consciente de lo que no quiere, pero sólo de eso. 9No tiene ningún objetivo constructivo en absoluto.

3. Sin un objetivo constructivo, establecido de antemano y clara­mente definido, la situación simplemente parece ocurrir al azar y no tiene ningún sentido hasta que ya ha ocurrido. 2Entonces miras en retrospectiva, y tratas de reconstruirla para ver qué sentido tuvo. 3Y no podrás sino equivocarte. 4No sólo porque tus juicios están vinculados al pasado, sino porque tampoco tienes idea de lo que debió haber ocurrido. 5No se estableció ningún objetivo con el que armonizar los medios. 6Y ahora el único dictamen que puede hacerse es si al ego le gusta lo que pasó o no, si es aceptable para él o si clama por venganza. 7La ausencia de un criterio establecido de antemano que determine el resultado final, hace que sea du­doso el que se pueda entender y que sea imposible evaluarlo.

4. El valor de decidir de antemano lo que quieres que ocurra es simplemente que ello te permite percibir la situación como un medio para hacer que tu objetivo se logre. 2Haces, por lo tanto, todo lo posible por pasar por alto todo lo que interferiría en su logro, y te concentras sólo en lo que te ayuda a conseguirlo. 3Es obvio que este enfoque ha hecho que la manera en que distingues lo verdadero de lo falso sea más parecida a la del Espíritu Santo. 4Lo verdadero viene a ser lo que se puede utilizar para lograr el objetivo, 5y lo falso, lo inútil desde ese punto de vista. 6La situa­ción tiene ahora sentido, pero sólo porque el objetivo ha hecho que lo tenga.

5. Tener a la verdad por objetivo tiene otras ventajas prácticas. 2Si la situación se usa en favor de la verdad y la cordura, su desen­lace no puede ser otro que la paz. 3Y esto es así independiente de cuál sea el desenlace. 4Si la paz es la condición de la verdad y la cordura, y no puede existir sin ellas, allí donde hay paz tienen que estar también la verdad y la cordura. 5La verdad viene por su propia iniciativa. 6Si experimentas paz, es porque la verdad ha venido a ti, y así, no podrás sino ver el desenlace correctamente, pues el engaño no puede prevalecer contra ti. 7Podrás reconocer el desenlace precisamente porque estás en paz. 8En esto se puede ver una vez más lo opuesto a la manera de ver del ego, pues el ego cree que es la situación la que da lugar a la experiencia. 9El Espíritu Santo sabe que la situación es tal como el objetivo la determina, y que se experimenta de acuerdo con ese objetivo.

6. Tener a la verdad por objetivo requiere fe. 2La fe está implícita en la aceptación del propósito del Espíritu Santo, y esta fe lo abarca todo. 3Allí donde se ha establecido el objetivo de la verdad, allí tiene que estar la fe. 4El Espíritu Santo ve la situación como un todo. 5El objetivo establece el hecho de que todo aquel que esté involucrado en la situación desempeñará el papel que le corres­ponde en la consecución del mismo. 6Esto es inevitable. 7Nadie fracasará en su cometido. 8Esto parece requerir mucha más fe de la que tú tienes ahora, y mucha más de la que tú puedes dar. 9Esto es así, no obstante, sólo desde el punto de vista del ego, pues el ego cree que la manera de "resolver" los conflictos es fragmentán­dolos, y, así, no percibe la situación como un todo. 10El ego, por consiguiente, intenta dividir la situación en segmentos y lidiar con cada uno de ellos por separado, pues tiene fe en la separación y no en la unidad.

7. Cuando el ego se enfrenta a un aspecto de la situación que parece ser difícil, trata de trasladarlo a otro lugar y resolverlo allí. 2Y parecerá tener éxito, salvo que ese intento entra en conflicto con la unidad, y no puede por menos que enturbiar el objetivo de la verdad. 3Y no se podrá experimentar paz, salvo en fantasías. 4La verdad no ha venido porque la fe ha sido negada, al no haberse depositado donde por derecho propio le corresponde estar. 5De este modo pierdes el entendimiento de la situación que el objetivo de la verdad te brindaría. 6Pues las soluciones que proceden de fantasías no aportan sino una experiencia ilusoria, y una paz ilusoria no es la condición que le permite la entrada a la verdad.

 

LECCIÓN 199

 

No soy un cuerpo. Soy libre.

 

1. No podrás ser libre mientras te percibas a ti mismo como un cuerpo. 2El cuerpo es un límite. 3El que busca su libertad en un cuerpo la busca donde ésta no se puede hallar. 4La mente puede ser liberada cuando deja de verse a sí misma como que está den­tro de un cuerpo, firmemente atada a él y amparada por su pre­sencia. 5Si esto fuese cierto, la mente sería en verdad vulnerable.

2. La mente que está al servicio del Espíritu Santo es ilimitada para siempre y desde cualquier punto de vista, transciende las leyes del tiempo y del espacio; está libre de ideas preconcebidas y dispone de la fortaleza y del poder necesarios para hacer cual­quier cosa que se le pida. 2Los pensamientos de ataque no pue­den entrar en una mente así, toda vez que ha sido entregada a la Fuente del amor, y el miedo no puede infiltrarse en una mente que se ha unido al amor. 3Dicha mente descansa en Dios. 4¿Y quién que viva en la Inocencia sin hacer otra cosa que amar podría tener miedo?

3. Es esencial para tu progreso en este curso que aceptes la idea de hoy y que la tengas en gran estima. 2No te preocupes si al ego le parece completamente descabellada. 3El ego tiene en gran estima al cuerpo porque mora en él, y no puede sino vivir unido al hogar que ha construido. 4Es una de las partes de la ilusión que ha ayu­dado a mantener oculto el hecho de que él mismo es algo ilusorio.

4. Ahí se esconde y ahí se le puede ver como lo que es. 2Declara tu inocencia y te liberas. 3El cuerpo desaparece al no tener tú ninguna necesidad de él, excepto la que el Espíritu Santo ve en él. 4A tal fin, el cuerpo se percibirá como una forma útil para lo que la mente tiene que hacer. 5De este modo se convierte en un vehí­culo de ayuda para que el perdón se extienda hasta la meta todo­ abarcadora que debe alcanzar, de acuerdo con el plan de Dios.

5. Ten en gran estima la idea de hoy, y ponla en práctica hoy y cada día. 2Haz que pase a formar parte de cada sesión de práctica que lleves a cabo. 3No hay pensamiento cuyo poder de ayudar no aumente con esta idea, ni ninguno que de esta manera no adquiera regalos adicionales para ti. 4Con esta idea hacemos reso­nar la llamada a la liberación por todo el mundo. 5¿Y estarías acaso tú excluido de los regalos que haces?

6. El Espíritu Santo es el hogar de las mentes que buscan la liber­tad. 2En Él han encontrado lo que buscaban. 3El propósito del cuerpo deja de ser ahora ambiguo. 4Y su capacidad de servir un objetivo indiviso se vuelve perfecta. 5Y en respuesta libre de con­flicto e inequívoca a la mente que sólo tiene como objetivo el pensamiento de libertad, el cuerpo sirve su propósito y lo sirve perfectamente. 6Al no poder esclavizar, se vuelve un digno servi­dor de la libertad que la mente que mora en el Espíritu Santo persigue.

7. Sé libre hoy. 2Y da el regalo de libertad a todos aquellos que creen estar esclavizados en el interior de un cuerpo. 3Sé libre, de modo que el Espíritu Santo se pueda valer de tu liberación de la esclavitud y poner en libertad a los muchos que se perciben a sí mismos encadenados, indefensos y atemorizados. 4Permite que el amor reemplace sus miedos a través de ti. 5Acepta la salvación ahora, y entrégale tu mente a Aquel que te exhorta a que le hagas este regalo. 6Pues Él quiere darte perfecta libertad, perfecta dicha, así como una esperanza que alcanza su plena realización en Dios.

8. Tú eres el Hijo de Dios. 2Vives en la inmortalidad para siem­pre. 3¿No te gustaría retornar tu mente a esto? 4Practica entonces debidamente el pensamiento que el Espíritu Santo te da para el día de hoy. 5En él tus hermanos y tú os alzáis liberados; el mundo es bendecido junto contigo; el Hijo de Dios no volverá a llorar y el Cielo te da las gracias por el aumento de gozo que tu práctica le proporciona incluso a él. 6Dios Mismo extiende Su amor y feli­cidad cada vez que dices:

 

7No soy un cuerpo. 8Soy libre. 9Oigo la Voz que Dios me ha dado, y es sólo esa Voz la que mi mente obedece.

 

18 DE JULIO

VII. La invocación a la fe

1. Los sustitutos de cualquier aspecto de una situación son los testigos de tu falta de fe. 2Demuestran que no creíste que la situa­ción y el problema estuviesen en el mismo lugar. 3El problema era la falta de fe, y esto es lo que demuestras cuando lo separas de su fuente y lo pones en otro lugar. 4Como resultado de ello, no ves el problema. 5De no haberte faltado la fe de que podía ser resuelto, el problema habría desaparecido. 6Y la situación habría tenido sentido para ti porque se habría eliminado cualquier interferen­cia que hubiese impedido que la entendieses. 7Trasladar el pro­blema a otro lugar es perpetuarlo, pues te desentiendes de él y haces que sea irresoluble.

2. No hay ningún problema que la fe no pueda resolver. 2Si trasla­das cualquier aspecto de un problema a otro lugar, ello hará que sea imposible solventarlo. 3Pues si trasladas parte del problema a otro lugar, el significado del problema inevitablemente se pierde, y la solución del problema radica en su significado. 4¿No es posi­ble acaso que todos tus problemas ya se hayan resuelto, pero que tú te hayas excluido a ti mismo de la solución? 5La fe, no obstante, tiene que estar donde algo se ha consumado, y donde tú ves que se consumó.

3. Una situación es una relación, pues es una confluencia de pen­samientos. 2Si se perciben problemas, es porque se cree que los pensamientos están en conflicto. 3Mas si el objetivo es la verdad, eso es imposible. 4Alguna idea relacionada con el cuerpo tuvo que haberse inmiscuido, ya que las mentes no pueden atacar. 5Pensar en cuerpos indica falta de fe, pues los cuerpos no pueden solven­tar nada. 6El que se inmiscuyan en la relación -lo cual es un error acerca de lo que piensas de la situación- es lo que entonces se convierte en la justificación de tu falta de fe. 7Cometerás este error, pero no dejes que ello sea motivo de preocupación para ti. 8El error no importa. 9La falta de fe que se lleva ante la fe nunca será un escollo para la verdad. 10Pero usar la falta de fe contra la verdad siempre destruirá la fe. 11Si te falta fe, pide que se te restituya allí donde se perdió, y no intentes que se te indemnice por ella en otra parte, como si se te hubiese privado injustamente de ella.

4. Únicamente lo que tú no has dado es lo que puede faltar en cualquier situación. 2Pero recuerda esto: la santidad fue la meta que se fijó para tu relación, y no fuiste tú quien lo hizo. 3No fuiste tú quien la fijó porque la santidad no se puede ver excepto mediante la fe, y tu relación no era santa por razón de la limitada y reducida fe que tenías en tu hermano. 4Tu fe tiene que aumen­tar para poder alcanzar la meta que se ha fijado. 5La realidad de la meta facilitará eso, pues te permitirá ver que la paz y la fe no vienen por separado. 6¿Cómo podrías estar en una situación sin tener fe y al mismo tiempo serle fiel a tu hermano?

5. Cada situación en la que te encuentras no es más que un medio para satisfacer el propósito que se estableció para tu relación. 2Si la ves como algo diferente, es que te falta fe. 3No hagas uso de esa falta de fe. 4Deja que se presente y obsérvala con calma, pero no hagas uso de ella. 5La falta de fe es la sierva de lo ilusorio, y es totalmente fiel a su amo. 6Haz uso de ella, y te llevará directa­mente a las ilusiones. 7No te sientas tentado por lo que te ofrece. 8La falta de fe no supone ningún obstáculo para el objetivo, sino para el valor que éste tiene para ti. 9No aceptes la ilusión de paz que te ofrece, sino que, por el contrario, contempla su ofrecimiento y reconoce que es una ilusión.

6. El objetivo de la ilusión está tan estrechamente vinculado a la falta de fe como la fe lo está a la verdad. 2Si pones en duda que alguien pueda desempeñar su papel, y desempeñarlo perfecta­mente en cualquier situación entregada de antemano a la verdad, es que la entrega no fue absoluta. 3Esto significa que no has tenido fe en tu hermano y que has usado tu falta de fe contra él. 4Nin­guna relación es santa a menos que su santidad la acompañe a todas partes. 5De la misma manera en que la santidad y la fe van de la mano, así su fe tiene también que acompañarla a todas par­tes. 6La realidad del objetivo inspirará y obrará cualquier milagro que sea necesario para su logro. 7Cualquier cosa tanto si es dema­siado grande como demasiado pequeña, demasiado débil o de­masiado apremiante, será puesta dulcemente a su servicio para apoyar su propósito. 8El universo la servirá gustosamente, tal como ella sirve al universo. 9Pero no interfieras.

7. El poder que se ha depositado en ti, en quien se ha establecido el objetivo del Espíritu Santo, transciende tanto tu limitada con­cepción de lo infinito, que no tienes idea de la magnitud de la fuerza que te acompaña. 2Y puedes usar esta fuerza con perfecta seguridad. 3No obstante, a pesar de su extraordinario poder, tan grande que se extiende allende las estrellas hasta el universo que se encuentra más allá de ellas, tu insignificante falta de fe la puede neutralizar, si en su lugar prefieres valerte de tu falta de fe.

8. Considera, no obstante, lo que sigue a continuación, y descu­bre la causa de tu falta de fe: crees que la razón por la que tienes algo contra tu hermano es por lo que él te hizo a ti. 2Mas por lo que realmente lo culpas es por lo que tú le hiciste a él. 3No le guardas rencor por su pasado sino por el tuyo. 4Y no tienes fe en él debido a lo que tú fuiste. 5Tú eres, sin embargo, tan inocente de ello como lo es él. 6Lo que nunca existió no tiene causa, ni está ahí para obstruir a la verdad. 7La falta de fe no tiene causa; la fe, en cambio, sí tiene Causa. 8Esa Causa ha entrado a formar parte de toda situación que comparta Su propósito. 9La luz de la verdad brilla desde el centro de la situación, y ejerce influencia sobre todos aquellos a quienes el propósito de la situación llama. 10Y llama a todo el mundo. 11No hay situación que no incluya a toda tu relación, a todos sus aspectos y a todas sus partes. 12No puedes excluir ningún aspecto de ti mismo y esperar que la situación siga siendo santa. 13Pues ese aspecto comparte el propósito de tu relación en su totalidad y deriva su significado de ella.

9. A menos que la fe que tienes en tu hermano te acompañe en toda situación, serás infiel a tu propia relación. 2Tu fe exhortará a los demás a que compartan tu propósito, tal como el propósito en sí invocó la fe en ti. 3Y verás los medios que una vez empleaste para que te condujesen a las ilusiones, transformados en medios que te conducen a la verdad. 4La verdad invoca la fe, y la fe le hace sitio a la verdad. 5Cuando el Espíritu Santo cambió el propó­sito de tu relación al intercambiar el tuyo por el Suyo, el objetivo que estableció en ella se extendió a toda situación en que jamás puedas verte envuelto. 6Y así liberó del pasado todas las situacio­nes que éste habría desprovisto de significado.

10. Invocas la fe por razón de Aquel que te acompaña en toda situación. 2Ya no estás completamente loco ni tampoco solo. 3Pues la idea de que en Dios puede haber soledad no puede sino ser un sueño. 4Tú, cuya relación comparte el objetivo del Espíritu Santo, has sido alejado de la soledad porque la verdad ha llegado. 5Su invocación a la fe es poderosa. 6No uses tu falta de fe contra la verdad, pues ésta te exhorta a que te salves y a que estés en paz.

 

LECCIÓN 200

 

No hay más paz que la paz de Dios.

 

1 Deja de buscar. 2No hallarás otra paz que la paz de Dios. 3Acepta este hecho y te evitarás la agonía de sufrir aún más amargos de­sengaños, o de verte invadido por una sombría desesperación y una gélida sensación de desesperanza y de duda. 4Deja de buscar. 5No puedes hallar otra cosa que la paz de Dios, a no ser que lo que busques sea infelicidad y dolor.

2. Este es el punto final al que en última instancia todo el mundo tiene que llegar para dejar de lado toda esperanza de hallar felici­dad allí donde no la hay; de ser salvado por lo que tan sólo puede causar dolor; y de hacer paz del caos, dicha del dolor y Cielo del infierno. 2No sigas tratando de ganar por medio de la pérdida ni de morir para vivir. 3Pues no estarás sino pidiendo la derrota.

3. No obstante, con la misma facilidad puedes pedir amor, felici­dad y vida eterna en una paz que no tiene fin. 2Pide esto, y sólo puedes ganar. 3Pedir lo que ya tienes te lleva al éxito. 4Pedir que lo que es falso sea verdadero sólo puede conducir al fracaso. 5Per­dónate a ti mismo tus vanas imaginaciones y deja de buscar lo que no puedes encontrar. 6Pues, ¿qué podría ser más absurdo que buscar el infierno una y otra vez cuando no tienes más que abrir los ojos y mirar para darte cuenta de que el Cielo se encuentra ante ti, allende el umbral de una puerta que se abre fácilmente para darte la bienvenida?

4. Regresa a casa. 2Jamás encontraste felicidad en lugares extra­Ã±os, ni en formas que te son ajenas y que no tienen ningún signifi­cado para ti, si bien trataste de que lo tuvieran. 3No te corres­ponde estar en este mundo. 4Aquí eres un extraño. 5Pero te es dado encontrar los medios a través de los cuales el mundo deja de parecer una prisión o una cárcel para nadie.

5. Se te concede la libertad allí donde no veías más que cadenas y puertas de hierro. 2Mas si quieres hallar escapatoria tienes que cambiar de parecer con respecto al propósito del mundo. 3Perma­necerás encadenado hasta que veas el mundo como un lugar ben­dito, liberes de tus errores a cada hermano y lo honres tal como es. 4Tú no lo creaste, así como tampoco te creaste a ti mismo. 5Y al liberar a uno, el otro es aceptado tal como es.

6. ¿Qué función tiene el perdón? 2En realidad no tiene ninguna, ni hace nada, 3pues es desconocido en el Cielo. 4Es sólo en el infierno donde se le necesita y donde tiene una formidable función que desempeñar. 5¿No es acaso un propósito loable ayudar al biena­mado Hijo de Dios a escapar de los sueños de maldad, que aun­que son sólo fabricaciones suyas, él cree que son reales? 6¿Quién podría aspirar a más, mientras parezca que hay que elegir entre el éxito y el fracaso, entre el amor y el miedo?

7. No hay más paz que la paz de Dios porque Él sólo tiene un Hijo, que no puede construir un mundo en oposición a la Volun­tad de su Padre o a la suya propia, la cual es la misma que la de Él. 2¿Qué podría esperar encontrar en semejante mundo? 3Este no puede ser real, ya que nunca fue creado. 4¿Es acaso ahí adonde iría en busca de paz? 5¿O bien tiene que darse cuenta de que tal como él ve el mundo, éste sólo puede engañar? 6Puede aprender, no obstante, a verlo de otra manera y encontrar la paz de Dios.

8. La paz es el puente que todos habrán de cruzar para dejar atrás este mundo. 2Pero se empieza a tener paz en él cuando se le per­cibe de otra manera, y esta nueva percepción nos conduce hasta las puertas del Cielo y lo que yace tras ellas. 3La paz es la res­puesta a las metas conflictivas, a las jornadas insensatas, a las búsquedas vanas y frenéticas y a los empeños sin sentido. 4Ahora el camino es fácil, y nos conduce por una ligera pendiente hasta el puente donde la libertad yace dentro de la paz de Dios.

9. No volvamos a perder el rumbo hoy. 2Nos dirigimos al Cielo, y el camino es recto. 3Sólo si procuramos desviarnos podemos retrasarnos y perder el tiempo innecesariamente por escabrosas veredas. 4Sólo Dios es seguro, y Él guiará nuestros pasos. 5Él no abandonará a Su Hijo necesitado, ni permitirá que se extravíe para siempre de su hogar. 6El Padre llama; el Hijo le oirá. 7Y eso es todo lo que hay con respecto a lo que parece ser un mundo sepa­rado de Dios, en el que los cuerpos son reales.

10. Ahora reina el silencio. 2Deja de buscar. 3Has llegado a donde el camino está alfombrado con las hojas de los falsos deseos que antes anhelabas, caídas ahora de los árboles de la desesperanza. 4Ahora se encuentran bajo tus pies. 5Y tú levantas la mirada y miras al Cielo con los ojos del cuerpo, que ahora te sirven sólo por un instante más. 6Por fin la paz ha sido reconocida, y tú pue­des sentir como su tierno abrazo envuelve tu corazón y tu mente con consuelo y amor.

11. Hoy no buscamos ídolos. 2La paz no se puede encontrar en ellos. 3La paz de Dios es nuestra, y no habremos de aceptar o querer nada más. 4¡Que la paz sea con nosotros hoy! 5Pues hemos encontrado una manera sencilla y grata de abandonar el mundo de la ambigüedad; y de reemplazar nuestros objetivos cambiantes por un solo propósito, y nuestros sueños solitarios por compañe­rismo. 6Pues la paz es unión, si procede de Dios. 7Hemos abando­nado toda búsqueda. 8Nos encontramos muy cerca de nuestro hogar, y nos acercamos aún más a él cada vez que decimos:

 

9No hay más paz que la paz de Dios, y estoy contento y agradecido de que así sea.

 

SEXTO REPASO

 

Introducción

 

1. Para este repaso utilizaremos sólo una idea por día y la practi­caremos tan a menudo cómo podamos. 2Además del tiempo que le dediques mañana y noche, que no debería ser menos de quince minutos, y de los recordatorios que han de llevarse a cabo, cada hora durante el transcurso del día, usa la idea tan frecuentemente como puedas entre las sesiones de práctica. 3Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendie­ses. 4Cada una de ellas sería suficiente para liberaros a ti y al mundo de cualquier clase de cautiverio, e invitar de nuevo el recuerdo de Dios.

2. Con esto en mente, demos comienzo a nuestras prácticas, en las que repasaremos detenidamente los pensamientos con los que el Espíritu Santo nos ha bendecido en nuestras últimas veinte leccio­nes. 2Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu­dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día. 3Uno solo basta. 4Mas no se debe excluir nada de ese pensamiento. 5Necesitamos, por lo tanto, usarlos todos y dejar que se vuelvan uno solo, ya que cada uno de ellos contribuye a la suma total de lo que queremos aprender.

3. Al igual que nuestro último repaso, estas sesiones de práctica giran alrededor de un tema central con el que comenzamos y concluimos cada lección. 2El tema para el presente repaso es el siguiente:        

 

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.

5Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

6El día comienza y concluye con esto. 7Y lo repetiremos asimismo cada vez que el reloj marque la hora, o siempre que nos acorde­mos, entre una hora y otra, que tenemos una función que trans­ciende el mundo que vemos. 8Aparte de esto y de la repetición del pensamiento que nos corresponda practicar cada día, no se requiere ningún otro tipo de ejercicio, excepto un profundo aban­dono de todo aquello que abarrota la mente y la hace sorda a la razón, a la cordura y a la simple verdad.

4. Lo que nos proponemos en este repaso es ir más allá de todas las palabras y de las diferentes maneras de practicar. 2Pues lo que estamos intentando esta vez es ir más de prisa por una senda más corta que nos conduce a la serenidad y a la paz de Dios. 3Sencilla­mente cerramos los ojos y nos olvidamos de todo lo que jamás habíamos creído saber y entender. 4Pues así es como nos libera­mos de todo lo que ni sabíamos ni pudimos entender.

5. Hay una sola excepción a esta falta de estructura. 2No dejes pasar un solo pensamiento trivial sin confrontarlo. 3Si adviertes alguno, niega su dominio sobre ti y apresúrate a asegurarle a tu mente que no es eso lo que quiere. 4Luego descarta tranquila­mente el pensamiento que negaste y de inmediato y sin titubear sustitúyelo por la idea con la que estés practicando ese día.

6. Cuando la tentación te asedie, apresúrate a proclamar que ya no eres su presa, diciendo:

 

2No quiero este pensamiento. 3El que quiero es ________ .

 

4Y entonces repite la idea del día y deja que ocupe el lugar de lo que habías pensado. 5Además de estas aplicaciones especiales de la idea diaria, sólo añadiremos unas cuantas expresiones formales o pensamientos específicos para que te ayuden con tu práctica. 6Por lo demás, le entregamos estos momentos de quietud al Maes­tro que nos enseña en silencio, nos habla de paz e imparte a nues­tros pensamientos todo el significado que jamás puedan tener.

7. A Él le ofrezco este repaso por ti. 2Te pongo en Sus manos, y dejo que Él te enseñe qué hacer, qué decir y qué pensar cada vez que recurres a Él. 3Él estará a tu disposición siempre que acudas a Él en busca de ayuda. 4Ofrezcámosle este repaso que ahora comenzamos, y no nos olvidemos de Quién es al que se le ha entregado, según practicamos día tras día, avanzando hacia el objetivo que Él fijó para nosotros, dejando que nos enseñe cómo proceder y confiando plenamente en Él para que nos indique la forma en que cada sesión de práctica puede convertirse en un amoroso regalo de libertad para el mundo.

 

LECCIÓN 201

 

No soy un cuerpo. Soy libre.

Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (181) Confío en mis hermanos, que son uno conmigo.

2No hay nadie que no sea mi hermano. 3He sido bendecido con la unidad de la que gozo con el universo y con Dios mi Padre, el único Creador de la totalidad que es mi Ser, el cual es eternamente uno conmigo.

 

4No soy un cuerpo. 5Soy libre. 6Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

LECCIÓN 202

 

No soy un cuerpo. Soy libre.

Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (182) Permaneceré muy quedo por un instante e iré a mi hogar.

 

2¿Por qué habría de elegir quedarme un solo instante más donde no me corresponde estar, cuando Dios Mismo me ha dado Su Voz, la cual me exhorta a retornar a mi hogar?

 

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.

5Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

21 DE JULIO

VIII. Las condiciones de la paz

1. El instante santo no es más que un caso especial, un ejemplo extremo, de lo que toda situación debería ser. 2El significado que el propósito del Espíritu Santo le ha dado al instante santo, se le da también a toda situación. 3El instante santo suscita la misma suspensión de falta de fe -que se rechaza y no se utiliza- para que la fe pueda responder a la llamada de la verdad. 4El instante santo es el ejemplo supremo, la demostración clara e inequívoca del significado de toda relación y de toda situación cuando se ven como un todo. 5La fe ha aceptado todos los aspectos de la situa­ción, y la falta de fe no ha impuesto el que nada se vea excluido de ella. 6Es una situación de perfecta paz, debido simplemente a que la has dejado ser lo que es.

2. Esta simple cortesía es todo lo que el Espíritu Santo te pide: 2que dejes que la verdad sea lo que es. 3No intervengas, no la ataques, ni interrumpas su llegada. 4Deja que envuelva cada situación y que te brinde paz. 5Ni siquiera se te pide que tengas fe, pues la verdad no pide nada. 6Déjala entrar, y ella invocará la fe que necesitas para gozar de paz, y se asegurará de que dispongas de ella. 7Pero no te alces contra ella, pues no puede hacer acto de presencia si te opones a ella.

3. ¿No desearías hacer de toda situación un instante santo? 2Pues tal es el regalo de la fe, que se da libremente dondequiera que la falta de fe se deja a un lado sin usar. 3El poder del propósito del Espíritu Santo puede usarse entonces en su lugar. 4Este poder transforma instantáneamente todas las situaciones en el único medio, seguro y continuo, de establecer Su propósito y de demostrar su realidad. 5Lo que se ha demostrado ha requerido fe, y ésta ha sido concedida. 6Ahora se convierte en un hecho, del que ya no se puede retirar la fe. 7La tensión que conlleva negarle la fe a la verdad es enorme y mucho mayor de lo que te imaginas. 8Pero responder a la verdad con fe no entraña tensión alguna.

4. Para ti, que has respondido a la llamada de tu Redentor, la ten­sión que conlleva no responder a Su llamada parece ser mayor que antes. 2Pero no es así. 3La resistencia siempre estuvo ahí, pero se la atribuías a otra cosa, creyendo que era esa "otra cosa" la que la producía. 4Mas eso nunca fue verdad. 5Pues lo que esa "otra cosa" producía era pesar y depresión, enfermedad y dolor, tinie­blas y vagas imaginaciones de terror, escalofriantes fantasías de miedo y abrasadores sueños infernales. 6Y todo ello no era más que la intolerable tensión que se producía al negarte a depositar tu fe en la verdad y a ver su evidente realidad.

5. Tal fue la crucifixión del Hijo de Dios. 2Su falta de fe le oca­sionó todo eso. 3Piénsalo muy bien antes de permitirte usar tu falta de fe contra él. 4Pues él ha resucitado, y tú has aceptado la Causa de su despertar como tu propia causa. 5Has asumido el papel que te corresponde en su redención, y ahora eres completamente responsable por él. 6No le falles ahora, pues te ha sido dado comprender lo que tu falta de fe en él te ocasiona. 7Su salva­ción es tu único propósito. 8Ve sólo esto en toda situación, y cada una de ellas se convertirá en un medio de brindarte sólo eso.

6. Cuando aceptaste la verdad como el objetivo de tu relación, te convertiste en un dador de paz tan irremediablemente como que tu Padre te dio paz. 2Pues el objetivo de la paz no se puede aceptar sin sus condiciones, y tú tuviste que haber tenido fe en dicho objetivo, pues nadie acepta lo que no cree que es real. 3Tu propósito no ha cambiado ni cambiará jamás, pues aceptaste lo que nunca puede cambiar. 4Y ahora no le puedes negar nada que necesite para ser eternamente inmutable. 5Tu liberación es segura. 6Da tal como has recibido. 7Y demuestra que te has elevado muy por encima de cualquier situación que pudiese detenerte y mantenerte separado de Aquel Cuya llamada contestaste.

 

LECCIÓN 203

 

No soy un cuerpo. Soy libre.

Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (183) Invoco el Nombre de Dios y el mío propio.

 

2El Nombre de Dios es mi liberación de todo pensamiento de maldad y de pecado porque es mi nombre, así como el de Él.

 

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.

5Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

22 DE JULIO

Capítulo 18

EL FINAL DEL SUEÑO

 

I. El substituto de la realidad

1. Sustituir es aceptar una cosa por otra. 2Sólo con que examina­ses exactamente lo que esto implica, percibirías de inmediato cuánto difiere del objetivo que el Espíritu Santo te ha dado y quiere alcanzar por ti. 3Substituir es elegir entre dos opciones, renunciando a un aspecto de la Filiación en favor de otro. 4Para este propósito especial, uno de ellos se juzga como más valioso y reemplaza al otro. 5La relación en la que la substitución tuvo lugar queda de este modo fragmentada, y, consecuentemente, su propósito queda dividido. 6Fragmentar es excluir, y la substitu­ción es la defensa más potente que el ego tiene para mantener vigente la separación.

2. El Espíritu Santo nunca utiliza substitutos. 2En cualquier situa­ción en la que el ego percibe a una persona como sustituto de otra, el Espíritu Santo sólo ve su unión e indivisibilidad. 3Él no elige entre ellas, pues sabe que son una sola. 4Al estar unidas, son una sola porque son lo mismo. 5La substitución es claramente un proceso en el que se perciben como si fuesen diferentes. 6El deseo del Espíritu Santo es unir, el del ego, separar. 7Nada puede inter­ponerse entre lo que Dios ha unido y el Espíritu Santo considera uno. 8Pero todo parece interponerse en las relaciones fragmenta­das que el ego patrocina a fin de destruirlas.

3. La única emoción en la que la substitución es imposible es el amor. 2El miedo, por definición, conlleva substitución, pues es el substituto del amor. 3El miedo es una emoción fragmentada y fragmentante. 4Parece adoptar muchas formas y cada una parece requerir el que uno actúe de modo diferente para poder obtener satisfacción. 5Si bien esto parece dar lugar a un comportamiento muy variable, un efecto mucho más serio reside en la percepción fragmentada de la que procede dicho comportamiento. 6No se considera a nadie como un ser completo. 7Se hace hincapié en el cuerpo, y se le da una importancia especial a ciertas partes de éste, las cuales se usan como baremo de comparación, ya sea para aceptar o para rechazar, y así expresar una forma especial de miedo.

4. Tú que crees que Dios es miedo tan sólo llevaste a cabo una sustitución. 2Ésta ha adoptado muchas formas porque fue la sustitución de la verdad por la ilusión, la de la plenitud por la fragmentación. 3Dicha sustitución a su vez ha sido tan desmenu­zada y subdividida, y dividida de nuevo una y otra vez, que ahora resulta casi imposible percibir que una vez fue una sola y que todavía sigue siendo lo que siempre fue. 4Ese único error, que llevó a la verdad a la ilusión, a lo infinito a lo temporal, y a la vida a la muerte, fue el único que jamás cometiste. 5Todo tu mundo se basa en él. 6Todo lo que ves lo refleja, y todas las relaciones espe­ciales que jamás entablaste proceden de él.

5. Tal vez te sorprenda oír cuán diferente es la realidad de eso que ves. 2No te das cuenta de la magnitud de ese único error. 3Fue tan inmenso y tan absolutamente increíble que de él no pudo sino sur­gir un mundo totalmente irreal. 4¿Qué otra cosa si no podía haber surgido de él? 5A medida que empieces a examinar sus aspectos fragmentados te darás cuenta de que son bastante temibles. 6Pero nada que hayas visto puede ni remotamente empezar a mostrarte la enormidad del error original, el cual pareció expulsarte del Cielo, fragmentar el conocimiento convirtiéndolo en inútiles añi­cos de percepciones desunidas y forzarte a llevar a cabo más sus­tituciones.

6. Ésa fue la primera proyección del error al exterior. 2El mundo surgió para ocultarlo, y se convirtió en la pantalla sobre la que se proyectó, la cual se interpuso entre la verdad y tú. 3Pues la ver­dad se extiende hacia adentro, donde la idea de que es posible perder no tiene sentido y lo único que es concebible es un mayor aumento. 4¿Crees que es realmente extraño que de esa proyec­ción del error surgiese un mundo en el que todo está invertido y al revés? 5Eso fue inevitable. 6Pues si se llevase la verdad ante esto, ésta sólo podría permanecer recogida en calma, sin tomar parte en la absurda proyección mediante la cual este mundo fue construido. 7No llames pecado a esa proyección sino locura, pues eso es lo que fue y lo que sigue siendo. 8Tampoco la revistas de culpabilidad, pues la culpabilidad implica que realmente ocu­rrió. 9Pero sobre todo, no le tengas miedo.

7. Cuando te parezca ver alguna forma distorsionada del error original tratando de atemorizarte, di únicamente: "Dios es Amor y el miedo no forma parte de Él", y desaparecerá. 2La verdad te salvará, 3pues no te ha abandonado para irse al mundo demente y así apartarse de ti. 4En tu interior se encuentra la cordura; la demencia, fuera de ti. 5Pero tú crees que es al revés: que la verdad se encuentra afuera y el error y la culpabilidad adentro. 6Tus míseras e insensatas substituciones, trastocadas por la locura y formando torbellinos que se mueven sin rumbo cual plumas arrastradas por el viento, son insustanciales. 7Se funden, se jun­tan y se separan, de acuerdo con patrones cambiantes que no tienen sentido y que no tienen que ser juzgados en absoluto. 8No tiene objeto juzgarlos individualmente. 9Las insignificantes diferencias que en lo relativo a la forma parece haber entre ellas no son diferencias reales en absoluto. 10Ninguna de tus sustitucio­nes tiene importancia. 11Eso es lo único que tienen en común, nada más. 12Sin embargo, ¿qué otra cosa es necesaria para hacer que todas sean lo mismo?

8. Deja que se las lleve el viento, formando torbellinos y dando tumbos hasta que se pierdan de vista, lejos, muy lejos de ti. 2Y vuélvete hacia la majestuosa calma interna, donde en santa quie­tud mora el Dios viviente que nunca abandonaste y que nunca te abandonó. 3El Espíritu Santo te lleva dulcemente de la mano, y desanda contigo el camino recorrido en el absurdo viaje que emprendiste fuera de ti mismo, conduciéndote con gran amor de vuelta a la verdad y a la seguridad de tu interior. 4Él lleva ante la verdad todas tus dementes proyecciones y todas tus descabella­das sustituciones, las cuales ubicaste fuera de ti. 5Así es como Él invierte el curso de la demencia y te devuelve a la razón.

9. En tu relación con tu hermano, donde el Espíritu Santo se ha hecho cargo de todo a petición tuya; Él ha fijado el rumbo hacia adentro, hacia la verdad que compartís. 2En el demente mundo de afuera nada se puede compartir, sino únicamente sustituir. aEn la realidad, compartir y sustituir no tienen absolutamente nada en común. 3Dentro de ti amas a tu hermano con un amor perfecto. 4Ésa es tierra santa en la que ninguna sustitución puede tener lugar y donde sólo la verdad de tu hermano puede morar. 5Ahí estáis unidos en Dios, tan unidos como lo estáis con Él. 6El error original jamás llegó hasta ahí, ni lo hará jamás. 7Ahí reside la ver­dad radiante, a la que el Espíritu Santo ha confiado tu relación. 8Deja que Él la lleve ahí, donde tú quieres que esté. 9Ofrécele un poco de fe en tu hermano, para ayudarle a que te muestre que ningún sustituto del Cielo que hayas inventado puede excluirte de éste.

10. En ti no hay separación, y no hay sustituto que pueda mante­nerte separado de tu hermano. 2Tu realidad fue la creación de Dios, la cual no tiene sustituto. 3Estáis tan firmemente unidos en la verdad, que sólo Dios mora allí. 4Y Él jamás aceptaría otra cosa en lugar de vosotros. 5Él os ama a los dos por igual y cual uno solo. 6Y tal como Él os ama, así sois. 7Nosotros no estáis unidos en ilusiones, sino en un Pensamiento tan santo y tan perfecto que las ilusiones no pueden permanecer allí para mancillar el santo lugar donde os encontráis unidos. 8Dios está contigo, hermano mío. 9Unámonos en Él en paz y con gratitud, y aceptemos Su regalo como nuestra más santa y perfecta realidad, la cual compartimos con Él.

11. El Cielo le es restituido a toda la Filiación a través de tu rela­ción, pues en ella reside la Filiación, íntegra y hermosa, y a salvo en tu amor. 2El Cielo ha entrado silenciosamente, pues todas las ilusiones han sido llevadas dulcemente ante la verdad en ti, y el amor ha refulgido sobre ti, bendiciendo tu relación con la ver­dad. 3Dios y toda Su creación han entrado a formar parte de ella juntos. 4¡Cuán santa y hermosa es vuestra relación, la cual la ver­dad ilumina! 5El Cielo la contempla y se regocija de que lo hayas dejado venir a ti. 6Y Dios Mismo se alegra de que tu relación siga siendo tal como fue creada. 7El universo que se encuentra dentro de ti se une a ti junto con tu hermano. 8Y el Cielo contempla con amor aquello que está unido en él, junto con su Creador.

12. Aquel a quien Dios ha llamado no debe prestar oídos a ningún substituto. 2La llamada de los sustitutos no es más que el eco del error original que fragmentó el Cielo. 3¿Y qué fue de la paz de los que prestaron oídos a dicha llamada? 4Regresa conmigo al Cielo, y caminando junto con tu hermano ve a otro mundo más allá de éste, hasta llegar a la belleza y alegría que ese otro mundo te ofrece. 5¿Quieres debilitar y fragmentar aún más lo que ya se encuentra fragmentado y sin esperanzas? 6¿Es ahí donde busca­rías la felicidad? 7¿No preferirías acaso reparar lo que ha sido quebrantado y unirte a la cruzada para devolverle la plenitud a lo que fue asolado por la separación y la enfermedad?

13. Has sido llamado, junto con tu hermano, a la más santa fun­ción que este mundo puede ofrecer. 2Ésa es la única función que no tiene límites, y que llega hasta cada uno de los fragmentos de la Filiación cual auxilio sanador y unificador. 3Esto es lo que se te ofrece en tu relación santa. 4Acéptalo ahora, y lo darás tal como lo has recibido. 5La paz de Dios se te da con el luminoso propósito en el que te unes a tu hermano. 6La santa luz que os unió tiene que extenderse, de la misma forma en que la aceptasteis.

 

LECCIÓN 204

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (184) El Nombre de Dios es mi herencia.

 

2El Nombre de Dios me recuerda que yo soy Su Hijo; que no soy esclavo del tiempo; que no estoy sujeto a las leyes que gobiernan el mundo de las ilusiones enfermizas, y que soy libre en Dios y eternamente uno con Él.

 

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.

5Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

23 DE JULIO

II. La base del sueño

1. ¿No es acaso cierto que de los sueños surge un mundo que parece ser muy real? 2Mas examina lo que es ese mundo. 3Obvia­mente no es el mundo que viste antes de irte a dormir. 4Es más bien una distorsión de él, urdida exclusivamente en torno a lo que tú hubieses preferido que ocurriese. 5En él eres "libre" para reconstruir lo que parecía atacarte, y convertirlo en un tributo a tu ego, que se indignó por el "ataque". 6Ése no sería tu deseo a menos que no te identificases a ti mismo con el ego, que siempre se ve a sí mismo, y, por lo tanto, a ti, como sometido a un cons­tante ataque y sumamente vulnerable a él.

2. Los sueños son caóticos porque están regidos por tus deseos conflictivos, y así, lo que es verdad les trae sin cuidado. 2Son el mejor ejemplo de cómo se puede utilizar la percepción para sus­tituir a la verdad por ilusiones. 3Al despertar no los tomas en serio, pues el hecho de que la realidad se viola tan radicalmente en ellos resulta evidente. 4Sin embargo, son una manera de ver el mundo y de cambiarlo para que se adapte mejor al ego. 5Son ejemplos impresionantes, tanto de la incapacidad del ego para tolerar la realidad, como del hecho de que tú estás dispuesto a cambiar la realidad para beneficiarlo a él.

3. La diferencia entre lo que ves en sueños y lo que ves al desper­tar no te resulta inquietante. 2Reconoces que lo que ves al desper­tar se desvanece en los sueños. 3Al despertar, no obstante, no esperas que haya desaparecido. 4En los sueños eres tú quien determina todo. 5Las personas se convierten en lo que tú quieres que sean y hacen lo que tú les ordenas. 6No se te impone ningún límite en cuanto a las sustituciones que puedes llevar a cabo. 7Por algún tiempo parece como si se te hubiese dado el mundo para que hicieses de él lo que se te antojase. 8No te das cuenta de que lo estás atacando y tratando de subyugarlo para que se avenga a tus deseos.

4. Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percep­ción en los que literalmente profieres a gritos: "¡Quiero que las cosas sean así!" 2Y aparentemente lo consigues. 3Mas los sueños son inseparables de su fuente. 4La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. 5Pues el sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de sustituirla por un mundo que pre­fieres es aterrante. 6Tus intentos de eliminar la realidad son aterra­dores, pero no estás dispuesto a aceptar esto. 7Por lo tanto, lo sustituyes con la fantasía de que la realidad es lo que es aterra­dor, y no lo que tú quieres hacer de ella. 8Y de este modo la culpa­bilidad se vuelve real.

5. Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. 2Y mien­tras lo ves no dudas de que sea real. 3Mas he ahí un mundo, que aunque claramente existe sólo en tu mente, parece estar afuera. 4No reaccionas ante él como si tú mismo lo hubieses construido, ni te das cuenta de que las emociones que el sueño suscita no pueden sino proceder de ti. 5Los personajes del sueño y sus accio­nes parecen dar lugar al sueño. 6No te das cuenta de que eres tú el que los hace actuar por ti, ya que, si fueses tú el que actuase, la culpa no recaería sobre ellos, y la ilusión de satisfacción desapare­cería. 7Estos hechos no son ambiguos en los sueños. 8Pareces des­pertar, y el sueño desaparece. 9Pero lo que no reconoces es que lo que dio origen al sueño no desapareció con él. 10Tu deseo de cons­truir otro mundo que no es real sigue vivo en ti. 11Y pareces des­pertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. 12Estás soñando continuamente. 13Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. 14Su contenido es el mismo. 15Constituyen tu protesta con­tra la realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar. 16En los sueños que tienes mientras estás despierto, la relación especial ocupa un lugar especial. 17Es el medio con el que tratas de que los sueños que tienes mientras duermes se hagan realidad. 18De esto no puedes despertar. 19La relación especial representa tu resolución de mantenerte aferrado a la irrealidad, y de impedirte a ti mismo despertar. 20Y mientras le otorgues más valor a estar dormido que a estar despierto, no querrás despertar.

6. El Espíritu Santo, siempre práctico en Su sabiduría, acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. 2Tú te habrías valido de ellos para seguir durmiendo. 3Dije antes que el primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desapa­rezcan, es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños feli­ces. 4Eso es lo que el Espíritu Santo hace en la relación especial. 5No la destruye ni te priva de ella. 6Pero sí la usa de manera diferente, a fin de ayudarte a que Su propósito se vuelva real para ti. 7Seguirás teniendo una relación especial, pero no será una fuente de dolor o de culpabilidad, sino de dicha y liberación. 8No será sólo para ti, pues en eso reside su infortunio. 9De la misma manera en que su falta de santidad la mantiene como algo aparte, su estado de santidad la convierte en una ofrenda para todo el mundo.

7. Tu relación especial se convertirá en el medio de erradicar la culpabilidad en todos los que son bendecidos a través de tu rela­ción santa. 2Será un sueño feliz, y uno que compartirás con todo aquel que se cruce en tu camino. 3La bendición que el Espíritu Santo ha derramado sobre tu relación santa se extenderá a través de ella. 4No creas que Él se ha olvidado de nadie en el propósito que te ha dado. 5Y no pienses que se ha olvidado de ti a quien Él dio el regalo. 6Él se vale de todo aquel que lo invoca como medio para la salvación de todos. 7Y Él los despertará a través de ti que le ofreciste tu relación a Él. 8¡Si tan sólo reconocieses Su gratitud! 9¡O la mía a través de la Suya! 10Pues estamos unidos en un solo propósito, al ser de un mismo sentir con Él.

8. No permitas que el sueño se apodere de ti y te haga cerrar los ojos. 2No es extraño que los sueños puedan dar lugar a un mundo irreal. 3Lo que sí es increíble es que tengas el deseo de hacer eso. 4Tu relación con tu hermano se ha convertido en una relación en la que ese deseo ha sido eliminado, pues su propósito ha sido tro­cado de uno de sueños a uno de verdad. 5Mas no estás seguro de esto porque piensas que quizá eso sea lo que es el sueño. 6Estás tan acostumbrado a elegir entre sueños, que no te das cuenta de que por fin has elegido entre la verdad y todas las ilusiones.

9. El Cielo, no obstante, es algo seguro. 2Esto no es un sueño. 3Su llegada significa que has elegido la verdad, y que ésta ha llegado porque has estado dispuesto a permitir que tu relación especial satisfaga sus condiciones. 4El Espíritu Santo ha depositado dulce­mente el mundo real en tu relación: el mundo de sueños felices, desde los cuales despertar es algo tan fácil y natural. 5Pues del mismo modo en que los sueños que tienes cuando estás dormido y los que tienes cuando estás despierto son una representación de los deseos que albergas en tu mente, así también el mundo real y la verdad del Cielo están unidos en la Voluntad de Dios. 6El sueño del despertar se convierte fácilmente en realidad. 7Pues ese sueño refleja tu voluntad unida a la Voluntad de Dios. 8Y lo que esta Voluntad dispone que se haga jamás ha dejado de hacerse.

 

LECCIÓN 205

 

No soy un cuerpo. Soy libre, Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (185) Deseo la paz de Dios.

2La paz de Dios es lo único que quiero. 3La paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mi propósito, mi vida y mi función, mientras habite en un lugar que no es mi hogar.

 

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.

6Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

24 DE JULIO

III. Luz en el sueño

1. Tú que te has pasado la vida llevando la verdad a la ilusión y la realidad a la fantasía, has estado recorriendo el camino de los sueños. 2Pues has pasado de la condición de estar despierto a la de estar dormido, y de ahí te has sumergido en un sueño todavía más profundo. 3Cada sueño te ha llevado a otros sueños, y cada fantasía que parecía arrojar luz sobre la oscuridad no ha hecho sino hacerla aún más tenebrosa. 4Tu meta era la oscuridad, en la que ningún rayo de luz pudiese penetrar. 5Y buscabas una negrura tan absoluta, que pudiese mantenerte oculto de la ver­dad para siempre en un estado de completa demencia. 6Mas de lo que te olvidabas era de que Dios no puede destruirse a Sí Mismo. 7La luz se encuentra en ti. 8La oscuridad puede envolverla, pero no puede extinguirla.

2. Según se aproxime la luz te lanzarás a la oscuridad huyendo de la verdad, refugiándote algunas veces en cosas menos temi­bles, y otras, en el terror más absoluto. 2Pero avanzarás, pues tu objetivo es pasar del miedo a la verdad. 3La meta que aceptaste es la meta del conocimiento, y esto lo demuestra tu buena voluntad. 4El miedo parece habitar en la oscuridad, y cuando tienes miedo es que has retrocedido. 5Unámonos inmediatamente en un ins­tante de luz y eso será suficiente para recordarte que tu meta es la luz.

3. La verdad se lanzó a tu encuentro desde el momento en que la invocaste. 2Si supieras Quién camina a tu lado por la senda que has escogido, sería imposible que pudieses experimentar miedo. 3No lo sabes porque tu viaje hacia la oscuridad ha sido largo y penoso, y te has adentrado muy profundamente en ella. 4Un ligero parpadeo, después de haber tenido los ojos cerrados por tanto tiempo, no ha sido suficiente para hacer que tengas con­fianza en ti mismo, a quien por tanto tiempo has despreciado. 5Te diriges hacia el amor odiándolo todavía, y terriblemente atemori­zado del juicio que pueda tener de ti. 6Y no te das cuenta de que no es del amor de lo que tienes miedo, sino únicamente de lo que tú has hecho de él. 7Estás avanzando hacia el significado del amor y alejándote de todas las ilusiones con las que lo habías revestido. 8Cuando te refugias en lo ilusorio tu miedo se agudiza, pues no hay duda de que lo que crees que ello significa es aterrador. 9Mas ¿qué importancia puede tener eso para nosotros que viajamos lle­nos de confianza y vertiginosamente más allá del miedo?

4. Tú que tomas de la mano a tu hermano tomas también la mía, pues cuando os unisteis no estabais solos. 2¿Crees acaso que yo te iba a dejar en las tinieblas que acordaste abandonar conmigo? 3En tu relación radica la luz de este mundo. 4Y el miedo no puede sino desaparecer de tu vista ahora. 5No caigas en la tentación de arre­batar el regalo de la fe que le ofreciste a tu hermano. 6Lo único que conseguirías con ello sería asustarte a ti mismo. 7El regalo se dio para siempre, pues Dios Mismo lo aceptó. 8No puedes quitárselo ahora. 9Has aceptado a Dios. 10La santidad de tu relación quedó establecida en el Cielo. 11No entiendes lo que aceptaste, pero recuerda que tu entendimiento no es necesario. 12Lo único que se necesitó fue simplemente tu deseo de entender. 13Ese deseo fue el de ser santo. 14La Voluntad de Dios se te concede, 15pues lo único que deseas es lo que siempre tuviste o lo que siempre fuiste.

5. Cada instante que pasemos juntos te enseñará que este objetivo es posible, y fortalecerá tu deseo de alcanzarlo. 2Y en tu deseo reside su logro. 3Tu deseo está ahora completamente de acuerdo con todo el poder de la Voluntad del Espíritu Santo. 4Ningún paso corto y vacilante que des puede hacer que tu deseo se aparte de Su Voluntad o de Su fortaleza. 5Puedes estar tan seguro de que yo te llevo de la mano como de que tú estuviste de acuerdo en llevar de la mano a tu hermano. 6No os separaréis, pues yo estoy con voso­tros y camino con vosotros en vuestro avance hacia la verdad. 7Y dondequiera que vamos, llevamos a Dios con nosotros.

6. Te has unido a mí en tu relación para llevarle el Cielo al Hijo de Dios, que se había ocultado en la oscuridad. 2Has estado dis­puesto a llevar la oscuridad a la luz, y eso ha fortalecido a todos los que quieren permanecer en la oscuridad. 3Los que quieran ver verán. 4Y se unirán a mí para llevar su luz a la oscuridad cuando la oscuridad que hay en ellos haya sido llevada ante la luz y eliminada para siempre. 5La necesidad que tengo de ti que te has unido a mí en la santa luz de tu relación, es la misma que tienes tú. 6¿Cómo no iba yo a darte a ti lo que tú me diste a mí? 7Pues en el momento en que te uniste a tu hermano, me respon­diste.

7. Tú que eres ahora el portador de la salvación, tienes la función de llevar la luz a la oscuridad. 2La oscuridad en ti se llevó ante la luz. 3Lleva esa luz ahora a la oscuridad, desde el instante santo a donde llevaste tu oscuridad. 4Nos completamos cuando desea­mos completar. 5No dejes que el tiempo te preocupe, pues todo miedo que tú y tu hermano podáis experimentar procede real­mente del pasado. 6El tiempo ha sido reajustado para ayudarnos a lograr, juntos, lo que vuestros pasados separados habrían impe­dido. 7Habéis transcendido el miedo, pues dos mentes no pueden unirse en su deseo de amor sin que el amor se una a ellas.

8. Ni una sola luz en el Cielo deja de acompañaros. 2Ni uno solo de los rayos que brillan para siempre en la Mente de Dios deja de iluminaros. 3El Cielo se ha unido a vosotros en vuestro avance hacia Él. 4Si se han unido a vosotros luces tan potentes que infun­den a la pequeña chispa de vuestro deseo el poder de Dios Mismo, ¿cómo podríais vosotros seguir en la oscuridad? 5Tú y tu hermano estáis retornando a casa juntos, después de un largo e insensato viaje que emprendisteis por separado y que no os condujo a ninguna parte. 6Has encontrado a tu hermano, y cada uno de vosotros alumbrará el camino del otro. 7Y partiendo de esa luz, los Grandes Rayos se extenderán hacia atrás hasta la os­curidad y hacia adelante hasta Dios, para desvanecer con su res­plandor el pasado y así dar lugar a Su eterna Presencia, en la que todo resplandece en la luz.

 

LECCIÓN 206

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (186) De mí depende la salvación del mundo.

 

2Se me han confiado los dones de Dios porque soy Su Hijo. 3Y deseo otorgarlos allí donde Él dispuso que se dieran.

 

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.

6Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

25 DE JULIO

IV. La pequeña dosis de buena voluntad

1. El instante santo es el resultado de tu decisión de ser santo. 2Es la respuesta. 3Desearlo y estar dispuesto a que llegue precede su llegada. 4Preparas tu mente para él en la medida en que recono­ces que lo deseas por encima de todas las cosas. 5No es necesario que hagas nada más; de hecho, es necesario que comprendas que no puedes hacer nada más. 6No te empeñes en darle al Espíritu Santo lo que Él no te pide, o, de lo contrario, creerás que el ego forma parte de Él y confundirás a uno con otro. 7El Espíritu Santo pide muy poco. 8Él es Quien aporta la grandeza y el poder. 9Él se une a ti para hacer que el instante santo sobrepase con mucho tu entendimiento. 10Darte cuenta de lo poco que tienes que hacer es lo que le permite a Él dar tanto.

2. No confíes en tus buenas intenciones, 2pues tener buenas intenciones no es suficiente. 3Pero confía implícitamente en tu buena voluntad, independientemente de lo que pueda presen­tarse. 4Concéntrate sólo en ella y no dejes que el hecho de que esté rodeada de sombras te perturbe. 5Esa es la razón por la que viniste. 6Si hubieses podido venir sin ellas no tendrías necesidad del instante santo. 7No vengas a él con arrogancia, dando por sentado que tienes que alcanzar de antemano el estado que sólo su llegada produce. 8El milagro del instante santo reside en que estés dispuesto a dejarlo ser lo que es. 9Y en esa muestra de buena voluntad reside también tu aceptación de ti mismo tal como Dios dispuso que fueses.

3. La humildad jamás te pedirá que te conformes con la peque­Ã±ez. 2Pero sí requiere que no te conformes con nada que no sea la grandeza que no procede de ti. 3La dificultad que tienes con el instante santo procede de tu arraigada convicción de que no eres digno de él. 4¿Y qué es eso, sino la decisión de ser lo que tú quisie­ras hacer de ti mismo? 5Dios no creó Su morada indigna de Él. 6Y si crees que Él no puede entrar allí donde desea estar, debes estar oponiéndote a Su Voluntad. 7No es necesario que la fuerza de tu buena voluntad proceda de ti, sino únicamente de Su Voluntad.

4. El instante santo no procede únicamente de tu pequeña dosis de buena voluntad. 2Es siempre el resultado de combinar tu buena voluntad con el poder ilimitado de la Voluntad de Dios. 3Te equivocabas cuando pensabas que era necesario que te preparases para Él. 4Es imposible hacer arrogantes preparativos para la santi­dad sin creer que es a ti a quien le corresponde establecer las condiciones de la paz. 5Dios las ha establecido ya. 6Dichas condi­ciones no dependen de tu buena voluntad para ser lo que son. 7Tu buena voluntad es necesaria sólo para poder enseñarte lo que son. 8Si sostienes que no eres digno de aprender esto, estarás interfi­riendo en la lección al creer que tienes que hacer que el alumno sea diferente. 9Tú no lo creaste ni tampoco puedes cambiarlo. 10¿Cómo ibas a obrar primero un milagro por tu cuenta, y luego esperar a que se haga uno por ti?

5. Limítate simplemente a hacer la pregunta. 2La respuesta se te dará. 3No trates de contestarla; trata simplemente de recibir la respuesta tal como se te dé. 4Al prepararte para el instante santo, no intentes hacerte santo de antemano a fin de estar listo para él. 5Eso sería confundir tu papel con el de Dios. 6La Expiación no puede llegarles a los que piensan que primero tienen que expiar, sino sólo a aquellos que simplemente le ofrecen su buena volun­tad para de este modo hacer posible su llegada. 7La purificación es algo que es únicamente propio de Dios, y, por lo tanto, es para ti. 8En vez de tratar de prepararte para Él, trata de pensar de esta manera:

 

9Yo que soy anfitrión de Dios, soy digno de Él.

10Aquel que estableció Su morada en mí la creó como Él quiso que fuese.

11No es necesario que yo la prepare para Él, sino tan sólo que no interfiera en Su plan para reinstaurar en mí la conciencia de que estoy listo, estado éste que es eterno. 12No tengo que añadir nada a Su plan.

13Mas para aceptarlo, tengo que estar dispuesto a no subs­tituirlo por el mío.

 

6. Y eso es todo. 2Añade algo más, y estarás simplemente desvir­tuando lo poco que se te pide. 3Recuerda que fuiste tú quien inventó la culpabilidad, y que tu plan para escapar de ella con­siste en llevar la Expiación ante la culpabilidad, y en hacer que la salvación parezca temible. 4Y si intentas prepararte a ti mismo para el amor, lo único que harás será incrementar tu miedo. 5La preparación para el instante santo le corresponde a Aquel que lo da. 6Entrégate a Aquel Cuya función es la liberación. 7No usurpes Su función. 8Dale sólo lo que Él te pide, para que puedas apren­der cuán ínfimo es tu papel, y cuán grande el Suyo.

7. Esto es lo que hace que el instante santo sea algo tan fácil y natural.. 2Tú haces que sea difícil porque insistes en que debe haber algo más que tú tienes que hacer. 3Te resulta difícil aceptar la idea de que sólo necesitas dar un poco para recibir mucho. 4Y te resulta muy difícil entender que no es un insulto personal el que haya tal desproporción entre tu aportación y la del Espíritu Santo. 5Todavía estás convencido de que tu entendimiento consti­tuye una poderosa aportación a la verdad y de que hace que ésta sea lo que es. 6Mas hemos subrayado que no tienes que compren­der nada. 7La salvación es fácil de alcanzar precisamente porque no te pide nada que no puedas dar ahora mismo.

8. No te olvides de que fue tu propia decisión hacer que todo lo que es natural y fácil, para ti fuese imposible. 2Si crees que el instante santo es algo difícil, es porque te has erigido en árbitro de lo que es posible, y aún no estás dispuesto a cederle el lugar a Uno que sabe. 3La creencia según la cual hay grados de dificultad en los milagros se basa en eso. 4Todo lo que Dios dispone no sólo es posible, sino que ya ha tenido lugar. 5Por eso es por lo que el pasado ha desaparecido. 6En realidad nunca tuvo lugar. 7Lo único que es necesario es deshacerlo en tu mente, que sí creyó que tuvo lugar.

 

LECCIÓN 207

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (187) Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.

 

2La bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él mora. 3No necesito más que dirigirme a Él y todo pesar desaparece conforme acepto Su infinito Amor por mí.

 

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.

6Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

LECCIÓN 208

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (188) La paz de Dios refulge en mí ahora.

 

2Permaneceré muy quedo y dejaré que la tierra se aquiete junto conmigo. 3Y en esa quietud hallaremos la paz de Dios. 4Está dentro de mi corazón, el cual da testimonio de Dios Mismo.

 

5No soy un cuerpo. 6Soy libre.

7Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

LECCIÓN 209

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (189) Siento el Amor de Dios dentro de mí ahora.

 

2El Amor de Dios es lo que me creó. 3El Amor de Dios es todo lo que soy. 4El Amor de Dios proclamó que yo soy Su Hijo. 5El Amor de Dios dentro de mí es mi liberación.

 

6No soy un cuerpo. 7Soy libre.

8Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

28 DE JULIO

V. El sueño feliz

1. Prepárate ahora para deshacer lo que nunca tuvo lugar. 2Si ya entendieses la diferencia que existe entre la verdad y las ilusio­nes, la Expiación no tendría objeto. 3Él instante santo, la relación santa, las enseñanzas del Espíritu Santo y todos los medios por los que se alcanza la salvación no tendrían ningún propósito. 4Pues todos ellos no son sino aspectos del plan cuyo fin es cam­biar tus sueños de terror a sueños felices, desde los cuales puedas despertar fácilmente al conocimiento. 5No te pongas a ti mismo a cargo de esto, pues no puedes distinguir entre lo que es un avance y lo que es un retroceso. 6Has considerado algunos de tus mayores avances como fracasos, y has evaluado algunos de tus peores retrocesos como grandes triunfos.

2. Nunca solicites el instante santo después de haber tratado de eliminar por tu cuenta todo odio y temor de tu mente. 2Ésa es Su función. 3Nunca intentes pasar por alto tu culpabilidad antes de pedirle ayuda al Espíritu Santo. 4Ésa es Su función. 5Tu papel con­siste únicamente en estar dispuesto, aunque sea mínimamente, a que Él elimine todo vestigio de odio y de temor y a ser perdo­nado. 6Sobre tu poca fe, unida a Su entendimiento, Él establecerá tu papel en la Expiación y se asegurará de que lo cumplas sin ninguna dificultad. 7Y con Él construirás los peldaños, tallados en la sólida roca de la fe, que se elevarán hasta el Cielo. 8Y no serás tú el único que se valga de ellos para ascender hasta él.

3. A través de tu santa relación, renacida y bendecida en cada instante santo que tú no planees, miles de seres ascenderán hasta el Cielo junto contigo. 2¿Puedes acaso planear tú eso? 3¿O puedes prepararte a ti mismo para tal función? 4Sin embargo, ello es posi­ble porque es la Voluntad de Dios. 5Y Él no va a cambiar de pare­cer al respecto. 6Tanto el propósito como los medios le pertenecen a Él. 7Tú has aceptado el propósito, los medios se te proveerán. 8Un propósito como éste es inconcebible sin los medios. 9Él proveerá los medios a todo aquel que comparta Su propósito.

4. Los sueños felices se vuelven reales, no porque sean sueños, sino únicamente porque son felices. 2Por lo tanto, no pueden sino ser amorosos. 3Su mensaje es: "Hágase Su Voluntad", y no: "Quiero que sea de otra manera". 4La sincronización de medios y propósito es una empresa que está más allá de tu entendimiento. 5Ni siquiera te has dado cuenta de que has aceptado el propósito del Espíritu Santo como tu propósito, y lo único que harías sería utilizar medios profanos para su logro. 6La poca fe que se necesitó para cambiar de propósito es todo lo que se requiere para aceptar los medios y para ponerlos en práctica.

5. No es un sueño amar a tu hermano como a ti mismo, 2ni tu relación santa es tampoco un sueño. 3Lo único que aún le queda del mundo de los sueños es que todavía es una relación especial. 4Mas le es muy útil al Espíritu Santo, Quien tiene una función especial aquí. 5Tu relación se convertirá en el sueño feliz a través del cual Él podrá derramar Su alegría sobre miles y miles de personas que creen que el amor es miedo y no felicidad. 6Deja que Él lleve a cabo la función que Él le asignó a tu relación al aceptarla en tu nombre, y no habrá nada que no contribuya a ella para que se convierta en lo que Él quiere que sea.

6. Cuando sientas que la santidad de tu relación se ve amenazada por algo, detente de inmediato y, a pesar del temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento para que Él cambie ese instante por el instante santo que preferirías tener. 2Él jamás dejará de complacer tu ruego. 3Pero no te olvides de que tu relación es una unidad, y, por lo tanto, es inevitable que cualquier cosa que suponga una amenaza para la paz de uno sea asimismo una amenaza para la paz del otro. 4El poder de haberos unido a su bendición reside en el hecho de que ahora es imposible que tú o tu hermano podáis experimentar miedo por separado, o inten­tar lidiar con él por vuestra cuenta. 5Jamás pienses que eso es necesario o incluso posible. 6Pero de la misma manera en que es imposible, es imposible también que el instante santo le llegue a uno de vosotros y no al otro. 7Y os llegará a ambos a petición de cualquiera de los dos.

7. Él que esté más cuerdo de los dos en el momento en que se perciba la amenaza, debe recordar cuán profundo es su endeuda­miento con el otro y cuánta gratitud le debe, y alegrarse de poder pagar esa deuda brindando felicidad a ambos. 2Que recuerde esto y diga:

 

3Deseo que éste sea un instante santo para mí, a fin de compartirlo con mi hermano, a quien amo.

4Es imposible que se me pueda conceder a mí sin él o a él sin mí.

5Pero nos es totalmente posible compartirlo ahora.

6Elijo, por lo tanto, ofrecerle este instante al Espíritu Santo,

para que Su bendición pueda descender sobre nosotros, y mantenernos a los dos en paz.

 

LECCIÓN 210

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (190) Elijo el júbilo de Dios en lugar del dolor.

 

2El dolor es mi propia invención. 3No es un pensamiento de Dios, sino uno que yo pensé aparte de Él y de Su Voluntad. 4Su Voluntad para Su Hijo bienamado es dicha y sólo dicha. 5Y eso es lo que elijo en lugar de lo que yo inventé.

 

6No soy un cuerpo. 7Soy libre.

8Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

29 DE JULIO

VI. Más allá del cuerpo

1. No hay nada externo a ti. 2Esto es lo que finalmente tienes que aprender, pues es el reconocimiento de que el Reino de los Cielos te ha sido restaurado. 3Pues eso fue lo único que Dios creó, y Él no lo abandonó ni se separó a Sí Mismo de él. 4El Reino de los Cielos es la morada del Hijo de Dios, quien no abandonó a su Padre ni mora separado de Él. 5El Cielo no es un lugar ni tam­poco una condición. 6Es simplemente la conciencia de la perfecta unicidad * y el conocimiento de que no hay nada más: nada fuera de esta unicidad, ni nada adentro.

2. ¿Qué otra cosa podría dar Dios, sino el conocimiento de Sí Mismo? 2¿Hay algo más que se pueda dar? 3La creencia de que puedes dar u obtener otra cosa -algo externo a ti- te ha costado la conciencia del Cielo y la de tu Identidad. 4Y has hecho algo todavía más extraño, de lo cual ni siquiera te has percatado: 5Has transferido la culpabilidad de tu mente a tu cuerpo. 6El cuerpo, no obstante, no puede ser culpable, pues no puede hacer nada por su cuenta. 7Tú que crees odiar a tu cuerpo, no haces sino engañarte a ti mismo. 8Odias a tu mente, pues la culpabilidad se ha adentrado en ella, y procura mantenerse separada de la mente de tu hermano, lo cual no puede hacer.

3. Las mentes están unidas, los cuerpos no. 2Sólo al atribuirle a la mente las propiedades del cuerpo parece posible la separación. 3Y es la mente la que parece ser algo privado, y estar fragmen­tada y sola. 4Proyecta su culpabilidad, que es lo que la mantiene separada, sobre el cuerpo, el cual sufre y muere porque se le ataca a fin de mantener viva la separación en la mente e impedir que conozca su Identidad. 5La mente no puede atacar, pero puede forjar fantasías y ordenarle al cuerpo que las exteriorice. 6Mas lo que el cuerpo hace nunca parece satisfacer a la mente. 7A menos que la mente crea que el cuerpo está realmente exteriori­zando sus fantasías, lo atacará proyectando aún más culpabili­dad sobre él.

4. En esto la mente está claramente engañada. 2No puede atacar, pero sostiene que sí puede, y para probarlo, se vale de lo que hace para hacerle daño al cuerpo. 3La mente no puede atacar, pero puede engañarse a sí misma. 4Y eso es todo lo que hace cuando cree que ha atacado al cuerpo. 5Puede proyectar su cul­pabilidad, pero no puede deshacerse de ella proyectándola. 6Y aunque es obvio que puede percibir la función del cuerpo erróne­amente, no puede cambiar la función que el Espíritu Santo le asignó a éste. 7El cuerpo no es el fruto del amor. 8Aun así, el amor no lo condena y puede emplearlo amorosamente, respetando lo que el Hijo de Dios engendró y utilizándolo para salvar al Hijo de sus propias ilusiones.

5. ¿No te gustaría que los medios de la separación fueran reinter­pretados como medios de salvación y se usasen para los fines del amor? 2¿No le darías la bienvenida y le prestarías tu apoyo a este intercambio de fantasías de venganza por tu liberación de ellas? 3La percepción que tienes del cuerpo puede ser ciertamente enfermiza, pero no debes proyectar eso sobre él. 4Pues tu deseo de hacer que lo que no tiene la capacidad de destruir sea destruc­tivo, no puede tener ningún efecto real. 5Lo que Dios creó sólo puede ser como Él quiere que sea, pues así lo dispone Su Volun­tad. 6Tú no puedes hacer que Su Voluntad sea destructiva. 7Pue­des, no obstante, forjar fantasías en las que tu voluntad entra en conflicto con la Suya, pero eso es todo.

6. Es una locura usar el cuerpo como chivo expiatorio sobre el que descargar tu culpabilidad, dirigiendo sus ataques y culpándolo luego por lo que tú mismo quisiste que hiciese. 2Es imposible exte­riorizar fantasías, 3pues éstas siguen siendo lo que tú deseas y no tienen nada que ver con lo que el cuerpo hace. 4El cuerpo no sueña con ellas, y lo único que éstas hacen es convertirlo en un lastre en vez de en algo útil. 5Pues las fantasías han hecho de tu cuerpo tu "enemigo"; algo débil, vulnerable y traicionero, merecedor del odio que le tienes. 6¿De qué te ha servido todo esto? 7Te has identi­ficado con eso que odias, el instrumento de venganza y la apa­rente fuente de tu culpabilidad. 8Le has hecho esto a algo que no tiene significado, proclamándolo la morada del Hijo de Dios y haciendo luego que se vuelva contra él.

7. Éste es el anfitrión de Dios que tú has engendrado. 2Y ni Dios ni Su santísimo Hijo pueden hospedarse en una morada donde reina el odio, y donde tú has sembrado semillas de venganza, violencia y muerte. 3Esa cosa que engendraste para que estuviese al servicio de tu culpabilidad se interpone entre ti y otras mentes. 4Las mentes están unidas, pero tú no te identificas con ellas. 5Te ves a ti mismo encerrado en una celda aparte, aislado e inaccesible, y tan incapaz de establecer contacto con otros como de que otros lo establezcan contigo. 6Odias esta prisión que has cons­truido, y procuras destruirla. 7Pero no quieres escaparte de ella ni dejarla indemne y libre de toda culpa.

8. Sin embargo, ésa es la única manera de escapar. 2La morada de la venganza no es tu hogar. aEl lugar que reservaste para que albergase a tu odio no es una prisión, sino una ilusión de ti mismo. 3El cuerpo es un límite que se le impone a la comunicación universal, la cual es un atributo eterno de la mente. 4Mas la comu­nicación es algo interno. 5La mente se extiende hasta sí misma. 6No se compone de diferentes partes que se extienden hasta otras. 7No sale afuera. 8Dentro de sí misma es ilimitada, y no hay nada externo a ella. 9Lo abarca todo. 10Te abarca completamente: tú te encuentras dentro de ella y ella dentro de ti. 11No hay nada más en ninguna parte ni jamás lo habrá.

9. El cuerpo es algo externo a ti, y sólo da la impresión de rodear­te, de aislarte de los demás y de mantenerte separado de ellos y a ellos de ti. 2Pero el cuerpo no existe. 3No hay ninguna barrera entre Dios y Su Hijo, y Su Hijo no puede estar separado de Sí Mismo, salvo en ilusiones. 4Ésa no puede ser su realidad, aunque él crea que lo es. 5Sólo podría serlo si Dios se hubiese equivo­cado. 6Dios habría tenido que crear de modo diferente y haberse separado de Su Hijo para que eso fuese posible. 7Él habría tenido que crear diferentes cosas, y establecer diferentes órdenes de rea­lidad, de los que sólo algunos fuesen amor. 8Pero el amor tiene que ser eternamente igual a sí mismo, sin alternativas e inmuta­ble para siempre. 9Y, por lo tanto, así es. 10Tú no puedes poner una barrera a tu alrededor porque Dios no puso ninguna entre tú y Él.

10. Puedes alzar la mano y tocar el Cielo. 2Tú, cuya mano se encuentra asida a la de tu hermano, has comenzado a extenderte más allá del cuerpo, pero no fuera de ti mismo, para alcanzar juntos la Identidad que compartís. 3¿Cómo iba a encontrarse dicha Identidad fuera de vosotros donde Dios no está? 4¿Acaso es Él un cuerpo? 5¿E iba a haberte creado diferente de Sí Mismo y donde Él no podría morar? 6Él es lo único que te rodea. 7¿Qué limitaciones puedes tener tú a quien Él abarca?

11. Todo el mundo ha experimentado lo que podría describirse cómo una sensación de ser transportado más allá de sí mismo. 2Esta sensación de liberación va mucho más allá del sueño de libertad que a veces se espera encontrar en las relaciones especia­les. 3Es una sensación de habernos escapado realmente de toda limitación. 4Si examinases lo que esa sensación de ser "transpor­tado" realmente supone, te darías cuenta de que es una súbita pérdida de la conciencia corporal, y una experiencia de unión con otra cosa en la que tu mente se expande para abarcaría. 5Esa otra cosa pasa a formar parte de ti al tú unirte a ella. 6Y tanto tú como ella os completáis, y ninguno se percibe entonces como separado. 7Lo que realmente sucede es que has renunciado a la ilusión de una conciencia limitada y has dejado de tenerle miedo a la unión. 8El amor que instantáneamente reemplaza a ese miedo se extiende hasta lo que te ha liberado y se une a ello. 9Y mientras esto dura no tienes ninguna duda acerca de tu Identidad ni deseas limitarla. 10Te has escapado del miedo y has alcanzado la paz, no cuestio­nando la realidad, sino simplemente aceptándola. 11Has aceptado esto en lugar del cuerpo, y te has permitido a ti mismo ser uno con algo que se encuentra más allá de éste, al simplemente no permitir que tu mente esté limitada por él.

12. Esto puede ocurrir independientemente de la distancia física que parezca haber entre ti y aquello a lo que te unes; indepen­dientemente de vuestras respectivas posiciones en el espacio o de vuestras diferencias de tamaño y aparente calidad. 2El tiempo es irrelevante: la unión puede ocurrir con algo pasado, presente o con algo que se prevé. 3Ese "algo" puede ser cualquier cosa y estar en cualquier parte; puede ser un sonido, algo que se ve, un pensamiento, un recuerdo, o incluso una idea cualquiera sin nin­guna referencia concreta. 4Mas siempre te unes a ello sin reservas porque lo amas y quieres estar a su lado. 5Por eso te apresuras a ir a su encuentro, dejando que tus limitaciones se desvanezcan, aboliendo todas las "leyes" que tu cuerpo obedece y apartándote serenamente de ellas.

13. No hay violencia alguna en este escape. 2No se ataca al cuerpo, sino simplemente se le percibe correctamente. 3El cuerpo no puede limitarte, ya que ésa no es tu voluntad. 4En realidad no se te "saca" de él, ya que no puede contenerte. 5Te diriges hacia donde realmente quieres estar, adquiriendo, no perdiendo, una sensación de Ser. 6En estos instantes en que te liberas de toda restricción física, experimentas mucho de lo que sucede en el ins­tante santo: un levantamiento de las barreras del tiempo y del espacio, una súbita experiencia de paz y alegría. aMas por encima de todo, pierdes toda conciencia del cuerpo y dejas de dudar acerca de si todo esto es posible o no.

14. Es posible porque tú lo deseas. 2En la súbita expansión de con­ciencia que tiene lugar sólo con que tú lo desees reside el irresisti­ble atractivo del instante santo. 3Te exhorta a que seas tú mismo, en la seguridad de su abrazo. 4Ahí se te libera de todas las leyes de la limitación y se te da la bienvenida a la mentalidad receptiva y a la libertad. 5Ven a este lugar de refugio, donde puedes ser tú mismo en paz. 6No mediante la destrucción ni mediante un escape, sino simplemente mediante una serena fusión. 7Pues la paz se unirá a ti allí sencillamente porque has estado dispuesto a abandonar los límites que le habías impuesto al amor, y porque te uniste a él allí donde mora y adonde te condujo, en respuesta a su dulce llamada a que estés en paz.

 

LECCIÓN 211

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (191) Soy el santo Hijo de Dios Mismo.

 

2En silencio y con verdadera humildad busco la gloria de Dios a fin de contemplarla en el Hijo que Él creó como mi Ser.

 

3No soy un cuerpo. 4Soy libre.

5Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

30 DE JULIO

VII. No tengo que hacer nada

1. Tienes todavía demasiada fe en el cuerpo como fuente de for­taleza. 2¿Qué planes haces que de algún modo no sean para su comodidad, protección o disfrute? 3De acuerdo con tu interpreta­ción, esto hace del cuerpo un fin y no un medio, lo cual siempre quiere decir que todavía te atrae el pecado. 4Nadie que aún acepte el pecado como su objetivo, puede aceptar la Expiación. 5Por lo tanto, todavía no has aceptado tu única responsabilidad. 6Aquellos que prefieren el dolor y la destrucción no le dan la bienvenida a la Expiación.

2. Hay algo que nunca has hecho: jamás te has olvidado comple­tamente del cuerpo. 2Quizá alguna que otra vez lo hayas perdido de vista, pero nunca ha desaparecido del todo. 3No se te pide que dejes que eso ocurra por más de un instante; sin embargo, en ese instante es cuando se produce el milagro de la Expiación. 4Des­pués verás el cuerpo de nuevo, pero nunca como lo veías antes. 5Y cada instante que pases sin ser consciente de tu cuerpo te pro­porcionará una perspectiva diferente de él cuando regreses.

3. No hay ni un solo instante en el que el cuerpo exista en abso­luto. 2Es siempre algo que se recuerda o se prevé, pero nunca se puede tener una experiencia de él ahora mismo. 3Sólo su pasado y su futuro hacen que parezca real. 4El tiempo lo controla entera­mente, pues el pecado nunca se encuentra totalmente en el pre­sente. 5En cualquier momento que desees podrías experimentar la atracción de la culpabilidad como dolor, y, por lo tanto, evita­rías sucumbir a ella. 6La culpabilidad no ejerce ninguna atracción en el ahora. 7Toda su atracción es imaginaria, y así, es algo en lo que se piensa en conexión con el pasado o con el futuro.

4. Es imposible aceptar el instante santo sin reservas a no ser que estés dispuesto, aunque sólo sea por un instante, a no ver el pasado ni el futuro. 2No te puedes preparar para él sin ubicarlo en el futuro. 3La liberación se te concede en el instante en que la desees. 4Son muchos los que se han pasado toda una vida prepa­rándose y ciertamente han tenido sus momentos de éxito. 5Este curso no pretende enseñar más de lo que ellos aprendieron en el tiempo, pero sí se propone ahorrar tiempo. 6Tal vez estés tra­tando de seguir un camino muy largo hacia el objetivo que has aceptado. 7Es extremadamente difícil alcanzar la Expiación luchando contra el pecado. 8Son muchos los esfuerzos que se lle­van a cabo tratando de hacer santo aquello que se odia y se abo­rrece. 9No es necesario tampoco que dediques toda tu vida a la contemplación, ni que te pases largos períodos de tiempo medi­tando con objeto de romper tu atadura al cuerpo. 10Todos esos intentos tendrán éxito a la larga debido a su propósito. 11Pero los medios son tediosos y requieren mucho tiempo, pues todos ven la liberación de la condición actual de insuficiencia y falta de valor en el futuro.

5. Tu camino será diferente, no en cuanto a su propósito, sino en cuanto a los medios. 2La relación santa es un medio de ahorrar tiempo. 3Un instante que tú y tu hermano paséis juntos os resti­tuye el universo a ambos. 4Ya estás listo. 5Ahora sólo tienes que recordar que no tienes que hacer nada. 6Sería mucho más efectivo ahora que te concentrases únicamente en esto, que reflexionar sobre lo que debes hacer. 7Cuando la paz llega por fin a los que luchan contra la tentación y batallan para no sucumbir al pecado; cuando la luz llega por fin a la mente que se ha dedicado a la contemplación; o cuando finalmente alguien alcanza la meta, ese momento siempre viene acompañado de este feliz descubri­miento: "No tengo que hacer nada".

6. He aquí la liberación final que todos hallarán algún día a su manera y a su debido tiempo. 2Tú no tienes necesidad de ese tiempo. 3Se te ha economizado tiempo porque tú y tu hermano estáis juntos. 4Éste es el medio especial del que este curso se vale para economizarte tiempo. 5No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que le han resultado muy útiles a otros, y descuidas lo que se estableció para ti. 6Ahorra tiempo valiéndote únicamente de los medios que aquí se ofrecen, y no hagas nada más. 7"No tengo que hacer nada" es una declaración de fidelidad y de una lealtad verdaderamente inquebrantable. 8Créelo aunque sólo sea por un instante, y lograrás más que con un siglo de con­templación o de lucha contra la tentación.

7. Hacer algo siempre involucra al cuerpo. 2Y si reconoces que no tienes que hacer nada, habrás dejado de otorgarle valor al cuerpo en tu mente. 3He aquí la puerta abierta que te ahorra siglos de esfuerzos, pues a través de ella puedes escaparte de inmediato, liberándote así del tiempo. 4Ésta es la forma en que el pecado deja de ser atractivo en este mismo momento. 5Pues con ello se niega el tiempo, y, así, el pasado y el futuro desaparecen. 6El que no tiene que hacer nada no tiene necesidad de tiempo. 7No hacer nada es descansar, y crear un lugar dentro de ti donde la actividad del cuerpo cesa de exigir tu atención. 8A ese lugar llega el Espíritu Santo, y ahí mora. 9Él permanecerá ahí cuando tú te olvides y las actividades del cuerpo vuelvan a abarrotar tu mente consciente.

8. Mas este lugar de reposo al que siempre puedes volver siem­pre estará ahí. 2Y serás más consciente de este tranquilo centro de la tormenta, que de toda su rugiente actividad. 3Este tranquilo centro, en el que no haces nada, permanecerá contigo, brindán­dote descanso en medio del ajetreo de cualquier actividad a la que se te envíe. 4Pues desde este centro se te enseñará a utilizar el cuerpo impecablemente *. 5Este centro, del que el cuerpo está ausente, es lo que hará que también esté ausente de tu conciencia.

 

LECCIÓN 212

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (192) Tengo una función que Dios quiere que desempeñe.

 

2Busco la función que me ha de liberar de todas las vanas ilu­siones del mundo. 3Solamente la función que Dios me dio puede ofrecerme libertad. 4Eso es lo único que busco y lo único que aceptaré como propio.

 

5No soy un cuerpo. 6Soy libre.

7Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

31 DE JULIO

VIII. El pequeño jardín

1. Estar consciente del cuerpo es lo único que hace que el amor parezca limitado, 2pues el cuerpo es un límite que se le impone al amor. 3La creencia en un amor limitado fue lo que dio origen al cuerpo, que fue concebido para limitar lo ilimitado. 4No creas que esto es algo meramente alegórico, pues el cuerpo fue concebido para limitarte a ti. 5¿Cómo podrías tú, que te ves a ti mismo dentro de un cuerpo, saber que eres una idea? 6 Identificas todo lo que reconoces con cosas externas, con algo externo a ello mismo. 7Ni siquiera puedes pensar en Dios sin imaginártelo en un cuerpo, o en alguna forma que creas reconocer.

2. El cuerpo es incapaz de saber nada. 2Y mientras limites tu con­ciencia a sus insignificantes sentidos, no podrás ver la grandeza que te rodea. 3Dios no puede hacer acto de presencia en un cuerpo ni tú puedes unirte a Él ahí. 4Todo límite que se le imponga al amor parecerá siempre excluir a Dios y mantenerte a ti separado de Él. 5El cuerpo es una diminuta cerca que rodea a una pequeña parte de una idea que es completa y gloriosa. 6El cuerpo traza un círculo, infinitamente pequeño, alrededor de un minúsculo segmento del Cielo, lo separa del resto, y proclama que tu reino se encuentra dentro de él, donde Dios no puede hacer acto de pre­sencia.

3. Dentro de ese reino el ego rige cruelmente. 2Y para defender esa pequeña mota de polvo te ordena luchar contra todo el universo. 3Ese fragmento de tu mente es una parte tan pequeña de ella que, si sólo pudieses apreciar el todo del que forma parte, verías ins­tantáneamente que en comparación es como el más pequeño de los rayos del sol; o como la ola más pequeña en la superficie del océano. 4En su increíble ignorancia, ese pequeño rayo ha decidido que él es el sol, y esa ola casi imperceptible se exalta a sí misma como si fuese todo el océano. 5Piensa cuán solo y asustado tiene que estar ese diminuto pensamiento, esa ilusión infinitesimal, que se mantiene separado del universo y enfrentado a él. 6El sol se vuelve el "enemigo" del rayo de sol al que quiere devorar, y el océano aterroriza a la pequeña ola y se la quiere tragar.

4. Mas ni el sol ni el océano se dan cuenta de toda esta absurda e insensata actividad. 2Ellos sencillamente continúan existiendo, sin saber que son temidos y odiados por un ínfimo fragmento de sí mismos. 3Aun así, no han perdido conciencia de ese segmento, pues éste no podría subsistir separado de ellos. 4Y lo que piensa que es, no cambia en modo alguno su total dependencia de ellos para su propia existencia, 5toda vez que ésta radica en ellos. 6Sin el sol el rayo desaparecería, y sin el océano la ola sería inconcebi­ble.

5. Tal es la extraña situación en la que parecen hallarse aquellos que viven en un mundo habitado por cuerpos. 2Cada cuerpo parece ser el albergue de una mente separada, de un pensa­miento desconectado del resto, que vive solo y que de ningún modo está unido al Pensamiento mediante el cual fue creado. 3Cada diminuto fragmento parece ser autónomo, y necesitar a otros para algunas cosas, pero sin ser en modo alguno completa­mente dependiente para todo de su único Creador, ya que nece­sita la totalidad para poder tener algún significado, pues por sí solo no significa nada. 4Ni tampoco puede tener una vida aparte e independiente.

6. Al igual que el sol y el océano tu Ser continúa existiendo, sin darse cuenta de que ese minúsculo fragmento se considera a sí mismo ser tú. 2No es que esté ausente, pues no podría existir si estuviese separado, ni el todo del que forma parte estaría com­pleto sin él. 3No es un reino aparte, regido por la idea de que está separado del resto. 4Ni tampoco está rodeado de una cerca que le impide unirse al resto, o que lo mantiene separado de su Crea­dor. 5Este pequeño aspecto no es diferente de la totalidad, ya que hay continuidad entre ambos y es uno con ella. 6No vive una vida separada, pues su vida es la unicidad en la que su ser fue creado.

7. No aceptes ese nimio y aislado aspecto como tu identidad. 2El sol y el océano no son nada en comparación con lo que tú eres. 3El rayo refulge sólo a la luz del sol, y la ola ondula mientras des­cansa sobre el océano. 4Pero ni en el sol ni en el océano se encuen­tra el poder que mora en ti. 5¿Preferirías permanecer dentro de tu mísero reino, y seguir siendo un triste rey, un amargado gober­nante de todo lo que contempla, que aunque no ve nada está dispuesto a dar la vida por ello? 6Este pequeño yo no es tu reino. 7Elevado como un arco muy por encima de él y rodeándolo con amor se encuentra la gloriosa totalidad, la cual ofrece toda su felicidad y profunda satisfacción a todas sus partes. 8El pequeño aspecto que piensas haber aislado no es una excepción.

8. El amor no sabe nada de cuerpos y se extiende a todo lo que ha sido creado como él mismo. 2Su absoluta falta de límites es su significado. 3Es completamente imparcial en su dar, y abarca todo únicamente a fin de conservar y mantener intacto lo que desea dar. 4¡Cuán poco te ofrece tu mísero reino! 5¿No es allí, entonces, donde le deberías pedir al amor que entre? 6Contempla el desier­to -árido y estéril, calcinado y triste- que constituye tu mísero reino. 7Y reconoce la vida y la alegría que el amor le llevaría pro­cedente de donde él viene y adonde quiere retornar contigo.

9. El Pensamiento de Dios rodea tu mísero reino y espera ante la barrera que construiste, deseoso de entrar y de derramar su luz sobre el terreno yermo. 2¡Mira cómo brota la vida por todas par­tes! 3El desierto se convierte en un jardín lleno de verdor, fértil y plácido, ofreciendo descanso a todos los que se han extraviado y vagan en el polvo. 4Ofréceles este lugar de refugio, que el amor preparó para ellos allí donde antes había un desierto. 5Y todo aquel a quien le des la bienvenida te brindará el amor del Cielo. 6Entran de uno en uno en ese santo lugar, pero no se marchan solos, que fue como vinieron. 7El amor que trajeron consigo les acompañará siempre, al igual que a ti. 8Y bajo su beneficencia tu pequeño jardín crecerá y acogerá a todos los que tienen sed de agua viva, pero están demasiado exhaustos para poder seguir adelante solos.

10. Sal a su encuentro, pues traen a tu Ser consigo. 2Y condúcelos dulcemente a tu plácido jardín, y recibe allí su bendición. 3De este modo, tu jardín crecerá y se extenderá a través del desierto, y no dejará afuera ni un solo mísero reino excluido del amor, dejándote a ti adentro. 4Y tú te reconocerás a ti mismo, y verás tu pequeño jardín transformarse dulcemente en el Reino de los Cielos con todo el amor de su Creador resplandeciendo sobre él.

11. El instante santo es la invitación que le haces al amor para que entre en tu desolado y pesaroso reino y lo transforme en un jar­dín de paz y de bienvenida. 2La respuesta del amor no se hace esperar. 3Llegará porque tú viniste sin el cuerpo y no interpusiste barrera alguna que pudiese obstaculizar su feliz llegada. 4En el instante santo, le pides al amor únicamente lo que él ofrece a todos, ni más ni menos. 5Y al pedirlo todo, recibirás todo. 6Y tu radiante Ser elevará el ínfimo aspecto que trataste de ocultar del Cielo, directamente hasta éste. 7Ninguna parte del amor puede invocar al todo en vano. 8Ningún Hijo de Dios se encuentra excluido de Su Paternidad.

12. Puedes estar seguro de esto: el amor ha entrado a formar parte de tu relación especial, y ha entrado de lleno en respuesta a tu vacilante solicitud. 2Tú no te das cuenta de que ha llegado porque aún no has levantado todas las barreras que construiste contra tu hermano. 3Y ninguno de vosotros será capaz de darle la bienve­nida al amor por separado. 4Es tan imposible que tú puedas conocer a Dios solo como que Él pueda conocerte a ti sin tu her­mano. 5Mas juntos no podríais dejar de ser conscientes del amor, del mismo modo en que el amor no podría no conoceros ni dejar de reconocerse a sí mismo en vosotros.

13. Has llegado al final de una jornada ancestral, y aún no te has dado cuenta de que ya concluyó. 2Todavía estás exhausto, y el polvo del desierto aún parece empañar tus ojos y cegarte. 3Pero Aquel a Quien has dado la bienvenida ha venido a ti y quiere darte la bienvenida. 4Ha estado esperando mucho tiempo para hacer eso. 5Recíbela de Él ahora, pues Su Voluntad es que lo conozcas. 6Sólo un pequeño muro de polvo se interpone todavía entre tu hermano y tú. 7Sóplalo ligeramente con gran alborozo y verás cómo desaparece. 8Y entrad en el jardín que el amor ha preparado para vosotros dos.

 

LECCIÓN 213

 

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.

 

1. (193) Todas las cosas son lecciones que Dios quiere que yo aprenda.

 

2Una lección es un milagro que Dios me ofrece, en lugar de los pensamientos que concebí que me hacen daño. 3Lo que aprendo de Él se convierte en el modo en que me libero. 4Por eso elijo aprender Sus lecciones y olvidarme de las mías.

 

5No soy un cuerpo. 6Soy libre.

7Pues aún soy tal como Dios me creó.

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