UN CURSO DE MILAGROS - FRASES DEL DÍA
MES DE AGOSTO
1 DE
AGOSTO
IX. Los dos
mundos
1. Se te ha
dicho que lleves la oscuridad a la luz, y la culpabilidad a la santidad. 2Se te ha dicho también que el error tiene que ser corregido allÃ
donde se originó. 3Lo que el EspÃritu Santo necesita, por lo tanto,
es esa diminuta parte de ti, el insignificante pensamiento que parece estar
separado y desconectado. 4El resto está completamente al cuidado de
Dios y no necesita guÃa. 5Pero ese pensamiento descabellado e
ilusorio necesita ayuda porque, en su demencia, cree que él es el Hijo de Dios,
completo en sà mismo y omnipotente, único gobernante del reino que estableció
aparte para forzarlo, mediante la locura, a la obediencia y a la esclavitud. 6Ésa es la pequeña parte que crees haberle robado al Cielo. 7¡Devuélvesela! 8El Cielo no la ha perdido, pero tú has
perdido de vista al Cielo. 9Deja que el EspÃritu Santo la saque
del desolado reino donde tú la confinaste, rodeada de tinieblas, protegida
por el ataque y reforzada por el odio. 10Dentro de sus barricadas
todavÃa se encuentra un diminuto segmento del Hijo de Dios, completo y santo,
sereno y ajeno a lo que tú crees que le rodea.
2. No te
mantengas separado, pues Aquel que sà lo rodea te ha brindado la unión, y ha
llevado tu minúscula ofrenda de oscuridad a la luz eterna. 2¿Cómo se logra eso? 3Muy fácilmente, pues está basado en
lo que ese mÃsero reino realmente es. 4El árido desierto, las
tinieblas y la falta de vida, sólo se ven a través de los ojos del cuerpo. 5La desolada visión que éstos te ofrecen está distorsionada, y
los mensajes que te transmiten a ti que la inventaste para poner lÃmites a tu
conciencia son insignificantes y limitados, y están tan fragmentados que no
tienen sentido.
3. Parece como
si desde el mundo de los cuerpos, al que la demencia dio lugar, se le
devolvieran a la mente que lo concibió mensajes descabellados. 2Y
esos mensajes dan testimonio de dicho mundo, y lo proclaman real. 3Pues tú enviaste a esos mensajeros para que te trajesen esos
mensajes. 4De lo único que dichos mensajes te hablan es de cosas
externas. 5No hay mensaje que hable de lo que está subyacente, pues
el cuerpo no podrÃa hablar de ello. 6Sus ojos no lo pueden percibir;
sus sentidos siguen siendo completamente inconscientes de ello y su lengua
no puede transmitir sus mensajes. 7Pero Dios puede llevarte hasta
allÃ, si estás dispuesto a seguir al EspÃritu Santo a través del aparente
terror, confiando en que Él no te abandonará ni te dejará allÃ. 8Pues
Su propósito no es atemorizarte, aunque el tuyo lo sea. 9Te sientes
seriamente tentado de abandonar al EspÃritu Santo al primer roce con el anillo
de temor, pero Él te conducirá sano y salvo a través del temor y más allá de
él.
4. El cÃrculo
de temor yace justo debajo del nivel que los ojos del cuerpo perciben, y
aparenta ser la base sobre la que el mundo descansa. 2Ahà se
encuentran todas las ilusiones, todos los pensamientos distorsionados,
todos los ataques dementes, la furia, la venganza y la traición que se
concibieron con el propósito de conservar la culpabilidad, de modo que el mundo
pudiese alzarse desde ella y mantenerla oculta. 3Su sombra se eleva
hasta la superficie lo suficiente como para conservar sus manifestaciones
más externas en la oscuridad, y para causarles desesperación y mantenerlas
en la soledad y en la más profunda tristeza. 4Su intensidad, no
obstante, está velada tras pesados cortinajes, y se mantiene aparte de lo que se
concibió para ocultarla. 5El cuerpo es incapaz de ver esto, pues
surgió de ello para ofrecerle protección, la cual depende de que eso no se vea. 6Los ojos del cuerpo nunca lo verán. 7Pero verán lo que
dicta.
5. El cuerpo
seguirá siendo el mensajero de la culpabilidad y actuará tal como ella le dicte
mientras tú sigas creyendo que la culpabilidad es real. 2Pues la
supuesta realidad de la culpabilidad es la ilusión que hace que ésta
parezca ser algo denso, opaco e impenetrable, y la verdadera base del sistema de
pensamiento del ego. 3Su delgadez y transparencia no se vuelven
evidentes hasta que ves la luz que yace tras ella. 4Y ahÃ, ante la
luz, la ves como el frágil velo que es.
6. Esta
barrera tan aparentemente sólida, y ese falso suelo que parece una roca, es como
un banco de nubes negras que flotan muy cerca de la superficie, dando la
impresión de ser una sólida muralla ante el sol. 2Su apariencia
impenetrable no es más que una ilusión. 3Cede mansamente ante las
cumbres que se elevan por encima de ella, y no tiene ningún poder para detener a
nadie que quiera ascender por encima de ella y ver el sol. 4Esta
aparente muralla no es lo suficientemente fuerte como para detener la caÃda
de un botón o para sostener una pluma. 5Nada puede descansar sobre
ella, pues no es sino una base ilusoria. 6Trata de tocarla y
desaparece; intenta asirla y tus manos no agarran nada.
7. Pero en ese
banco de nubes es fácil ver todo un mundo. 2Las cordilleras, los
lagos y las ciudades que ves, son todos producto de tu imaginación; y desde las
nubes, los mensajeros de tu percepción regresan a ti, asegurándote que todo
eso se encuentra allÃ. 3Se destacan figuras que se mueven de un lado
a otro, las acciones parecen reales, y aparecen formas que pasan de lo bello a
lo grotesco. 4Y esto se repite una y otra vez, mientras quieras
seguir jugando el juego infantil de pretender ser otra cosa. 5Sin
embargo, por mucho que quieras jugar ese juego, e independientemente de
cuánta imaginación emplees, no lo confundes con el mundo que le subyace ni
intentas hacer que sea real.
8. Asimismo
deberÃa ser con las tenebrosas nubes de la culpabilidad, las cuales son
igualmente vaporosas e insubstanciales. 2No te pueden magullar al
atravesarlas. 3Deja que tu GuÃa te muestre su naturaleza insustancial
a medida que te conduce más allá de ellas, pues debajo de ellas hay un mundo de
luz sobre el que esas nubes no arrojan sombras. 4Sus sombras sólo
nublan el mundo que se encuentra más allá de ellas, el cual está aún más alejado
de la luz. 5Sin embargo, no pueden arrojar sombras sobre la
luz.
9. Este mundo
de luz, este cÃrculo de luminosidad es el mundo real, donde la culpabilidad se
topa con el perdón. 2Ahà el mundo exterior se ve con ojos nuevos,
libre de toda sombra de culpabilidad. 3Aquà te encuentras
perdonado, pues aquà has perdonado a todo el mundo. 4He aquà la nueva
percepción donde todo es luminoso y brilla con inocencia, donde todo ha sido
purificado en las aguas del perdón y se encuentra libre de cualquier
pensamiento maligno que jamás hayas proyectado sobre él. 5Ahà no
se ataca al Hijo de Dios, y a ti se te da la bienvenida. 6Ahà se
encuentra tu inocencia, esperando para envolverte, protegerte y
prepararte para el paso final de tu viaje interno. 7Ahà se dejan
de lado los sombrÃos y pesados cortinajes de la culpabilidad, los cuales quedan
dulcemente reemplazados por la pureza y el amor.
10. Pero ni
siquiera el perdón es el final. 2El perdón hace que todo sea bello,
pero no puede crear. 3Es la fuente de la curación, el emisario del
amor, pero no su Fuente. 4Se te conduce ahà para que Dios Mismo pueda
dar el paso final sin impedimentos, pues ahà nada se opone al amor, sino que le
permite ser lo que es. 5Un paso más allá de este santo lugar de
perdón -paso éste que te lleva aún más adentro pero uno que tú no puedes
dar- te transporta a algo completamente diferente. 6Ahà reside la
Fuente de la luz; ahà nada se percibe, se perdona o se transforma, sino que
simplemente se conoce.
11. Este curso
te conducirá al conocimiento, pero el conocimiento en sà está más allá del
alcance de nuestro programa de estudios. 2Y no es necesario que
tratemos de hablar de lo que por siempre ha de estar más allá de las palabras. 3Lo único que tenemos que recordar es que todo aquel que alcance el
mundo real, más allá del cual el aprendizaje no puede ir, irá más allá de él,
pero de una manera diferente. 4Allà donde acaba el aprendizaje, allÃ
comienza Dios, pues el aprendizaje termina ante Aquel que es completo donde Él
Mismo comienza y donde no hay final. 5No debemos ocuparnos de lo que
es inalcanzable. 6Aún es mucho lo que nos queda por aprender , 7pues todavÃa tenemos que alcanzar la condición de estar listos
para el conocimiento.
12. El amor no
es algo que se pueda aprender. 2Su significado reside en sÃ
mismo. 3Y el aprendizaje finaliza una vez que has reconocido
todo lo que no es amor. 4Ésa es la interferencia, eso es lo que hay
que eliminar. 5El amor no es algo que se pueda aprender porque jamás
ha habido un solo instante en que no lo conocieses. 6El aprendizaje
no tiene objeto ante la Presencia de tu Creador, Cuyo reconocimiento de ti y el
tuyo de Él transciende el aprendizaje en tal medida, que todo lo que has
aprendido no significa nada en comparación, y queda reemplazado para siempre por
el conocimiento del amor y su único significado.
13. Tu
relación con tu hermano ha sido extraÃda del mundo de las sombras, y su impÃo
propósito conducido sano y salvo a través de las barreras de la culpabilidad,
lavado en las aguas del perdón y depositado radiante en el mundo de la luz donde
ha quedado firmemente enraizado. 2Desde allà te exhorta a que sigas
el mismo camino que tu relación tomó, al haber sido elevada muy por encima
de las tinieblas y depositada tiernamente ante las puertas del Cielo. 3El instante santo en el que tú y tu hermano os unisteis no es más
que el mensajero del amor, el cual se envió desde más allá del perdón para
recordarte lo que se encuentra allende el perdón. 4Sin embargo, es a
través del perdón como todo ello se recordará.
14. Y cuando
el recuerdo de Dios te haya llegado en el santo lugar del perdón, no recordarás
nada más y la memoria será tan inútil como el aprendizaje, pues tu único
propósito será crear. 2Mas no podrás saber esto hasta que toda
percepción haya sido limpiada y purificada, y finalmente eliminada para siempre. 3El perdón deshace únicamente lo que no es verdad, despejando
las sombras del mundo y conduciéndolo -sano y salvo dentro de su dulzura- al
mundo luminoso de la nueva y diáfana percepción. 4Allà se encuentra
tu propósito ahora. 5Y es allà donde te aguarda la
paz.
LECCIÓN
214
No
soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me
creó.
1.
(194) Pongo
el futuro en Manos de Dios.
2El
pasado ya pasó y el futuro aún no ha llegado. 3Ahora
estoy libre de ambos. 4Pues lo que Dios da sólo puede ser para el
bien. 5Y acepto
únicamente lo que Él da como lo que me pertenece.
6No
soy un cuerpo. 7Soy libre.
8Pues
aún soy como Dios me creó.
LECCIÓN
215
No
soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún
soy tal como
Dios me creó.
1.
(195) El
Amor es el camino que recorro con gratitud.
2EI EspÃritu
Santo es mi único GuÃa. 3Él camina a mi lado
con amor. 4Y le doy las
gracias por mostrarme el camino que debo seguir.
5No
soy un cuerpo. 6Soy libre.
7Pues aún
soy tal como
Dios me creó.
LECCIÓN
216
No
soy un cuerpo.
Soy libre. Pues aún
soy tal como
Dios me creó.
1.
(196) No
puede ser sino a mà mismo a quien crucifico.
2Todo lo que
hago, me lo hago a mà mismo. 3Si ataco, sufro. 4Mas si perdono,
se me dará la salvación.
5No
soy un cuerpo. 6Soy libre.
7Pues aún
soy tal como
Dios me creó.
4 DE
AGOSTO
CapÃtulo
19
LA CONSECUCIÓN
DE LA PAZ
I. La curación
y la fe
1. Dijimos
anteriormente que cuando una situación se ha dedicado completamente a la
verdad, la paz es inevitable. 2La consecución de ésta es el criterio
por medio del cual se puede determinar con seguridad si dicha dedicación fue
total. 3Mas dijimos también que es imposible alcanzar la paz sin
tener fe, pues lo que se le entrega a la verdad para que ésta sea su único
objetivo, se lleva a la verdad mediante la fe. 4Esta fe abarca
a todo aquel que esté involucrado en la situación, pues sólo de esta manera
se percibe la situación como significativa y como un todo. 5Y todo el
mundo tiene que estar involucrado, pues, de lo contrario, ello implicarÃa que tu
fe es limitada y que tu dedicación no es total.
2. Toda
situación que se perciba correctamente se convierte en una oportunidad para
sanar al Hijo de Dios. 2Y éste se cura porque tú tuviste fe en
él, al entregárselo al EspÃritu Santo y liberarlo de cualquier exigencia que tu
ego hubiese querido imponerle. 3Ves, por consiguiente, que es libre,
y el EspÃritu Santo comparte esa visión contigo. 4Y puesto que la
comparte, la ha dado, y asÃ, Él cura a través de ti. 5Unirse a Él en
un propósito unificado es lo que hace que ese propósito sea real, porque tú lo
completas. 6Y esto es curación. 7El cuerpo se cura
porque viniste sin él y te uniste a la Mente en la que reside toda
curación.
3. El cuerpo
no puede curarse porque no puede causarse enfermedades a sà mismo. 2No tiene necesidad de que se le cure. 3El que goce
de buena salud o esté enfermo depende enteramente de la forma en que la mente lo
percibe y del propósito para el que quiera usarlo. 4Es obvio que un
segmento de la mente puede verse a sà mismo separado del Propósito Universal. 5Cuando esto ocurre, el cuerpo se convierte en su arma, que usa
contra ese Propósito para demostrar el "hecho" de que la separación ha tenido
lugar. 6De este modo, el cuerpo se convierte en el instrumento
de lo ilusorio, actuando en conformidad con ello: viendo lo que no está ahÃ,
oyendo lo que la verdad nunca dijo y comportándose de forma demente, al
estar aprisionado por la demencia.
4. No pases
por alto nuestra afirmación anterior de que la falta de fe conduce directamente
a las ilusiones. 2Pues percibir a un hermano como si fuese un cuerpo
es falta de fe, y el cuerpo no puede ser usado para alcanzar la unión. 3Si ves a tu hermano como un cuerpo, habrás dado lugar a una
condición en la que unirse a él es imposible. 4Tu falta de fe en él
te ha separado de él y ha impedido vuestra curación. 5De este modo,
tu falta de fe se ha opuesto al propósito del EspÃritu Santo y ha dado lugar a
que se interpongan entre vosotros ilusiones centradas en el cuerpo. 6Y el cuerpo parecerá estar enfermo, pues lo habrás convertido en un
"enemigo" de la curación y en lo opuesto a la verdad.
5. No puede
ser difÃcil darse cuenta de que la fe tiene que ser lo opuesto a la falta de fe. 2Mas la diferencia en cómo ambas operan no es tan obvia, aunque se
deriva directamente de la diferencia fundamental que existe entre ellas. 3La falta de fe siempre limita y ataca; la fe desvanece toda
limitación y brinda plenitud. 4La falta de fe siempre destruye y
separa; la fe siempre une y sana. 5La falta de fe interpone ilusiones
entre el Hijo de Dios y su Creador; la fe elimina todos los obstáculos que
parecen interponerse entre ellos. 6La falta de fe está totalmente
dedicada a las ilusiones; la fe, totalmente a la verdad. 7Una
dedicación parcial es imposible. 8La verdad es la ausencia de
ilusiones, las ilusiones, la ausencia de la verdad. 9Ambas no
pueden coexistir ni percibirse en el mismo lugar. 10Dedicarte a ambas
es establecer un objetivo por siempre inalcanzable, pues parte de él se intenta
alcanzar a través del cuerpo, al que se considera el medio por el que se procura
encontrar la realidad mediante el ataque. 11La otra parte quiere
sanar y, por lo tanto, apela a la mente y no al cuerpo.
6. La
transigencia que inevitablemente se hace es creer que el cuerpo, y no la mente,
es el que tiene que ser curado. 2Pues este objetivo dividido ha
otorgado la misma realidad a ambos, lo cual serÃa posible sólo si la mente
estuviese limitada al cuerpo y dividida en pequeñas partes que aparentan
ser Ãntegras, pero que no están conectadas entre sÃ. 3Esto no le hará
daño al cuerpo, pero mantendrá intacto en la mente el sistema de
pensamiento ilusorio. 4La mente, pues, es la que tiene necesidad de
curación. 5Y en ella es donde se encuentra. 6Pues
Dios no concedió la curación como algo aparte de la enfermedad, ni estableció el
remedio donde la enfermedad no puede estar. 7La enfermedad y el
remedio se encuentran en el mismo lugar, y cuando se ven uno al lado del otro,
reconoces que todo intento de mantener a la verdad y a la ilusión en la mente,
donde ambas necesariamente están, es estar dedicado a las ilusiones. aMas cuando éstas se llevan ante la verdad y se ve que desde
cualquier punto de vista son completamente irreconciliables con ella, se
abandonan.
LECCIÓN
217
No
soy un cuerpo.
Soy libre. Pues aún
soy tal como
Dios me creó.
1.
(197) No
puede ser sino mi propia gratitud la que me gano.
2¿Quién debe dar
gracias por mi salvación sino yo mismo? 3¿Y cómo sino a
través de la salvación puedo encontrar el Ser a Quien debo estarle
agradecido?
4No
soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues aún
soy tal como
Dios me creó.
5 DE
AGOSTO
7. No hay
conexión alguna entre la verdad y las ilusiones. 2Esto será asÃ
eternamente, por mucho que intentes que haya conexión entre ellas. 3Pero las ilusiones están siempre conectadas entre sÃ, tal como lo
está la verdad. 4Tanto las ilusiones como la verdad gozan de cohesión
interna y constituyen un sistema de pensamiento completo en sà mismo,
aunque totalmente desconectado del otro. 5Percibir esto es reconocer
dónde se encuentra la separación, y dónde debe subsanarse. 6El
resultado de una idea no está nunca separado de su fuente. 7La idea
de la separación dio lugar al cuerpo y permanece conectada a él, haciendo que
éste enferme debido a la identificación de la mente con él. 8Tú crees
que estás protegiendo al cuerpo, al ocultar esta conexión, ya que ocultarla
parece mantener tu identificación a salvo del "ataque" de la
verdad.
8. ¡Si sólo
comprendieses cuánto daño le ha hecho a tu mente este extraño encubrimiento, y
cuánta confusión te ha causado con respecto a tu identidad! 2No
comprendes la magnitud de la devastación que tu falta de fe ha ocasionado,
pues la falta de fe es un ataque que parece estar justificado por sus
resultados. 3Pues al negar la fe ves lo que no es digno de ella, y no
puedes mirar más allá de esta barrera a lo que se encuentra unido a
ti.
9. Tener fe es
sanar. 2Es la señal de que has aceptado la Expiación, y, por
consiguiente, de que deseas compartirla. 3Mediante la fe, ofreces el
regalo de liberación del pasado que recibiste. 4No te vales de nada
que tu hermano haya hecho antes para condenarlo ahora. 5Eliges
libremente pasar por alto sus errores, al mirar más allá de todas las barreras
que hay entre tú y él y veros a los dos como uno solo. 6Y en esa
unidad que contemplas, tu fe está plenamente justificada. 7La
falta de fe nunca está justificada. aLa fe, en cambio, siempre lo
está.
10. La fe es
lo opuesto al miedo, y forma parte del amor tal como el miedo forma parte del
ataque. 2La fe es el reconocimiento de la unión. 3Es el
benévolo reconocimiento de que cada hermano es un Hijo de tu amorosÃsimo Padre,
amado por Él como lo eres tú, y, por lo tanto, amado por ti como si
fueses tú mismo. 4Su Amor es lo que te une a tu hermano, y debido a
Su Amor no desearÃas mantener a nadie excluido del tuyo. 5Cada
hermano aparece tal como se le percibe en el instante santo, unido a ti en tu
propósito de ser liberado de la culpabilidad. Al ver a Cristo en él, él sana
porque contemplas en él lo que hace que tener fe en todos esté justificado
eternamente.
11. La fe es
el regalo de Dios, a través de Aquel que Él te ha dado. La falta de fe contempla
al Hijo de Dios, y lo juzga indigno de perdón. Pero a través de los ojos de la
fe, se ve que el Hijo de Dios ya ha sido perdonado y que está libre de toda
culpa que él mismo se echó encima. La fe lo ve sólo como es ahora porque no se fija en el pasado
para juzgarlo, sino que únicamente ve en él lo mismo que verla en ti. No ve a
través de los ojos del cuerpo, ni recurre a cuerpos para darse validez a sÃ
misma. La fe es el heraldo de la nueva percepción, enviada para congregar
testigos que den testimonio de su llegada, y para devolverte sus
mensajes.
12. La fe
puede ser intercambiada por el conocimiento tan fácilmente como el mundo real.
Pues la fe surge de la percepción del EspÃritu Santo, y es señal de que
compartes ésta con Él. La fe es un regalo que le ofreces al Hijo de Dios a
través del EspÃritu Santo, y es tan aceptable para el Padre como para el Hijo.
Por lo tanto, te lo ofreces a ti mismo. Tu relación santa, con su nuevo
propósito, te ofrece fe para que se la des a tu hermano. Tu falta de fe os ha
separado, y asÃ, no ves tu salvación en él. La fe, no obstante, os une en la
santidad que veis, no a través de los ojos del cuerpo, sino en la visión de
Aquel que os unió, y en Quien estáis unidos.
13. La gracia
no se le otorga al cuerpo, sino a la mente. Y la mente que la recibe mira
instantáneamente más allá del cuerpo, y ve el santo lugar donde fue curada. AhÃ
es donde se alza el altar en el que la gracia fue otorgada, y donde se
encuentra. Ofrécele, pues, gracia y bendiciones a tu hermano, pues te encuentras
en el mismo altar donde se os otorgó la gracia a ambos. Y dejad que la gracia os
cure a la vez, para que podáis curar mediante la fe.
14. En el
instante santo tú y tu hermano os encontráis ante el altar que Dios se ha
erigido a Sà Mismo y a vosotros dos. Dejad a un lado la falta de fe y venid a él
juntos. En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue renovada por la
fe. Y en él os daréis cuenta de que no hay nada que la fe no pueda perdonar.
Ningún error puede obstruir su serena visión, la cual lleva el milagro de
curación con la misma facilidad a todos ellos. Pues lo que se les encomienda hacer a
los mensajeros del amor, ellos lo hacen, y regresan con las buenas nuevas de
haberlo consumado en ti y en tu hermano, que os encontráis unidos ante el altar
desde donde ellos fueron enviados.
15. De la
misma manera en que la falta de fe mantendrÃa vuestros mÃseros reinos yermos y
separados, asà la fe ayudará al EspÃritu Santo a preparar el terreno para el
santÃsimo jardÃn en que Él quiere convertirlo. Pues la fe brinda paz, y asÃ, le
pide a la verdad que entre y embellezca lo que ya fue preparado para la
hermosura. La verdad sigue muy de cerca a la fe y a la paz, y completa el
proceso de embellecimiento que ellas comienzan. Pues la fe sigue siendo una de
las metas del aprendizaje, que deja de ser necesaria una vez que la lección se
ha aprendido. La verdad, en cambio, jamás se ausentará.
16. DedÃcate,
por lo tanto, a lo eterno, y aprende a no ser un obstáculo para ello ni a
convertirlo en un esclavo del tiempo. Pues lo que crees hacerle a lo eterno te
lo haces a ti mismo. Aquel a quien
Dios creó como Su Hijo no es esclavo de nada, pues es señor de todo, junto con
su Creador. Puedes esclavizar a un cuerpo, pero las ideas son libres, y no
pueden ser aprisionadas o limitadas en modo alguno, excepto por la mente que las
concibió. Pues ésta permanece unida
a su fuente, que se convierte en su carcelero o en su libertador, según el
objetivo que acepte para sà misma.
LECCIÓN
218
No soy un
cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1.
(198) Sólo mi propia condenación me hace daño.
Mi
condenación nubla mi visión, y a través de mis ojos ciegos no puedo ver la
visión de mi gloria. Mas hoy puedo contemplar esta gloria y regocijarme
No soy un
cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
6 DE
AGOSTO
II. El pecado en contraposición al
error
1. Es esencial
que no se confunda el error con el pecado, ya que esta distinción es lo que hace
que la salvación sea posible. Pues el error puede ser corregido, y lo torcido,
enderezado. Pero el pecado, de ser posible, serÃa irreversible. La creencia en
el pecado está necesariamente basada en la firme convicción de que son las
mentes, y no los cuerpos, las que atacan. Y asÃ, la mente es culpable y lo será
siempre, a menos que una mente que no sea parte de ella pueda darle la
absolución. El pecado exige castigo del mismo modo en que el error exige
corrección, y la creencia de que el castigo es corrección es claramente una
locura.
2. El pecado
no es un error, pues el pecado comporta una arrogancia que la idea del error no
posee. Pecar supondrÃa violar la realidad, y lograrlo. El pecado es la
proclamación de que el ataque es real y de que la culpabilidad está justificada.
Da por sentado que el Hijo de Dios es culpable, y que, por lo tanto, ha
conseguido perder su inocencia y también convertirse a sà mismo en algo que Dios
no creó. 5De este modo, la creación se ve como algo que no es eterno,
y la Voluntad de Dios como susceptible de ser atacada y derrotada. 6El pecado es la gran ilusión que subyace a toda la grandiosidad del
ego. 7Pues debido a él, Dios Mismo cambia y se le priva de Su
Plenitud.
3. El Hijo de
Dios puede estar equivocado, engañarse a sà mismo e incluso usar el poder de su
mente contra sà mismo. 2Pero no puede pecar. 3No
puede hacer nada que en modo alguno altere su realidad, o que haga que realmente
sea culpable. 4Eso es lo que el pecado quisiera hacer, pues ése es su
propósito. 5Mas a pesar de toda la salvaje demencia inherente a la
idea del pecado, éste sigue siendo imposible. 6Pues el costo del
pecado es la muerte, y ¿podrÃa acaso perecer lo que es
inmortal?
4. Uno de los
principales dogmas de la descabellada religión del ego es que el pecado no es un
error sino la verdad, y que la inocencia es la que pretende engañarnos. 2La pureza se considera arrogancia, y la aceptación de nuestro ser
como algo pecaminoso se percibe como santidad. 3Y es esta doctrina la
que sustituye a la realidad del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó, y tal
como dispuso que fuese para siempre. 4¿Es esto humildad? 5¿O es más bien un intento de desgajar a la creación de la verdad, y
de mantenerla aparte?
5. El ego
siempre considerará injustificable cualquier intento de reinterpretar el pecado
como un error. 2La idea del pecado es absolutamente sacrosanta en su
sistema de pensamiento, y sólo puede abordarse con respeto y temor reverente. 3Es el concepto más "sagrado" del sistema del ego: bello y poderoso,
completamente cierto, y protegido a toda costa por cada una de las
defensas que el ego tiene a su disposición. 4Pues en el pecado
radica su "mejor" defensa, a la que todas las demás sirven. 5El
pecado es su armadura, su protección y el propósito fundamental de la
relación especial tal como el ego la interpreta.
6. Puede
ciertamente afirmarse que el ego edificó su mundo sobre el pecado. 2Únicamente en un mundo asà podrÃa todo ser a la inversa. 3Ésta es la extraña ilusión que hace que las nubes de la culpabilidad
parezcan densas e impenetrables. 4La solidez que los cimientos de
este mundo parecen tener descansa en ello. 5Pues el pecado ha hecho
que la creación, de ser una Idea de Dios, pase a ser un ideal del ego: un mundo
que él rige, compuesto de cuerpos inconscientes y capaces de caer presa de la
corrupción y decadencia más absolutas. 6Si esto es un error, la
verdad puede deshacerlo fácilmente, 7pues todo error puede ser
corregido sólo con que se le permita a la verdad juzgarlo. 8Pero si
al error se le otorga el rango de verdad, ¿ante qué se podrÃa llevar? 9La "santidad" del pecado se mantiene intacta debido únicamente a
este extraño mecanismo. 10En cuanto que verdad, el pecado es
inviolable, y todo se lleva ante él para ser juzgado. 11Mas si es un
error, es él el que tiene que ser llevado ante la verdad. 12Es
imposible tener fe en el pecado, pues el pecado es falta de fe. 13Mas
es posible tener fe en el hecho de que cualquier error puede ser
corregido.
7. No
hay un solo baluarte en toda la ciudadela fortificada del ego más celosamente
defendido que la idea de que el pecado es real, y de que es la expresión natural
de lo que el Hijo de Dios ha hecho de sà mismo y de lo que es. 2Para
el ego eso no es un error. 3Pues ésa es su realidad: la "verdad" de
la que nunca se podrá escapar. 4Ése es su pasado, su presente y su
futuro. 5Pues de alguna manera se las ha arreglado para corromper a
su Padre y hacerle cambiar de parecer por completo. 6¡Llora, pues, la
muerte de Dios, a Quien el pecado asesinó! 7Este serÃa el deseo del
ego, que en su demencia cree haberlo logrado.
8. ¿No
preferirÃas que todo esto no fuese más que una equivocación, completamente
corregible, y de la que fuese tan fácil escapar que rectificarla totalmente
serÃa tan sencillo como atravesar la neblina y llegar hasta al sol? 2Pues eso es todo lo que es. 3Quizá te sientas tentado de
coincidir con el ego en que es mucho mejor ser pecador que estar equivocado. 4Mas piensa detenidamente antes de permitirte a ti mismo tomar esa
decisión. 5No la tomes a la ligera, pues es la elección entre el
Cielo y el infierno.
LECCIÓN
219
No soy un
cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.
1.
(199) No soy un cuerpo. 2Soy libre.
3Soy el Hijo de
Dios. 4Aquiétate mente mÃa, y piensa en esto por un, momento. 5Luego regresa a
la tierra, sin confusión alguna acerca de quién es aquel a quien mi Padre ama
eternamente como Su Hijo.
6No
soy un cuerpo. 7Soy libre.
8Pues
aún soy tal como Dios me creó.
7 DE
AGOSTO
III. La
irrealidad del pecado
1. La
atracción de la culpabilidad reside en el pecado, no en el error. 2El
pecado volverá a repetirse por razón de esta atracción. 3El miedo
puede hacerse tan agudo que al pecado se le ruega su expresión. 4Pero
mientras la culpabilidad continúe siendo atractiva, la mente sufrirá
y no abandonará la idea del pecado. 5Pues la culpabilidad todavÃa la
llama, y la mente la oye y la desea ardientemente, y se deja cautivar
voluntariamente por su enfermiza atracción. 6El pecado es una
idea de perversidad que no puede ser corregida, pero que, sin embargo, será
siempre deseable. 7AI ser parte esencial de lo que el ego cree
que eres, siempre la desearás. 8Y sólo un vengador, con una mente
diferente de la tuya, podrÃa acabar con ella valiéndose del
miedo.
2. El ego no
cree que sea posible que lo que el pecado realmente invoca, y a lo que el
amor siempre responde, es al amor y no al miedo. 2Pues el ego
lleva el pecado ante el miedo, exigiendo castigo. 3Mas el
castigo no es sino otra forma de proteger la culpabilidad, pues lo que
merece castigo tuvo que haber sucedido realmente. 4El castigo es
siempre el gran protector del pecado, al que trata con respeto y a quien honra
por su perversidad. 5Lo que clama por castigo, tiene que ser verdad. 6Y lo que es verdad no puede sino ser eterno, y se seguirá repitiendo
sin cesar. 7Pues deseas lo que consideras real, y no lo
abandonas.
3. Un error,
en cambio, no es algo atractivo. 2Lo que ves claramente como una
equivocación deseas que se corrija. 3A veces un pecado se comete una
y otra vez, con resultados obviamente angustiosos, pero sin perder su atractivo. 4Mas de pronto cambias su condición, de modo que de ser un pecado
pasa a ser simplemente un error. 5Ahora ya no lo seguirás
cometiendo, simplemente no lo volverás a hacer y te desprenderás de él, a
menos que todavÃa te sigas sintiendo culpable. 6Pues en ese caso no
harás sino cambiar una forma de pecado por otra, reconociendo que era un error
pero impidiendo su corrección. 7Eso no supone realmente un cambio en
tu percepción, pues es el pecado y no el error el que exige
castigo.
4. El EspÃritu
Santo no puede castigar el pecado. 2Reconoce los errores y Su deseo
es corregirlos todos tal como Dios le encargó que hiciese. 3Pero no
conoce el pecado, ni tampoco puede ver errores que no puedan ser corregidos. 4Pues la idea de un error incorregible no tiene sentido para Él. 5Lo único que el error pide es corrección, y eso es todo. 6Lo que pide castigo no está realmente pidiendo nada. 7Todo error es necesariamente una petición de amor. 8¿Qué es, entonces, el pecado? 9¿Qué otra cosa podrÃa ser,
sino una equivocación que quieres mantener oculta, una petición de ayuda
que no quieres que sea oÃda, y que, por lo tanto, se queda sin
contestar?
5. En el
tiempo, el EspÃritu Santo ve claramente que el Hijo de Dios puede cometer
errores. 2En esto compartes Su visión. 3Mas no compartes
Su criterio con respecto a la diferencia que existe entre el tiempo y la
eternidad. 4Y cuando la corrección se completa, el tiempo se
convierte en eternidad. 5El EspÃritu Santo puede enseñarte a ver
el tiempo de manera diferente y a ver más allá de él, pero no podrá hacerlo
mientras sigas creyendo en el pecado. 6En el error sà puedes creer,
pues éste puede ser corregido por la mente. 7Pero el pecado es la
creencia de que tu percepción es inalterable y de que la mente tiene que aceptar
como verdadero lo que le dicta la percepción. 8Si la mente no
obedece, se la juzga como desquiciada. 9De ese modo la mente, que es
el único poder que podrÃa cambiar la percepción, se mantiene en un estado de
impotencia y restringida al cuerpo por miedo al cambio de percepción que su
Maestro, que es uno con ella, le brindarÃa.
6. Cuando te
sientas tentado de pensar que el pecado es real, recuerda esto: si el pecado es
real, ni tú ni Dios lo sois. 2Si la creación es extensión, el Creador
tiene que haberse extendido a SÃ Mismo, y es imposible que lo que forma parte de
Él sea completamente diferente del resto. 3Si el pecado es real,
Dios no puede sino estar en pugna Consigo Mismo. 4Tiene que estar
dividido, debatiéndose entre el bien y el mal; ser en parte cuerdo y en parte
demente. 5Pues tiene que haber creado aquello que quiere
destruirlo y que tiene el poder de hacerlo. 6¿No serÃa más fácil
creer que has estado equivocado que creer eso?
7. Mientras
creas que tu realidad o la de tu hermano está limitada a un cuerpo,
seguirás creyendo en el pecado. 8Mientras creas que los cuerpos se
pueden unir, seguirás encontrando atractiva a la culpabilidad y considerando el
pecado como algo de inestimable valor. 3Pues la creencia de que los
cuerpos limitan a la mente conduce a una percepción del mundo en la que la
prueba de la separación parece abundar por todas partes. 4Asà Dios y
Su creación parecen estar separados y haber sido derrocados. 5Pues el pecado demostrarÃa que lo que Dios creó santo no puede
prevalecer contra él, ni seguir siendo lo que es ante su poderÃo. 6Al
pecado se le percibe como algo más poderoso que Dios, ante el cual Dios Mismo se
tiene que postrar y ofrecer Su creación a su conquistador. 7¿Es esto
humildad o demencia?
8. Si el
pecado es real, tiene que estar permanentemente excluido de cualquier esperanza
de curación. 2Pues en ese caso habrÃa un poder que transcenderÃa al
de Dios, un poder capaz de fabricar otra voluntad que puede atacar y derrotar Su
Voluntad, asà como conferirle a Su Hijo otra voluntad distinta de la Suya y más
fuerte. 3Y cada parte fragmentada de la creación de Dios tendrÃa una
voluntad diferente, opuesta a la Suya, y en eterna oposición a Él y a las demás. 4Tu relación santa tiene ahora como propósito la meta de demostrar
que eso es imposible. 5El Cielo le ha sonreÃdo, y en su sonrisa de
amor la creencia en el pecado ha sido erradicada. 6TodavÃa lo ves
porque no te das cuenta de que sus cimientos han desaparecido. 7Su
fuente ya ha sido eliminada, y sólo puedes abrigarlo por un breve perÃodo de
tiempo antes de que desaparezca del todo. 8Lo único que queda es el
hábito de buscarlo.
9. Y sin
embargo, lo contemplas con la sonrisa del Cielo en tus labios y con la bendición
del Cielo en tu mirada. 2No seguirás viendo el pecado por
mucho más tiempo. 3Pues en la nueva percepción, la mente lo
corrige cuando parece presentarse y se vuelve invisible. 4Los
errores se reconocen de inmediato y se llevan enseguida ante la corrección para
que ésta los sane y no para que los oculte. 5Serás curado del pecado
y de todas sus atrocidades en el instante en que dejes de conferirle poder sobre
tu hermano. 6Y lo ayudarás a superar sus errores al liberarlo
jubilosamente de la creencia en el pecado.
10. En
el instante santo verás refulgir la sonrisa del Cielo sobre ti y sobre tu
hermano. 2Y derramarás luz sobre él, en jubiloso reconocimiento
de la gracia que se te ha concedido. 3Pues el pecado no puede
prevalecer contra una unión que el Cielo ve con beneplácito. 4Tu
percepción sanó en el instante santo que el Cielo te dio. 5OlvÃdate
de lo que has visto, y eleva tus ojos con fe hacia lo que ahora puedes ver. 6Las barreras que impiden el paso al Cielo desaparecerán ante tu
santa mirada, pues a ti que eras ciego se te ha concedido la visión y ahora
puedes ver. 7No busques lo que ha sido eliminado, sino la gloria que
ha sido restituida para que tú la veas.
11. Mira a tu Redentor y contempla lo que Él quiere que tú veas en tu hermano, y no
permitas que el pecado vuelva a cegar tus ojos. 2Pues el pecado te
mantendrÃa separado de él, pero tu Redentor quiere que veas a tu hermano como te
ves a ti mismo. 3Vuestra relación es ahora un templo de curación, un
lugar donde todos los que están fatigados pueden venir a descansar. 4En ella se encuentra el descanso que les espera a todos después de
la jornada. 5Y gracias a vuestra relación todos se encuentran
más cerca de ese descanso.
LECCIÓN
220
No
soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me
creó.
1.
(200) No hay más paz que la paz de Dios.
2Que no me desvÃe
del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea
ése. 3Mas déjame
seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor
de Dios.
4No
soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues
aún soy tal como Dios me creó.
8 DE
AGOSTO
IV. Los
obstáculos a la paz
1. A medida
que la paz comience a extenderse desde lo más profundo de tu ser para
abarcar a toda la Filiación y ofrecerle descanso, se topará con muchos
obstáculos. 2Algunos de ellos los tratarás de imponer tú. 3Otros, parecerán provenir de otras partes: de tus hermanos, o
de diversos aspectos del mundo externo. 4La paz, no obstante, los
envolverá dulcemente a todos, extendiéndose más allá de ellos sin
obstrucción alguna. 5La extensión del propósito del EspÃritu Santo
desde tu relación a otras personas para incluirlas amorosamente dentro de
ella, es la manera en que Él armonizará medios y fin. 6La paz que Él
ha depositado, muy hondo dentro de ti y tu hermano, se extenderá quedamente a
cada aspecto de vuestras vidas, rodeándoos a ambos de radiante felicidad y con
la sosegada certeza de que gozáis de absoluta protección. 7Y vosotros
llevaréis su mensaje de amor, seguridad y libertad a todo aquel que se acerque a
vuestro templo, donde la curación le espera. 8No tendréis que
esperar para darle esto, pues le llamaréis y él os responderá, reconociendo en
vuestra llamada la Llamada a Dios. 9Y vosotros lo albergaréis y le
daréis descanso tal como se os dio a vosotros.
2. Todo esto
es lo que harás. 2Para ello, no obstante, la paz que ya mora en lo
más profundo de tu ser debe primero expandirse y transponer los obstáculos que
situaste ante ella. 3Esto es lo que harás, pues nada que se emprenda
con el EspÃritu Santo queda inconcluso. 4No puedes estar
seguro de nada de lo que ves fuera de ti, pero de esto sà puedes estar
seguro: el EspÃritu Santo te pide que le ofrezcas un lugar de reposo donde tú
puedas descansar en Él. 5Él te contestó, y entró a formar parte de
vuestra relación. 6¿No quieres corresponder a Su gracia, y entablar
una relación con Él? 7Pues fue Él quien le confirió a tu relación el
regalo de la santidad, sin la cual te habrÃa resultado eternamente imposible
apreciar a tu hermano.
3. Él sólo te
pide que aceptes por Él la gratitud que le debes. 2Y cuando
contemplas a tu hermano con infinita benevolencia, lo estás contemplando a Él. 3Pues estás mirando allà donde Él está, y no donde no está. 4No puedes ver al EspÃritu Santo, pero puedes ver a tus hermanos
correctamente. 5Y la luz en ellos te mostrará todo lo que
necesites ver. 6Cuando la paz que mora en ti se haya extendido hasta
abarcar a todo el mundo, la función del EspÃritu Santo aquà se habrá
consumado. 7¿Qué necesidad habrá de ver entonces? 8Cuando
Dios Mismo haya dado el paso final, el EspÃritu Santo reunirá todas las
gracias que le hayas dado y toda la gratitud que le hayas ofrecido, y las
depositará dulcemente ante Su Creador en el nombre de Su santÃsimo Hijo. 9Y el Padre las aceptará en Su Nombre. 10¿Qué necesidad
hay de ver, en presencia de Su gratitud?
A. El primer
obstáculo: El deseo de deshacerte de la paz
1. El primer
obstáculo que la paz debe salvar es tu deseo de deshacerte de ella. 2Pues no puede extenderse a menos que la conserves. 3Tú eres el centro desde donde ella irradia hacia afuera, para
invitar a otros a entrar. 4Tú eres su hogar: su tranquila morada
desde donde se extiende serenamente hacia el exterior, aunque sin abandonarte
jamás. 5Si la dejases sin hogar, ¿cómo podrÃa entonces morar dentro
del Hijo de Dios? 6Si la paz se ha de diseminar por toda la
creación, tiene que empezar contigo, y desde ti extenderse a cada hermano que
llame, y llevarle descanso por haberse unido a ti.
2. ¿Por qué
querrÃas dejar a la paz sin hogar? 2¿Qué es lo que crees que tendrÃa
que desalojar para poder morar contigo? 3¿Cuál parece ser el costo
que tanto te resistes a pagar? 4La pequeña barrera de arena todavÃa
se interpone entre tu hermano y tú. 5¿La reforzarÃas ahora? 6No se te pide que la abandones sólo para ti. 7Cristo te
lo pide para SÃ Mismo. 8El quiere llevar paz a todo el mundo, mas
¿cómo lo podrÃa hacer, sino a través de ti? 9¿DejarÃas que un pequeño
banco de arena, un muro de polvo, una aparente y diminuta barrera se
interpusiese entre tus hermanos y la salvación? 10Sin embargo,
este diminuto residuo de ataque que todavÃa tienes en tanta estima para
poder usarlo contra tu hermano, es el primer obstáculo con el que la paz que
mora en ti se topa en su expansión. 11Este pequeño muro de odio
todavÃa quiere oponerse a la Voluntad de Dios, y mantenerla
limitada.
3. El
propósito del EspÃritu Santo se encuentra en paz dentro de ti. 2Mas
aún no estás dispuesto a dejar que se una a ti completamente. 3TodavÃa te opones un poco a la Voluntad de Dios. 4Y esa
pequeña oposición es un lÃmite que quieres imponerle a toda ella. 5La
Voluntad de Dios es una sola, no muchas. 6No tiene opuestos, pues
aparte de ella no hay ninguna otra. 7Lo que todavÃa quieres conservar
detrás de tu pequeña barrera y mantener separado de tu hermano parece ser más
poderoso que el universo, pues da la impresión de restringir a éste y a su
Creador. 8Y lo que este pequeño muro pretende es nublar el propósito
del Cielo y mantenerlo oculto de él.
4.
¿RechazarÃas la salvación que te ofrece el dador de la salvación? 2Pues en eso es en lo que te has convertido. 3De la misma
manera en que la paz no podrÃa alejarse de Dios, tampoco podrÃa alejarse de ti. 4No tengas miedo de este pequeño obstáculo, 5pues no puede
frenar la Voluntad de Dios. 6La paz fluirá a través de él, y se unirá
a ti sin impedimentos. 7No se te puede negar la salvación. 8Es tu meta. 9Aparte de eso no hay nada más que elegir. 10No tienes ninguna meta aparte de la de unirte a tu hermano, ni
ninguna aparte de aquella que le pediste al EspÃritu Santo que compartiese
contigo. 11El pequeño muro se derrumbará silenciosamente bajo las
alas de la paz. 12Pues la paz enviará a sus mensajeros desde ti a
todo el mundo, y las barreras se derrumbarán ante su llegada con la misma
facilidad con la que superará aquellas que tú
interpongas.
5. Vencer al
mundo no es más difÃcil que superar tu pequeño muro. 2Pues en el
milagro de tu relación santa -una vez libre de esa barrera- se encuentran todos
los milagros. 3No hay grados de dificultad en los milagros, pues
todos ellos son lo mismo. 4Cada uno supone una dulce victoria de la
atracción del amor sobre la atracción de la culpabilidad. 5¿Cómo no
iba a poder lograrse esto dondequiera que se emprendiese? 6La
culpabilidad no puede levantar barreras reales contra ello. 7Y todo
lo que parece interponerse entre tu hermano y tú tiene que desaparecer por razón
de la llamada que contestaste. 8Desde ti que respondiste, Aquel
que te contestó quisiera llamar a otros. 9Su hogar reside en tu
relación santa. 10No trates de interponerte entre Él y Su santo
propósito, pues es también el tuyo. 11PermÃtele, en cambio, que
extienda dulcemente el milagro de vuestra relación a todos los que están
incluidos en dicho milagro tal como fue concedido.
6. Reina un
silencio en el Cielo, una feliz expectativa, un pequeño respiro lleno de júbilo
en reconocimiento del final de la jornada. 2Pues el Cielo te conoce
bien, tal como tú lo conoces a él. 3Ninguna ilusión se interpone
entre tu hermano y tú ahora. 4No pongas tu atención en el
pequeño muro de sombras. 5El sol se ha elevado por encima de él. 6¿Cómo iba a poder una sombra impedir que vieses el sol? 7De igual modo, las sombras tampoco pueden ocultar de ti la luz
en la que a las ilusiones les llega su fin. 8Todo milagro no es más
que el final de una ilusión. 9Tal fue la jornada; tal su final. 10Y en la meta de verdad que aceptaste, a todas las ilusiones les
llegará su fin.
7. El
insignificante y demente deseo de deshacerte de Aquel que invitaste y
expulsarlo, no puede sino generar conflicto. 2A medida que
contemplas el mundo, ese insignificante deseo, desarraigado y flotando a la
deriva, puede posarse brevemente sobre cualquier cosa, pues ahora no tiene
ningún propósito. 3Antes de que el EspÃritu Santo entrase a
morar contigo parecÃa tener un magno propósito: la dedicación fija e
inalterable al pecado y a sus resultados. 4Ahora deambula sin rumbo,
vagando a la deriva, causando tan sólo mÃnimas interrupciones en la llamada del
amor.
8. Este
minúsculo deseo, esta diminuta ilusión, este residuo microscópico de la creencia
en el pecado, es todo lo que queda de lo que en un tiempo pareció ser el mundo. 2Ya no es una inexorable barrera a la paz. 3Su vano
deambular hace que sus resultados parezcan ser más erráticos e impredecibles que
antes. 4Sin embargo, ¿qué podrÃa ser más inestable que un sistema
ilusorio rÃgidamente organizado? 5Su aparente estabilidad no es otra
cosa que la debilidad que lo envuelve, la cual lo abarca todo. 6La
variabilidad que el pequeño residuo produce indica simplemente cuán
limitados son sus resultados.
9. ¿Cuán
poderosa puede ser una diminuta pluma ante las inmensas alas de la verdad? 2¿PodrÃa acaso oponerse al vuelo de un águila o impedir el avance del
verano? 3¿PodrÃa interferir en los efectos que el sol veraniego
producirÃa sobre un jardÃn cubierto de nieve? 4Ve con cuánta
facilidad se puede levantar y transportar este pequeño vestigio para no volver
jamás. 5DespÃdete de él con alegrÃa, no con pesar, pues de por sà no
es nada ni significaba nada cuando la fe que tenÃas en su protección era mayor. 6¿No preferirÃas darle la bienvenida al cálido sol veraniego en lugar
de poner tu atención en un copo de nieve que está derritiéndose, y tiritar
pensando en el frÃo invernal?
SEGUNDA
PARTE
Introducción
1. Las
palabras apenas significarán nada ahora. 2Las utilizaremos únicamente
como guÃas de las que no hemos de depender. 3Pues lo único que nos
interesa ahora es tener una experiencia directa de la verdad. 4Las
lecciones que aún nos quedan por hacer no son más que introducciones a los
perÃodos en que abandonamos el mundo del dolor y nos adentramos en la paz. 5Ahora empezamos a alcanzar el objetivo que este curso ha fijado y a
hallar la meta hacia la que nuestras prácticas han estado siempre
encaminadas.
2.
Lo que nos proponemos ahora es que los ejercicios sean sólo un preámbulo. 2Pues aguardamos con serena expectación a nuestro Dios y Padre. 3Él nos ha prometido que Él Mismo
dará el paso final. 4Y nosotros estamos seguros de que Él cumple
Sus promesas. 5Hemos recorrido un largo trecho, y ahora lo
aguardamos a Él. 6Continuaremos
pasando un rato con Él cada
mañana y cada noche, mientras ello nos haga felices. 7No vamos a
considerar el tiempo ahora como una cuestión de duración. 8Dedicaremos tanto tiempo como sea necesario a fin de lograr el
objetivo que perseguimos. 9No nos olvidaremos tampoco de
nuestros recordatorios de cada hora, y recurriremos a Dios siempre que nos
sintamos tentados de olvidarnos de nuestro objetivo.
3.
Durante el resto de los dÃas venideros seguiremos utilizando un pensamiento
central para introducir nuestros perÃodos de descanso y para calmar nuestras
mentes, según lo dicte la necesidad. 2No obstante, no nos
contentaremos únicamente con practicar los demás instantes santos con los
que concluye este año que le hemos dedicado a Dios. 3Diremos más bien
algunas palabras sencillas a modo de bienvenida, y luego esperaremos que
nuestro Padre Se revele a Sà Mismo, tal como ha prometido que lo hará. 4Lo hemos invocado y Él ha prometido que Su Hijo recibirá respuesta
siempre que invoque Su Nombre.
4. Ahora
venimos a Él teniendo únicamente Su Palabra en nuestras mentes y en
nuestros corazones, y esperamos a que Él dé el paso hacia nosotros que nos ha
dicho, a través de Su Voz, que no dejarÃa de dar una vez que lo invitásemos. 2Él no
ha dejado solo a Su Hijo en su locura, ni ha traicionado la confianza que éste
tiene en Él. 3¿No le ha hecho acaso Su fidelidad acreedor a la
invitación que Él espera para hacernos felices? 4Le extenderemos esa
invitación y Él la aceptará. 5Asà es como transcurrirán nuestros
momentos con Él. 6Expresaremos las palabras de invitación que Su
Voz sugiere y luego esperaremos a que Él venga a nosotros.
5. La
hora de la profecÃa ha llegado. 2Ahora es cuando las antiguas
promesas se honran y se cumplen sin excepción. 3No queda ningún paso
que el tiempo nos pueda impedir dar. 4Pues ahora no podemos fracasar. 5Siéntate en silencio y aguarda a tu Padre. 6Él ha
dispuesto que vendrá una vez que hayas reconocido que tu voluntad es que Él
venga. 7Y tú nunca habrÃas podido llegar tan lejos si no hubieses
reconocido, por muy vagamente que fuese, que ésa es tu
voluntad.
6. Estoy
tan cerca de ti que no podemos fracasar. 2Padre, Te entregamos
estos santos momentos como muestra de agradecimiento por Aquel que nos enseñó a
abandonar el mundo del pesar a cambio del que Tú nos diste como sustituto. 3Ahora no miramos hacia atrás. 4Miramos hacia adelante y
fijamos la mirada en el final de la jornada. 5Acepta de nuestra parte
estas humildes ofrendas de gratitud, mientras contemplamos, a través de la
visión de Cristo, un mundo que está más allá del que nosotros construimos y que
aceptamos como sustituto total del nuestro.
7. Y
ahora aguardamos en silencio, sin miedo y seguros de Tu llegada. 2Hemos procurado encontrar el camino siguiendo al GuÃa que Tú nos
enviaste. 3DesconocÃamos el camino, pero Tú no te olvidaste de
nosotros. 4Y sabemos que no Te olvidarás de nosotros
ahora. 5Sólo pedimos que Tus promesas de antaño se cumplan tal como
es Tu Voluntad. 6Al pedir esto, nuestra voluntad dispone lo mismo que
la Tuya. 7El Padre y el
Hijo, Cuya santa Voluntad creó todo lo que existe, no pueden fracasar en nada. 8Con esta certeza daremos estos últimos pasos que nos llevan a Ti, y
descansaremos confiadamente en Tu Amor, el cual jamás defraudará al Hijo que Te
llama.
8. Y
asà damos comienzo a la parte final de este año santo que hemos pasado juntos en
busca de la verdad y de Dios, Quien es su único creador. 2Hemos
encontrado el camino que Él eligió para que nosotros lo siguiésemos, y decidimos
seguirlo tal como Él quiere que hagamos. 3Su Mano nos ha sostenido. 4Sus Pensamientos han arrojado luz sobre las tinieblas de
nuestras mentes. 5Su Amor
nos ha llamado incesantemente desde los orÃgenes del
tiempo.
9. Quisimos
privar a Dios del Hijo que Él creó para SÃ. 2Quisimos que Dios
cambiara y fuera lo que nosotros querÃamos hacer de Él. 3Y creÃmos que nuestros desquiciados deseos
eran la verdad. 4Ahora nos alegramos de que todo esto haya
desaparecido y de que ya no pensemos que las ilusiones son verdad. 5El recuerdo de Dios despunta en los vastos horizontes de nuestras
mentes. 6Un momento más y volverá a surgir. 7Un momento
más, y nosotros que somos los Hijos
de Dios, nos encontráremos a salvo en nuestro hogar, donde Él desea que
estemos.
10. A la necesidad de practicar casi le ha llegado su
fin. 2Pues en esta última etapa llegaremos a entender, que sólo con
invocar a Dios, toda tentación desaparece, 3En lugar de palabras,
sólo necesitamos sentir Su Amor. 4En lugar de oraciones,
sólo necesitamos invocar Su Nombre. 5Y en
lugar de juzgar, sólo necesitarnos aquietarnos y dejar que todas las cosas
sean sanadas. 6Aceptaremos la manera en que el plan de Dios ha de
terminar, tal como aceptamos la manera en que comenzó. 7Ahora ya se
ha consumado. 8Este año nos ha llevado a la
eternidad.
11. Las
palabras tendrán todavÃa cierta utilidad. 2Cada cierto tiempo se
incluirán temas de especial relevancia, cuya lectura debe preceder a la de
nuestras lecciones diarias y a los perÃodos de experiencia profunda e inefable que deben seguir a éstas. 3Estos temas especiales deberán repasarse cada dÃa hasta que se te
ofrezca el siguiente. 4Debes leerlos lentamente y reflexionar sobre
ellos por un rato antes de cada uno de esos santos y benditos instantes del dÃa. 5He aquà el primero de estos temas
especiales.
1.
¿Qué es el perdón?
1. El perdón reconoce que lo que pensaste que tu
hermano te habÃa hecho en realidad nunca ocurrió. 2El perdón no
perdona pecados, otorgándoles asà realidad. 3Simplemente ve que no
hubo pecado. 4Y desde este punto de vista todos tus pecados quedan
perdonados. 5¿Qué es el pecado sino una idea falsa acerca del Hijo de
Dios? 6El perdón ve simplemente la falsedad de dicha idea y, por lo
tanto, la descarta. 7Lo que entonces queda libre para ocupar su lugar
es la Voluntad de Dios.
2. Un pensamiento que no perdona es aquel que emite
un juicio que no pone en duda a pesar de que es falso. 2La mente se
ha cerrado y no puede liberarse. 3Dicho pensamiento protege la
proyección, apretando aún más sus cadenas de manera que las
distorsiones resulten más sutiles y turbias; menos susceptibles de ser
puestas en duda y más alejadas de la razón. 4¿Qué puede interponerse
entre una proyección fija y el objetivo que ésta ha elegido como su deseada
meta?
3. Un pensamiento que no perdona hace muchas cosas. 2Persigue su objetivo frenéticamente, retorciendo y volcando todo
aquello que cree que se interpone en su camino. 3Su propósito es
distorsionar, lo cual es también el medio por el que procura alcanzar ese
propósito. 4Se dedica con furia a arrasar la realidad, sin ningún
miramiento por nada que parezca contradecir su punto de
vista.
4. El perdón, en cambio, es tranquilo y sosegado, y
no hace nada. 2No ofende ningún aspecto de la realidad ni busca
tergiversarla para que adquiera apariencias que a él le gusten. 3Simplemente observa, espera y no juzga. 4El que no
perdona se ve obligado a juzgar, pues tiene que justificar el no haber
perdonado. 5Pero aquel que ha de perdonarse a sà mismo debe aprender
a darle la bienvenida a la verdad exactamente como ésta
es.
5. No hagas nada, pues, y deja que el perdón te
muestre lo que debes hacer a través de Aquel que es tu GuÃa, tu Salvador y
Protector, Quien, lleno de esperanza, está seguro de que finalmente
triunfarás. 2Él ya te ha perdonado, pues ésa es la función que Dios
le encomendó. 3Ahora tú debes compartir Su función y perdonar a
aquel que Él ha salvado, cuya inocencia Él ve y a quien honra como el Hijo de
Dios.
LECCIÓN
221
Que
mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se
aquieten.
1. Padre, hoy vengo a Ti en busca de la paz que
sólo Tú puedes dar. 2 Vengo en silencio. 3Y en la quietud de mi corazón -en lo más recóndito de mi mente- , espero y estoy a la
escucha de Tu Voz. 4Padre mÃo, háblame hoy. 5Vengo a
oÃr Tu Voz en silencio, con certeza y con amor, seguro de que oirás mi llamada y
de que me responderás.
2. Y ahora aguardamos silenciosamente. 2Dios está aquà porque esperamos juntos. 3Estoy seguro de
que Él te hablará y de que tú le oirás. 4Acepta mi confianza, pues es
la tuya. 5Nuestras mentes están unidas. 6Esperamos con un
solo propósito: oÃr la respuesta de nuestro Padre a nuestra llamada, dejar que
nuestros pensamientos se aquieten y encontrar Su paz, para oÃrle hablar de lo
que nosotros somos y para que Él Se revele a Su
Hijo.
LECCIÓN
222
Dios
está conmigo. Vivo y me muevo en Él.
1. Dios está conmigo. 2Él es mi Fuente de
vida, la vida interior, el aire que respiro, el alimento que me sustenta y el
agua que me renueva y me purifica. 3Él es mi hogar, en el que vivo y
me muevo; el EspÃritu que dirige todos mis actos, me ofrece Sus
Pensamientos y garantiza mi perfecta inmunidad contra todo dolor. 4Él me prodiga bondad y cuidado, y contempla con amor al Hijo sobre
el que resplandece, el cual a su vez resplandece sobre Él. 5¡Qué
serenidad la de aquel que conoce la verdad de lo que Él dice
hoy!
2. Padre, no tenemos en nuestros labios ni en
nuestras mentes otras palabras que Tu Nombre, cuando acudimos silenciosamente
ante Tu Presencia, pidiendo que se nos conceda poder descansar Contigo por
un rato en paz.
LECCIÓN
223
Dios
es mi vida. No tengo otra vida que la Suya.
1. Estaba equivocado cuando pensaba que vivÃa
separado de Dios, que era una entidad aparte que se movÃa por su cuenta,
desvinculada y encasillada en un cuerpo. 2Ahora sé que mi vida es la
de Dios, que no tengo otro hogar y que no existo aparte de Él. 3Él no
tiene Pensamientos que no sean parte de mÃ, y yo no tengo ningún pensamiento que
no sea de Él.
2. Padre nuestro, permÃtenos contemplar la faz de Cristo en lugar de nuestros errores. 2Pues nosotros que somos Tu santo Hijo somos incapaces de pecar. 3Queremos contemplar nuestra inocencia, pues la culpabilidad proclama que no somos Tu Hijo. 4Y no queremos seguir relegándote al olvido, 5pues nos sentimos solos aquà y anhelamos estar en el Cielo, que es nuestro hogar. 6Queremos regresar hoy. 7Nuestro Nombre es el Tuyo, y reconocemos que somos Tu Hijo.
11
DE AGOSTO
i. La
atracción de la culpabilidad
10. La
atracción de la culpabilidad hace que se le tenga miedo al amor, pues el amor
nunca se fijarÃa en la culpabilidad en absoluto. 2La naturaleza del
amor es contemplar solamente la verdad -donde se ve a sà mismo- y fundirse
con ella en santa unión y en compleción. 3De la misma forma en que el
amor no puede sino mirar más allá del miedo, asà el miedo no puede ver el amor. 4Pues en el amor reside el fin de la culpabilidad tan inequÃvocamente
como que el miedo depende de ella. 5El amor sólo se siente
atraÃdo por el amor. 6Al pasar por alto completamente a la
culpabilidad, el amor no ve el miedo. 7Al estar totalmente
desprovisto de ataque es imposible que pueda temer. 8El miedo se
siente atraÃdo por lo que el amor no ve, y ambos creen que lo que el otro ve, no
existe. 9El miedo contempla la culpabilidad con la misma
devoción con la que el amor se contempla a sà mismo. 10Y cada
uno de ellos envÃa sus mensajeros, que retornan con mensajes escritos en el
mismo lenguaje que se utilizó al enviarlos.
11. El amor
envÃa a sus mensajeros tiernamente, y éstos retornan con mensajes de amor y de
ternura. 2A los mensajeros del miedo se les ordena con aspereza que
vayan en busca de culpabilidad, que hagan acopio de cualquier retazo de maldad y
de pecado que puedan encontrar sin que se les escape ninguno so pena de muerte,
y que los depositen ante su señor y amo respetuosamente. 3La
percepción no puede obedecer a dos amos que piden distintos mensajes en
lenguajes diferentes. 4El amor pasa por alto aquello en lo que el
miedo se cebarÃa. 5Lo que el miedo exige, el amor ni siquiera lo
puede ver. 6La intensa atracción que la culpabilidad siente por
el miedo está completamente ausente de la tierna percepción del amor. 7Lo que el amor contempla no significa nada para el miedo y es
completamente invisible.
12. Las
relaciones que se entablan en este mundo son el resultado de cómo se ve el
mundo. 2Y esto depende de la emoción a la que se pidió que enviara
sus mensajeros para que lo contemplasen y regresasen trayendo noticias de lo que
vieron. 3A los mensajeros del miedo se les adiestra mediante el
terror, y tiemblan cuando su amo los llama para que le sirvan. 4Pues
el miedo no tiene compasión ni siquiera con sus amigos. 5Sus
mensajeros saquean culpablemente todo cuanto pueden en su desesperada
búsqueda de culpabilidad, pues su amo los deja hambrientos y a la intemperie,
instigando en ellos la crueldad y permitiéndoles que se sacien únicamente de lo
que le llevan. 6Ni el más leve atisbo de culpabilidad se escapa
de sus ojos hambrientos. 7Y en su despiadada búsqueda de pecados se
abalanzan sobre cualquier cosa viviente que vean, y dando chillidos se la llevan
a su amo para que él la devore.
13. No envÃes
al mundo a esos crueles mensajeros para que lo devoren y se ceben en la
realidad. 2Pues te traerán noticia de carne, pellejo y huesos. 3Se les ha enseñado a buscar lo corruptible, y a retornar con
los buches repletos de cosas podridas y descompuestas. 4Para
ellos tales cosas son bellas, ya que parecen mitigar las crueles punzadas del
hambre. 5Pues el dolor del miedo los pone frenéticos, y para evitar
el castigo de aquel que los envÃa, le ofrecen lo que tienen en gran
estima.
14. El
EspÃritu Santo te ha dado los mensajeros del amor para que los envÃes en lugar
de aquellos que adiestraste mediante el terror. 2Están tan ansiosos
de devolverte lo que tienen en gran estima como los otros. 3Si los
envÃas, sólo verán lo bello y lo puro, lo tierno y lo bondadoso. 4Tendrán el mismo cuidado de que no se les escape ningún acto de
caridad, ninguna Ãnfima expresión de perdón ni ningún hálito de amor. 5Y retornarán con todas las cosas bellas que encuentren para
compartirlas amorosamente contigo. 6No tengas miedo de ellos. 7Te ofrecen la salvación. 8Sus mensajes son mensajes de
seguridad, pues ven el mundo como un lugar bondadoso.
15. Si envÃas
únicamente los mensajeros que el EspÃritu Santo te da, sin desear otros mensajes
que los suyos, nunca más verás el miedo. 2El mundo quedará
transformado ante tu vista, limpio de toda culpabilidad y teñido de una suave
pincelada de belleza. 3No hay miedo en el mundo que tú mismo no hayas
sembrado en él. 4Ni ninguno que puedas seguir viendo después de
pedirles a los mensajeros del amor que lo desvanezcan. 5El EspÃritu
Santo te ha dado Sus mensajeros para que se los envÃes a tu hermano y para que
retornen a ti con lo que el amor ve. 6Se te han dado para reemplazar
a los hambrientos perros del miedo que enviabas en su lugar. 7Y
marchan adelante para dar a conocer que el fin del miedo ha
llegado.
16. El amor
también quiere desplegar ante ti un festÃn sobre una mesa cubierta con un mantel
inmaculado, en un plácido jardÃn donde sólo se oye un cántico angelical y un
suave y feliz murmullo. 2Es éste un banquete en honor de tu
relación santa, en el que todo el mundo es un invitado de honor. 3Y
en un instante santo todos bendecÃs la mesa de comunión juntos, al uniros
fraternalmente ante ésta. 4Yo me uniré a vosotros ahÃ, tal como
lo prometà hace mucho tiempo y como todavÃa lo sigo prometiendo. 5Pues en vuestra nueva relación se me da la bienvenida. 6Y
donde se me da la bienvenida allà estoy.
17. Se me da
la bienvenida en un estado de gracia, lo cual quiere decir que finalmente me has
perdonado. 2Pues me convertà en el sÃmbolo de tu pecado, y por esa
razón tuve que morir en tu lugar. 3Para el ego el pecado significa
muerte, y asà la expiación se alcanza mediante el asesinato. 4Se
considera que la salvación es un medio a través del cual el Hijo de Dios fue
asesinado en tu lugar. 5Mas ¿iba acaso a ofrecerte a ti, a quien
quiero, mi cuerpo, sabiendo lo insignificante que es? 6¿O, por el contrario, te enseñarÃa que los cuerpos
no nos pueden separar? 7Mi cuerpo no fue más valioso que el tuyo; ni
fue tampoco un mejor instrumento para comunicar lo que es la salvación, si bien
no Su fuente. 8Nadie puede morir por otro, y la muerte no expÃa los
pecados. 9Pero puedes vivir para mostrar que la muerte no es real. 10El cuerpo ciertamente parecerá ser el sÃmbolo del pecado mientras
creas que puede proporcionarte lo que deseas. 11Y mientras creas que
puede darte placer, creerás también que puede causarte dolor. 12Pensar que podrÃas estar contento y satisfecho con tan poco es
herirte a ti mismo; y limitar la felicidad de la que podrÃas gozar es recurrir
al dolor para que llene tus escasas reservas y haga tu vida más plena. 13Esto es compleción tal como el ego lo entiende. 14Pues
la culpabilidad se infiltra subrepticiamente allà donde se ha desplazado a la
felicidad, y la substituye. 15La comunión es otra forma de
compleción, que se extiende más allá de la culpabilidad porque se extiende más
allá del cuerpo.
LECCIÓN
224
Dios
es mi Padre y Él ama a Su Hijo.
1. Mi verdadera Identidad es tan invulnerable, tan
sublime e inocente, tan gloriosa y espléndida y tan absolutamente benéfica
y libre de culpa, que el Cielo la contempla para que ella lo ilumine. 2Ella ilumina también al mundo. 3Mi verdadera Identidad es
el regalo que mi Padre me hizo y el que yo a mi vez le hago al mundo. 4No hay otro regalo, salvo éste, que se puede dar o recibir. 5Mi verdadera identidad y sólo Ella es la realidad. 6Es el
final de las ilusiones. 7Es la verdad.
2. Mi nombre, ¡Oh Padre!, todavÃa te es conocido. 2Yo lo he
olvidado, y no sé adónde me
dirijo, quién soy, ni qué es lo que debo hacer. 3Recuérdamelo ahora, Padre, pues estoy cansado del mundo que veo. 4Revélame lo que Tú deseas que vea en su
lugar.
12 DE
AGOSTO
B. El segundo
obstáculo: La creencia de que el cuerpo es valioso por razón de lo que
ofrece
1. Dijimos que
el primer obstáculo que la paz tiene que superar es tu deseo de deshacerte de
ella. 2Allà donde la atracción de la culpabilidad impera, no se desea
la paz. 3El segundo obstáculo que la paz tiene que superar, el cual
está estrechamente vinculado al primero, es la creencia de que el cuerpo es
valioso por razón de lo que ofrece. 4Pues aquà la atracción de la
culpabilidad se pone de manifiesto en el cuerpo y se ve en
él.
2. Este es el
tesoro que crees que la paz te arrebatarÃa. 2De esto es de lo que
crees que te despojarÃa, dejándote sin hogar. 3Y esta es la razón por
la que le negarÃas a la paz un hogar. 4Consideras que ello supone un
"sacrificio" excesivamente grande, y que se te está pidiendo demasiado. 5Mas ¿se trata realmente de un sacrificio o de una liberación? 6¿Qué te ha dado realmente el cuerpo que justifique tu extraña
creencia de que la salvación radica en él? 7¿No te das cuenta de que
eso es la creencia en la muerte? 8En esto es en lo que se centra la
percepción según la cual la Expiación es un asesinato. 9He aquÃ
la fuente de la idea de que el amor es miedo.
3. A los
mensajeros del EspÃritu Santo se les envÃa mucho más allá del cuerpo, para que
exhorten a la mente a unirse en santa comunión y a estar en paz. 2Tal
es el mensaje que yo les di para ti. 3Sólo los mensajeros del miedo
ven el cuerpo, pues van en busca de lo que puede sufrir. 4¿Es acaso
un sacrificio que se le aparte a uno de lo que puede sufrir? 5El
EspÃritu Santo no te exige que sacrifiques la esperanza de obtener placer a
través del cuerpo, pues no hay esperanza alguna de que el cuerpo te pueda
proporcionar placer. 6Pero tampoco puede hacer que tengas miedo del
dolor. 7El dolor es el único "sacrificio" que el EspÃritu Santo te
pide y lo que quiere eliminar.
4. La paz se
extiende desde ti únicamente hasta lo eterno, y lo hace desde lo eterno en ti. 2Fluye a través de todo lo demás. 3El segundo obstáculo no
es más impenetrable que el primero. 4Tú no quieres ni deshacerte de
la paz ni limitarla. 5¿Qué otra cosa pueden ser esos obstáculos
que quieres interponer entre la paz y su avance, sino barreras que sitúas entre
tu voluntad y sus logros? 6Deseas la comunión, no el festÃn del
miedo. 7Deseas la salvación, no el dolor de la culpabilidad. 8Y deseas tener por morada a tu Padre y no a una mÃsera choza de
barro. 9En tu relación santa se encuentra el Hijo de tu Padre, 10el cual nunca ha dejado de estar en comunión con Él ni consigo
mismo. 11Cuando acordaste unirte a tu hermano reconociste esto. 12Reconocer eso no te cuesta nada, sino que te libera de tener que
hacer cualquier clase de pago.
5. Has pagado
un precio exorbitante por tus ilusiones, y nada de eso por lo que tanto has
pagado te ha brindado paz. 2¿No te alegra saber que el Cielo no puede
ser sacrificado y que no se te puede pedir ningún sacrificio? 3No
puedes interponer ningún obstáculo en nuestra unión, pues yo ya formo parte de
tu relación santa. 4Juntos superaremos cualquier obstáculo, pues nos
encontramos ya dentro del portal, no afuera. 5¡Cuán fácilmente se
abren las puertas desde adentro, dando paso a la paz para que bendiga a un mundo
agotado! 6¿Cómo iba a sernos difÃcil pasar de largo las barreras
cuando te has unido a lo ilimitado? 7En tus manos está poner fin a la
culpabilidad. 8¿Te detendrÃas ahora a buscar culpabilidad en tu
hermano?
6. Deja que yo
sea para ti el sÃmbolo del fin de la culpabilidad, y contempla a tu hermano como
me contemplarÃas a mÃ. 2Perdóname por todos los pecados que
crees que el Hijo de Dios cometió. 3Y a la luz de tu perdón él
recordará quién es y se olvidará de lo que nunca fue. 4Te pido
perdón, pues si tú eres culpable, también lo tengo que ser yo. 5Mas si yo superé la culpabilidad y vencà al mundo, tú estabas
conmigo. 6¿Qué quieres ver en mÃ, el sÃmbolo de la culpabilidad
o el del fin de ésta? 7Pues recuerda que lo que yo signifique para ti
es lo que verás dentro de ti mismo.
7. Desde tu
relación santa la verdad proclama la verdad y el amor se contempla a sà mismo. 2La salvación fluye desde lo más profundo del hogar que nos
ofrecisteis a mi Padre y a mÃ. 3Y allà estamos juntos, en la serena
comunión en la que el Padre y el Hijo están unidos. 4¡Venid, oh
fieles, a la santa unión del Padre y del Hijo en vosotros! 5Y no os
mantengáis aparte de lo que se os ofrece como muestra de agradecimiento por
haberle dado a la paz su hogar en el Cielo. 6Llevad a todo el mundo
el jubiloso mensaje del fin de la culpabilidad, y todo el mundo contestará. 7Piensa en lo feliz que te sentirás cuando todos den testimonio del
fin del pecado y te muestren que el poder de éste ha desaparecido para
siempre. 8¿Dónde puede seguir habiendo culpabilidad una vez que
la creencia en el pecado ha desaparecido? 9¿Y dónde está la muerte,
una vez que se ha dejado de oÃr para siempre a su gran
defensor?
8. Perdóname
por tus ilusiones, y libérame del castigo que me quieres imponer por lo que no
hice. 2Y al enseñarle a tu hermano a ser libre, aprenderás lo que es
la libertad que yo enseñé, y, por lo tanto, me liberarás a mÃ. 3Formo
parte de tu relación santa, sin embargo, preferirÃas aprisionarme tras los
obstáculos que interpones a la libertad e impedirme llegar hasta ti. 4Mas no es posible mantener alejado a Uno que ya está ahÃ. 5Y en Él se hace posible que nuestra comunión, en la que ya
estamos unidos, sea el foco de la nueva percepción que derramará la luz que
reside en ti por todo el mundo.
LECCIÓN
225
Dios
es mi Padre, y Su Hijo lo ama.
1. Padre, no
puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. 2Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de
que es mÃo, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene
inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. 3¡Cuán apacible es
el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!
2. Hermano mÃo, ahora hallamos esa quietud. 2El camino está libre y despejado. 3Ahora lo recorremos
juntos y en paz. 4Tú me has tendido la mano, y yo nunca te
abandonaré. 5Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a
medida que damos los últimos pasos con los que concluye una jornada que
nunca comenzó.
13
DE AGOSTO
i. La
atracción del dolor
9. Tu pequeño
papel consiste únicamente en entregarle al EspÃritu Santo la idea del sacrificio
en su totalidad 2y aceptar la paz que Él te ofrece a cambio sin
imponer ningún lÃmite que impida su extensión, lo cual limitarÃa tu
conciencia de ella. 3Pues lo que Él otorga tiene que extenderse si
quieres disponer de su poder ilimitado y utilizarlo para liberar al Hijo de
Dios. 4No es de este poder de lo que quieres deshacerte, y, puesto
que ya dispones de él, no puedes limitarlo. 5Si la paz no tiene
hogar, tampoco lo tenemos ni tú ni yo. 6Y Aquel que es nuestro hogar
se queda sin hogar junto con nosotros. 7¿Es eso lo que quieres? 8¿Deseas ser un eterno vagabundo en busca de paz? 9¿PondrÃas tus esperanzas de paz y felicidad en lo que no puede sino
fracasar?
10. Tener fe
en lo eterno está siempre justificado, pues lo eterno es siempre benévolo,
infinitamente paciente y totalmente amoroso. 2Te aceptará totalmente
y te colmará de paz. 3Pero sólo se puede unir a lo que ya está en paz
dentro de ti, lo cual es tan inmortal como lo es lo eterno. 4El
cuerpo no puede proporcionarte ni paz ni desasosiego, ni alegrÃa ni dolor. 5Es un medio, no un fin. 6De por sà no tiene ningún
propósito, sino sólo el que se le atribuye. 7El cuerpo parecerá ser
aquello que constituya el medio para alcanzar el objetivo que tú le asignes. 8Sólo la mente puede fijar propósitos, y sólo la mente puede
discernir los medios necesarios para su logro, asà como justificar su uso. 9Tanto la paz como la culpabilidad son estados mentales que se pueden
alcanzar. 10Y esos estados son el hogar de la emoción que los
suscita, que, por consiguiente, es compatible con ellos.
11. Examina,
entonces, qué es lo que es compatible contigo. 2Ésta es la elección
que tienes ante ti, y es una elección libre. 3Mas todo lo que
radica en ella vendrá con ella, y lo que crees ser jamás puede estar separado de
ella. 4El cuerpo aparenta ser el gran traidor de la fe. 5En él residen la desilusión y las semillas de la falta de fe, mas
sólo si le pides lo que no puede dar. 6¿Puede ser tu error causa
razonable para la depresión, la desilusión y el ataque de represalia contra lo
que crees que te ha fallado? 7No uses tu error para justificar tu
falta de fe. 8No has pecado, pero te has equivocado con respecto a lo
que significa tener fe. 9Mas la corrección de tu error te dará
motivos para tener fe.
12. Es
imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor. 2Es esencial que esta relación se entienda, ya que el ego la
considera la prueba del pecado. 3En realidad no es punitiva en
absoluto. 4Pero sà es el resultado inevitable de equipararte con el
cuerpo, lo cual es la invitación al dolor. 5Pues ello le abre las
puertas al miedo, haciendo que se convierta en tu propósito. 6La
atracción de la culpabilidad no puede sino entrar con él, y
cualquier cosa que el miedo le ordene hacer al cuerpo es, por lo tanto,
dolorosa. 7Este compartirá el dolor de todas las ilusiones, y la
ilusión de placer se experimentará como dolor.
13. ¿No es
acaso esto inevitable? 2El cuerpo, a las órdenes del miedo, irá en
busca de culpabilidad y servirá a su amo, cuya atracción por la culpabilidad
mantiene intacta toda la ilusión de su existencia. 3En esto consiste,
pues, la atracción del dolor. 4Regido por esta percepción, el cuerpo
se convierte en el siervo del dolor, lo persigue con un gran sentido del deber y
acata la idea de que el dolor es placer. 5Ésta es la idea que subyace
a la excesiva importancia que el ego le atribuye al cuerpo. 6Y
mantiene oculta esta relación demente, si bien, se nutre de ella. 7A ti te enseña que el placer corporal es felicidad. 8Mas
a sà mismo se susurra: "Es la muerte".
14. ¿Por qué
razón es el cuerpo tan importante para ti? 2Aquello de lo que se
compone ciertamente no es valioso. 3Y es igualmente cierto que no
puede sentir nada. 4Te transmite las sensaciones que tú deseas. 5Pues el cuerpo, al igual que cualquier otro medio de comunicación,
recibe y transmite los mensajes que se le dan. 6Pero éstos le son
completamente indiferentes. 7Todos los sentimientos con los que
se revisten dichos mensajes los proporcionan el emisor y el receptor. 8Tanto el ego como el EspÃritu Santo reconocen esto, y ambos
reconocen también que aquà el emisor y el receptor son uno y lo mismo. 9El EspÃritu Santo te dice esto con alegrÃa. 10El ego te
lo oculta, pues no quiere que seas consciente de ello. 11¿Quién
transmitirÃa mensajes de odio y de ataque si entendiese que se los está enviando
a sà mismo? 12¿Quién se acusarÃa, se declararÃa culpable y se
condenarÃa a sà mismo?
15. El ego
siempre proyecta sus mensajes fuera de ti, al creer que es otro y no tú el que
ha de sufrir por tus mensajes de ataque y culpabilidad. 2E incluso si
tú sufres, el otro ha de sufrir aún más. 3El supremo engañador
reconoce que esto no es verdad, pero como "enemigo" de la paz que es, te incita
a que proyectes todos tus mensajes de odio y asà te liberes a ti mismo. 4Y para convencerte de que esto es posible, le ordena al cuerpo
a que busque dolor en el ataque contra otro, lo llame placer y te lo ofrezca
como tu liberación del ataque.
16. No hagas
caso de su locura, ni creas que lo imposible es verdad. 2No
olvides que el ego ha consagrado el cuerpo al objetivo del pecado y que tiene
absoluta fe de que el cuerpo puede lograrlo. 3Sus sombrÃos discÃpulos
entonan incesantemente alabanzas al cuerpo, en solemne celebración del
poderÃo del ego. 4No hay ni uno solo que no crea que sucumbir a la
atracción de la culpabilidad es la manera de escaparse del dolor. 5Ni
uno solo de ellos puede dejar de identificarse a sà mismo con su propio cuerpo,
sin el cual morirÃa, pero dentro del cual, su muerte es igualmente
inevitable.
17. Los
discÃpulos del ego no se dan cuenta de que se han consagrado a sà mismos a
la muerte. 2Se les ha ofrecido la libertad pero no la han aceptado, y
lo que se ofrece se tiene también que aceptar para que sea verdaderamente
dado. 3Pues el EspÃritu Santo es también un medio de comunicación,
que recibe los mensajes del Padre y se los ofrece al Hijo. 4Al igual
que el ego, el EspÃritu Santo es a la vez emisor y receptor. 5Pues lo
que se envÃa a través de Él retorna a Él, buscándose a sà mismo en el trayecto y
encontrando lo que busca. 6De igual manera, el ego encuentra la
muerte que busca, y te la devuelve a ti.
LECCIÓN
226
Mi
hogar me aguarda. Me apresuraré a llegar a él.
1. Puedo abandonar este mundo completamente, si asÃ
lo decido. 2No mediante la muerte, sino mediante un cambio de parecer
con respecto al propósito del mundo. 3Si creo que tal como lo veo
ahora tiene valor, asà seguirá siendo para mÃ. 4Mas si tal como lo
contemplo no veo nada de valor en él, ni nada que desee poseer, ni ninguna meta
que anhele alcanzar, entonces ese mundo se alejará de mÃ. 5Pues
no habré intentado reemplazar la verdad con
ilusiones.
2. Padre, mi hogar aguarda mi feliz retorno. 2Tus Brazos están abiertos y oigo Tu Voz. 3¿Qué necesidad tengo de prolongar mi estadÃa en un lugar de vanos deseos y de
sueños frustrados cuando con tanta facilidad puedo alcanzar el
Cielo?
14 DE
AGOSTO
C. El tercer
obstáculo: La atracción de la muerte
1. A ti y a tu
hermano, en cuya relación especial el EspÃritu Santo entró a formar parte, se os
ha concedido liberar -y ser liberados- del culto a la muerte. 2Pues esto fue lo que se os ofreció, y vosotros lo aceptasteis. 3No obstante, tenéis que aprender más acerca de este extraño culto,
pues encierra el tercer obstáculo que la paz debe superar. 4Nadie
puede morir a menos que elija la muerte. 5Lo que parece ser el miedo
a la muerte es realmente su atracción. 6La culpabilidad es asimismo
algo temido y temible. 7Mas no ejerce ningún poder, excepto sobre
aquellos que se sienten atraÃdos por ella y la buscan. 8Y lo
mismo ocurre con la muerte. 9Concebida por el ego, su tenebrosa
sombra se extiende sobre toda cosa viviente porque el ego es el "enemigo" de la
vida.
2. Mas una
sombra no puede matar. 2¿Qué es una sombra para los que viven? 3Basta con que la pasen de largo para que desaparezca. 4¿Y qué ocurre con aquellos cuya consagración no es a la vida; los
"pecadores" enlutados, el lúgubre coro del ego, quienes se arrastran penosamente
en dirección contraria a la vida, tirando de sus cadenas y marchando en lenta
procesión en honor de su sombrÃo dictador, señor y amo de la muerte? 5Toca a cualquiera de ellos con las dulces manos del perdón, y
observa cómo desaparecen sus cadenas, junto con las tuyas. 6Ve cómo
se despoja del ropaje de luto con el que iba vestido a su propio funeral y
óyele reÃrse de la muerte. 7Gracias a tu perdón puede escapar de la
sentencia que el pecado querÃa imponerle. 8Esto no es
arrogancia. 9Es la Voluntad de Dios. 10¿Qué podrÃa
ser imposible para ti que elegiste que Su Voluntad fuese la tuya? 11¿Qué significado podrÃa tener la muerte para ti? 12Tu
dedicación no es a la muerte ni a su amo. 13Cuando aceptaste el
glorioso propósito del EspÃritu Santo en vez del ego, renunciaste a la muerte y
la substituiste por la vida. 14Ya sabemos que ninguna idea abandona
su fuente. 15Y la muerte es el resultado del pensamiento al que
llamamos ego, tan inequÃvocamente como la vida es el resultado del
Pensamiento de Dios.
i. El cuerpo
incorruptible
3. El pecado,
la culpabilidad y la muerte se originaron en el ego, en clara oposición a la
vida, a la inocencia y a la Voluntad de Dios Mismo. 2¿Dónde puede
hallarse semejante oposición, sino en las mentes enfermizas de los desquiciados,
que se han consagrado a la locura y se oponen firmemente a la paz del Cielo? 3Pero una cosa es segura: Dios, que no creó ni el pecado ni la
muerte, no dispone que tú estés aprisionado por ellos. 4Pues Él no
conoce ni el pecado ni sus resultados. 5Las figuras amortajadas que
marchan en la procesión fúnebre no lo hacen en honor de su Creador, Cuya
Voluntad es que vivan. 6No están acatando Su Voluntad, sino
oponiéndose a ella.
4. ¿Y qué es
ese cuerpo vestido de negro que quieren enterrar? 2Es un cuerpo que
ellos consagraron a la muerte, un sÃmbolo de corrupción, un sacrificio al
pecado, ofrecido a éste para que se cebe en él y, de este modo, siga viviendo;
algo condenado, maldecido por su hacedor y lamentado por todos los miembros
de la procesión fúnebre que se identifican con él. 3Tú que crees
haber sentenciado al Hijo de Dios a esto eres arrogante. 4Pero
tú que quieres liberarlo no haces sino honrar la Voluntad de su Creador. 5La arrogancia del pecado, el orgullo de la culpabilidad, el
sepulcro de la separación, son todos parte de tu consagración a la muerte,
lo cual aún no has reconocido. 6El brillo de culpabilidad con el que
revestiste al cuerpo no harÃa sino destruirlo. 7Pues lo que el ego
ama, lo mata por haberle obedecido. 8Pero no puede matar a lo que no
le obedece.
5. Tú tienes
otra consagración que puede mantener al cuerpo incorrupto y en perfectas
condiciones mientras sea útil para tu santo propósito. 2El cuerpo es
tan incapaz de morir como de sentir. 3No hace nada. 4De por sÃ, no es ni corruptible ni incorruptible. 5No es
nada. 6Es el resultado de una insignificante y descabellada idea de
corrupción que puede ser corregida. 7Pues Dios ha contestado a
esta idea demente con una Suya, una Respuesta que no se ha alejado de Él, y que,
por lo tanto, lleva al Creador a la conciencia de toda mente que haya oÃdo Su
Respuesta y la haya aceptado.
6. A ti que
estás dedicado a lo incorruptible se te ha concedido, mediante tu aceptación, el
poder de liberar de la corrupción. 2¿Qué mejor manera puede haber de
enseñarte el primer principio fundamental de un curso de milagros, que
mostrándote que el que parece ser más difÃcil se puede lograr primero? 3El cuerpo no puede hacer otra cosa que servir a tu propósito. 4Tal como lo consideres, eso es lo que te parecerá que es. 5La muerte, de ser real, supondrÃa la ruptura final y absoluta de la
comunicación, lo cual es el objetivo del ego.
7. Aquellos
que tienen miedo de la muerte no ven con cuánta frecuencia y con cuánta
fuerza claman por ella, implorándole que venga a salvarlos de la comunicación. 2Pues consideran que la muerte es un refugio: el gran salvador
tenebroso que libera de la luz de la verdad, la respuesta a la Respuesta, lo que
acalla la Voz que habla en favor de Dios. 3Sin embargo, abandonarte a
la muerte no pone fin al conflicto. 4Sólo la Respuesta de Dios es su
fin. 5El obstáculo que tu aparente amor por la muerte supone y que la
paz debe superar parece ser muy grande. 6Pues en él yacen ocultos
todos los secretos del ego, todas sus insólitas artimañas, todas sus ideas
enfermizas y extrañas imaginaciones. 7En él radica la ruptura final
de la unión, el triunfo de lo que el ego ha fabricado sobre la creación de
Dios, la victoria de lo que no tiene vida sobre la Vida
Misma.
8. Bajo el
polvoriento contorno de su mundo distorsionado, el ego quiere dar sepultura al
Hijo de Dios, a quien ordenó asesinar, y en cuya putrefacción reside la prueba
de que Dios Mismo es impotente ante el poderÃo del ego e incapaz de proteger la
vida que Él creó contra el cruel deseo de matar del ego. 2Hermano
mÃo, criatura de Dios, esto no es más que un sueño de muerte. 3No hay funeral, ni altares tenebrosos, ni mandamientos siniestros,
ni distorsionados ritos de condena a los que el cuerpo te pueda conducir. 4No pidas que se te libere de eso. 5Más bien,
libera al cuerpo de las despiadadas e inexorables órdenes a las que lo sometiste
y perdónalo por lo que tú le ordenaste hacer. 6Al exaltarlo lo
condenaste a morir, pues sólo la muerte podÃa derrotar a la vida. 7¿Y qué otra cosa, sino la demencia, podrÃa percibir la derrota de
Dios y creer que es real?
9. El miedo a
la muerte desaparecerá a medida que la atracción que ésta ejerce ceda ante la
verdadera atracción del amor. 2El final del pecado, que anida
quedamente en la seguridad de tu relación, protegido por tu unión con tu
hermano y listo para convertirse en una poderosa fuerza al servicio de
Dios, está muy cerca. 3El amor protege celosamente los primeros pasos
de la salvación, la resguarda de cualquier pensamiento que la pudiese atacar y
la prepara silenciosamente para cumplir la imponente tarea para la que se te
concedió. 4Los ángeles dan sustento a tu recién nacido propósito, el
EspÃritu Santo le da abrigo y Dios Mismo vela por él. 5No tienes que
protegerlo, ya dispones de él. 6Pues es inmortal, y en él
reside el final de la muerte.
10. ¿Qué
peligro puede asaltar al que es completamente inocente? 2¿Qué puede
atacar al que está libre de culpa? 3¿Qué temor podrÃa venir a
perturbar la paz de la impecabilidad * misma? 4Si bien lo que se te ha concedido todavÃa se encuentra en su
infancia, está en completa comunicación con Dios y contigo. 5En
sus diminutas manos se encuentran, perfectamente a salvo, todos los milagros que
has de obrar, y te los ofrece. 6El milagro de la vida es eterno, y
aunque ha nacido en el tiempo, se le da sustento en la eternidad. 7Contempla a ese tierno infante, al que diste un lugar de reposo al
perdonar a tu hermano, y ve en él la Voluntad de Dios. 8He aquà el
bebé de Belén renacido. 9Y todo aquel que le dé abrigo lo seguirá, no
a la cruz, sino a la resurrección y a la vida.
11. Cuando
alguna cosa te parezca ser una fuente de miedo, cuando una situación te llene de
terror y haga que tu cuerpo se estremezca y se vea cubierto con el frÃo sudor
del miedo, recuerda que siempre es por la misma razón: el ego ha percibido la
situación como un sÃmbolo de miedo, como un signo de pecado y de muerte. 2Recuerda entonces que ni el signo ni el sÃmbolo se deben confundir
con su fuente, pues deben representar algo distinto de ellos mismos. 3Su significado no puede residir en ellos mismos, sino que se debe
buscar en aquello que representan. 4Y asÃ, puede que no signifiquen
nada o que lo signifiquen todo, dependiendo de la verdad o falsedad de la idea
que reflejan. 5Cuando te enfrentes con tal aparente incertidumbre con
respecto al significado de algo, no juzgues la situación. 6Recuerda
la santa Presencia de Aquel que se te dio para que fuese la Fuente del juicio. 7Pon la situación en Sus manos para que Él la juzgue por ti, y
di:
8Te entrego
esto para que lo examines y juzgues por mÃ.
9No dejes que
lo vea como un signo de pecado y de muerte, ni que lo use para
destruir.
10Enséñame a no
hacer de ello un obstáculo para la paz, sino a dejar que Tú lo uses por mÃ, para
facilitar su llegada.
LECCIÓN
227
Éste
es el instante santo de mi liberación.
1. Padre, hoy es el dÃa en que me libero porque
mi voluntad es la Tuya. 2Pensé hacer otra voluntad. 3Sin embargo, nada de lo que pensé aparte de
Ti existe. 4Y soy libre porque estaba equivocado y las
ilusiones que abrigaba no afectaron en modo alguno mi realidad. 5Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de
que sean para siempre borradas de mi mente. 6Éste es el instante
santo de mi liberación. 7Padre, sé que mi voluntades una con la
Tuya.
2. Y de esta manera, nos encontramos felizmente de
vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos. 2En este
dÃa el Hijo de Dios abandona sus sueños. 3En este dÃa el Hijo de Dios
regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad,
habiéndosele restituido finalmente su mente recta.
15 DE
AGOSTO
D. El cuarto
obstáculo: El temor a Dios
1. ¿Qué verÃas
si no tuvieses miedo de la muerte? 2¿Qué sentirÃas y pensarÃas si la
muerte no te atrajese? 3Simplemente recordarÃas a tu Padre. 4RecordarÃas al Creador de la vida, la Fuente de todo lo que vive, al
Padre del universo y del universo de los universos, asà como de todo lo que se
encuentra más allá de ellos. 5Y conforme esta memoria surja en
tu mente, la paz tendrá todavÃa que superar el obstáculo final, tras el cual se
consuma la salvación y al Hijo de Dios se le restituye completamente la cordura. 6Pues ahà acaba tu mundo.
2. El cuarto
obstáculo a superar pende como un denso velo ante la faz de Cristo. 2No obstante, a medida que Su faz se revela tras él, radiante de
júbilo porque Él mora en el Amor de Su Padre, la paz descorrerá suavemente el
velo y se apresurará a encontrarse con Él y a unirse finalmente a Él. 3Pues este velo oscuro, que hace que la faz de Cristo se asemeje a la
de un leproso y que los radiantes rayos del Amor de Su Padre que iluminan Su
rostro con gloria parezcan chorros de sangre, se desvanecerá ante la
deslumbrante luz que se encuentra más allá de él una vez que el miedo a la
muerte haya desaparecido.
3. Este velo,
que la creencia en la muerte mantiene intacto y que su atracción protege, es el
más tenebroso de todos. 2La dedicación a la muerte y a su soberanÃa
no es más que el voto solemne, la promesa que en secreto le hiciste al ego de
jamás descorrer ese velo, de no acercarte a él y de ni siquiera sospechar que
está ahÃ. 3Éste es el acuerdo secreto al que llegaste con el ego para
mantener eternamente en el olvido lo que se encuentra más allá del velo. 4He aquà tu promesa de jamás permitir que la unión te haga
abandonar la separación; la profunda amnesia en la que el recuerdo de Dios
parece estar totalmente olvidado; la brecha entre tu Ser y tú: el temor a
Dios, el último paso de tu disociación.
4. Observa
cómo la creencia en la muerte parece "salvarte". 2Pues si ésta
desapareciese, ¿a qué le podrÃas temer, sino a la vida? 3La atracción
de la muerte es lo que hace que la vida parezca ser algo feo, cruel y tiránico. 4Tu miedo a la muerte no es mayor que el que le tienes al ego. 5Ambos son los amigos que tú has elegido, ya que en tu secreta
alianza con ellos has acordado no permitir que jamás se revoque el temor a Dios,
de modo que pudieses contemplar la faz de Cristo y unirte a Él en Su
Padre.
5. Cada
obstáculo que la paz debe superar se salva de la misma manera: el miedo que lo
originó cede ante el amor que se encuentra detrás, y asà desaparece el
miedo. 2Y lo mismo ocurre con este último obstáculo. 3El
deseo de deshacerte de la paz y de ahuyentar el EspÃritu Santo se desvanece
en presencia del sereno reconocimiento de que amas a Dios. 4La
exaltación del cuerpo se abandona en favor del espÃritu, al que amas como jamás
podrÃas haber amado al cuerpo. 5Y la atracción de la muerte
desaparece para siempre a medida que la atracción del amor despierta en ti y te
llama. 6Desde más allá de cada uno de los obstáculos que te impiden
amar, el Amor Mismo ha llamado. 7Y cada uno de ellos ha sido superado
mediante el poder de atracción que ejerce lo que se encuentra tras ellos. 8El hecho de que deseases el miedo era lo que hacÃa que pareciesen
insuperables. 9Mas cuando oÃste la Voz del Amor tras ellos,
contestaste y ellos desaparecieron.
6. Y ahora te
encuentras aterrorizado ante lo que juraste no volver a mirar nunca más. 2Bajas la vista, al recordar la promesa que les hiciste a tus
"amigos". 3La "belleza" del pecado, la sutil atracción de la
culpabilidad, la "santa" imagen encerada de la muerte y el temor de la venganza
del ego a quien le juraste con sangre que no lo abandonarÃas, se alzan todos, y
te ruegan que no levantes la mirada. 4Pues te das cuenta de que
si miras ahà y permites que el velo se descorra, ellos desaparecerán para
siempre. 5Todos tus "amigos", tus "protectores" y tu "hogar" se
desvanecerÃan. 6No recordarÃas nada de lo que ahora
recuerdas.
7. Te parece
que el mundo te abandonarÃa por completo sólo con que alzases la mirada. 2Sin embargo, lo único que ocurrirÃa es que serÃas tú quien lo
abandonarÃa para siempre. 3En esto consiste el re-establecimiento de
tu voluntad. 4Mira con los ojos bien abiertos a eso que juraste no
mirar, y nunca más creerás que estás a merced de cosas que se encuentran más
allá de ti, de fuerzas que no puedes controlar o de pensamientos que te asaltan
en contra de tu voluntad. 5Tu voluntad es mirar ahÃ. 6Ningún deseo desquiciado, ningún impulso trivial de volverte a
olvidar, ninguna punzada de miedo, ni el frÃo sudor de lo que aparenta ser
la muerte pueden oponerse a tu voluntad. 7Pues lo que te atrae desde
detrás del velo es algo que se encuentra en lo más recóndito de tu ser, algo de
lo que no estás separado y con lo que eres completamente
uno.
LECCIÓN
228
Dios
no me ha condenado. Por lo tanto, yo tampoco me he de
condenar.
1. Mi Padre conoce mi santidad. 2¿Debo
acaso negar Su conocimiento y creer en lo que Su conocimiento hace que sea
imposible? 3¿Y debo aceptar como verdadero lo que Él proclama
que es falso? 4¿O debo más bien aceptar Su Palabra de lo que soy,
toda vez que Él es mi Creador y el que conoce la verdadera condición de Su
Hijo?,
2. Padre, estaba equivocado con respecto a mÃ
mismo porque no reconocÃa la Fuente de mi procedencia. 2No me he separado de ella para
adentrarme en un cuerpo y morir. 3Mi santidad sigue siendo parte de mÃ, tal
como yo soy parte de Ti. 4Mis errores acerca de mà mismo son sueños. 5Hoy los abandono. 6Y ahora estoy listo para recibir únicamente
Tu Palabra acerca de lo que realmente soy.
LECCIÓN
229
El
Amor, que es lo que me creó, es lo que soy.
1. Busco mi verdadera Identidad, y la encuentro en
estas palabras: "Soy Amor, pues el Amor fue lo que me creó". 2Ahora no necesito buscar más. 3El Amor ha prevalecido. 4Ha esperado tan
quedamente mi regreso a casa, que ya no me volveré a apartar de la santa faz de
Cristo. 5Y lo que
contemple dará testimonio de la verdad de la Identidad que procuré perder, pero
que mi Padre conservó a salvo para mÃ.
2. Padre, te doy gracias por lo que soy, por
haber conservado mi Identidad inalterada e impecable en medio de todos los
pensamientos de pecado que mi alocada mente inventó. 2Y te doy gracias también por haberme salvado
de ellos. 3Amén.
LECCIÓN
230
Ahora
buscaré y hallaré la paz de Dios.
1. Fui creado en la paz. 2Y en la paz
permanezco. 3No me ha sido dado poder cambiar mi Ser. 4¡Cuán misericordioso es Dios mi Padre, que al crearme me dio la paz
para siempre! 5Ahora sólo pido ser lo que soy. 6¿Y podrÃa
negárseme eso cuando es eternamente verdad?
2. Padre, busco la paz que Tú me diste al
crearme. 2Lo que se me dio entonces tiene que
encontrarse aquà ahora, pues mi creación fue algo aparte del tiempo y aún sigue
siendo inmune a todo cambio. 3La paz en la que Tu Hijo nació en Tu Mente
aún resplandece allà sin haber cambiado. 4Soy tal como Tú me creaste. 5Sólo
necesito invocarte para hallar la paz que Tú me diste. 6Es Tu Voluntad la que se la dio a Tu Hijo.
18
DE AGOSTO
i. El
descorrimiento del velo
8. No olvides
que tú y tu hermano habéis llegado hasta aquà juntos. 2Y
ciertamente no fue el ego el que os guió. 3Ningún obstáculo a la
paz se puede superar con su ayuda. 4El ego no revela sus secretos, ni
te pide que los examines y los transciendas. 5No quiere que veas su
debilidad, ni que te des cuenta de que no tiene poder alguno para mantenerte
alejado de la verdad. 6El GuÃa que os condujo hasta aquà aún está con
vosotros, y cuando alcéis la mirada estaréis listos para mirar cara a cara al
terror sin temor alguno. 7Pero primero, alza la mirada y mira a tu
hermano con inocencia nacida del completo perdón de sus ilusiones, y a través de
los ojos de la fe que no las ve.
9. Nadie puede
enfrentarse al temor a Dios sin experimentar terror, a menos que haya
aceptado la Expiación y haya aprendido que las ilusiones no son reales. 2Nadie puede enfrentarse a este obstáculo solo, pues no habrÃa podido
llegar a este punto si su hermano no le hubiese acompañado. 3Y nadie
se atreverÃa a enfrentarse a dicho temor sin haber perdonado a su hermano de
todo corazón. 4Quédate ahà un rato, pero sin temblar. 5Ya
estás listo. 6Unámonos en un instante santo, aquÃ, en este lugar al
que el propósito que se te señaló en un instante santo te ha conducido. 7Y unámonos con la fe de que Aquel que nos condujo a todos juntos
hasta aquà también te ofrecerá la inocencia que necesitas, y de que la
aceptarás por mi amor y por el Suyo.
10. No
es posible tampoco enfrentarse a esto demasiado pronto. 2Éste
es el lugar al que todo el mundo tiene que llegar cuando esté listo. 3Una vez que ha encontrado a su hermano está listo. 4Sin embargo, llegar simplemente hasta ahà no es suficiente. 5Pues una jornada desprovista de propósito sigue siendo algo absurdo,
e incluso cuando ha concluido no parece haber tenido sentido. 6¿Cómo
podrÃas saber que ha finalizado a menos que te dieses cuenta de que su propósito
se ha consumado? 7AhÃ, con el final de la jornada ante ti, es cuando ves su propósito. 8Y es ahà donde eliges hacerle frente al
obstáculo o seguir vagando sin rumbo, sólo para tener que regresar y elegir de
nuevo.
11. Hacerle frente al temor a Dios requiere cierta preparación. 2Sólo
los cuerdos pueden mirar de frente a la absoluta demencia y a la locura
delirante con piedad y compasión, pero sin miedo. 3Pues sólo les
podrÃa parecer temible si la comparten, y tú la compartes mientras no
contemples a tu hermano con perfecta fe, con perfecto amor y con perfecta
ternura. 4Mientras no lo perdones completamente, tú sigues sin ser
perdonado. 5Tienes miedo de Dios porque tienes miedo de tu
hermano. 6Temes a los que no perdonas. 7Y nadie alcanza el
amor con el miedo a su lado.
12. Este hermano que está a tu lado todavÃa te sigue pareciendo un extraño. 2No lo conoces, y la interpretación que haces de él es temible. 3Y lo sigues atacando, para mantener a salvo lo que tú crees ser. 4Sin embargo, en sus manos está tu salvación. 5Ves su
locura, que detestas porque la compartes con él. 6Y toda la piedad y
el perdón que la curarÃa dan paso al miedo. 7Hermano, necesitas
perdonar a tu hermano, pues juntos compartiréis la locura o el Cielo. 8Y juntos alzaréis la mirada con fe o no la alzaréis en
absoluto.
13. A tu lado
se encuentra uno que te ofrece el cáliz de la Expiación, pues el EspÃritu
Santo está en él. 2¿PreferirÃas guardarle rencor por sus pecados
o aceptar el regalo que te hace? 3¿Es este portador de salvación tu
amigo o tu enemigo? 4Decide cuál de esas dos cosas es, sin olvidar
que lo que has de recibir de él dependerá de lo que elijas. 5Él
tiene el poder de perdonar tus pecados, tal como tú tienes el de perdonar los
suyos. 6Ninguno de vosotros puede conferirse ese poder a sà mismo. 7Vuestro salvador, no obstante, se encuentra al lado de cada uno
de vosotros. 8Deja que él sea lo que es, y no trates de hacer del
amor tu enemigo.
14. Contempla
a tu Amigo, al Cristo que está a tu lado. 2¡Qué santo y hermoso es! 3Pensaste que habÃa pecado porque arrojaste sobre Él el velo del
pecado para ocultar Su hermosura. 4A pesar de ello, Él te sigue
extendiendo el perdón para que compartas con Él Su santidad. 5Este
"enemigo", este "extraño" te sigue ofreciendo la salvación por ser Su Amigo. 6Los "enemigos" de Cristo, los adoradores del pecado, no saben a
Quién atacan.
15. Éste es tu
hermano, que ha sido crucificado por el pecado y que aguarda para ser liberado
del dolor. 2¿No le concederÃas tu perdón, cuando él es el único que
te lo puede conceder a ti? 3A cambio de su redención, él te dará la
tuya, tan indudablemente como que Dios creó cada cosa viviente y la ama. 4Y te la dará de verdad, pues será ofrecida asà como recibida. 5No hay gracia del Cielo que no puedas ofrecerle a tu hermano, y
recibir de tu santÃsimo Amigo. 6No permitas que te la niegue,
pues al recibirla se la ofreces a él. 7Y él recibirá de ti lo que tú
recibiste de él. 8La redención se te ha concedido para que se la
des a tu hermano, y para que de esta manera la recibas. 9Liberas al
que perdonas, y participas de lo que das. 10Perdona los pecados
que tu hermano cree haber cometido, asà como toda la culpabilidad que crees ver
en él.
16. Éste es el
santo lugar de resurrección, al que venimos de nuevo y al que retornaremos hasta
que la redención se haya consumado y recibido. 2Antes de condenar a
tu hermano, recuerda quién es él. 3Y da gracias a Dios de que sea
santo y de que se le haya dado el regalo de la santidad para ti. 4Únete a él con alegrÃa, y elimina todo vestigio de culpabilidad de
su perturbada y torturada mente. 5Ayúdale a levantar la pesada carga
de pecado que echaste sobre sus hombros y que él aceptó como propia, y arrójala
lejos de él sonriendo felizmente. 6No la oprimas contra su frente
como si fuese una corona de espinas, ni lo claves a ella, dejándolo
irredento y sin esperanzas.
17. Ten fe en
tu hermano, pues la fe, la esperanza y la misericordia son tuyas para que las
des. 2A las manos que dan, se les da el regalo. 3Contempla
a tu hermano, y ve en él el regalo de Dios que quieres recibir. 4Ya
es casi la Pascua, la temporada de la resurrección. 5Concedámonos la redención unos a otros y compartámosla, para
podernos levantar unidos en la resurrección, y no separados en la muerte. 6Contempla el regalo de libertad que le di al EspÃritu Santo para ti. 7Y liberaos juntos, al ofrecerle al EspÃritu Santo ese mismo regalo. 8Y al dárselo, recibidlo de Él a cambio de lo que le disteis. 9Él nos conduce a ti y a mà para que nos podamos encontrar aquÃ,
en este sagrado lugar, y juntos tomar la misma decisión.
18. Libera a
tu hermano aquÃ, tal como yo te liberé a ti. 2Hazle el mismo regalo,
y contémplalo sin ninguna clase de condena. 3Considéralo tan inocente
como yo te considero a ti, y pasa por alto los pecados que él cree ver en sÃ
mismo. 4Ofrécele en este huerto de aparente agonÃa y muerte su
libertad y completa emancipación del pecado. 5De esta manera,
allanaremos juntos el camino que conduce a la resurrección del Hijo de Dios y le
permitiremos elevarse de nuevo al feliz recuerdo de su Padre, Quien no
conoce el pecado ni la muerte, sino sólo la vida eterna.
19. Juntos
desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para
perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos; no para que se nos vea,
sino para que se nos conozca. 2Y al gozar de conocimiento, no quedará
nada sin hacer en el plan de salvación que Dios estableció. 3Éste es
el propósito de la jornada, sin el cual ésta no tendrÃa sentido. 4He
aquà la paz de Dios, que Él te dio para siempre. 5He aquà el descanso
y la quietud que buscas, la razón de la jornada desde su comienzo. 6El Cielo es el regalo que le debes a tu hermano, la deuda de
gratitud que le ofreces al Hijo de Dios como muestra de agradecimiento por
lo que él es y por aquello para lo que su Padre lo creó.
20. Piensa
detenidamente cómo vas a considerar al dador de este regalo, pues tal como lo
consideres a él, asà mismo te parecerá el regalo. 2Según lo
consideres, ya sea como el portador de la culpabilidad o como el de la
salvación, asà verás y recibirás su ofrenda. 3Los crucificados
infligen dolor porque están llenos de dolor. 4Pero los redimidos
ofrecen alegrÃa porque han sido curados del dolor. 5Todo el mundo da
tal como recibe, pero primero tiene que elegir qué es lo que quiere recibir. 6Y reconocerá lo que ha elegido por lo que dé y por lo
que reciba. 7Y no hay nada en el infierno o en el Cielo que pueda
interferir en su decisión.
21. Has
llegado hasta este punto porque elegiste emprender la jornada. 2Y nadie emprende nada que crea es insensato. 3Aquello en
lo que tenÃas fe sigue siendo fiel, y te cuida con fe tan tierna y, al mismo
tiempo, tan poderosa, que te elevará muy por encima del velo, y pondrá al Hijo
de Dios a salvo dentro de la segura protección de su Padre. 4He
aquà el propósito que le confiere a este mundo y a la larga jornada a través de
él, el único significado que pueden tener. 5Aparte de esto, no tienen
sentido. 6Tú y tu hermano os alzáis juntos, todavÃa sin la
convicción de que el mundo y la jornada tienen un propósito. 7Mas os
es dado poder ver este propósito en vuestro santo Amigo y reconocerlo como
propio.
2.
¿Qué es la
salvación?
1. La
salvación es la promesa que Dios te hizo de que finalmente encontrarás el camino
que conduce a Él. 2Y Él no puede dejar de cumplirla. 3Garantiza que al tiempo le llegará su fin, al igual que a todos los pensamientos que se originaron en él. 4La Palabra de Dios se le concede a toda mente que cree tener
pensamientos separados, a fin de reemplazar, esos pensamientos de conflicto con
el Pensamiento de la paz.
2. El
Pensamiento de la paz le fue dado al Hijo en el mismo instante en que su
mente concibió el pensamiento de la guerra. 2Antes de eso no habÃa
necesidad de ese Pensamiento, pues la paz se habÃa otorgado sin opuestos y
simplemente era. 3Una
mente dividida, no obstante, tiene necesidad de curación. 4Y asÃ, el
Pensamiento que tiene el poder de subsanar la división pasó a formar parte
de cada fragmento de la mente que seguÃa siendo una, pero no reconocÃa su
unidad. 5Al no
conocerse a sà misma, pensó que habÃa perdido su
Identidad.
3. La
salvación es un des-hacer en el sentido de que no hace nada, al no apoyar el
mundo de sueños y de malicia. 2De esta manera, las ilusiones
desaparecen. 3Al no prestarles apoyo, deja que simplemente se
conviertan en polvo. 4Y lo que ocultaban queda ahora revelado: un
altar al santo Nombre de Dios donde Su Palabra está escrita, con las ofrendas de
tu perdón depositadas ante él, y tras ellas, no mucho más allá, el recuerdo de
Dios.
4. Acudamos
diariamente a este santo lugar y pasemos un rato juntos. 2AhÃ
compartimos nuestro sueño final. 3Es éste un sueño en el que no hay
pesares, pues contiene un atisbo de toda la gloria que Dios nos ha dado. 4En él se ve brotar la hierba, los árboles florecer y los pájaros
hacer sus nidos en su ramaje. 5La tierra nace de nuevo desde una
nueva perspectiva. 6La noche ya pasó, y ahora nos hemos unido en la
luz.
5. Desde
ahà le extendemos
la salvación al mundo, pues ahà fue donde la recibimos. 2El himno que
llenos de júbilo entonamos le proclama al mundo que la libertad
ha retornado, que al tiempo casi le ha llegado su fin y que el Hijo de Dios tan
sólo tiene que esperar un instante antes de que su Padre sea recordado, los
sueños hayan terminado, la eternidad haya disuelto al mundo con su luz y el
Cielo sea lo único que exista.
LECCIÓN
231
Padre, mi voluntad
es únicamente recordarte.
1. ¿Qué puedo
buscar, Padre, sino Tu Amor? 2Tal vez crea que
lo que busco es otra cosa; algo a lo que le he dado muchos nombres. 3Mas lo único que
busco, o jamás busqué, es Tu Amor. 4Pues no hay nada
más que jamás quisiera realmente encontrar. 5Quiero recordarte. 6¿Qué otra cosa podrÃa desear sino la verdad
acerca de mà mismo?
2. Ésa
es tu voluntad, hermano mÃo. 2Y compartes esa voluntad conmigo asà como con
Aquel que es nuestro Padre. 3Recordarlo a Él es el Cielo. 4Esto es lo que buscamos. 5Y esto
es lo único que nos será dado hallar.
19 DE
AGOSTO
CapÃtulo
20
LA VISIÓN DE
LA SANTIDAD
I. La Semana
Santa
1. Hoy es
Domingo de Ramos, la celebración de la victoria y la aceptación de la
verdad. 2No nos pasemos
esta Semana Santa lamentando la crucifixión del Hijo de Dios, sino celebrando
jubilosamente su liberación. 3Pues la Pascua de Resurrección es
el signo de la paz, no del dolor. 4Un Cristo asesinado no tiene
sentido. 5Pero un Cristo resucitado se convierte en el sÃmbolo
de que el Hijo de Dios se ha perdonado a sà mismo, en la señal de que se
considera a sà mismo sano e Ãntegro.
2. Esta semana
empieza con ramos y termina con azucenas, el signo puro y santo de que el Hijo
de Dios es inocente. 2No permitas que ningún signo lúgubre de
crucifixión se interponga entre la jornada y su propósito, entre la aceptación
de la verdad y su expresión. 3Esta semana celebramos la vida, no la
muerte. 4Y honramos la perfecta pureza del Hijo de Dios, no sus
pecados. 5Hazle a tu hermano la ofrenda de las azucenas, no la de una
corona de espinas; el regalo del amor, no el "regalo" del miedo. 6Te
encuentras a su lado, con espinas en una mano y azucenas en la otra,
indeciso con respecto a cuál le vas a dar. 7Únete a mà ahora,
deshazte de las espinas y, en su lugar, ofrécele las azucenas. 8Lo que quiero esta Pascua es el regalo de tu perdón, que tú me
concedes y yo te devuelvo. 9No podemos unirnos en la crucifixión ni
en la muerte. 10Ni tampoco puede consumarse la resurrección hasta que
tu perdón descanse sobre Cristo, junto con el mÃo.
3. Una semana
es poco tiempo, sin embargo, la Semana Santa simboliza la jornada que el Hijo de
Dios emprendió. 2Él comenzó con el signó de la victoria, la promesa
de la resurrección, la cual ya se le habÃa concedido. 3No dejes que
caiga en la tentación de la crucifixión ni que se demore allÃ. 4Ayúdale a seguir adelante en paz más allá de ella, con la luz de su
propia inocencia alumbrando el camino hacia su redención y liberación. 5No le obstruyas el paso con clavos y espinas cuando su
redención está tan cerca. 6Deja, en cambio, que la blancura de tu
radiante ofrenda de azucenas lo acelere en su camino hacia la
resurrección.
4. La Pascua
no es la celebración del costo del pecado, sino la celebración de su final. 2Si al mirar entre los nÃveos pétalos de las azucenas que has
recibido y ofrecido como tu regalo vislumbras tras el velo la faz de
Cristo, estarás contemplando la faz de tu hermano y reconociéndola. 3Yo era un extraño y tú me acogiste, a pesar de que no sabÃas quién
era. 4Mas lo sabrás por razón de tu ofrenda de azucenas. 5En el perdón que le concedes a ese forastero, que aunque es un
extraño para ti es tu Amigo ancestral, reside su liberación y tu redención junto con él. 6La temporada de Pascua es una temporada de júbilo, no de duelo. 7Contempla a tu Amigo resucitado y celebra su santidad junto conmigo. 8Pues la Pascua es la temporada de tu salvación, junto con la
mÃa.
LECCIÓN
232
Permanece
en mi mente todo el dÃa, Padre mÃo.
1. Padre mÃo,
permanece en mi mente desde el momento en que me despierte, y derrama Tu luz
sobre mà todo el dÃa. 2Que cada minuto
sea una oportunidad más de estar Contigo. 3Y que no me olvide
de darte las gracias cada hora por haber estado conmigo y porque siempre estás
ahà presto a escucharme y a contestarme cuando te llamo. 4Y al llegar la
noche, que todos mis pensamientos sigan siendo acerca de Ti y de Tu Amor. 5Y que duerma en la
confianza de que estoy a salvo, seguro de Tu cuidado y felizmente
consciente de que soy Tu Hijo.
2. AsÃ
es como deberÃa ser cada dÃa. 2Practica hoy el final del miedo. 3Ten fe en Aquel que es tu Padre. 4Deja todo en Sus Manos. 5Deja que Él te revele todo y no te desanimes, pues eres Su
Hijo.
20 DE
AGOSTO
II. La ofrenda
de azucenas
1. Observa
todas las baratijas que se confeccionan para colgarse del cuerpo, o para
cubrirlo o para que él las use. 2Contempla todas las cosas inútiles
que se han inventado para que sus ojos las vean. 3Piensa en las
muchas ofrendas que se le hacen
para su deleite, y recuerda que todas ellas se concibieron para que aquello
que aborreces pareciera hermoso. 4¿UtilizarÃas eso que aborreces
para cautivar a tu hermano y atraer su atención? 5Date cuenta de que
lo único que le ofreces es una corona de espinas, al no reconocer el cuerpo como
lo que es y al tratar de justificar la interpretación que haces de su valor
basándote en la aceptación que tu hermano hace de él. 6Aún asÃ, el
regalo proclama el poco valor que le concedes a tu hermano, del mismo modo en
que el agrado con que él lo acepta refleja el poco valor que él se
concede a sà mismo.
2. Si los
regalos se han de dar y recibir de verdad, no se pueden dar a través del cuerpo. 2El cuerpo no puede ofrecer ni aceptar nada; tampoco puede dar o
quitar nada. 3Sólo la mente puede evaluar, y sólo ella puede decidir
lo que quiere recibir y lo que quiere dar. 4Y cada regalo que ofrece
depende de lo que ella misma desea. 5La mente engalanará con gran
esmero lo que ha elegido como hogar, y lo preparará para que reciba
los regalos que ella desea obtener, ofreciéndoselos a aquellos que vengan a
dicho hogar, o a aquellos que quiere atraer a él. 6Y allÃ
intercambiarán sus regalos, ofreciendo y recibiendo lo que sus mentes hayan juzgado como digno de
ellos.
3. Cada regalo
es una evaluación tanto del que recibe como del que da. 2No
hay nadie que no considere como un altar a sà mismo aquello que ha elegido como
su hogar. 3Y no hay nadie que no desee atraer a los devotos de lo que
ha depositado allÃ, haciendo que sea digno de la devoción de éstos. 4Y todo el mundo ha puesto
una luz sobre su altar para que otros puedan ver lo que ha depositado en él y lo
hagan suyo. 5Este es el valor que le concediste a tu hermano y
que te concediste a ti mismo. 6Éste es el regalo que le haces a él y
que te haces a ti mismo: el veredicto acerca del Hijo de Dios por lo que él es. 7No te olvides de que es a tu salvador a quien le ofreces el regalo. 8Ofrécele espinas y te crucificas a ti mismo. 9Ofrécele azucenas y es a ti mismo a quien
liberas.
4. Tengo gran
necesidad de azucenas, pues el Hijo de Dios no me ha perdonado. 2¿Y
puedo ofrecerle perdón cuando él me ofrece espinas? 3Pues aquel que
le ofrece espinas a alguien está todavÃa contra mÃ, mas ¿quién podrÃa ser
Ãntegro sin él? 4Sé su amigo en mi nombre, para que yo pueda ser
perdonado y tú puedas ver que el Hijo de Dios goza de plenitud. 5Pero
examina primero el altar del hogar que has elegido, y observa lo que allà has
depositado para ofrecérmelo a mÃ. 6Si son espinas cuyas puntas
refulgen en una luz de color sangre, has elegido al cuerpo como hogar y lo
que me ofreces es separación. 7Las espinas, no obstante, han
desaparecido. 8ExamÃnalas más de cerca ahora y podrás ver que tu
altar ya no es lo que era antes.
5. TodavÃa
miras con los ojos del cuerpo, y éstos sólo pueden ver espinas. 2Sin
embargo, has pedido ver otra cosa y se te ha concedido. 3Aquellos que aceptan el propósito del EspÃritu Santo como su
propósito comparten asimismo Su visión. 4Y lo que le permite a Él ver
irradiar Su propósito desde cada altar es algo tan tuyo como Suyo. 5Él no ve extraños, sino tan sólo amigos entrañables y amorosos. 6Él no ve espinas, sino únicamente azucenas que refulgen en el
dulce resplandor de la paz, la cual irradia su luz sobre todo lo que Él
contempla y ama.
6. Durante
estas Pascuas contempla a tu hermano con otros ojos. 2Tú me has perdonado ya. 3Sin embargo, no puedo hacer uso de tu regalo de
azucenas, mientras tú no las veas. 4Ni tú puedes hacer uso de lo que
yo te he dado mientras no lo compartas. 5La visión del EspÃritu Santo
no es un regalo nimio ni algo con lo que se juega, por un rato para luego
dejarse de lado. 6Presta gran atención a esto, y no creas que es sólo
un sueño, una idea pueril con la que entretenerte por un rato, o un juguete con
el que juegas de vez en cuando y del que luego te olvidas. 7Pues si
eso es lo que crees, eso es lo que será para ti.
7. Gozas ya de
la visión que te permite ver más allá de las ilusiones. 2Se te
ha concedido para que no veas espinas, ni extraños, ni ningún obstáculo a la
paz. 3El temor a Dios ya no significa nada para ti. 4¿Quién temerÃa enfrentarse a las ilusiones, sabiendo que su salvador
está a su lado? 5Con él a tú lado tú visión se ha convertido en
el poder más grande que Dios Mismo puede conceder para desvanecer las ilusiones, 6pues lo que Dios le dio al EspÃritu Santo, tú lo has recibido. 7El Hijo de Dios cuenta contigo para su liberación. 8Pues
tú has pedido -y se te ha concedido- la fortaleza para poder enfrentarte a este
último obstáculo, y no ver clavos ni espinas que crucifiquen al Hijo de
Dios y lo coronen como rey de la muerte.
8. El hogar
que has elegido está al otro lado, más allá del velo. 2Ha sido
cuidadosamente preparado para ti y ahora está listo para recibirte. 3No lo verás con los ojos del cuerpo. 4Sin embargo, ya
dispones de todo cuanto puedas necesitar. 5Tu hogar te ha estado
llamando desde los orÃgenes del tiempo y nunca has sido completamente sordo
a su llamada. 6OÃas, pero no sabÃas cómo mirar, ni hacia dónde. 7Pero ahora sabes. 8El conocimiento se encuentra en ti,
presto a ser revelado y liberado de todo el terror que lo mantenÃa oculto. 9En el amor no hay cabida para el miedo. 10El himno
de la Pascua es el grato estribillo que dice que al Hijo de Dios nunca se le
crucificó. 11Alcemos juntos la mirada, no con miedo, sino con fe. 12Y no tendremos miedo, pues no veremos ninguna ilusión, sino una
senda que conduce a las puertas del Cielo, el hogar que compartimos en un estado
de quietud y donde moramos dulcemente y en paz como uno
solo.
9. ¿No te
gustarÃa que tu santo hermano te condujese hasta allÃ? 2Su inocencia
alumbrará tú camino, ofreciéndote su luz guiadora y absoluta protección, y
refulgiendo desde el santo altar en su interior donde tú depositaste las
azucenas del perdón. 3Permite que sea él quien te salve de tus
ilusiones, y contémplalo con la nueva visión que ve las azucenas y te brinda
felicidad. 4Iremos más allá del velo del temor, alumbrándonos
mutuamente el camino. 5La santidad que nos guÃa se encuentra dentro
de nosotros, al igual que nuestro hogar. 6De este modo
hallaremos lo que Aquel que nos guÃa dispuso que
hallásemos.
10. Este es el
camino que conduce al Cielo y a la paz de la Pascua, donde nos unimos en gozosa
conciencia de que el Hijo de Dios se ha liberado del pasado y ha despertado al
presente. 2Ahora es libre, y su comunión con todo lo que se encuentra
dentro de él es ilimitada. 3Ahora las azucenas de su inocencia no se
ven mancilladas por la culpabilidad, pues están perfectamente
resguardadas del frÃo estremecimiento del miedo, asà como de la perniciosa
influencia del pecado. 4Tu regalo lo ha salvado de las espinas y de
los clavos, y su vigoroso brazo está ahora libre para conducirte a salvo a
través de ellos hasta el otro lado. 5Camina con él ahora lleno de
regocijo, pues el que te salva de las ilusiones ha venido a tu encuentro para
llevarte consigo a casa.
11. He aquà tu
salvador y amigo, a quien tu visión ha liberado de la crucifixión, libre ahora
para conducirte allà donde él anhela estar. 2Él no te abandonará, ni
dejará a su salvador a merced del dolor. 3Y gustosamente caminaréis
juntos por la senda de la inocencia, cantando según contempláis las puertas
del Cielo abiertas de par en par y reconocéis el hogar que os llamó. 4Concédele a tu hermano libertad y fortaleza para que pueda llegar
hasta allÃ. 5Y ven ante su santo altar, donde la fortaleza y la
libertad te aguardan para que ofrezcas y recibas la radiante conciencia que
te conduce a tu hogar. 6La lámpara está encendida en ti para que
le des luz a tu hermano. 7Y las mismas manos que se la dieron a tu
hermano, te conducirán más allá del miedo al amor.
LECCIÓN
233
Hoy
le doy mi vida a Dios para que Él la guÃe.
1. Padre, hoy te
entrego todos mis pensamientos. 2No quiero quedarme con ninguno de
ellos. 3En su lugar,
dame los Tuyos. 4Te entrego
asimismo todos mis actos, de manera que pueda hacer Tu Voluntad en lugar de
ir en pos de metas inalcanzables y perder el tiempo en vanas imaginaciones. 5Hoy vengo a Ti. 6Me haré a un
lado y simplemente Te seguiré. 7Sé Tú el GuÃa
hoy, y yo el seguidor que no duda de la sabidurÃa de lo Infinito, ni del Amor
cuya ternura no puedo comprender, pero que es, sin embargo, el perfecto regalo que Tú me
haces.
2. Hoy
nos dirige un solo GuÃa. 2Y mientras caminamos juntos le entregamos este
dÃa sin reserva alguna. 3Éste es Su dÃa. 4Y por eso es un dÃa de incontables dones y de
infinitas mercedes para nosotros.
21 DE
AGOSTO
III. El pecado
como ajuste
1. La creencia
en el pecado es un ajuste. 2Y un ajuste es un cambio: una alteración
en la percepción, o la creencia de que lo que antes era de una manera ahora es
distinto. 3Cada ajuste es, por lo tanto, una distorsión, y tiene
necesidad de defensas que lo sostengan en contra de la realidad. 4El
conocimiento no requiere ajustes, y, de hecho, se pierde si se lleva a cabo:
cualquier cambio o alteración, 5pues eso lo reduce de inmediato a ser
simplemente una percepción: una forma de ver en la que se ha dejado de
tener certeza y donde se ha infiltrado la duda. 6En esta condición
deficiente es necesario hacer ajustes porque la condición en sà no es
verdad. 7¿Quién necesita ajustarse a la verdad, si para ser entendida
ésta sólo apela a lo que uno es?
2. Los
ajustes, sean de la clase que sean, siempre forman parte del ámbito del ego. 2Pues la creencia fija del ego es que todas las relaciones dependen
de que se hagan ajustes, para asà hacer de ellas lo que él quiere que sean. 3Las relaciones directas, en las que no hay interferencia, él siempre
las considera peligrosas. 4El ego se ha nombrado a sà mismo mediador
de todas las relaciones, y hace todos los ajustes que cree necesarios y los
interpone entre aquellos que se han de conocer, a fin de mantenerlos separados e
impedir su unión. 5Esta planeada interferencia es lo que hace que te
resulte tan difÃcil reconocer tu santa relación tal como
es.
3. Los que son
santos no interfieren en la verdad. 2No le tienen miedo, pues en la
verdad es donde reconocen su santidad y donde se regocijan debido a lo que ven. 3La contemplan directamente, sin tratar de adaptarse a ella ni
de que ella se adapte a ellos. 4Y asà se dan cuenta de que se
encontraba en ellos, al no haber decidido de antemano dónde deberÃa estar. 5El hecho mismo de que ellos la busquen plantea una pregunta, y lo
que ven es lo que les responde. 6Tú fabricas el mundo, y luego te
adaptas a él y haces que él se adapte a ti. 7Y no hay ninguna
diferencia entre él y tú en tu percepción, la cual os inventó a los
dos.
4. TodavÃa
queda una pregunta por contestar, la cual es muy simple. 2¿Te
gusta lo que has fabricado? aUn mundo de asesinatos y de ataque por
el que te abres paso tÃmidamente en medio de constantes peligros, solo y
temeroso, esperando a lo sumo a que la muerte se demore un poco antes de que se
abalance sobre ti y desaparezcas. 3Todo eso son fabricaciones
tuyas. 4Es un cuadro de lo que tú crees ser: de cómo te ves a ti
mismo. 5Los asesinos están aterrorizados y los que matan
tienen miedo de la muerte. 6Todas estas cosas no son sino los
temibles pensamientos de aquellos que se amoldan a un mundo que se ha vuelto
temible debido a los ajustes que ellos mismos hicieron. 7Y lo
contemplan, con pesar desde su propia tristeza interior, y ven la tristeza en
él.
5. ¿Te has
preguntado alguna vez cómo es realmente el mundo y qué aspecto tendrÃa si se
contemplase con ojos felices? 2 El mundo que ves no es sino un juicio
con respecto a ti mismo. 3 No existe en absoluto. 4Tus
juicios, no obstante, le imponen una sentencia, la justifican y hacen que sea
real. 5Ése es el mundo que ves: un juicio contra ti mismo, que tú
mismo has emitido. 6El ego protege celosamente esa imagen
enfermiza de ti mismo, pues ésa es su imagen y lo que él ama, y la proyecta
sobre el mundo. 7Y tú te ves obligado a adaptarte a ese mundo
mientras sigas creyendo que esa imagen es algo externo a ti, y que te tiene a su
merced. 8Ese mundo es despiadado, y si se encontrase fuera de
ti, tendrÃas ciertamente motivos para estar atemorizado. 9Pero fuiste
tú quien hizo que fuese inclemente; y si ahora esa inclemencia parece
volverse contra ti, puede ser corregida.
6. ¿Quién, que
se encuentre en una relación santa, podrÃa seguir siendo no santo por mucho más
tiempo? 2El mundo que ven los santos es uno con ellos, de la misma
forma en que el mundo que ve el ego es semejante a él. 3El mundo que
ven los santos es hermoso porque lo que ven en él es su propia inocencia. 4Ellos no le impusieron lo que tenÃa que ser, ni hicieron ajustes
para que se amoldase a sus mandatos. 5Simplemente le preguntaron con
un leve susurro: "¿Qué eres?" 6Y Aquel que cuida de toda
percepción les respondió. 7No aceptes los juicios del mundo como
la respuesta a la pregunta: "¿Qué soy?" 8El mundo cree en el pecado,
pero la creencia que lo fabricó tal como tú lo ves no se encuentra fuera de
ti.
7. No procures
que el Hijo de Dios se adapte a su demencia. 2En él reside un extraño
que, mientras vagaba sin rumbo, entró en la morada de la verdad, mas tal como
vino asà se irá. 3Vino sin ningún propósito, pero no podrá
permanecer ante la radiante luz que el EspÃritu Santo te ofreció y que tú
aceptaste. 4Pues bajo esa luz el extraño se queda sin hogar y a ti se
te da la bienvenida. 5No le preguntes a ese transeúnte: "¿Qué soy?" 6Él es la única cosa en todo el universo que no lo sabe. 7Sin embargo, es a él a quien se lo preguntas, y es a su respuesta a
la que deseas amoldarte. 8Este pensamiento torvo y ferozmente
arrogante, y, sin embargo, tan Ãnfimo y carente de significado que su pasar a
través del universo de la verdad ni siquiera se nota, se vuelve tu guÃa. 9A él te diriges para preguntarle el significado del universo. 10Y a lo único que es ciego en todo el universo vidente de la verdad
le preguntas: "¿Cómo debo contemplar al Hijo de Dios?"
8. ¿Se le
puede pedir que emita juicios a lo que está desprovisto de todo juicio? 2Y si ya lo has hecho, ¿creerÃas la respuesta que te da y te
ajustarÃas a ella como si fuese cierta? 3El mundo que ves a tu
alrededor es la respuesta que te dio, y tú le has conferido el poder de hacer
los ajustes necesarios en el mundo para que su respuesta sea cierta. 4Le preguntaste a ese soplo de locura que te explicase el significado
de tu relación no santa, e hiciste que ésta se ajustase a su descabellada
respuesta. 5¿Te hizo eso feliz? 6¿Te reuniste acaso
jubilosamente con tu hermano para bendecir al Hijo de Dios y darle las gracias por toda la felicidad que os ha brindado? 7¿Has
reconocido acaso a tu hermano como el eterno regalo que Dios te dio? 8¿Has visto la santidad que irradia en cada uno de vosotros para
bendecir al otro? 9Ése es el propósito de tu relación santa. 10No le preguntes cuáles son los medios necesarios para su
consecución a la única cosa que harÃa todo lo posible para que siguiese siendo
no santa. 11No le otorgues el poder de adaptar los medios al
fin.
9. Los que
llevan años aprisionados con pesadas cadenas, hambrientos y demacrados,
débiles y exhaustos, con los ojos aclimatados a la oscuridad desde hace
tanto tiempo que ni siquiera recuerdan la luz, no se ponen a saltar de alegrÃa
en el instante en que se les pone en libertad. 2Tardan algún tiempo
en comprender lo que es la libertad. 3Andabas a tientas en el polvo y
encontraste la mano de tu hermano, indeciso de si soltarla o bien asirte a la
vida por tanto tiempo olvidada. 4Agárrate aún con más fuerza y
levanta la vista para que puedas contemplar a tu fuerte compañero, en quien
reside el significado de tu libertad. 5Él parecÃa estar crucificado a
tu lado. 6Sin embargo, su santidad ha permanecido intacta y
perfecta, y, con él a tu lado, este dÃa entrarás en el ParaÃso y conocerás la
paz de Dios.
10. Eso es lo
que mi voluntad dispone para ti y para tu hermano, y para cada uno de vosotros
con respecto al otro y con respecto a sà mismo. 2Ahà sólo se puede
encontrar santidad y unión sin lÃmites. 3Pues ¿qué es el Cielo
sino unión, directa y perfecta, y sin el velo del temor sobre ella? 4Ahà somos uno, y ahà nos contemplamos a nosotros mismos, y el
uno al otro, con perfecta dulzura. 5Ahà no es posible ningún
pensamiento de separación entre nosotros. 6Tú que eras un
prisionero en la separación eres ahora libre en el ParaÃso. 7Y allÃ
me uniré a ti, que eres mi amigo, mi hermano y mi propio
Ser.
11. El regalo
que le has hecho a tu hermano me ha dado la certeza de que pronto nos uniremos. 2Comparte, pues, esta fe conmigo, y no dudes de que está justificada. 3En el amor perfecto no hay cabida para el miedo porque el
amor perfecto no conoce el pecado y sólo puede ver a los demás como se ve a sÃ
mismo. 4Si mira dentro de sà mismo con caridad, ¿qué podrÃa
inspirarle temor afuera? 5Los inocentes ven seguridad, y los puros de
corazón ven a Dios en Su Hijo y apelan al Hijo para que él los guÃe al Padre. 6¿Y a qué otro lugar querrÃan ir, sino allà donde anhelan estar? 7Tú y tu hermano os conduciréis el uno al otro hasta el Padre tan
irremediablemente como que Dios creó santo a Su Hijo y asà lo conservó. 8En tu hermano se encuentra la luz de la eterna promesa de
inmortalidad que Dios te hizo. 9No veas pecado en él, y el miedo no podrá apoderarse de ti.
LECCIÓN
234
Padre,
hoy vuelvo a ser Tu Hijo.
1. Hoy vislumbraremos el momento en que los sueños de
pecado y de culpa hayan desaparecido y hayamos alcanzado la santa paz de la que
nunca nos habÃamos apartado. 2Sólo un instante ha transcurrido entre
la eternidad y lo intemporal. 3Y fue tan fugaz, que no hubo interrupción alguna en
la continuidad o en los pensamientos que están eternamente unidos cual uno
solo. 4Jamás ocurrió nada que perturbase la paz de Dios el Padre ni
la del Hijo. 5Hoy aceptamos la veracidad de este
hecho.
2. Te agradecemos,
Padre, que no podamos perder el recuerdo de Ti ni el de Tu Amor. 2Reconocemos
nuestra seguridad y Te damos las gracias por todos los dones que nos has
concedido, por toda la amorosa ayuda que nos has prestado, por Tu inagotable
paciencia y por habernos dado Tu Palabra de que hemos sido
salvados.
22 DE
AGOSTO
IV. La entrada
al arca
1. Nada puede
herirte a no ser que le confieras ese poder. 2Mas tú confieres
poder según las leyes de este mundo interpretan lo que es dar: al dar, pierdes. 3No obstante, no es a ti a quien corresponde conferir poder a
nada. 4Todo poder es de Dios; Él lo otorga, y el EspÃritu Santo, que
sabe que al dar no puedes sino ganar, lo revive. 5Él no le confiere
poder alguno al pecado, que, por consiguiente, no tiene ninguno; tampoco le
confiere poder a sus resultados tal como el mundo los ve: la enfermedad, la
muerte, la aflicción y el dolor. 6Ninguna de estas cosas ha ocurrido
porque el EspÃritu Santo no las ve ni le otorga poder a su aparente fuente. 7Asà es como te mantiene a salvo de ellas. 8Al no tener
ninguna ilusión acerca de lo que eres, el EspÃritu Santo sencillamente pone todo
en Manos de Dios, Quien ya ha dado y recibido todo lo que es verdad. 9Lo que no es verdad Él ni lo ha recibido ni lo ha dado.
2. El
pecado no tiene cabida en el Cielo, donde sus resultados serÃan algo ajeno a
éste y donde ni ellos ni su fuente podrÃan tener acceso. 2Y en esto
reside tu necesidad de no ver pecado en tu hermano. 3El Cielo se
encuentra en él. 4Si ves pecado en él, pierdes de vista el Cielo. 5Contémplalo tal como es, no obstante, y lo que es tuyo irradiará
desde él hasta ti. 6Tu salvador te ofrece sólo amor, pero lo que
recibes de él depende de ti. 7Él tiene el poder de pasar por alto
todos tus errores, y en ello reside su propia salvación. 8Y lo mismo
sucede con la tuya. 9La salvación es una lección en dar, tal como la
interpreta el EspÃritu Santo. 10La salvación es el re-despertar de
las leyes de Dios en mentes que han promulgado otras leyes a las que han
otorgado el poder de poner en vigor lo que Dios no creó.
3. Tus
desquiciadas leyes fueron promulgadas para garantizar que cometieses errores y
que éstos tuviesen poder sobre ti al aceptar sus consecuencias como tu justo
merecido. 2¿Qué puede ser esto sino una locura? 3¿Y es
esto acaso lo que quieres ver en aquel que te puede salvar de la demencia? 4Él está tan libre de ello como tú, y en la libertad que ves en él
ves la tuya. 5Pues la libertad es algo que compartÃs. 6Lo
que Dios ha dado obedece Sus leyes y sólo Sus leyes. 7Es imposible
que aquellos que las obedecen puedan sufrir las consecuencias de cualquier
otra causa.
4. Los que
eligen la libertad experimentarán únicamente sus resultados. 2Pues el
poder del que gozan procede de Dios, y sólo le otorgarán ese poder a lo que Dios
ha dado, a fin de compartirlo con ellos. 3Nada excepto esto puede
afectarles, pues es lo único que ven, y comparten su poder con ello de acuerdo
con la Voluntad de Dios. 4Y de esta manera es como se establece
y se mantiene vigente su libertad, 5la cual prevalece por encima de
cualquier tentación de querer aprisionar a otros o de ser aprisionados. 6Debes preguntar qué es la libertad a aquellos que han aprendido lo
que es. 7No le preguntes a un gorrión cómo se eleva el águila pues
los alicortos no han aceptado para sà mismos el poder que pueden compartir
contigo.
5. Los
que son incapaces de pecar dan tal como han recibido. 2Ve en tu
hermano, pues, el poder de la impecabilidad *, y comparte con él el poder que le has concedido
para que se libere del pecado. 3A todo el que camina por la tierra,
en aparente soledad se le ha dado un salvador, cuya función especial aquà es
liberarlo, para asà liberarse él a sà mismo. 4En el mundo de la
separación se le asigna esa función a cada uno por separado, aunque todos ellos
son uno solo. 5Pero los que saben que todos ellos son uno solo no
tienen necesidad de salvación. 6Y cada uno encuentra a su salvador
cuando está listo para contemplar la faz de Cristo y ver que Éste está libre de
pecado.
6. No es éste
un plan que tú hayas elaborado; y no tienes que hacer nada, salvo aprender el
papel que se te encomendó. 2Pues Aquel que conoce todo lo demás se
ocupará de ello sin tu ayuda. 3Pero no pienses que Él no tiene
necesidad del papel que te corresponde desempeñar para que lo asista a Él
en lo demás. 4Pues de tu papel depende todo el plan, y ningún papel
está completo sin tu papel, ni tampoco puede lo que es todo estar completo sin
él. 5Al arca de la paz se entra de dos en dos. aSin
embargo, el comienzo de otro mundo los acompaña. 6Toda relación santa
tiene que entrar aquà para aprender la función especial que le corresponde
desempeñar en el plan del EspÃritu Santo ahora que comparte Su propósito. 7Y a medida que ese propósito se alcanza, surge un nuevo mundo en el
que el pecado no tiene cabida, y donde el Hijo de Dios puede entrar sin miedo y
descansar por un rato para olvidar su esclavitud y recordar su libertad. 8Mas ¿cómo iba a poder entrar a descansar y a recordar si tú no le
acompañas? 9A menos que estés allÃ, él no está completo. 10Y es su compleción lo que él recuerda
allÃ.
7. Éste es el
propósito que se te encomendó. 2No pienses que perdonar a tu
hermano os beneficia sólo a vosotros dos. 3Pues el nuevo mundo en su
totalidad descansa en las manos de cada dos seres que entren allà a descansar. 4Y mientras descansan, la faz de Cristo refulge sobre ellos, y ellos
recuerdan las leyes de Dios, olvidándose de todo lo demás y anhelando únicamente
que Sus leyes se cumplan perfectamente en ellos y en todos sus hermanos. 5¿Crees que podrÃas descansar sin ellos una vez que esto se haya
realizado? 6No podrÃas dejar ni a uno solo afuera tal como yo tampoco
podrÃa dejarte a ti afuera, y olvidarme asà de una parte de mÃ
mismo.
8. Tal vez te
preguntes cómo vas a poder estar en paz si, mientras estés en el tiempo, aún
queda tanto por hacer antes de que el camino que lleva a la paz esté libre y
despejado. 2Quizá te parezca que esto es imposible. 3Pero
pregúntate si es posible que Dios hubiese podido elaborar un plan para tu
salvación que pudiese fracasar. 4Una vez que aceptes Su plan como la
única función que quieres desempeñar, no habrá nada de lo que el EspÃritu Santo
no se haga cargo por ti sin ningún esfuerzo por tu parte. 5Él irá
delante de ti despejando el camino, y no dejará escollos en los que puedas
tropezar ni obstáculos que pudiesen obstruir tu paso. 6Se te dará
todo lo que necesites. 7Toda aparente dificultad simplemente se
desvanecerá antes de que llegues a ella. 8No tienes que preocuparte
por nada, sino, más bien, desentenderte de todo, salvo del único propósito que
quieres alcanzar. 9De la misma manera en que éste te fue dado,
asimismo su consecución se llevará a cabo por ti. 10La promesa de
Dios se mantendrá firme contra todo obstáculo, pues descansa sobre la certeza,
no sobre la contingencia. 11Descansa en ti. 12¿Y que
puede haber que goce de más certeza que un Hijo de Dios?
LECCIÓN
235
Dios,
en Su misericordia, dispone que yo me salve.
1. Tan
sólo necesito contemplar todo aquello que parece herirme, y con absoluta certeza
decirme a mà mismo: "La Voluntad de Dios es que yo me salve de esto", para que
de inmediato lo vea desaparecer. 2Tan sólo necesito tener presente
que la Voluntad de mi Padre para mà es felicidad, para darme cuenta de que lo
único que se me ha dado es felicidad. 3Tan sólo necesito
recordar que el Amor de Dios rodea a Su Hijo y mantiene su inocencia
eternamente perfecta, para estar seguro de que me he salvado y de que me encuentro para siempre a salvo en Sus Brazos. 4Yo soy el Hijo que Él
ama. 5Y me he
salvado porque Dios en Su misericordia asà lo
dispuso.
2. Padre, Tu
Santidad es la mÃa. 2Tu Amor me creó
e hizo que mi inocencia fuese parte de Ti para siempre. 3No hay
culpabilidad o pecado en mÃ, puesto que no los hay en
Ti.
LECCIÓN
236
Gobierno
mi mente, la cual sólo yo debo
gobernar.
1. Tengo
un reino que gobernar. 2Sin embargo, a veces no parece que yo sea su
rey en absoluto, 3sino que parece imponerse sobre mÃ, y decirme cómo
debo pensar y actuar y lo que debo sentir. 4No obstante, se me ha
dado para que sirva cualquier propósito que yo perciba en él. 5La
única función de mi mente es servir. 6Hoy la pongo, al servicio del
EspÃritu Santo para que Él la use como mejor le parezca. 7De esta
manera, soy yo quien
dirige mi mente, que sólo yo puedo gobernar. 8Y asà la dejo en
libertad para que haga la Voluntad de Dios.
2. Padre, mi mente
está dispuesta hoy a recibir Tus Pensamientos y a no darle entrada a ningún
pensamiento que no proceda de Ti. 2Yo gobierno mi
mente, y te la ofrezco a Ti. 3Acepta mi
regalo, pues es el que Tú me hiciste a mÃ.
LECCIÓN
237
Ahora
quiero ser tal como Dios me creó.
1. Hoy
aceptaré la verdad acerca de mà mismo. 2Me alzaré glorioso, y
dejaré que la luz que mora en mà irradie sobre el mundo durante todo el dÃa. 3Le traigo al mundo las buenas nuevas de la salvación que oigo cuando
Dios mi Padre me habla. 4Y contemplo el mundo que Cristo quiere
que yo vea, consciente de que pone fin al amargo sueño de la muerte; consciente
de que es la llamada que mi Padre me hace.
2. Cristo se
convierte hoy en mis ojos, y en los oÃdos que escuchan hoy la Voz que habla por
Dios. 2Padre, vengo a
Ti a través de Aquel que es Tu Hijo, asà como mi verdadero Ser. 3Amén.
25 DE
AGOSTO
V. Los
heraldos de la eternidad
1. En este
mundo, el Hijo de Dios se acerca al máximo a sà mismo en una relación santa. 2 Ahà comienza a encontrar la confianza que su Padre tiene en él. 3Y ahà encuentra su función de restituir las leyes de su Padre a lo
que no está operando bajo ellas y de encontrar lo que se habÃa perdido. 4Sólo en el tiempo se puede perder algo, pero nunca para siempre. 5Asà pues, las partes separadas del Hijo de Dios se unen
gradualmente en el tiempo, y con cada unión el final del tiempo se aproxima aún
más. 6Cada milagro de unión es un poderoso heraldo de la
eternidad. 7Nadie que tenga un solo propósito, unificado y seguro,
puede sentir miedo. 8Nadie que comparta con él ese mismo propósito
podrÃa dejar de ser uno con él.
2. Cada
heraldo de la eternidad anuncia el fin del pecado y del miedo. 2Cada
uno de ellos habla en el tiempo de lo que se encuentra mucho más allá de
éste. 3Dos voces que se alzan juntas hacen un llamamiento al corazón
de todos para que se hagan de un solo latir. 4Y en ese latir se
proclama la unidad del amor y se le da la bienvenida. 5¡Que la paz
sea con vuestra relación santa, la cual tiene el poder de conservar intacta la
unidad del Hijo de Dios! 6Lo que le das a tu hermano es para el bien
de todos, y todo el mundo se regocija gracias a tu regalo. 7No te
olvides de Aquel que te dio los regalos que das, y al no olvidarte de Él,
recordarás a Aquel que le dio los regalos para que Él te los diera a ti.
3. Es
imposible sobrestimar la valÃa de tu hermano. 2Sólo el ego hace eso,
pero ello sólo quiere decir que desea al otro para sà mismo, y, por lo tanto,
que lo valora demasiado poco. 3Lo que goza de incalculable valor
obviamente no puede ser evaluado. 4¿Eres consciente del miedo que se
produce al intentar juzgar lo que se encuentra tan fuera del alcance de tu
juicio que ni siquiera lo puedes ver? 5No juzgues lo que es invisible
para ti, o, de lo contrario, nunca lo podrás ver. 6Más bien, aguarda
con paciencia su llegada 6Se te concederá poder ver la valÃa de tu
hermano cuando lo único que le desees sea la paz. 7Y lo que le desees
a él será lo que recibirás.
4. ¿Cómo
podrÃas estimar la valÃa de aquel que te ofrece paz? 2¿Qué otra cosa
podrÃas desear, salvo lo que te ofrece? 3Su valÃa fue establecida por
su Padre, y tú te volverás consciente de ella cuando recibas el regalo que tu
Padre te hace a través de él. 4Lo que se encuentra en él brillará con
tal fulgor en tu agradecida visión, que simplemente lo amarás y te regocijarás. 5No se te ocurrirá juzgarlo, pues, ¿quién puede ver la faz de
Cristo y aun asà insistir en que juzgar tiene sentido? 6Pues esa
insistencia es propia de aquellos que no ven. 7Puedes elegir ver
o juzgar, pero nunca ambas cosas.
5. El cuerpo
de tu hermano tiene tan poca utilidad para ti como para él. 2Cuando
se usa únicamente de acuerdo con las enseñanzas del EspÃritu Santo, no
tiene función alguna. 3Pues las mentes no necesitan el cuerpo para
comunicarse. 4La visión que ve al cuerpo no le es útil al propósito
de la relación santa. 5Y mientras sigas viendo a tu hermano como un
cuerpo, los medios y el fin no estarán en armonÃa. 6¿Por qué se han
de necesitar tantos instantes santos para alcanzar una relación santa, cuando
con uno solo bastarÃa? 7No hay más que uno. 8El
pequeño aliento de eternidad que atraviesa el tiempo como una luz dorada es sólo
uno: no ha habido nada antes ni nada después.
6. Ves cada
instante santo como un punto diferente en el tiempo. 2Mas es siempre
el mismo instante. 3Todo lo que jamás hubo o habrá en él se encuentra
aquà ahora mismo. 4El pasado no le resta nada, y el futuro no le
añadirá nada más. 5En el instante santo, entonces, se encuentra todo. 6En él se encuentra la belleza de tu relación, con los medios y el
fin perfectamente armonizados ya. 7En él se te ha ofrecido ya la
perfecta fe que algún dÃa habrás de ofrecerle a tu hermano; en él se ha
concedido ya el ilimitado perdón que le concederás; y en él es visible ya
la faz de Cristo que algún dÃa habrás de contemplar.
7. ¿Cómo ibas
a poder calcular la valÃa de quien te ofrece semejante regalo? 2¿CambiarÃas ese regalo por otro? 3Ese regalo
restituye las leyes de Dios nuevamente a tu memoria. 4Y sólo por
recordarlas, te olvidas de las leyes que te mantenÃan prisionero del dolor y de
la muerte. 5No es éste un regalo que el cuerpo de tu hermano te pueda
ofrecer. 6El velo que oculta el regalo, también lo oculta a él. 7Él es el regalo, sin embargo, no lo sabe. 8Tú tampoco lo
sabes. 9Pero ten fe en que Aquel que ve el regalo en ti y en tu
hermano lo ofrecerá y lo recibirá por vosotros dos. 10Y a través de
Su visión lo verás, y a través de Su entendimiento lo reconocerás y lo amarás
como tuyo propio.
8. Consuélate,
y siente cómo el EspÃritu Santo cuida de ti con amor y con perfecta confianza en
lo que ve. 2Él conoce al Hijo de Dios y comparte la certeza de su
Padre de que el universo descansa a salvo y en paz en sus tiernas manos. 3Consideremos ahora lo que tiene que aprender a fin de poder
compartir la confianza que su Padre tiene en él. 4¿Quién es él, para
que el Creador del universo ponga a éste en sus manos, sabiendo que en ellas
está a salvo? 5Él no se ve a sà mismo tal como su Padre lo conoce. 6Sin embargo, es imposible que Dios se equivoque con respecto a dónde
deposita Su confianza.
LECCIÓN
238
La
salvación depende de mi decisión.
1. Padre, Tu
confianza en mà ha sido tan grande que debo ser digno de ella. 2Tú me creaste y
me conoces tal como soy. 3Y aun asÃ, pusiste
en mis manos la salvación de Tu Hijo y dejaste que dependiera de mi
decisión. 4¡Cuán grande
debe ser Tu amor por mÃ! 5Y mi santidad debe
ser asimismo inexpugnable para que hayas puesto a Tu Hijo en mis manos con la
certeza de que Aquel que es parte de Ti, y también de mÃ, puesto que es mi Ser,
está a salvo.
2. Y
asÃ, hoy volvemos a hacer otra pausa para pensar en lo mucho que nos ama nuestro
Padre. 2Y cuán
querido sigue siendo para Él Su Hijo, quien fue creado por Su Amor y en quien el
Amor de Su Padre alcanza su plenitud.
26 DE
AGOSTO
VI. El templo
del EspÃritu Santo
1. El
significado del Hijo de Dios reside exclusivamente en la relación que tiene
con su Creador. 2Si residiese en cualquier otra cosa estarÃa basado
en lo contingente, pero no hay nada más. 3Y este hecho es
totalmente amoroso y eterno. 4El Hijo de Dios, no obstante, ha
inventado una relación no santa entre él y su Padre. 5Su verdadera
relación es una de perfecta unión e ininterrumpida continuidad. 6La
relación que él inventó es parcial, egoÃsta, fragmentada y llena de temor. 7La que su Padre creó se abarca y se extiende totalmente a sà misma. 8La que él inventó es totalmente auto-destructiva y se limita a sÃ
misma.
2. Nada puede
mostrar mejor este contraste que la experiencia de ambas clases de relación, la
santa y la no santa. 2La primera se basa en el amor, y descansa sobre
él serena e imperturbada. 3El cuerpo no se inmiscuye en ella en
absoluto. 4Ninguna relación de la que el cuerpo forma parte está
basada en el amor, sino en la idolatrÃa. 5El amor desea ser conocido,
y completamente comprendido y compartido. 6No guarda secretos ni
hay nada que desee mantener aparte y oculto. 7Camina en la luz,
sereno y con los ojos abiertos, y acoge todo con una sonrisa en sus labios y con
una sinceridad tan pura y tan obvia que no podrÃa interpretarse
erróneamente.
3. Mas los
Ãdolos no comparten. 2Aceptan, pero lo que aceptan no es
correspondido. 3Se les puede amar, pero ellos no pueden amar. 4No entienden lo que se les ofrece, y cualquier relación en la que
entran a formar deja de tener significado. 5El amor que se les tiene
ha hecho que el amor no tenga significado. 6Viven en secreto,
detestando la luz del sol, felices, no obstante, en la penumbra del cuerpo,
donde pueden ocultarse y mantener sus secretos ocultos junto con ellos mismos. 7Y no tienen relaciones, pues allà no se le da la bienvenida a nadie. 8No le sonrÃen a nadie, ni ven a los que les sonrÃen a
ellos.
4. El amor no
tiene templos sombrÃos donde mantener misterios en la oscuridad, ocultos de la
luz del sol. 2No va en busca de poder, sino de relaciones. 3Elcuerpo es el arma predilecta del ego para obtener poder mediante las relaciones que entabla. 4Y sus relaciones sólo
pueden ser profanas, pues lo que verdaderamente son, él ni siquiera lo ve. 5Las desea exclusivamente como ofrendas con las que sus Ãdolos
medran. 6Todo lo demás simplemente lo desecha, pues lo que ello
podrÃa ofrecerle él no le otorga ningún valor. 7Al estar desamparado,
el ego trata de acumular tantos cuerpos como pueda para que sirvan de altares
para sus Ãdolos y asà convertirlos en templos consagrados a sÃ
mismo.
5. El templo
del EspÃritu Santo no es un cuerpo, sino una relación. 2El cuerpo es
una aislada mota de oscuridad; una alcoba secreta y oculta; una diminuta mancha
de misterio que no tiene sentido, un recinto celosamente protegido, pero que aun
asà no oculta nada. 3Aquà es donde la relación no santa se escapa de
la realidad, y donde va en busca de migajas para sobrevivir. 4AhÃ
quiere arrastrar a sus hermanos, a fin de mantenerlos atrapados en la idolatrÃa. 5Ahà se siente a salvo,
pues el amor no puede entrar. 6El EspÃritu Santo no edifica Sus
templos allà donde el amor jamás podrÃa estar. 7¿EscogerÃa Aquel que
ve la faz de Cristo como Su hogar el único lugar en el universo donde ésta
no se puede ver?
6. Tú no
puedes hacer del cuerpo el templo del EspÃritu Santo, y el cuerpo nunca podrá
ser la sede del amor. 2Es la morada del idólatra, y de lo que condena
al amor. 3Pues ahà el amor se vuelve algo, temible y se pierde toda
esperanza. 4Aun los Ãdolos que ahà son adorados están revestidos de
misterio y se les mantiene aparte de aquellos que les rinden culto. 5Éste es el templo consagrado a la negación de las relaciones y
de la reciprocidad. 6Ahà se percibe con asombro el "misterio" de la
separación y se le contempla con reverencia. 7Lo que Dios no
dispuso que fuese se mantiene ahà "a salvo" ;de Él. 8Pero de lo que
no te das cuenta es de que aquello que temes en tu hermano y te niegas a ver en
él, es lo que hace que Dios te parezca temible y que no lo
conozcas.
7. Los
idólatras siempre tendrán miedo del amor, pues nada los amenaza tanto como su
proximidad. 2Deja que el amor se les acerque y pase por alto el
cuerpo, como sin duda hará, y corren despavoridos, sintiendo cómo empiezan
a estremecerse y a tambalearse los cimientos aparentemente sólidos de su templo. 3Hermano, tú tiemblas con ellos. 4Sin embargo, de lo que
tienes miedo es del heraldo de la libertad. 5Ese lugar de sombras no
es tu hogar. 6Tu templo no está en peligro. 7Ya no eres un
idólatra. 8El propósito del EspÃritu Santo está a salvo en tu
relación y no en tu cuerpo. 9Te has escapado del cuerpo. 10EI cuerpo no puede entrar allà donde tú estás, pues ahà es donde el
EspÃritu Santo ha establecido Su templo.
8. Las
relaciones no admiten grados. 2O son o no son. 3Una
relación no santa no es una relación. 4Es un estado de
aislamiento que aparenta ser lo que no es. 5Eso es todo. 6En el instante en que la idea descabellada de hacer que tu relación
con Dios fuese profana pareció posible, todas tus relaciones dejaron de
tener significado. 7En ese instante profano nació el tiempo, y
se concibieron los cuerpos para albergar esa idea descabellada y conferirle la
ilusión de realidad. 8Y asÃ, pareció tener un hogar que duraba por un
cierto perÃodo de tiempo, para luego desaparecer del todo. 9Pues ¿qué
otra cosa sino un fugaz instante podrÃa dar albergue a esa loca idea que se
opone a la realidad?
9. Los Ãdolos
desaparecerán y no dejarán rastro alguno con su partida. 2El instante
profano de su aparente poder es tan frágil como un copo de nieve, pero sin su
belleza. 3¿Es éste el sustituto que deseas en lugar de la eterna
bendición del instante santo y su ilimitada beneficencia? 4¿Es la
malevolencia de la relación no santa, tan aparentemente poderosa, tan mal
comprendida y tan revestida de una falsa atracción lo que prefieres en lugar del
instante santo, que te ofrece entendimiento y paz? 5Deja a un
lado el cuerpo entonces, y elevándote al encuentro de lo que realmente deseas,
transciéndelo serenamente. 6Y desde Su templo santo, no mires atrás a
aquello de lo que has despertado. 7Pues no hay ilusiones que puedan
resultarle atractivas a la mente que las ha transcendido y dejado
atrás.
10. La
relación santa refleja la verdadera relación que el Hijo de Dios tiene con su
Padre en la realidad. 2El EspÃritu Santo mora dentro de ella con la
certeza de que es eterna. 3Sus firmes cimientos están
eternamente sostenidos por la verdad, y el amor brilla sobre ella con la dulce
sonrisa y tierna bendición que le ofrece a lo que es suyo. 4Aquà el
instante no santo se intercambia gustosamente por uno santo y de absoluta
reciprocidad. 5He aquà tiernamente despejado el camino que
conduce a las verdaderas relaciones, por el que tú y tu hermano camináis juntos
dejando atrás el cuerpo felizmente para descansar en los Eternos Brazos de Dios. 6Los Brazos del Amor están abiertos para recibirte y brindarte
paz eterna.
11. El cuerpo
es el Ãdolo del ego, la creencia en el pecado hecha carne y luego proyectada
afuera. 2Esto produce lo que parece ser una muralla de carne
alrededor de la mente, que la mantiene prisionera en un diminuto confÃn de
espacio y tiempo hasta que llegue la muerte, y disponiendo de un solo instante
en el que suspirar, sufrir y morir en honor de su amo. 3Y este
instante no santo es lo que parece ser la vida: un instante de desesperación, un
pequeño islote de arena seca, desprovisto de agua y sepultado en el olvido. 4Aquà se detiene brevemente el Hijo de Dios para hacer su ofrenda a
los Ãdolos de la muerte y luego fallecer. 5Sin embargo, aquà está más
muerto que vivo. 6No obstante, es aquà también donde vuelve a elegir
entre la idolatrÃa y el amor. 7Aquà se le da a escoger entre pasar
dicho instante rindiéndole culto al cuerpo, o permitir que se le libere de él. 8Aquà puede aceptar el instante santo que se le ofrece como sustituto
del instante no santo que antes habÃa elegido. 9Y aquà puede
finalmente darse cuenta de que las relaciones son su salvación y no su
ruina.
12. Tú que
estás aprendiendo esto puede que aún tengas miedo, pero no estás inmovilizado. 2El instante santo tiene ahora para ti mucho más valor que su
aparente contrapartida, y te has dado cuenta de que realmente sólo deseas uno de
ellos. 3Este no es un perÃodo de tristeza. 4Tal vez de
confusión, pero no de desaliento. 5Tienes una verdadera relación, la cual tiene significado. 6Es tan similar a tu
verdadera relación con Dios, como lo son entre sà todas las cosas que gozan de
igualdad. 7La idolatrÃa pertenece al pasado y no tiene significado. 8Quizá aún le tienes un poco de miedo a tu hermano; quizá te acompaña
todavÃa una sombra del temor a Dios. 9Mas ¿qué importancia tiene eso
para aquellos a quienes se les ha concedido tener una verdadera relación que
transciende el cuerpo? 10¿Y se les podrÃa privar por mucho más tiempo
de contemplar la faz de Cristo? 11¿Y podrÃan ellos seguir privándose
a sà mismos por mucho más tiempo del recuerdo de la relación que tienen con su
Padre y mantener la memoria de Su Amor fuera de su
conciencia?
LECCIÓN
239
MÃa
es la gloria de mi Padre.
1. No permitamos hoy que la verdad acerca de
nosotros se oculte tras una falsa humildad. 2Por el contrario,
sintámonos agradecidos por los regalos que nuestro Padre nos ha hecho. 3¿SerÃa posible acaso que pudiéramos advertir algún vestigio de
pecado o de culpa en aquellos con
quienes Él comparte Su gloria? 4¿Y cómo podrÃa ser que no nos contásemos entre ellos, cuando Él ama
a Su Hijo para siempre y con perfecta constancia, sabiendo que es tal como Él lo
creó?
2. Te damos
gracias, Padre, por la luz que refulge por siempre en nosotros. 2Y la honramos porque Tú la compartes con
nosotros. 3Somos uno, unidos en esa luz y uno Contigo,
en paz con toda la creación y con nosotros mismos.
27 DE
AGOSTO
VII. La
correspondencia entre medios y fin
1. Hemos
hablado mucho acerca de las discrepancias que puede haber entre los medios y el
fin, y de la necesidad de que éstos concuerden antes de que tu relación santa
pueda brindarte únicamente dicha. 2Pero hemos dicho también que los
medios para alcanzar el objetivo del EspÃritu Santo emanarán de la misma Fuente de donde procede Su propósito. 3En vista de lo simple y directo que es este curso, no hay nada en él
que no sea consistente. 4Las aparentes inconsistencias, o las
partes que te resultan más difÃciles de entender, apuntan meramente a aquellas
áreas donde todavÃa hay discrepancias entre los medios y el fin. 5Y
esto produce un gran desasosiego. 6Mas esto no tiene porqué ser asÃ. 7Este curso apenas requiere nada de ti. 8Es imposible
imaginarse algo que pida tan poco o que pueda ofrecer más.
2. El perÃodo
de desasosiego que sigue al cambio súbito que se produce en una relación cuando
su propósito pasa a ser la santidad en lugar del pecado, tal vez esté llegando a
su fin. 2En la medida en que todavÃa experimentes desasosiego, en esa
misma medida estarás negándote a poner los medios en manos de Aquel que cambió
el propósito de la relación. 3Reconoces que deseas alcanzar el
objetivo. 4¿Cómo no ibas a estar entonces igualmente dispuesto a
aceptar los medios? 5Si no lo estás, admitamos que eres tú el que no
es consistente. 6Todo objetivo se logra a través de ciertos medios, y
si deseas lograr un objetivo tienes que estar igualmente dispuesto a desear los
medios. 7¿Cómo podrÃa uno ser sincero y decir: "Deseo esto por encima
de todo lo demás, pero no quiero aprender cuáles son los medios necesarios para
lograrlo?"
3. Para
alcanzar el objetivo, el EspÃritu Santo pide en verdad muy poco. 2Y
pide igualmente poco para proporcionar los medios. 3Los medios son
secundarios con respecto al objetivo. 4Cuando dudas, es porque el
propósito te atemoriza, no los medios. 5Recuerda esto, pues, de lo
contrario, cometerás el error de creer que los medios son difÃciles. 6Sin embargo, ¿cómo van a ser difÃciles cuando son algo que
simplemente se te proporciona? 7Los medios garantizan el
objetivo y concuerdan perfectamente con él. 8Antes de que los
examinemos más detenidamente, recuerda que si piensas que son imposibles, tu
deseo de lograr el objetivo se ve menoscabado. 9Pues si es
posible alcanzar un objetivo, los medios para lograrlo tienen que ser posibles
también.
4. Es
imposible ver a tu hermano libre de pecado y al mismo tiempo verlo como si fuese
un cuerpo. 2¿No es esto perfectamente consistente con el objetivo de
la santidad? 3Pues la santidad es simplemente el resultado de dejar
que se nos libere de todos los efectos del pecado, de modo que podamos reconocer
lo que siempre ha sido verdad. 4Es imposible ver un cuerpo libre
de pecado, pues la santidad es algo positivo y el cuerpo es simplemente
neutral. 5No es pecaminoso, pero tampoco es impecable *. 6Y como realmente no es nada, no se
le puede revestir significativamente con los atributos de Cristo o del ego. 7Tanto una cosa como la otra serÃa un error, pues en, ambos casos se
le estarÃan adjudicando atributos a algo que no los puede poseer. 8Y
ambos errores tendrÃan que ser corregidos en aras de la
verdad.
5. El cuerpo es el medio a través del cual el ego trata de hacer que la relación no
santa parezca real. 2El instante no santo es el tiempo de los
cuerpos. 3Y su propósito aquà es el pecado. 4Mas
éste no se puede alcanzar salvo en fantasÃas, y, por lo tanto, la ilusión de que
un hermano es un cuerpo está en perfecta consonancia con el propósito
de lo que no es santo. 5Debido a esta correspondencia, los
medios no se ponen en duda mientras se siga atribuyendo valor a la finalidad. 6La visión se amolda a lo que se desea, pues la visión siempre sigue
al deseo. 7Y si lo que ves es el cuerpo, es que has optado por los
juicios en vez de por la visión. 8Pues la visión, al igual que las
relaciones, no admite grados. 9O ves o no, ves.
6. Todo aquel
que ve el cuerpo de un hermano ha juzgado a su hermano y no lo ve. 2No es que realmente lo vea como un pecador, es que
sencillamente no lo ve. 3En la penumbra del pecado su hermano es
invisible. 4Ahà sólo puede ser imaginado, y es ahà donde las
fantasÃas que tienes acerca de él no se comparan con su realidad. 5Ahà es donde las ilusiones se mantienen separadas de la realidad. 6Ahà las ilusiones nunca se llevan ante la verdad y siempre se
mantienen ocultas de ella. 7Y ahÃ, en la oscuridad, es donde te
imaginas que la realidad de tu hermano es un cuerpo, el cual ha entablado
relaciones no santas con otros cuerpos y sirve a la causa del pecado por un
instante antes de morir.
7. Existe
ciertamente una clara diferencia entre este vano imaginar y la visión. 2La diferencia no estriba en ellos, sino en su propósito. 3Ambos son únicamente medios, y cada uno de ellos es adecuado para el
fin para el que se emplea. 4Ninguno de los dos puede servir para el
propósito del otro, pues cada uno de ellos es en sà la elección de un
propósito, empleado para propiciarlo. 5Cada uno de ellos carece de
sentido, sin el fin para el que fue concebido, y, aparte de su propósito, no
tiene valor propio. 6Los medios parecen reales debido al valor que se
le adjudica al objetivo. 7Y los juicios carecen de valor a menos
que el objetivo sea el pecado.
8. El cuerpo
no se puede ver, excepto a través de juicios. 2Ver el cuerpo es señal
de que te falta visión y de que has negado los medios que el EspÃritu Santo te
ofrece para que sirvas a Su propósito. 3¿Cómo podrÃa lograr su
objetivo una relación santa si se vale de los medios del pecado? 4Tú
te enseñaste a ti mismo a juzgar; mas tener visión es algo que se aprende de
Aquel que quiere anular lo que has aprendido. 5Su visión no
puede ver el cuerpo porque no puede ver el pecado. 6Y de esta manera,
te conduce a la realidad. 7Tu santo hermano -a quien verlo
de este modo supone tu liberación- no es una ilusión. 8No intentes
verlo en la oscuridad, pues lo que te imagines acerca de él parecerá real en
ella. 9Cerraste los ojos para excluirlo. 10Tal fue tu
propósito, y mientras ese propósito parezca tener sentido, los medios para
su consecución se considerarán dignos de ser vistos, y, por lo tanto, no
verás.
9. Tu pregunta
no deberÃa ser: "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" 2sino,
"¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?" 3Y al
preguntar esto, no te olvides de que en el hecho de que él es incapaz de pecar
radica tu liberación del miedo. 4La salvación es la meta del
EspÃritu Santo. 5El medio es la visión. 6Pues lo que
contemplan los que ven está libre de pecado. 7Nadie que ama
puede juzgar, y, por lo tanto, lo que ve está libre de toda condena. 8Y lo que él ve no es obra suya, sino que le fue dado para que lo
viese, tal como se le dio la visión que le permitió
ver.
LECCIÓN
240
El
miedo, de la clase que sea, no está justificado.
1. El
miedo es un engaño. 2Da testimonio de que te has visto a ti mismo
como nunca podrÃas ser y, por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real. 3Ni una
sola cosa en ese mundo es verdad. 4Sea cual sea la forma en que se
manifieste, 5sólo da fe de tus ilusiones acerca de ti mismo. 6No nos dejemos engañar hoy. 7Somos los Hijos de Dios. 8El miedo no tiene cabida en nosotros, pues cada uno
de nosotros es parte del Amor Mismo.
2. ¡Cuán infundados
son nuestros miedos! 2¿Ibas acaso a
permitir que Tu Hijo sufriese? 3Danos fe hoy para reconocer a Tu Hijo y liberarlo. 4Perdonémosle hoy en Tu Nombre, para poder
entender su santidad y sentir por él el amor que Tú también sientes por
él.
28 DE
AGOSTO
VIII. La
visión de la impecabilidad
1. Al
principio, la visión te llegará en forma de atisbos, pero eso bastará para
mostrarte lo que se te concede a ti que ves a tu hermano libre de pecado. 2La verdad se restituye en ti al tú desearla, tal como la perdiste al
desear otra cosa. 3Abre las puertas del santo lugar que cerraste al
haber valorado ésa "otra cosa", y lo que nunca estuvo perdido regresará
calladamente. 4Ha sido salvaguardado para ti. 5La
visión no serÃa necesaria si no se hubiese concebido la idea de juzgar. 6Desea ahora que ésta sea eliminada completamente y asà se
hará.
2. ¿Deseas conocer tu Identidad? 2¿No intercambiarÃas
gustosamente tus dudas por la certeza? 3¿No estarÃas dispuesto a
estar libre de toda aflicción y aprender de nuevo lo que es la dicha? 4Tu relación santa te ofrece todo esto. 5Tal como se te
dio, asà también se te darán sus efectos. 6Y del mismo modo en que no
fuiste tú quien concibió su santo propósito, tampoco fuiste tú quien concibió
los medios para lograr su feliz desenlace. 7RegocÃjate de poder
disponer de lo que es tuyo sólo con pedirlo, y no pienses que tienes que ser tú
quien debe concebir los medios o el fin. 8Todo ello se te
da a ti que quieres ver a tu hermano libre de pecado. 9Todo ello se
te da, y sólo espera a que desees recibirlo. 10La visión se le otorga
libremente a todo aquel que pide ver.
3. La
impecabilidad de tu hermano se te muestra en una luz brillante, para que la
veas con la visión del EspÃritu Santo y para que te regocijes con ella junto con
Él. 2Pues la paz vendrá a todos aquellos que la pidan de todo corazón
y sean sinceros en cuanto al propósito que comparten con el EspÃritu Santo, y de
un mismo sentir con Él con respecto a lo que es la salvación. 3Estáte
dispuesto, pues, a ver a tu hermano libre de pecado, para que Cristo pueda
aparecer ante tu vista y colmarte de felicidad. 4Y no le otorgues
ningún valor al cuerpo de tu hermano, el cual no hace sino condenarlo a
fantasÃas de lo que él es. 5Él desea ver su impecabilidad, tal
como tú deseas ver la tuya. 6Bendice al Hijo de Dios en tu relación,
y no veas en él lo que tú has hecho de él.
4. El EspÃritu
Santo garantiza que lo que Dios dispuso para ti y te concedió, será tuyo. 2Este es tu propósito ahora, y la visión que hace que sea posible
sólo espera a que la recibas. 3Ya dispones de la visión que te
permite no ver el cuerpo. 4Y al contemplar a tu hermano verás en él
un altar a tu Padre tan santo como el Cielo, refulgiendo con radiante pureza y
con el destello de las deslumbrantes azucenas que allà depositaste. 5¿Qué otra cosa podrÃa tener más valor para ti? 6¿Por qué
piensas que el cuerpo es un mejor hogar, un albergue más seguro para el Hijo de
Dios? 7¿Por qué preferirÃas ver el cuerpo en vez de la verdad? 8¿Cómo es posible que esa máquina de destrucción sea lo que prefieres
y lo que eliges para reemplazar el santo hogar que te ofrece el EspÃritu
Santo, y donde Él morará contigo?
5. El cuerpo
es el signo de la debilidad, de la vulnerabilidad y de la pérdida de poder. 2¿Qué ayuda te puede prestar un salvador as� 3¿Le
pedirÃas ayuda a un desvalido en momentos de angustia y de necesidad? 4¿Es lo infinitamente pequeño la mejor alternativa a la que
recurrir en busca de fortaleza? 5Tus juicios parecerán debilitar a tu
salvador. 6Mas eres tú quien tiene necesidad de su fortaleza. 7No hay problema, acontecimiento, situación o perplejidad que la
visión no pueda resolver. 8Todo queda redimido cuando se ve a través
de la visión. 9Pues no es tu visión, y trae consigo las amadas leyes
de Aquel Cuya visión es.
6. Todo lo que
se contempla a través de la visión cae suavemente en su sitio, de acuerdo con
las leyes que Su serena y certera mirada le brinda. 2La finalidad de
todo lo que Él contempla es siempre indudable: 3Pues servirá a Su
propósito, que se verá sin ajuste alguno y perfectamente adaptado al mismo: 4Bajo Su bondadosa mirada, lo destructivo se vuelve benigno y el
pecado se convierte en una bendición. 5¿Qué poder tienen los ojos del
cuerpo para corregir lo que perciben? 6Los ojos del cuerpo se ajustan
al pecado, pues son incapaces de pasarlo por alto en ninguna de sus formas,
al verlo por todas partes y en todas las cosas. 7Mira a través de sus
ojos, y todo quedará condenado ante ti. 8Y jamás podrás ver todo lo
que te podrÃa salvar. 9Tu santa relación, la fuente de tu salvación,
queda desprovista de todo significado, y su más santo propósito desposeÃdo de
los medios para su consecución.
7. Los juicios
no son sino juguetes, caprichos, instrumentos insensatos para jugar al
juego fútil de la muerte en tu imaginación: 2La visión, en cambio,
enmienda todas las cosas y las pone dulcemente bajo el tierno dominio de
las leyes del Cielo. 3¿Qué pasarÃa si reconocieses que este mundo es
tan sólo una alucinación? 4¿O si realmente entendieses que fuiste tú
quien lo inventó? 5¿Y qué pasarÃa si te dieses cuenta de que los que
parecen deambular por él, para pecar y morir, atacar, asesinar y destruirse a sÃ
mismos son totalmente irreales? 6¿PodrÃas tener fe en lo que ves si
aceptases esto? 7¿Y lo verÃas?
8. Las
alucinaciones desaparecen cuando se reconocen como lo que son. 2Ésa
es la cura y el remedio: 3No creas en ellas, y desaparecen. 4Lo único que necesitas reconocer es que todo ello es tu propia
fabricación. 5Una vez que aceptas este simple hecho y recuperas el
poder que les habÃas otorgado, te liberas de ellas. 6Pero de esto no
hay duda: las alucinaciones tienen un propósito, y cuando dejan de tenerlo,
desaparecen: 7La pregunta, por lo tanto, no es nunca si las deseas o
no, sino si deseas el propósito que apoyan. 8Este mundo parece tener
muchos propósitos, todos ellos diferentes entre sà y con diferentes valores. 9Sin embargo, son todos el mismo. 10Una vez más, no hay
grados, sino sólo una aparente jerarquÃa de valores.
9. Sólo dos
propósitos son posibles: 2el pecado y la santidad. 3No
existe nada entremedias, y el que elijas determinará lo que veas. 4Pues lo que ves simplemente demuestra cómo has elegido alcanzar
tu objetivo. 5Las alucinaciones sirven para alcanzar el objetivo de
la locura. 6Son el medio a través del cual el mundo externo,
proyectado desde adentro, se ajusta al pecado y parece dar fe de su realidad. 7Aún sigue siendo cierto, no obstante, que no hay nada afuera. 8Sin embargo, es sobre esta nada donde se lanzan todas las
proyecciones. 9Pues es la proyección la que le confiere a la "nada"
todo el significado que parece tener.
10. Lo que
carece de significado no puede ser percibido. 2Y el significado
siempre busca dentro de sà para encontrar significado, y luego mira
hacia afuera. 3Todo el significado que tú le confieres al mundo
externo tiene que reflejar, por lo tanto, lo que viste dentro de ti, o mejor
dicho, si es que realmente viste o simplemente emitiste un juicio en contra
de lo que viste. 4La visión es el medio a través del cual el EspÃritu
Santo transforma tus pesadillas en sueños felices y reemplaza tus dementes
alucinaciones -que te muestran las terribles consecuencias de pecados
imaginarios- por plácidos y reconfortantes paisajes. 5Estos
plácidos paisajes y sonidos se ven con agrado y se oyen con alegrÃa. 6Son Sus sustitutos para todos los aterradores panoramas y
pavorosos sonidos que el propósito del ego le trajo a tu horrorizada conciencia. 7Ellos te alejan del pecado y te recuerdan que no es la realidad lo
que te asusta, y que los errores que cometiste se pueden
corregir.
11. Cuando
hayas contemplado lo que parecÃa infundir terror y lo hayas visto transformarse
en paisajes de paz y hermosura, cuando hayas presenciado escenas de violencia y
de muerte y las hayas visto convertirse en serenos panoramas de jardines bajo
cielos despejados, con aguas diáfanas, portadoras de vida, que corren felizmente
por ellos en arroyuelos danzantes que nunca se secan, ¿qué necesidad habrá de
persuadirte para que aceptes el don de la visión? 2Y una vez que la
visión se haya alcanzado, ¿quién podrÃa rehusar lo que necesariamente ha de
venir después? 3Piensa sólo en esto por un instante: puedes
contemplar la santidad que Dios le dio a Su Hijo. 4Y nunca jamás
tendrás que pensar que hay algo más que puedas ver.
3.
¿Qué es el mundo?
1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio
vida. 4Cuando el pensamiento de separación haya sido sustituido
por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente
distinta; de una manera. que conduce a la verdad en la que el mundo no puede
sino desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha
desaparecido, al igual que sus efectos.
2. El mundo se fabricó como un acto de agresión
contra Dios. 2Es el sÃmbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el
miedo sino la ausencia de amor? 4El mundo, por lo tanto, se fabricó
con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el
que Su Hijo pudiese estar separado de Él. 5Esa fue la cuna de la
percepción, pues el conocimiento no podrÃa haber sido la causa de
pensamientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los
oÃdos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque
se ha perdido la certeza.
3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la
ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado
buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó
el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos mecanismos ven en sus ilusiones una sólida base donde
existe la verdad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No
obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de
la verdad.
4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue
alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo
sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el
Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye
sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz
y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en
Él.
5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se
haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos
hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra
función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues nosotros que
lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo
que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida
eterna.
LECCIÓN
241
En
este instante santo llega la salvación.
1. ¡Qué alegrÃa tan grande la de hoy! 2Éste es un dÃa de una celebración especial. 3Pues
este dÃa le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó para su
liberación. 4Ha llegado el dÃa en que todos los pesares se dejan
atrás y el dolor desaparece. 5La gloria de la salvación alborea hoy
sobre un mundo que ha sido liberado. 6Éste es un tiempo de
esperanza para millones de seres. 7Ahora ellos se unirán conforme tú
los perdones a todos. 8Pues hoy tú me perdonarás a mÃ. .
2. Ahora nos hemos perdonado los unos a los
otros, y asà podemos por fin regresar a Ti. 2Padre, Tu Hijo, que en realidad jamás se
ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. 3iQué contentos estamos de que se nos haya
restituido la cordura y de poder recordar que todos somos
uno!
29 DE
AGOSTO
CapÃtulo
21
RAZÓN Y
PERCEPCIÓN
Introducción
1. La
proyección da lugar a la percepción. 2El mundo que ves se compone de
aquello con lo que tú lo dotaste. aNada más. 3Pero si bien
no es nada más, tampoco es menos. 4Por lo tanto, es importante para
ti. 5Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una
condición interna. 6Tal como el hombre piense, asà percibirá. 7No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien
cambiar de mentalidad acerca de él. 8La percepción es un resultado,
no una causa. 9Por eso es por lo que el concepto de grados de
dificultad en los milagros no tiene sentido. 10Todo lo que se
contempla a través de la visión es sano y santo. 11Nada que se
perciba sin ella tiene significado. 12Y donde no hay
significado, hay caos.
2. La
condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que
proyectas sobre el mundo. 2Si lo ves como algo condenado, lo único
que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. 3Si
contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. 4Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de
Dios para liberarlo. 5Estas son las únicas alternativas que tienes
ante ti. 6Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá
reconocer cuál de ellas elegiste. 7El mundo que ves tan sólo te
muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. 8Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que
encontrarse en ti.
I. La canción
olvidada
1. No te
olvides nunca de que el mundo que "ven" los ciegos tiene que ser imaginario,
pues desconocen el verdadero aspecto del mundo. 2Tienen que inferir
lo que se puede ver basándose en datos que son siempre indirectos y reformular
sus deducciones según tropiezan y se caen debido a lo que no reconocieron, o
bien pasar sin sufrir daño alguno a través de puertas abiertas que ellos creÃan
cerradas. 3Y lo mismo ocurre contigo. 4Tú no ves. 5Las indicaciones en las que te basas para llegar a tus conclusiones
son erróneas, y por eso tropiezas y te caes encima de las piedras que no viste,
sin darte cuenta de que puedes atravesar las puertas que, aunque creÃas que
estaban cerradas, se encuentran abiertas para los ojos que no ven, esperando a
darte la bienvenida.
2. ¡Qué
descabellado es tratar de juzgar aquello que simplemente se podrÃa ver! 2No es necesario imaginar qué aspecto debe tener el mundo. 3Antes de que lo puedas reconocer como lo que es, tienes que verlo. 4Se te puede mostrar qué puertas están abiertas, para que asà puedas
ver dónde radica la seguridad, qué camino conduce a las tinieblas y cuál a la
luz. 5Los juicios siempre te darán indicaciones falsas, pero la
visión te muestra por dónde ir. 6¿Por qué tratar de
adivinarlo?
3. No hay que
sufrir para aprender. 2Las lecciones benévolas se asimilan con júbilo
y se recuerdan felizmente. 3Deseas aprender lo que te hace feliz y no
olvidarte de ello. 4No es esto lo que niegas. 5Lo que te preguntas es si los medios a través de los cuales se aprende este
curso conducen a la felicidad que promete o no. 6Si creyeses
que sÃ, no tendrÃas dificultad alguna para aprender el curso. 7TodavÃa no eres un estudiante feliz porque aún no estás seguro de
que la visión pueda aportarte más de lo que los juicios te ofrecen, y has
aprendido que no puedes tener ambas cosas.
4. Los ciegos
se acostumbran a su mundo adaptándose a él. 2Creen saber cómo
desenvolverse en él. 3Han aprendido a hacerlo, pero no a través de
lecciones gozosas, sino a través de la dura necesidad impuesta por las
limitaciones que no creÃan poder superar. 4Y como todavÃa lo siguen
creyendo, tienen en gran estima a esas lecciones y se aferran a ellas porque no
pueden ver. 5No entienden que son las lecciones en sà las que los
mantienen ciegos. 6Eso no lo creen. 7Y asÃ, conservan
el mundo que aprendieron a "ver" en su imaginación, creyendo que sólo
pueden elegir entre eso o nada. 8Odian el mundo que aprendieron
a conocer mediante el dolor. 9Y todo lo que creen que habita en él
sólo sirve para recordarles que están incompletos y que se les ha privado
injustamente de algo.
5. Por lo
tanto, definen su vida y donde viven, y se adaptan a ello tal como, creen que
deben hacerlo, temerosos de perder lo poco que tienen. 2Y lo
mismo ocurre con todos aquellos que consideran que lo único que tanto ellos como
sus hermanos tienen es el cuerpo. 3Tratan de comunicarse entre sÃ, y
fracasan una y otra vez. 4Y se adaptan a la soledad, pues creen que
conservar el cuerpo es proteger lo poco que tienen. 5Presta atención,
y mira a ver si te puedes acordar de lo que vamos a hablar
ahora.
6. Escucha ...
tal vez puedas captar un leve atisbo de un estado inmemorial que no has olvidado
del todo; tal vez sea un poco nebuloso, mas no te es totalmente desconocido:
como una canción cuyo tÃtulo olvidaste hace mucho tiempo, asà como las
circunstancias en las que la oÃste. 2No puedes acordarte
de toda la canción, sino sólo de algunas notas de la melodÃa, y no puedes
asociarla con ninguna persona o lugar, ni con nada en particular. 3Pero esas pocas notas te bastan para recordar cuán bella era la
canción, cuán maravilloso el paraje donde la escuchaste y cuánto amor sentiste
por los que allà estaban escuchándola contigo.
7. Las notas
no son nada. 2Sin embargo, las has conservado, no por ellas mismas,
sino con un dulce recordatorio de lo que te harÃa llorar si recordases cuán
querido era para ti. 3PodrÃas acordarte, pero tienes miedo, pues
crees que perderÃas el mundo que desde entonces has aprendido a conocer. 4Sin embargo, sabes que nada en este mundo es ni la sombra de aquello
que tanto amaste. 5Escucha y mira a ver si te acuerdas de una canción
muy vieja que sabÃas hace mucho tiempo y que te era más preciada que cualquier
otra melodÃa que te hayas enseñado a ti mismo desde entonces.
8. Más allá
del cuerpo, del sol y de las estrellas, más allá de todo lo que ves, y,
sin embargo, en cierta forma familiar para ti, hay un arco de luz dorada que al
contemplarlo se extiende hasta volverse un cÃrculo enorme y luminoso. 2El cÃrculo se llena de luz ante tus ojos. 3Sus bordes
desaparecen, y lo que habÃa dentro deja de estar contenido. 4La luz
se expande y envuelve todo, extendiéndose hasta el infinito y brillando
eternamente sin interrupciones ni lÃmites de ninguna clase. 5Dentro
de ella todo está unido en una continuidad perfecta. 6Es imposible
imaginar que pueda haber algo que no esté dentro de ella, pues no hay lugar del
que esta luz esté ausente.
9. Ésta es la
visión del Hijo de Dios, a quien conoces bien. 2He aquà lo que ve el
que conoce a su Padre. 3He aquà el recuerdo de lo que eres: una parte
de ello que contiene todo ello dentro de sÃ, y que está tan inequÃvocamente
unida a todo como todo está unido en ti. 4Acepta la visión que te
puede mostrar esto y no el cuerpo. 5Te sabes esa vieja canción, y te
la sabes muy bien. 6Nada te será jamás tan querido como este himno
inmemorial de amor que el Hijo de Dios todavÃa le canta a su
Padre.
10. Y
ahora los ciegos pueden ver, pues esa misma canción que entonan en honor de su
Creador los alaba a ellos también. 2La ceguera que inventaron
no podrá resistir el vibrante recuerdo de esta canción. 3Y
contemplarán la visión del Hijo de Dios, al recordar quién es aquel al que
cantan. 4¿Qué es un milagro, sino este recordar?, 5¿Y
hay alguien en quien no se encuentre esta memoria? 6La
luz en uno despierta la luz en los demás. 7Y cuando la ves en tu
hermano, la recuerdas por todos.
LECCIÓN
242
Este
dÃa se lo dedico a Dios. Es el regalo que le
hago.
1. Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. 2No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi
cuenta es una locura. 3Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me
conviene. 4Y Él se alegra
de tomar por mà únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. 5Pongo este dÃa en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al
hogar, y es Él el que conoce el camino que me conduce a
Dios.
2. Y asÃ, ponemos este dÃa en Tus Manos. 2Venimos con mentes completamente
receptivas. 3No pedimos nada que creamos desear. 4Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que
recibamos. 5Tú conoces nuestros deseos y necesidades. 6Y nos concederás todo lo que sea necesario
para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta
Ti.
LECCIÓN
243
Hoy
no juzgaré nada de lo que ocurra.
1. Hoy seré honesto conmigo mismo. 2No
pensaré que ya sé lo que no puede sino estar más allá de mi presente
entendimiento. 3No pensaré que entiendo la totalidad basándome en
unos cuantos fragmentos de mi percepción, que es lo único que puedo ver. 4Hoy reconozco esto. 5Y asà quedo eximido de tener que emitir juicios que
en realidad no puedo hacer. 6De esta manera, me libero a mà mismo y a
todo lo que veo, de modo que pueda estar en paz tal como Dios nos
creó.
2. Padre, hoy dejo que la creación sea lo que
es. 2Honro todos sus aspectos, entre los que me cuento. 3Somos uno porque cada aspecto alberga Tu recuerdo,
y la verdad sólo puede derramar su luz sobre todos nosotros cual uno
solo.
LECCIÓN
244
No
estoy en peligro en ningún lugar del mundo.
1. Tu Hijo está a salvo dondequiera que se
encuentre porque Tú estás allà con él. 2Sólo con que invoque Tu
Nombre recordará su seguridad y Tu Amor, pues éstos son uno. 3¿Cómo puede temer, dudar o no darse cuenta
de que es imposible que pueda sufrir, estar en peligro o ser infeliz cuando él
te pertenece a ti, es bienamado y amoroso, y está por siempre a salvo en Tu
Paternal abrazo?
2. Y ahà es en verdad donde nos encontramos. 2No hay tormenta que pueda venir a azotar el santuario
de nuestro hogar. 3En Dios estamos a salvo, 4pues, ¿qué
podrÃa suponer una amenaza para Dios, o venir a asustar a lo que por siempre ha
de ser parte de Él