UN CURSO DE MILAGROS - FRASES DEL DÍA

 

DICIEMBRE

1 DE DICIEMBRE

VIII. El anti-Cristo

1. ¿Qué es un ídolo? 2¿Crees saberlo? 3Pues los ídolos no se reco­nocen como tales y nunca se ven como realmente son. 4Ése es su único poder. 5Su propósito es turbio, y son a la vez temidos y venerados porque no sabes para qué son, ni para qué se concibie­ron. 6Un ídolo es una imagen de tu hermano a la que atribuyes más valor que a él. 7Sea cual sea la forma de los ídolos, los inven­tas para reemplazar a tu hermano. 8Y esto es lo que nunca se percibe o se reconoce. 9Mas así es, trátese de un cuerpo o de una cosa; de un lugar o de una situación; de una circunstancia o de un objeto que se posea o se desee; de un derecho que se exija o de uno que ya se tenga.

2. No dejes que las formas que adoptan te engañen, 2pues los ídolos no son sino sustitutos de tu realidad. 3De alguna manera crees que completan tu pequeño yo, ofreciéndote así seguridad en un mundo que percibes como peligroso, y en el que hay fuer­zas que se han aglutinado a fin de quebrantar tu confianza y destruir tu paz. 4Crees que los ídolos tienen el poder de remediar tus deficiencias y de proporcionarte la valía que no tienes. 5Todo aquel que cree en ellos se convierte en esclavo de la pequeñez y de la pérdida. 6Y así, tiene que buscar más allá de su pequeño yo la fuerza necesaria para levantar la cabeza y emanciparse de todo el sufrimiento que el mundo refleja. 7Ésta es la sanción que pagas por no buscar en tu interior la certeza y la tranquilidad que te libera del mundo y que te permite alzarte por encima de él, en quietud y en paz.

3. Un ídolo es una falsa impresión o una creencia falsa; alguna forma de anti-Cristo que constituye una brecha entre el Cristo y lo que tú ves. 2Un ídolo es un deseo hecho tangible al que se le ha dado forma, que se percibe entonces como real y se ve como algo externo a la mente. 3No obstante, sigue siendo un pensamiento y no puede abandonar la mente de la que procede. 4Ni tampoco su forma es algo separado de la idea que representa. 5Toda forma de anti-Cristo se opone a Cristo. 6Y pende ante Su faz como un os­curo velo que parece separarte de Él, dejándote solo y desampa­rado en las tinieblas. 7La luz, sin embargo, está ahí. 8Una nube no puede apagar el sol. 9Ni un velo puede hacer desaparecer aquello que parece dividir, ni atenuar en lo más mínimo la luz misma.

4. Este mundo de ídolos es un velo que cubre la faz de Cristo porque su propósito es separarte de tu hermano. 2Es un propó­sito tenebroso y temible, y, sin embargo, es un pensamiento que ni siquiera tiene el poder de cambiar una brizna de hierba de algo vivo a un signo de muerte. 3Su forma no está en ninguna parte, pues su fuente está en aquella parte de tu mente de la que Dios está ausente. 4¿Dónde se encuentra este lugar del que se ha excluido y se ha mantenido aparte lo que está en todas partes? 5¿Qué mano podría alzarse y obstruir los designios de Dios? 6¿De quién es la voz que podría exigir que Él no entrase? 7Lo que se cree "más-que-todo" no es algo que deba hacerte temblar o que deba acobardarte. 8El enemigo de Cristo no está en ninguna parte. 9No puede adoptar ninguna forma en la que jamás pueda ser real.

5. ¿Qué es un ídolo? 2¡Un ídolo no es nada! 3Se necesita creer en él para que parezca cobrar vida, y se le tiene que dotar de poder para que pueda ser temido. 4Su vida y su poder son el regalo que le da el que cree en él, y esto es lo que el milagro restituye a lo que sí tiene vida y poder dignos del don del Cielo y de la paz eterna. 5El milagro no restaura la verdad, que es la luz que el velo no pudo apagar. 6Simplemente descorre el velo, y deja que la verdad brille libremente, al ser lo que es. 7La verdad no necesita que se crea en ella para ser lo que es, pues ha sido creada, y, por lo tanto, es.

6. Un ídolo se establece creyendo en él, y cuando la creencia se abandona, el ídolo "muere". 2Esto es lo que es el anti-Cristo: la extraña idea de que hay un poder más allá de la omnipotencia, un lugar más allá del infinito y un tiempo que transciende lo eterno. 3Ahí el mundo de los ídolos ha sido establecido por la idea de que ese poder, lugar y tiempo tienen forma, y de que configuran el mundo en el que lo imposible ha ocurrido. 4Ahí lo inmortal viene a morir, lo que todo lo abarca a sufrir pérdidas y lo eterno a convertirse en esclavo del tiempo. 5Ahí lo inmutable cambia, y la paz de Dios, que Él otorgó para siempre a toda cosa viviente, da paso al caos. 6Y el Hijo de Dios, tan perfecto, impeca­ble* y amoroso como su Padre, viene a odiar por un tiempo, a padecer y finalmente a morir.

7. ¿Dónde están los ídolos? 2¡En ninguna parte! 3¿ Podría haber brechas en lo que es infinito? a¿Podría haber un lugar en el que el tiempo pudiese interrumpir la eternidad? 4Un paraje de oscuri­dad allí donde todo es luz o un sombrío nicho dentro de lo que es infinito no tiene un lugar donde poder existir. 5Los ídolos están más allá de donde Dios ha establecido todas las cosas para siem­pre, y donde no dejó cabida para nada, excepto Su Voluntad. 6Un ídolo no es nada, ni se encuentra en ninguna parte, mientras que Dios lo es todo y se encuentra en todas partes.

8. ¿Cuál es, entonces, el propósito de los ídolos? 2¿Cuál es su fina­lidad? 3Ésta es la única pregunta para la que hay muchas respues­tas, dependiendo de a quién se le haya preguntado. 4El mundo cree en ídolos. 5Nadie viene a él a menos que los haya venerado y trate todavía de buscar uno que aún le pueda ofrecer un regalo que la realidad no posee. 6Todo idólatra abriga la esperanza de que sus deidades especiales le han de dar más de lo que otras personas poseen. 7Tiene que ser más. 8No importa realmente de qué se trate: más belleza, más inteligencia, más riqueza o incluso más aflicción o dolor. 9Pero para eso es un ídolo, para darte más de algo. 10Y cuando uno falla otro viene a ocupar su lugar, y tú esperas que te pueda conseguir más de otra cosa. 11No te dejes engañar por las formas en que esa "otra cosa" se manifiesta. 12Un ídolo es un medio para obtener más de algo. 13Y eso es lo que va en contra de la Voluntad de Dios.

9. Dios no tiene muchos hijos, sino uno sólo. 2¿A cuál de ellos se le puede dar más y a cuál menos? 3En el Cielo el Hijo de Dios no podría por menos que reírse de la idea de que un ídolo pudiese interrumpir su paz. 4El Espíritu Santo habla en nombre de ese Hijo, y te dice que los ídolos no tienen ningún propósito aquí. 5Pues más que el Cielo jamás podrás tener. 6Y si el Cielo se encuen­tra en ti, ¿por qué ir en pos de ídolos que lo menoscabarían, cre­yendo que te van a dar más de lo que Dios os otorgó a tu hermano y a ti, en cuanto que uno con Él? 7Dios te dio todo lo que existe. 8Y para asegurarse de que no lo pudieses perder, se lo dio también a toda cosa viviente. 9Y así, toda cosa viviente es parte de ti, así como de Él. 10Ningún ídolo puede hacer que seas más que Dios. 11Mas nunca estarás satisfecho siendo menos.

 

LECCIÓN 336

 

El perdón me enseña que todas las mentes están unidas.

 

1. El perdón es el medio a través del cual a la percepción le llega su fin. 2El conocimiento es restituido una vez que la percepción ha sido transformada y ha dado paso enteramente a lo que por siempre ha de estar más allá de su más elevado alcance. 3Pues las imágenes y los sonidos tan sólo pueden servir, en el mejor de los casos, para evocar el recuerdo que yace tras todos ellos. 4El per­dón elimina las distorsiones y revela el altar a la verdad que se hallaba oculto. 5Sus blancas azucenas refulgen en la mente, y la instan a regresar y a mirar en su interior para encontrar lo que en vano ha buscado afuera. 6Pues ahí, y sólo ahí, se restaura la paz interior, al ser la morada de Dios Mismo.

2. Que el perdón elimine en la quietud mis sueños de separación y de pecado. 2Y que entonces pueda mirar, Padre, en mi interior y descubrir que Tu promesa de que en mí no hay pecado es verdad; que Tu Palabra permanece inalterada en mi mente y que Tu Amor reside todavía en mi corazón.

 

2 DE DICIEMBRE

IX. El sueño de perdón

1. El que es esclavo de ídolos lo es porque está dispuesto a serlo. 2Y dispuesto tiene que estar para poderse postrar en adoración ante lo que no tiene vida y buscar poder en lo que es impotente. 3¿Qué le sucedió al santo Hijo de Dios para que su deseo fuese dejarse caer más bajo que las piedras del suelo y esperar que los ídolos lo elevasen? 4Escucha, pues, tu historia en el sueño que tejiste, y pregúntate si no es verdad que no crees que es un sueño.

2. En la mente que Dios creó perfecta como Él Mismo se adentró un sueño de juicios. 2Y en ese sueño el Cielo se trocó en infierno, y Dios se convirtió en el enemigo de Su Hijo. 3¿Cómo puede desper­tar el Hijo de Dios de este sueño? 4Es un sueño de juicios. 5Para despertar, por lo tanto, tiene que dejar de juzgar. 6Pues el sueño parecerá prolongarse mientras él forme parte de él. 7No juzgues, pues el que juzga tiene necesidad de ídolos para evitar que sus juicios recaigan sobre él mismo. 8No puede tampoco conocer al Ser al que ha condenado. 9No juzgues, pues si lo haces, pasas a formar parte de sueños malvados en los que los ídolos se convier­ten en tu "verdadera" identidad, así como en la salvación del jui­cio que, lleno de terror y culpabilidad, emitiste acerca de ti mismo.

3. Todas las figuras del sueño son ídolos, concebidos para que te salven del sueño. 2No obstante, forman parte de aquello para sal­varte de lo cual fueron concebidos. 3De esta manera, el ídolo mantiene el sueño vivo y temible, pues, ¿quién podría desear un ídolo a no ser que estuviese aterrorizado y lleno de desespera­ción? 4Esto es lo que el ídolo representa. aVenerarlo, por lo tanto, es venerar la desesperación, el terror y el sueño de donde éstos proceden. 5Todo juicio es una injusticia contra el Hijo de Dios, y es justo que el que le juzgue no escape la pena que se impuso a sí mismo dentro del sueño que forjó. 6Dios sabe de justicia, no de castigos. 7Pero en el sueño de juicios tú atacas y te condenas a ti mismo; y deseas ser el esclavo de ídolos que se interponen entre tus juicios y la pena que éstos conllevan.

4. No puede haber salvación en el sueño tal como lo estás soñando. 2Pues los ídolos no pueden sino ser parte de él, para salvarte de lo que crees haber hecho y de lo que crees que hiciste para volverte un pecador y extinguir la luz interna. 3Criatura de Dios, la luz aún se encuentra en ti. 4No estás sino soñando, y los ídolos son los juguetes con los que sueñas que juegas. 5¿Quiénes, sino los niños, tienen necesidad de juguetes? 6Los niños juegan a gobernar el mundo, y le otorgan a sus juguetes el poder de mo­verse, hablar, pensar, sentir y comunicarse por ellos. 7Sin embargo, todo lo que los juguetes parecen hacer sólo tiene lugar en las mentes de aquellos que juegan con ellos. 8No obstante, ansían olvidarse de que ellos mismos son los autores del sueño en el que los juguetes son reales, y no quieren reconocer que los deseos de éstos son en realidad los suyos propios.

5. Las pesadillas son sueños pueriles. 2En ellos los juguetes se han vuelto contra el niño que pensó haberles otorgado realidad. 3Mas ¿tiene acaso un sueño el poder de atacar? 4¿O podría un juguete volverse enorme y peligroso, feroz y salvaje? 5Esto es lo que el niño cree, pues tiene miedo de sus pensamientos y se los atribuye a los juguetes. 6Y la realidad de éstos se convierte en la suya propia porque los juguetes parecen salvarlo de sus propios pensamientos. 7Sin embargo, los juguetes mantienen sus pensa­mientos vivos y reales, pero él los ve fuera de sí mismo, desde donde pueden volverse contra él puesto que los traicionó. 8El niño cree que necesita los juguetes para poder escapar de sus pensamientos porque cree que sus pensamientos son reales. 9Y así, convierte todo en un juguete para hacer que su mundo siga siendo algo externo a él, y pretender que él no es más que una parte de ese mundo.

6. Llega un momento en que la infancia debería dejarse atrás para siempre. 2No sigas aferrándote a los juguetes de la infancia. 3Desé­chalos, pues ya no tienes necesidad de ellos. 4El sueño de juicios no es más que un juego de niños, en el que el niño se convierte en un padre poderoso, pero con la limitada sabiduría de un niño. 5Lo que le hiere es destruido; lo que le ayuda, bendecido. 6Excepto que juzga con el criterio de un niño que no sabe distinguir entre lo que le hace daño y lo que le sanaría. 7Cosas adversas parecen acontecerle, y tiene miedo del caos que ve en un mundo que cree gobernado por las leyes que él mismo promulgó. 8El mundo real, no obstante, no se ve afectado por el mundo que él cree real, 9ni sus leyes han cambiado porque él no las entienda.

7. El mundo real es también un sueño. 2Excepto que en él los personajes han cambiado 3y no se ven como ídolos traicioneros. 4El mundo real es un sueño en el que no se usa a nadie para que sea el sustituto de otra cosa, ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve. 5No se usa a nadie para lo que no es, pues las cosas infantiles hace mucho que se dejaron atrás. 6Y lo que una vez fue un sueño de juicios se ha convertido ahora en un sueño donde todo es dicha porque ése es su propósito. 7Ahí sólo pueden tener lugar sueños de perdón, pues el tiempo está a punto de finalizar, 8Y las figuras que entran a formar parte del sueño se perciben ahora como hermanos, a los que ya no se juzga sino que se les ama.

8. No es necesario que los sueños de perdón sean de larga dura­ción. 2No se concibieron para separar a la mente de sus pensa­mientos, 3ni intentan probar que el sueño lo está soñando otro. 4En ellos se puede oír una melodía que todos recuerdan, si bien no la han oído desde antes de los orígenes del tiempo. 5El perdón, una vez que es total, hace que la intemporalidad esté tan cerca que entonces se puede oír el himno del Cielo, no con los oídos, sino con la santidad que nunca se ausentó del altar que se encuentra eternamente en lo más profundo del Hijo de Dios. 6Y cuando éste vuelve a oír este himno, se da cuenta de que nunca había dejado de escucharlo. 7¿Y adónde va a parar el tiempo una vez que se han abandonado los sueños de juicios?

9. Siempre que tienes miedo, de la clase que sea -y tienes miedo si no estás experimentando una profunda felicidad, certeza de que dispones de ayuda o una serena confianza de que el Cielo te acompaña- ten por seguro que has forjado un ídolo que crees que te va a traicionar. 2Pues bajo tus esperanzas de que el ídolo te salve yace la culpabilidad y el dolor de la auto-traición y de la incertidumbre, tan profundos y amargos, que el sueño no puede ocultar completamente tu sensación de fracaso. 3El resultado de tu auto-traición tiene que ser el miedo, pues el miedo es un juicio, y conduce inevitablemente a la frenética búsqueda de ídolos y de muerte.

10. Los sueños de perdón te recuerdan que estás a salvo y que no te has atacado a ti mismo. 2De esta manera, tus terrores infantiles desaparecen y los sueños se convierten en la señal de que has comenzado de nuevo, y no de que has tratado una vez más de venerar ídolos y de perpetuar el ataque. 3Los sueños de perdón son benévolos con todo aquel que forma parte de ellos. 4Y así, liberan completamente al soñador de los sueños de miedo. 5Él deja entonces de tener miedo de sus propios juicios, pues no ha juzgado a nadie ni ha intentado liberarse, mediante juicios, de lo que los propios juicios imponen. 6Y ahora recuerda continua­mente lo que había olvidado cuando los juicios parecían ser la manera de salvarle de la sanción que ellos mismos imponen.

 

LECCIÓN 337

 

Mi impecabilidad me protege de todo daño.

 

1. Mi impecabilidad garantiza mi perfecta paz, mi eterna seguri­dad y mi amor, imperecedero; me mantiene eternamente a salvo de cualquier pensamiento de pérdida y me libera completamente del sufrimiento. 2Mi estado sólo puede ser uno de felicidad, pues eso es lo único que se me da. 3¿Qué debo hacer para saber que todo esto me pertenece? 4Debo aceptar la Expiación para mí mismo, y nada más. 5Dios ha hecho ya todo lo que se tenía que hacer. 6Y lo que tengo que aprender es a no hacer nada por mi cuenta, pues sólo necesito aceptar mi Ser, mi impecabilidad, la cual se creó para mí y ya es mía, para sentir el Amor de Dios protegiéndome de todo daño, para entender que mi Padre ama a Su Hijo y para saber que soy el Hijo que mi Padre ama.

2. Tú que me creaste en la impecabilidad no puedes estar equivocado con respecto a lo que soy. 2Era yo quien estaba equivocado al pensar que había pecado, pero ahora acepto la Expiación para mí mismo. 3Padre, mi sueño termina ahora. 4Amén.

 

3 DE DICIEMBRE

Capítulo 30

EL NUEVO COMIENZO

 

Introducción

1. El nuevo comienzo se convierte ahora en el foco central de nuestro programa de estudios. 2No hay duda con respecto a cuál es la meta, pero ahora se necesitan métodos específicos para alcanzarla. 3La rapidez con la que la puedes alcanzar depende únicamente de esto: que estés dispuesto a poner en práctica cada paso. 4Cada uno de ellos te ayudará un poco más cada vez que lo practiques. 5Y todos ellos juntos te conducirán más allá de los sueños de juicios a los de perdón, liberándote así del dolor y del miedo. 6Ninguno de estos pasos es algo nuevo para ti, pero toda­vía son ideas más que reglas por las que riges tu pensamiento. 7Por lo tanto, necesitamos ponerlos en práctica por algún tiempo, hasta que se conviertan en las reglas por las que riges tu vida. 8Nuestro propósito es ahora convertirlos en hábito, de modo que estén a tu disposición en caso de necesidad.

 

I. Reglas para tomar decisiones

1. Tomar decisiones es un proceso continuo, 2pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando. 3Mas con un poco de práctica con aquellas de las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. 4No es con­veniente que te preocupes por cada paso que tengas que dar. 5Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una gran ventaja. 6Mas si experimentas gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. 7No luches contra ti mismo. 8Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. 9Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas.

2. (1) Este enfoque comienza con la siguiente declaración:

 

2Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta.

 

3Ésto quiere decir que estás eligiendo no ser el juez de lo que se debe hacer. 4Pero quiere decir también que no juzgarás aquellas situaciones en las que te veas llamado a tomar una decisión. 5Pues si las juzgas, habrás establecido las reglas que determinan cómo debes reaccionar ante ellas. 6Y así, una respuesta diferente no haría sino causarte confusión, incertidumbre y temor.

3. El mayor problema que tienes ahora 2es que todavía decides primero lo que vas a hacer, y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer. 3Y es posible que lo que oigas no resuelva el problema tal como lo percibiste inicialmente. 4Ésto conduce al temor porque contradice tu percepción, de modo que te sientes atacado, 5y, por ende, furioso. 6Hay ciertas reglas mediante las cuales esto se puede evitar. 7Pero es inevitable que ocurra al prin­cipio, mientras aún estás aprendiendo a escuchar.

4. (2) Siempre que te acuerdes de ello a lo largo del día y dispon­gas de un momento de calma para reflexionar, repítete a ti mismo nuevamente la clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas abrigar, las cosas que quieres que te sucedan así como lo que quieres experimentar, y di:

 

2Si no tomo ninguna decisión por mi cuenta, ésa es la clase de día que se me concederá.

 

3Si practicas estos dos procedimientos debidamente, ello te ayu­dará a dejarte guiar sin temor, pues no permitirá que primero surja la oposición, para luego convertirse en un problema de por sí.

5. Mas habrá ocasiones en las que ya habrás juzgado de ante­mano. 2En esos casos la respuesta suscitará un ataque, a no ser que rectifiques tu mente de inmediato para que sólo desee una respuesta efectiva. 3Ten por seguro que eso es lo que ha sucedido si no estás dispuesto a detenerte por un momento y pedir que se te dé la respuesta. 4Pues ello quiere decir que ya has tomado una decisión por tu cuenta y que no puedes ver cuál fue la pregunta. 5Necesitas ahora un rápido reconstituyente antes de volver a pre­guntar.

6. (3) Recuerda nuevamente la clase de día que te gustaría tener y reconoce que ha ocurrido algo que no forma parte de ello. 2Date cuenta entonces de que has hecho una pregunta por tu cuenta y de que debes haberla contestado de acuerdo con las condiciones que tú mismo has establecido. 3Di entonces:

 

4No tengo ninguna pregunta. 5Me olvidé de lo que tenía que decidir.

 

6Esto cancela las condiciones que has establecido y permite que la respuesta te muestre cuál debió haber sido realmente la pregunta.

7. Trata de observar esta regla sin demora, a pesar de tu resisten­cia, 2pues ya estás enfadado. 3Y tu temor de que se te vaya a dar una respuesta que no coincida con tu pregunta tal como la plan­teaste cobrará ímpetu, y acabarás creyendo que el día que deseas es uno en el que a tus preguntas se les da tus respuestas. 4Y no será así, pues ello te arruinaría el día al privarte de lo que realmente deseas. 5Esto puede ser muy difícil de entender, una vez que has decidido por tu cuenta qué reglas te prometen un día feliz. 6No obstante, esa decisión todavía puede revocarse mediante méto­dos sencillos que puedes aceptar.

 

LECCIÓN 338

 

Sólo mis propios pensamientos pueden afectarme.

 

1. Con este pensamiento basta para dejar que la salvación arribe a todo el mundo. 2Pues es el pensamiento mediante el cual todo el mundo por fin se libera del miedo. 3Ahora cada uno ha aprendido que nadie puede atemorizarlo, y que nada puede amenazar su seguridad. 4No tiene enemigos, y está a salvo de todas las cosas externas. 5Sus pensamientos pueden asustarlo, pero, puesto que son sus propios pensamientos, él tiene el poder de cambiarlos sustituyendo cada pensamiento de miedo por un pensamiento feliz de amor. 6Se crucificó a sí mismo. 7Sin embargo, Dios planeó que Su Hijo bienamado fuese redimido.

2. Padre mío, sólo Tu plan es infalible. 2Todos los demás fracasarán. 3Y tendré pensamientos que me asustarán hasta que aprenda que Tú ya me has dado el único Pensamiento que me conduce a la salvación. Sólo mis propios pensamientos fracasarán, y no me llevarán a ninguna parte. 5Mas el Pensamiento que Tú me diste promete conducirme a mi hogar, porque en él reside la promesa que Tú le hiciste a Tu Hijo.

 

4 DE DICIEMBRE

8. (4) Si estás tan reacio a recibir que ni siquiera puedes olvidarte de tu pregunta puedes empezar a cambiar de parecer con lo si­guiente:

 

2Por lo menos puedo decidir que no me gusta cómo me estoy sintiendo ahora.

 

3Esto por lo menos es obvio, y allana el camino para el siguiente paso, que es muy sencillo.

9. (5) Una vez que has decidido que no te gusta cómo te estás sintiendo, qué podría ser más fácil que continuar con:

 

2Por lo tanto, espero haber estado equivocado.

 

3Esto mitiga la sensación de resistencia y te recuerda que no se te está forzando a que aceptes ayuda, sino que ésta es algo que deseas y necesitas porque no te gusta cómo te estás sintiendo. 4Esta ínfima apertura bastará para que puedas seguir adelante y dar los pocos pasos que necesitas para dejar que se te ayude.

10. Ahora has llegado a un punto crucial porque te has dado cuenta de que saldrías ganando si lo que decidiste no es como tú pensabas. 2Hasta que no llegues a este punto, creerás que tu feli­cidad depende de tener razón. 3Pero por lo menos has alcanzado ahora un cierto grado de sensatez: te has dado cuenta de que sería mejor para ti que estuvieses equivocado.

11. (6) Éste ápice de sabiduría bastará para llevarte aún más lejos.

2No se te está forzando a ello, sino que simplemente esperas lograr lo que quieres. 3Por lo tanto, puedes decir con perfecta honestidad:

 

4Quiero ver esto de otra manera.

 

5Ahora has cambiado de parecer con respecto a la clase de día que deseas tener, y has recordado lo que realmente quieres. 6Su propósito ya no está velado por la demente idea de que lo quieres para satisfacer tu empeño de tener razón cuando en rea­lidad estás equivocado. 7De este modo, el hecho de que estás dispuesto a pedir llega hasta tu conciencia, pues no puedes estar en conflicto cuando pides lo que realmente quieres y comprendes que eso es lo que estás pidiendo.

12. (7) Éste último paso es sólo el reconocimiento de que no te opones a recibir ayuda. 2Es la declaración de una mente recep­tiva, que aunque todavía no está segura, está dispuesta a que se le muestre lo que necesita ver:

 

3Tal vez hay otra manera de ver esto. 4¿Qué puedo perder con preguntar?

 

5Ahora puedes, por lo tanto, hacer una pregunta que tiene sen­tido, y, consecuentemente, la respuesta tendrá sentido también. 6Y no te opondrás a ella, pues comprenderás que es a ti a quien dicha respuesta beneficiará.

13. Debe quedar claro, no obstante, que es más fácil que tu día transcurra felizmente si no permites que la infelicidad haga acto de presencia en primer lugar. 2Pero esto requiere tener práctica con las reglas que te protegen de los embates del temor. 3Cuando hayas dominado estas reglas, el amargo sueño de juicios habrá sido des-hecho para siempre. 4Pero mientras tanto, necesitas poner en práctica las reglas que lo deshacen. 5Examinemos, pues, una vez más la primera de las decisiones que aquí se ofrecen.

14. Hemos dicho que puedes comenzar el día felizmente si deci­des no tomar ninguna decisión por tu cuenta. 2Esto de por sí parece ser una decisión. 3Sin embargo, tú no puedes tomar decisio­nes por tu cuenta. 4La única cuestión es entonces con quién eliges tomarlas. 5Eso es todo. 6La primera regla, pues, no es una coac­ción, sino la simple afirmación de un simple hecho. 7No tomas decisiones por tu cuenta, independientemente de lo que decidas. 8Pues o bien se toman con ídolos o bien con Dios. 9Y le pides ayuda al anti-Cristo o a Cristo, y aquel que elijas se unirá a ti y te dirá lo que debes hacer.

15. Tu día no transcurre al azar. 2La clase de día que tienes lo deter­mina aquello con lo que eliges vivirlo, y la manera en que percibe tu felicidad el amigo a quien acudes en busca de consejo. 3Siempre pides consejo antes de tomar cualquier decisión. 4Es esencial que entiendas esto, pues así te darás cuenta de que en esto no hay coerción ni motivos para que te opongas a ello por el hecho de que te impide ser libre. 5Nadie puede escaparse de lo que inevitable­mente ha de ocurrir. 6Y si tú crees que puedes, estás equivocado.

16. La segunda regla es asimismo un hecho. 2Pues tu consejero y tú tenéis que estar de acuerdo con respecto a lo que deseas antes de que pueda ocurrir. 3Es este convenio lo que permite que todas las cosas ocurran. 4Pues nada puede ocurrir sin algún tipo de unión, ya sea con un sueño de juicios o con la Voz que habla en favor, de Dios. 5Las decisiones producen resultados precisamente porque no se toman aisladamente. 6Las tomáis tu consejero y tú, y son tanto para ti como para el mundo. 7El día que deseas tener se lo ofreces al mundo, pues transcurrirá tal como lo hayas pedido y reforzará el dominio de tu consejero en el mundo. 8¿A qué reino le pertenece tu mundo hoy? 9¿Qué clase de día vas a decidir tener?

17. Hoy sólo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que se la ofrezcan al mundo entero. 2Sólo se necesitan dos que comprendan que no pueden decidir por su cuenta, para garanti­zar que el júbilo que pidieron sea plenamente compartido por todos. 3Pues han entendido la ley básica que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos que ellas jamás puedan tener. 4Sólo se necesitan dos. 5Estos dos tienen que haberse unido antes de que se pueda tomar una decisión. 6Per­mite que esto sea lo único que tienes presente, y tendrás la clase de día que deseas tener, y al tenerlo, se lo ofrecerás al mundo. 7El juicio que habías emitido sobre el mundo queda anulado mediante tu decisión de tener un día feliz. 8Y tal como has reci­bido, así tienes que dar.

 

LECCIÓN 339

 

Se me concederá todo lo que pida.

 

1. Nadie desea el dolor. 2Pero puede creer que el dolor es placer. 3Nadie quiere eludir su felicidad, 4mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. 5No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. 6Pero puede estar ciertamente confun­dido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. 7¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese dese­ando? 8Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. 9Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.

2. Padre, Te ofrezco este día. 2Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. aY así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.

 

5 DE DICIEMBRE

II. El libre albedrío

1. ¿No te das cuenta de que oponerte al Espíritu Santo es luchar contra ti mismo? 2Él sólo te dice lo que es tu voluntad; Él habla por ti. 3En Su Divinidad radica la tuya. 4Y del único conocimiento de que Él goza es del tuyo, que ha sido salvaguardado para ti a fin de que puedas hacer tu voluntad a través de Él. 5Dios te pide que hagas tu voluntad. 6Él se une a ti, 7pues no estableció Su Reino solo. 8Y el Cielo mismo, donde todo lo creado es para ti, no representa otra cosa que tu voluntad. 9Ni una sola chispa de vida fue creada sin tu grato consentimiento, tal como tú quisiste que fuese. 10Ni uno solo de los Pensamientos que Dios jamás haya tenido pudo haber nacido sin tu bendición. 11Dios no es tu ene­migo. 12Él sólo quiere oírte llamarle "Amigo".

2. ¡Qué maravilloso es hacer tu voluntad! 2Pues eso es libertad. 3A nada más debería llamársele por ese nombre. 4A menos que hagas tu voluntad no serás libre. 5¿Y hubiese podido Dios dejar a Su Hijo sin lo que éste eligió para sí mismo? 6Lo único que Dios hizo al darte Su perfecta Respuesta fue asegurarse de que nunca perdie­ses tu voluntad. 7Escúchala ahora, para que te puedas acordar de Su Amor y conocer tu voluntad. 8Dios no podría haber permitido que Su Hijo fuese un prisionero de aquello que no desea. 9Él se une a tu voluntad de ser libre. 10Y oponerte a Él es decidir ir en contra de ti mismo y elegir estar encadenado.

3. Contempla una vez más a tu enemigo, al que elegiste odiar en vez de amar. 2Pues así es como nació el odio en el mundo y como se estableció en él el reino del miedo. 3Escucha ahora a Dios hablarte a través de Aquel que es Su Voz así como la tuya, recor­dándote que tu voluntad no es odiar ni ser un prisionero del miedo, un esclavo de la muerte o una insignificante criatura de escasa vida. 4Tu voluntad no tiene límites, pues no es tu voluntad que sea limitada. 5Lo que mora en ti se ha unido a Dios Mismo en el nacimiento de toda la creación. 6Acuérdate de Aquel que te creó, Quien a través de tu voluntad creó todo. 7Todo lo creado te está agradecido, pues nació gracias a tu voluntad. 8Ni una sola luz celestial podría brillar si no fuese por ti, pues fue tu voluntad lo que las ubicó en el Cielo.

4. ¿Qué motivos podrías tener para sentir ira contra un mundo que simplemente aguarda tu bendición para ser libre? 2Si fueses un prisionero, entonces Dios Mismo no podría ser libre. 3Pues lo que se le hace a quien Dios ama, se le hace a Dios Mismo. 4No pienses que Aquel que te hizo co-creador del universo junto con Él quiere aprisionarte. 5Él sólo desea que tu voluntad sea eterna­mente ilimitada. 6Este mundo aguarda la libertad que le otorgarás cuando hayas reconocido que eres libre. 7Pero tú no perdonarás al mundo hasta que hayas perdonado a Aquel que te dio tu volun­tad. 8Pues es a través de tu voluntad como el mundo se libera. 9Y tú no puedes ser libre estando separado de Aquel Cuya santa Voluntad compartes.

5. Dios se dirige a ti y te pide que salves al mundo, pues mediante tu propia salvación el mundo sana. 2Y todo el que camina sobre la faz de la tierra depende de tu decisión, para aprender que la muerte no tiene ningún poder sobre él, toda vez que comparte tu libertad y tu voluntad. 3Tu voluntad es sanarlo, y puesto que esto es una decisión que tomaste con él, él ha sanado. 4Y ahora Dios ha sido perdonado, pues decidiste ver a tu hermano como amigo.

 

LECCIÓN 340

 

Hoy puedo liberarme de todo sufrimiento.

 

1. Padre te doy las gracias por el día de hoy y por la libertad que estoy seguro me ha de brindar. 2Hoy es un día santo, pues hoy Tu Hijo será redimido. 3Su sufrimiento ha terminado. 4Pues él oirá Tu Voz exhortán­dole a que busque la visión de Cristo a través del perdón y se libere para siempre de todo sufrimiento. 5Gracias por el día de hoy, Padre mío. 6Vine a este mundo sólo para llegar a tener este día, así como la alegría y libertad que encierra para Tu santo Hijo y para el mundo que él fabricó, el cual hoy se libera junto con él.

2. ¡Regocíjate hoy! 2¡Regocíjate! 3Hoy no hay cabida para nada que no sea alegría y agradecimiento. 4Nuestro Padre ha redimido a Su Hijo en este día. 5Ni uno solo de nosotros dejará de salvarse hoy. 6No habrá nadie que no esté a salvo del miedo ni nadie a quien el Padre no acoja en Su regazo, despierto ahora en el Cielo, en el Corazón del Amor.

 

13. ¿Qué es un milagro?

 

1. Un milagro es una corrección. 2No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. 3Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. 4Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. 5Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo. 6No obstante, allana el camino para el retorno de la intem­poralidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo.

2. En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como uno. 2Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque no la entiende. 3El mila­gro invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. 4Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad. 5Ahora puede verse que el perdón está justificado.

3. El perdón es la morada de los milagros. 2Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con amor. 3La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. 4Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. 5Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita.

4. Al principio el milagro se acepta mediante la fe, porque pedirlo implica que la mente está ahora lista para concebir aquello que no puede ver ni entender. 2No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. 3Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descan­saba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí.

5. Los milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo sobre un mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir. 2Ahora tienen agua. 3Ahora el mundo está lleno de verdor. 4Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal.

 

LECCIÓN 341

 

Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.

 

1. Padre, Tu Hijo es santo. 2Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3Cuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan perfecta que el Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensa­miento que le brinda Su plenitud.

2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. 2Y en su benévolo reflejo nos salvamos.

 

LECCIÓN 342

 

Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.

 

1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.

2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.

 

8 DE DICIEMBRE

III. Más allá de todo ídolo

1. Los ídolos son algo muy concreto. 2Mas tu voluntad es univer­sal, puesto que es ilimitada. 3Y así, no tiene forma, ni su contenido se puede expresar en función de la forma. 4Los ídolos son límites. 5Representan la creencia de que hay ciertas formas que pueden brindar felicidad, y de que, limitando, se consigue todo. 6Es como si dijeras: "No tengo necesidad de todo. 7Lo único que quiero es este trocito, y para mí será como si fuese todo". 8Y esto no puede sino dejarte insatisfecho porque tu voluntad es que todo sea tuyo. 9Decídete en favor de los ídolos y estarás buscando perder. 10Decídete por la verdad y todo será tuyo.

2. No es la forma en sí lo que andas buscando. 2¿Qué forma puede ser un sustituto del Amor de Dios el Padre? 3¿Qué forma puede ocupar el lugar de todo el amor que reside en la Divinidad de Dios el Hijo? 4¿Qué ídolo puede dividir en dos lo que es eterna­mente uno? 5¿Y se podría acaso limitar lo que es ilimitado? 6Tú no deseas ningún ídolo, 7pues ésa no es tu voluntad. 8Ningún ídolo puede concederte el regalo que buscas. 9Cuando decides qué forma debe tener lo que quieres, dejas de entender su propósito. 10Y de ese modo, ves tu voluntad en el ídolo, reduciéndola así a una forma concreta. 11Mas eso nunca podrá ser tu voluntad por­que lo que comparte toda la creación no puede contentarse con ideas triviales o con cosas insignificantes.

3. Tras la búsqueda de todo ídolo yace el anhelo de compleción. 2Lo pleno no tiene forma porque es ilimitado. 3Buscar una per­sona o una cosa especial para añadir, a lo que tú eres y así alcan­zar tu compleción, sólo puede querer decir que crees que te falta algo que una forma puede proporcionarte. 4Y que al encontrarla, alcanzarás tu compleción en una forma que a ti te gusta. 5El pro­pósito de todo ídolo es éste: que no mires más allá de él a la raíz de la creencia de que te falta algo. 6Esto sólo podría ser cierto si hubieses pecado. 7Pues el pecado es la idea de que te encuentras solo y aparte de lo que es pleno. 8Es necesario, por lo tanto, que la búsqueda de la plenitud se lleve a cabo más allá de los límites que tú mismo te has impuesto.

4. No es nunca el ídolo lo que realmente quieres. 2Mas lo que crees que te ofrece, eso ciertamente lo quieres, y tienes derecho a pedirlo. 3Y es imposible que te sea negado. 4El que tu voluntad sea estar completo es la Voluntad de Dios, y por tal razón se te concede. 5Dios no sabe nada de formas. 6Él no te puede contestar utilizando términos que no tienen sentido. 7Y tu voluntad no se puede satisfacer con formas vacías, concebidas exclusivamente para llenar una brecha que no existe. 8No es esto lo que quieres. 9La creación no le da a ninguna persona ni a ninguna cosa sepa­rada el poder de completar al Hijo de Dios. 10¿A qué ídolo se puede apelar para que le dé al Hijo de Dios lo que ya es suyo?

5. Alcanzar la compleción es la función del Hijo de Dios. 2Sin embargo, no tiene necesidad de buscarla. 3Más allá de todo ídolo se alza su santa voluntad de ser únicamente lo que él es. 4Pues ser más que pleno no tiene sentido. 5Si se hubiese producido algún cambio en el Hijo de Dios, o si se le pudiese reducir a alguna forma y limitar a lo que no se encuentra en él, entonces no sería tal como Dios lo creó. 6¿Qué necesidad tiene de ídolos para ser quien es? 7¿Podría acaso desprenderse de alguna parte de sí mismo? 8Lo que no es pleno no puede otorgar plenitud. 9Mas lo que se pide sinceramente no puede ser negado. 10Tu voluntad se te concede. 11No en una forma que no habría de satisfacerte, sino en el Pensamiento pleno y completamente hermoso que Dios abriga de ti.

6. Lo que Dios no conoce no existe. 2Y lo que Él conoce existe para siempre y es inmutable. 3Pues los pensamientos duran tanto como la mente que los pensó. 4Y la Mente de Dios no tiene fin, ni puede haber un instante en que Sus Pensamientos puedan estar ausentes o cambiar. 5Los pensamientos ni nacen ni mueren. 6Comparten los atributos de su creador, y no tienen una vida separada aparte de la de él. 7Tus pensamientos están en tu mente, tal como tú estás en la Mente que te concibió. 8Por lo tanto, no hay partes separadas en lo que existe dentro de la Mente de Dios. 9Su Mente es por siem­pre una, y está eternamente unida y en paz.

7. Los pensamientos parecen ir y venir. 2Sin embargo, lo único que esto significa es que algunas veces eres consciente de ellos y otras no. 3Un pensamiento del que te has olvidado parece nacer de nuevo en ti cuando retorna a tu conciencia. 4Mas no murió cuando lo olvidaste. 5Siempre estuvo ahí, sin embargo, no eras consciente de él. 6El Pensamiento que Dios abriga de ti no se ha visto afectado en modo alguno por tu olvido. 7Siempre será exactamente como era antes de que te olvidaras de él, como seguirá siendo cuando lo recuerdes 8y como fue durante el lapso en que lo habías olvidado.

8. Los Pensamientos de Dios están mucho más allá de cualquier posibilidad de cambio y su resplandor es eterno. 2No están espe­rando a nacer, 3sino a que se les dé la bienvenida y se les recuerde. 4El Pensamiento que Dios abriga de ti es como una estrella inmutable en un firmamento eterno. 5Se encuentra tan alto en el Cielo que aquellos que se encuentran fuera del Cielo no saben que está allí. 6No obstante, brillará por toda la eternidad sereno, puro y hermoso. 7En ningún momento ha dejado de estar allí, ni ha habido jamás un instante en que su luz se haya atenuado o haya perdido su perfección.

9. El que conoce al Padre conoce esta luz, pues Él es el eterno firmamento que la mantiene a salvo, por siempre elevada y fir­memente anclada. 2La perfecta pureza de esa luz no depende de si se ve en la tierra o no. 3El firmamento la envuelve y la man­tiene dulcemente en su perfecto lugar, el cual está tan lejos de la tierra como la tierra lo está del Cielo. 4No es la distancia ni el tiempo lo que hace que esta estrella sea invisible desde la tierra. 5Mas aquellos que andan en pos de ídolos no pueden saber que la estrella está ahí.

10. Más allá de todo ídolo se encuentra el Pensamiento que Dios abriga de ti. 2Este Pensamiento no se ve afectado en modo alguno por la confusión y el terror del mundo, por los sueños de naci­miento y muerte que aquí se tienen, ni por las innumerables for­mas que el miedo puede adoptar, sino que, sin perturbarse en lo más mínimo, sigue siendo tal como siempre fue. 3Rodeado de una calma tan absoluta que el estruendo de batallas ni siquiera llega hasta él, dicho Pensamiento descansa en la certeza y en per­fecta paz. 4Tu única realidad se mantiene a salvo en él, completa­mente inconsciente del mundo que se postra ante ídolos y no conoce a Dios. 5El Pensamiento que Dios abriga de ti, completa­mente seguro de su inmutabilidad y de que descansa en su eterno hogar, nunca ha abandonado la Mente de su Creador, al que conoce tal como su Creador sabe que dicho Pensamiento se encuentra en Su Propia Mente.

 

11. ¿Dónde podría existir el Pensamiento que Dios abriga de ti sino donde tú te encuentras? 2¿Podría acaso tu realidad ser algo aparte de ti y encontrarse en un mundo que le es completamente desconocido? 3Fuera de ti no hay firmamento eterno, ni estrella inmutable, ni realidad alguna. 4La mente del Hijo del Cielo, en el Cielo está, pues ahí la Mente del Padre y la del Hijo se unieron en la creación, la cual no tiene fin. 5Tú no tienes dos realidades, sino una sola, 6y no puedes ser consciente más que de una. 7Tu reali­dad es o bien un ídolo, o bien el Pensamiento que Dios abriga de ti. 8No olvides, por lo tanto, que los ídolos tienen que mantener oculto lo que tú eres, no de la Mente de Dios, sino de la tuya. 9La estrella sigue brillando y el firmamento jamás ha cambiado. 10Mas tú, el santo Hijo de Dios, no eres consciente de tu realidad.

 

LECCIÓN 343

 

No se me pide que haga ningún sacrificio para encontrar la misericordia y la paz de Dios.

 

1. El final del sufrimiento no puede suponer una pérdida. 2El regalo de lo que lo es todo tan sólo puede aportar ganancias. 3Tú sólo das. 4Nunca quitas. 5Y me creaste para que fuese como Tú, de modo que el sacrificio es algo tan imposible para mí como lo es para Ti. 6Yo también no puedo sino dar. 7Y así, todas las cosas me son dadas para siempre. 8Aún soy tal como fui creado. 9Tu Hijo no puede hacer sacrificios, pues es íntegro, al ser su función completarte a Ti. 10Soy íntegro por ser Tu Hijo. 11No puedo perder, pues sólo puedo dar, y así, todo es mío eternamente.

2. La misericordia y la paz de Dios son gratuitas. 2La salvación no cuesta nada. 3Es un regalo que se debe dar y recibir libremente. 4Y esto es lo que vamos a aprender hoy.

 

9 DE DICIEMBRE

IV. La verdad que yace tras las ilusiones

1. Atacarás lo que no te satisfaga, y así, no te darás cuenta de que fuiste tú mismo quien lo inventó. 2Tu batalla es siempre con las ilusiones. 3Pues la verdad que yace tras ellas es tan hermosa y tan serena en su amorosa dulzura, que si fueses consciente de ella te olvidarías por completo de tus defensas y te apresurarías a echarte en sus brazos. 4La verdad jamás puede ser atacada. 5Y tú sabías esto cuando inventaste los ídolos. 6Los concebiste precisa­mente para olvidarte de este hecho. 7Lo único que atacas son las ideas falsas, nunca las verdaderas. 8Los ídolos son todas las ideas que concebiste para llenar la brecha que tú crees se formó entre lo que es verdad y tú. 9Y las atacas por lo que crees que ellas representan 10Pero lo que yace tras ellas no puede ser atacado.

2. Los dioses que inventaste -opresores e incapaces de satisfa­certe- son como juguetes infantiles descomunales. 2Un niño se asusta cuando una cabeza de madera salta de una caja de resorte al ésta abrirse repentinamente, o cuando un oso de felpa, suave y silencioso, emite sonidos al él apretarlo. 3Las reglas que él había establecido para las cajas de resorte y para los osos de felpa le han fallado y le han hecho perder el "control" de lo que le rodea. 4Ahora tiene miedo, pues pensó que las reglas lo protegían. 5Ahora tiene que aprender que las cajas y los osos no lo engaña­ron, ni violaron ninguna regla, y que lo ocurrido no quiere decir que su mundo se haya vuelto caótico y peligroso. 6Es él quien estaba equivocado. 7No comprendió bien qué era lo que lo man­tenía a salvo y pensó que eso lo había abandonado.

3. La inexistente brecha se encuentra repleta de juguetes de innu­merables formas. 2Cada uno de ellos parece violar las reglas que estableciste para él. 3Sin embargo, ninguno de ellos fue jamás lo que tú pensabas que era. 4Y así, no pueden sino dar la impresión de que violan las reglas de seguridad que estableciste, toda vez que éstas son falsas. 5Mas tú no estás en peligro. 6Puedes reírte de los muñecos que saltan de cajas de resorte y de los juguetes que emiten sonidos, de la misma manera en que lo hace el niño que ya ha aprendido que no suponen ningún peligro para él. 7Sin embargo, mientras le guste jugar con ellos, seguirá percibiéndo­los como si respetaran las reglas que él estableció para su propio deleite. 8Por lo tanto, todavía habrá reglas que dichos juguetes parecerán violar y como consecuencia de ello él se asustará. 9Mas ¿está él realmente a merced de sus juguetes? 10¿Y pueden éstos realmente suponer una amenaza para él?

4. La realidad obedece las leyes de Dios y no las reglas que tú mismo estableces. 2Son Sus leyes las que garantizan tu seguridad. 3Las ilusiones que creas con respecto a ti no obedecen ninguna ley. 4Parecen danzar por un rato, al compás de las leyes que tú promulgaste para ellas. 5Mas luego se desploman para no levan­tarse más. 6No son más que juguetes, hijo mío, de modo que no lamentes su pérdida. 6Su danza jamás te brindó felicidad alguna, 8pero tampoco eran cosas que pudiesen asustarte o mantenerte a salvo si respetaban tus reglas. 9Las ilusiones no deben ni apre­ciarse ni atacarse, sino que simplemente se deben considerar como juguetes infantiles, sin ningún significado intrínseco. 10Ve significado en una sola de ellas, y lo verás en todas. 11No veas significado en ninguna, y no podrán afectarte en absoluto.

5. Las apariencias engañan precisamente porque son apariencias y no la realidad. 2No les prestes atención sea cual sea la forma que adopten. 3Lo único que hacen es distorsionar la realidad y produ­cir temor, debido a que ocultan la verdad. 4No ataques lo que tú mismo hiciste a fin de ser engañado, pues eso demostraría que has sido engañado. 5El ataque tiene el poder de hacer que las ilusiones parezcan reales. 6 Mas en realidad no hace nada. 7¿Quién podría tener miedo de un poder que no tiene efectos reales? 8¿Qué podría ser dicho poder, sino una ilusión que hace que las cosas parezcan ser como él mismo? 9Observa calmada­mente sus juguetes, y comprende que no son más que ídolos que no hacen sino danzar al compás de vanos deseos. 10No los vene­res, pues no existen. 11Cuando atacas, no obstante, te olvidas de esto. 12El Hijo de Dios no necesita defenderse de sus sueños. 13Sus ídolos no suponen ninguna amenaza para él. 14El único error que comete es creer que son reales. 15Mas ¿hay algo que las ilusiones puedan lograr?

6. Lo único que las apariencias pueden hacer es engañar a la mente que desea ser engañada. 2 Mas tú puedes tomar una deci­sión muy simple que te situará por siempre más allá del engaño. 3No te preocupes por cómo se va a lograr esto, pues eso no es algo que puedas entender. 4Pero sí verás los grandes cambios que se producirán de inmediato, una vez que hayas tomado esta sim­ple decisión: que no deseas lo que crees que un ídolo te puede dar. 5Pues así es como el Hijo de Dios declara que se ha liberado de todos ellos. 6Y, por lo tanto, es libre.

7. ¡Qué paradójica es la salvación! 2¿Qué otra cosa podría ser, sino un sueño feliz? 3 Lo único que te pide es que perdones todas las cosas que nadie jamás hizo, que pases por alto lo que no existe y que no veas lo ilusorio como si fuese real. 4Se te pide únicamente que permitas que se haga tu voluntad y que dejes de buscar las cosas que ya no deseas. 5Y se te pide también que permitas que se te libere de los sueños de lo que nunca fuiste y desistas de tu empeño de querer sustituir la Voluntad de Dios por la fuerza de los deseos vanos.

8. Llegado este punto, el sueño de separación empieza a desvane­cerse y a desaparecer. 2Pues aquí la brecha inexistente comienza a percibirse libre de los juguetes de terror que tú inventaste. 3Esto es lo único que se te pide. 4Alégrate en verdad de que la salvación no pida mucho, sino de que pida tan poco. 5En realidad no pide nada. 6Y aun en las ilusiones sólo pide que el perdón sea el substi­tuto del miedo. 7Ésa es la única regla para tener sueños felices. 8La brecha se vacía de todos los juguetes de temor, poniéndose así de manifiesto su irrealidad. 9Los sueños no sirven para nada, 10y el Hijo de Dios no tiene ninguna necesidad de ellos. 11No le ofrecen ni una sola cosa que él pudiera jamás desear. 12El Hijo de Dios se libera de las ilusiones por su propia voluntad y simplemente se le restaura a lo que él es. 13¿Qué podría ser el plan de Dios para su salvación, sino un medio para darse a Sí Mismo Su Hijo?

 

LECCIÓN 344

 

Hoy aprendo la ley del amor: que lo que le doy a mi hermano es el regalo que me hago a mí mismo.

 

1. Ésa es Tu ley, Padre mío, no la mía. 2Al no comprender lo que signifi­caba dar, procuré quedarme con lo que deseaba sólo para mí. 3Y cuando contemplé el tesoro que creía tener, encontré un lugar vacío en el que nunca hubo nada, en el no hay nada ahora y en el que nada habrá jamás. 4¿Quién puede compartir un sueño? 5¿Y qué puede ofrecerme una ilu­sión? 6Pero aquel a quien perdone me agasajará con regalos mucho más valiosos que cualquier cosa que haya en la tierra. 7Permite que mis her­manos redimidos llenen mis arcas con los tesoros del Cielo, que son los únicos que son reales. 8Así se cumple la ley del amor. 9Y así es como Tu Hijo se eleva y regresa a Ti.

2. ¡Qué cerca nos encontramos unos de otros en nuestro camino hacia Dios! 2¡Qué cerca está Él de nosotros! 3¡Qué cerca el final del sueño del pecado y la redención del Hijo de Dios!

 

10 DE DICIEMBRE

V. El único propósito

1. El mundo real es el estado mental en el que el único propósito del mundo es perdonar. 2El miedo ha dejado de ser el objetivo, pues escapar de la culpabilidad se ha convertido ahora en la meta. 3Se reconoce el valor del perdón, que pasa a ocupar el lugar de los ídolos, los cuales dejan de perseguirse porque ya no se les atri­buye ningún valor a sus "regalos". 4No se establecen reglas fúti­les, ni se le exige a nada ni a nadie que cambie y se amolde al sueño de miedo. 5Por el contrario, hay un deseo de querer com­prender todas las cosas creadas tal como realmente son. 6Y se reconoce que todas las cosas tienen que ser primero perdonadas, y luego comprendidas.

2. En este mundo se piensa que el entendimiento se consigue mediante el ataque. 2En el mundo real es evidente que atacando es como se pierde, 3y se reconoce claramente la insensatez de tener como objetivo a la culpabilidad. 4En dicho mundo no se desean los ídolos, pues se entiende que la culpabilidad es la única causa de cualquier dolor. 5Nadie sucumbe ante su vana atracción, pues el sufrimiento y la muerte se han percibido como cosas que ya no se desean y por las cuales no vale la pena esforzarse. 6Se ha vis­lumbrado la posibilidad de liberación y se le ha dado la bienve­nida, y ahora por fin se comprenden los medios por los que puede alcanzarse. 7El mundo se convierte en un lugar de esperanza por­que su único propósito es ser un lugar donde la esperanza de ser feliz pueda ser colmada. 8Y nadie está excluido de esta esperanza porque todos se han unido en la creencia de que el propósito del mundo es uno que todos tienen que compartir, si es que dicha esperanza ha de ser algo más que un simple sueño.

3. Aún no se recuerda el Cielo totalmente, pues el propósito del perdón todavía necesita alcanzarse. 2Sin embargo, todo el mundo está seguro de que irá más allá del perdón y de que sólo seguirá aquí hasta que éste se perfeccione en él. 3Ese es su único deseo. 4Todo temor ha desaparecido porque él está unido a sí mismo en su propósito. 5Su esperanza de felicidad es tan segura y constante que apenas puede seguir esperando aquí por más tiempo con sus pies aún tocando la tierra. 6Aun así, se siente feliz de poder espe­rar hasta que todas las manos se hayan unido y todos los corazo­nes estén listos para elevarse e ir con él. 7Pues así es como se prepara para dar el paso con el que se transciende el perdón.

4. El paso final lo da Dios porque únicamente Él pudo crear un Hijo perfecto y compartir Su Paternidad con él. 2Nadie que no se encuentre en el Cielo puede entender esto, pues entenderlo es en sí el Cielo. 3lncluso el mundo real tiene un propósito que se encuentra por debajo de la creación y de la eternidad. 4Pero el miedo ha desaparecido de él porque su propósito es el perdón, no la idolatría. 5Y así, el Hijo del Cielo está listo para ser quien es, y para recordar que el Hijo de Dios sabe todo lo que su Padre entiende y que lo entiende perfectamente junto con Él.

5. El mundo real ni siquiera se aproxima a eso, pues ése es el propósito de Dios, y sólo de Dios, si bien se comparte totalmente y se logra perfectamente. 2El mundo real es un estado en el que la mente ha aprendido cuán fácilmente desaparecen los ídolos, que, aunque todavía se perciben, ya no se desean más. 3¡Cuán fácil­mente los puede abandonar la mente que ha comprendido que no son nada, que no están en ninguna parte y que no tienen ningún propósito! 4Pues sólo entonces se puede entender que el pecado y la culpabilidad no tienen propósito alguno y que no significan nada.

6. De esta manera es como el propósito del mundo real se lleva dulcemente hasta tu conciencia para que reemplace al objetivo de pecado y culpabilidad. 2Y el perdón purifica felizmente todo lo que se interponía entre tu imagen de ti mismo y lo que realmente eres. 3Sin embargo, Dios no necesita crear a Su Hijo nuevamente para que a éste se le restituya lo que es suyo. 4Jamás existió bre­cha alguna entre tu hermano y tú. 5Y el Hijo de Dios volverá a saber lo que supo cuando fue creado.

7. Cuando dos o más hermanos comparten un mismo propósito en el mundo del miedo, se encuentran ya en el umbral del mundo real. 2Puede que aún miren atrás y piensen que ven un ídolo que desean. 3Mas su trayectoria ha sido ya firmemente fija­da en dirección contraria a la de los ídolos: hacia la realidad. 4Pues cuando se dieron la mano, fue la mano de Cristo la que tomaron, y contemplarán a Aquel de cuya mano van asidos. 5La faz de Cristo se ve antes de que el Padre se pueda recordar, 6pues Éste permanece en el olvido hasta que Su Hijo haya llegado más allá del perdón hasta el Amor de Dios. 7El Amor de Cristo, no obstante, se acepta primero. 8Y entonces aflora el conocimiento de que Ambos son uno.

8. ¡Cuán fácil y ligero es el paso que te saca de los estrechos confi­nes del mundo del miedo una vez que has reconocido de Quién es la mano de la que vas asido! 2Tienes a mano todo lo necesario para poder alejarte del miedo para siempre con perfecta certeza, y para seguir adelante y llegar cuanto antes a las puertas del Cielo. 3Pues Aquel de Cuya mano vas asido sólo estaba espe­rando a que te unieses a Él. 4Y ahora que has venido, ¿se demora­ría Él en mostrarte el camino que debe recorrer contigo? 5Su bendición descansa sobre ti tan indudablemente como el Amor de Dios descansa sobre Él. 6Su gratitud hacia ti sobrepasa tu entendimiento, pues tú le has permitido liberarse de sus cadenas para que juntos os dirijáis a la morada de Su Padre.

9. Un viejo odio está desapareciendo del mundo. 2Y con él va desapareciendo también todo miedo y rencor. 3No vuelvas la vista atrás, pues lo que te espera más adelante es lo que siempre anhelaste en tu corazón. 4¡Renuncia al mundo! 5Pero no con una actitud de sacrificio, 6pues nunca lo deseaste. 7¿Qué felicidad que jamás buscaste en él no te ocasionó dolor? 8¿Qué momento de satisfacción no se compró con monedas de sufrimiento y a un precio exorbitante? 9La dicha no cuesta nada. 10Es tu sagrado derecho, pues por lo que pagas no es felicidad. 11¡Que la honesti­dad te acelere en tu camino, y que al contemplar en retrospectiva las experiencias que has tenido aquí no te dejes engañar! 12Por todas ellas hubo que pagar un precio exorbitante y sufrir penosas consecuencias.

10. No mires atrás excepto con honestidad. 2Y cuando un ídolo te tiente, piensa en lo siguiente:

 

3Jamás te dio un ídolo cosa alguna, excepto el "regalo" de la culpabilidad. 4Cada uno de ellos se compró con la mo­neda del dolor, y nunca fuiste tú solo quien pagó por él.

 

5Sé, pues, misericordioso con tu hermano. 6Y no aceptes nunca un ídolo irreflexivamente, ni te olvides de que tu hermano pagará el costo al igual que tú. 7Pues se demorará cada vez que tú vuelvas la vista atrás y no percibas de Quién es la amorosa mano de la que vas asido. 8Mira, pues, sólo hacia adelante; y camina lleno de confianza con el corazón latiendo felizmente con esperanza y no palpitando con temor.

11. La Voluntad de Dios reside para siempre en aquellos cuyas manos están unidas. 2Hasta que se unieron, pensaban que Él era su enemigo. 3Mas cuando se unieron y compartieron un mismo propósito, les fue posible entender que su voluntad es una. 4Y así, la Voluntad de Dios no puede sino llegar hasta sus conciencias. 5Y no van a poder seguir olvidándose por mucho más tiempo de que no es sino la suya propia.

 

LECCIÓN 345

 

Hoy sólo ofrezco milagros, pues quiero que retornen a mí.

 

1. Padre, todo milagro es un reflejo de los regalos que me haces a mí, Tu Hijo. 2Y cada uno que concedo retorna a mí, recordándome que la ley del amor, es universal. 3Incluso aquí dicha ley se manifiesta en una forma que se puede reconocer, y cuya eficacia puede verificarse. 4Los milagros que concedo se me devuelven en la forma que más me puede ayudar con los problemas que percibo. 5Padre, en el Cielo es diferente, pues allí no hay necesidades. 6Pero aquí en la tierra, el milagro se parece más a tus regalos que cualquier otro regalo que yo pueda hacer. 7Así pues, déjame hoy hacer solamente este regalo, que al haber nacido del verdadero per­dón, ilumina el camino que debo recorrer para poder recordarte.

2. Que la paz sea con todos los corazones que la buscan. 2La luz ha venido a ofrecer milagros para bendecir a este mundo exhausto. 3Éste hallará descanso hoy, pues nosotros ofreceremos lo que hemos recibido.

 

11 DE DICIEMBRE

VI. La justificación del perdón

1. La ira nunca está justificada. 2El ataque no tiene fundamento. 3Con esto comienza uno a escapar del miedo, y con esto también es como lo logrará. 4Con esto se intercambian los sueños de terror por el mundo real. 5Pues el perdón descansa sobre esto, lo cual es tan sólo natural. 6No se te pide que concedas perdón allí donde se debería responder con ataque y donde el ataque estaría justifi­cado. 7Pues eso querría decir que perdonas un pecado pasando por alto lo que realmente se encuentra ahí. 8Eso no es perdón, 9ya que supondría que, al reaccionar de una manera que no está jus­tificada, tu perdón se ha convertido en la respuesta al ataque que se ha perpetrado. 10Y así, el perdón no habría sido apropiado, al haberse concedido donde no era debido.

2. El perdón está siempre justificado. 2Sus cimientos son sólidos. 3Tú no perdonas lo imperdonable, ni pasas por alto un ataque real que merece castigo. 4La salvación no reside en que a uno le pidan responder de una manera antinatural que no concuerda con lo que es real. 5En lugar de ello, la salvación sólo te pide que respondas adecuadamente a lo que no es real, no percibiendo lo que no ha ocurrido. 6Si el perdón no estuviese justificado, se te estaría pidiendo que sacrificases tus derechos cuando devuelves perdón por ataque. 7Mas se te pide simplemente que consideres el perdón como la respuesta natural ante cualquier aflicción basada en un error que, por ende, no es más que una petición de ayuda. 8El perdón es la única respuesta cuerda, 9pues impide que tus derechos sean sacrificados.

3. Este entendimiento es el único cambio que le permite al mundo real alzarse para ocupar el lugar de los sueños de terror. 2El miedo no puede surgir a menos que se justifique el ataque; y si éste tuviese una base real, el perdón no tendría base alguna. 3El mundo real se alcanza cuando percibes que aquello en lo que el perdón se basa es completamente real y está plenamente justifi­cado. 4Mientras creas que el perdón es un regalo inmerecido, ello no podrá sino reforzar la culpabilidad que quieres "perdonar". 5El perdón que no está justificado es un ataque. 6Y eso es todo lo que el mundo puede jamás ofrecer. 7 Puede que algunas veces perdone a los "pecadores", pero sigue siendo consciente de que han pecado. 8De modo que no se merecen el perdón que les con­cede.

4. Éste es el falso perdón del que el mundo se vale para mantener viva la sensación de pecado. 2Y puesto que se considera que Dios es justo, parece imposible que Su perdón pueda ser verdadero. 3 De este modo, el temor a Dios es el resultado inevitable de consi­derar que el perdón es algo inmerecido. 4Nadie que se considere a sí mismo culpable puede evitar sentir temor de Dios. 5Pero se salva de este dilema si perdona. 6 La mente tiene que considerar al Creador tal como se considera a sí misma. 7Si puedes darte cuenta de que tu hermano es digno de perdón, es que has aprendido que tú tienes el mismo derecho a ser perdonado que él. 8Y no pensa­rías que Dios tiene destinado para ti un juicio temible que tu her­mano no se merece. 9Pues la verdad es que tú no mereces ni más ni menos que él.

5. Todo perdón que se considera merecido sana, 2 pues le otorga al milagro la fuerza para pasar por alto las ilusiones. 3Así es como aprendes que tú también tienes que haber sido perdonado. 4No hay ninguna apariencia que no pueda pasarse por alto. 5Pues si la hubiera, sería necesario que primero hubiese algún pecado que estuviese más allá del alcance del perdón. 6 Tendría que haber algún error que fuese más que una simple equivocación, un tipo especial de error que fuese inmutable y eterno, y que estuviese más allá de cualquier posibilidad de corrección o escape. 7Ten­dría que haber un error capaz de deshacer la creación, y de cons­truir un mundo que pudiese reemplazarla y destruir la Voluntad de Dios. 8Sólo si esto fuese posible podría haber algunas aparien­cias capaces de ser inmunes al milagro y de no ser sanadas por él.

6. No hay prueba más contundente de que lo que deseas es la idolatría, que la creencia de que hay algunas clases de enferme­dad y de desdicha que el perdón no puede sanar. 2 Esto quiere decir que prefieres conservar algunos ídolos y que todavía no estás completamente listo para abandonarlos todos. 3Y así, pien­sas que algunas apariencias son reales y que no son apariencias en absoluto. 4No te dejes engañar con respecto al significado de la creencia fija según la cual algunas apariencias son más difíciles de pasar por alto que otras. 5Pues ello siempre significa que crees que el perdón tiene límites. 6Y te habrás fijado una meta en la que el perdón es parcial y en la que puedes liberarte de la culpabilidad sólo en parte. 7¿Qué otra cosa puede significar esto sino que el perdón que te concedes a ti mismo, así como a todos los que pare­cen estar separados de ti es falso?

7. Tiene que ser verdad que o bien el milagro cura toda clase de enfermedad o bien no cura en absoluto. 2Su propósito no puede ser juzgar qué formas son reales y qué apariencias verdaderas. 3Si se tuviese que excluir una sola apariencia de la curación, habría una ilusión que formaría parte de la verdad. 4Y no podrías escaparte totalmente de la culpabilidad, sino sólo en parte. 5Tie­nes que perdonar al Hijo de Dios completamente, 6pues, de lo contrario, conservarás una imagen de ti mismo fragmentada, y seguirás temiendo mirar en tu interior y encontrar allí tu libera­ción de todos los ídolos. 7La salvación descansa en la fe de que es imposible que haya algunas clases de culpabilidad que tú no puedas perdonar. 8Por lo tanto, no hay ninguna apariencia que hubiese podido ocupar el lugar de la verdad con respecto al Hijo de Dios.

8. Contempla a tu hermano con el deseo de verlo tal como es. 2Y no excluyas ninguna parte de él de tu deseo de que se cure. 3Curar es hacer íntegro. 4Y a lo que es íntegro no le pueden faltar partes que se hayan dejado afuera. 5El perdón consiste en recono­cer esto, y en alegrarnos de que no haya ninguna forma de enfer­medad que el milagro no tenga el poder de curar.

9. El Hijo de Dios es perfecto, ya que de otro modo no podría ser el Hijo de Dios. 2Y no lo podrás conocer mientras creas que no merece librarse de todas las consecuencias y manifestaciones de la culpabilidad. 3De la única forma que debes pensar acerca de él si quieres conocer la verdad acerca de ti mismo es así:

 

4Te doy las gracias, Padre, por Tu perfecto Hijo, pues en su gloria veré la mía propia.

 

5He aquí la jubilosa afirmación de que no hay ninguna forma de mal que pueda prevalecer sobre la Voluntad de Dios, el feliz reconocimiento de que la culpabilidad no ha triunfado porque tú hayas deseado que las ilusiones sean reales. 6¿Y qué es esto sino una simple afirmación de la verdad?

10. Contempla a tu hermano con esta esperanza en ti y comprende­rás que él no pudo haber cometido un error que hubiese podido cambiar la verdad acerca de él. 2No es difícil pasar por alto errores a los que no se les ha atribuido efectos. 3Mas no perdonarás aque­llo que consideres que tiene el poder de hacer del Hijo de Dios un ídolo.4 Pues en ese caso él se habrá convertido para ti en una ima­gen sepulcral y en un signo de muerte. 5¿Podría ser eso tu salvador? 6¿Podría acaso el Padre estar equivocado con respecto a Su Hijo? 7¿No será más bien que te has engañado a ti mismo con respecto a aquel que se te dio para que lo curases a fin de que tú te pudieras salvar y liberar?

 

LECCIÓN 346

 

Hoy me envuelve la paz de Dios, y me olvido de todo excepto de Su Amor.

 

1. Padre, al despertar hoy los milagros corrigen mi percepción de todas las cosas. 2Y así comienza el día que voy a compartir Contigo tal como compartiré la eternidad, pues el tiempo se ha hecho a un lado hoy. 3No ando en pos de cosas temporales, por lo tanto, ni siquiera las veré. 4Lo que hoy busco trasciende todas las leyes del tiempo, así como las cosas que se perciben en él. 5Quiero olvidarme de todo excepto de Tu Amor. 6Quiero morar en Ti y no saber nada de ninguna otra ley que no sea Tu ley del amor. 7Quiero encontrar la paz que Tú creaste para Tu Hijo, y olvidarme, conforme contemplo Tu gloria y la mía, de todos los absurdos juguetes que fabriqué.

2. Y al llegar la noche; recordaremos únicamente la paz de Dios. 2Pues hoy veremos qué clase de paz es la nuestra, cuando nos olvidamos de todo excepto del Amor de Dios.

 

12 DE DICIEMBRE

VII. La nueva interpretación

1. ¿Cómo iba a haber dejado Dios que el significado del mundo estuviese sujeto a tu interpretación? 2Si hubiese hecho eso, el mundo no tendría significado. 3Pues es imposible que el signifi­cado de algo cambie constantemente y que, aun así, sea verdad. 4El Espíritu Santo ve en el mundo un solo propósito, el cual es eternamente inmutable. 5Ninguna situación puede alterar este objetivo, sino que tiene que estar de acuerdo con él. 6Pues sólo si el objetivo del mundo pudiese cambiar con cada situación, podría cada una de ellas estar sujeta a diferentes interpretaciones cada vez que se pensase en ellas. 7 Tú añades nuevos elementos al guión que escribes para cada minuto del día, y así, todo lo que sucede ahora tiene otro significado. 8Elimina algún elemento, y el significado cambiará consecuentemente.

2. ¿Qué reflejan tus guiones, sino tus planes acerca de cómo debe­ría transcurrir el día? 2Y así, determinas lo que es un desastre o un triunfo, un avance o un retroceso, una ganancia o una pér­dida. 3Estos juicios se hacen en conformidad con los papeles que el guión asigna. 4El hecho de que de por sí no signifiquen nada queda demostrado por la facilidad con que estas designaciones cambian a la luz de otros juicios que se hacen acerca de diferentes aspectos de la experiencia. 5Y luego, visto en retrospectiva, crees ver otro significado en conexión con lo que ocurrió previamente. 6¿Qué has hecho realmente, sino demostrar que nada de ello tenía significado alguno? 7Mas tú le atribuías significado a la luz de objetivos cambiantes, que alteraban el significado a medida que dichos objetivos cambiaban.

3. Solamente un propósito firme puede otorgarle a cualquier acontecimiento un significado estable. 2Pero tiene que otorgarles a todos ellos el mismo significado. 3Si a cada acontecimiento se le otorga un significado diferente, ello quiere decir que cada uno de ellos tiene un propósito diferente. 4Y ése sería todo el significado que tendrían. 5¿Qué clase de significado sería ése? 6¿Cómo puede ser que el significado de "significado" sea confusión? 7La percep­ción no puede estar fluctuando constantemente y al mismo tiempo tener un significado estable en alguna parte. 8El miedo es un juicio que nunca está justificado. 9Su presencia no. significa nada, excepto que sirve para mostrarte que escribiste un guión tenebroso y que, como resultado de ello, tienes miedo. 10Pero no porque la cosa que temes tenga de por sí un significado temible.

4. Abrigar un propósito común es el único medio por el que la percepción puede estabilizarse, y por el que se le puede dar una sola interpretación al mundo y a todas las experiencias que se tienen en él. 2En ese propósito común, todo el mundo y todas las cosas que ves comparten el mismo juicio. 3Ahora no tienes por qué juzgar, pues has aprendido que a todo se le ha dado el mismo significado, y te alegras de poder verlo por todas partes. 4Dicho significado no puede cambiar porque tu deseo es percibirlo en todas partes, inalterado por las circunstancias. 5Por lo tanto, se lo otorgas a todos los acontecimientos y dejas que ellos te ofrez­can estabilidad a ti.

5. Librarte de juzgar radica simplemente en esto: todas las cosas tienen el mismo propósito, el cual tú compartes con todo el mun­do. 2Y no hay nada en el mundo que pueda oponerse a ese propó­sito, pues es el propósito de todas las cosas y también el tuyo. 3Tener un mismo propósito pone fin a todas las ideas de sacrificio, las cuales no pueden sino atribuir un propósito para el que gana y otro para el que pierde. 4Sin esta idea no podría haber pensamien­tos de sacrificio. 5Y es esta idea de que puede haber diferentes objetivos lo que hace que la percepción oscile y el significado cam­bie. 6Con un objetivo unificado esto se vuelve imposible, pues tu conformidad hace que la interpretación sea estable y duradera.

6. ¿Cómo se iba a poder entablar la comunicación mientras los símbolos que se usan tengan diferentes significados? 2El objetivo del Espíritu Santo ofrece una sola interpretación, la cual tiene sig­nificado para ti y para tu hermano. 3Y así, te puedes comunicar con él y él contigo. 4Cuando se usan símbolos que ambos podéis comprender se deja de sacrificar el significado. 5Todo sacrificio supone la pérdida de tu capacidad de ver la conexión que hay entre todos los acontecimientos. 6Pues si se observan por separado no tienen ningún significado, 7ya que les falta la luz bajo la cual se pueden ver y comprender. 8Y así, carecen de propósito 9y no se puede entender cuál es su finalidad. 10Ningún pensamiento de pérdida significa nada, 11pues nadie está de acuerdo contigo con respecto a su significado. 12Es parte de un guión disparatado, que no puede ser interpretado de manera que tenga sentido. 13Siempre será ininteligible. 14Esto no es comunicación. 15Tus sombríos sue­Ã±os no son más que los absurdos guiones que escribes por tu cuenta mientras duermes. 16No trates de encontrar significado en sueños de separación. 17Sólo los sueños de perdón se pueden com­partir, 18pues significan lo mismo para ti que para tu hermano.

7. No hagas interpretaciones desde una perspectiva de soledad, pues lo que veas no tendrá ningún significado, y lo que representa cambiará. 2Y tú creerás que el mundo es un lugar incierto, por el que caminas en peligro, lleno de incertidumbre. 3Son únicamente tus interpretaciones las que carecen de estabilidad, pues no están en armonía con lo que realmente eres. 4Es éste un estado tan peli­groso en apariencia, que es imposible que no surja el temor. 5Hermano mío, no sigas por ese camino. 6Tenemos un solo Intérprete. 7Y a través del uso que Él hace de los símbolos nos unimos, y así, todos ellos tienen el mismo significado para todos nosotros. 8Nuestro idioma común nos permite hablar con todos nuestros hermanos, y entender con ellos que el perdón se nos ha otorgado a todos, y que, por lo tanto, podemos comunicarnos nuevamente.

 

VIII. La realidad inmutable

1. Las apariencias engañan, pero pueden cambiar. 2La realidad, en cambio, es inmutable. 3No engaña en absoluto, y si tú no pue­des ver más allá de las apariencias, te estás dejando engañar. 4Pues todo lo que ves cambiará; sin embargo, antes pensabas que era real, y ahora crees que es real nuevamente. 5De este modo, la realidad se ve reducida a formas y se la considera susceptible de cambiar. 6La realidad, no obstante, es inmutable. 7Esto es lo que hace que sea real y lo que la distingue de todas las apariencias. 8Tiene que estar más allá de toda forma para poder ser ella misma. 9No puede cambiar.

2. El milagro es un medio para demostrar que todas las aparien­cias pueden cambiar precisamente porque son apariencias y por­que carecen del atributo de inmutabilidad que la realidad entraña. 2El milagro da fe de que te puedes salvar de las apariencias al demostrar que éstas pueden cambiar. 3En tu hermano reside una inmutabilidad que está más allá de cualquier apariencia o engaño. 4Mas se ve nublada por tus cambiantes ideas acerca de él, que tú percibes como su realidad. 5Lo que constituiría un sueño feliz con respecto a él adopta la forma de una apariencia en la que él goza de perfecta salud, se encuentra completamente inmune a cualquier clase de carencia y está perfectamente a salvo de cualquier clase de desastre. 6El milagro es la prueba de que él no está limitado por ninguna clase de pérdida o sufrimiento, ya que todo ello puede cambiar tan fácilmente. 7Esto demuestra que nunca fueron reales y que no pudieron haber surgido de su reali­dad. 8Pues ésta es inmutable, y no hay nada en el Cielo o en la tierra que pueda jamás alterar sus efectos. 9Es evidente, en cam­bio, que las apariencias son irreales precisamente porque pueden cambiar.

3. ¿Qué es la tentación, sino el deseo de hacer que las ilusiones sean reales? 2No parece ser el deseo de hacer que lo que es real no lo sea. 3Sin embargo, es una afirmación de que algunas clases de ídolos ejercen una poderosa atracción que los hace más difíciles de resistir que aquellos que tú preferirías que no fuesen reales. 4Toda tentación, por lo tanto, no es más que esto: una plegaria para que el milagro no ejerza influencia sobre algunos sueños, y para que, en vez de ello, mantenga su irrealidad oculta y les otor­gue realidad. 5El Cielo no responde a tal oración, ni tampoco se te puede conceder un milagro para sanar las apariencias que no te gustan. 6Has establecido límites. 7Lo que pides se te concede, pero no por el Dios que no conoce límites. 8Sólo tú te has limitado a ti mismo.

4. La realidad es inmutable. 2Los milagros no hacen sino mostrar que lo que tú has interpuesto entre la realidad y tu conciencia es ilusorio y que no es en modo alguno una interferencia. 3El costo de la creencia de que algunas apariencias están más allá de cual­quier esperanza de cambio es que el milagro no se obra a través de ti de manera consistente. 4Pues has pedido que no tenga el poder de sanar todos los sueños. 5No hay milagro que no se te pueda conceder si realmente deseas la curación. 6Pero no se te puede conceder ninguno a menos que la desees. 7Si eliges lo que quieres sanar, habrás coartado la libertad de concederle Sus dones al Hijo de Dios a Aquel que otorga todos los milagros. 8Cuando el Hijo de Dios cae en la tentación, niega la realidad. 9Y de este modo, se convierte voluntariamente en esclavo de lo que eligió a cambio.

5. Precisamente porque la realidad es inmutable, existe en ella un milagro que sana todas las cosas cambiantes y te las ofrece para que las veas en una forma que te brinda felicidad y que está libre de temor. 2Se te concederá poder ver a tu hermano de esta manera. 3Pero no mientras quieras que sea de otra manera con respecto a ciertas cosas. 4Pues eso sólo significaría que no lo quie­res ver curado e íntegro. 5El Cristo en él es perfecto. 6¿Es esto lo que quieres contemplar? 7No dejes entonces que haya sueños acerca de él que tú prefieras ver en lugar del Cristo en él. 8Y verás al Cristo en él porque permitiste que Él viniera a ti. 9Y cuando Él se te haya aparecido, tendrás la certeza de que eres como Él, pues Él es lo inmutable en tu hermano y en ti.

6. Eso es lo que contemplarás cuando decidas que no hay nin­guna apariencia que prefieras conservar en lugar de lo que tu hermano realmente es. 2No dejes que la tentación de preferir un sueño permita que la incertidumbre se presente ahí. 3No te sien­tas culpable y temeroso cuando un sueño acerca de lo que él es te tiente. 4Pero no le atribuyas a ese sueño el poder de reemplazar lo inmutable en tu hermano en la percepción que tienes de él. 5No hay falsa apariencia que no desaparezca, si en lugar de ella pides un milagro. 6No hay dolor del que él no se pueda liberar, sólo con que desees que él sea lo que no puede sino ser. 7¿Por qué habrías de temer ver a Cristo en él? 8Pues en todo lo que ves no haces sino contemplarte a ti mismo. 9Y conforme él sane, tú te liberarás de la culpabilidad, pues lo que él aparenta ser es la imagen que tú tienes de ti mismo.

 

LECCIÓN 347

 

La ira procede de los juicios. Y los juicios son el arma que utilizo contra mí mismo a fin de mantener el milagro alejado de mi

 

1. Padre, deseo lo que va en contra de mi voluntad, y no lo que es mi voluntad tener. 2Rectifica mi mente, Padre mío, 3pues está enferma. 4Pero Tú has ofrecido libertad, y yo elijo reclamar Tu regalo hoy. 5Y así, le entrego todo juicio a Aquel que Tú me diste para que juzgara por mí. 6Él ve lo que yo contemplo, sin embargo, conoce la verdad. 7ÉI ve el dolor, mas comprende que no es real, y a la luz de Su entendimiento éste sana. 8Él concede los milagros que mis sueños quieren ocultar de mi conciencia. 9Que sea Él Quien juzgue hoy. 10No conozco mi voluntad, pero Él está seguro de que es la Tuya. 11Y hablará en mi nombre e invocará Tus milagros para que vengan a mí.

2. Escucha hoy. 2Permanece muy quedo, y oye la dulce Voz que habla por Dios asegurarte que Él te ha juzgado como el Hijo que Él ama.

 

LECCIÓN 348

 

Ni mi ira ni mi temor tienen razón de ser, pues Tú me rodeas. Y Tu gracia me basta para satisfacer cualquier necesidad que yo perciba.

 

1. Padre, déjame recordar que Tú estás aquí y que no estoy solo. 2Pues estoy rodeado de un Amor imperecedero. 3No hay razón para nada, excepto para la paz y alegría perfectas que comparto Contigo. 4¿Qué necesidad tengo de ira o de temor, 5cuando lo único que me rodea es la seguridad perfecta? 6¿Cómo puedo sentir miedo cuando la eterna pro­mesa que me hiciste jamás se aparta de mí? 7Estoy rodeado de perfecta impecabilidad. 8¿Qué puedo temer, cuando la santidad en la que Tú me creaste es tan perfecta como la Tuya Propia?

2. La gracia de Dios nos basta para hacer todo lo que Él quiere que hagamos. 2Y eso es lo único que elegimos como nuestra voluntad, así como la Suya.

 

LECCIÓN 349

 

Hoy dejo que la visión de Cristo contemple todas las cosas por mí, y que en lugar de juzgarlas, les conceda a cada una un milagro de amor.

 

1. Así quiero liberar todas las cosas que veo; concediéndoles la libertad que busco. 2De esta manera obedezco la ley del amor, dando lo que quiero encontrar y hacer mío. 3Ello se me dará, porque lo he elegido como el regalo que quiero dar. 4Padre, Tus regalos son míos. 5Cada regalo que acepto me concede un milagro que puedo dar. 6Y al dar tal como quiero recibir, comprendo que Tus milagros de curación me pertenecen.

2. Nuestro Padre conoce nuestras necesidades, 2y nos concede la gracia para satisfacerlas todas. 3Y así, confiamos en que Él nos enviará milagros para bendecir al mundo y sanar nuestras men­tes según regresamos a Él.

 

15 DE DICIEMBRE

Capítulo 31

LA VISIÓN FINAL

 

I. La simplicidad de la salvación

1. ¡Qué simple es la salvación! 2Tan sólo afirma que lo que nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. 3Lo imposible no ha ocurrido, ni puede tener efectos. 4Eso es todo. 5¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad? 6Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla. 7¿Cuán difícil puede ser recono­cer que lo falso no puede ser verdad, y que lo que es verdad no puede ser falso? 8Ya no puedes decir que no percibes ninguna diferencia entre lo falso y lo verdadero. 9Se te ha dicho exacta­mente cómo distinguir lo uno de lo otro, y lo que tienes que hacer si te confundes. 10¿Por qué, entonces, te empeñas en no aprender cosas tan sencillas como éstas?

2. Hay una razón. 2Pero no creas que es porque las cosas simples que la salvación te pide que aprendas sean difíciles, 3pues la salva­ción sólo enseña lo que es extremadamente obvio. 4La salvación simplemente procede de una aparente lección a la siguiente, mediante pasos muy sencillos que te llevan dulcemente de una a otra, sin ningún esfuerzo. 5Esto no puede crear confusión, y, sin embargo, estás confundido. 6Pues de alguna manera crees que es más fácil aprender y entender lo que es totalmente confuso. 7Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendi­zaje tan gigantesca que es ciertamente increíble. 8Pero lo lograste porque ése era tu deseo, y no te detuviste a considerar si iba a ser difícil de aprender o tan complejo que no se pudiese entender.

3. Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible, podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender. 2No hay un poder más grande en todo el mundo. 3El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. 4Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las apren­diste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio. 5No digas que no puedes aprender. 6Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tan difíciles como que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres quien eres.

4. ¿Quién podría afirmar que lecciones como éstas son fáciles de aprender? 2Sin embargo, tú has aprendido eso y más. 3Por muy difícil que haya sido, has seguido dando cada paso sin quejarte, hasta construir un mundo de tu agrado. 4Y cada una de las leccio­nes que configuran al mundo procede del primer logro de tu aprendizaje, el cual fue de tal enormidad que, ante su magnitud, la Voz del Espíritu Santo parece débil e inaudible. 5El mundo comenzó con una extraña lección, lo suficientemente poderosa como para dejar a Dios relegado al olvido y a Su Hijo convertido en un extraño ante sus propios ojos, exiliado del hogar donde Dios Mismo lo había ubicado. 6Tú que te has enseñado a ti mismo que el Hijo de Dios es culpable, no digas que no puedes aprender las sencillas lecciones que la salvación te enseña.

5. Aprender es una capacidad que tú inventaste y te otorgaste a ti mismo. 2No fue concebida para hacer la Voluntad de Dios, sino para apoyar el deseo de que fuese posible oponerse a ella y para que una voluntad ajena fuese incluso más real. 3Y esto es lo que este aprendizaje ha intentado demostrar, y tú has aprendido lo que fue su propósito enseñar. 4Ahora tu viejo y remachado apren­dizaje se alza implacable ante la Voz de la verdad y te enseña que Sus lecciones no son verdad, que son demasiado difíciles de aprender y de entender, y que son diametralmente opuestas a lo que realmente es verdad. 5No obstante, las aprenderás, pues ése es el único propósito de tu capacidad para aprender que el Espí­ritu Santo ve en todo el mundo. 6Sus sencillas lecciones de perdón son mucho más poderosas que las tuyas, pues te llaman desde Dios y desde tu Ser.

6. ¿Es acaso ésta Vocecilla tan débil y queda que no puede alzarse por encima del insensato ruido de sonidos que no tienen sentido? 2La Voluntad de Dios no fue que Su Hijo se olvidara de Él, 3y el poder de Su Voluntad reside en la Voz que habla por Él. 4¿Qué lección vas a aprender? 5¿Qué desenlace es inevitable, es tan seguro como Dios y está más allá de cualquier duda e incertidum­bre? 6¿Cómo iba a poder oponerse tu mísero aprendizaje, que tan difícil fue de aprender y cuyas consecuencias son tan extrañas, a las sencillas lecciones que, desde los orígenes del tiempo y desde que la capacidad de aprender fue concebida, se te enseñan en cada momento del día?

7. Solamente se pueden aprender dos lecciones. 2Cada una de ellas da lugar a un mundo diferente. 3Y cada uno de esos mundos se deriva irremediablemente de su fuente. 4El mundo que ves es el resultado inevitable de la lección que enseña que el Hijo de Dios es culpable. 5Es un mundo de terror y desesperación. 6En él no hay la más mínima esperanza de hallar felicidad. 7Ningún plan que puedas idear para tu seguridad tendrá jamás éxito. 8No puedes buscar dicha en él y esperar encontrarla. 9Mas éste no es el único resultado que se puede derivar de lo que has aprendido. 10Por mucho que te hayas esforzado por aprender la tarea que elegiste, la lección que refleja el Amor de Dios es todavía más fuerte. 11Y aprenderás que el Hijo de Dios es inocente, y verás otro mundo.

8. En el mundo que resulta de la lección que afirma que el Hijo de Dios es inocente no hay miedo, la esperanza lo ilumina todo y una gran afabilidad refulge por todas partes. 2No hay nada en él que no te invite amorosamente a ser su amigo y a que le permitas unirse a ti. 3Ni una sola llamada deja jamás de oírse, se interpreta erróneamente o se queda sin contestar en el mismo lenguaje en que se hizo. 4Y entenderás que ésta es la llamada que todos los seres y todas las cosas en el mundo siempre habían hecho, pero que tú no habías percibido como tal. 5Y ahora te das cuenta de que estabas equivocado. 6Te habías dejado engañar por las for­mas que ocultaban la llamada. 7Por lo tanto, no la podías oír, y así, perdiste un amigo que siempre quiso ser parte de ti. 8La eterna y queda llamada de cada aspecto de la creación de Dios a la totalidad se oye por todo el mundo a la que esta otra lección da lugar.

9. No hay ninguna cosa viviente que no comparta la Voluntad universal de que goce de plenitud y de que tú no seas sordo a su llamada. 2Sin tu respuesta esta llamada se deja morir, de la misma manera en que se la salva de la muerte cuando tú oyes en ella la llamada ancestral a la vida y comprendes que es tu propia llamada. 3El Cristo en ti recuerda a Dios con la misma certeza con la que Él conoce Su Amor. 4Pero Dios sólo puede ser Amor si Su Hijo es inocente. 5Pues ciertamente sería miedo, si aquel a quien Él creó inocente pudiera ser esclavo de la culpabilidad. 6El Hijo perfecto de Dios recuerda su creación. 7Pero en su culpabilidad se ha olvidado de lo que realmente es.

10. El temor a Dios es el resultado ineludible de la lección que afirma que Su Hijo es culpable, de la misma manera en que el Amor de Dios no puede sino recordarse cuando el Hijo reconoce su inocencia. 2Pues el odio no puede sino engendrar temor y con­siderar a su padre igual que a sí mismo. 3¡Cuán equivocado estás tú que no oyes la llamada cuyo eco resuena más allá de cada aparente invocación a la muerte, la llamada cuyo canto se oye tras cada ataque asesino, suplicando que el amor restaure el mundo moribundo! 4No comprendes Quién es el que te llama tras cada manifestación de odio, tras cada incitación a la pugna. 5Pero lo reconocerás cuando le contestes en el mismo lenguaje en que Él te llama. 6Él aparecerá cuando le hayas contestado, y por Él sabrás que Dios es Amor.

11. ¿Qué es la tentación, sino el deseo de tomar una decisión erró­nea con respecto a lo que quieres aprender, y obtener un resul­tado que no deseas? 2El reconocimiento de que ése es un estado mental indeseable se convierte en el medio por el que se vuelve a examinar la elección, viéndose entonces que hay otro resultado más deseable. 3Te engañas a ti mismo si crees que lo que quieres son desastres, desunión y dolor. 4No prestes oídos a esa llamada. 5Escucha más bien la llamada subyacente, que te exhorta a que seas feliz y a que estés en paz. 6Y el mundo entero te brindará paz y felicidad. 7Pues a lo que oigas es a lo que responderás! 8Y ¡oh, maravilla! 9Tu respuesta será la prueba de lo que has aprendido, 10y su resultado, el mundo que contemplarás.

12. Permanezcamos muy quedos por un instante y olvidémonos de todas las cosas que jamás hayamos aprendido, de todos los pensamientos que hayamos abrigado y de todas las ideas precon­cebidas que tengamos acerca de lo que las cosas significan y de cuál es su propósito. 2Olvidémonos de nuestras propias ideas acerca del propósito del mundo, 3pues no lo sabemos. 4Dejemos que toda imagen que tengamos acerca de cualquier persona se desprenda de nuestras mentes y desaparezca.

13. No abrigues ningún juicio, ni seas consciente de ningún pensa­miento, bueno o malo, que jamás haya cruzado tu mente con res­pecto a nadie. 2Ahora no lo conoces. 3Pero eres libre de conocerlo, y de conocerlo bajo una nueva luz. 4Ahora él renace para ti, y tú para él, sin el pasado que lo condenó a morir, y a ti junto con él. 5Ahora él es tan libre para vivir como lo eres tú porque una vieja lección que se había aprendido ha desaparecido, dejando un sitio donde la verdad puede renacer.

 

LECCIÓN 350

 

Los milagros son un reflejo del eterno Amor de Dios. Ofrecer­los es recordarlo a Él, y mediante Su recuerdo, salvar al mundo.

 

1. Lo que perdonamos se vuelve parte de nosotros, tal como nos percibi­mos a nosotros mismos. 2Tal como tú creaste a Tu Hijo, él encierra dentro de sí todas las cosas. 3El que yo Te pueda recordar depende de que lo perdone a él. 4Lo que él es no se ve afectado por sus pensamientos. 5Pero lo que contempla es el resultado directo de ellos. 6Así pues, Padre mío; quiero ampararme en Ti. 7Sólo Tu recuerdo me liberará. 8Y sólo perdo­nando puedo aprender a dejar que Tu recuerdo vuelva a mí, y á ofrecérselo al mundo con agradecimiento.

2 Y a medida que hagamos acopio de Sus milagros, estaremos en verdad agradecidos. 2Pues conforme lo recordemos, Su Hijo nos será restituido en la realidad del Amor.

 

16 DE DICIEMBRE

II. Caminando con Cristo

1. Una vieja lección no se supera contraponiendo la nueva con la vieja. 2No se la subyuga para que la verdad pueda conocerse, ni se combate para que se rinda ante el atractivo de la verdad. 3No hay que prepararse para ninguna batalla, no hay que dedicarle tiempo, ni tampoco es necesario hacer planes para implantar lo nuevo. 4Una vieja batalla se está librando contra la verdad, pero la verdad no responde. 5¿Quién podría ser herido en semejante bata­lla, a no ser que se hiriese a sí mismo? 6En realidad no tiene ene­migos. 7¿Y podría acaso ser atacado por sueños?

2. Repasemos nuevamente lo que parece interponerse entre la verdad de lo que eres y tú. 2Pues para superar este obstáculo se tienen que dar ciertos pasos. 3El primero es una decisión que tú tomas. 4Pero de ahí en adelante, la verdad se te confiere. 5Tú quie­res determinar lo que es verdad, 6y debido a tu deseo, estableces dos alternativas entre las que elegir cada vez que crees que tienes que tomar una decisión. 7Ninguna de ellas es verdad, 8ni tampoco son diferentes entre sí. 9Sin embargo, tienes que examinar las dos antes de que puedas mirar más allá de ellas a la única alternativa que sí constituye una elección diferente. 10Pero no la busques en los sueños que forjaste con el propósito de que esto estuviese nublado de tu conciencia.

3. Las alternativas entre las que eliges no constituyen una verda­dera elección, y tan sólo dan la impresión de que se trata de una elección libre, pues en cualquier caso, el resultado será el mismo. 2De modo que no es realmente una elección en absoluto. 3El líder y el seguidor parecen desempeñar diferentes papeles, y cada uno de estos papeles parece poseer ventajas que tú no quisieras per­der. 4En su fusión, por lo tanto, parece haber esperanzas de satis­facción y de paz. 5Te ves a ti mismo dividido entre estos dos papeles, escindido para siempre entre los dos. 6Y cada amigo o enemigo se convierte en un medio para salvarte de esto.

4. Tal vez lo llames amor 2O tal vez pienses que es un asesinato que finalmente está justificado. 3Odias a aquel a quien asignaste el papel de líder cuando tú lo quisieras tener, y lo odias igual­mente cuando él no lo asume en aquellas ocasiones en que tú quieres ser el seguidor y abandonar el liderato. 4Para eso fue para lo que concebiste a tu hermano, y te acostumbraste a pensar que ése era su propósito. 5A menos que él sea fiel a eso, no habrá cumplido la función que tú le asignaste. 6Por lo tanto, merece la muerte, al no tener ningún propósito ni ninguna utilidad para ti.

5. ¿Y qué quiere él de ti? 2¿Qué otra cosa podría querer, 3sino lo mismo que tú quieres de él? 4En esto es tan fácil elegir la vida como la muerte, pues lo que eliges para ti lo eliges para él. 5Le haces dos llamamientos, tal como él a ti. 6Estos dos llamamientos ciertamente constituyen una elección, pues de cada uno de ellos se deriva un resultado distinto. 7Si él acaba siendo tu líder o tu segui­dor no importa, pues en cualquier caso habrás elegido la muerte. 8Pero si él clama por la muerte o por la vida, por el odio o bien por el perdón y por la ayuda, entonces el resultado no será el mismo. 9Si oyes el primero de esos llamamientos, te separarás de él y te perderás. 10Mas si oyes el segundo, te unirás a él y en tu respuesta se halla la salvación. 11La voz que oyes en él no es sino la tuya. 12¿Qué te pide? 13Escucha atentamente, 14pues te está pidiendo lo mismo que te ha de llegar a ti, ya que lo que estás viendo es una imagen de ti mismo y lo que estás oyendo es tu propia voz expresando tus deseos.

6. Antes de contestar, haz una pausa y piensa en lo siguiente: 2La respuesta que le dé a mi hermano es la que yo estoy pidiendo. 3Y lo que aprenda acerca de él, es lo que aprenderé acerca de mí. 4Aguardemos luego un instante y estemos muy quietos, olvidán­donos de todo lo que habíamos creído oír y recordando cuán poco sabemos. 5Este hermano ni nos dirige ni nos sigue, sino que camina a nuestro lado por la misma senda que nosotros reco­rremos. 6Él es como nosotros, y se halla tan cerca o tan lejos de lo que anhelamos como le permitamos estar. 7No hacemos ningún avance que él no haga con nosotros, y si él no avanza, nosotros retrocedemos. 8No le des la mano con ira, sino con amor, pues su progreso es el tuyo propio. 9Y recorreremos la senda por sepa­rado a no ser que lo mantengas a salvo a tu lado.

7. Puesto que Dios os ama a los dos por igual, se te salvará de todas las apariencias y contestarás la llamada que Cristo te hace. 2Estáte muy quedo y escucha. 3Despeja tu mente de viejas ideas. 4Olvida las tristes lecciones que aprendiste acerca de este Hijo de Dios que te llama. 5Cristo llama a todos con igual ternura, sin ver líderes ni seguidores, y oyendo una sola respuesta para todos ellos. 6Puesto que Él oye una sola Voz, no puede oír una res­puesta diferente de la que dio cuando Dios lo nombró Su único Hijo.

8. Sumérgete en la más profunda quietud por un instante. 2Ven sin ningún pensamiento de nada que hayas aprendido antes, y deja a un lado todas las imágenes que has inventado. 3Lo viejo y decrépito se derrumbará ante lo nuevo tanto si te opones a ello como si lo apoyas. 4Ninguna de las cosas que consideras valiosas y dignas de tus atenciones será atacada. 5Tampoco se atacará tu deseo de oír un llamamiento que jamás existió. 6Nada te hará daño en este santo lugar adonde vienes a escuchar en silencio y a aprender qué es lo que realmente quieres. 7Esto será lo único que se te pedirá aprender. 8Mas al oírlo, comprenderás que lo único que necesitas hacer es abandonar los pensamientos que ya no deseas y que nunca fueron verdad.

9. Perdona a tu hermano por todo lo que aparenta ser, lo cual procede de las viejas lecciones que te habías enseñado a ti mismo acerca de tu pecaminosidad. 2Oye únicamente su petición de cle­mencia y liberación de todas las pavorosas imágenes que tiene con respecto a lo que él es y a lo que tú no puedes sino ser tam­bién. 3Él teme caminar a tu lado, y cree que tal vez si se atrasa o se adelanta un poco será menos peligroso para él. 4¿Cómo ibas a poder progresar tú si piensas lo mismo, y avanzas únicamente cuando él se rezaga y te quedas atrás cuando él se adelanta? 5Pues al hacer esto, te olvidas del objetivo de la jornada, que no es otro que la decisión de caminar a su lado, de modo que ninguno sea ni líder ni seguidor. 6Se trata, por lo tanto, de que caminéis juntos y no cada uno por separado. 7Y mediante esta decisión, el resul­tado del aprendizaje cambia, pues Cristo habrá vuelto a nacer para vosotros dos.

10. Para que esto suceda, bastará un solo instante que estés libre de tus viejas ideas acerca de quién es tu formidable compañero y de lo que él debe estar pidiendo. 2Y percibirás que su propósito es el mismo que el tuyo. 3Él pide lo que tú deseas y necesita lo mismo que tú. 4Tal vez en su caso ello se manifieste de forma diferente, pero no es a la forma a lo que respondes. 5Él pide y tú recibes, pues has venido con un solo propósito: poder aprender a amar a tu hermano con un amor fraternal. 6Y en cuanto que her­mano tuyo, su Padre no puede sino ser el mismo que el tuyo, ya que él es como tú.

11. Unidos podéis recordar y aceptar vuestra herencia común. 2Solos, se os niega a ambos. 3¿No está claro acaso que mientras sigas insistiendo en ser líder o seguidor pensarás que caminas solo, sin nadie a tu lado? 4Éste es el camino que no conduce a ninguna parte, pues no se te puede otorgar la luz mientras cami­nes solo, y así, no puedes ver por donde vas. 5Esto produce con­fusión y una interminable sensación de duda, a medida que te tambaleas solo de un lado a otro en la oscuridad. 6Sin embargo, éstas no son más que apariencias de lo que es la jornada y de cómo se tiene que recorrer. 7Pues hay Alguien a tu lado que ilu­mina tu camino, de modo que puedas dar cada paso con certeza y sin ninguna duda con respecto a qué camino seguir. 8Tener los ojos vendados puede ciertamente cegarte, mas no puede hacer que el camino en sí sea oscuro. 9Y Aquel que viaja contigo tiene la luz.

 

14. ¿Qué soy?

 

1. Soy el Hijo de Dios, pleno, sano e íntegro, resplandeciente en el reflejo de Su Amor. 2En mí Su creación se santifica y Se le garantiza vida eterna. 3En mí el amor alcanza la perfección, el miedo es imposible y la dicha se establece sin opuestos. 4Soy el santo hogar de Dios Mismo. 5Soy el Cielo donde Su Amor reside. 6Soy Su santa Impecabilidad. Misma, pues en mi pureza reside la Suya Propia.

2. La necesidad de usar palabras está casi llegando a su fin ahora. 2Mas en los últimos días de este año que tú y yo juntos le ofreci­mos a Dios, hemos encontrado un solo propósito, el cual compartimos. 3Y así, te uniste a mí, de modo que lo que yo soy tú lo eres también. 4La verdad de lo que somos no es algo de  lo que se pueda hablar o describir con palabras. 5Podemos, sin embargo, darnos cuenta de la función que tenemos aquí, y usar palabras para hablar de ello así como para enseñarlo, si predicamos con el ejemplo.

3. Somos los portadores de la salvación. 2Aceptamos nuestro papel como salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. 3Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se nos concede a nosotros. 4Vemos a todos como nuestros hermanos, y percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas. 5No estamos interesados en ninguna función que se encuentre más allá del umbral del Cielo. 6El conocimiento vol­verá a aflorar en nosotros cuando hayamos desempeñado nues­tro papel. 7Lo único que nos concierne ahora es dar la bienvenida a la verdad.

4. Nuestros son los ojos a través de los cuales la visión de Cristo ve un mundo redimido de todo pensamiento de pecado. 2Nues­tros, los oídos que oyen la Voz que habla por Dios proclamar que el mundo es inocente. 3Nuestras, las mentes que se unen conforme bendecimos al mundo. 4Y desde la unión que hemos alcan­zado, invitamos a todos nuestros hermanos a compartir nuestra paz y a consumar nuestra dicha.

5. Somos los santos mensajeros de Dios que hablan en Su Nom­bre, y que al llevar Su Palabra a todos aquellos que Él nos envía, aprendemos que está impresa en nuestros corazones. 2Y de esa forma, nuestras mentes cambian con respecto al objetivo para el que vinimos y al que ahora procuramos servir. 3Le traemos bue­nas nuevas al Hijo de Dios que pensó que sufría. 4Ahora ha sido redimido. 5Y al ver las puertas del Cielo abiertas ante él, entrará y desaparecerá en el Corazón de Dios.

 

LECCIÓN 351

 

Mi hermano impecable es mi guía a la paz: Mi hermano pecador es mi guía al dolor. Y el que elija ver será el que contemplaré.

 

1. ¿Quién es mi hermano sino Tu santo Hijo? 2Mas si veo pecado en él proclamo que soy un pecador, en vez de un Hijo de Dios, y que me encuentro solo y sin amigos en un mundo aterrante. 3Mas percibirme de esa manera es una decisión que yo mismo he tomado y puedo, por consi­guiente, volverme atrás. 4Puedo asimismo ver a mi hermano exento de pecado, y como Tu santo Hijo. 5Y si ésta es la alternativa por la que me decido, veo mi impecabilidad, a mi eterno Consolador y Amigo junto a mí, y el camino libre y despejado. 6Elige, pues, por mí, Padre mío, a través de Aquel que habla por Ti. 7Pues sólo Él juzga en Tu Nombre.

 

17 DE DICIEMBRE

III. Los que se acusan a sí mismos

1. Sólo los que se acusan a sí mismos pueden condenar. 2Antes de tomar una decisión de la que se han de derivar diferentes resulta­dos tienes que aprender algo, y aprenderlo muy bien. 3Ello tiene que llegar a ser una respuesta tan típica para todo lo que hagas que acabe convirtiéndose en un hábito, de modo que sea tu pri­mera reacción ante toda tentación o suceso que ocurra. 4Aprende esto, y apréndelo bien, pues con ello la demora en experimentar felicidad se acorta por un tramo de tiempo que ni siquiera pue­des concebir: 5nunca odias a tu hermano por sus pecados, sino únicamente por los tuyos. 6Sea cual sea la forma que sus pecados parezcan adoptar, lo único que hacen es nublar el hecho de que crees que son tus propios pecados y, por lo tanto, que el ataque es su "justo" merecido.

2. ¿Por qué iban a ser sus pecados pecados, a no ser que creyeses que esos mismos pecados no se te podrían perdonar a ti? 2¿Cómo iba a ser que sus pecados fuesen reales, a no ser que creyeses que constituyen tu realidad? 3¿Y por qué los atacas por todas partes, si no fuese porque te odias a ti mismo? 4¿Eres acaso tú un pecado? 5Contestas afirmativamente cada vez que atacas, pues mediante el ataque afirmas que eres culpable y que tienes que infligirle a otro lo que tú te mereces. 6¿Y qué puedes merecer, sino lo que eres? Si no creyeses que mereces ataque, jamás se te ocurriría atacar a nadie. 8¿Por qué habrías de hacerlo? 9¿Qué sacarías con ello? 10¿Y de qué manera podría beneficiarte el asesinato?

3. Los pecados se perciben en el cuerpo, 2no en la mente. 3No se ven como propósitos, sino como acciones. 4Los cuerpos actúan, pero las mentes no. 5Por lo tanto, el cuerpo debe tener la culpa de lo que él mismo hace. 6No se le ve como algo pasivo que simple­mente se somete a tus órdenes sin hacer nada por su cuenta. 7Si tú eres un pecado, no puedes sino ser un cuerpo, pues la mente no actúa. 8Y el propósito tiene que encontrarse en el cuerpo y no en la mente. 9El cuerpo debe actuar por su cuenta y motivarse a sí mismo. 10Si eres un pecado, aprisionas a la mente dentro del cuerpo y le adjudicas el propósito de ésta a su prisión, que enton­ces actúa en su lugar. 11Un carcelero no obedece órdenes, sino que es el que le da órdenes al prisionero.

4. Mas es el cuerpo el que es el prisionero, no la mente. 2El cuerpo no tiene pensamientos. 3No tiene la capacidad de aprender, perdo­nar o esclavizar. 4No da órdenes que la mente tenga que acatar, ni fija condiciones que ésta tenga que obedecer. 5Él cuerpo sólo man­tiene en prisión a la mente que está dispuesta a morar en él. 6Se enferma siguiendo las órdenes de la mente que quiere ser su pri­sionera. 7Y envejece y muere porque dicha mente está enferma. 8El aprendizaje es lo único que puede producir cambios. 9El cuerpo, por lo tanto, al que le es imposible aprender, jamás podría cam­biar a menos que la mente prefiriese que él cambiase de aparien­cia para amoldarse al propósito que ella le confirió. 10Pues la mente puede aprender, y es en ella donde se efectúa todo cambio.

5. La mente que se considera a sí misma un pecado sólo tiene un propósito: que el cuerpo sea la fuente del pecado, para que la mantenga en la prisión que ella misma eligió y que vigila, y don­de se mantiene a sí misma separada, prisionera durmiente de los perros rabiosos del odio y de la maldad, de la enfermedad y del ataque, del dolor y de la vejez, de la angustia y del sufrimiento. 2Aquí es donde se conservan los pensamientos de sacrificio, pues ahí es donde la culpabilidad impera y donde le ordena al mundo que sea como ella misma: un lugar donde nadie puede hallar misericordia, ni sobrevivir los estragos del temor, excepto me­diante el asesinato y la muerte. 3Pues ahí tú te conviertes en un pecado, y el pecado no puede morar allí donde moran el júbilo y la libertad, pues éstos son sus enemigos y él los tiene que des­truir. 4El pecado se conserva mediante la muerte, y aquellos que creen ser un pecado no pueden sino morir por razón de lo que creen ser.

6. Alegrémonos de que ves aquello que crees, y de que se te haya concedido poder cambiar tus creencias. 2El cuerpo simplemente te seguirá. 3Jamás te puede conducir adonde tú no quieres ir. 4No es un centinela de tu sueño, ni interfiere en tu despertar. 5Libera a tu cuerpo del encarcelamiento, y no verás a nadie prisionero de lo que tú mismo te has escapado. 6Tampoco querrás retener en la culpabilidad a aquellos que habías decidido eran tus enemigos, ni mantener encadenados a la ilusión de un amor cambiante a aquellos que consideras amigos.

7. Los inocentes otorgan libertad como muestra de gratitud por su liberación. 2Y lo que ven apoya su liberación del encarcela­miento y de la muerte. 3Haz que tu mente sea receptiva al cam­bio, y ni a tu hermano ni a ti se os podrá imponer ninguna pena ancestral. 4Pues Dios ha decretado que no se pueda pedir ni hacer ningún sacrificio.

 

LECCIÓN 352

 

Los juicios son lo opuesto al amor. De los juicios procede todo el dolor del mundo, y del amor, la paz de Dios.

 

1. El perdón ve sólo impecabilidad, y no juzga. 2Ésta es la manera de llegar á Ti. 3Los juicios me vendan los ojos y me ciegan. 4El amor, que aquí se refleja en forma de perdón, me recuerda, por otra parte, que Tú me has proporcionado un camino para volver a encontrar Tu paz. 5Soy redimido cuando elijo seguir ese camino. 6Tú no me has dejado desam­parado. 7Dentro de mí yace Tu recuerdo, así como Uno que me conduce hasta él. 8Padre, hoy quiero oír Tu Voz y encontrar Tu paz. 9Pues quiero amar mi propia Identidad y encontrar en Ella el recuerdo de Ti.

 

18 DE DICIEMBRE

IV. La verdadera alternativa

1. Existe una marcada tendencia a pensar que el mundo puede ofrecer consuelo y escape de los mismos problemas que tiene como propósito perpetuar. 2¿A qué se debe esto? 3Se debe a que éste es un lugar en el que elegir entre ilusiones parece ser la única opción, 4ya que tú crees tener control de los resultados de tu elección. 5Piensas, por lo tanto, que en el breve lapso que se extiende desde tu nacimiento hasta tu muerte se te ha concedido un poco de tiempo para tu uso exclusivo: un intervalo de tiempo en el que todo el mundo está en conflicto contigo, si bien puedes elegir el camino que te librará del conflicto y te conducirá más allá de las dificultades que no son de tu incumbencia. 6Pero sí que te incumben. 7¿Cómo ibas a poder, entonces, escaparte de ellas dejándolas atrás? 8Lo que tiene que ir contigo te acompañará, sea cual sea el camino que elijas recorrer.

2. La verdadera elección no es algo ilusorio. 2Mas el mundo no te la puede ofrecer. 3Todos sus caminos no hacen sino conducir a la desilusión, a la nada y a la muerte. 4Sus alternativas no constitu­yen una verdadera elección. 5No intentes escaparte de tus proble­mas aquí, 6pues el mundo fue concebido precisamente para que no se pudiese escapar de ellos. 7No te dejes engañar por los dife­rentes nombres que se le han dado a sus caminos. 8Todos tienen la misma finalidad. 9Y cada uno de ellos es tan sólo un medio para alcanzar esa finalidad, pues es ahí adonde todos ellos con­ducen, por muy diferentes que parezcan ser sus orígenes y por muy diferentes que parezcan ser sus trayectorias. 10Su final es inescapable, pues no hay elección posible entre ellos. 11Todos te conducen a la muerte. 12Recorrerás algunos de ellos felizmente por algún tiempo, antes de que comience la amargura. 13Mas por otros, las espinas se dejarán sentir de inmediato. 14La elección no es cuál ha de ser el final, sino cuándo va a llegar.

3. No hay elección posible allí donde el final es indudable. 2Tal vez prefieras probarlos todos, antes de que te des cuenta de que todos son lo mismo. 3Los caminos que el mundo ofrece parecen ser muchos, pero llegará un momento en que todo el mundo comenzará a darse cuenta de cuán parecidos son los unos a los otros. 4Hay quienes han muerto al darse cuenta de esto porque no vieron otros caminos que los que ofrecía el mundo. 5Y al darse cuenta de que no conducían a ninguna parte, perdieron toda espe­ranza. 6Sin embargo, ése fue el momento en que pudieron haber aprendido la lección más importante de todas. 7Todo el mundo tiene que llegar a este punto e ir más allá de él. 8Ciertamente es verdad que el mundo no te ofrece elección alguna. 9Mas ésta no es la lección. 10La lección tiene un propósito, y con esto llegas a entender para qué es.

4. ¿Por qué querrías probar otro camino, otra persona u otro lugar, cuando ya te has dado cuenta de cómo comienza la lección, aunque todavía no percibas para qué es? 2Su propósito es la res­puesta a la búsqueda que tienen que emprender los que todavía creen que se puede encontrar otra respuesta. 3Aprende ahora, sin dejarte abatir por ello, que no hay ninguna esperanza de encon­trar respuesta alguna en el mundo. 4Mas no juzgues la lección que apenas acaba de comenzar con esto, 5ni busques ninguna otra señal en el mundo que te haga pensar que tal vez haya otro camino. 6No sigas tratando de encontrar esperanzas donde no las hay. 7Acelera tu aprendizaje ahora, y comprende que desperdi­cias el tiempo si no vas más allá de lo que ya has aprendido hacia lo que aún te queda por aprender. 8Pues desde este punto -el más bajo- el aprendizaje te llevará a cumbres de felicidad en las que verás el propósito de la lección refulgiendo claramente, y perfectamente al alcance de tu comprensión.

5. ¿Quién estaría dispuesto a darle la espalda a todos los caminos del mundo, a menos que se diese cuenta de su auténtica futilidad? 2¿No es menester acaso que éste sea su punto de partida, en vez de buscar otro camino? 3Pues mientras vea alternativas donde no las hay, ¿qué poder de decisión podría ejercer? 4Sólo cuando se aprende dónde tiene realmente utilidad ese poder puede éste ejercerse plenamente. 5¿Y qué poder puede tener cualquier decisión si se aplica a situaciones en las que no hay elección posible?

6. Aprender que el mundo sólo ofrece una alternativa, sea cual sea la forma en que ésta se manifieste, es el comienzo de la acep­tación de que sí hay otra alternativa que es real. 2Oponerte a este paso es impedir el logro del propósito para el que viniste aquí, 3pues no viniste a aprender cómo encontrar un camino que el mundo no ofrece. 4La búsqueda de diferentes caminos en el mun­do no es más que la búsqueda de diferentes formas de verdad. 5Y esto es lo que hace que la verdad no se pueda alcanzar.

7. No pienses que puedes encontrar la felicidad siguiendo un camino que te aleja de ella. 2Eso ni tiene sentido ni puede ser la manera de alcanzarla. 3Tú que piensas que este curso es dema­siado difícil de aprender, déjame repetirte que para alcanzar una meta tienes que proceder en dirección a ella, no en dirección con­traria. 4Y todo camino que vaya en dirección contraria te impe­dirá avanzar hacia la meta que te has propuesto alcanzar. 5Si esto fuese difícil de entender, entonces sería imposible aprender este curso. 6Mas sólo en ese caso. 7Pues, de lo contrario, este curso es la simple enseñanza de lo obvio.

8. Hay una elección que tienes el poder de hacer una vez que hayas visto las verdaderas alternativas. 2Hasta que no llegues a este punto no tendrás nada entre qué elegir, y lo único que podrás hacer es decidir cuál es la mejor forma de engañarte a ti mismo otra vez. 3Este curso sólo intenta enseñarte que el poder de deci­sión no radica en elegir entre diferentes formas de lo que aún sigue siendo la misma ilusión y el mismo error. 4Todas las alterna­tivas que el mundo ofrece se basan en esto: que eliges entre tu hermano y tú; que tú ganas en la misma medida en que él pierde; y que lo que tú pierdes es lo que se le da a él. 5¡Cuán rotunda­mente opuesto a la verdad es esto, toda vez que el único propósito de la lección es enseñarte que lo que tu hermano pierde, tú lo pierdes también, y que lo que él gana es lo que se te da a ti!

9. ¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! 2Pero tú olvidaste Su Presencia y no recordaste Su Amor. 3No hay senda en el mundo que te pueda conducir a Él, ni objetivo mundano que pueda ser uno con el Suyo. 4¿Qué camino puede haber en todo el mundo ­-excepto si la jornada no es más que un errante vagar- que te pueda llevar hasta tu interior cuando todos fueron concebidos para separar a la jornada del propósito que debe tener? 5Todos los caminos que te alejan de lo que eres te conducen a la confu­sión y a la desesperanza. 6Sin embargo, Él nunca dejó Sus Pensa­mientos a merced de la muerte sin que su Fuente estuviese eter­namente en ellos.

10. ¡Él no ha abandonado Sus Pensamientos! 2Y así como Él no podría separarse de ellos, ellos no pueden excluirlo a Él de sí mismos. 3Moran unidos a Él, y en su unicidad* ambos se conser­van intactos. 4No hay camino que pueda alejarte de Él, 5ni jor­nada que pueda llevarte más allá de ti mismo. 6¡Qué absurdo y descabellado es pensar que puede haber un camino con seme­jante objetivo! 7¿Adónde podría conducir? 8¿Y cómo se te podría obligar a recorrerlo sin que tu propia realidad te acompañase?

11. Perdónate a ti mismo tu locura, y olvídate de todas las jorna­das fútiles y de todas las metas sin objetivo. 2No significan nada. 3No puedes dejar de ser lo que eres. 4Pues Dios es misericordioso, y no permitió que Su Hijo lo abandonara. 5Siéntete agradecido por lo que Él es, pues en ello reside tu escapatoria de la locura y de la muerte. 6No puedes estar en ningún lugar, excepto donde Él está. 7Y no hay camino que no conduzca a Él.

 

LECCIÓN 353

 

Mis ojos, mi boca, mis manos y mis pies tienen hoy un solo propósito: estar al servicio de Cristo a fin de que Él pueda utilizarlos para bendecir al mundo con milagros.

 

1. Padre, hoy le entrego a Cristo todo lo que es mío para que Él lo utilice de la manera que sea más beneficiosa para el propósito que comparto con Él. 2Nada es exclusivamente mío, pues Él y yo nos hemos unido en un propósito común. 3De este modo, el aprendizaje casi ha llegado a su señalado final. 4Por un tiempo colaboraré con Él en el logro de Su propó­sito. 5Luego me fundiré en mi Identidad y reconoceré que Cristo no es sino mi Ser.

 

19 DE DICIEMBRE

V. El concepto del yo frente al verdadero Ser

1. Las enseñanzas del mundo se basan en un concepto del yo que se ajusta a la realidad mundana. 2Y como tal, se adapta muy bien a ella. 3Pues es una imagen que encaja perfectamente en un mundo de sombras e ilusiones. 4En él se encuentra como en su propia casa, y todo lo que ve es uno con ella. 5El propósito de las enseñanzas del mundo es que cada individuo forje un concepto de sí mismo. 6Éste es su propósito: que vengas sin un yo, y que fabriques uno a medida que creces. 7Y cuando hayas alcanzado la "madurez", lo habrás perfeccionado, para así poderte enfrentar al mundo en igualdad de condiciones y perfectamente adaptado a sus exigencias.

2. Tú forjas un concepto de ti mismo, 2el cual no guarda seme­janza alguna contigo. 3Es un ídolo, concebido con el propósito de que ocupe el lugar de tu realidad como Hijo de Dios. 4El concepto de ti mismo que el mundo te enseña no es lo que aparenta ser, 5pues se concibió para que tuviera dos propósitos, de los cuales la mente sólo puede reconocer uno. 6El primero presenta la cara de inocencia, el aspecto con el que se actúa. 7Ésta es la cara que sonríe y es amable, e incluso parece amar. 8Busca compañeros, contem­pla a veces con piedad a los que sufren, y de vez en cuando ofrece consuelo. 9Cree ser buena dentro de un mundo perverso.

3. Este aspecto puede disgustarse, pues el mundo es perverso e incapaz de proveer el amor y el amparo que la inocencia se merece. 2Por esa razón, es posible hallar este rostro con frecuencia arrasado de lágrimas ante las injusticias que el mundo comete contra los que quieren ser buenos y generosos. 3Este aspecto nunca lanza el primer ataque. 4Pero cada día, cientos de incidentes sin importancia socavan poco a poco su inocencia, provocando su irritación, e induciéndolo finalmente a insultar y a abusar descon­troladamente.

4. La cara de inocencia que el concepto de uno mismo tan orgu­llosamente lleva puesta, condona el ataque que se lleva a cabo en defensa propia, pues, ¿no es acaso un hecho harto conocido que el mundo trata ásperamente a la inocencia indefensa? 2Nadie que forja una imagen de sí mismo omite esta cara, pues tiene necesi­dad de ella. 3Mas no quiere ver el otro lado. 4Sin embargo, es ahí donde el aprendizaje del mundo tiene puestas sus miras, pues ahí es donde se establece la "realidad" del mundo, para perpe­tuar la continuidad del ídolo.

5. Detrás de la cara de inocencia se encuentra una lección, para enseñar la cual se concibió el concepto del yo. 2Es una lección acerca de un terrible desplazamiento y de un miedo tan devasta­dor que la cara sonriente que se encuentra encima tiene que mirar para siempre en otra dirección, no sea que perciba la trai­ción que oculta. 3Esto es lo que la lección enseña. 4Yo soy la cosa que tú has hecho de mí, y al contemplarme, quedas condenado por causa de lo que soy". 4El mundo sonríe con aprobación ante este concepto de ti mismo, pues garantiza que los senderos del mundo se mantengan a salvo y que los que caminan por ellos no puedan escapar.

6. Ésta es la lección básica que garantiza que tu hermano estará condenado eternamente, 2pues lo que tú eres se ha vuelto ahora su pecado. 3Y para esto no hay perdón. 4No importa ya lo que él haga, pues tu dedo acusador apunta hacia él sin vacilación y con mortal puntería. 5Apunta también hacia ti, pero este hecho se mantiene aún más oculto entre las brumas que se encuentran tras la cara de inocencia. 6Y en esas bóvedas ocultas se conservan todos sus pecados así como los tuyos, y se mantienen en la oscu­ridad, donde no se pueden percibir como errores, lo cual la luz indudablemente mostraría. 7No se te puede culpar por lo que eres, ni tampoco puedes cambiar lo que ello te obliga a hacer. 8Tu hermano es para ti, pues, el símbolo de tus propios pecados, y lo condenas silenciosamente, aunque con tenaz insistencia, por esa cosa odiosa que eres.

7. Los conceptos se aprenden. 2No son naturales, 3ni existen aparte del aprendizaje. 4No son algo que se te haya dado, de modo que tienen que haberse forjado. 5Ninguno de ellos es ver­dad, y muchos son el producto de imaginaciones febriles, que arden llenas de odio y de distorsiones nacidas del miedo. 6¿Qué es un concepto, pues, sino un pensamiento al que su hacedor le otorga un significado especial? 7Los conceptos mantienen vigente el mundo. 8Mas no se pueden usar para demostrar que el mundo es real. 9Pues todos ellos se conciben dentro del mundo, nacen a su sombra, crecen amoldándose a sus costumbres y, finalmente, alcanzan la "madurez" de acuerdo con el pensar de éste. 10Son ideas de ídolos, coloreadas con los pinceles del mundo, los cuales no pueden pintar ni una sola imagen que represente la verdad.

8. La idea de un concepto del yo no tiene sentido, pues nadie aquí sabe cuál es el propósito de tal concepto, y, por lo tanto, no puede ni imaginarse lo que es. 2Todo aprendizaje que el mundo dirige, no obstante, comienza y finaliza con el solo propósito de que aprendas este concepto de ti mismo, de forma que elijas aca­tar las leyes de este mundo y nunca te aventures más allá de sus sendas ni te des cuenta de cómo te consideras a ti mismo. 3Ahora el Espíritu Santo tiene que encontrar un modo de ayudarte a comprender que el concepto de ti mismo que has forjado tiene que ser des-hecho si es que has de gozar de paz interior. 4Y no se puede desaprender, excepto por medio de lecciones cuyo objetivo sea enseñarte que tú eres otra cosa. 5pues de lo contrario, se te estaría pidiendo que intercambiases lo que ahora crees por la pérdida total de tu ser, lo cual te infundiría aún mayor terror.

 

LECCIÓN 354

 

Cristo y yo nos encontramos unidos en paz y seguros de nuestro propósito. Su Creador reside en Él, tal como Él reside en mí.

 

1. Mi unidad con el Cristo me establece como Tu Hijo, más allá del alcance del tiempo y libre de toda ley, salvo de la Tuya. 2No tengo otro ser que el Cristo que vive en mí. 3No tengo otro propósito que el Suyo. 4Y Él es como Su Padre. 5Por lo tanto, no puedo sino ser uno Contigo, así como con Él. 6Pues, ¿quién es Cristo sino Tu Hijo tal como Tú lo creaste? 7¿Y qué soy yo sino el Cristo en mí?

 

LECCIÓN 355

 

La paz, la dicha y los milagros que otorgaré cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados. ¿Por qué no aceptarla hoy?

 

1. ¿Por qué debo esperar, Padre mío, para recibir la dicha que Tú me prometiste? 2Pues Tú mantendrás Tu Palabra, que le diste a Tu Hijo en el exilio. 3Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. 4 Incluso ahora mismo mis dedos ya lo están tocando. 5Está muy cerca. 6No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre. 7Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo. 8Tu Hijo quiere ser él mismo, y reconocerte como su Padre y Creador, así como su Amor.

 

LECCIÓN 356

 

La enfermedad no es sino otro nombre para el pecado. La curación no es sino otro nombre para Dios.

El milagro es, por lo tanto, una invocación que se le hace a Él.

 

1. Padre, prometiste que jamás dejarías de contestar cualquier petición que Tu Hijo pudiese hacerte. 2No importa dónde esté, cuál parezca ser su problema o en qué crea haberse convertido. 3Él es Tu Hijo, y Tú le con­testarás. 4El milagro es un reflejo de Tu Amor, y, por lo tanto, es la contestación que él recibe. 5Tu Nombre reemplaza a todo pensamiento de pecado, y aquel que es inocente jamás puede sufrir dolor alguno. 6Tu Nombre es la respuesta que le das a Tu Hijo porque al invocar Tu Nom­bre él invoca el suyo propio.

 

22 DE DICIEMBRE

9. Por tal razón, las lecciones del Espíritu Santo están diseñadas de manera que cada paso sea fácil, y aunque a veces puede producirse cierta incomodidad y angustia, ello no afecta lo que se ha aprendido, sino que constituye una re-interpretación de lo que parecen ser las pruebas a su favor. 2Consideremos, pues, qué prueba hay de que tú seas lo que tu hermano hizo de ti. 3Pues si bien aún no te das cuenta de que eso es lo que piensas, es induda­ble que a estas alturas ya eres consciente de que te comportas como si eso fuese lo que piensas. 4¿Reacciona él por ti? 5¿Y sabe él acaso lo que va a ocurrir exactamente? 6¿Puede ver tu futuro y determinar por adelantado lo que debes hacer en toda circuns­tancia? 7Él tendría que haberte creado tanto a ti como al mundo para poder tener tal presciencia de lo que ha de suceder.

10. Que tú seas lo que tu hermano ha hecho de ti es bastante improbable. 2Incluso si ello fuese cierto, ¿quién te dio la cara de inocencia? 3¿Podría ser ésta tu propia aportación? 4¿Quién es, entonces, el "tú" que la concibió? 5¿Y quién es el que se engaña con toda tu bondad, y la ataca? 6Olvidémonos de la ridiculez de este concepto y pensemos simplemente en esto: lo que crees ser consta de dos partes. 7Si una de ellas fue generada por tu hermano, ¿quién estaba allí para inventar la otra? 8¿Y de quién hay que mantener algo oculto? 9Aun si el mundo fuese perverso no habría necesidad de ocultar aquello de lo que estás hecho. 10¿Quién lo podría ver? 11¿Y qué podría necesitar defensa sino lo que se ataca?

11. Tal vez la razón de que este concepto tenga que mantenerse oculto es que, de ser expuesto a la luz, el que pensaría que no es verdad eres tú. 2¿Y qué le ocurriría al mundo que ves si todos sus pilares se eliminasen? 3Tu concepto del mundo depende del con­cepto que tienes de ti mismo. 4Y ambos desaparecerían si cual­quiera de ellos se pusiese en duda. 5El Espíritu Santo no quiere precipitarte al pánico. 6Por lo tanto, lo único que te pide es que por lo menos estés dispuesto a plantearte una simple pregunta.

12. Hay alternativas con respecto a eso que crees ser. 2Podrías, por ejemplo, ser lo que has elegido que tu hermano sea. 3Esto ubica al concepto del yo más allá de una condición de ser algo completa­mente pasivo, por lo menos, allana el camino para que se pueda tomar una decisión consciente, y para reconocer -aunque sea parcialmente- que tuvo que haber tenido lugar alguna inter­acción. 4Se entiende en parte que tú elegiste por los dos, y que lo que él representa tiene el significado que tú le diste. 5Ello mues­tra también algunos atisbos de visión con respecto a la ley de la percepción según la cual lo que se ve refleja el estado mental del perceptor. 6Mas ¿quién eligió primero? 7Si tú eres aquello que elegiste que tu hermano fuese, tuvo que haber alternativas entre las que elegir, y alguien tuvo que haber decidido primero cuál de ellas elegir y cuál rechazar.

13. Si bien este paso representa un avance, no se aproxima aún a la cuestión básica. 2Algo tuvo que haber tenido lugar antes de que surgieran estos conceptos de uno mismo. 3Y algo tuvo que haber aprendido las enseñanzas que los originó. 4Esto no lo puede expli­car ninguno de los dos puntos de vista en cuestión. 4La ventaja principal de haber pasado del primer punto de vista al segundo es que de alguna manera se ve que tú participaste en la elección por decisión propia. 6Mas por esta ganancia sufres una pérdida casi idéntica, pues ahora tú eres culpable por lo que tu hermano es. 7Y no puedes sino compartir su culpabilidad, ya que la ele­giste para él a imagen y semejanza de la tuya propia. 8Mientras que antes sólo él era el traidor, ahora tú tienes que ser condenado junto con él.

14. El concepto del yo ha sido siempre la gran preocupación del mundo. 2Y cada individuo cree que tiene que encontrar la solu­ción al enigma de lo que él es. 3La salvación se puede considerar como el escape de todos los conceptos. 4No se ocupa en absoluto del contenido de la mente, sino del simple hecho de que ésta piensa. 5Y aquello que puede pensar tiene alternativas entre las que elegir, y se le puede mostrar los pensamientos que conllevan diferentes consecuencias. 6Así puede aprender que todo lo que piensa refleja la profunda confusión que siente con respecto a cómo fue concebida y a lo que es. 7Y el concepto del yo vaga­mente parece contestar lo que no sabe.

15. No busques tu Ser en símbolos. 2No hay concepto que pueda representar lo que eres. 3¿Qué importa qué concepto aceptes mientras percibas un yo que se relaciona con el mal y que reac­ciona ante cosas perversas? 4Pues en tal caso, tu concepto de ti mismo seguirá desprovisto de significado. 5Y no te percatarás de que sólo te relacionas contigo mismo. 6Ser testigo de un mundo culpable indica que el mundo ha guiado tu aprendizaje y que lo consideras tal como te consideras a ti mismo. .7El concepto del yo abarca todo lo que contemplas, y nada está excluido de esa per­cepción. 8Si algo te puede herir, lo que estás viendo es una repre­sentación de tus deseos secretos. 9Eso es todo. 10Y lo que ves en cualquier clase de sufrimiento que padezcas es tu propio deseo oculto de matar.

16. Son muchos los conceptos de ti mismo que forjarás según pro­greses en tu aprendizaje. 2Cada uno producirá cambios que se verán reflejados en tus relaciones, conforme la percepción que tienes de ti mismo vaya cambiando. 3Y cada vez que tenga lugar un cambio se producirá en ti cierta confusión, mas siéntete agra­decido de que el aprendizaje del mundo vaya soltando la presa que había hecho en tu mente. 4Descansa seguro y contento en la confianza de que finalmente desaparecerá por completo y dejará a tu mente en paz. 5El papel de acusador se presentará en muchos sitios y de muchas maneras. 6Y en cada caso parecerá acusarte. 7Mas no temas que no vaya a ser erradicado.

17. El mundo no puede hacer que aprendas estas imágenes de ti mismo a no ser que tú desees aprenderlas. 2Llegará un momento en que todas desaparecerán, y te darás cuenta de que no sabes lo que eres. 3A esta mente abierta y receptiva es a la que la verdad retorna, sin impedimentos ni limitaciones. 4Allí donde todos los conceptos del yo han sido abandonados, la verdad se revela tal como es. 5Cuando todo concepto haya sido cuestionado y puesto en tela de juicio, y se haya reconocido que está basado en suposi­ciones que se desvanecerían ante la luz, la verdad quedará enton­ces libre para entrar a su santuario, limpio y despejado ahora de toda culpa. 6No hay afirmación que el mundo tema oír más que ésta:

 

7No sé lo que soy, por lo tanto, no sé lo que estoy haciendo, dónde me encuentro, ni cómo considerar al mundo o a mí mismo.

 

8Sin embargo, con esta lección nace la salvación. 9Y lo que tú eres te hablará de Sí Mismo.

 

LECCIÓN 357

 

La verdad contesta toda invocación que le hacemos a Dios, respondiendo en primer lugar con milagros, y retornando luego a nosotros para ser ella misma.

 

1. El perdón -el reflejo de la verdad- me enseña cómo ofrecer milagros y así escapar de la prisión en la que creo vivir. 2Tu santo Hijo me es señalado, primero en mi hermano, y después en mí. 3Tu Voz me enseña con gran paciencia a oír Tu Palabra y a dar tal como recibo. 4Y conforme contemplo a Tu Hijo hoy, oigo Tu Voz indicándome la manera de llegar a Ti, tal como Tú dispusiste que ésta debía ser:

 

5"Contempla su impecabilidad y sé curado".

 

23 DE DICIEMBRE

VI. El reconocimiento del espíritu

1. O bien ves la carne o bien reconoces el espíritu. 2En esto no hay términos medios. 3Si uno de ellos es real, el otro no puede sino ser falso, pues lo que es real niega a su opuesto. 4La visión no ofrece otra opción que ésta. 5Lo que decides al respecto determina todo lo que ves y crees real, así como todo lo que consideras que es verdad. 6De esta elección depende todo tu mundo, pues mediante ella estableces en tu propio sistema de creencias lo que eres: carne o espíritu. 7Si eliges ser carne jamás podrás escaparte del cuerpo al verlo como tu realidad, pues tu decisión reflejará que eso es lo que quieres. 8Pero si eliges el espíritu, el Cielo mismo se inclinará para tocar tus ojos y bendecir tu santa visión a fin de que no veas más el mundo de la carne, salvo para sanar, consolar y bendecir.

2. La salvación es un deshacer. 2Si eliges ver el cuerpo, ves un mundo de separación, de cosas inconexas y de sucesos que no tienen ningún sentido. 3Alguien aparece y luego desaparece al morir; otro es condenado al sufrimiento y a la pérdida. 4Y nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo. un instante después. 5¿Qué confianza se puede tener ahí donde se percibe tanto cambio? a¿Y qué valía puede tener quien no es más que polvo? 6La salvación es el proceso que deshace todo esto. 7Pues la constancia es lo que ven aquellos cuyos ojos la salvación ha liberado de tener que contemplar el costo que supone conser­var la culpabilidad, ya que en lugar de ello eligieron abando­narla.

3. La salvación no te pide que contemples el espíritu y no percibas el cuerpo. 2Simplemente te pide que ésa sea tu elección. 3Pues puedes ver el cuerpo sin ayuda, pero no sabes cómo contemplar otro mundo aparte de él. 4Tu mundo es lo que la salvación habrá de deshacer, permitiéndote así ver otro que tus ojos jamás habrían podido encontrar. 5Cómo va a lograrse esto no es algo que deba preocuparte. 6No comprendes cómo apareció ante ti lo que ves, 7pues si lo comprendieses, desaparecería. 8El velo de la ignorancia está corrido igualmente sobre lo bueno que sobre lo malo, y se tiene que traspasar para que ambas cosas puedan desaparecer a fin de que la percepción no encuentre ningún lugar donde ocul­tarse. 9¿Cómo se puede hacer esto? 10No se puede hacer en abso­luto. 11Pues ¿qué podría aún quedar por hacer en el universo que Dios creó?

4. Sólo la arrogancia podría hacerte pensar que tienes que allanar el camino que conduce al Cielo. 2Se te han proporcionado los medios para que puedas ver el mundo que reemplazará al que tú inventaste. 3¡Hágase tu voluntad! 4Esto es verdad para siempre tanto en el Cielo como en la tierra, 5independientemente de dónde creas estar o de lo que creas que la verdad acerca de ti mismo debe realmente ser. 6Independientemente también de lo que contem­ples, y de lo que elijas sentir, pensar o desear. 7Pues Dios Mismo ha dicho: "Hágase tu voluntad". 8Y, consecuentemente, se hace.

5. Tú que crees que puedes ver al Hijo de Dios como quisieras que fuese, no olvides que ningún concepto que abrigues de ti mismo puede oponerse a la verdad de lo que eres. 2Erradicar la verdad es imposible. 3Pero cambiar de conceptos no es difícil. 4Una sola visión que se vea claramente y que no se ajuste a la imagen que antes se percibía, hará que el mundo sea diferente para aquellos ojos que hayan aprendido a ver porque el concepto del yo habrá cambiado.

6. ¿Eres invulnerable? 2Entonces el mundo te parece un lugar ino­fensivo. 3¿Perdonas? 4Entonces el mundo es misericordioso, pues le has perdonado sus ofensas, de modo que te contempla tal como tú lo contemplas a él. 5¿Eres un cuerpo? 6Entonces ves en cada hermano un traidor, listo para matar. 7¿Eres espíritu, inmor­tal y sin la más mínima posibilidad de corrupción ni mancha alguna de pecado sobre ti? 8Entonces ves estabilidad en el mundo, pues ahora es absolutamente digno de toda tu confianza: un lugar feliz en donde descansar por un tiempo, en donde no hay nada que temer, sino sólo amar. 9¿Le negarían los puros de corazón la bienvenida a alguien? 10¿Y qué podría herir a los que son verdaderamente inocentes?

7. ¡Hágase tu voluntad, santa criatura de Dios! 2No importa si crees estar en el Cielo o en la tierra. 3Lo que la Voluntad de tu Padre ha dispuesto para ti jamás ha de cambiar. 4La verdad en ti permanece tan radiante como una estrella, tan pura como la luz, tan inocente como el amor mismo. 5Y tú eres digno de que se haga tu voluntad.

 

LECCIÓN 358

 

Ninguna invocación a Dios puede dejar de ser oída o no recibir respuesta. Y de esto puedo estar seguro: Su respuesta es la única que realmente deseo.

 

1. Tú que recuerdas lo que realmente soy, eres el único que recuerda lo que realmente deseo. 2Hablas en Nombre de Dios, y, por lo tanto, hablas en mi nombre. 3Y lo que me concedes procede de Dios Mismo. 4Tu Voz, entonces, Padre mío, es mía también, y lo único que quiero es lo que Tú me ofreces, en la forma exacta en que Tú eliges que yo lo reciba. 5Permí­teme recordar todo lo que no sé, y deja que mi voz se acalle, mientras lo recuerdo. 6Y no dejes que me olvide de Tu Amor ni de Tu cuidado, antes bien, ayúdame a mantener siempre presente en mi conciencia la pro­mesa que le hiciste a Tu Hijo. 7No dejes que olvide que mi ser no es nada, pero que mi Ser lo es todo.

 

24 DE DICIEMBRE

VII. La visión del salvador

1. Aprender significa cambiar. 2La salvación no intenta valerse de medios que todavía sean tan ajenos a tu modo de pensar que no te sirvan de nada, ni tampoco es su intención producir cambios que tú no puedas reconocer. 3Mientras perdure la percepción habrá necesidad de conceptos, y la tarea de la salvación es cambiarlos. 4Pues tiene que lidiar, valiéndose de contrastes, no de la verdad, la cual no tiene opuestos ni puede cambiar. 5De acuerdo con los con­ceptos del mundo, los culpables son "malos" y los inocentes "bue­nos". 6Y no hay nadie aquí que no tenga un concepto de sí mismo que cuenta con lo "bueno" para que le perdone lo "malo". 7No puede tampoco confiar en el aspecto."bueno" de nadie, pues cree que el "malo" anda por ahí al acecho. 8Éste concepto hace hinca­pié en la traición, de modo que resulta imposible tener confianza. 9Nada de esto puede cambiar mientras percibas lo "malo" en ti.

2. Mientras le atribuyas valor al ataque no podrás ver tus "malos" pensamientos. 2Puede que algunas veces los percibas, pero no te darás cuenta de que no significan nada. 3Y así, se presentarán en formas temibles, ocultando su contenido, a fin de quebrantar el pobre concepto que tienes de ti mismo y ennegrecerlo con otro "crimen" más. 4No puedes concederte a ti mismo tu inocencia, pues estás demasiado confundido con respecto a quién eres. 5Mas sólo con que considerases a un solo hermano como completa­mente digno de perdón, tu concepto de ti mismo cambiaría por completo. 6Tus "malos" pensamientos quedarían perdonados junto con los suyos, al no haber permitido que ninguno de ellos te afectase. 7Abandonarías tu empeño de querer ser el símbolo de su maldad y culpabilidad. 8Y al depositar tu confianza en lo que es bueno en él, la depositarías en lo que es bueno en ti.

3. Desde un punto de vista conceptual, ésta es la manera de verlo a él como algo más que un cuerpo, pues el cuerpo nunca parece ser lo que es bueno. 2Las acciones del cuerpo se perciben como procedentes de lo más "bajo" en ti, y, por ende, de lo más "bajo" en él. 3Al concentrarte únicamente en lo bueno en él, ves el cuerpo cada vez menos y a la larga tan sólo se verá como una sombra que circunda lo bueno. 4Y cuando hayas llegado al mundo que se encuentra más allá de lo que sólo se puede ver con los ojos del cuerpo, ése será el concepto que tendrás de ti mismo. 5Pues no interpretarás nada de lo que veas sin la Ayuda de la que Dios te proveyó. 6Y en Su visión yace otro mundo.

4. Vives en ese mundo tanto como en éste, 2pues los dos son con­ceptos de ti mismo que se pueden intercambiar, pero que jamás pueden albergarse simultáneamente. 3El contraste es mucho mayor de lo que te imaginas, pues amarás ese otro concepto de ti mismo porque no se concibió sólo para ti. 4Aunque nació como un regalo para alguien a quien no percibías como tu propio ser; se te ha dado a ti. 5Pues el perdón que le concediste a él ha sido aceptado ahora para los dos.

5. Ten fe en aquel que camina a tu lado, para que tu temeroso concepto de ti mismo pueda cambiar. 2Y contempla lo bueno en él, para que tus "malos" pensamientos no te asusten al no poder nublar la manera en que lo ves. 3Y lo único que se requiere es que estés dispuesto a que este feliz cambio tenga lugar. 4No se te pide nada más. 5En apoyo de ese cambio, recuerda lo que el concepto de ti mismo que ahora abrigas te trajo en su estela, y dale la bienvenida al grato contraste que se te ofrece. 6Extiende la mano y recibe el regalo de dulce perdón que le ofreces a aquel que tiene tanta necesidad de él como tú. 7Y permite que el cruel concepto que tienes de ti mismo sea intercambiado por otro que te brinda la paz de Dios.

6. El concepto que ahora tienes de ti mismo garantiza que tu fun­ción aquí sea por siempre irrealizable e imposible de llevar a cabo. 2Y así, te condena a una amarga y profunda sensación de depresión y futilidad. 3Dicho concepto, sin embargo, no tiene por qué ser fijo e inalterable, a menos que decidas que no hay espe­ranzas de que pueda cambiar y lo mantengas estático y oculto en tu mente. 4En lugar de ello, entrégaselo a Aquel que entiende cuáles son las modificaciones que necesita para que pueda serle útil a la función que se te encomendó a fin de brindarte paz, de modo que puedas ofrecer paz para así gozar de ella. 5Las alterna­tivas están en tu mente para que las uses, y tú puedes verte a ti mismo de otra manera. 6¿No preferirías considerarte a ti mismo alguien que es necesario para la salvación del mundo, en vez de un enemigo de ella?.

7. El concepto del yo se alza como un escudo, como una silenciosa barricada contra la verdad, y la oculta de tu vista. 2Todas las cosas que ves son imágenes, porque las contemplas a través de una barrera que te empaña la vista y deforma tu visión, de manera que no puedes ver nada con claridad. 3La luz está ausente de todo lo que ves. 4Como máximo, vislumbras una sombra de lo que se encuentra más allá. 5Como mínimo, ves simplemente la oscuri­dad y percibes las aterrantes imaginaciones procedentes de pen­samientos de culpabilidad y de conceptos nacidos del miedo. 6Y lo que ves es el infierno, pues eso es lo que es el miedo. 7Mas todo lo que se te da es para tu liberación, y la vista, la visión y el Guía interno te sacarán del infierno junto con aquellos que amas a tu lado, y al universo junto con ellos.

 

LECCIÓN 359

 

La respuesta de Dios es alguna forma de paz. Todo dolor sana; toda aflicción queda reemplazada por la dicha. Las puertas de la prisión se abren. Y se comprende que todo pecado no es más que un simple error.

 

1. Padre, hoy vamos a perdonar Tu mundo y a dejar que la creación sea Tuya. 2Hemos entendido todas las cosas erróneamente. 3Pero no hemos podido convertir a los santos Hijos de Dios en pecadores. 4Lo que Tú creaste libre de pecado ha de permanecer así por siempre jamás. 5Ésa es nuestra condición. 6Y nos regocijamos al darnos cuenta de que los erro­res que hemos cometido no tienen efectos reales sobre nosotros. 7El pecado es imposible, y en este hecho descansa el perdón sobre una base mucho más sólida que el mundo de sombras que vemos. 8Ayúdanos a perdonar, pues queremos ser redimidos. 9Ayúdanos a perdonar, pues que­remos estar en paz.

 

25 DE DICIEMBRE

8. ¡Mirad el papel que se os ha encomendado en el universo! 2El Señor del Amor y de la Vida le ha encomendado a cada aspecto de la verdadera creación que salve a todo el mundo de la aflic­ción del infierno. 3Y a cada uno Él le ha concedido la gracia de ser el salvador de los santos hermanos que especialmente se le con­fiaron. 4Y esto es lo que él aprende cuando primero ve a otro tal como se ve a sí mismo y contempla su propio reflejo en él. 5Así es como deja de lado el concepto que tiene de sí mismo, pues nada viene a interponerse entre su visión y lo que contempla, para juzgar lo que él ve. 6Y en esta única visión él ve la faz de Cristo y se da cuenta de que contempla a todo el mundo según contempla a este hermano. Pues ahora hay luz donde antes había oscuri­dad, y el velo que cubría su vista ha sido descorrido. 9. El velo que cubre la faz de Cristo, el temor a Dios y a la salva­ción, así como el amor a la culpabilidad y a la muerte, no son sino diferentes nombres de un mismo error: que hay un espacio entre tu hermano y tú que os mantiene aparte debido a una ilusión de ti mismo que lo mantiene a él separado de ti y a ti alejado de él. 2La espada del juicio es el arma que le entregas a esta ilusión de ti mismo, para que pueda luchar e impedir que el amor llene el espacio que mantiene a tu hermano separado de ti, mientras empuñes esa espada, no obstante, no podrás sino percibirte a ti mismo como un cuerpo, pues te habrás condenado a estar sepa­rado de aquel que sostiene el espejo que refleja otra imagen de lo que él es, y, por ende, de lo que tú no puedes sino ser también.

10. ¿Qué es la tentación sino el deseo de permanecer en el infierno y en la aflicción? 2¿Y a qué puede dar lugar esto, sino a una ima­gen de ti mismo que puede estar afligida y permanecer atormen­tada y en el infierno? 3El que ha aprendido a no ver a su hermano de esta manera, se ha salvado a sí mismo y, por ende, se ha con­vertido en el salvador de todos los demás. 4Dios ha encomen­dado a todos a cada uno, pues un salvador parcial es uno que sólo se ha salvado parcialmente. 5Los santos hermanos que Dios te ha encomendado para que los salves son todos aquellos con quienes te encuentras o a quienes contemplas sin saber quién son; los que viste por un instante y luego olvidaste; los que cono­ciste hace mucho; los que conocerás algún día; aquellos de los que ya no te acuerdas y los que aún no han nacido. 6Pues Dios te ha dado a Su Hijo para que lo salves de cualquier concepto que él jamás haya abrigado.

11.  Mas ¿cómo podrías ser el salvador del Hijo de Dios mientras todavía desees permanecer en el infierno? 2¿Cómo ibas a ser consciente de su santidad mientras lo veas separado de la tuya? 3Pues la santidad se ve a través de los santos ojos que ven la inocencia en su interior, y que, debido a ello, esperan verla en todas partes. 4De esta manera, la invocan en todo aquel que con­templan, para que pueda ser lo que ellos esperan de él. 5Esta es la visión del salvador: él ve su inocencia en todos los que contem­pla, y su propia salvación en todas partes. 6No tiene un concepto de sí mismo que se interponga entre sus ojos despejados y sere­nos y lo que ve. 7De este modo, lleva la luz a todo lo que contem­pla para así poderlo ver como realmente es.

12. Sea cual sea la forma en que la tentación parezca manifestarse, no es más que un reflejo de tu deseo de ser algo que no eres. 2Y de ese deseo surge un concepto que te enseña que tú eres aquello que deseas ser. 3Y hasta que no dejes de atribuirle valor al deseo que lo engendró, ése será el concepto que tendrás de ti mismo. 4Y mientras lo tengas en gran estima, verás a tu hermano como la imagen de ti que dicho deseo engendró. 5Pues ver es tan sólo la representación de un deseo, ya que no tiene el poder de crear. 6Puede, no obstante, contemplar con amor o con odio, depen­diendo sencillamente de si eliges unirte a lo que ves o mantenerte aparte y separado de ello.

13. Así como la visión del salvador está desprovista de cualquier juicio acerca de ti, del mismo modo es inocente con respecto a lo que tu hermano es. 2No ve el pasado de nadie en absoluto. 3Y así, sirve a una mente completamente receptiva, libre de viejos con­ceptos y dispuesta a contemplar sólo lo que el presente contiene. 4No puede juzgar porque no sabe nada. 5Y al haber reconocido esto, simplemente pregunta: "¿Cuál es el significado de lo que contemplo?" 6Entonces se le da la respuesta. 7Y la puerta se abre para que la faz de Cristo refulja sobre aquel que con inocencia pide ver más allá del velo de las viejas ideas y de los conceptos ancestrales que por tanto tiempo abrigó contra la visión de Cristo en ti.

14. Así pues, mantente alerta contra la tentación, recordando que no es más que un deseo demente e insensato de convertirte en algo que no eres. 2Y piensa también en esa cosa que querrías ser en cambio. 3Pues de lo que esa cosa se compone es de locura, de dolor y muerte; de traición y de profunda desesperación, así como de sueños fallidos y de haber perdido toda esperanza, salvo la de morir, para así poner fin al sueño de miedo. 4Eso es todo lo que es la tentación, nada más. 5¿Cómo iba a ser difícil elegir contra ello? 6Examina lo que es la tentación y reconoce cuá­les son las verdaderas alternativas entre las que eliges. 7Pues sólo hay dos. 8No te dejes engañar por el hecho de que aparentan ser muchas. 9Las alternativas son el infierno o el Cielo, y de éstas, sólo puedes elegir una.

15. No dejes que la luz del mundo, la cual te ha sido concedida, permanezca oculta del mundo. 2El mundo necesita la luz, pues es ciertamente un lugar sombrío, y los hombres se desesperan por haber negado la visión del salvador y lo que ven es la muerte. 3Su salvador se encuentra ahí, desconocidamente y desconocido, y los contempla con los ojos cerrados. 4Y ellos no podrán ver hasta que él los contemple con ojos videntes y les ofrezca el perdón que se ofrece a sí mismo. 5¿Podrías tú a quien Dios exhorta: "¡Libera a mi Hijo!" caer en la tentación de no escuchar, una vez que te has dado cuenta de que es tu propia liberación la que Él pide? 6¿Y qué otra cosa sino ésta pretende enseñar este curso? 7¿Y qué otra cosa sino ésta tienes que aprender?

 

LECCIÓN 360

 

Que la paz sea conmigo, el santo Hijo de Dios. Que la paz sea con mi hermano, que es uno conmigo. Y que a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz.

 

1. Padre, Tu paz es lo que quiero dar, al haberla recibido de Ti. 2Yo soy Tu Hijo, eternamente como Tú me creaste, pues los Grandes Rayos permanecen en mí por siempre serenos e imperturbables. 3Quiero llegar a ellos en silencio y con certeza, pues en ninguna otra parte se puede hallar certeza. 4Que la paz sea conmigo, así como con el mundo. 5En la santidad fuimos creados y en la santidad seguimos. 6En Tu Hijo, al igual que en Ti, no hay mancha alguna de pecado. 7Y con este pensa­miento decimos felizmente “Amén”.

 

26 AL 31 DE DICIEMBRE

VIII. Elige de nuevo

1. La lección que la tentación siempre quiere enseñar, en cualquier forma en que se presente e independientemente de donde ocurra, es ésta: quiere persuadir al Hijo de Dios de que él es un cuerpo, nacido dentro de lo que no puede sino morir, incapaz de librarse de su flaqueza y condenado a lo que el cuerpo le ordene sentir. 2El cuerpo fija los límites de lo que el Hijo de Dios puede hacer. 3El poder del cuerpo es la única fuerza de la que el Hijo de Dios dispone y el dominio de éste no puede exceder el reducido alcance del cuerpo. 4¿Querrías seguir siendo eso, si Cristo se te apareciese en toda Su gloria, pidiéndote solamente esto?:

 

5Elige de nuevo si quieres ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo, o si prefieres quedarte en el infierno y mantener a tus hermanos allí.

6Él ha venido, y esto es lo que te está pidiendo.

2. ¿Cómo se lleva a cabo esa elección? 2¡Qué fácil de explicar es ésto! 3Siempre eliges entre tu debilidad y la fortaleza de Cristo en ti. 4Y lo que eliges es lo que crees que es real. 5Sólo con que te negases a dejar que la debilidad guiase tus actos, dejarías de otor­garle poder. 6Y la luz de Cristo en ti estaría entonces a cargo de todo cuanto hicieses. 7Pues habrías llevado tu debilidad ante Él, y, a cambio de ella, Él te habría dado Su fortaleza.

3. Las pruebas por las que pasas no son más que lecciones que aún no has aprendido que vuelven a presentarse de nuevo a fin de que donde antes hiciste una elección errónea, puedas ahora hacer una mejor y escaparte así del dolor que te ocasionó lo que elegiste previamente. 2En toda dificultad, disgusto o confusión Cristo te llama y te dice con ternura: "Hermano mío, elige de nuevo”. 3Él no dejará sin sanar ninguna fuente de dolor, ni dejará en tu mente ninguna imagen que pueda ocultar a la verdad. 4Él te liberará de toda miseria a ti a quien Dios creó como un altar a la dicha. 5No te dejará desconsolado, ni solo en sueños infernales, sino que liberará a tu mente de todo lo que te impide ver Su faz. 6Su santidad es la tuya porque Él es el único Poder que es real en ti. 7Su fortaleza es la tuya porque Él es el Ser que Dios creó como Su único Hijo.

4. Las imágenes que fabricas no pueden prevalecer contra lo que Dios Mismo quiere que seas. 2Por lo tanto, jamás tengas miedo de la tentación, sino reconócela como lo que es: una oportunidad más para elegir de nuevo, y dejar que la fortaleza de Cristo impere en toda circunstancia y lugar donde antes habías erigido una imagen de ti mismo. 3Pues lo que parece ocultar a la faz de Cristo es impotente ante Su majestad y desaparece ante Su santa presencia. 4Los salvadores del mundo, que ven tal como Él ve, son sencillamente los que eligen la fortaleza de Cristo en lugar de su propia debilidad, la cual se ve como algo aparte de Él. 5Ellos redimirán al mundo, pues están unidos en el poder de la Volun­tad de Dios. 6Y lo que ellos disponen no es sino lo que Él dispone.

5. Aprende, pues, el feliz hábito de responder a toda tentación de percibirte a ti mismo débil y afligido con estas palabras:

2Soy tal como Dios me creó. 3Su Hijo no puede sufrir. 4Y yo soy Su Hijo.

 

5De este modo se invita a la fortaleza de Cristo a que impere y reemplace todas tus debilidades con la fuerza que procede de Dios, la cual es infalible. 6Y de este modo también, los milagros se vuelven algo tan natural como el miedo y la angustia parecían serlo, antes de que se eligiese la santidad. 7Pues con esa elección desaparecen las distinciones falsas; las alternativas ilusorias se dejan de lado y no queda nada que interfiera en la verdad.

6. Tú eres tal como Dios te creó, al igual como también lo es toda cosa viviente que contemplas, independientemente de las imáge­nes que veas. 2Lo que percibes como enfermedad, dolor, debili­dad, sufrimiento y pérdida, no es sino la tentación de percibirte a ti mismo indefenso y en el infierno. 3No sucumbas a esta tenta­ción, y verás desaparecer toda clase de dolor, no importa dónde se presente, en forma similar a como el sol disipa la neblina. 4Un milagro ha venido a sanar al Hijo de Dios y a cerrarle la puerta a sus sueños de debilidad, allanando así el camino hacia su salva­ción y liberación. 5Elige de nuevo lo que quieres que él sea, recor­dando que toda elección que hagas establecerá tu propia identidad tal como la has de ver y como creerás que es.

7. No me niegues el pequeño regalo que te pido, cuando a cam­bio de ello pongo a tus pies la paz de Dios y el poder para llevar esa paz a todos los que deambulan por el mundo solos,  inseguros y presos del miedo. 2Pues se te ha concedido poder unirte a cada uno de ellos, y, a través del Cristo en ti, apartar el velo de sus ojos y dejar que contemplen al Cristo en sí mismos.

8. Hermanos míos en la salvación, no dejéis de oír mi voz ni de escuchar mis palabras. 2No os pido nada, excepto vuestra propia liberación. 3El infierno no tiene cabida en un mundo cuya hermo­sura puede todavía llegar a ser tan deslumbrante y abarcadora que sólo un paso la separa del Cielo. 4Traigo a vuestros cansados ojos una visión de un mundo diferente, tan nuevo, depurado y fresco que os olvidaréis de todo el dolor y miseria que una vez visteis. 5Mas tenéis que compartir esta visión con todo aquel que veáis, pues, de lo contrario, no la contemplaréis. 6Dar este regalo es la manera de hacerlo vuestro. 7Y Dios ordenó, con amorosa bondad, que lo fuese.

9. ¡Alegrémonos de poder caminar por el mundo y de tener tan­tas oportunidades de percibir nuevas situaciones donde el regalo de Dios se puede reconocer otra vez como nuestro! 2Y de esta manera, todo vestigio del infierno, así como los pecados secretos y odios ocultos, desaparecerán. 3Y toda la hermosura que oculta­ban aparecerá ante nuestros ojos cual prados celestiales, que nos elevarán más allá de los tortuosos senderos por los que viajába­mos antes de que apareciese el Cristo. 4Oídme, hermanos míos, oídme y uníos a mí. 5Dios ha decretado que yo no pueda llama­ros en vano, y en Su certeza, yo descanso en paz. 6Pues vosotros me oiréis, y elegiréis de nuevo. 7Y con esa elección todo el mundo quedará liberado.

10. Gracias, Padre, por estos santos seres que son mis hermanos, así como Tus Hijos. 2La fe que tengo en ellos es Tu Propia fe. 3Estoy tan seguro de que vendrán a mí como Tú estás de lo que ellos son, y de lo que serán eternamente. 4Ellos aceptarán el regalo que les ofrezco porque Tú me lo diste para ellos. 5Y así como yo únicamente quiero hacer Tu santa Voluntad, ésa tam­bién será su elección. 6Te doy gracias por ellos. 7El himno de la salvación resonará a través del mundo con cada elección que cada uno de ellos haga. 8Pues compartimos un mismo propósito, y el fin del infierno está cerca.

11. Mi mano se extiende en gozosa bienvenida a todo hermano que quiera unirse a mí para ir más allá de la tentación, y mirar con firme determinación hacia la luz que brilla con perfecta cons­tancia más allá de ella. 2Dame los míos, pues te pertenecen a Ti. 3¿Y podrías Tú dejar de hacer lo que es Tu Voluntad? 4Te doy las gracias por lo que mis hermanos son. 5Y según cada uno de ellos elija unirse a mí, el himno de gratitud que se extiende desde la tierra hasta el Cielo se convertirá, de unas Cuantas notas sueltas, en un coro todo-abarcador, que brota de un mundo redimido del infierno y que te da las gracias a Ti.

12. Y ahora decimos "Amén". 2Pues Cristo ha venido a morar al lugar que, en el sosiego de la eternidad, Tú estableciste para Él desde antes de los orígenes del tiempo. 3La jornada llega a su fin, y acaba donde comenzó. 4No queda ni rastro de ella. 5Ya no se le otorga fe a ninguna ilusión, ni queda una sola mota de oscuridad que pudiese ocultarle a nadie la faz de Cristo. 6Tu Voluntad se hace, total y perfectamente, y toda la creación Te reconoce y sabe que Tú eres la única Fuente que tiene. 7La Luz, clara como Tú, irradia desde todo lo que vive y se mueve en Ti. 8Pues hemos llegado allí donde todos somos uno, y finalmente estamos en casa, donde Tú quieres que estemos.

 

 

LECCIONES FINALES

 

Introducción

 

1. En nuestras lecciones finales utilizaremos la mínima cantidad de palabras posible. 2Tan sólo las utilizaremos al principio de nuestras prácticas, y únicamente para que nos recuerden que lo que buscamos es ir más allá de ellas. 3Dirijámonos a Aquel que nos guía en nuestro camino y que imparte seguridad a nuestros pasos. 4En Sus manos dejamos estas lecciones, y de aquí en ade­lante le entregamos también nuestras vidas. 5Pues no queremos volver a creer en el pecado, que fue lo que hizo que el mundo pareciese un lugar feo e inseguro, hostil y destructor, peligroso desde cualquier punto de vista, y traicionero más allá de cual­quier esperanza de poder tener confianza o de escapar del dolor.

2. El suyo es el único camino para hallar la paz que Dios nos ha dado. 2Su camino es el que todo el mundo tiene que recorrer al final, pues éste es el final que Dios Mismo dispuso. 3En el sueño del tiempo este final parece ser algo muy remoto. 4Sin embargo, en verdad ya está aquí, como un amable guía que nos indica qué camino tomar. 5Marchemos juntos por el camino que la verdad nos señala. 6Y seamos los líderes de los muchos hermanos que andan en busca del camino, pero que no lo encuentran.

3. Consagremos nuestras mentes a este propósito, poniendo todos nuestros pensamientos al servicio de la salvación. 2La meta que se nos ha asignado es la de perdonar al mundo. 3Ésa es la función que Dios nos ha encomendado. 4Y lo que buscamos es el final del sueño, no como nosotros queremos que dicho final sea, sino como lo quiere Dios. 5Pues no podremos sino reconocer que todo aque­llo que perdonamos es parte de Dios Mismo. 6Y así, Su recuerdo se reinstaurará en nosotros completamente y en su totalidad.

4. Nuestra función es recordarlo a Él aquí en la tierra, tal como se nos ha dado ser Su Propia compleción en la realidad. 2No nos olvidemos, por lo tanto, de que nuestro objetivo es uno que com­partimos, pues en ese recordar es donde radica el recuerdo de Dios y lo que nos señala el camino que conduce hasta Él y hasta el Remanso de Su paz. 3¿Cómo no vamos a perdonar a nuestro her­mano, que es quien nos puede ofrecer esto? 4Él es el camino, la verdad y la vida que nos muestra el sendero. 5En él reside la sal­vación, que se nos ofrece a través del perdón que le concedemos.

5. No terminaremos este año sin el regalo que nuestro Padre le prometió a Su santo Hijo. 2Hemos sido perdonados. 3Y nos encon­tramos a salvo de toda la ira que le atribuíamos a Dios y que después descubrimos no era más que un sueño. 4Se nos ha resti­tuido la cordura, en la que comprendemos que la ira es una locura, el ataque algo demente y la venganza una mera fantasía pueril. 5Nos hemos salvado de la ira porque nos dimos cuenta de que estábamos equivocados. 6Eso es todo. 7¿Y se encolerizaría un padre con su hijo porque éste no hubiese comprendido la verdad?

6. Venimos a Dios y con honestidad le decimos que no habíamos entendido, y le pedimos que nos ayude a aprender Sus lecciones a través de la Voz del Maestro que Él Mismo nos dio. 2¿E iba Dios acaso a hacerle daño a Su Hijo? 3¿O bien se apresuraría a contes­tar de inmediato, diciendo: "Este es Mi Hijo, y todo lo que tengo le pertenece"? 4Ten por seguro que así es como responderá, pues éstas son Sus Propias Palabras para ti. 5Y nadie podrá jamás tener más que esto, pues en esas Palabras yace todo lo que existe y todo lo que jamás existirá por los siglos de los siglos, así como en la eternidad.

 

LECCIONES 361-365

 

Te entrego este instante santo.

Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.

 

1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. 2Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. 3Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. 4Él está a cargo a petición mía. 5Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.

 

EPÍLOGO

 

1. Este curso es un comienzo, no un final. 2Tu Amigo te acompaña. 3No estás solo. 4Nadie puede llamarlo en vano. 5Sean cuales sean tus problemas ten por seguro que Él tiene la solución y que gusto­samente te la dará sólo con que te dirijas a Él y se la pidas. 6Él no se negará a darte todas las respuestas que necesites para cualquier cosa que parezca perturbarte. 7Él sabe cómo solventar todos los problemas y aclarar todas las dudas. 8Su certeza es tuya. 9Tan sólo necesitas pedírsela, para que te sea dada.

2. Tu llegada al hogar es tan segura como la trayectoria que ha sido trazada para el sol antes de que despunte el alba, después del ocaso y en las horas de luminosidad parcial que transcurren entremedias. 2De hecho, tu camino es todavía más seguro. 3Pues es imposible cambiar el curso de aquellos que Dios ha llamado a Su vera. 4Obedece, por lo tanto, tu voluntad, y sigue a Aquel a Quien aceptaste como tu voz, para que te diga lo que realmente quieres y necesitas. 5Suya es la Voz que habla por Dios y también por ti. 6Por lo tanto, Él habla de la libertad y de la verdad.

3. Ya no se asignarán más lecciones específicas, pues ya no son necesarias. 2En lo sucesivo, oye tan sólo la Voz que habla por Dios y por tu Ser cuando abandonas el mundo para buscar en su lugar la realidad. 3Él dirigirá tus esfuerzos, diciéndote exactamente lo que debes hacer, cómo dirigir tu mente y cuándo debes venir a Él en silencio, pidiendo Su dirección infalible y Su Palabra certera. 4Suya es la Palabra que Dios te ha dado. 5Suya es la Palabra que elegiste para que fuese la tuya propia.

4. Y ahora os pongo en Sus manos, para que seáis Sus fieles segui­dores y Él, vuestro Guía en toda dificultad o dolor que consideréis real. 2Él no os dará ningún placer pasajero, pues sólo da lo bueno y lo eterno. 3Dejad que Él os prepare aún más. 4Él se ha ganado vuestra confianza hablándoos diariamente de vuestro Padre, de vuestro hermano y de vuestro Ser. 5Y continuará haciéndolo. 6Ahora camináis con Él, tan seguros de vuestro destino como lo está Él; tan seguros de cómo debéis proceder como lo está Él; tan seguros de la meta y de que al final la alcanzaréis como lo está Él.

5. El final es seguro, y los medios también. 2A esto decimos "Amén".  3Cada vez que tengas que tomar una decisión se te indi­cará claramente cuál es la Voluntad de Dios para ti al respecto. 4Y Él hablará por Dios y por tu Ser, asegurándose así de que el infierno no te reclame, y de que cada decisión que tomes te acer­que aún más al Cielo. 5Así es como hemos de caminar con Él de ahora en adelante, recurriendo a Él para que nos guíe, nos brinde paz y nos ofrezca una dirección segura: 6El júbilo nos acompaña, 7pues nos dirigimos a nuestro hogar a través de una puerta que Dios ha mantenido abierta para darnos la bienvenida.

6. A Él le encomendamos nuestros pasos y decimos "Amén”. 2Continuaremos recorriendo Su camino en paz; confiándole todas las cosas.  3Yesperaremos Sus respuestas llenos de confianza, cuando le preguntemos cuál es la Voluntad de Dios en todo lo que hagamos. 4Él ama al Hijo de Dios tal como nosotros queremos amarlo. 5Y nos enseña cómo contemplarlo a través de Sus ojos y a amarlo tal cómo Él lo ama. 6No caminas solo. 7Los ángeles de Dios revolotean a tu alrededor, muy cerca de ti. 8Su Amor te rodea, y de esto puedes estar seguro: yo nunca te dejaré desamparado.

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