UN CURSO DE MILAGROS - FRASES DEL DÍA

 

MES DE ABRIL

1 DE ABRIL

Capítulo 9

LA ACEPTACIÓN DE LA EXPIACIÓN

 

I. La aceptación de la realidad.

1. Tener miedo de la Voluntad de Dios es una de las creencias más extrañas que la mente humana jamás haya podido concebir. 2Esto no habría podido ocurrir a no ser que la mente hubiese estado ya tan profundamente dividida que le hubiese sido posible tener miedo de lo que ella misma es. 3La realidad sólo puede ser una "amenaza" para lo ilusorio, ya que lo único que la realidad puede defender es la verdad. 4El hecho mismo de que percibas la Volun­tad de Dios -que es lo que tú eres- como algo temible, demues­tra que  tienes miedo de lo que eres. 5Por lo tanto, no es de la Voluntad de Dios de lo que tienes miedo, sino de la tuya.

2. Tu voluntad no es la voluntad del ego, y por eso es por lo que el ego está contra ti. 2Lo que parece ser el temor a Dios es en realidad el miedo a tu propia realidad. 3En un estado de pánico no se puede aprender nada de manera consistente. 4Si el propó­sito de este curso es ayudarte a recordar lo que eres, y tú crees que lo que eres es algo temible, de ello se deduce forzosamente que no aprenderás este curso. 5Sin embargo, la razón de que el curso exista es precisamente porque no sabes lo que eres.

3. Si no sabes lo que es tu realidad, ¿por qué estás tan seguro de que es temible? 2La asociación que se hace entre la verdad y el miedo, que a lo sumo sería altamente artificial, es especialmente inadecuada en las mentes de aquellos que no saben lo que es la verdad. 3Lo único que esto quiere decir es que estás asociando arbitrariamente algo que se encuentra más allá de tu conciencia con algo que no deseas. 4Es evidente, pues, que estás juzgando algo de lo cual no tienes el menor conocimiento. 5Has urdido esta extraña situación de forma tal que te resulta imposible escapar de ella sin un Guía que sepa cuál es tu realidad. 6El propósito de este Guía no es otro que el de recordarte lo que deseas. 7Él no está tratando de imponerte una voluntad ajena. 8Está simplemente haciendo todo lo posible, dentro de los límites que tú le impones, por re-establecer tu propia voluntad en tu conciencia.

4. Has aprisionado tu voluntad más allá de tu propia conciencia, donde todavía se encuentra, pero desde donde no puede ayu­darte. 2Cuando dije que la función del Espíritu Santo es separar lo falso de lo verdadero en tu mente, quise decir que Él tiene el poder de ver lo que has ocultado y reconocer en ello la Voluntad de Dios. 3Gracias a este reconocimiento, Él puede hacer que la Voluntad de Dios sea real para ti porque Él está en tu mente, y, por lo tanto, Él es tu realidad. 4Si la percepción que Él tiene de tu mente trae la realidad de ésta hasta ti, te está ayudando a recor­dar lo que eres. 5Lo único que puede ocasionar temor en este proceso es lo que tú crees que perderías. 6Lo único que realmente puedes tener, no obstante, es lo que el Espíritu Santo ve.

5. He subrayado en muchas ocasiones que el Espíritu Santo nunca te pedirá que sacrifiques nada. 2Pero si te pides a ti mismo el sacrificio de la realidad, el Espíritu Santo tiene que recordarte que ésa no es la Voluntad de Dios porque no es la tuya. 3No hay diferencia alguna entre tu voluntad y la de Dios: 4Si tu mente no estuviese dividida reconocerías que ejercer tu voluntad es la salvación por­que la salvación es comunicación.

6. Es imposible comunicarse utilizando lenguas diferentes. 2Tú y tu Creador podéis comunicaros por medio de la creación porque ésa, y sólo ésa, es vuestra Voluntad conjunta. 3Una mente divi­dida no se puede comunicar porque habla en nombre de cosas diferentes a la misma mente. 4Al hacer esto, pierde la capacidad de comunicarse porque una comunicación confusa sencillamente no tiene ningún sentido. 5Es imposible comunicar un mensaje a menos que tenga sentido. 6¿Cuán sensatos pueden ser tus mensajes, cuando pides lo que no deseas? 7Sin embargo, mientras sigas teniendo miedo de tu voluntad, eso es precisamente lo que esta­rás pidiendo.

7. Tal vez insistas en que  el Espíritu Santo no te contesta, pero quizá sería más prudente examinar qué clase de peticionario eres. 2No pides únicamente lo que deseas. 3Ello se debe a que temes recibirlo, y ciertamente lo recibirías. 4Por eso es por lo que se lo sigues pidiendo al maestro que no puede dártelo. 5De él nunca podrás aprender qué es lo que deseas, y esto te da una ilusión de seguridad. 6Sin embargo, no puedes estar a salvo de la verdad, sino que sólo puedes estar a salvo en la verdad. 7La realidad es tu única seguridad. 8Tu voluntad es tu salvación porque es la misma que la de Dios. 9La separación no es más que la creencia de que es diferente.

8. Ninguna mente recta podría creer que su voluntad es más fuerte que la de Dios. 2Si una mente cree que su voluntad es diferente de la de Él, entonces sólo puede concluir o bien que Dios no existe o bien que Su Voluntad es temible. 3La primera conclusión da lugar al ateo, y la segunda, al mártir, que cree que Dios exige sacrificios 4Cualquiera de esas dos conclusiones de­mentes producirá pánico, ya que el ateo cree estar solo, y el már­tir que Dios lo está crucificando. 5No obstante, nadie quiere sentirse abandonado o sufrir represalias, aunque es posible que muchos procuren ambas cosas. 6¿Puedes acaso pedirle al Espíritu Santo semejantes "regalos" y esperar recibirlos? 7Él no puede darte lo que tú no deseas. 8Cuando le pides al Dador Universal lo que no quieres, le estás pidiendo lo que no se puede dar porque nunca se creó. 9Y nunca se creó porque nunca fue lo que tu volun­tad dispuso para ti.

9.  En última instancia todo el mundo tiene que recordar la Volun­tad de Dios porque, en última instancia, todo el mundo tiene que reconocerse a sí mismo. Este reconocimiento es el reconocimiento de que su voluntad y la de Dios son una. 3En presencia de la verdad, no hay descreídos ni sacrificios. 4En la seguridad de la realidad, el miedo no tiene absolutamente ningún sentido. 5Negar lo que simplemente es, tan sólo puede dar la impresión de que es temible. 6El miedo no puede ser real sin una causa, y Dios es la única Causa. 7Dios es Amor y Él es ciertamente lo que tú deseas. 8Ésa es tu voluntad. 9Pide esto y se te concederá, porque estarás pidiendo únicamente lo que ya te pertenece.

10. Cuando le pides al Espíritu Santo. lo que te podría hacer daño Él no puede contestarte porque no hay nada que te pueda hacer daño, y por lo tanto, no estás pidiendo nada. 2Cualquier deseo que proceda del ego es un deseo de algo que no existe, y solici­tarlo no constituye una petición. 3Es simplemente una negación en forma de petición. 4El Espíritu Santo no le da importancia a la forma, ya que sólo es consciente de lo que tiene significado. 5El ego no puede pedirle nada al Espíritu Santo porque no existe comunicación entre ellos. 6Tú, en cambio, puedes pedirle todo porque las peticiones que le haces a Él son reales, al proceder de tu mente recta. 7¿Negaría el Espíritu Santo la Voluntad de Dios? 8¿Y podría dejar de reconocerla en Su Hijo? .

11. No te das cuenta de la enorme cantidad de energía que desper­dicias negando la verdad. 2¿Qué le dirías a alguien que se empeña en intentar lo imposible, creyendo que lograrlo es tener éxito? 3La creencia de que para poder ser feliz tienes que tener lo imposible está en total desacuerdo con el principio de creación. 4Dios no pudo haber dispuesto que tu felicidad dependiese de lo que nunca podrías tener. 5El hecho de que Dios es Amor no requiere que se crea en ello, pero sí requiere aceptación. 6Puedes cierta­mente negar los hechos, pero no puedes hacer que cambien. 7Si te tapas los ojos con las manos, no podrás ver porque estarás interfi­riendo en las leyes de la visión. 8Si niegas el amor, no podrás conocerlo porque tu cooperación es la ley de su existencia. 9No puedes cambiar las leyes que tú no promulgaste, las leyes de la felicidad fueron creadas para ti, no por ti.

12. Cualquier intento de negar lo que simplemente es tiene necesariamente que producir miedo, y si el intento es fuerte producirá pánico. 2Querer imponer tu voluntad en contra de la realidad, aunque es imposible, puede convertirse en una obcecación, a pesar de que ése no es realmente tu deseo. 3Mas examina el resultado de ésta extraña decisión: 4Estás dedicando tu mente a lo que no deseas. 5¿Cuán real puede ser esa dedicación? 6Si realmente no deseas eso que persigues, es que nunca fue creado. 7Y si nunca fue creado, no es nada. 8¿Puedes realmente estar dedicado a lo que no es nada?

13. Dios en Su dedicación a ti te creó dedicado a todo, y te dio aquello a lo que estás dedicado. 2De otra manera no habrías sido creado perfecto. 3La realidad lo es todo, y tú lo tienes todo por­que eres real. 4No puedes crear lo irreal porque la ausencia de realidad es temible y él miedo no es algo que pueda ser creado. 5Mientras sigas creyendo que es posible tener  miedo, no podrás crear. 6Dos órdenes de realidad que se oponen entre sí privan a la realidad de todo significado, y la realidad es significado.

14. Recuerda, pues, que la Voluntad de Dios es posible ya, y que nada más lo será nunca. 2En esto reside la simple aceptación de la realidad porque sólo eso es real. 3No puedes distorsionar la reali­dad y al mismo tiempo saber lo que es. 4Y si la distorsionas expe­rimentarás ansiedad, depresión y finalmente pánico, pues estarás tratando de convertirte a ti mismo en algo irreal. 5Cuando sientas esas cosas, no trates de buscar la verdad fuera de ti mismo, pues la verdad sólo puede encontrarse dentro de ti. 6Di, por lo tanto:

 

7Cristo está, en mí, y donde Él está Dios tiene

que estar, pues Cristo es parte de Él.

LECCIÓN 92

 

Los milagros se ven en la luz, y la luz y la fortaleza son una.

 

1. La idea de hoy es una ampliación de la anterior. 2No asocias la luz con la fortaleza ni la oscuridad con la debilidad. 3Ello se debe a que tu idea de lo que significa ver está vinculada al cuerpo, a sus ojos y a su cerebro. 4De ahí que creas que puedes cambiar lo que ves poniendo trocitos de vidrio delante de tus ojos. 5Ésta es una de las muchas creencias mágicas que proceden de tu convicción de que eres un cuerpo y de que los ojos del cuerpo pueden ver.

2. Crees también que el cerebro puede pensar. 2Si comprendieses la naturaleza del pensamiento, no podrías por menos que reírte de esta idea tan descabellada. 3Es como si creyeses que eres tú el que sostiene el fósforo que le da al sol toda su luz y todo su calor; o quien sujeta al mundo firmemente en sus manos hasta que deci­das soltarlo. 4Esto, sin embargo, no es más disparatado que creer que los ojos del cuerpo pueden ver o que el cerebro puede pensar.

3. La fortaleza de Dios que mora en ti es la luz en la que ves, de la misma manera como es Su Mente con la que piensas. 2Su forta­leza niega tu debilidad. 3Y es ésta la que ve a través de los ojos del cuerpo, escudriñando la oscuridad para contemplar lo que es semejante a ella misma: los mezquinos y los débiles, los enfer­mizos y los moribundos; los necesitados, los desvalidos y los amedrentados; los afligidos y los pobres, los hambrientos y los melancólicos. 4Esto es lo que se ve a través de los ojos que no pueden ver ni bendecir.

4. La fortaleza pasa por alto todas estas cosas al mirar más allá de las apariencias. 2Mantiene su mirada fija en la luz que se encuen­tra más allá de ellas. 3Se une a la luz de la que forma parte. 4Se ve a sí misma. 5Te brinda la luz en la que tu Ser aparece. 6En la oscuridad percibes un ser que no existe. 7La fortaleza es lo que es verdad con respecto a ti, mas la debilidad es un ídolo al que se honra y se venera falsamente a fin de disipar la fortaleza y permi­tir que la oscuridad reine allí donde Dios dispuso que hubiese luz.

5. La fortaleza procede de la verdad, y brilla con la luz que su Fuente le ha otorgado; la debilidad refleja la oscuridad de su hacedor. 2Está enferma, y lo que ve es la enfermedad, que es como ella misma. 3La verdad es un salvador, y su voluntad es que todo el mundo goce de paz y felicidad. 4La verdad le da el caudal ilimi­tado de su fortaleza a todo aquel que la pide. 5Reconoce que si a alguien le faltase algo, les faltaría a todos. 6Y por eso imparte su luz, para que todos puedan ver y beneficiarse cual uno solo. 7Todos comparten su fortaleza, de manera que ésta pueda brin­darles a todos el milagro en el que ellos se unirán en propósito, perdón y amor.

6. La debilidad, que mira desde la oscuridad, no puede ver pro­pósito alguno en el perdón o en el amor. 2Ve todo lo demás como diferente de ella misma, y no ve nada en el mundo que quisiera compartir. 3Juzga y condena, pero no ama. 4Permanece en la os­curidad para ocultarse, y sueña que es fuerte y victoriosa, vence­dora de limitaciones que no hacen sino crecer descomunalmente en la oscuridad.

7. La debilidad se teme, se ataca y se odia a sí misma, y la oscuri­dad cubre todo lo que ve, dejándole sus sueños que son tan temi­bles como ella misma. 2Ahí no encontrarás milagros sino odio. 3La debilidad se separa de lo que ve, mientras que la luz y la fortaleza se perciben a sí mismas cual una sola. 4La luz de la fortaleza no es la luz que tú ves. 5No cambia, ni titila hasta finalmente extin­guirse. 6No cambia cuando la noche se convierte en día, ni se con­vierte en oscuridad hasta que se hace de día otra vez.

8. La luz de la fortaleza es constante, tan segura como el amor y eternamente feliz de darse a sí misma, ya que no puede sino darse a lo que es ella misma. 2Nadie que pida compartir su visión lo hace en vano, y nadie que entre en su morada puede partir sin un milagro ante sus ojos y sin que la fortaleza y la luz moren en su corazón.

9. La fortaleza que mora en ti te ofrecerá luz y guiará tu visión para que no habites en las vanas sombras que los ojos del cuerpo te proveen a fin de que te engañes a ti mismo. 2La fortaleza y la luz se unen en ti, y ahí donde se unen, tu Ser se alza presto a recibirte como Suyo. 3Tal es el lugar de encuentro que hoy trata­remos de hallar para descansar en él, pues la paz de Dios está ahí donde tu Ser, Su Hijo, aguarda ahora para encontrarse Consigo Mismo otra vez y volver a ser uno.

10. Dediquemos veinte minutos en dos ocasiones hoy a estar pre­sentes en ese encuentro. 2Déjate conducir ante tu Ser. 3Su fortaleza será la luz en la que se te concederá el don de la visión. 4Deja atrás hoy la oscuridad por un rato, y practica ver en la luz, cerrando los ojos del cuerpo y pidiéndole a la verdad que te muestre cómo hallar el lugar de encuentro entre el ser y el Ser, en el que la luz y la fortaleza son una.

11. Así es como practicaremos mañana y noche. 2Después de la reunión de por la mañana, usaremos el día para prepararnos para la de por la noche, cuando nuevamente nos volveremos a reunir en confianza. 3Repitamos la idea de hoy tan a menudo como sea posible, y reconozcamos que es un preludio a la visión y que se nos está llevando de las tinieblas a la luz donde única­mente pueden percibirse milagros.

 

2 DE ABRIL

II. La respuesta a la oración

1. Todo aquel que haya tratado alguna vez de usar la oración para pedir algo ha experimentado lo que aparentemente es un fracaso. 2Esto es cierto no sólo en relación con cosas específicas que pudie­ran ser perjudiciales, sino también en relación con peticiones que están completamente de acuerdo con lo que este curso postula. 3Esto último, en particular, puede interpretarse incorrectamente como una prueba de que el curso no es sincero en lo que afirma. 4Tienes que recordar, no obstante, que el curso afirma, y repetidamente, que su propósito es ayudarte a escapar del miedo.

2. Supongamos, pues, que lo que le pides al Espíritu Santo es lo que realmente deseas, pero aún tienes miedo de ello. 2Si ese fuese el caso, obtenerlo ya no sería lo que deseas. 3Por eso es por lo que algunas formas específicas de curación no se logran, aun cuando se haya logrado el estado de curación. 4Un individuo puede pedir ser curado físicamente porque tiene miedo del daño corporal. 5Al mismo tiempo, si fuese curado físicamente, la amenaza que ello representaría para su sistema de pensamiento podría causarle mucho más miedo que la manifestación física de su aflicción. 6En ese caso no estaría pidiendo realmente que se le liberase del miedo, sino de un síntoma que él mismo eligió. 7Por lo tanto, no estaría pidiendo realmente ser curado.

3. La Biblia subraya que toda oración recibirá respuesta, y esto es absolutamente cierto. 2El hecho mismo de que se le haya pedido algo al Espíritu Santo garantiza una respuesta. 3Es igualmente cierto, no obstante, que ninguna de las respuestas que Él dé incrementará el miedo. 4Es posible que Su respuesta no sea oída. 5Es imposible, sin embargo, que se pierda. 6Hay muchas respues­tas que ya has recibido pero que todavía no has oído. 7Yo te ase­guro que te están esperando.

4. Si quieres tener la certeza de que tus oraciones son contestadas, nunca dudes de un Hijo de Dios. 2No pongas en duda su palabra ni lo confundas, pues la fe que tienes en él es la fe que tienes en ti mismo. 3Si quieres conocer a Dios y Su Respuesta, cree en mí cuya fe en ti es inquebrantable. 4¿Cómo ibas a poder pedirle algo al Espíritu Santo sinceramente, y al mismo tiempo dudar de tu her­mano? 5Cree en la veracidad de sus palabras por razón de la ver­dad que mora en él. 6Te unirás a la verdad en él, y sus palabras serán verdaderas. 7Al oírlo a él me oirás a mí. 8Escuchar la verdad es la única manera de poder oírla ahora y de finalmente conocerla.

5. El mensaje que tu hermano te comunica depende de ti. 2¿Qué te está diciendo? 3¿Qué desearías que te dijese? 4Lo que hayas decidido acerca de tu hermano determina el mensaje qué recibes. 5Recuerda que el Espíritu Santo mora en él, y Su Voz te habla a través de él. 6¿Qué podría decirte un hermano tan santo, excepto la verdad? 7Mas ¿le escuchas? 8Es posible que tu hermano no sepa quién es, pero en su mente hay una luz que sí lo sabe. 9El resplandor de esta luz puede llegar hasta tu mente, infundiendo verdad a sus palabras y haciendo posible el que las puedas oír. 10Sus palabras son la respuesta que el Espíritu Santo te da a ti. 11¿Es la fe que tienes en tu hermano lo suficientemente grande como para permitirte oír dicha respuesta?

6. No puedes rezar sólo para ti, de la misma manera en que no puedes encontrar dicha sólo para ti. 2La oración es la re-afirma­ción de la inclusión, dirigida por el Espíritu Santo de acuerdo con las leyes de Dios. 3En tu hermano reside tu salvación. 4El Espíritu Santo se extiende desde tu mente a la suya, y te contesta. 5No puedes oír la Voz que habla por Dios sólo en ti, porque no estás solo. 6Y Su respuesta va dirigida únicamente a lo que eres. 7No podrás saber la confianza que tengo en ti a no ser que la extien­das. 8No tendrás confianza en la dirección que te ofrece el Espí­ritu Santo, o no creerás que es para ti, a menos que la oigas en otros. 9Tiene que ser para tu hermano por el hecho de que es para ti. 10¿Habría acaso creado Dios una Voz que fuese sólo para ti? 11¿Cómo podrías oír Su respuesta, excepto cuando el Espíritu Santo responde a todos los Hijos de Dios? 12Oye de tu hermano lo que quisieras que yo oyese de ti, pues tú no querrías que yo fuese engañado.

7. Al igual que Dios, yo te quiero por razón de la verdad que mora en ti. 2Tal vez tus engaños te engañen a ti, pero a mí no me pueden engañar. 3Puesto que sé lo que eres, no puedo dudar de ti. 4Oigo sólo al Espíritu Santo en ti, Quien me habla a través de ti. 5Si me quieres oír, oye a mis hermanos en quienes la Voz que habla por Dios se expresa. 6La respuesta a todas tus oraciones reside en ellos. 7Recibirás la respuesta a medida que la oigas en todos tus hermanos. 8No escuches nada más, pues, de lo contra­rio, no estarás oyendo correctamente.

8. Cree en tus hermanos porque yo creo en ti, y aprenderás que está justificado que yo crea en ti. 2Cree en mí creyendo en ellos, en virtud de lo que Dios les dio. 3Te contestarán si aprendes a pedir­les solamente la verdad. 4No pidas bendiciones sin bendecirlos, pues sólo de esta manera puedes aprender cuán bendito eres. 5Al seguir este camino estarás buscando la verdad en ti. 6Esto no es ir más allá de ti mismo, sino hacia ti mismo. 7Oye únicamente la Respuesta de Dios en Sus Hijos, y se te habrá contestado.

9. No creer es estar en contra, o atacar. 2Creer es aceptar, y tam­bién ponerse de parte de aquello que aceptas. 3Creer no es ser crédulo, sino aceptar y apreciar. 4No puedes apreciar aquello en lo que no crees ni puedes sentirte agradecido por algo a lo que no le atribuyes valor. 5Por juzgar se tiene que pagar un precio porque juzgar es fijar un precio. 6Y el precio que fijes es el que pagarás.

10. Si pagar se equipara con obtener, fijarás el precio bajo, pero exigirás un alto rendimiento. 2Te habrás olvidado de que poner precio es evaluar, de tal modo que el rendimiento que recibes es directamente proporcional al valor atribuido. 3Por otra parte, si pagar se asocia con dar no se puede percibir como una pérdida, y la relación recíproca entre dar y recibir se reconoce. 4En este caso se fija un precio alto debido al valor del rendimiento. 5Por obtener hay que pagar un precio: se pierde de vista lo que tiene valor, haciendo inevitable el que no estimes lo que recibes. 6Al atribuirle poco valor, no lo apreciarás ni lo desearás.

11. Nunca te olvides, por consiguiente, de que eres tú el que deter­mina el valor de lo que recibes, y el que fija el precio de acuerdo con lo que das. 2Creer que es posible obtener mucho a cambio de poco es creer que puedes regatear con Dios. 3Las leyes de Dios son siempre justas y perfectamente consistentes. 4Al dar, recibes. 5Pero recibir es aceptar, no tratar de obtener algo. 6Es imposible no tener, pero es posible que no sepas que tienes. 7Estar dispuesto a dar es reconocer que tienes, y sólo estando dispuesto a dar puedes reconocer lo que tienes. 8Lo que das, por lo tanto, equivale al valor que le has adjudicado a lo que tienes, al ser la medida exacta del valor que le adjudicas. 9Y esto, a su vez, es la medida de cuánto lo deseas.

12. Así pues, sólo puedes pedirle algo al Espíritu Santo dándole algo, y sólo puedes darle algo allí donde lo reconoces. 2Si recono­ces al Espíritu Santo en todos, imagínate cuánto le estarás pidiendo y cuánto habrás de recibir. 3Él no te negará nada porque tú no le habrás negado nada a Él, y de este modo podrás compartirlo todo. 4Ésta es la manera, y la única manera, de disponer de Su respuesta porque Su respuesta es lo único que puedes pedir y lo único que puedes desear. 5Dile, pues, a todo el mundo:

 

6Puesto que mi voluntad es conocerme a mí

mismo, te veo a ti como el Hijo de Dios y como

mi hermano.

 

LECCIÓN 93

 

La luz, la dicha y la paz moran en mí.

 

1. Crees ser la morada del mal, de las tinieblas y del pecado. 2Piensas que si alguien pudiese ver la verdad acerca de ti sentiría tal repulsión que se alejaría de ti como si de una serpiente vene­nosa se tratase. 3Piensas que si la verdad acerca de ti te fuese revelada, te sobrecogería un horror tan grande que te apresura­rías de inmediato a quitarte la vida, pues sería imposible seguir viviendo después de haber contemplado semejante atrocidad.

2. Estas creencias están tan firmemente arraigadas en ti que resulta difícil hacerte entender que no tienen fundamento alguno. 2Que has cometido errores es obvio. 3Cierto es también, teniendo en cuenta lo que ahora crees, que has buscado la salvación por extra­Ã±os caminos; que te has dejado engañar y que a tu vez has enga­Ã±ado; que has tenido miedo de fantasías pueriles y de sueños crueles y que te has postrado ante ídolos de polvo.

3. Hoy vamos a poner en tela de juicio todo esto, no desde el punto de vista de lo que piensas, sino desde un punto de referen­cia muy distinto, desde el cual tales pensamientos vanos carecen de sentido. 2Esos pensamientos no concuerdan con la Voluntad de Dios. 3Él no comparte contigo estas extrañas creencias. 4Esto es suficiente para probarte que son erróneas, pero tú no te das cuenta de ello.

4. ¿Por qué no habrías de dar saltos de alegría cuando se te ase­gura que todo el mal que crees haber hecho nunca ocurrió; que todos tus pecados no son nada; que sigues siendo tan puro y santo como fuiste creado, y que la luz, la dicha y la paz moran en ti? 2La imagen que tienes de ti mismo no puede resistir la Volun­tad de Dios. 3Tú piensas que eso es la muerte, sin embargo, es la vida. 4Tú piensas que se te está destruyendo, sin embargo, se te está salvando.

5. El ser que tú fabricaste no es el Hijo de Dios. 2Por lo tanto, no existe en absoluto. 3Y todo lo que aparentemente hace o piensa carece de significado. 4No es bueno ni malo. 5Es simplemente irreal; nada más. 6No batalla con el Hijo de Dios. 7No le hace daño ni ataca su paz. 8No ha alterado la creación en absoluto, ni ha convertido la eterna impecabilidad en pecado, o el amor en odio. 9¿Qué poder puede poseer ese ser que tú fabricaste, cuando lo que hace es contradecir la Voluntad de Dios?

6. Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 2Esto tiene que repetirse una y otra vez, hasta que se acepte. 3Es la verdad. 4Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 5Nada puede afectarla, y nada puede cambiar lo que Dios creó eterno. 6El ser que tú fabri­caste, lleno de maldad y de pecado, no es nada. 7Tu impecabilidad está garantizada por Dios, y la luz, la dicha y la paz moran en ti.

7. La salvación requiere que aceptes un solo pensamiento: que eres tal como Dios te creó, y no lo que has hecho de ti mismo. 2Sea cual sea el mal que creas haber hecho, eres tal como Dios te creó. 3Sean cuales sean los errores que hayas cometido, la verdad con respecto a ti permanece inalterada. 4La creación es eterna e inalterable. 5Tu impecabilidad está garantizada por Dios. 6Eres, y siempre serás, exactamente como fuiste creado. 7La luz, la dicha y la paz moran en ti porque ahí las puso Dios.

8. En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy, las cuales serían más provechosas si las llevases a cabo durante los prime­ros cinco minutos de cada hora de vigilia, comienza afirmando la verdad acerca de tu creación:

 

2La luz, la dicha y la paz moran en mí.

3Mi impecabilidad está garantizada por Dios.

 

4Luego deja a un lado las disparatadas imágenes que tienes de ti mismo, y pasa el resto de la sesión de práctica tratando de experi­mentar lo que Dios te ha dado, en lugar de lo que tú has decre­tado para ti mismo.

9. Pues o bien eres lo que Dios creó, o bien lo que tú mismo has hecho de ti. 2Un Ser es real; el otro no existe. 3Trata de experimen­tar la unidad de tu único Ser. 4Trata de apreciar Su santidad y el Amor del que fue creado. 5Trata de no ser un obstáculo para el Ser que Dios creó como lo que tú eres, ocultando Su majestad tras los insignificantes ídolos de maldad y de pecado que has inven­tado para reemplazarlo. 6Permítele venir ahí donde le corres­ponde estar. 7Ahí estás tú; Eso es lo que eres. 8Y la luz, la dicha y la paz moran en ti porque esto es así.

10. Tal vez no estés dispuesto o no puedas dedicar los primeros cinco minutos de cada hora a hacer estos ejercicios. 2Trata, no obstante, de hacerlos cuando puedas. 3Acuérdate por lo menos de repetir estos pensamientos cada hora:

 

4La luz, la dicha y la paz moran en mí.

5Mi impecabilidad está garantizada por Dios.

 

6Trata luego de dedicar un minuto más o menos, con los ojos cerrados, a cobrar conciencia de que se trata de una afirmación de la verdad acerca de ti.

11. Si surge alguna situación que parezca perturbarte, desvanece la ilusión de miedo de inmediato, repitiendo de nuevo estos pen­samientos. 2Si te sientes tentado de enfadarte con alguien, dile silenciosamente:

 

3La luz, la dicha y la paz moran en ti.

4Tu impecabilidad está garantizada por Dios.

 

5Hoy puedes hacer mucho por la salvación del mundo. 6Hoy pue­des hacer mucho por desempeñar más fielmente el papel que Dios te ha asignado en la salvación. 7Y hoy puedes asimismo hacer mucho por convencer a tu mente de que la idea de hoy es en efecto la verdad.

 

3 DE ABRIL

III. La corrección del error

1. La vigilancia que el ego ejerce en relación con los errores de otros egos no es la clase de vigilancia que el Espíritu Santo quiere que mantengas. 2Los egos critican basándose en el tipo de "lógica" de que son partidarios. 3Entienden esa clase de lógica porque para ellos tiene sentido. 4Para el Espíritu Santo, no obstante, no tiene ningún sentido.

2. Para el ego lo caritativo, lo correcto y lo apropiado es señalar­les a otros sus errores y tratar de "corregirlos". 2Esto tiene per­fecto sentido para él porque no tiene idea de lo que son los errores ni de lo que es la corrección. 3Los errores pertenecen al ámbito del ego, y la corrección de los mismos estriba en el rechazo del ego. 4Cuando corriges a un hermano le estás diciendo que está equivocado. 5Puede que en ese momento lo que esté diciendo no tenga sentido, y es indudable que si está hablando desde su ego no lo tiene. 6Tu tarea, sin embargo, sigue siendo decirle que tiene razón. 7No tienes que decírselo verbal­mente si está diciendo tonterías. 8Necesita corrección en otro nivel porque su error se encuentra en otro nivel. 9Sigue teniendo razón porque es un Hijo de Dios. 10Su ego, por otra parte, está siempre equivocado, no importa lo que diga o lo que haga.

3. Si le señalas a tu hermano los errores de su ego, tienes forzosa­mente que estar viendo a través del tuyo porque el Espíritu Santo no percibe sus errores. 2Esto tiene que ser verdad, toda vez que no existe comunicación entre el ego y el Espíritu Santo. 3Lo que el ego está diciendo no tiene sentido, y el Espíritu Santo no intenta com­prender nada que proceda de él. 4Puesto que no lo entiende, tam­poco lo juzga, pues sabe que nada que el ego haga tiene sentido.

4. Reaccionar ante cualquier error, por muy levemente que sea, significa que no se está escuchando al Espíritu Santo. 2Él simple­mente pasa por alto todos los errores, y si tú les das importancia, es que no lo estás oyendo a Él. 3Si no lo oyes, es que estás escu­chando al ego, y mostrándote tan insensato como el hermano cuyos errores percibes. 4Esto no puede ser corrección. 5Y como resultado de ello, no sólo se quedan sus errores sin corregir, 6sino que renuncias a la posibilidad de poder corregir los tuyos.

5. Cuando un hermano se comporta de forma demente sólo lo puedes sanar percibiendo cordura en él. 2Si percibes sus errores y los aceptas, estás aceptando los tuyos. 3Si quieres entregarle tus errores al Espíritu Santo, tienes que hacer lo mismo con los suyos. 4A menos que ésta se convierta en la única manera en que lidias con todos los errores; no podrás entender cómo se deshacen. 5¿Qué diferencia hay entre esto y decirte que lo que enseñas es lo que aprendes? 6Tu hermano tiene tanta razón como tú, y si crees que está equivocado te estás condenando a ti mismo.

6. Tú no te puedes corregir a ti mismo. 2¿Cómo ibas a poder entonces corregir a otro? 3Puedes, no obstante, verlo verdaderamente, puesto que te es posible verte a ti mismo verdaderamente. 4Tu función no es cambiar a tu hermano, sino simplemente acep­tarlo tal como es. 5Sus errores no proceden de la verdad que mora en él, y sólo lo que es verdad en él es verdad en ti. 6Sus errores no pueden cambiar esto, ni tener efecto alguno sobre la verdad que mora en ti. 7Percibir errores en alguien, y reaccionar ante ellos como si fueran reales, es hacer que sean reales para ti. 8No podrás evitar pagar las consecuencias de esto, no porque se te vaya a castigar, sino porque estarás siguiendo al guía equivocado, y, por lo tanto, te extraviarás.

7. Los errores que tu hermano comete no es él quien los comete, tal como no eres tú quien comete los tuyos. 2Considera reales sus errores, y te habrás atacado a ti mismo. 3Si quieres encontrar tu camino y seguirlo, ve sólo la verdad a tu lado, pues camináis juntos. 4El Espíritu Santo en ti os perdona todo a ti y a él. 5Sus errores le son perdonados junto con los tuyos. 6La Expiación, al igual que el amor, no opera aisladamente. 7La Expiación no puede operar aisladamente porque procede del amor. 8Cualquier intento que hagas por corregir a un hermano significa que crees que puedes corregir, y eso no es otra cosa que la arrogancia del ego. 9La corrección le corresponde a Dios, Quien no conoce la arrogancia.

8. El Espíritu Santo lo perdona todo porque Dios lo creó todo. 2No trates de asumir Su función, o te olvidarás de la tuya. 3Acepta únicamente la función de sanar mientras estés en el tiempo por­que para eso es el tiempo. 4Dios te encomendó la función de crear en la eternidad. 5No necesitas aprender cómo crear, pero necesitas aprender a desearlo. 6Todo aprendizaje se estableció con ese pro­pósito. 7Así es como el Espíritu Santo utiliza una capacidad que tú inventaste, pero que no necesitas. 8iPonla a Su disposición! 9Tú no sabes cómo usarla. 10ÉI te enseñará cómo verte a ti mismo sin con­denación, según aprendas a contemplar, todas las cosas de esa manera. 11La condenación dejará entonces de ser real para ti, y todos tus errores te serán perdonados.

LECCIÓN 94

 

Soy tal como Dios me creó.

 

1. Hoy continuamos con la idea que nos brinda total salvación; la afirmación que hace que toda forma de tentación sea impotente; el pensamiento que silencia al ego y lo desarma por completo. 2Eres tal como Dios te creó. 3Esta idea acalla todos los sonidos de este mundo, hace que sus vistas desaparezcan y borra para siempre todos los pensamientos que él jamás haya tenido. 4Con esta idea se alcanza la salvación. 5Con esta idea se restaura la cordura.

2. La verdadera luz es fortaleza, y la fortaleza es impecabilidad. 2Si sigues siendo tal como Dios te creó, tienes que ser fuerte, y la luz tiene que encontrarse en ti. 3Aquel que se aseguró de que fueses impecable, tiene que ser necesariamente la garantía de tu fortaleza y tu luz. 4Eres tal como Dios te creó. 5Las tinieblas no pueden ensombrecer la gloria del Hijo de Dios. 6Te encuentras en la luz, firme en la impecabilidad en la que fuiste creado y en la que permanecerás por toda la eternidad.

3. Hoy volveremos a dedicar los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia a intentar sentir la verdad que se encuentra en ti. 2Comienza estos períodos de búsqueda con estas palabras:

 

3Soy tal como Dios me creó.

4Soy Su Hijo eternamente.

 

5Trata ahora de llegar hasta el Hijo de Dios en ti. 6Éste es el Ser que jamás pecó ni forjó una imagen para reemplazar a la reali­dad. 7Éste es el Ser que jamás abandonó Su morada en el seno de Dios para irse a deambular por el mundo. 8Éste es el Ser que no conoce el miedo, ni puede concebir lo que es la pérdida, el sufri­miento o la muerte.

4. Para alcanzar este objetivo no se requiere nada de ti, excepto que dejes a un lado todos los ídolos e imágenes de ti mismo, que vayas más allá de todos los atributos tanto buenos como malos que te hayas adjudicado a ti mismo y que aguardes la verdad con queda expectación. 2Dios Mismo ha prometido que ésta le será revelada a todo aquel que la pida. 3Tú la estás pidiendo ahora. 4No puedes fracasar porque Él no puede fracasar.

5. Si no cumples con el requisito de practicar durante los primeros cinco minutos de cada hora, por lo menos recuerda decirte a ti mismo una vez por hora:

 

2Soy tal como Dios me creó.

3Soy Su Hijo eternamente.

 

4Repite hoy frecuentemente para tus adentros que eres tal como Dios te creó. 5Y asegúrate de responder a cualquier persona que parezca irritarte con estas palabras:

 

6Eres tal como Dios te creó.

7Eres Su Hijo eternamente.

 

8Haz todo lo posible hoy por llevar a cabo los ejercicios que se deben hacer cada hora. 9Cada sesión de práctica será un paso gigantesco hacia tu liberación, y un hito en el proceso de apren­der el sistema de pensamiento que este curso postula.

 

4 DE ABRIL

IV. El plan de perdón del Espíritu Santo

1. La Expiación es para todos porque es la forma de desvanecer la creencia de que algo pueda ser únicamente para ti. 2Perdonar es pasar por alto. 3Mira entonces más allá del error, y no dejes que tu percepción se fije en él, pues, de lo contrario, creerás lo que tu percepción te muestre. 4Acepta como verdadero sólo lo que tu hermano es, si quieres conocerte. a ti mismo. 5Percibe lo que él no es, y no podrás saber lo que eres porque lo estarás viendo falsa­mente. 6Recuerda siempre que tu Identidad es una Identidad compartida, y que en eso reside Su realidad.

2. Tienes un papel que desempeñar en la Expiación, pero el plan de la Expiación en sí está más allá de ti. 2No sabes cómo pasar por alto los errores pues, de lo contrario, no los cometerías. 3Creer que no los cometes, o que los puedes corregir sin un Guía cuyo propósito es corregirlos, no sería más que otro error. 4Y si no sigues a ese Guía, tus errores no podrán ser corregidos. 5El plan no lo elaboraste tú debido a las limitadas ideas que tienes acerca de lo que eres. 6De esta sensación de limitación es de donde emanan todos los errores. 7La forma de deshacerlos, por lo tanto, no procede de ti, sino que es para ti.

3. La Expiación es una lección acerca de cómo compartir, que se te da porque te has olvidado de cómo hacerlo.  2El Espíritu Santo simplemente te recuerda el uso natural de tus capacidades. 3Al reinterpretar la capacidad de atacar como la capacidad de com­partir, Él transforma lo que tú inventaste en lo que Dios creó. 4Si quieres, alcanzar esto por medio de Él, no puedes contemplar tus capacidades a través de los ojos del ego, o las juzgarás como él lo hace. 5El daño que puedan ocasionar reside en el juicio del ego. 6El beneficio que puedan aportar reside en el juicio del Espíritu Santo.

4. El ego tiene también un plan de perdón porque estás pidiendo uno, aunque no al maestro adecuado. 2El plan del ego, por supuesto, no tiene sentido y nunca será viable. 3Al seguir su plan te pondrás simplemente en una situación imposible que es adonde el ego siempre te conduce. 4El plan del ego consiste en que primero veas el error claramente, y en que luego lo pases por alto. 5Mas ¿cómo ibas a poder pasar por alto aquello a lo que has otor­gado realidad? 6Al verlo claramente, le has otorgado realidad y no lo puedes pasar por alto. 7En este punto es donde el ego se  ve forzado a recurrir a misterios, insistiendo en que para salvarte tienes que aceptar lo que no tiene sentido. 8Son muchos los que han tratado de hacer esto en mi nombre, olvidándose de que mis pala­bras tienen perfecto sentido porque proceden de Dios. 9Son tan sensatas ahora como lo fueron siempre porque expresan ideas que son eternas.

5. El perdón que se aprende de mí no se vale del miedo para deshacer el miedo. 2Ni tampoco otorga realidad a lo que es irreal para más tarde destruirlo. 3Perdonar a través del Espíritu Santo consiste simplemente en mirar más allá del error desde un princi­pio, haciendo que, de esta manera, nunca sea real para ti. 4No dejes que ninguna creencia que afirme que el error es real se infil­tre en tu mente, o creerás también que para poder ser perdonado tienes que deshacer lo que tú mismo, has hecho. 5Lo que no tiene efectos no existe, y para el Espíritu Santo los efectos del error son inexistentes: 6Mediante la cancelación progresiva y sistemática de los efectos de todos los errores, en todas partes y con respecto a todo, el Espíritu Santo enseña que el ego no existe y lo demuestra.

6. Sigue, pues, las enseñanzas de perdón del Espíritu Santo por­que el perdón es Su función y Él sabe cómo llevarla a cabo perfec­tamente. 2Eso es lo que quise decir cuando dije que los milagros son naturales, y que cuando no ocurren es que algo anda mal. 3Los milagros son simplemente la señal de que estás dispuesto a seguir el plan de salvación del Espíritu Santo, y de que reconoces que no sabes lo que dicho plan es. 4La función que a Él le corres­ponde llevar a cabo no es la que te corresponde a ti, y a menos que aceptes esto no podrás saber cuál es tu función.

7. La confusión de funciones es una característica tan típica del ego que a estas alturas ya deberías estar familiarizado con ella. 2El ego cree que es él quien debe llevar a cabo todas las funciones, si bien no tiene la menor idea de lo que éstas son. 3Esto es algo más que una simple confusión. 4Es una combinación especialmente peligrosa de grandiosidad y confusión que predispone al ego a atacar a cualquier persona o a cualquier cosa sin ningún motivo aparente. 5Esto es exactamente lo que el ego hace. 6Sus reacciones son, imprevisibles porque no tiene idea de lo que percibe.

8. Si no tienes idea de lo que está ocurriendo, ¿cómo puedes espe­rar reaccionar debidamente? 2Podrías preguntarte, independi­entemente de cómo expliques la reacción, si el carácter imprevisible del ego justifica que le des un puesto de confianza como guía tuyo. 3Déjame repetir que las cualificaciones del ego como guía son notoriamente deficientes y que elegirle como tu maestro de salvación es una pésima elección. 4El que elige un guía completamente demente no puede por menos que ser completa­mente demente él mismo. 5No es cierto tampoco que no te des cuenta de que este guía es demente. 6Te das cuenta de ello porque yo me doy cuenta, y tú lo juzgas siguiendo el mismo criterio que sigo yo.

9. El ego vive literalmente de tiempo prestado, y sus días están contados. 2Notengas miedo del Juicio Final, sino que, por el con­trario, dale la bienvenida sin más demora, pues el tiempo de que el ego dispone lo "toma prestado" de tu eternidad. 3Éste es el Segundo Advenimiento, el cual se concibió para ti de la misma manera en que el Primero fue creado. 4El Segundo Advenimiento es simplemente el retorno de la cordura. 5¿Cómo iba a ser esto temible?                      ..              .                . .             .. ..

10. ¿Qué podría ser temible sino las fantasías? a¿Y quién recurre a fantasías a menos que haya perdido toda esperanza de poder encontrar satisfacción en la realidad? 2Es indudable, no obstante, que jamás encontrarás satisfacción en fantasías, de manera que tu única esperanza es cambiar de parecer con respecto a la realidad. 3Únicamente si tu decisión de que la realidad es temible es erró­nea, puede Dios estar en lo cierto. 4Y yo te aseguro que Dios está en lo cierto. 5AIégrate, pues, de haber estado equivocado, mas ello sólo se debió a que no sabías quién eras. 6De haberlo sabido no te habrías podido equivocar, de la misma manera en que Dios no puede equivocarse.

11. Lo imposible sólo puede tener lugar en fantasías. 2Cuando buscas la realidad en fantasías no la puedes encontrar. 3Los sím­bolos de las fantasías pertenecen al ámbito del ego, y de éstos puedes encontrar una infinidad. 4Mas no busques significado en ellos. 5Están tan desprovistos de significado como las fantasías en las que van entretejidos. 6Los cuentos de hadas pueden ser pla­centeros o atemorizantes, pero nadie cree que sean verdad. 7Tal vez los niños crean en ellos, y así, por algún tiempo, son verdad para ellos. 8Mas cuando la realidad alborea, las fantasías desapa­recen. 9En el ínterin, no obstante, la realidad no había desapare­cido. 10El Segundo Advenimiento es la conciencia de la realidad, no su retorno. 12Criatura de Dios, ¡mira! la realidad está aquí. 2Te pertenece a ti, a mí y a Dios, y nos satisface completamente a todos. 3Ser cons­ciente de esto es lo único que sana porque es la conciencia dula verdad.

 

V. El sanador no sanado

1. El plan de perdón del ego se utiliza mucho más que el de Dios. 2Esto se debe a que lo ponen en práctica sanadores que no han sanado, y pertenece, por lo tanto, al ámbito del ego. 3Considere­mos ahora con más detenimiento al sanador no sanado. 4Por defi­nición, está tratando de dar lo que no ha recibido. 5Si un sanador no sanado es un teólogo, por ejemplo, puede que parta de la pre­misa: "Soy un miserable pecador, y eso es lo que eres tú también". 6Si es un psicoterapeuta, es más probable que parta de la creencia igualmente absurda de que el ataque es real tanto para él como para su paciente, aunque eso es algo que a ninguno de los dos debiera importar.

2. He dicho repetidamente que las creencias del ego no se pueden compartir, y ésa es la razón de que sean irreales. 2¿Cómo puede ser, entonces, que "ponerlas al descubierto" las haga cobrar reali­dad? 3Todo sanador que busca la verdad en fantasías aún no ha sanado, pues no sabe dónde buscarla y, por lo tanto, no dispone de la solución al problema de cómo sanar.

3. La única ventaja de traer las pesadillas a la conciencia es poder mostrar que no son reales y que su contenido no significa nada. 2El sanador no sanado no puede hacer eso porque no lo cree. 3Todos los sanadores no sanados siguen de una u otra forma el plan de perdón del ego. 4Si son teólogos probablemente se conde­nan a sí mismos, enseñan a condenar y propugnan una solución temible. 5Al proyectar la condenación sobre Dios, hacen que Éste parezca vengativo y temen Su justo castigo. 6Lo único que han hecho ha sido identificarse con el ego, y al percibir lo que éste hace, se condenan a sí mismos debido a esta confusión de identi­dad. 7Es comprensible que muchos se hayan rebelado contra este concepto, pero rebelarse contra él indica que aún siguen creyendo en él.

4. Algunas de las modalidades más recientes del plan del ego son tan inútiles como las más antiguas, pues la forma en que se mani­fiestan es irrelevante y el contenido sigue siendo el mismo. 2En una de estas nuevas modalidades, por ejemplo, un psicoterapeuta puede interpretar los símbolos del ego que han aparecido en una pesadilla, y luego valerse de ellos para probar que la pesadilla es real. 3Habiéndole otorgado realidad, intenta entonces desvanecer sus efectos menospreciando la importancia del soñador. 4Éste sería un enfoque curativo siempre que también se considerase al soñador como irreal. 5Mas si se equipara al soñador con la mente, se niega el poder correctivo de que goza la mente a través del Espíritu Santo. 6Esto es una contradicción, incluso desde la pers­pectiva del ego, contradicción que a éste, aun en su confusión, por lo general no se le escapa.

5. Si la manera de contrarrestar el miedo es reduciendo la impor­tancia de la mente, ¿de qué manera puede esto fortalecer al ego? 2Tales obvias incongruencias explican por qué nadie ha sido capaz todavía de explicar lo que ocurre realmente en la psicoterapia. 3En realidad no ocurre nada. 4Nada real le ha sucedido al sanador no sanado, y éste no puede sino aprender de lo que él mismo enseña. 5Su ego siempre tratará de sacar provecho de la situación. 6El sanador no sanado no sabe, por lo tanto, cómo dar, y, consecuentemente, no puede compartir. 7No puede corregir porque no está actuando de forma que facilite la corrección. 8Cree que es a él a quien corresponde enseñarle al paciente lo que es real, a pesar de que él mismo no lo sabe.

6. ¿Qué se debe hacer entonces? 2Cuando Dios dijo: "Que haya luz", hubo luz. 3¿Puedes acaso encontrar luz analizando la oscu­ridad, tal como hace el psicoterapeuta, o reconociendo la oscuri­dad en ti mismo -tal como hace el teólogo- y buscando una luz distante que la disipe al mismo tiempo que enfatizas lo lejos que está? 4La curación no es un misterio. 5Nada puede cambiar a menos que se entienda, ya que la luz es entendimiento. 6Un "mise­rable pecador" no puede curar sin la ayuda de la magia, ni tam­poco puede una "mente insignificante" apreciarse a sí misma sin esa misma clase de ayuda.

7. Ambas formas del enfoque del ego te llevarán forzosamente a un callejón sin salida, la típica "situación imposible" a la que el ego siempre conduce. 2Tal vez sea una ayuda para alguien el que se le indique hacia dónde se está encaminando, pero de poco le sirve si no se le ayuda además a cambiar de rumbo. 3El sanador no sanado no puede hacer eso por él, puesto que no lo puede hacer para sí mismo. 4La única aportación significativa que el sanador puede hacer es presentarle un ejemplo de alguien a quien se le cambió de rumbo y que ya no cree en pesadillas de ninguna clase. 5La luz en su mente, por lo tanto, responderá al que pregunta, que tiene que decidir con Dios que sí hay luz porque la ve. 6Y mediante este reconocimiento el sanador sabe que la luz está ahí. 7Así es como la percepción finalmente se transforma en conocimiento. 8El obrador de milagros comienza percibiendo luz, y transforma su percepción en certeza al extender continuamente la luz y al acep­tar el reconocimiento que ésta le ofrece. 9Los efectos de la luz le confirman que ésta está ahí.

8. Un terapeuta no cura, sino que deja que la curación ocurra espon­táneamente. 2Puede señalar la oscuridad, pero no puede traer luz por su cuenta, pues la luz no es de él. 3No obstante, al ser para él, tiene que ser también para su paciente. 4El Espíritu Santo es el único Terapeuta. 5Él hace que la curación sea evidente en cual­quier situación en la que Él es el Guía. 6Lo único que puedes hacer es dejar que Él desempeñe Su función. 7Él no necesita ayuda para llevarla a cabo. 8Te dirá exactamente lo que tienes que hacer para ayudar a todo aquel que Él te envíe en busca de ayuda, y le hablará a través de ti si tú no interfieres. 9Recuerda que eres tú el que elige el guía que ha de prestar la ayuda, y que una elección equivocada no constituirá ninguna ayuda. 10Pero recuerda asimismo que la elección correcta sí lo será. 11Confía en Él, pues ayudar es Su función, y Él es de Dios. 12A medida que despiertes otras mentes al Espíritu Santo a través de Él, y no a través de ti, te darás cuenta de que no estás obedeciendo las leyes de este mundo. 13Sólo las leyes que estás obedeciendo dan resul­tado. 14"Lo bueno es lo que da resultado" es una afirmación acertada, pero incompleta. 15Sólo lo bueno puede dar resultado. 16Nada más puede hacerlo.

9. Este curso ofrece un marco de enseñanza muy claro y muy simple, y te provee de un Guía que te dice lo que debes hacer. 2Si le obedeces, verás que lo que El te dice es lo que da resultado. 3Los resultados que se derivan de seguir Su dirección son más convincentes que Sus palabras. 4Te demostrarán que las palabras son ciertas. 5Siguiendo al Guía adecuado, aprenderás la más sim­ple de todas las lecciones:

 

6Por sus frutos los conoceréis, y ellos se

conocerán así mismos.

 

VI. La aceptación de tu hermano

1. ¿Cómo puedes hacerte cada vez más consciente del Espíritu Santo en ti sino mediante los efectos que Él produce? 2No puedes verle con tus ojos ni oírle con tus oídos. 3¿Cómo puedes, enton­ces, percibirle en absoluto? 4Si inspiras alegría, y otros reaccionan ante ti con alegría, es que debe haber algo en ti capaz de susci­tarla aunque tú mismo no la estés experimentando. 5Por lo tanto, si se encuentra en ti y puede suscitar alegría, y ves que cierta­mente la suscita en otros, es que estás separándote de ello dentro de ti.

2. Te parece que el Espíritu Santo no suscita alegría de manera consistente en ti, debido únicamente a que tú no suscitas alegría de manera consistente en otros. 2Evalúas la consistencia del Espí­ritu Santo basándote en las reacciones de tus hermanos ante ti. 3Cuando eres inconsistente no siempre produces alegría, y de esta manera no siempre reconoces Su consistencia. 4Lo que le ofreces a tu hermano se lo ofreces a Él porque lo que Él da no puede exce­der tu ofrecimiento. 5Esto no se debe a que Él ponga límites en lo que da, sino simplemente a que tú has puesto límites en lo que puedes recibir. 6La decisión de recibir es la decisión de aceptar.

3. Si tus hermanos forman parte de ti, ¿por qué no los ibas a acep­tar? 2Sólo ellos pueden enseñarte lo que eres, pues lo que apren­des es el resultado de lo que les enseñaste. 3Lo que invocas en ellos lo invocas en ti. 4Y al invocarlo en ellos cobra realidad para ti. 5Dios no tiene más que un Hijo, y los conoce a todos cual uno solo. 6Únicamente Dios es más que ellos, pero ellos no son menos que Él. 7¿Quieres saber lo que esto significa? 8Si lo que le haces a mi hermano me lo haces a mí, y si todo lo que haces te lo haces a ti mismo porque todos somos parte de ti, todo lo que nosotros hacemos es para ti también. 9Todo aquel que Dios creó forma parte de ti y comparte Su Gloria contigo. 10Su Gloria le pertenece a Él, pero te pertenece igualmente a ti. 11No puedes, por lo tanto, ser menos glorioso que Él.

4. Dios es más que tú únicamente porque Él te creó, pero ni siquiera esta capacidad de crear se reservó Él sólo para Sí. 2Puedes, por lo tanto, crear tal como Él lo hizo, y tu disociación no puede alterar eso. 3Ni la Luz de Dios ni la tuya se atenúan por el hecho de que tú no veas. 4Puesto que la Filiación sólo puede crear como una sola entidad, recuerdas a toda la creación cada vez que reconoces parte de ella. 5Cada parte que recuerdas contribuye a tu plenitud porque cada parte está completa. 6La plenitud es indi­visible, pero no puedes saber de la plenitud que gozas hasta que no la veas por todas partes. 7Sólo puedes conocerte tal como Dios conoce a Su Hijo, pues el conocimiento se comparte con Dios. 8Cuando despiertes en Él conocerás tu grandeza al aceptar que Su infinitud te pertenece. 9Pero mientras tanto, juzgarás tu grandeza tal como juzgues la de tu hermano, y la aceptarás al aceptar la suya.

5. Todavía no estás despierto, pero puedes aprender a despertar. 2El Espíritu Santo te enseña a despertar a otros de una manera muy simple. 3A medida que los veas despertar aprenderás lo que significa despertar, y puesto que has elegido despertarlos, su gra­titud y aprecio por lo que les has dado te mostrará el valor de despertar. 4Ellos se convertirán en los testigos de tu realidad, tal como todos vosotros fuisteis creados testigos de la de Dios. 5Mas cuando la Filiación se unifique y acepte su unicidad* se la cono­cerá por sus creaciones, las cuales dan testimonio de su realidad del mismo modo en que el Hijo da testimonio del Padre.

6. Los milagros no tienen cabida en la eternidad porque son reparadores. 2Sin embargo, mientras aún necesites curación, tus milagros son los únicos testigos de tu realidad que puedes reco­nocer. 3No puedes obrar un milagro para ti mismo porque los milagros son una forma de dar aceptación y de recibirla. 4En el tiempo, dar ocurre primero, pero en la eternidad, donde no pue­den estar separados, dar y recibir ocurren simultáneamente. 5Cuando hayas aprendido que dar es lo mismo que recibir, ya no habrá necesidad de tiempo.

7. La eternidad es un solo tiempo, y su única dimensión es "siem­pre". 2Esto no tendrá ningún sentido para ti hasta que no recuer­des los Brazos abiertos de Dios, y conozcas finalmente Su Mente receptiva. 3Al igual que Él, tú existes "siempre", en Su Mente y con una mente como la Suya. 4Tus creaciones se encuentran en tu mente receptiva en perfecta comunicación nacida de un perfecto entendimiento. 5Sólo con que pudieses aceptar una de ellas ya no desearías nada de lo que el mundo ofrece. 6Todo lo demás no significaría nada para ti. 7El significado de Dios está incompleto sin ti, y tú estás incompleto sin tus creaciones. 8Acepta a tu her­mano en este mundo y no aceptes nada más, pues en él encontra­rás tus creaciones toda vez que él las creó contigo. 9No sabrás que eres un co-creador con Dios hasta que no aprendas que tu her­mano es un co-creador contigo.

 

LECCIÓN 95

 

Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

 

1. La idea de hoy te describe exactamente tal como Dios te creó. 2Eres uno solo contigo mismo y uno solo con Él. 3Tuya es la uni­dad de toda la creación. 4Tu perfecta unidad hace que cualquier cambio en ti sea imposible. 5No aceptas esto, ni te das cuenta de que no puede sino ser verdad, debido únicamente a que crees que ya has efectuado un cambio en ti.

2. Crees ser una ridícula parodia de la creación de Dios: débil, perverso, lleno de fealdad y de pecado, abatido por la miseria y agobiado por el dolor. 2Tal es la versión que tienes de ti mismo: un ser dividido en muchas partes conflictivas y separadas de Dios que a duras penas se mantienen unidas por su errático y capri­choso hacedor, a quien rezas. 3Él no oye tus rezos, pues es sordo. 4No ve tu unidad, pues es ciego. 5No entiende que tú eres el Hijo de Dios, pues es insensato y no comprende nada.

3. Hoy trataremos de ser conscientes únicamente de lo que puede oír y ver, y tiene perfecto sentido. 2Una vez más, la meta de nues­tros ejercicios será llegar hasta tu único Ser, el Cual está unido a Su Creador. 3Lleno de paciencia y esperanza, hoy volveremos a tratar de llegar hasta Él.

4. Dedicar los primeros cinco minutos de cada hora de vigilia a practicar la idea del día te ofrece ciertas ventajas en la etapa de aprendizaje en la que te encuentras ahora. 2Es muy difícil a estas alturas evitar que la mente divague si se la somete a largos perío­dos de práctica. 3Seguramente ya te habrás percatado de esto. 4Has visto cuán grande es tu falta de disciplina mental y la nece­sidad que tienes de entrenar a tu mente. 5Es necesario que reco­nozcas esto, pues ciertamente es un obstáculo para tu progreso.

5. Las sesiones de práctica más cortas y más frecuentes te ofrecen otras ventajas en este momento. 2Además de haber reconocido cuán difícil te resulta mantener tu atención fija por largos interva­los, tienes también que haber notado que, a no ser que se te recuerde frecuentemente tu propósito, tiendes a olvidarte de él por largos períodos de tiempo. 3A menudo te olvidas de llevar a cabo las aplicaciones cortas de la idea del día, y aún no has for­mado el hábito de utilizar la idea como respuesta automática a cualquier tentación.

6. Es necesario, pues, que, a estas alturas, dispongas de cierta estructura en la que se incluyen recordatorios frecuentes de tu objetivo e intentos regulares de alcanzarlo. 2La regularidad en cuanto al horario, no es el requisito ideal para la forma más bene­ficiosa de practicar la salvación. 3Es algo ventajoso, no obstante, para aquellos cuya motivación es inconsistente y cuyas defensas contra el aprendizaje son todavía muy fuertes.

7. Continuaremos, por lo tanto, con nuestras sesiones de práctica de cinco minutos cada hora por algún tiempo, y se te exhorta a que omitas las menos posibles. 2Utilizar los primeros cinco minu­tos de cada hora te resultará especialmente útil, ya que ello impone una estructura más firme. 3No obstante, no utilices tus desviaciones de este horario como una excusa para no volver a adherirte a él tan pronto como puedas. 4Puede que te sientas ten­tado de considerar el día como perdido simplemente porque dejaste de hacer lo que se requería de ti. 5Esto, no obstante, se debe reconocer sencillamente como lo que es: una renuencia por tu parte a permitir que el error sea corregido y una falta de buena voluntad para tratar de nuevo.

8. Tus errores no pueden hacer que el Espíritu Santo se demore en impartir Sus enseñanzas. 2Sólo tu renuencia a desprenderte de ellos puede hacerlo. 3Resolvamos, por consiguiente, especial­mente durante los próximos siete u ocho días, estar dispuestos a perdonarnos a nosotros mismos nuestra falta de diligencia y el no seguir al pie de la letra las instrucciones que se nos dan para prac­ticar la idea del día. 4Esta tolerancia con la debilidad nos permitirá pasarla por alto, en lugar de otorgarle el poder de demorar nues­tro aprendizaje. 5Si le otorgarnos ese poder, creeremos que es for­taleza, y estaremos confundiendo la fortaleza con la debilidad.

9. Cuando no cumples con los requisitos de este curso, estás sim­plemente cometiendo un error. 2Y lo único que ello requiere es corrección. 3Permitir que el error siga repitiéndose es cometer errores adicionales, que se basan en el primero y que lo refuer­zan. 4Éste es el proceso que debes dejar a un lado, pues no es sino otra manera de defender las ilusiones contra la verdad.

10. Deja atrás todos estos errores reconociéndolos simplemente como lo que son: 2intentos de mantener alejado de tu conciencia el hecho de que eres un solo Ser, unido a tu Creador, uno con cada aspecto de la creación y dotado de una paz y un poder infinitos. 3Esto es la verdad y nada más lo es. 4Hoy volveremos a afirmar esta verdad y a tratar de llegar a aquel lugar en ti donde no existe la menor duda de que sólo eso es verdad.

11. Comienza las sesiones de práctica de hoy con la siguiente garantía y ofrécesela a tu mente con toda la certeza de que pue­das hacer acopio:

 

2Soy un solo Ser, unido a mi Creador, uno con cada aspecto de la creación, dotado de una paz y un poder infinitos.

 

3Luego cierra los ojos y repítela otra vez para tus adentros, lenta­mente y a conciencia, tratando de dejar que el significado de las palabras penetre en tu mente y reemplace todas tus ideas falsas:

 

4Soy un solo Ser.

 

5Repite esto varias veces y luego trata de experimentar lo que las palabras quieren decir.

12. Eres un solo Ser, unificado y a salvo en la luz, la dicha y la paz. 2Eres el Hijo de Dios, un solo Ser, con un solo Creador y un solo objetivo: brindar a todas las mentes la conciencia de esta unidad, de manera que la verdadera creación pueda extender la Totali­dad y Unidad de Dios. 3Eres un solo Ser, completo, sano y pleno, con el poder de levantar el velo de tinieblas que se abate sobre el mundo y dejar que la luz que mora en ti resplandezca a fin de enseñarle a éste la verdad de lo que eres.

13. Eres un solo Ser, en perfecta armonía con todo lo que existe y con todo lo que jamás existirá. 2Eres un solo Ser, el santo Hijo de Dios, unido a tus hermanos en ese Ser y unido a tu Padre en Su Voluntad. 3Siente a este único Ser en ti, y deja que Su resplandor disipe todas tus ilusiones y dudas. 4Éste es tu Ser, el Hijo de Dios Mismo, impecable como Su Creador, Cuya fortaleza mora en ti y Cuyo Amor es eternamente tuyo. 5Eres un solo Ser, y se te ha concedido poder sentir este Ser dentro de ti y expulsar todas tus ilusiones fuera de la única Mente que es ese Ser, la santa verdad en ti.

14. No te olvides hoy. 2Necesitamos tu ayuda, el pequeño papel que te corresponde desempeñar para brindar felicidad a todo el mundo. 3Y el Cielo te contempla sabiendo que hoy vas a inten­tarlo. 4Comparte, por lo tanto, su certeza con él, pues es tuya. 5Mantente alerta. 6No te olvides hoy. 7Recuerda tu objetivo a lo largo del día. 8Repite la idea de hoy tan a menudo como puedas, comprendiendo que cada vez que lo haces, alguien oye la voz de la esperanza, el alborear de la verdad en su mente y el sereno batir de las alas de la paz.

15. Tu propio reconocimiento de que eres un solo Ser, unido a tu Padre, es un llamamiento a todo el mundo para que se una a ti. 2Asegúrate de extender la promesa de la idea de hoy a todo aquel con quien te encuentres en este día diciéndole:

 

3Tú y yo somos un solo Ser, unidos con nuestro Creador en este Ser.

4Te honro por razón de lo que soy, y de lo que es Aquel que nos ama a ambos cual uno solo.

 

LECCIÓN 96

 

La salvación procede dé mi único Ser.

 

1. Aunque eres un solo Ser, te percibes a ti mismo como si fueses dos: bueno y malo, lleno de amor y lleno de odio, mente y cuerpo. 2Esta sensación de estar dividido en dos estados opuestos da lugar a un constante y agudo conflicto, y conduce a desesperados inten­tos de reconciliar los aspectos contradictorios de esa auto-percep­ción. 3Has buscado muchas de estas soluciones reconciliatorias, pero ninguna de ellas te ha dado resultado. 4Los opuestos que percibes en ti jamás serán compatibles. 5Tan sólo uno de ellos existe.

2. Si has de salvarte, tienes que aceptar el hecho de que, por mucho que lo intentes, la verdad y lo ilusorio no pueden reconci­liarse, independientemente de los medios que utilices o de dónde percibas el problema. 2Hasta que no aceptes esto, irás en pos de un sinnúmero de metas irrealizables, desperdiciarás el tiempo, tus esfuerzos serán en vano, fluctuarás entre la esperanza y la duda, y cada intento será tan fútil como el anterior y tan inútil como sin duda alguna habrá de ser el siguiente.

3. Los problemas que no tienen sentido no se pueden resolver dentro del marco en que se han planteado. 2Dos seres en conflicto supone una condición que no se puede resolver, y no puede haber tampoco un punto de encuentro entre el bien y el mal. 3El ser que tú fabricaste jamás podrá ser tu Ser, ni tampoco puede tu Ser divi­dirse en dos y seguir siendo lo que es y lo que no puede sino ser eternamente. 4Una mente y un cuerpo no pueden ambos coexistir. 5No trates de reconciliarlos, pues cada uno de ellos niega que el otro sea real. 6Si eres lo físico, tu mente desaparece del concepto que tienes de ti mismo, pues no tiene un lugar en el que realmente pueda ser parte de ti. 7Si eres espíritu, el cuerpo es entonces el que no tiene ningún sentido en tu realidad.

4. La mente es el medio del que el espíritu se vale para expresarse a Sí Mismo. 2Y la mente que sirve al espíritu está en paz y llena de gozo. 3Deriva su poder del espíritu y desempeña gustosamente su función aquí. 4La mente puede, por otro lado, verse también a sí misma como divorciada del espíritu y percibirse como dentro de un cuerpo al que confunde consigo misma. 5Sin su función, pues, no tiene paz, y la felicidad se vuelve algo ajeno a su pensamiento.

5. Mas una mente separada del espíritu no puede pensar. 2Ha negado la Fuente de su fortaleza, y se considera a sí misma des­valida, limitada y débil. 3Desasociada ahora de su función, cree estar sola y separada, atacada por ejércitos que se organizan con­tra ella; cree asimismo estar oculta en la frágil estructura del cuerpo. 4Ahora tiene que reconciliar lo que es diferente con lo que es lo mismo, pues para eso es para lo que piensa que es.

6. No pierdas más tiempo en esto. 2¿Quién puede resolver los insensatos conflictos que los sueños presentan? 3¿Qué significado podría tener en verdad su resolución? 4¿Qué objeto tendría? 5¿De qué serviría? 6La salvación no puede hacer que las ilusiones sean reales, ni tampoco resolver un problema que no existe. 7Tal vez albergas la esperanza de que puede. 8Mas ¿querrías que el plan de Dios para la liberación de Su amado Hijo le causase dolor a éste y además no lo liberase?

7. Tu Ser aún conserva Sus pensamientos, los cuales permanecen dentro de tu mente y en la Mente de Dios. 2El Espíritu Santo con­serva la salvación en tu mente y le ofrece el camino de la paz. 3La salvación es un pensamiento que compartes con Dios porque Su Voz lo aceptó por ti y respondió en tu nombre que se había consu­mado. 4De esta manera, la salvación está salvaguardada entre los pensamientos que tu Ser aprecia y abriga por ti con amor.

8. Hoy intentaremos localizar este pensamiento, cuya presencia en tu mente está garantizada por Aquel que te habla desde tu único Ser. 2Nuestras prácticas de cinco minutos cada hora estarán dedicadas a buscar este Ser en tu mente. 3La salvación procede de Él a través de Aquel que es el puente entre tu mente y Él. 4Espera pacientemente y deja que Él te hable acerca de tu Ser y de lo que tu mente puede hacer una vez que haya sido restituida a Éste y se encuentre libre para servir Su Voluntad.

9. Comienza diciendo lo siguiente:

 

2La salvación procede de mi único Ser.

3Sus pensamientos están a mi disposición.

 

4Luego busca Sus pensamientos, y reclámalos como tuyos. 5Son tus pensamientos reales, los cuales has negado mientras dejabas que tu mente vagase por un mundo de sueños en busca de ilusio­nes que los sustituyesen. 6He aquí tus pensamientos, los únicos que tienes. 7La salvación se encuentra entre ellos. aHállala allí.

10. Si tienes éxito, los pensamientos que se te ocurran te dirán que te has salvado y que tu mente ha encontrado la función que pro­curó perder. 2Tu Ser le dará la bienvenida y la colmará de paz. 3Una vez que su fortaleza haya sido restaurada, tu mente podrá fluir de nuevo desde su espíritu al espíritu de todas las cosas creadas por el Espíritu a semejanza de Sí Mismo. 4Tu mente ben­decirá todas las cosas. 5Una vez que la confusión haya cesado, quedarás restaurado, pues habrás hallado tu Ser.

11. Tu Ser sabe que hoy no puedes fracasar. 2Tal vez tu mente siga dudándolo por un rato, 3pero no te dejes desanimar por ello. 4Tu Ser conservará para ti la dicha que experimenta, y gozarás de ella con plena conciencia. 5Cada vez que dedicas cinco minutos de cada hora a buscar a Aquel que une a tu mente con tu Ser, le ofreces un tesoro adicional para que lo salvaguarde para ti.

12. Cada vez que le dices hoy a tu agitada mente que tu salvación procede de tu único Ser, añades otro tesoro más a tu creciente almacén. 2Y éste se le da en su totalidad a todo aquel que lo pida y acepte el regalo. 3Piensa, pues, cuánto se te está dando este día para que lo des, de manera que se te pueda dar a ti.

 

LECCIÓN 97

 

Soy espíritu.

 

1. La idea de hoy te identifica a ti con tu único Ser. 2No acepta una identidad dividida, ni trata de formar una unidad entrela­zando factores opuestos. 3Simplemente declara la verdad. 4Prac­tica hoy esta verdad tan a menudo como puedas, pues extraerá a tu mente del conflicto y la llevará a los serenos campos de la paz. 5Ni el más leve escalofrío de miedo hará acto de presencia, pues habrá sido absuelta de la locura al haber abandonado la ilusión de una identidad dividida.

2. Volvemos a declarar la verdad acerca de tu Ser, el santo Hijo de Dios que mora en ti, a Cuya mente le ha sido restituida la cordura. 2Tú eres el espíritu que ha sido amorosamente dotado de todo el Amor, la paz y la dicha de tu Padre. 3Tú eres el espíritu que completa a Dios Mismo y que comparte con Él Su función de Creador. 4Él está siempre contigo, tal como tú estás con Él.

3. Hoy trataremos de acercar la realidad a tu mente todavía más. 2Cada vez que practicas, te vuelves cuando menos un poco más consciente, ahorrando en algunas ocasiones mil años o más. 3Los minutos que dedicas se multiplican una y otra vez, pues el mila­gro hace uso del tiempo, pero no está regido por él. 4La salvación es un milagro, el primero y el último; el primero que es el último, pues es uno.

4. Tú eres el espíritu en cuya mente mora el milagro en el que el tiempo se detiene; el milagro en el que un minuto que se dedique a la práctica de estas ideas se convierte en un lapso de tiempo ilimitado e infinito. 2Da, pues, gustosamente estos minutos, y cuenta con Aquel que prometió infundirlos de intemporalidad. 3Él respaldará con toda Su fortaleza cada pequeño esfuerzo que hagas. 4Concédele hoy los minutos que Él necesita para poder ayudarte a entender con Él que tú eres el espíritu que mora en Él y que hace un llamamiento a todas las cosas vivientes a través de Su Voz; el espíritu que ofrece Su visión a todo aquel que se la pide y que reemplaza el error con la simple verdad.

5. El Espíritu Santo se regocijará de tomar cinco minutos de cada hora de tu tiempo para llevarlos alrededor de este mundo afli­gido donde el dolor y la congoja parecen reinar. 2No pasará por alto ni una sola mente receptiva que esté dispuesta a aceptar los dones de curación que esos minutos brindan, y los concederá allí donde Él sabe que han de ser bien recibidos. 3Y su poder sanador aumentará cada vez que alguien los acepte como sus propios pensamientos y los use para curar.

6. De esta manera, cada ofrenda que se le haga se multiplicará miles de veces y decenas de miles más. 2Y cuando te sea devuelta, sobrepasará en poderío la pequeña ofrenda que hiciste, en forma parecida a como el resplandor del sol es infinitamente más potente que el pequeño destello que emite la luciérnaga en un fugaz instante antes de apagarse. 3El constante fulgor de esta luz permanecerá y te guiará más allá de las tinieblas; y jamás podrás olvidar el camino otra vez.

7. Comienza estos gratos ejercicios con las palabras que el Espí­ritu Santo te dice, y deja que su eco reverbere por todo el mundo a través de Él:

 

2Espíritu soy, un santo Hijo de Dios; libre de toda limita­ción, a salvo, sano y pleno.

3Libre para perdonar y libre para salvar al mundo.

 

3Expresado a través de ti, el Espíritu Santo aceptará este regalo que recibiste de Él, aumentará su poder y te lo devolverá.

8. Ofrécele gustosamente hoy cada sesión de práctica. 2Y Él te hablará, recordándote que eres espíritu, uno con Él y con Dios, uno con tus hermanos y con tu Ser. 3Escucha las seguridades que te da cada vez que pronuncias las palabras que Él te ofrece hoy, y permite que Él le diga a tu mente que son verdad. 4Utilízalas contra cualquier tentación, y evita las lamentables consecuencias que la tentación trae consigo si sucumbes a la creencia de que eres otra cosa. 5El Espíritu Santo te brinda paz hoy. 6Recibe Sus palabras, y ofréceselas a Él.

 

7 DE ABRIL

VII. Las dos evaluaciones

1. La Voluntad de Dios es que tú encuentres la salvación. 2¿Cómo, entonces, no te iba a haber proporcionado los medios para encon­trarla? 3Si Su Voluntad es que te salves, tiene que haber dispuesto que alcanzar la salvación fuese posible y fácil. 4Tienes hermanos por todas partes. 5No tienes que buscar la salvación en parajes remotos. 6Cada minuto y cada segundo te brinda una oportuni­dad más para salvarte. 7No dejes pasar esas oportunidades, no porque no vayan a repetirse, sino porque demorar la dicha es innecesario. 8La Voluntad de Dios es que seas completamente feliz ahora. 9¿Cómo podría ser que ésa no fuese también tu voluntad? 10¿Y sería posible asimismo que ésa no fuese también la voluntad de tus hermanos?

2. Ten presente, pues, que sólo en esa voluntad conjunta, y sólo en ella, os encontráis unidos. 2Podrá haber desacuerdo en todo lo demás, pero no en esto. 3Ahí, pues, es donde mora la paz. 4Y tú moras en paz cuando así lo decides. 5Pero no puedes morar en paz a menos que aceptes la Expiación porque la Expiación es el camino que conduce a la paz. 6La razón de ello es muy simple, y tan obvia que a menudo se pasa por alto. 7El ego le tiene miedo a lo obvio porque lo obvio es la característica esencial de la reali­dad. 8No obstante, tú no puedes pasarla por alto a menos que no estés mirando.

3. Es perfectamente obvio que si el Espíritu Santo contempla con amor todo lo que percibe, también te contempla a ti con amor. 2La evaluación que Él hace de ti se basa en Su conocimiento de lo que eres, y es, por lo tanto, una evaluación correcta. 3Y esta evalua­ción tiene que estar en tu mente porque Él lo está. 4El ego está también en tu mente porque aceptaste que estuviese ahí. 5La eva­luación que él hace de ti, no obstante, es exactamente la opuesta a la del Espíritu Santo, pues el ego no te ama. 6No es consciente de lo que eres, y desconfía totalmente de todo lo que percibe debido a que sus percepciones son tan variables. 7El ego, por lo tanto, es capaz de ser desconfiado en el mejor de los casos, y cruel en el peor. 8Ésa es la gama de sus posibilidades. 9No puede excederla debido a su incertidumbre. 10Y no puede ir más allá de ella por­que nunca puede estar seguro de nada.

4. Tienes, pues, dos evaluaciones conflictivas de ti mismo en tu mente, y ambas no pueden ser ciertas. 2Todavía no te has dado cuenta de cuán extremadamente diferentes son porque no entiendes cuán elevada es realmente la percepción que el Espíritu Santo tiene de ti. 3El Espíritu Santo no se engaña con respecto a nada de lo que haces, porque nunca se olvida de lo que eres. 4El ego se engaña con respecto a todo lo que haces, especialmente cuando respondes al Espíritu Santo, ya que en esos momentos su confu­sión aumenta. 5Es muy probable, por lo tanto, que el ego te ataque cuando reaccionas amorosamente, ya que te ha evaluado como incapaz de ser amoroso y estás contradiciendo su juicio. 6El ego atacará tus motivos tan pronto como éstos dejen de estar clara­mente de acuerdo con la percepción que él tiene de ti. 7En ese caso es cuando pasa súbitamente de la sospecha a la perversidad, ya que su incertidumbre habrá aumentado. 8Es evidente, no obs­tante, que no tiene objeto devolverle el ataque. 9Pues ¿qué podría significar eso, sino que estás de acuerdo con su evaluación acerca de lo que eres?

5. Si eliges considerarte a ti mismo como incapaz de ser amoroso no podrás ser feliz. 2Te estarás auto-condenando y no podrás por menos que considerarte inadecuado. 3¿Acudirías entonces al ego para que te ayudase a escapar de la sensación de insuficiencia que él mismo ha provocado y que tiene que preservar para proteger su existencia? 4¿Cómo ibas a poder escaparte de su evaluación valiéndote de los mismos métodos que él utiliza para conservar esa imagen intacta?

6. No puedes evaluar un sistema de creencias demente desde su interior. 2Su campo de acción impide esa posibilidad. 3Lo único que puedes hacer es salirte de él, examinarlo desde una perspec­tiva de cordura y notar la diferencia. 4Sólo mediante este contraste puede la demencia ser juzgada como demente. 5Aunque dispones de la grandeza de Dios, has elegido ser insignificante y lamentarte de tu pequeñez. 6Dentro del sistema que impuso esta elección, lamentarse es inevitable. 7En él tu pequeñez se da por sentada y no te detienes a preguntar: "¿Quién lo decidió así?" 8La pregunta no tiene ningún sentido dentro del sistema de pensamiento del ego, ya que pondría en entredicho todo el sistema en sí.

7. He dicho que el ego no sabe lo que es una verdadera pregunta. 2La falta de conocimiento, de la clase que sea, está siempre aso­ciada con una renuencia a saber, y esto da lugar a una completa ausencia de conocimiento simplemente porque el conocimiento es total. 3No cuestionar tu pequeñez, por lo tanto, es negar todo conocimiento y mantener intacto todo el sistema de pensamiento del ego. 4No puedes conservar sólo una parte de un sistema de pensamiento, ya que éste únicamente se puede poner en duda cuestionando sus cimientos. 5Y esto se debe hacer desde fuera de él, porque dentro, sus cimientos se mantienen firmes. 6El Espíritu Santo juzga contra la realidad del sistema de pensamiento del ego simplemente porque sabe que sus cimientos son falsos. 7Por lo tanto, nada que procede de él significa nada. 8El Espíritu Santo juzga cualquier creencia que tengas de acuerdo con su proceden­cia. 9Si procede de Dios, sabe que es verdadera. 10Si no procede de Él, sabe que no significa nada.

8. Siempre que pongas en duda tu valor, di:

 

2Dios Mismo está incompleto sin mí.

 

3Recuerda esto cuando el ego te hable, y no le oirás. 4La verdad acerca de ti es tan sublime que nada que sea indigno de Dios puede ser digno de ti. 5Decide, pues, lo que deseas desde este punto de vista, y no aceptes nada que no sea digno de ser ofre­cido a Dios. 6No deseas nada más. 7Devuélvele tu parte, y Él te dará la totalidad de Sí Mismo a cambio de la devolución de lo que es Suyo y de lo que le restaura Su plenitud.

LECCIÓN 98

 

Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

 

1. Hoy es un día de una consagración especial. 2Hoy vamos a adoptar una postura firme en favor de un solo bando. 3Nos vamos a poner de parte de la verdad y a abandonar las ilusiones. 4No vacilaremos entre una cosa y otra, sino que adoptaremos una firme postura en favor de Dios. 5Hoy nos vamos a consagrar a la verdad, y a la salvación tal como Dios la planeó. 6No vamos a alegar que es otra cosa 7ni a buscarla donde no está. 8La aceptare­mos gustosamente tal como es, y desempeñaremos el papel que Dios nos asignó.

2. ¡Qué dicha tener certeza! 2Hoy dejamos de lado todas nuestras dudas y nos afianzamos en nuestra postura, seguros de nuestro propósito y agradecidos de que la duda haya desaparecido y la certeza haya llegado. 3Tenemos una importante función que de­sempeñar y se nos ha provisto de todo cuanto podamos necesitar para alcanzar la meta. 4Ni una sola equivocación se interpone en nuestro camino. 5Hemos sido absueltos de todo error. 6Hemos quedado limpios de todos nuestros pecados al habernos dado cuenta de que no eran sino errores.

3. Los que están libres de culpa no tienen miedo, pues están a salvo y reconocen su seguridad. 2No recurren a la magia, ni inge­nian posibles escapatorias de amenazas imaginarias y desprovis­tas de realidad. 3Descansan en la serena certeza de que llevarán a cabo lo que se les encomiende hacer. 4No ponen en duda su pro­pia capacidad porque saben que cumplirán debidamente su fun­ción en el momento y lugar perfectos. 5Ellos adoptaron la postura que nosotros vamos a adoptar hoy, a fin de que pudiésemos com­partir su certeza y aumentarla mediante nuestra aceptación.

4. Todos aquellos que adoptaron la postura que hoy vamos a adoptar nosotros estarán a nuestro lado y nos transmitirán gusto­samente todo cuanto aprendieron, así como todos sus logros. 2Los que todavía no están seguros también se unirán a nosotros y, al compartir nuestra certeza, la reforzarán todavía más. 3Y los que aún no han nacido, oirán la llamada que nosotros hemos oído, y la contestarán cuando hayan venido a elegir de nuevo. 4Hoy no ele­gimos sólo para nosotros.

5. ¿No vale la pena acaso dedicar cinco minutos de tu tiempo cada hora a cambio de poder aceptar la felicidad que Dios te dio? 2¿No vale la pena acaso dedicar cinco minutos de cada hora a fin de reconocer cuál es tu función especial aquí? 3¿Qué son cinco minutos si a cambio de ello puedes recibir algo tan grande que es inconmensurable? 4Has hecho por lo menos mil tratos en los que saliste perdiendo.

6. He aquí una oferta que garantiza tu total liberación de cual­quier clase de dolor y una dicha que no es de este mundo. 2Puedes intercambiar una pequeña parte de tu tiempo por paz interior y certeza de propósito, con la promesa de que triunfarás. 3Y puesto que el tiempo no tiene significado, se te está dando todo a cambio de nada. 4He aquí un trato en el que no puedes perder. 5Y lo que ganas es en verdad ilimitado.

7. Ofrécele hoy tu modesta dádiva de cinco minutos cada hora. 2Él impartirá a las palabras que utilices al practicar con la idea de hoy la profunda convicción y firmeza de las que tú careces. 3Sus palabras se unirán a las tuyas y harán de cada repetición de la idea de hoy una absoluta consagración, hecha con fe tan perfecta y segura como la que Él tiene en ti. 4La confianza que Él tiene en ti impartirá luz a todas las palabras que pronuncies, e irás más allá de su sonido a lo que verdaderamente significan. 5Hoy prac­ticas con Él mientras dices:

 

6Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

 

8. En cada uno de los períodos de cinco minutos que pases con Él, Él aceptará tus palabras y te las devolverá radiantes de una fe y confianza tan grandes e inquebrantables que iluminarán el mundo con esperanza y felicidad. 2No dejes pasar ni una sola oportunidad de ser el feliz receptor de Sus regalos, para que a tu vez puedas dárselos hoy al mundo.

9. Ofrécele las palabras y Él se encargará del resto. 2Él te ayudará a entender tu función especial. 3Él allanará el camino que te con­duce a la felicidad, y la paz y la confianza serán Sus regalos, Su respuesta a tus palabras. 4Él responderá con toda Su fe, dicha y certeza que lo que dices es verdad. 5Y entonces gozarás de la misma convicción de que goza Aquel que conoce tu función en la tierra así como en el Cielo. 6Él estará contigo durante cada sesión de práctica que compartas con Él, e intercambiará cada instante de tiempo que le ofrezcas por intemporalidad y paz.

10. Pasa la hora preparándote felizmente para los próximos cinco minutos que vas a volver a pasar con Él. 2Repite la idea de hoy mientras esperas la llegada de ese feliz momento. 3Repítela a menudo, y no te olvides de que cada vez que lo haces, preparas a tu mente para el feliz momento que se acerca.

11. Y cuando la hora haya transcurrido y Él esté ahí una vez más para pasar otro rato contigo, siéntete agradecido y deja a un lado toda tarea mundana, pensamiento insignificante o idea restric­tiva, y pasa un feliz rato en Su compañía otra vez. 2Dile una vez más que aceptas el papel que Él quiere que asumas y que te ayu­dará a desempeñar, y Él hará que estés seguro de que deseas tomar esa decisión, la cual Él ya ha tomado contigo y tú con Él.

 

8 DE ABRIL

VIII. La grandeza en contraposición a la grandiosidad

1. La grandeza es de Dios y sólo de Él. 2Por lo tanto, se encuentra en ti. 3Siempre que te vuelves consciente de ella, por vagamente que sea, abandonas al ego automáticamente, ya que en presencia de la grandeza de Dios la insignificancia del ego resulta perfecta­mente evidente. 4Cuando esto ocurre, el ego cree -a pesar de que no lo entiende- que su "enemigo" lo ha atacado, e intenta ofre­certe regalos para inducirte a que vuelvas a ponerte bajo su "pro­tección". 5El auto-engrandecimiento es la única ofrenda que puede hacer. 6La grandiosidad del ego es la alternativa que él ofrece a la grandeza de Dios. 7¿Por cuál de estas dos alternativas te vas a decidir?

2. El propósito de la grandiosidad es siempre encubrir la desespe­ración. 2No hay esperanzas de que pueda hacerlo porque no es real. 3Es un intento de contrarrestar tu sensación de pequeñez, basado en la creencia de que la pequeñez es real. 4Sin esta creencia la grandiosidad no tendría sentido y no la desearías en absoluto. 5La esencia de la grandiosidad es la competencia porque la grandiosidad siempre implica ataque. 6Es un intento ilusorio de eclip­sar pero no de deshacer. 7Dijimos anteriormente que el ego oscila entre la sospecha y la perversidad. 8Permanece receloso mientras te desesperes contigo mismo. 9Pasa a la perversidad cuando deci­des no tolerar más tu auto-degradación e ir en busca de ayuda. 10Entonces te ofrece como "solución" la ilusión del ataque.

3. El ego no entiende la diferencia que hay entre la grandeza y la grandiosidad porque no ve la diferencia que hay entre los impul­sos milagrosos y las extrañas creencias del ego que él mismo ha inventado. 2Te dije que el ego es consciente de que su existencia está amenazada, pero no hace distinciones entre estos dos tipos de amenaza tan diferentes. 3Su profunda sensación de vulnerabi­lidad le impide juzgar, excepto con ataques. 4Cuando el ego se siente amenazado, su única elección estriba en si atacar ahora o retirarse para atacar más tarde. 5Si aceptas su oferta de grandiosi­dad atacará inmediatamente. 6Si no, esperará.

4. El ego queda inmovilizado en presencia de la grandeza de Dios porque Su grandeza establece tu libertad. 2Aun la más leve indica­ción de tu realidad expulsa literalmente al ego de tu mente ya que deja de interesarte por completo. 3La grandeza está totalmente desprovista de ilusiones y, puesto que es real, es extremadamente convincente. 4Mas la convicción de que es real te abandonará a menos que no permitas que el ego la ataque. 5El ego no escatimará esfuerzo alguno por rehacerse y movilizar sus recursos en contra de tu liberación. 6Te dirá que estás loco, y alegará que la grandeza no puede ser realmente parte de ti debido a la pequeñez en la que él cree. 7Pero tu grandeza no es ilusoria porque no fue invención tuya. 8lnventaste la grandiosidad y le tienes miedo porque es una forma de ataque, pero tu grandeza es de Dios, Quien la creó como expresión de Su Amor.

5. Desde tu grandeza tan sólo puedes bendecir porque tu gran­deza es tu abundancia. 2Al bendecir la conservas en tu mente, protegiéndola así de las ilusiones y manteniéndote a ti mismo en la Mente de Dios. 3Recuerda siempre que no puedes estar en nin­guna otra parte, excepto en la Mente de Dios. 4Cuando te olvidas de esto, te desesperas y atacas.

6. El ego depende exclusivamente de que estés dispuesto a tole­rarlo. 2Si estuvieses dispuesto a contemplar tu grandeza no podrías desesperarte, y, por lo tanto, no podrías desear al ego. 3Tu grandeza es la respuesta de Dios al ego porque es verdad. 4La pequeñez y la grandeza no pueden coexistir, ni tampoco pueden sucederse alternadamente. 5La pequeñez y la grandiosidad, por otra parte, no tan sólo pueden, sino que se ven obligadas a alter­nar, puesto que ninguna de las dos es verdad y se encuentran, por lo tanto, en el mismo nivel. 6Al ser éste el nivel de los cam­bios, se experimenta como un constante alternar, siendo los extre­mos su característica principal.

7. La verdad y la pequeñez se niegan mutuamente porque la grandeza es verdad. 2La verdad no cambia, siempre es verdad. 3Cuando pierdes la conciencia de tu grandeza es que la has reem­plazado con algo que tú mismo inventaste. 4Quizá con la creencia en la pequeñez, quizá con la creencia en la grandiosidad. 5Mas cualquiera de ellas no puede sino ser demente porque no es ver­dad. 6Tu grandeza nunca te engañará, pero tus ilusiones siempre lo harán. 7Las ilusiones son engaños. 8No puedes triunfar, pero estás exaltado. 9Y en tu estado de exaltación buscas a otros que son como tú y te regocijas con ellos.

8. Es fácil distinguir la grandeza de la grandiosidad, pues el amor puede ser correspondido, pero el orgullo no. 2El orgullo no pro­ducirá milagros, y te privará, por lo tanto, de los verdaderos testi­gos de tu realidad. 3La verdad no está velada ni oculta, pero el que sea evidente para ti depende del gozo que lleves a sus testigos, que son quienes te la mostrarán. 4Ellos dan testimonio de tu gran­deza, pero no pueden dar testimonio del orgullo porque el orgullo no se puede compartir. 5Dios quiere que contemples lo que Él creó porque lo que Él creó es Su gozo.

9. ¿Cómo puede ser que tu grandeza sea arrogancia cuando Dios Mismo da testimonio de ella? 2¿Y puede lo que no tiene testigos ser real? 3¿Qué beneficio se podría derivar de ello? 4Si no se puede derivar ninguno, el Espíritu Santo no puede usarlo. 5Lo que Él no puede transformar en la Voluntad de Dios no existe en absoluto. 6La grandiosidad es algo ilusorio porque su propósito es reempla­zar a tu grandeza. 7Pero lo que Dios ha creado no puede ser reem­plazado. 8Dios está incompleto sin ti porque Su grandeza es total, y tú no puedes estar excluido de ella.

10. Tú eres absolutamente irreemplazable en la Mente de Dios. 2Nadie más puede ocupar tu lugar en ella, y mientras lo dejes desocupado, tu eterno puesto aguardará simplemente tu regreso. 3Dios te recuerda esto a través de Su Voz, y Él Mismo mantiene a salvo tus extensiones dentro de Su Mente. 4Mas no las conocerás hasta que regreses a ellas. 5No puedes reemplazar al Reino, ni puedes reemplazarte a ti mismo. 6Dios, que conoce tu valía, no lo permitiría, y, por lo tanto, no puede suceder. 7Tu valía se encuen­tra en la Mente de Dios y, por consiguiente, no sólo en la tuya. 8Aceptarte a ti mismo tal como Dios te creó no puede ser arrogan­cia porque es la negación de la arrogancia. 9Aceptar tu pequeñez es arrogancia porque significa que crees que tu evaluación de ti mismo es más acertada que la de Dios.

11. Sin embargo, si la verdad es indivisible, tu evaluación de ti mismo tiene que ser la misma que la de Dios. 2Tú no estableciste tu valía, y ésta no necesita defensa. 3Nada puede atacarla ni pre­valecer contra ella. 4 No varía. 5Simplemente es. 6Pregúntale al Espíritu Santo cuál es tu valía y Él te lo dirá, pero no tengas miedo de Su respuesta, pues procede de Dios. 7Es una respuesta exaltada por razón de su Origen, y como el Origen es verdad, la respuesta lo es también. 8Escucha y no pongas en duda lo que oigas, pues Dios nunca engaña. 9Él quiere que reemplaces la creencia del ego en la pequeñez por Su Propia Respuesta exal­tada a lo que tú eres, de modo que puedas dejar de ponerla en duda y la conozcas tal como es.

 

LECCIÓN 99

 

La salvación es mi única función aquí.

 

1. La salvación y el perdón son lo mismo. 2Ambas cosas implican que algo anda mal, algo de lo cual es necesario que se nos salve y se nos perdone; algo impropio que necesita corrección; algo aparte o diferente de la Voluntad de Dios. 3Ambos términos, por lo tanto, implican algo totalmente imposible, pero que, sin embargo, ha ocurrido, dando lugar a un estado de aparente con­flicto entre lo que es y lo que nunca podría ser.

2. La verdad y las ilusiones están ahora a la par, pues ambas han ocurrido. 2Lo imposible se convierte en aquello de lo que se te necesita salvar y perdonar. 3La salvación se convierte ahora en la zona fronteriza entre la verdad y las ilusiones. 4Refleja la verdad porque es el medio a través del cual puedes escaparte de las ilu­siones. 5No obstante, no es la verdad porque cancela lo que nunca ocurrió.

3. ¿Cómo podría haber un punto de encuentro en el que la tierra y el Cielo se pudiesen reconciliar dentro de una mente en la que ambos existen? 2La mente que ve ilusiones piensa que éstas son reales. 3Existen en cuanto que son pensamientos. 4Sin embargo, no son reales porque la mente que piensa estos pensamientos se encuentra separada de Dios.

4. ¿Qué podría unir a la mente y a los pensamientos separados con la Mente y el Pensamiento que están eternamente unidos? 2¿Qué plan podría reconocer las necesidades que plantean las ilu­siones y proponer medios con los que eliminarlas sin ataque o ápice alguno de dolor, y no violar la verdad? 3¿Qué podría ser este plan sino un Pensamiento de Dios mediante el cual se pasa por alto lo que nunca ocurrió y se olvidan los pecados que nunca fueron reales?

5. El Espíritu Santo conserva este plan de Dios en la Mente de Dios y en la tuya, exactamente como lo recibió de Él. 2Dicho plan no tiene nada que ver con el tiempo toda vez que su Fuente es intemporal. 3No obstante, opera dentro del tiempo debido a tu creencia de que el tiempo es real. 4El Espíritu Santo contempla impasible lo que tú ves: el pecado, el dolor y la muerte, así como la aflicción, la separación y la pérdida. 5Mas Él sabe que hay algo que no puede sino seguir siendo verdad: que Dios sigue siendo Amor, y que eso que ves no es Su Voluntad.

6. Éste es el Pensamiento que lleva las ilusiones a la verdad, donde las ve como apariencias tras las cuales se encuentra lo inmutable y lo seguro. 2Éste es el Pensamiento que salva y per­dona, pues no pone su fe en lo que no fue creado por la única Fuente que conoce. 3Éste es el Pensamiento cuya función es sal­var asignándote a ti su función. 4La salvación es tu función, junto con Aquel a Quien se le confió el plan. 5Ahora se te confía a ti junto con Él. 6Él tiene una respuesta para todas las apariencias sea cual sea la forma, el tamaño, el volumen o los atributos que parezcan tener, y es ésta:

 

7La salvación es mi única función aquí.

8Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.

 

7. Tú que aún has de obrar milagros, asegúrate de practicar bien la idea de hoy. 2Trata de percibir la fuerza de lo que dices, pues en esas palabras radica tu libertad. 3Tu Padre te ama. 4El mundo del dolor no es Su Voluntad. 5Perdónate a ti mismo el pensamiento de que eso fue lo que Él deseó para ti. 6Deja entonces que el Pensa­miento con el que Él reemplazó todos tus errores se adentre en los sombríos lugares de tu mente que pensó los pensamientos que nunca fueron Su Voluntad.

8. Esa parte de tu mente le pertenece a Dios, al igual que el resto. 2Dicha parte no tiene pensamientos solitarios, ni los hace reales ocultándolos de Él. 3Deja pasar la luz, y ningún obstáculo te impe­dirá ver lo que Él dispone para ti. 4Pon al descubierto tus secretos ante Su benévola luz y observa cuán intenso es el fulgor con el que dicha luz todavía resplandece sobre ti.

9. Practica con Su Pensamiento hoy, y deja que Su luz busque e ilumine todo rincón tenebroso, y que al brillar a través de ellos los una al resto. 2La Voluntad de Dios es que tu mente sea una con la Suya. 3La Voluntad de Dios es tener solamente un Hijo. 4La Voluntad de Dios es que Su único Hijo eres tú. 5Reflexiona sobre estas cosas durante las prácticas de hoy, y da comienzo a la lec­ción que vamos a aprender hoy con estas instrucciones relativas a la verdad:

 

6La salvación es mi única función aquí.

7La salvación y el perdón son lo mismo.

8Dirígete entonces a Aquel que comparte contigo tu función aquí, y permítele que te enseñe lo que necesitas aprender para poder dejar de lado todo miedo y reconocer a tu Ser como un amor que no tiene opuesto en ti.

10. Perdona todo pensamiento que se oponga a la verdad de tu compleción, unidad y paz. 2No puedes perder los regalos que tu Padre te dio. 3No es tu deseo ser otro ser. 4No tienes ninguna función que no, sea de Dios. 5Perdónate a ti mismo la que crees haber inventado. 6El perdón y la salvación son lo mismo. 7Per­dona lo que inventaste y te habrás salvado.

11. Hay un mensaje especial para hoy que tiene el poder de elimi­nar para siempre de tu mente cualquier forma de duda o de temor. 2Si te asalta la tentación de creer que son reales, recuerda que las apariencias no pueden resistirse a la verdad que encie­rran estas poderosas palabras:

 

3La salvación es mi única función aquí.

4Dios sigue siendo Amor, y esto no es Su Voluntad.

 

12. La única función que tienes te dice que eres uno. 2Recuérdate esto a ti mismo durante los intervalos de tiempo que transcurren entre los períodos en que das cinco minutos para compartirlos con Aquel que comparte el plan de Dios contigo. 3Recuérdate a ti mismo lo siguiente:

 

4La salvación es mi única función aquí.

 

5De esta manera, depositas el perdón en tu mente y dejas que todo temor sea suavemente descartado, para que el amor pueda encon­trar el lugar donde le corresponde estar en ti y mostrarte que tú eres el Hijo de Dios.

 

9 DE ABRIL

Capítulo 10

LOS ÍDOLOS DE LA ENFERMEDAD

 

Introducción

1. Nada externo a ti puede hacerte temer o amar porque no hay nada externo a ti. 2Tanto el tiempo como la eternidad se encuen­tran en tu mente, y estarán en conflicto hasta que percibas el tiempo exclusivamente como un medio para recuperar la eterni­dad. 3No podrás hacer esto mientras sigas creyendo que la causa de todo lo que te ocurre se encuentra en factores externos a ti. 4Tienes que aprender que el tiempo sólo existe para que hagas uso de él, y que nada en el mundo puede eximirte de esa responsabili­dad. 5Puedes violar las leyes de Dios en tu imaginación, pero no puedes escaparte de ellas. 6Fueron promulgadas para tu protec­ción y son tan inviolables como tu seguridad.

2. Dios no creó nada a excepción de ti, y nada a excepción de ti existe, pues tú formas parte de Él. 2¿Qué puede existir excepto Él? 3Nada puede tener lugar aparte de Él porque nada excepto Él es real. 4Tus creaciones, al igual que tú, representan una aporta­ción para Él, pero ni tú ni ellas le aportan nada que sea diferente porque todo ha existido siempre. 5¿Qué otra cosa puede alterarte salvo lo efímero, y cómo puede ser lo efímero real si tú eres la única creación de Dios y Él te creó eterno? 6Tu santa mente deter­mina todo lo que te ocurre. 7La respuesta que das a todo lo que percibes depende de ti porque es tu mente la que determina tu percepción de ello.

3. Dios no cambia de parecer con respecto a ti, pues Él no duda de Sí Mismo. 2Y lo que Él conoce se puede conocer porque no se lo reserva sólo para Sí Mismo. 3Te creó para Sí Mismo, pero te dio el poder de crear para ti mismo a fin de que fueses como Él. 4Por eso es por lo que tu mente es santa. 5¿Qué podría haber que fuese más grande que el Amor de Dios? 6¿Qué podría haber, entonces, que fuese más grande que tu voluntad? 7Nada externo a tu voluntad te puede afectar porque, al estar en Dios, lo abarcas todo. 8Cree esto, y te darás cuenta de hasta qué punto todo depende de ti. 9Cuando tu paz mental se vea amenazada por algo, pregúntate, "¿Ha cambiado Dios de parecer con respecto a mí?" 10Acepta luego Su decisión, que es ciertamente inmutable, y niégate a cambiar de parecer con respecto a ti mismo. 11Dios nunca decidirá contra ti, pues si lo hiciese, estaría decidiendo contra Él Mismo.

 

I. En Dios estás en tu hogar

1. No conoces tus creaciones simplemente porque mientras tu mente siga estando dividida decidirás contra ellas, y es imposible atacar lo que has creado. 2Pero recuerda que a Dios le resulta igual­mente imposible. 3La ley de la creación consiste en que ames a tus creaciones como a ti mismo, por ser éstas parte de ti. 4Todo lo que fue creado se encuentra, por lo tanto, perfectamente a salvo por­que las leyes de Dios lo protegen con Su Amor. 5Cualquier parte de tu mente que no sepa esto se ha desterrado a sí misma del conocimiento, al no haber satisfecho sus condiciones. 6¿Quién sino tú pudo haber hecho eso? 7Reconócelo gustosamente, pues en ese reconocimiento radica tu entendimiento de que tu destie­rro es algo ajeno a Dios, y, por lo tanto, no existe.

2. En Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio, pero siendo perfectamente capaz de despertar a la realidad: 2¿Deseas real­mente hacerlo? 3Reconoces por experiencia propia que lo que ves en sueños lo consideras real mientras duermes. 4Mas en el ins­tante en que te despiertas te das cuenta de que todo lo que parecía ocurrir en el sueño en realidad no había ocurrido. 5Esto no te parece extraño, si bien todas las leyes de aquello a lo que despier­tas fueron violadas mientras dormías. 6¿No será que simplemente pasaste de un sueño a otro sin haber despertado realmente?

3. ¿Te molestarías en reconciliar lo que ocurrió en dos sueños con­flictivos, o simplemente descartarías los dos si descubrieses que la realidad no coincide con ninguno de ellos? 2No recuerdas estar despierto. 3Cuando oyes al Espíritu Santo tal vez te sientes mejor porque entonces te parece que es posible amar, pero todavía no recuerdas que una vez fue así. 4Mas cuando lo recuerdes, sabrás que puede volver a ser así de nuevo. 5Lo que es posible no se ha logrado todavía. 6Sin embargo, lo que una vez fue, aún es, si es que es eterno. 7Cuando recuerdes sabrás que lo que recuerdas es eterno, y, por lo tanto, que se encuentra aquí ahora.

4. Recordarás todo en el instante en que lo desees de todo cora­zón, pues si desear de todo corazón es crear, tu voluntad habrá dispuesto el fin de la separación, y simultáneamente le habrás devuelto tu mente a tu Creador y a tus creaciones. 2Al conocerlos, ya no tendrás deseos de dormir, sino sólo el deseo de despertar y regocijarte. 3Soñar será imposible porque sólo desearás la verdad, y al ser ésa por fin tu voluntad, dispondrás de ella.

 

II. La decisión de olvidar

1. A menos que primero conozcas algo no puedes disociarte de ello. 2El conocimiento, entonces, debe preceder a la disociación, de modo que ésta no es otra cosa que la decisión de olvidar. 3Lo que se ha olvidado parece entonces temible, pero únicamente porque la disociación es un ataque contra la verdad. 4Sientes miedo porque la has olvidado. 5Y has reemplazado tu conocimiento por una con­ciencia de sueños, ya que tienes miedo de la disociación y no de aquello de lo que te disociaste. 6Cuando aceptas aquello de lo que te disociaste, deja de ser temible.

2. Sin embargo, renunciar a tu disociación de la realidad trae consigo más que una mera ausencia de miedo. 2En esa decisión radica la dicha, la paz y la gloria de la creación. 3Ofrécele al Espí­ritu Santo únicamente tu voluntad de estar dispuesto a recordar, pues Él ha conservado para ti el conocimiento de Dios y de ti mismo, y sólo espera a que lo aceptes. 4Abandona gustosamente todo aquello que pueda demorar la llegada de ese recuerdo, pues Dios se encuentra en tu memoria. 5Su Voz te dirá que eres parte de Él cuando estés dispuesto a recordarle y a conocer de nuevo tu realidad. 6No permitas que nada en este mundo demore el que recuerdes a Dios, pues en ese recordar radica el conocimiento de ti mismo.

3. Recordar es simplemente restituir en tu mente lo que ya se encuentra allí. 2Tú no eres el autor de aquello que recuerdas, sino que sencillamente vuelves a aceptar lo que ya se encuentra allí, pero había sido rechazado. 3La capacidad de aceptar la verdad en este mundo es la contrapartida perceptual de lo que en el Reino es crear. 4Dios cumplirá con Su cometido si tú cumples con el tuyo, y a cambio del tuyo Su recompensa será el intercambio de la percepción por el conocimiento. 5Nada está más allá de lo que Su Voluntad dispone para ti. 6Pero expresa tu deseo de recor­darle, y ¡oh maravilla!, 7Él te dará todo sólo con que se lo pidas.

4. Cuando atacas te estás negando a ti mismo. 2Te estás enseñando específicamente que no eres lo que eres. 3Tu negación de la realidad te impide aceptar el regalo de Dios, puesto que has aceptado otra cosa en su lugar 4Si entendieses que esto siempre constituye un ataque contra la verdad, y que Dios es la verdad, comprende­rías por qué esto siempre da miedo. 5Si además reconocieses que formas parte de Dios, entenderías por qué razón siempre te atacas a ti mismo primero.

5. Todo ataque es un ataque contra uno mismo. 2No puede ser otra cosa. 3Al proceder de tu propia decisión de no ser quien eres, es un ataque contra tu identidad. 4Atacar es, por lo tanto, la manera en que pierdes conciencia de tu identidad, pues cuando atacas es señal inequívoca de que has olvidado quién eres. 5Y si tu realidad es la de Dios, cuando atacas no te estás acordando de Él. 6Esto no se debe a que Él se haya marchado, sino a que tú estás eligiendo conscientemente no recordarlo.

6. Si te dieses cuenta de los estragos que esto le ocasiona a tu paz mental no podrías tomar una decisión tan descabellada. 2La tomas únicamente porque todavía crees que puede proporcionarte algo que deseas. 3De esto se deduce, por consiguiente, que lo que quie­res no es paz mental sino otra cosa, pero no te has detenido a considerar lo que esa otra cosa pueda ser. 4Aun así, el resultado lógico de tu decisión es perfectamente evidente, sólo con que lo observes. 5Al decidir contra tu realidad, has decidido mantenerte alerta contra Dios y Su Reino. 6Y es este estado de alerta lo que hace que tengas miedo de recordarle.

LECCIÓN 100

 

Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.

 

1. Del mismo modo en que el Hijo de Dios completa a su Padre, así también tu papel en el plan de tu Padre completa dicho plan. 2La salvación tiene que invertir la descabellada creencia en pensa­mientos y cuerpos separados, que viven vidas separadas y reco­rren caminos separados. 3Cuando mentes separadas comparten una sola función, se unen en un solo propósito, pues cada una de ellas es igualmente esencial para todas las demás.

2. La Voluntad de Dios para ti es perfecta felicidad. 2¿Por qué habrías de querer ir en contra de Su Voluntad? 3El papel que Él ha reservado para ti en el desarrollo de Su plan se te da para que puedas ser restituido a lo que Él dispone. 4Este papel es tan esen­cial para Su plan como para tu felicidad. 5Tu dicha tiene que ser total para que aquellos a los que Él te envía puedan entender Su plan. 6Ellos verán su función en tu radiante faz, y en tu risa feliz oirán a Dios llamándoles.

3. Eres ciertamente esencial en el plan de Dios. 2Sin tu dicha, la Suya no es total. 3Sin tu sonrisa, el mundo no se puede salvar. 4Mientras la tristeza se abata sobre ti, la luz que el Propio Dios designó como el medio para salvar al mundo se atenúa y pierde su fulgor, y nadie ríe porque toda risa no es sino el eco de la tuya.

4. Eres ciertamente esencial en el plan de Dios. 2Del mismo modo en que tu luz aumenta el fulgor de todas las luces que brillan en el Cielo, así también tu dicha en la tierra exhorta a todas las men­tes a abandonar sus pesares y a ocupar su puesto junto a ti en el plan de Dios. 3Los mensajeros de Dios rebosan de dicha, y su júbilo sana todo pesar y desesperación. 4Ellos son la prueba de que lo que la Voluntad de Dios dispone para todos los que acep­tan los regalos de su Padre como propios es perfecta felicidad.

5. Hoy no permitiremos que la tristeza se abata sobre nosotros. 2Pues en tal caso, no estaríamos asumiendo el papel que tan esen­cial es para el plan de Dios y para nuestra visión. 3La tristeza es señal de que prefieres desempeñar otro papel en lugar del que Dios te ha encomendado. 4Y así, no le muestras al mundo cuán grande es la felicidad que Él dispone para ti, y, por consiguiente, no reconoces que ya dispones de ella.

6. Hoy trataremos de comprender que la dicha es nuestra función aquí. 2Si te dejas abatir por la tristeza, no sólo no estarás cum­pliendo tu función, sino que estarás privándote a ti mismo de dicha y al mundo también. 3Dios te pide que seas feliz para que el mundo pueda ver cuánto ama Él a Su Hijo y que Su Voluntad es que ningún pesar menoscabe su dicha ni que ningún miedo lo acose y perturbe su paz. 4Tú eres hoy el mensajero de Dios. 5Brindas Su felicidad a todo aquel que contemplas y Su paz a todo aquel que al contemplarte ve Su mensaje en tu feliz semblante.

7. Hoy nos prepararemos para esto durante las sesiones de prác­tica de cinco minutos, dejando que la felicidad brote en nosotros tal como dispone la Voluntad de nuestro Padre y la nuestra. 2Comienza los ejercicios con el pensamiento que la idea de hoy presenta. 3Luego comprende que tu papel es ser feliz. 4Esto es lo único que se te pide a ti o a cualquiera que desee ocupar el lugar que le corresponde entre los mensajeros de Dios. 5Piensa en lo que esto significa. 6Estabas ciertamente equivocado al creer que se te estaba exigiendo algún sacrificio. 7De acuerdo con el plan de Dios tan solo puedes recibir, sin jamás perder nada, hacer sacrificio alguno o morir.

8. Tratemos ahora de encontrar esa dicha que nos demuestra a nosotros, así como a todo el mundo, lo que la Voluntad de Dios dispone para nosotros. 2Tu función es encontrarla aquí, y encontrarla ahora. 3Para eso viniste. 4¡Ojalá que hoy sea el día en que lo logres! 5Busca en lo profundo de tu ser, sin dejarte desanimar por los pensamientos pueriles y metas absurdas que pasas de largo a medida que asciendes para encontrarte con el Cristo en ti.

9. Él estará allí. 2Y tú puedes llegar a Él ahora. 3¿Qué otra cosa preferirías contemplar en lugar de Aquel que aguarda para que tú lo contemples? 4¿Qué pensamiento pueril podría detenerte? 5¿Qué meta absurda podría impedirte triunfar cuando es Dios Mismo Quien te llama?

10. Él estará allí. 2Eres esencial en Su plan. 3Hoy eres Su mensajero. 4Y tienes que encontrar lo que Él quiere que des. 5No te olvides de la idea de hoy entre las sesiones de práctica de cada hora. 6Es tu Ser Quien te llama hoy. 7Y es a Él a Quien respondes cada vez que te dices a ti mismo que eres esencial en el plan de Dios para la salvación del mundo.

 

10 DE ABRIL

III. El dios de la enfermedad

1. No has atacado a Dios, y ciertamente lo amas. 2¿Puedes acaso cambiar tu realidad? 3Nadie puede disponer su propia destruc­ción. 4Cuando piensas que te estás atacando a ti mismo, ello es señal evidente de que odias lo que crees ser. 5Y eso, y sólo eso, es lo único que puedes atacar. 6Lo que crees ser puede ser muy odioso, y lo que esta extraña imagen te lleva a hacer puede ser muy destructivo. 7Mas la destrucción no es más real que la ima­gen, si bien los que inventan ídolos ciertamente los veneran. 8Los ídolos no son nada, pero sus adoradores son los Hijos enfermos de Dios. 9Dios desea verlos libres de sus enfermedades y de vuelta en Su Mente. 10No limitará en modo alguno el poder que tienes de ayudarlos, puesto que Él te lo dio. 11No tengas miedo de ese poder porque es tu salvación.

2. ¿Qué otro Consolador puede haber para los Hijos enfermos de Dios, excepto Su poder a través de ti? 2Recuerda que no importa en qué parte de la Filiación se le acepte, 3Él siempre es aceptado por todos, y cuando tu mente lo recibe, Su recuerdo despierta en toda la Filiación. 4Sana a tus hermanos aceptando simplemente a Dios por ellos. 5Vuestras mentes no están separadas, y Dios tiene solamente un canal para sanar porque sólo tiene un Hijo. 6El único nexo de comunicación que le queda a Dios con Sus Hijos los une a todos ellos entre sí, y a todos ellos con Él. 7Ser consciente de esto es sanarlos, ya que es la conciencia de que ninguno de ellos está separado y, por ende, ninguno está enfermo.

3. Creer que un Hijo de Dios puede estar enfermo es creer que parte de Dios puede sufrir. 2El amor no puede sufrir porque no puede atacar. 3Recordar el amor, por lo tanto, trae consigo invul­nerabilidad. 4No te pongas de parte de la enfermedad en presen­cia de un Hijo de Dios aunque él crea en ella, pues tu aceptación de que Dios reside en él da testimonio del Amor de Dios que él ha olvidado. 5Tu reconocimiento de que él forma parte de Dios le recuerda la verdad acerca de sí mismo, que él está negando. 6¿Reforzarías aún más su negación de Dios, perdiéndote de esta manera de vista a ti mismo? 7¿O le recordarías su plenitud y te acordarías de tu Creador con él?

4. Creer que un Hijo de Dios está enfermo es adorar al mismo ídolo que él adora. 2Dios creó el amor, no la idolatría. 3Todas las formas de idolatría son caricaturas de la creación, y las enseñan mentes que están demasiado divididas como para saber que la creación comparte el poder y nunca lo usurpa. 4La enfermedad es idolatría porque es la creencia de que se te puede desposeer de tu poder. 5Esto, no obstante, es imposible porque formas parte de Dios, que es todo poder. 6Un dios enfermo no puede por menos que ser un ídolo, hecho a imagen y semejanza de lo que su hace­dor cree ser. 7Y esto es exactamente lo que el ego percibe en un Hijo de Dios: un dios enfermo, auto-creado, auto-suficiente, sumamente perverso y extremadamente vulnerable. 8¿Es éste el ídolo que quieres adorar? 9¿Es ésta la imagen para salvar la cual te mantienes alerta? 10¿Tienes realmente miedo de perder esto?

5. Examina con calma la conclusión lógica del sistema de pensa­miento del ego y determina si lo que te ofrece es realmente lo que tú deseas, pues eso es lo que te ofrece. 2Para obtenerlo estás dis­puesto a atacar la Divinidad de tus hermanos y así perder de vista la tuya. 3Y estás dispuesto a mantenerla oculta para proteger un ídolo que crees que te salvará de los peligros que él repre­senta, pero que no existen.

6. En el Reino no hay idólatras, sino un gran aprecio por todo lo que Dios creó, debido al sereno conocimiento de que cada ser forma parte de Él. 2El Hijo de Dios no sabe de ídolos, pero sí sabe Quién es su Padre. 3En este mundo la salud es el equivalente de lo que en el Cielo es la valía. 4No es mi mérito lo que te aporto sino mi amor, pues tú no te consideras valioso. 5Cuando no te conside­ras valioso enfermas, pero la valía que te adjudico puede curarte porque la valía del Hijo de Dios es una y la misma. 6Cuando dije: "Mi paz os doy", eso es exactamente lo que quise decir. 7La paz te llega de parte de Dios a través de mí. 8Es para ti aunque tú no la pidas.

7. Cuando un hermano está enfermo es porque no está pidiendo paz, y, por lo tanto, no sabe que ya dispone de ella. 2Aceptar la paz es negar lo ilusorio, y la enfermedad es una ilusión. 3Todo Hijo de Dios, no obstante, tiene el poder de negar lo ilusorio en cualquier parte del Reino simplemente negándolo completamente en sí mismo. 4Yo puedo curarte porque te conozco. 5Conozco tu valía por ti, y esta valía es lo que te hace íntegro. 6Una mente íntegra no es idólatra ni sabe de leyes conflictivas. 7Te curaré simplemente porque sólo tengo un mensaje, y ese mensaje es verdad. 8Tu fe en él te hará íntegro cuando tengas fe en mí.

8. No recurro a engaños para difundir el mensaje de Dios, y aprenderás esto a medida que aprendas que siempre recibes en la misma medida en que aceptas. 2Podrías aceptar paz ahora mismo por todo el mundo, y así liberarlos completamente de sus ilusio­nes, pues has oído Su Voz. 3Pero no antepongas otros dioses a Él, o no podrás oír. 4Dios no tiene celos de los dioses que inventaste, pero tú sí. 5Tú quisieras conservarlos y servirles porque crees que ellos te hicieron a ti. 6Crees que ellos son tu padre porque estás proyectando sobre ellos el pavoroso hecho de que los inventaste para reemplazar a Dios. 7Mas cuando parezcan hablarte recuerda que nada puede reemplazar a Dios, y que todos los substitutos con los que lo has intentado suplantar no son nada.

9. Dicho llanamente, pues, puede que creas que tienes miedo de la nada, pero en realidad tienes miedo de lo que no es nada. 2Y al darte cuenta de esto sanas. 3Oirás al Dios al que prestes atención. 4Inventaste al dios de la enfermedad, y al inventarlo te capacitaste para oírle. 5No obstante, no lo creaste, pues él no es la Voluntad del Padre. 6Por lo tanto, no es eterno, y quedará des-hecho en el instante en que indiques que estás dispuesto a aceptar solamente lo eterno.

10. Si Dios no tiene más que un solo Hijo, no puede haber más que un solo Dios. 2Tú compartes la realidad con Él porque la realidad no está dividida. 3Anteponer otros dioses a Él es anteponer otras imágenes a ti mismo. 4No te das cuenta de cuánto caso les haces a tus dioses y de cuán alerta te mantienes en su favor. 5No obstante, ellos existen únicamente porque tú los honras. 6Honra sólo lo que es digno de ser honrado y tendrás paz. 7La paz es el legado de tu verdadero Padre. 8Tú no puedes engendrar a tu Padre, y el falso padre que inventaste no te procreó a ti. 9Las ilusiones no son dignas de ser honradas porque al honrarlas no estás honrando nada. 10No obstante, tampoco deben temerse, pues lo que no es nada no puede ser temible. 11Has elegido tener miedo del amor por razón de su perfecta mansedumbre, y debido a ese miedo has estado dispuesto a renunciar a la perfecta capacidad que tienes para ser útil y a la perfecta Ayuda de que dispones.

11. Únicamente en el altar de Dios podrás encontrar paz. 2Y este altar está en ti porque Dios lo puso allí. 3Su Voz todavía te llama a retornar, y le oirás cuando dejes de anteponer otros dioses a Él. 4Puedes renunciar al dios de la enfermedad por tus hermanos; de hecho, eso es lo que tendrás que hacer si renuncias a él tú mismo. 5Pues si ves al dios de la enfermedad en alguna parte, lo has aceptado. 6Y si lo has aceptado, te postrarás ante él y lo adorarás porque fue concebido para reemplazar a Dios. 7Él es la creencia de que puedes elegir qué dios es real. Si bien está claro que esto no tiene nada que ver con la realidad, está igualmente claro que tiene mucho que ver con la realidad tal como tú la percibes.

LECCIÓN 101

 

La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

 

1. Hoy continuaremos con el tema de la felicidad. 2Esta idea es esencial para poder comprender el significado de la salvación. 3Todavía crees que la salvación requiere que sufras como peni­tencia por tus "pecados". 4Pero no es así. 5No obstante, no podrás evitar pensar que lo es, mientras sigas creyendo que el pecado es real y que el Hijo de Dios puede pecar.

2. Si el pecado es real, entonces el castigo es justo e ineludible. 2La salvación, por lo tanto, sólo se puede obtener mediante el sufrimiento. 3Si el pecado es real, la felicidad no puede sino ser una ilusión, pues ambas cosas no pueden ser verdad. 4Los que pecan sólo merecen muerte y dolor, y por eso es por lo que cla­man. 5Pues saben que eso es lo que les espera, y que los buscará y que en algún punto y en algún lugar los encontrará, de modo que puedan saldar la deuda que tienen con Dios. 6Debido a su terror, tratan de escaparse de Él. 7Mas Él los seguirá persiguiendo y ellos no podrán escapar.

3. Si el pecado es real, la salvación tiene que ser el dolor. 2El dolor es el costo del pecado, y si el pecado es real el sufrimiento es inevitable. 3La salvación no puede sino ser temible, pues mata, aunque lentamente, y antes de otorgar el deseado favor de la muerte a las víctimas que están casi en los huesos antes de haber sido apaciguada, los despoja de todo. 4Su ira es insaciable e in­clemente, aunque totalmente justa.

4. ¿Quién buscaría un castigo tan brutal? 2¿Quién no huiría de la salvación, intentando por todos los medios ahogar la Voz que se la ofrece? 3¿Por qué habría de tratar de escuchar y aceptar Su ofrecimiento? 4Si el pecado es real, lo que le ofrece es la muerte, que le inflige cruelmente para que esté a la par de los perversos deseos de donde nace el pecado. 5Si el pecado es real, la salvación se ha vuelto tu enemigo acérrimo, la maldición de Dios contra ti que crucificaste a Su Hijo.

5. Hoy necesitas las sesiones de práctica. 2Los ejercicios te enseñan que el pecado no es real y que todo lo que crees que inevitable­mente ha de ocurrir como consecuencia de él jamás podrá suce­der, pues carece de causa. 3Acepta la Expiación con una mente receptiva que no abrigue la creencia de que has hecho del Hijo de Dios un demonio. 4El pecado no existe. 5Practicaremos hoy este pensamiento tan a menudo como nos sea posible, pues es la base de la idea de hoy.

6. La Voluntad de Dios para ti es perfecta felicidad, toda vez que el pecado no existe y el sufrimiento no tiene causa. 2La dicha es justa, y el dolor no es sino señal de que te has equivocado con respecto a ti mismo. 3No tengas miedo de la Voluntad de Dios. 4Por el contrario, ampárate en ella con la absoluta confianza de que te liberará de todas las consecuencias que el pecado ha for­jado en tu febril imaginación. 5Di:

 

6La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

7El pecado no existe ni tiene consecuencias.

 

8Así es como debes dar comienzo a tus sesiones de práctica. aLuego intenta otra vez encontrar la dicha que estos pensamientos le brin­darán a tu mente.

7. Da gustosamente estos cinco minutos, para eliminar la pesada carga que te has echado encima al abrigar la demente creencia de que el pecado es real. 2Escápate hoy de la locura. 3Ya estás firme­mente plantado en el camino que conduce a la libertad, y ahora la idea de hoy te da alas para acelerar tu progreso y esperanza para que vayas aún más deprisa hacia la meta de paz que te aguarda. 4El pecado no existe. 5Recuerda esto hoy, y repite en silencio tan a menudo como puedas:

 

6La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

7Ésa es la verdad, pues el pecado no existe.

 

11 DE ABRIL

IV. El fin de la enfermedad

1. Toda magia es un intento de reconciliar lo irreconciliable. 2Toda religión es el reconocimiento de que lo irreconciliable no puede ser reconciliado. 3La enfermedad y la perfección son irreconcilia­bles. 4Si Dios te creó perfecto, eres perfecto. 5Si crees que puedes estar enfermo, has antepuesto otros dioses a Él. 6Dios no está en guerra con el dios de la enfermedad que inventaste, pero tú sí. 7Este dios es el símbolo de tu decisión de oponerte a Dios, y tienes miedo de él porque no se le puede reconciliar con la Voluntad de Dios. 8Si lo atacas, harás que sea real para ti. 9Pero si te niegas a adorarlo, sea cual sea la forma en que se presente ante ti, o el lugar donde creas verlo, desaparecerá en la nada de donde provino.

2. La realidad sólo puede alborear en una mente despejada. 2La realidad está siempre ahí, ante ti, lista para ser aceptada, pero para aceptarla tienes que primero estar dispuesto a tenerla. 3Conocer la realidad requiere que uno esté dispuesto a juzgar la irrealidad tal como es. 4Pasar por alto lo que no es nada es simple­mente juzgarlo acertadamente, y mediante tu capacidad para eva­luarlo correctamente, permitir que desaparezca. 5EI conocimiento no puede alborear en una mente llena de ilusiones porque la ver­dad y las ilusiones son irreconciliables. 6La verdad es íntegra y no puede ser conocida sólo por una parte de la mente.

3. No se puede percibir a la Filiación como parcialmente enferma porque percibirla de esa manera es no percibirla en absoluto. 2Si la Filiación es una, es una desde cualquier punto de vista. 3La uni­dad no puede ser dividida. 4Si percibes otros dioses significa que tu mente está dividida, y. no podrás limitar dicha división porque ello es señal de que has separado parte de tu mente de la Volun­tad de Dios. 5Esto quiere decir que tu mente no tiene ningún con­trol. 6No tener control significa que se ha perdido la razón, y en ese caso la mente se vuelve irracional. 7Al definir erróneamente a la mente, la percibes como que funciona erróneamente.

4. Las leyes de Dios mantendrán a tu mente en paz porque la paz es Su Voluntad, y Sus leyes se promulgaron para apoyarla. 2Sus leyes son las leyes de la libertad, mas las tuyas son las leyes del cautiverio. 3Puesto que la libertad y el cautiverio son irreconcilia­bles, sus respectivas leyes no se pueden entender simultánea­mente. 4Las leyes de Dios operan exclusivamente para tu bien, y no hay más leyes que las Suyas. 5Lo demás no está regido por ninguna ley, y es, por lo tanto, caótico. 6Dios Mismo, no obstante, ha protegido todo lo que Él creó mediante Sus leyes. 7No existe nada que no esté regido por ellas. 8"Las leyes del caos” es una expresión que no tiene sentido. 9La creación acata sus leyes per­fectamente, y lo caótico carece de significado porque Dios no forma parte de ello. 10Le has "dado" tu paz a los dioses que inven­taste, pero ellos no pueden aceptarla, pues no están ahí, y tú no puedes dársela.

5. No eres libre de renunciar a la libertad, sino sólo de negarla. 2No puedes hacer lo que Dios no dispuso porque lo que Él no dispuso no puede tener lugar. 3Tus dioses no son los causantes del caos; tú les adjudicas el caos y luego lo aceptas de ellos. 4Nada de esto ha tenido lugar jamás. 5Nada, excepto las leyes de Dios, ha existido jamás, y nada, excepto Su Voluntad, existirá jamás. 6Fuiste creado mediante Sus leyes y por Su Voluntad, y el modo en que fuiste creado te estableció como creador. 7Lo que has inventado es tan indigno de ti que lo repudiarías sólo con que estuvieses dispuesto a verlo tal como es. 8En ese caso no verías nada en absoluto. 9Y tu visión automáticamente se dirigiría más allá de ello hacia lo que se encuentra en ti y a tu alrededor. 10La realidad no puede salvar las obstrucciones que pones ante ella, mas te envolverá completamente cuando las abandones.

6. Una vez que se ha experimentado la protección de Dios, inven­tar ídolos se vuelve inconcebible. 2En la Mente de Dios no hay imágenes extrañas, y lo que no está en Su Mente no puede estar en la tuya, porque tú tienes una sola mente y esa mente le perte­nece a El. 3Es tuya precisamente porque le pertenece a Él, ya que para Él ser propietario de algo es compartirlo. 4Y si esto es así para Él, también lo es para ti. 5Sus definiciones son Sus leyes, pues mediante ellas estableció el universo tal como éste es. 6Los falsos dioses que tratas de interponer entre tu realidad y tú no afectan a la verdad en absoluto. 7Tuya es la paz porque Dios te creó. 8Y Él no creó nada más.

7. Un milagro es el acto de un Hijo de Dios que ha abandonado a todos los dioses falsos y exhorta a sus hermanos a que hagan lo mismo. 2Es un acto de fe porque es el reconocimiento de que su hermano puede hacerlo también. 3Es un llamamiento al Espíritu Santo en su mente, que se refuerza mediante la unión. 4Puesto que el obrador de milagros ha oído la Voz de Dios, la refuerza en sus hermanos enfermos al debilitar su creencia en la enfermedad, que él no comparte. 5El poder de una mente puede irradiar hasta otra porque todas las lámparas de Dios fueron encendidas por la misma chispa, la cual está en todas partes y es eterna.

8. En muchos lo único que queda es la chispa, pues los Grandes Rayos están velados. 2Aun así, Dios ha mantenido viva la chispa de manera que los Rayos nunca puedan olvidarse completamente. 3Sólo con que veas la pequeña chispa podrás conocer la luz mayor, pues los Rayos están ahí aunque sin ser vistos. 4Al percibir la chispa sanas, mas al conocer la luz creas. 5En el proceso de retornar, no obstante, la pequeña chispa debe reconocerse pri­mero, pues la separación fue el descenso desde la grandeza a la pequeñez. 6La chispa, no obstante, sigue siendo tan pura como la luz mayor porque es lo que queda de la llamada de la creación. 7Deposita toda tu fe en ella y Dios Mismo te contestará.

LECCIÓN 102

 

Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

 

1. Tú no quieres sufrir. 2Tal vez creas que el sufrimiento te puede aportar algo, y puede que en cierta medida todavía creas que te aporta algo que deseas. 3Esta creencia, no obstante, ha quedado sin duda quebrantada ahora, por lo menos lo suficiente como para permitirte ponerla en duda y empezar a sospechar que en realidad no tiene sentido. 4Aún no ha desaparecido, mas ya no tiene las raíces que en un tiempo la sujetaban con firmeza a los ocultos y tenebrosos recovecos de tu mente.

2. Hoy trataremos de disminuir aún más su debilitado agarre, y de darnos cuenta de que el dolor no tiene objeto, ni causa, ni poder alguno con que lograr nada. 2No puede aportarte nada en absoluto. 3No te ofrece nada y no existe. 4Y todo lo que crees que te ofrece es tan inexistente como él. 5Has sido esclavo de algo que no es nada. 6Sé libre hoy de unirte a la feliz Voluntad de Dios.

3. Durante varios días continuaremos dedicando nuestras sesio­nes de práctica a llevar a cabo ejercicios que han sido diseñados para ayudarte a encontrar la felicidad que la Voluntad de Dios ubicó en ti. 2Ahí se encuentra tu hogar y tu seguridad. 3Ahí se encuentra tu paz y ahí no hay miedo. 4Ahí se encuentra la salva­ción. 5Ahí por fin encuentras descanso.

4. Da comienzo hoy a tus sesiones de práctica con esta declara­ción de que aceptas lo que la Voluntad de Dios dispone para ti:

 

2Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

aY acepto ahora la felicidad como mi función.

 

3Busca entonces esa función en lo más recóndito de tu mente, pues está ahí, esperando tan sólo tu decisión. 4No puedes dejar de encontrarla una vez que te des cuenta de que ésa es tu deci­sión y de que compartes con Dios Su Voluntad.

5. Sé feliz, pues tu única función aquí es la felicidad. 2No tienes por qué ser menos amoroso con el Hijo de Dios que Aquel Cuyo Amor lo creó tan amoroso como Él Mismo. 3Además de estos descansos de cinco minutos cada hora, haz frecuentes pausas hoy para decirte a ti mismo que ahora has aceptado la felicidad como tu única función aquí. 4Y ten por seguro que al hacer esto te esta­rás uniendo a la Voluntad de Dios.

 

LECCIÓN 103

 

Dios, al ser Amor, es también felicidad.

 

1. La felicidad es un atributo del amor. 2No se puede separar de él 3ni experimentarse donde éste no está. 4El amor no tiene límites, al estar en todas partes. 5La dicha, por consiguiente, está asimismo en todas partes. 6Mas la mente puede negar que esto es así, al creer que hay brechas en el amor por donde el pecado puede infil­trarse y acarrear dolor en lugar de dicha. 7Esta absurda creencia pretende limitar la felicidad al definir al amor como algo limitado, e introducir desacuerdo en lo que no tiene límites ni opuestos.

2. De este modo, se asocia el miedo con el amor, y sus resultados se convierten en el patrimonio de aquellas mentes que piensan que lo que han hecho es real. 2Estas imágenes, desprovistas de toda realidad, dan testimonio del temor a Dios, olvidándose de que, al ser Dios Amor, tiene que ser también dicha. 3Hoy tratare­mos nuevamente de llevar este error básico ante la verdad y de enseñarnos a nosotros mismos que:

 

4Dios, al ser Amor, es también felicidad.

5Tener miedo de Él es tener miedo de la dicha.

 

6Comienza tus sesiones de práctica de hoy con esta asociación que corrige la falsa creencia de que Dios es miedo. 7Subraya asi­mismo que la felicidad es tu patrimonio por razón de lo que es Él.

3. Permite hoy que esta corrección sea colocada en tu mente en cada hora de vigilia. 2Da la bienvenida entonces a toda la felici­dad que dicha corrección brinda a medida que la verdad reem­plaza al miedo, y la dicha se convierte en lo que esperas ha de ocupar el lugar del dolor. 3Dado que Dios es Amor, se te conce­derá. 4Refuerza esa esperanza a menudo a lo largo del día, y aca­lla todos tus temores con la siguiente expresión de certeza, la cual es benévola y completamente cierta:

 

5Dios, al ser Amor, es también felicidad.

6Y la felicidad es lo que busco hoy.

7No puedo fracasar, pues lo que busco es la verdad.

 

LECCIÓN 104

 

Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.

 

1. La idea de hoy continúa con el tema de que la dicha y la paz no son sueños vanos. 2Tienes derecho a ellos por razón de lo que eres. 3Te llegan procedentes de Dios, Quien no puede dejar de darte lo que Él dispone. 4Pero primero tiene que haberse preparado un lugar donde recibir Sus dones. 5Pues éstos no son bien acogidos por la mente que ha aceptado los regalos que ella misma fabricó allí donde sólo a los de Dios les corresponde estar.

2. Hoy queremos deshacernos de cuanto regalo inútil nosotros mismos hayamos fabricado y depositado ante el santo altar donde sólo a los dones de Dios les corresponde estar. 2Sus dones son los que en verdad son nuestros. 3Sus dones son los que here­damos desde antes de que el tiempo comenzara, y los que segui­rán siendo nuestros después de que el tiempo haya pasado a ser eternidad. 4Sus dones son los que se encuentran en nosotros ahora, pues son intemporales. 5Y no tenemos que esperar a que sean nuestros. 6Son nuestros hoy.

3. Elegimos, por lo tanto, tenerlos ahora, sabiendo que al elegirlos en lugar de lo que nosotros mismos hemos fabricado, no estamos sino uniendo nuestra voluntad a la de Dios y reconociendo que ambas disponen lo mismo. 2Nuestros períodos de práctica más prolongados de hoy, los cinco minutos que cada hora le dedica­mos a la verdad para tu salvación, deben comenzar con lo siguiente:

 

3Busco únicamente lo que en verdad me pertenece, y la dicha y la paz son mi herencia.

 

4Deja a un lado entonces los conflictos mundanos que ofrecen otros regalos y otros objetivos que sólo pueden perseguirse en un mundo de sueños y que se componen de ilusiones, de las cuales dan testimonio.

4. Dejamos todo esto a un lado y, en su lugar, buscamos aquello que verdaderamente es nuestro cuando pedimos poder recono­cer lo que Dios nos ha dado. 2Despejamos en nuestras mentes un santo lugar ante Su Altar, en el que Sus dones de paz y felicidad son bien recibidos y al que venimos a encontrar lo que Él nos ha dado. 3Venimos llenos de confianza hoy, conscientes de que lo que Él da es lo que en verdad nos pertenece. 4Y ya no deseamos nada más, pues no hay nada más que en verdad nos pertenezca.

5. De esta manera, despejamos hoy el camino para Él, al recono­cer simplemente que Su Voluntad ya se ha cumplido y que la dicha y la paz nos pertenecen por ser Sus eternos dones. 2No nos permitiremos perderlos de vista entre cada uno de los períodos en que venimos a buscarlos allí donde Él los depositó. 3Traere­mos a la memoria el siguiente recordatorio tan a menudo como podamos:

 

4Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.

5Lo único que quiero son los dones de dicha y paz de Dios.

 

14 DE ABRIL

V. La negación de Dios

1. Los ritos del dios de la enfermedad son extraños y muy estric­tos. 2En ellos la alegría está prohibida, pues la depresión es la señal de tu lealtad a él. 3La depresión significa que has abjurado de Dios. 4Son muchos los que tienen miedo de la blasfemia, mas no entienden lo que ésta es. 5No se dan cuenta de que negar a Dios es negar su propia Identidad, y en este sentido el costo del pecado es la muerte. 6Esto es así en un sentido muy literal: negar la vida hace que se perciba su opuesto, de la misma manera en que toda forma de negación reemplaza lo que existe con lo que no existe. 7Nadie puede realmente hacer esto, aunque es indudable que tú puedes pensar que puedes y creer que lo has hecho.

2. Mas no te olvides que negar a Dios dará lugar inevitablemente a la proyección, y creerás que son otros y no tú, los que te han hecho esto a ti. 2Es imposible que no recibas el mensaje que envías, pues ése es el mensaje que quieres. 3Tal vez creas que juzgas a tus hermanos por los mensajes que ellos te envían a ti, pero por lo que los juzgas es por los mensajes que tú les envías a ellos. 4No les atribuyas a ellos tu propia negación de tu alegría, o no podrás ver en ellos la chispa que te haría dichoso. 5Negar la chispa conduce a la depresión, pues siempre que ves a tus her­manos desprovistos de ella, estás negando a Dios.

3. Mantenerse fiel a la negación de Dios es la doctrina del ego. 2El dios de la enfermedad obviamente exige la negación de la salud, ya que la salud está en clara oposición a su propia supervivencia. 3Mas considera lo que esto significa para ti. 4A menos que estés enfermo no puedes conservar los dioses que inventaste, pues sólo estando enfermo podrías desearlos. 5La blasfemia, por lo tanto, es destructiva para el yo, pero no puede destruir a Dios. 6Blasfemar significa que estás dispuesto a no conocerte a ti mismo a fin de estar enfermo. 7Ésta es la ofrenda que tu dios exige, pues, al ser éste producto de tu demencia, no es más que una idea demente. 8Ésta se manifiesta de muchas maneras, pero si bien puede pare­cer ser muchas cosas diferentes no es sino una misma idea: la negación de Dios.

4. Parece como si la enfermedad y la muerte hubiesen entrado en la mente del Hijo en contra de la Voluntad del Padre. 2El "ataque a Dios" le hizo pensar a Su Hijo que era huérfano, y como resul­tado de su depresión inventó al dios de la depresión. 3Ésa fue su alternativa a la dicha porque no estaba dispuesto a aceptar que, si bien era un creador, él mismo había sido creado. 4El Hijo, sin embargo, se encuentra desamparado sin el Padre, Quien consti­tuye su única Ayuda.

5. Dije anteriormente que por tu cuenta no puedes hacer nada, pero tú no existes por tu cuenta. 2Pues si existieses por tu cuenta, lo que has hecho sería verdad y nunca te podrías escapar. 3Preci­samente porque no te creaste a ti mismo es por lo que no tienes que preocuparte por nada. 4Tus dioses no son nada porque tu Padre no los creó. 5No puedes crear creadores que no sean como tu Creador, de la misma forma en que Él no habría podido crear un Hijo que no fuese como Él. 6Si la creación es compartir, no puede crear lo que no es igual a ella misma. 7Sólo puede compar­tir lo que ella es. 8La depresión es aislamiento, y, por lo tanto, no pudo haber sido creada.

6. Hijo de Dios, no has pecado, pero sí has estado muy equivo­cado. 2No obstante, eso puede corregirse y Dios te ayudará, pues sabe que tú no puedes pecar contra Él. 3Lo negaste porque lo amabas, pues sabías que de reconocer tu amor por Él, no habrías podido negarle. 4Negarle significa, por lo tanto, que lo amas y que sabes que Él te ama a ti. 5Recuerda que tienes que haber conocido previamente lo que niegas. 6Y si aceptas la negación también puedes aceptar su des-hacimiento.

7. Tu Padre no te ha negado. 2Él no toma represalias, pero sí te pide que retornes. 3Cuando piensas que Él no ha respondido a tu llamada es porque tú no has respondido a la Suya. 4Te llama desde cada parte de la Filiación, debido al Amor que le profesa a Su Hijo. 5Si oyes Su mensaje Él te habrá respondido, y te harás consciente de Él si escuchas debidamente. 6El Amor de Dios está en todo lo que Él creó, pues Su Hijo está en todas partes. 7Con­templa a tus hermanos en paz, y Dios no se demorará ni un ins­tante en llegar a tu corazón como muestra de agradecimiento por la ofrenda que le haces.

8. No recurras al dios de la enfermedad para curar, sino sólo al Dios del amor, pues curar significa que Lo has reconocido. 2Cuando lo reconozcas sabrás que Él nunca ha dejado de recono­certe y que en Su reconocimiento de ti radica tu ser. 3No estás enfermo ni tampoco puedes morir. 4Pero te puedes confundir a ti mismo con cosas que mueren. 5Recuerda, no obstante, que hacer eso es una blasfemia, pues significa que estás contemplando sin amor a Dios y a Su creación, de la cual Él no puede estar separado.

9. Sólo lo eterno puede ser amado, pues el amor no muere. 2Lo que es de Dios es Suyo para siempre, y tú eres de Dios. 3¿Cómo iba Él a permitirse a Sí Mismo sufrir? 4 ¿Y cómo iba a ofrecerle a Su Hijo algo que no fuese aceptable para El? 5Si te aceptases tal como Dios te creó, sería imposible que pudieses sufrir. 6Sin embargo, para aceptarte tal como Dios te creó tienes que reconocerlo a Él como tu Creador. 7Esto no se debe a que de negarte a ello se te fuese a castigar. 8Se debe simplemente a que reconocer a tu Padre es reconocerte a ti mismo tal como eres. 9Tu Padre te creó comple­tamente libre de pecado, completamente libre de dolor y comple­tamente a salvo de todo sufrimiento. 10Si niegas a tu Padre estarás invitando al pecado, al dolor y al sufrimiento a tu mente debido al poder que Él le dio. 11Tu mente es capaz de crear mundos, pero puede también negar lo que crea porque es libre.

10. No te das cuenta de cuánto te has negado a ti mismo, ni de cuánto Dios, en Su Amor, desea que no sea así. 2No obstante, Dios no interferiría en tus decisiones porque no podría conocer a Su Hijo si éste no fuese libre. 3Interferir en tus decisiones sería ata­carse a Sí Mismo, y Dios no está loco. 4Cuando tú lo niegas a Él eres tú el que está loco. 5¿Desearías que Él compartiese tu demen­cia? 6Dios nunca dejará de amar a Su Hijo y Su Hijo nunca dejará de amar a su Padre. 7Ésa fue la condición bajo la que la creación de Su Hijo tuvo lugar, la cual quedó establecida para siempre en Su Mente. 8Reconocer esto es cordura. 9Negarlo, demencia. 10Dios se dio a Sí Mismo a ti en tu creación, y Sus dones son eternos. 11¿Te negarías acaso a entregarte a Él?

11. Como resultado de las ofrendas que Le haces, se le restituirá el Reino a Su Hijo. 2Su Hijo se excluyó a sí mismo de Su don al negarse a aceptar lo que había sido creado para él y lo que él había creado en el Nombre de su Padre. 3El Cielo espera su retorno, pues fue creado para ser la morada del Hijo de Dios. 4Tú no te sientes a gusto en ninguna otra parte ni en ningún otro estado. 5No te niegues la dicha que fue creada para ti a cambio de la infelicidad que tú mismo te has labrado. 6Dios te ha proporcio­nado los medios para deshacer lo que tú has hecho. 7Escucha y aprenderás a recordar lo que eres.

12. Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente impecables*, es una blasfemia percibirlos como culpables. 2Si Dios sabe que Sus Hijos no pueden sufrir dolor alguno, es una blasfemia percibir sufrimiento en cualquier parte. 3 Si Dios sabe que Sus Hijos son completamente dichosos, es una blasfemia sentirse deprimido. 4Todas estas ilusiones y las múltiples formas que la blasfemia puede adoptar, son negativas a aceptar la creación tal como es. 5Si Dios creó a Su Hijo perfecto, así es como debes aprender a consi­derarlo para que puedas conocer su realidad. 6Y como parte de la Filiación, así es como tienes que considerarte a ti mismo para que puedas conocer la tuya.

13. No percibas nada que Dios no haya creado o lo estarás negando a Él. 2Suya es la única Paternidad que existe, y es tuya solamente porque Él te la dio. 3Las ofrendas que te haces a ti mismo no tie­nen sentido, pero las ofrendas que les haces a tus creaciones son como las Suyas porque las haces en Su Nombre. 4Por eso tus crea­ciones son tan reales como las Suyas. 5Con todo, la verdadera Paternidad tiene que ser reconocida si es que se ha de conocer al verdadero Hijo. 6Crees que las cosas enfermizas que has fabricado son tus verdaderas creaciones porque crees que las imágenes enfermizas que percibes son los Hijos de Dios. 7Sólo aceptando la Paternidad de Dios tendrás algo, porque Su Paternidad te lo dio todo. 8Por eso es por lo que negarlo a Él es negarte a ti mismo.

14. La arrogancia es la negación del amor porque el amor com­parte y la arrogancia no. 2Mientras ambas cosas te parezcan de­seables, el concepto de elección, que no procede de Dios, seguirá contigo. 3Si bien esto no es verdad en la eternidad, en el tiempo lo es, de modo que mientras el tiempo perdure en tu mente te verás obligado a elegir. 4El tiempo en sí es algo que tú elegiste. 5Si quie­res recordar la eternidad, debes contemplar sólo lo eterno. 6Si permites que lo temporal te preocupe, estarás viviendo en el tiempo. 7Como siempre, tu elección estará determinada por lo que valores. 8El tiempo y la eternidad no pueden ser ambos rea­les porque se contradicen entre sí. 9Sólo con que aceptes lo intem­poral como lo único que es real, empezarás a entender lo que es la eternidad y a hacerla tuya.

 

* N.T. La palabra "impecable" no tiene aquí el significado más usual de "intachable, irre­prochable", sino el más literal de "sin pecado".

 

LECCIÓN 105

 

Mías son la paz y la dicha de Dios.

 

1. La paz y la dicha de Dios te pertenecen. 2Hoy las aceptaremos, sabiendo que son nuestras. 3Y trataremos de entender que estos regalos se multiplican a medida que los recibimos. 4No son como los regalos que el mundo da, en los que el que hace el regalo pierde al darlo, y el que lo recibe se enriquece a costa de la pér­dida del que se lo dio. 5Eso no son regalos, sino regateos que se hacen con la culpabilidad. 6Los regalos que verdaderamente se dan no entrañan pérdida alguna. 7Es imposible que alguien pueda ganar a costa de la pérdida de otro. 8Ello implicaría un límite y una condición de insuficiencia.

2. Ésa no es la manera de hacer regalos. 2Tales "regalos" no son sino tratos que se hacen con vistas a obtener algo más valioso; préstamos con intereses que se tienen que pagar en su totalidad; créditos a corto plazo, en los que el que recibió el regalo se com­promete a pagar con creces lo recibido. 3Esta extraña distorsión de lo que significa dar impera en todos los niveles del mundo que ves. 4Priva de todo sentido a cualquier regalo que das, y hace que los que aceptas no te aporten nada.

3. Uno de los principales objetivos de aprendizaje de este curso es invertir tu concepto de lo que es dar, de modo que puedas recibir. 2Pues dar se ha convertido en una fuente de temor, y, así, evitas emplear el único medio a través del cual puedes recibir. 3Acepta la paz y la dicha de Dios, y aprenderás a ver lo que es un regalo de otra manera. 4Los regalos de Dios no disminuyen cuando se dan. 5Por el contrario, se multiplican.

4. De la misma manera en que la paz y la dicha del Cielo se inten­sifican cuando las aceptas como los regalos que Dios te da, así también la dicha de tu Creador aumenta cuando aceptas como tuyas Su dicha y Su paz. 2Dar verdaderamente equivale a crear. 3Extiende lo que no tiene límites a lo ilimitado, la eternidad hasta la intemporalidad y el amor hasta sí mismo. 4Añade a todo lo que ya está completo, mas no en el sentido de añadir más, pues eso implicaría que antes era menos. 5Añade en el sentido de que per­mite que lo que no puede contenerse a sí mismo cumpla su come­tido de dar todo lo que tiene, asegurándose así de que lo poseerá para siempre.

5. Acepta hoy la paz y la dicha de Dios como tuyas. 2Permite que Él se complete a Sí Mismo, tal como Él define lo que es estar com­pleto. 3Comprenderás que lo que le brinda compleción a Él se la brinda también a Su Hijo. 4Él no puede dar a través de pérdidas. 5Ni tú tampoco. 6Acepta hoy Su regalo de dicha y de paz, y Él te dará las gracias por el regalo que le haces.

6. Nuestras sesiones de práctica de hoy comenzarán de manera ligeramente distinta. 2Da comienzo al día pensando en aquellos hermanos a quienes les has negado la paz y la dicha a las que tienen derecho de acuerdo con las equitativas leyes de Dios. 3Al negárselas a ellos fue cuando te las negaste a ti mismo. 4Y a ese punto es adonde tienes que volver para reivindicarlas como pro­pias.

7. Piensa en tus 'enemigos' por un rato y dile a cada uno de ellos según cruce tu mente:

 

2Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías.

 

3De esta manera te preparas para reconocer los regalos que Dios te ha dado, y permites que tu mente se libre de todo lo que te podría impedir triunfar hoy. 4Ahora estás listo para aceptar el regalo de paz y de dicha que Dios te ha dado. 5Ahora estás listo para experimentar la dicha y la paz que te has negado a ti mismo. 6Ahora puedes decir: "Mías son la paz y la dicha de Dios", pues has dado lo que quieres recibir.

8. Si preparas tu mente tal como te hemos indicado, no podrás sino tener éxito hoy. 2Pues habrás permitido que se levanten todas las barreras que te separan de la paz y de la dicha, y que por fin te llegue lo que es tuyo. 3Di, pues, para tus adentros: "Mías son la paz y la dicha de Dios"; cierra los ojos por un rato y deja que Su Voz te asegure que las palabras que pronuncias son verdad.

9. Pasa hoy cinco minutos con Él de esta manera cada vez que puedas, pero no creas que menos tiempo de eso no tiene valor cuando no le puedas dedicar más. 2Cuando menos, acuérdate de repetir cada hora las palabras que lo exhortan a que te dé lo que es Su Voluntad dar y lo que es Su Voluntad que tú recibas. 3Pro­ponte hoy no interferir en Sus designios. 4Y si algún hermano pareciese tentarte a que le niegues el regalo que Dios le ha hecho, considera eso como una oportunidad más para permitirte a ti mismo aceptar los regalos de Dios como tuyos. 5Bendice entonces a tu hermano lleno de agradecimiento y di:

 

6Hermano, te ofrezco paz y dicha para que la paz y la dicha de Dios sean mías.

 

15 DE ABRIL

Capítulo 11

DIOS O EL EGO

 

Introducción

1. O Dios está loco o bien es el ego el que lo está. 2Si examinas imparcialmente las pruebas que ambas partes presentan, te darás cuenta de que eso tiene que ser verdad. 3Ni Dios ni el ego propo­nen un sistema de pensamiento parcial. 4Ambos sistemas son internamente coherentes, aunque diametralmente opuestos en todo, de tal modo que una lealtad parcial es imposible. 5Recuerda también que sus resultados son tan diferentes como sus cimien­tos, y que sus naturalezas fundamentalmente irreconciliables no pueden ser reconciliadas alternando entre ellos. 6Nada que esté vivo es huérfano, pues la vida es creación. 7Por lo tanto, toda decisión que tomas es invariablemente la respuesta a la pregunta: "¿Quién es mi padre?" 8Y serás fiel al padre que elijas.

2. ¿Qué le dirías, no obstante, a alguien que creyese que esta pre­gunta realmente entraña conflicto? 2Si tú concebiste al ego, ¿cómo habría podido el ego concebirte a ti? 3El problema de la autoridad sigue siendo la única fuente de conflictos porque el ego se originó como consecuencia del deseo del Hijo de Dios de ser el padre de Su Padre. 4El ego, por lo tanto, no es más que un sistema ilusorio en el que tú concebiste a tu propio padre. 5No te equivoques con respecto a esto. 6Parece una locura cuando se expone con perfecta honestidad, pero el ego nunca examina lo que hace con perfecta honestidad. 7Sin embargo, ésa es su premisa demente, la cual está cuidadosamente oculta bajo la tenebrosa piedra angular de su sis­tema de pensamiento. 8Y o bien el ego -que tú concebiste- es tu padre, o bien todo su sistema de pensamiento se desmorona.

3. Tú fabricas mediante la proyección, mas Dios crea mediante la extensión. 2Tú eres la piedra angular de la creación de Dios, pues Su sistema de pensamiento es la luz. 3Recuerda que los Rayos están ahí sin ser vistos. 4Cuanto más te aproximas al centro de Su sistema de pensamiento, más clara se hace la luz. 5Cuanto más te aproximas al sistema de pensamiento del ego, más tenebroso y sombrío se vuelve el camino. 6Sin embargo, incluso la pequeña chispa que se encuentra en tu mente basta para iluminarlo. 7Lleva esa luz contigo sin ningún temor, y valerosamente enfócala a los cimientos del sistema de pensamiento del ego. 8Estáte dispuesto a juzgarlo con absoluta honestidad. 9Pon al descubierto la tenebrosa piedra angular de terror sobre la que descansa y sácala a la luz. 10Ahí verás que se basaba en la insensatez y' que todos tus miedos eran infundados.

4. Hermano mío, tú eres parte de Dios y parte de mí. 2Cuando por fin hayas visto los cimientos del ego sin acobardarte, habrás visto también los nuestros. 3Vengo a ti de parte de nuestro Padre a ofre­certe todo nuevamente. 4No lo rechaces a fin de mantener oculta la tenebrosa piedra angular, pues la protección que te ofrece no te puede salvar. 5Yo te daré la lámpara y te acompañaré. 6No harás este viaje solo. 7Te conduciré hasta tu verdadero Padre, Quien, como yo, tiene necesidad de ti. 8¿Cómo no ibas a responder jubilo­samente a la llamada del amor?

 

I. Los regalos de la paternidad

1. Te has dado cuenta de tu necesidad de curación. 2¿Le ofrecerías cualquier otra cosa a la Filiación, habiendo reconocido la necesi­dad que tú mismo tienes de curación? 3Pues en esto estriba el comienzo del retorno al conocimiento; los cimientos sobre los que Dios ayudará a construir de nuevo el sistema de pensamiento que tú compartes con Él. 4Ni una sola piedra que coloques sobre esos cimientos dejará de ser bendecida por Él, pues estarás restau­rando la santa morada de Su Hijo, donde Él dispone que Su Hijo esté y donde está. 5Sea cual sea la parte de la mente del Hijo de Dios en la que reinstauras esta realidad, la reinstauras también en ti mismo. 6Moras en la Mente de Dios junto con tu hermano, pues la Voluntad de Dios no es estar solo.

2. Estar solo es estar separado de lo infinito, mas ¿cómo iba a ser posible esto si lo infinito no tiene fin? 2Nadie puede estar más allá de lo ilimitado porque lo que no tiene límites está necesariamente en todas partes. 3En Dios no hay principios ni finales, pues Su universo es Él Mismo. 4¿Cómo ibas a poder excluirte a ti mismo del universo, o de Dios que es el universo? 5Mi Padre y yo somos uno contigo, pues tú formas parte de nosotros. 6¿Crees realmente que parte de Dios puede extraviarse o estar ausente de Él?

3. Si tú no formases parte de Dios, Su Voluntad no estaría unifi­cada. 2¿Es concebible esto? 3¿Podría una parte de Su Mente no contener nada? 4Si nadie excepto tú puede ocupar tu lugar en Su Mente, y el que tú lo ocupases constituyó tu creación, sin ti habría un lugar vacío en la Mente de Dios. 5La extensión no puede ser bloqueada, ni tampoco tiene vacíos. 6Continúa eternamente, por mucho que sea negada. 7Negar su realidad puede constituir un retraso en el tiempo, pero no en la eternidad. 8Por eso es por lo que tus creaciones no han cesado de extenderse y por lo que hay tanto esperando tu retorno.

LECCIÓN 106

 

Déjame aquietarme y escuchar la verdad.

 

1. Si no le prestases atención a la voz del ego, por muy ensordece­dora que parezca ser su llamada; si no aceptases sus míseros rega­los que no te aportan nada que realmente quieras, y si escuchases con una mente receptiva que no te haya dicho lo que es la salva­ción, podrías entonces oír la poderosa Voz de la verdad, serena en su poder, fuerte en su quietud y absolutamente segura de Sus mensajes.

2. Escucha, y oye a tu Padre hablarte a través de la voz que Él ha designado sea su Voz, la cual acalla el estruendo de lo que no tiene sentido y les muestra el camino de la paz a los que no pue­den ver. 2Aquiétate hoy y escucha la verdad. 3No te dejes engañar por las voces de los muertos, que te dicen que han encontrado la fuente de la vida y te la ofrecen para que creas en ella. 4No les hagas caso, antes bien, escucha la verdad.

3. Hoy no tengas miedo de eludir las voces del mundo. 2Sigue adelante con paso ligero más allá de su insensata persuasión. 3No les prestes oídos. 4Aquiétate hoy y escucha la verdad. 5Ve más allá de todas las cosas que no hablen de Aquel que tiene tu felici­dad en Sus manos, y que te la ofrece con calidez y amor. 6Escú­chalo únicamente a Él hoy, y no te demores más en llegar hasta Él. 7Eccucha una sola Voz hoy.

4. Hoy se cumple la promesa de la Palabra de Dios. 2Escucha y permanece en silencio. 3Él quiere hablarte. 4Él viene a ti con mila­gros que son mil veces más jubilosos y más maravillosos que los que tú jamás hayas podido soñar o desear en tus sueños. 5Sus milagros son verdad. 6No se desvanecerán cuando al sueño le llegue su fin. 7Por el contrario, son los que darán fin al sueño; y perdurarán eternamente, pues proceden de Dios para Su Hijo bienamado, cuyo otro nombre eres tú. 8repárate hoy para los milagros. 9Permite que hoy se cumpla la ancestral promesa que tu Padre te hizo a ti y a todos tus hermanos.

5. Óyelo hoy, y escucha la Palabra que levanta el velo que cubre la tierra y que despierta a todos los que duermen y no pueden ver. 2Dios los llama a través de ti. 3Él necesita tu voz para hablar­les, pues, ¿quién sino el Padre podría llegar hasta el Hijo, llamán­dolo a través de tu Ser? 4Óyelo hoy, y ofrécele tu voz para que Él pueda hablarle a las multitudes que esperan a oír la Palabra que Él pronunciará hoy.

6. Estáte listo para la salvación. 2Está aquí, y hoy se te concederá. 3Y descubrirás cuál es tu función por medio de Aquel que la eli­gió por ti en Nombre de tu Padre. 4Escucha hoy, y oirás una Voz que resonará por todo el mundo a través de ti. 5El Portador de todos los milagros necesita que tú los recibas primero, para que así te conviertas en el feliz dador de lo que has recibido.

7. Así comienza la salvación y así termina: cuando todo sea tuyo y lo hayas dado completamente, permanecerá contigo para siem­pre. 2La lección se habrá aprendido. 3Hoy vamos a practicar lo que es dar, pero no de la manera en que lo entiendes ahora, sino tal como es. 4Los ejercicios de cada hora deben ir precedidos de esta plegaria de iluminación:

 

5Me aquietaré y escucharé la verdad.

6¿Qué significa dar y recibir?

 

8. Pregunta, y confía en que se te contestará. 2Lo que pides es algo cuya respuesta ha estado esperando mucho tiempo a que la acep­tes. 3Dicha respuesta representará el comienzo del ministerio para el que viniste, el cual liberará al mundo de la creencia de que dar es una manera de perder. 4De este modo el mundo se prepara para entender y para recibir.

9. Aquiétate y escucha la verdad hoy. 2Por cada cinco minutos que pases escuchando, mil mentes se abrirán a la verdad y oirán la santa Palabra que tú oyes. 3Y cuando la hora haya pasado, liberarás mil más que harán una pausa para pedir que la verdad les sea revelada tanto a ellas como a ti.

10. Hoy se cumple la santa Palabra de Dios cuando tú la recibes para darla, de manera que puedas enseñarle al mundo lo que sig­nifica dar, escuchándolo y aprendiéndolo de Él. 2No te olvides hoy de reforzar tu decisión de escuchar y recibir la Palabra, repi­tiendo el siguiente recordatorio tan a menudo como te sea posible:

 

3Déjame aquietarme y escuchar la verdad.

4Hoy soy el mensajero de Dios.

5Mi voz es Suya para dar lo que recibo.

 

16 DE ABRIL

4. Esperar es posible únicamente en el tiempo, pero el tiempo carece de significado. 2Tú que inventaste las demoras puedes dejar atrás el tiempo reconociendo simplemente que ni los princi­pios ni los finales fueron creados por lo Eterno, Quien no impuso límites a Su creación o a aquellos que crean como Él. 3 Desconoces esto debido simplemente a que has tratado de limitar lo que Él creó, y, por lo tanto, crees que la creación está limitada. 4¿Cómo, entonces, ibas a poder conocer tus creaciones habiendo negado lo infinito?

5. Las leyes del universo no admiten contradicciones. 2 Lo que es válido para Dios es válido para ti. 3Si no crees que estás en Dios, tampoco creerás que Él está en ti. 4Lo infinito no tiene sentido sin ti, y tú no tienes sentido sin Dios. 5Dios y Su Hijo no pueden tener fin, pues nosotros somos el universo. 6Dios no está incompleto y sin Hijos. 7Puesto que Su Voluntad no fue estar solo, creó un Hijo como Él. 8No le niegues Su Hijo, pues tu renuencia a aceptar Su Paternidad te ha negado a ti la tuya. 9Ve en Sus creaciones a Su Hijo, pues las tuyas fueron creadas en Su honor. 10El universo del amor no se detiene porque tú no lo veas, ni tus ojos han perdido la capacidad de ver por el hecho de estar cerrados. 11Contempla la gloria de Su creación y te darás cuenta de lo que Dios ha salva­guardado para ti.

6. Dios te ha dado un lugar en Su Mente que es tuyo para siem­pre. 2Pero sólo puedes conservarlo si lo das de la misma manera en que se te dio. 3¿Cómo ibas a poder estar solo allí cuando se te dio porque Dios no dispuso estar solo? 4No es posible reducir la Mente de Dios. 5Tan sólo se puede expandir, pues todo lo que Él crea tiene la función de crear. 6El amor no limita, y lo que crea no está limitado. 7 Dar sin límites es lo que Dios ha dispuesto para ti porque eso es lo único que puede brindarte Su dicha, la cual es Su Voluntad compartir contigo. 8Tu amor es tan ilimitado como el Suyo porque es el Suyo.

7. ¿Cómo iba a ser posible que una parte de Dios estuviese excluida de Su Amor o que una parte de Su Amor pudiese ser restringida? 2Dios es tu patrimonio porque Su único regalo es Él Mismo. 3¿De qué otra manera podrías dar, salvo como Él da, si quieres saber cuál es el regalo que Él te hizo? 4Da, pues, sin límites ni mesura, para que te des cuenta de cuánto te ha dado Él. 5Tu capacidad para aceptar a Dios depende de que estés dispuesto a dar como Él da. 6Tu paternidad y tu Padre son uno. 7La Voluntad de Dios es crear, y tu voluntad es la Suya. 8De ello se deduce, pues, que tu voluntad es crear, toda vez que tu voluntad emana de la Suya. 9Y al ser tu voluntad una extensión de la Suya tiene que ser, por lo tanto, idéntica a la de Él.

8. No sabes, no obstante, lo que tu voluntad dispone. 2Eso no es extraño si te percatas que negar equivale a "no saber". 3La Volun­tad de Dios es que tú eres Su Hijo. 4Al negar esto, niegas tu propia voluntad, y, por lo tanto, no puedes saber lo que es. 5Debes pre­guntar cuál es la Voluntad de Dios con respecto a todo porque Su Voluntad es también tu voluntad. 6Tú no sabes lo que es, pero el Espíritu Santo lo recuerda por ti. 7Pregúntale, por lo tanto, cuál es la Voluntad de Dios para ti, y Él te dirá cuál es la tuya. 8No se puede hacer demasiado hincapié en el hecho de que tú no lo sabes. 9Siempre que lo que el Espíritu Santo te diga aparente ser una coacción, es únicamente porque no has reconocido tu voluntad.

9. La proyección del ego hace que la Voluntad de Dios parezca ser algo externo a ti, y, por lo tanto, que no es tu voluntad. 2De acuerdo con esta interpretación parece que fuese posible que la Voluntad de Dios y la tuya estuviesen en conflicto. 3Dios, pues, parece exigirte algo que tú no le quieres dar, privándote así de lo que anhelas. 4¿Cómo iba a ser posible que Dios, que sólo desea lo que es tu voluntad, fuese capaz de eso? 5Tu voluntad es Su vida, que Él te ha dado. 6Ni siquiera en el tiempo puedes vivir sepa­rado de Él. 7Dormir no es estar muerto. 8Lo que Él creó puede dormir, pero no puede morir. 9La inmortalidad es Su Voluntad para Su Hijo y la voluntad de Su Hijo para sí. 10El Hijo de Dios no puede disponer la muerte para sí mismo porque su Padre es Vida y Su Hijo es como Él. 11La creación es tu voluntad porque es Su Voluntad.

10. No puedes ser feliz a menos que hagas lo que realmente es tu voluntad, y esto no se puede cambiar porque es inmutable. 2Es inmutable porque es la Voluntad de Dios y la tuya, pues de otro modo Su Voluntad no podría extenderse. 3Tienes miedo de saber cuál es la Voluntad de Dios porque crees que no es la tuya. 4Esta creencia es lo que da lugar a la enfermedad y al miedo. 5Todo síntoma de enfermedad y de miedo emana de ella porque es la creencia que hace que no quieras saber. 6Al creer esto te ocultas en la oscuridad, negando que la luz se encuentre en ti.

11. Se te pide que confíes en el Espíritu Santo únicamente porque Él habla por ti. 2Él es la Voz que habla por Dios, pero nunca olvi­des que Dios no dispuso estar solo. 3Él comparte Su Voluntad contigo, no te la impone. 4Recuerda siempre que lo que Dios da, Él lo conserva, de modo que nada que ÉI dé puede contradecirle. 5Tú, que compartes Su Vida, tienes que compartirla para poder conocerla, pues compartir es conocer. 6Bienaventurado tú que estás aprendiendo que oír la Voluntad de tu Padre es conocer la tuya. 7Pues tu voluntad es ser como Él, Cuya Voluntad es que así sea. 8La Voluntad de Dios es que Su Hijo sea uno y que esté unido a Él en Su Unicidad *. 9Por eso es por lo que la curación representa el inicio del reconocimiento de que tu voluntad es la Suya.

 

LECCIÓN 107

 

La verdad corregirá todos los errores de mi mente.

 

1. ¿Qué otra cosa puede corregir las ilusiones sino la verdad? 2¿Y qué son los errores sino ilusiones que aún no se han reconocido como tales? 3Allí donde la verdad ha hecho acto de presencia los errores desaparecen. 4Simplemente se desvanecen sin dejar ni ras­tro por el que se pudiesen recordar. 5Desaparecen porque, sin la creencia que los sustenta, no tienen vida. 6De este modo, se disuel­ven en la nada de donde provinieron. 7Del polvo vienen y al polvo volverán, pues lo único que queda es la verdad.

2. ¿Puedes imaginarte lo que sería un estado mental en el que no hubiese ilusiones? 2¿Qué sensación te produciría? 3Trata de recor­dar algún momento -quizá un minuto, o incluso menos- en el que nada vino a perturbar tu paz; en el que te sentiste seguro de ser amado y de estar a salvo. 4Trata entonces de imaginarte cómo sería si ese momento se pudiera extender hasta el final del tiempo y hasta la eternidad. 5Luego deja que la sensación de quietud que sentiste se multiplique cien veces, y luego cien veces más.

3. Entonces tendrás un atisbo, que no es más que un leve indicio del estado en el que tu mente descansará una vez que haya lle­gado la verdad. 2Sin ilusiones no puede haber miedo, dudas o ataque. 3Cuando la verdad llegue todo dolor cesará, pues no habrá cabida en tu mente para pensamientos transitorios e ideas muertas. 4La verdad la ocupará por completo y te liberará de todas tus creencias en lo efímero. 5No habrá cabida para éstas porque la verdad habrá llegado y ahora dichas creencias no esta­rán en ninguna parte. 6No se pueden encontrar, pues ahora la verdad lo ocupa todo eternamente.

4. Cuando la verdad llega no se queda sólo por un rato para luego desaparecer o convertirse en otra cosa. 2Su forma no cam­bia ni varía, ni ella va y viene, para luego volver a irse y regresar de nuevo. 3Permanece exactamente como siempre fue, de manera que podamos contar con ella en caso de cualquier necesidad, y confiar, con perfecta certeza, en que estará con nosotros en todas las aparentes dificultades y dudas que engendran las apariencias que el mundo presenta. 4Éstas simplemente desaparecerán cuando la verdad corrija los errores de tu mente.

5. Cuando la verdad llega trae en sus alas el don de la perfecta constancia, así como un amor que no se arredra ante el dolor, sino que mira, con seguridad y firmeza, más allá de él. 2He aquí el don de la curación, pues la verdad no necesita defensa y, por lo tanto, no es posible ningún ataque. 3Las ilusiones pueden llevarse ante la verdad para ser corregidas. 4Pero la verdad se alza muy por encima de las ilusiones, y no puede ser llevada ante éstas para hacer que sean verdad.

6. La verdad no va y viene, no cambia ni varía, adoptando una apariencia ahora y luego otra, evitando la captura y evadiendo la aprehensión. 2No se oculta. 3Se alza en plena luz, claramente acce­sible. 4Es imposible que alguien que la busque verdaderamente no la pueda encontrar. 5Este día le pertenece a la verdad. 6Dale lo que le corresponde, y ella te dará lo que es tuyo. 7No fuiste creado para sufrir y morir. 8La Voluntad de tu Padre dispone que esos sueños desaparezcan. 9Deja que la verdad los corrija.

7. No estamos pidiendo lo que no tenemos. 2Estamos pidiendo simplemente lo que nos pertenece, de manera que podamos reco­nocer que es nuestro. 3Hoy practicamos con la feliz certeza que emana de la verdad. 4Los titubeantes e inestables pasos de la ilu­sión no serán nuestro enfoque hoy. 5Estamos tan seguros de que vamos a triunfar como de que vivimos, de que tenemos esperan­zas y de que respiramos y pensamos. 6No tenemos ninguna duda de que hoy caminamos con la verdad, y contamos con ella para que forme parte de todos los ejercicios que habremos de hacer en este día.

8. Comienza pidiéndole a Aquel que te acompaña en esta empresa que permanezca en tu conciencia conforme vas con Él. 2Tú no estás hecho de carne, sangre y huesos, sino que fuiste creado por el mismo Pensamiento que le concedió a Él el don de la vida. 3Él es tu Hermano, y tan parecido a ti que tu Padre sabe que ambos sois lo mismo. 4Es a tu propio Ser al que le pides que te acompañe, y ¿cómo podría Él no estar donde tú estás?

9. La verdad corregirá todos los errores de tu mente que te dicen que puedes estar separado de Él. 2Habla con Él hoy, y compromé­tete a permitir que Su función se realice a través de ti. 3Compartir Su función es compartir Su dicha. 4Dispones de Su confianza cuando dices:

 

5La verdad corregirá todos los errores de mi mente, y descansaré en Aquel que esmi Ser.

 

6Deja entonces que Él te guíe dulcemente hacia la verdad, la cual te envolverá y te llenará de una paz tan profunda y serena que te será difícil regresar al mundo que te es familiar.

10. Aun así, te sentirás feliz de volver a ver ese mundo. 2Pues trae­rás contigo la promesa de los cambios que la verdad que te acom­paña habrá de efectuar en él. 3Éstos serán cada vez mayores con cada regalo de cinco breves minutos que le hagas a Él, y los erro­res que rodean al mundo quedarán corregidos a medida que per­mitas que se corrijan en tu mente.

11. No te olvides hoy de tu función. 2Cada vez que te dices a ti mismo con absoluta certeza: "La verdad corregirá todos los erro­res de mi mente" hablas en nombre de todos y de Aquel que liberará al mundo según te libere a ti.

 

17 DE ABRIL

II. La invitación a curar

1. Si la enfermedad es separación, la decisión de curar y de ser curadores, por lo tanto, el primer paso en el proceso de reconocer lo que verdaderamente quieres. 2Todo ataque te aleja de esto, y todo pensamiento curativo te lo acerca. 3El Hijo de Dios incluye tanto al Padre como al Hijo porque es a la vez Padre e Hijo. 4Unir tener y ser es unir, tu voluntad a la Suya, pues lo que Su Voluntad ha dispuesto para ti es Él Mismo. 5Y tu voluntad es entregarte a Él porque, en tu perfecto entendimiento de Él, sabes que no hay sino una sola Voluntad. 6Mas cuando atacas a cualquier parte de Dios o de Su Reino tu entendimiento no es perfecto, y, por consi­guiente, pierdes lo qué realmente quieres.

2. Curar, por lo tanto, se convierte en una lección de entendi­miento, y cuanto más la practicas mejor maestro y alumno te vuel­ves. 2Si has negado la verdad, ¿qué mejores testigos de su realidad podrías tener que aquellos que han sido curados por ella? 3Pero asegúrate de contarte a ti mismo entre ellos, pues estando dis­puesto a unirte a ellos es como te curarás. 4Todo milagro que obras te habla de la Paternidad de Dios. 5Todo pensamiento curativo que aceptas, proceda éste de un hermano o de tu propia mente, te enseña que eres el Hijo de Dios. 6En todo pensamiento hiriente que albergues, independientemente de donde lo percibas, yace la negación de la Paternidad de Dios y de tu relación filial. con Él. 

3. Y la negación es tan total como el amor. 2No puedes negar parte de ti mismo porque el resto parecerá estar separado de ti, y, por lo tanto, desprovisto de significado. 3Y al no tener significado para ti, no lo entenderás. 4Negar el significado de algo equivale a no comprenderlo. 5Únicamente puedes curarte a ti mismo porque únicamente el Hijo de Dios tiene necesidad de curación. 6Tienes necesidad de ella porque no te entiendes a ti mismo, y por lo tanto, no sabes lo que haces. 7Puesto que te has olvidado de lo que es tu voluntad, no sabes lo que realmente quieres.

4. La curación es señal de que quieres reinstaurar la plenitud. 2Y el hecho de que estés dispuesto a ello es lo que te permite oír-la Voz del Espíritu Santo, Cuyo mensaje es la plenitud. 3Él te capacitará para que vayas mucho más allá de la curación que lograrías por tu cuenta, pues a tu pequeña dosis de buena voluntad para reinstaurar la plenitud Él sumará toda Su Voluntad, haciendo así que la tuya sea plena. 4¿Qué podría haber que el Hijo de Dios no pudiese alcanzar cuando la Paternidad de Dios se encuentra en él? 5Mas la invitación tiene que proceder de ti, pues sin duda debes haber aprendido que aquel a quien invites a ser tu hués­ped, será quien morará en ti.

5. El Espíritu Santo no puede hablarle a un anfitrión que no le dé la bienvenida, puesto que no sería oído. 2El Eterno Invitado jamás se ausenta, pero Su Voz se vuelve cada vez más tenue en compañía de extraños. 3Necesita tu protección, únicamente porque la atención que le prestas es señal de que deseas Su Compañía. 4Piensa como Él aunque sólo sea por un momento y la pequeña chispa se convertirá en una luz tan resplandeciente que inundará tu mente para que Él se convierta en tu único Invitado. 5Siempre que le abres las puertas al ego, menoscabas la bienvenida que le das al Espíritu Santo. 6Él no sé ausentará, pero habrás hecho una alianza contra Él. 7Sea cual sea la jornada que decidas emprender, Él irá contigo y esperará. 8Puedes confiar plenamente en Su paciencia, pues Él no puede abandonar a ninguna parte de Dios. 9Mas tú necesitas mucho más que paciencia.

6. No podrás descansar hasta que sepas cuál es tu función y la lleves a cabo, pues sólo en esto pueden estar completamente uni­das la Voluntad de tu Padre y la tuya. 2Tener a Dios es ser como Él, y Él se ha dado a Sí Mismo a ti. 3Tú que tienes a Dios debes ser como Dios, pues mediante Su regalo Su función se convirtió en la tuya. 4Invita este conocimiento de nuevo a tu mente y no dejes entrar ninguna otra cosa que lo pueda enturbiar. 5El Invitado que Dios te envió te enseñará cómo hacer esto sólo con que reconozcas la pequeña chispa y estés dispuesto a dejar que se expanda. 6No es necesario que estés enteramente dispuesto a ello porque Él lo está. 7Si simplemente le ofreces un pequeño lugar, Él lo iluminará tanto que gustosamente dejarás que éste se expanda. 8Y mediante esta expansión, comenzarás a recordar la creación.

7. ¿Qué prefieres ser, rehén del ego o anfitrión de Dios? 2Aceptarás únicamente a aquel que invites. 3Eres libre de determinar quién ha de ser tu invitado y cuánto tiempo ha de permanecer contigo. 4Mas esto no es auténtica libertad, pues depende todavía de cómo la consideres. 5El Espíritu Santo se encuentra ahí, pero no puede ayudarte a menos que tú se lo pidas. 6Y el ego no es nada, tanto si lo invitas a que entre como si no. 7La auténtica libertad radica en darle la bienvenida a la realidad, y de tus invi­tados, sólo él Espíritu Santo es real. 8Date cuenta, pues, de Quién mora en ti, reconociendo simplemente lo que ya se encuentra ahí, y no te conformes con consoladores imaginarios, pues el Conso­lador de Dios se encuentra en ti.

 

LECCIÓN 108

 

Dar y recibir son en verdad lo mismo.

 

1. La visión depende de la idea de hoy. 2La luz se encuentra en ella, pues reconcilia todos los aparentes opuestos. 3¿Y qué puede ser la luz sino la resolución, nacida de la paz, de fundir todos tus conflictos y pensamientos erróneos en un solo concepto que sea completamente cierto? 4Incluso éste desaparecerá, ya que el Pen­samiento que se encuentra tras él aparecerá para ocupar su lugar. 5Y ahora estás en paz para siempre, pues en ese punto al sueño le llega su fin.

2. La verdadera luz que hace posible la verdadera visión no es la luz que los ojos del cuerpo contemplan. 2Es un estado mental que se ha unificado en tal grado que la oscuridad no se puede perci­bir en absoluto. 3Y de esta manera, lo que es igual se ve como lo mismo, mientras que lo que es diferente ni se nota, pues no está ahí.

3. Ésta es la luz en la que no se pueden ver opuestos, y la visión, al haber sanado, tiene el poder de sanar. 2Ésta es la luz que extiende tu paz interior hasta otras mentes, para compartirla y regocijarse de que todas ellas sean una contigo y una consigo mismas. 3Esta es la luz que sana porque genera una sola percepción, basada en un solo marco de referencia, del que procede un solo significado.

4. Ahí dar y recibir se ven como diferentes aspectos de un mismo Pensamiento, cuya verdad no depende de cuál de esos dos aspec­tos se vea primero, ni de cuál parezca estar en segundo lugar. 2Ahí se entiende que ambos ocurren simultáneamente, para que el Pensamiento conserve su integridad. 3Y este entendimiento es la base sobre la que se reconcilian todos los opuestos, ya que se perciben desde el mismo marco de referencia que unifica dicho Pensamiento.

5. Un solo pensamiento, completamente unificado, servirá para unificar todos los pensamientos. 2Esto es lo mismo que decir que una sola corrección bastará para que todo quede corregido, o que perdonar a un solo hermano completamente es suficiente para brindarle la salvación a todas las mentes. 3Pues éstos son sólo algunos casos especiales de la ley que rige toda clase de aprendi­zaje, siempre que esté dirigido por Aquel que conoce la verdad.

6. Aprender que dar es lo mismo que recibir tiene una utilidad especial, ya que se puede poner a prueba muy fácilmente y com­probar que es verdad. 2Y cuando con este caso especial se haya comprobado que en toda circunstancia en que se le ponga a prueba siempre da resultado, el pensamiento subyacente se puede entonces generalizar a otras áreas de duda y de doble visión. 3Y de ahí se expandirá hasta llegar finalmente al único Pensamiento subyacente a todos ellos.

7. Hoy practicaremos con el caso especial de dar y recibir. 2Utili­zaremos esta sencilla lección acerca de lo obvio porque produce resultados que no se nos pueden escapar. 3Dar es recibir. 4Hoy intentaremos ofrecerle paz a todo el mundo y ver cuán rápida­mente retorna a nosotros. 5La luz es tranquilidad, y en esa paz se nos concede la visión, y entonces podemos vera

8. De este modo damos comienzo a nuestras sesiones de práctica con las instrucciones para hoy, y afirmamos:

 

2Dar y recibir son en verdad lo mismo.

3Recibiré lo que estoy dando ahora.

 

4Luego cierra los ojos y piensa durante cinco minutos en lo que quie­res ofrecerle a todo el mundo, para así disfrutar de ello. 5Podrías decir por ejemplo:

 

6Le ofrezco sosiego a todo el mundo.

7Le ofrezco paz interior a todo el mundo.

8Le ofrezco ternura a todo el mundo.

 

9. Repite cada frase lentamente y luego haz una pequeña pausa, esperando recibir el regalo que diste. 2Este te llegará en la misma medida en que lo diste. 3Te darás cuenta de que recibes una retri­bución exacta, pues eso es lo que pediste. 4Puede que te resulte útil, asimismo, pensar en alguien a quien dar tus regalos. 5Él re­presenta a los demás y a través de él estarás dándoselos a todo el mundo.

10. Nuestra sencilla lección de hoy te enseñará mucho. 2De ahora en adelante entenderás mucho mejor el concepto de efecto y causa, y nuestro progreso será mucho más rápido. 3Piensa en los ejercicios de hoy como rápidos avances en tu aprendizaje, el cual se acelerará y consolidará cada vez que digas: "Dar y recibir son en verdad lo mismo”.

 

18 DE ABRIL

III. De las tinieblas a la luz

1. Cuando te sientas abrumado, recuerda que te has hecho daño a ti mismo. 2Tu Consolador te proveerá descanso, pues tú no pue­des proveértelo a ti mismo. 3No sabes cómo hacerlo porque si supieras nunca habrías podido sentirte abrumado. 4Si no te hicie­ras daño a ti mismo no podrías sufrir en absoluto, pues ésa no es la Voluntad de Dios para Su Hijo. 5El dolor es algo ajeno a Él, ya que Él no sabe de ataques, y Su paz te rodea silenciosamente. 6Dios permanece en perfecta quietud, ya que en Él no hay con­flicto alguno. 7El conflicto es la raíz de todos los males, pues al ser ciego no ve a quien ataca. 8Siempre ataca, no obstante, al Hijo de Dios, y el Hijo de Dios eres tú.

2. El Hijo de Dios necesita ciertamente consuelo, pues no sabe lo que hace, al creer que su voluntad no es la suya. 2El Reino es suyo, y sin embargo, vaga sin hogar. 3Aunque su hogar está en Dios se siente solo y, rodeado de hermanos, se siente sin amigos. 4¿Cómo iba a permitir Dios que esto fuese real, cuando Él no dispuso estar solo? 5Y si tu voluntad es la Suya, estar solo no puede ser verdad con respecto a ti porque no lo es con respecto a El.

3. ¡Ay, criatura de Dios, si supieses lo que Dios dispone para ti, tu gozo sería absoluto!. 2Y lo que ÉI dispone ha ocurrido, pues siem­pre fue verdad. 3Cuando venga la luz y hayas dicho: "La Volun­tad de Dios es, la mía", verás una belleza tal que sabrás que no procede de ti. 4Como resultado de tu gozo crearás belleza en Su Nombre, pues tu gozo es tan incontenible como el Suyo. 5El mundo desolado e insignificante se desvanecerá en la nada, y tu corazón estará tan rebosante de alegría que de un salto se elevará hasta el Cielo, ante la Presencia de Dios. 6No puedo, describirte cómo será esto, pues tu corazón no está todavía listo. 7Puedo decirte, no obstante, y recordártelo a menudo, que lo que Dios dispone para Sí Mismo lo dispone para ti y lo que Él dispone para ti es tuyo.

4. El camino no es arduo, pero es muy diferente. 2El tuyo es el camino del dolor, de lo cual Dios no sabe nada. 3Ése es el camino que en verdad es arduo y muy solitario. 4El miedo y la aflicción son tus invitados y moran en ti, acompañándote dondequiera que vas. 5Pero la jornada tenebrosa no es el camino que el Hijo de Dios desea recorrer. 6Camina en la luz y no veas a los siniestros compañeros, pues no son compañeros dignos del Hijo de Dios, que fue creado de la luz y en la luz. 7La Gran Luz siempre te rodea e irradia desde ti. 8¿Cómo podrías ver a los compañeros siniestros en una luz como ésa? 9Si los ves es únicamente porque estás negando la luz. 10Niégalos a ellos en vez de a la luz, pues la luz está aquí y el camino ha sido despejado.

5. Dios no le oculta nada a Su Hijo, aun cuando Su Hijo quiere ocultarse a sí mismo. 2El Hijo de Dios, no obstante, no puede ocultar su gloria, pues Dios dispuso que fuese glorioso y le dio la luz que refulge en él. 3Nunca perderás el rumbo, pues Dios te guía. 4Cuando vagas sin rumbo no haces sino emprender una jornada que no es real. 5Los compañeros siniestros y el camino tenebroso, no son más que ilusiones. 6Vuélvete hacia la luz, pues la pequeña chispa que se encuentra en ti es parte de una Luz tan espléndida que te puede liberar para siempre de las tinieblas. 7Pues tu Padre es tu Creador y tú eres como Él.

6. Las criaturas de la luz no pueden morar en la oscuridad, pues no hay oscuridad en ellas. 2No te dejes engañar por los consoladores siniestros, ni permitas que entren en la mente del Hijo de Dios, pues no tienen cabida en Su templo. 3Cuando te sientas tentado de negar a Dios recuerda que no hay otros dioses que puedas anteponer a Él, y acepta lo que Su Voluntad dispone para ti en paz, 4pues no la puedes aceptar de ninguna otra manera.

7. Sólo el Consolador de Dios puede darte consuelo. 2En la quietud de Su templo, Él espera para darte la paz que es tuya. 3Da de Su paz, para que puedas entrar en el templo y encontrarla allí esperándote. 4Mas sé santo en Presencia de Dios, o, de lo contra­rio, no sabrás que estás allí, 5pues lo que no es como Dios no puede entrar en Su Mente porque no fue Su Pensamiento y, por lo tanto, no es de Él. 6Y si quieres saber lo que es tuyo, tu mente tiene que ser tan pura como la Suya. 7Protege cuidadosamente Su tem­plo, pues Él Mismo mora allí en paz. 8No puedes entrar en la Presencia de Dios con los compañeros siniestros a tu lado, pero tampoco puedes entrar solo. 9Todos tus hermanos tienen que entrar contigo, ya que hasta que no los hayas aceptado, tú no podrás entrar. 10Pues no podrás entender lo que es la Plenitud a menos que tú mismo seas pleno, y ninguna parte del Hijo puede ser excluida si su deseo es conocer la Plenitud de su Padre.

8. Puedes aceptar en tu mente a la Filiación en su totalidad y ben­decirla con la luz que tu Padre le dio. 2Serás entonces digno de morar en el templo con Él, puesto que tu voluntad no es estar solo. 3Dios bendijo a Su Hijo para siempre. 4Si tú le bendices mientras estás en el tiempo, morarás en la eternidad. 5El tiempo no puede separarte de Dios si lo usas en favor de lo eterno.

 

LECCIÓN 109

 

Descanso en Dios.

 

1. Hoy pedimos descanso; y una quietud que las apariencias del mundo no puedan perturbar. 2Pedimos paz y tranquilidad en medio de todo el torbellino nacido de sueños conflictivos. 3Pedi­mos seguridad y felicidad, aunque lo que parece que vemos es peligro e infortunio. 4Y disponemos del pensamiento que respon­derá a nuestra petición con lo que pedimos.

2. "Descanso en Dios." 2Este pensamiento te brindará el descanso y el sosiego, la paz y la quietud, así como la seguridad y felicidad que buscas. 3"Descanso en Dios." 4Este pensamiento tiene el poder de despertar la verdad durmiente en ti que posees la visión que ve más allá de las apariencias hasta esa misma verdad en todo el mundo y en todo lo que existe. 5He aquí el fin del sufrimiento para el mundo entero y para todo aquel que jamás haya venido o haya de venir para estar aquí por algún tiempo. 6He aquí el pensa­miento mediante el cual el Hijo de Dios nace de nuevo para reco­nocerse a sí mismo.

3. "Descanso en Dios." 2Completamente impávido, este pensa­miento te sacará adelante a través de tormentas y luchas, más allá del infortunio y del dolor, de la pérdida y de la muerte, y te llevará a la certeza de Dios. 3No hay sufrimiento que no pueda sanar. 4No hay problema que no pueda resolver. 5Y no hay apa­riencia que no se convierta en la verdad ante los ojos de vosotros que descansáis en Dios.

4. Éste es el día de la paz. 2Descansas en Dios, y mientras los vientos del odio dividen el mundo, tu descanso permanece im­perturbable. 3Tuyo es el descanso de la verdad. 4Las apariencias no te pueden perturbar. 5Exhortas a todos tus hermanos a que se unan a ti en tu descanso, y ellos te oirán y vendrán a ti porque descansas en Dios. 6No oirán ninguna otra voz excepto la tuya porque tú le entregaste tu voz a Dios, y ahora descansas en Él y dejas que Él hable a través de ti.

5. En Él no tienes inquietudes, preocupaciones, agobios, ansieda­des o dolor, ni miedo al futuro ni remordimientos por el pasado. 2Descansas en la intemporalidad, mientras que el tiempo pasa de largo sin dejar marca sobre ti, pues nada puede jamás alterar tu descanso en modo alguno. 3Descansa hoy. 4Y según cierras los ojos, sumérgete en la quietud. 5Permite que estos períodos de descanso y respiro le aseguren a tu mente que todas sus frenéti­cas fantasías no eran sino los sueños de un delirio febril que ya pasó. 6Deja que tu mente se aquiete y acepte con agradecimiento su curación. 7Ahora que descansas en Dios ya no vendrán a ron­darte sueños de terror. 8Dedica tiempo hoy a ir más allá de los sueños, hasta llegar a la paz.

6. En los descansos que hoy tomas cada hora, una mente fatigada de repente se alegrará, un pájaro con las alas rotas romperá a cantar y un arroyo por largo tiempo seco manará de nuevo. 2El mundo renace cada vez que descansas y recuerdas cada hora, que viniste a brindarle la paz de Dios al mundo a fin de que pudiese descansar junto contigo.

7. Cada vez que hoy descansas cinco minutos el mundo se acerca más a su despertar. 2Y el momento en que lo único que haya sea descanso se acerca más a todas las mentes cansadas y exhaustas, demasiado agotadas ahora como para poder seguir adelante solas. 3Y estas mentes oirán al pájaro cantar otra vez y verán el manantial manar de nuevo, y con renacida esperanza y renovado vigor marcharán con paso ligero por la senda que de súbito parece más fácil de recorrer según siguen adelante.

8. Hoy descansas en la paz de Dios, y desde tu descanso exhortas a tus hermanos a que encuentren el suyo y descansen junto a ti. 2Hoy serás fiel a tu cometido, al no olvidarte de nadie e incluir a todos en el infinito círculo de tu paz, el sagrado santuario donde reposas. 3Abre las puertas del templo y deja que tus hermanos distantes y tus amigos más íntimos vengan desde los mas remo­tos lugares del mundo, así como desde los más cercanos; invíta­los a todos a entrar y a descansar contigo.

9. Hoy descansas en la paz de Dios, tranquilo y sin miedo. 2Cada uno de tus hermanos viene a descansar y a ofrecerte a ti su des­canso. 3Descansamos juntos aquí, pues así es como nuestro des­canso es total, y lo que hoy damos ya lo hemos recibido. 4El tiempo no es el guardián de lo que damos hoy. 5Damos a los que aún no han nacido y a los que ya partieron, a todo Pensamiento de Dios, y a la Mente en la que estos Pensamientos nacieron y en donde descansan. 6Y les recordamos su lugar de descanso cada vez que nos decimos a nosotros mismos: "Descanso en Dios”

 

LECCIÓN 110

 

Soy tal como Dios me creó.

 

1. Repetiremos la idea de hoy de vez en cuando. 2Pues sólo con este pensamiento bastaría para salvarte a ti y al mundo, si creye­ses que es verdad. 3Su veracidad significa que no has efectuado ningún cambio real en ti, ni que tampoco has cambiado el uni­verso de manera que lo que Dios creó hubiese podido ser reem­plazado por el miedo y la maldad, por la aflicción y la muerte. 4Si sigues siendo tal como Dios te creó, el miedo no tiene sentido, la maldad no es real y la aflicción y la muerte no existen.

2. La idea de hoy es, por lo tanto, todo cuanto necesitas para dejar que la absoluta corrección sane tu mente y te conceda una visión perfecta que corrija todos los errores que cualquier mente haya podido cometer en cualquier momento o lugar. 2Esta idea es sufi­ciente para sanar el pasado y liberar el futuro. 3Esta idea es su­ficiente para permitir que el presente se acepte tal como es. 4Esta idea es suficiente también para dejar que el tiempo sea el medio por el que el mundo entero aprende a escaparse del tiempo y de todos los cambios que éste parece producir con su pasar.

3. Si sigues siendo tal como Dios te creó, las apariencias no pue­den reemplazar a la verdad, la salud no puede trocarse en enfer­medad, la muerte no puede suplantar a la vida ni el miedo al amor. 2Nada de eso ha ocurrido si tú sigues siendo tal como Dios te creó. 3No necesitas otro pensamiento que éste para permitir que la redención venga a iluminar al mundo y a liberarlo del pasado.

4. Con este pensamiento basta para erradicar todo el pasado y salvar el presente a fin de que se pueda extender serenamente hasta un futuro intemporal. 2Si eres tal como Dios te creó, enton­ces no ha habido separación alguna entre tu mente y la Suya, ni división entre tu mente y otras mentes, y sólo ha habido unidad en la tuya.

5. El poder sanador de la idea de hoy es ilimitado. 2La idea de hoy es la cuna de todos los milagros, la gran restauradora de la verdad en la conciencia del mundo. 3Practica la idea de hoy con gratitud. 4Ésta es la verdad que te hará libre. 5Ésta es la verdad que Dios te ha prometido. 6Ésta es la Palabra con la que a todo sufrimiento le llega su fin.

6. Comienza las sesiones de práctica de cinco minutos con esta cita del texto:

 

2Soy tal como Dios me creó.

3Su Hijo no puede sufrir.

4Y yo soy Su Híjo.

 

7. Luego, mientras mantienes esta afirmación fija en la mente, trata de encontrar en ella al Ser que es el santo Hijo de Dios Mismo.

8. Busca en tu interior a Aquel que es el Cristo en ti, el Hijo de Dios y hermano del mundo; el Salvador que ha sido salvado para siempre y que tiene el poder de salvar a todo aquel que entra en contacto con Él, por levemente que sea, y le pida la Palabra que le dice que él es Su hermano.

9. Eres tal como Dios te creó. 2Honra hoy a tu Ser, 3y no rindas culto a las imágenes que fabricaste para que fuesen el Hijo de Dios en lugar de lo que él es. 4En lo más recóndito de tu mente el santo Cristo en ti espera a que lo reconozcas como lo que tú eres. 5Y mientras no lo reconozcas y Él siga siendo un desconocido para ti, tú seguirás perdido y sin saber quién eres.

10. Búscalo hoy y encuéntralo. 2Él te salvará de todos los ídolos que has inventado. 3Pues cuando lo encuentres, comprenderás cuán indignos son tus ídolos y cuán falsas las imágenes que creías ser. 4Hoy damos un paso gigantesco hacia la verdad al abandonar nuestros ídolos y abrir nuestros brazos, nuestros corazones y nues­tras mentes a Dios.

11. Lo recordaremos a lo largo del día con nuestros corazones rebosantes de gratitud y albergando solamente pensamientos amorosos hacia todos aquellos que hoy se crucen en nuestro camino. 2Pues así es como lo recordaremos. 3Y para poder recor­dar a Su Hijo, nuestro santo Ser, el Cristo en cada uno de nosotros diremos:

 

4Soy tal como Dios me creó.

 

5Declaremos esta verdad tan a menudo como podamos. 6Ésta es la Palabra de Dios que te hace libre. 7Ésta es la llave que abre las puertas del Cielo y te permite entrar a la paz de Dios y a Su eternidad.

 

TERCER REPASO

 

Introducción

 

1. Hoy comienza nuestro siguiente repaso. 2Cada día repasare­mos dos de las últimas veinte lecciones durante diez días conse­cutivos de práctica. 3Para estas sesiones de práctica seguiremos un formato especial, que se te exhorta a seguir tan fielmente como puedas.

2. Entendemos, por supuesto, que tal vez te resulte imposible hacer cada día y cada hora del día lo que aquí se sugiere como óptimo. 2Tu aprendizaje no se verá afectado si se te pasa una sesión de práctica porque te resultó imposible llevarla a cabo en el momento señalado. 3No es necesario tampoco que te esfuerces excesivamente por recuperar el número de sesiones perdidas. 4Nuestro objetivo no es hacer un rito de las sesiones de práctica, pues ello impediría el logro de nuestra meta.

3. Pero el aprendizaje definitivamente se vería afectado si dejases de llevar a cabo una sesión de práctica por no haber estado dis­puesto a dedicarle el tiempo requerido. 2No te engañes a ti mismo con respecto a esto. 3Esa falta de buena voluntad puede estar muy cuidadosamente disimulada tras la falsa apariencia de situaciones que parecen estar fuera de tu control. 4Aprende a distinguir aque­llas situaciones que no son propicias para tu práctica de aquellas que urdes para enmascarar tu falta de buena voluntad.

4. Aquellas sesiones de práctica que dejaste de hacer porque por una razón u otra no quisiste llevarlas a cabo, deberías hacerlas tan pronto como hayas cambiado de parecer con respecto a tu objetivo. 2No estás dispuesto a cooperar en la práctica de la salva­ción sólo si ello supone un obstáculo para los objetivos que son más importantes para ti. 3Una vez que dejes de otorgarles valor, permite entonces que tus sesiones de práctica se conviertan en los sustitutos de las letanías que les dedicabas. 4Pues no te aporta­ron nada. 5Mas llevar a cabo tus prácticas te lo ofrece todo. 6Por lo tanto, acepta su ofrecimiento y permanece en paz.

5. El formato que debes seguir en estos repasos es el siguiente: dedica cinco minutos dos veces al día, o más si así lo prefieres, a reflexionar sobre los pensamientos que se han asignado. 2Lee las ideas y comentarios que se ofrecen para los ejercicios de cada día. 3Luego piensa en ellos, mientras dejas que tu mente los relacione con tus necesidades, tus aparentes problemas y todas tus preocu­paciones.

6. Invita las ideas a tu mente, y deja que ésta las use según crea conveniente. 2Ten fe en que sabrá usarlas debidamente, pues para tomar sus decisiones cuenta con la ayuda de Aquel que te dio los pensamientos a ti. 3¿En qué otra cosa podrías confiar sino en lo que se encuentra en tu mente? 4Ten fe, durante estos repasos, en que los medios que el Espíritu Santo utiliza no pueden fallar. 5La sabiduría de tu mente acudirá en tu ayuda. 6Dale instrucciones al principio, luego relájate con completa confianza y deja que la mente utilice los pensamientos que le diste tal como te fueron dados para que ella los utilizara.

7. Se te dieron con absoluta confianza y con la absoluta seguri­dad de que harías un buen uso de ellos; con la absoluta fe de que entenderías sus mensajes y los utilizarías en beneficio propio. 2Ofréceselos a tu mente con esa misma confianza, seguridad y fe. 3Ella no fallará. 4Pues es el medio del que el Espíritu Santo se vale para tu salvación. 5Y, puesto que ella goza de Su confianza, debe ser sin duda merecedora de la tuya también.

8. Hacemos hincapié en lo beneficioso que sería para ti dedicar los primeros cinco minutos del día a tus repasos, así como los últimos cinco antes de irte a dormir. 2Si esto no es factible, trata por lo menos de dividirlos de tal manera que lleves a cabo uno por la mañana y el otro durante la última hora antes de irte a dormir.

9. Los ejercicios a llevar a cabo a lo largo del día son igualmente importantes, o incluso más importantes. 2Te has sentido inclinado a hacer los ejercicios únicamente en los momentos señalados, y luego a ocuparte de otras cosas a las que no aplicas lo que has aprendido. 3Como resultado de ello, no has reforzado suficiente­mente tu aprendizaje, ni le has dado la oportunidad de probar cuán grandes son los regalos que te puede ofrecer. 4He aquí otra oportunidad de hacer un buen uso de él.

10. Durante estos repasos subrayamos la necesidad de no dejar que lo aprendido permanezca inactivo entre tus dos sesiones de práctica más largas. 2Intenta dar a tus dos ideas diarias un repaso breve, aunque serio, cada hora. 3Usa una de ellas a la hora en punto, y la otra, media hora más tarde. 4No necesitas dedicar más de un momento a cada una de ellas. 5Repite la idea, y deja que tu mente descanse en silencio y en paz por un rato. 6Luego puedes dedicarte a otras cosas. aTrata, sin embargo, de mantener el pensamiento vivo en ti, y deja que sirva también para ayudarte a conservar la paz a lo largo del día.

11. Si algo te sobresalta, piensa de nuevo en la idea. 2Estas sesiones de práctica están diseñadas para ayudarte a formar el hábito de aplicar lo que aprendes cada día a todo lo que haces. 3No es cues­tión de repetir el pensamiento y luego olvidarte de él. 4La ayuda que te puede prestar es infinita. 5Y su propósito es serte útil en toda circunstancia, en todo momento y lugar, así como siempre que necesites cualquier clase de ayuda. 6Procura, pues, tener pre­sente la idea en todas tus actividades diarias, y haz que sean san­tas, dignas del Hijo de Dios y aceptables para Dios y para tu Ser.

12. Cada repaso diario debe concluir con una afirmación más del pensamiento que se debe repetir a la hora en punto, así como del que se debe repetir media hora más tarde. 2No te olvides. 3Esta segunda oportunidad de repasar cada una de estas ideas produ­cirá avances tan grandes que emergeremos de estos repasos con ganancias tan extraordinarias en nuestro aprendizaje que de ahí en adelante marcharemos sobre un terreno más firme, con pasos más seguros y con mayor fe.

13. No te olvides de lo poco que has aprendido. 2No te olvides de lo mucho que puedes aprender ahora. 3No te olvides de lo mucho que tu Padre te necesita, según repasas los pensamientos que Él te dio.

 

LECCIÓN 111

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (91) Los milagros se ven en la luz.

 

2No puedo ver en la oscuridad.

3Permite que la luz de la santidad y de la verdad ilumine mi mente y me deje ver la inocencia que mora en mí.

 

2. (92) Los milagros se ven en la luz, y la luz y la fortaleza son una.

 

2Veo a través de la fortaleza el regalo que Dios me dio.

3Mi debilidad es la oscuridad que Su regalo disipa, al ofrecerme Su fortaleza para que ocupe su lugar.

 

3. A la hora en punto:

2Los milagros se ven en la luz.

 

3Media hora más tarde:

4Los milagros se ven en la luz, y la luz y la fortaleza son una.

 

21 DE ABRIL

IV. La herencia del Hijo de Dios

1. Nunca olvides que la Filiación es tu salvación, pues la Filiación es tu Ser. 2Al ser la creación de Dios, es tuya, y al pertenecerte a ti, es Suya. 3Tu Ser no necesita salvación, pero tu mente necesita aprender lo que es la salvación. 4No se te salva de nada, sino que se te salva para la gloria. 5La gloria es tu herencia, que tu Creador te dio para que la extendieras. 6No obstante, si odias cualquier parte de tu Ser pierdes todo tu entendimiento porque estás con­templando lo que Dios creó como lo que eres, sin amor. 7Y puesto que lo que Él creó forma parte de Él, le estás negando el lugar que le corresponde en Su Propio altar.

2. ¿Cómo ibas a poder saber que estás en tu hogar si tratas de echar a Dios del Suyo? 2¿Cómo podría el Hijo negar al Padre sin creer que el Padre lo ha negado a él? 3Las leyes de Dios existen para tu protección, y no existen en vano. 4Lo que experimentas cuando niegas a tu Padre sigue siendo para tu protección, pues el poder de tu voluntad no puede ser reducido a menos que Dios intervenga contra él, y cualquier limitación de tu poder no es la Voluntad de Dios. 5Recurre, por lo tanto, únicamente al poder que Dios te dio para salvarte, recordando que es tuyo porque es Suyo, y únete a tus hermanos en Su paz.

3. Tu paz reside en el hecho de que Su paz es ilimitada. 2Limita la paz que compartes con Él, y tu Ser se vuelve necesariamente un extraño para ti. 3Todo altar a Dios forma parte de ti porque la luz que Él creó es una con Él. 4¿Le negarías a un hermano la luz que posees? 5No lo harías si te dieses cuenta de que con ello sólo podrías nublar tu propia mente. 6En la medida en que lo traes de regreso, regresas también tú. 7Ésa es la ley de Dios para la protec­ción de la plenitud de Su Hijo.

4. Sólo tú puedes privarte a ti mismo de algo. 2No resistas este hecho, pues es en verdad el comienzo de la iluminación. 3Recuerda tam­bién que la negación de este simple hecho adopta muchas formas, y que debes aprender a reconocerlas y a oponerte a ellas sin excepción y con firmeza. 4Éste es un paso crucial en el proceso de re-despertar. 5Las fases iniciales de esta inversión son con fre­cuencia bastante dolorosas, pues al dejar de echarle la culpa a lo que se encuentra afuera, existe una marcada tendencia a alber­garla adentro. 6Al principio es difícil darse cuenta de que esto es exactamente lo mismo, pues no hay diferencia entre lo que se encuentra adentro y lo que se encuentra afuera.

5. Si tus hermanos forman parte de ti y los culpas por tu privación, te estás culpando a ti mismo. 2Y no puedes culparte a ti mismo sin culparlos a ellos. 3Por eso es por lo que la culpa tiene que ser des-hecha, no verse en otra parte. 4Échate a ti mismo la culpa y no te podrás conocer, pues sólo el ego culpa. 5Culparse uno a sí mismo es, por lo tanto, identificarse con el ego, y es una de sus defensas tal como culpar a los demás lo es. 6No puedes llegar a estar en Presencia de Dios si atacas a Su Hijo. 7Cuando Su Hijo alce su voz en alabanza de su Creador, oirá la Voz que habla por su Padre. 8Mas el Creador no puede ser alabado sin Su Hijo, pues Ambos comparten la gloria y a Ambos se les glorifica juntos.

6. Cristo está en el altar de Dios, esperando para darle la bienve­nida al Hijo de Dios. 2Pero ven sin ninguna condenación, pues, de lo contrario, creerás que la puerta está atrancada y que no puedes entrar. 3La puerta no está atrancada, y es imposible que no puedas entrar allí donde Dios quiere que estés. 4Pero ámate a ti mismo con el Amor de Cristo, pues así es como te ama tu Padre. 5Puedes negarte a entrar, pero no pueden atrancar la puerta que Cristo mantiene abierta. 6Ven a mí que la mantengo abierta para ti, pues mientras yo viva no podrá cerrarse, y yo viviré eternamente. 7Dios es mi vida y la tuya, y Él no le niega nada a Su Hijo.

7. En el altar de Dios Cristo espera Su propia reinstauración en ti. 2Dios sabe que Su Hijo es tan irreprochable como Él Mismo, y la forma de llegar a Él es apreciando a Su Hijo. 3Cristo espera a que lo aceptes como lo que tú eres, y a que aceptes Su Plenitud como la tuya propia. 4Pues Cristo es el Hijo de Dios, que vive en Su Creador y refulge con Su gloria. 5Cristo es la extensión del Amor y de la belleza de Dios, tan perfecto como Su Creador y en paz con Él.

8. Bendito es el Hijo de Dios cuyo resplandor es el de su Padre, y cuya gloria él quiere compartir tal como su Padre la comparte con él. 2No hay condenación en el Hijo, puesto que no hay conde­nación en el Padre. 3Dado que el Hijo comparte el perfecto Amor del Padre, no puede sino compartir todo lo que le pertenece a Él, pues de otra manera, no podría conocer ni al Padre ni al Hijo. 4¡Que la paz sea contigo que descansas en Dios, y en quien toda la Filiación descansa!

 

LECCIÓN 112

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (93) La luz, la dicha y la paz moran en mí.

 

2Soy la morada de la luz, la dicha y la paz.

3Les doy la bienvenida a la morada que comparto con Dios, por­que formo parte de Él.

 

2. (94) Soy tal como Dios me creó.

 

2He de ser eternamente como siempre he sido, al haber sido creado por el Inmutable a Su Semejanza.

3Y soy uno con El, así como Él es uno conmigo.

 

3. A la hora en punto:

2La luz, la dicha y la paz moran en mí.

 

3Media hora más tarde:

4Soy tal como Dios me creó.

 

22 DE ABRIL

V. La dinámica del ego

1. Nadie puede escapar de las ilusiones a menos que las examine, pues no examinarlas es la manera de protegerlas. 2No hay necesi­dad de sentirse amedrentado por ellas, pues no son peligrosas. 3Estamos listos para examinar más detenidamente el sistema de pensamiento del ego porque juntos disponemos de la lámpara que lo desvanecerá, y, puesto que te has dado cuenta de que no lo deseas, debes estar listo para ello. 4Mantengámonos muy calma­dos al hacer esto, pues lo único que estamos haciendo es bus­cando honestamente la verdad. 5La "dinámica" del ego será nuestra lección por algún tiempo, pues debemos primero exami­narla para poder así ver más allá de ella, ya que le has otorgado realidad. 6Juntos desvaneceremos calmadamente este error, y después miraremos más allá de él hacia la verdad.

2. ¿Qué es la curación sino el acto de despejar todo lo que obstacu­liza el conocimiento? 2¿Y de qué otra manera puede uno disipar las ilusiones, excepto examinándolas directamente sin proteger­las? 3No tengas miedo, por lo tanto, pues lo que estarás viendo es la fuente del miedo, y estás comenzando a darte cuenta de que el miedo no es real. 4Te das cuenta también de que sus efectos se pueden desvanecer sólo con que niegues su realidad. 5El siguiente paso es, obviamente, reconocer que lo que no tiene efectos no existe. 6Ninguna ley opera en el vacío, y lo que no lleva a ninguna parte no ha ocurrido. 7Si la realidad se reconoce por su extensión, lo que no conduce a ninguna parte no puede ser real. 8No tengas miedo de mirar al miedo, pues no puede ser visto. 9La claridad, por definición, desvanece la confusión, y cuando se mira a la oscuridad a través de la luz, ésta no puede por menos que disiparla.

3. Comencemos esta lección acerca de la "dinámica del ego" dán­donos cuenta de que la expresión en sí no significa nada. 2Dicha expresión encierra una contradicción intrínseca que la priva de todo sentido. 3"Dinámica" implica el poder para hacer algo, y toda la falacia de la separación radica en la creencia de que el ego tiene el poder de hacer algo. 4Tienes miedo del ego porque crees eso. 5No obstante, la verdad es muy simple:

6Todo poder es de Dios.

7Lo que no procede de Él no tiene el poder de

 hacer nada.

 

4. Cuando observamos al ego, por lo tanto, no estamos exami­nando ninguna dinámica, sino tan sólo ilusiones. 2Puedes cierta­mente examinar un sistema ilusorio sin miedo, pues si su origen no es real no puede tener efectos. 3El miedo se vuelve claramente más impropio si reconoces el objetivo del ego, el cual está tan obviamente desprovisto de sentido que cualquier esfuerzo en su favor es, por fuerza, inútil. 4El objetivo del ego es claramente alcanzar su propia autonomía. 5Desde un principio, pues, su pro­pósito es estar separado, ser auto-suficiente e independiente de cualquier poder que no sea el suyo propio. 6Por eso es por lo que es el símbolo de la separación.

5. Toda idea tiene un propósito, y su propósito es siempre el resultado natural de lo que es. 2Todo lo que procede del ego es lo que resulta naturalmente de su creencia central, y la manera de cancelar sus resultados es reconociendo simplemente que la fuente de éstos no es natural, ya que está en desacuerdo con tu verdadera naturaleza. 3He dicho anteriormente que ejercer la voluntad en oposición a Dios es querer que los deseos ilusorios se hagan realidad, pero eso no es realmente ejercer la voluntad. 4Su Voluntad es una porque la extensión de Su Voluntad no puede ser diferente de sí misma. 5El verdadero conflicto que experimen­tas, por lo tanto, es entre los deseos vanos del ego y la Voluntad de Dios, que tú compartes con Él. 6¿Cómo iba a ser esto un con­flicto real?

6. Tuya es la independencia de la creación, no la de la autonomía. 2Tu función creativa radica en tu completa dependencia de Dios, Quien comparte Su función contigo. 3Al estar dispuesto a compartirla, Él se volvió tan dependiente de ti como tú lo eres de Él. 4No le adscribas la arrogancia del ego a Aquel cuya Voluntad no es ser independiente de ti. 5Él te ha incluido en Su Autonomía. 6¿Puedes realmente creer que la autonomía significa algo aparte de Él? 7La creencia en la autonomía del ego te está costando el conocimiento de tu dependencia de Dios, en la cual reside tu libertad. 8El ego considera cualquier dependencia como una amenaza, e incluso ha tergiversado tu añoranza de Dios y la ha convertido en un medio para consolidarse a sí mismo. 9Pero no  te dejes engañar por la interpretación que hace de tu conflicto.

7. El ego siempre ataca en defensa de la separación. 2Al creer que tiene el poder de hacer eso no hace otra cosa, ya que su objetivo de autonomía no es otra cosa. 3El ego está totalmente confundido con respecto a la realidad, pero no pierde de vista su objetivo. 4Está mucho más alerta que tú porque está completamente seguro de su propósito. 5Tú estás confundido porque no reconoces el tuyo.

8. Debes reconocer que lo que menos quiere el ego es que te des cuenta de que le tienes miedo. 2Pues si el ego pudiese producir miedo, menoscabaría tu independencia y debilitaría tu poder. 3Sin embargo, su único argumento para que le seas leal es que él puede darte poder. 4Si no fuera por esta creencia no le escucharías en absoluto. 5¿Cómo iba a poder, entonces, seguir existiendo si te die­ses cuenta de que al aceptarlo te estás empequeñeciendo y priván­dote a ti mismo de poder?

9. El ego puede permitirte, y de hecho lo hace, que te consideres altanero, incrédulo, frívolo, distante, superficial, insensible, des­pegado e incluso desesperado, pero no permite que te des cuenta de que realmente tienes miedo. 2Minimizar el miedo, pero no deshacerlo, es el empeño constante del ego, y es una capacidad para la cual demuestra ciertamente gran ingenio.. 3¿Cómo iba a poder predicar separación a menos que la reforzase con miedo?, y, ¿seguirías escuchándole si reconocieses que eso es lo que está haciendo?

 

LECCIÓN 113

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (95) Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

 

2Mías son la serenidad y la paz perfecta, pues soy un solo Ser, completamente íntegro, uno con toda la creación y con Dios.

 

2. (96) La salvación procede de mi único Ser.

 

2Desde mi único Ser, cuyo conocimiento aún permanece en mi mente, veo el plan perfecto de Dios para mi salva­ción perfectamente consumado.

 

3. A la hora en punto:

2Soy un solo Ser, unido a mi Creador.

 

3Media hora más tarde:

4La salvación procede de mi único Ser.

 

23 DE ABRIL

10. La más seria amenaza para el ego es, pues, que te des cuenta de que cualquier cosa que parezca separarte de Dios es única­mente miedo, sea cual sea la forma en que se manifieste e inde­pendientemente de cómo el ego desee que lo experimentes: 2Su sueño de autonomía se estremece hasta su raíz cuando cobras conciencia de esto. 3Pues si bien puedes tolerar una falsa idea de independencia, no aceptarías el costo en miedo que ello supone una vez que lo reconocieses. 4Pero ése es su costo, y el ego no puede reducirlo. 5Si pasas por alto el amor estás pasándote por alto a ti mismo, y no podrás sino tener miedo de la irrealidad porque te habrás negado a ti mismo. 6Al creer que tu ataque contra la verdad ha tenido éxito, creerás que el ataque tiene poder. 7Dicho llanamente, pues, te has vuelto temeroso de ti mismo. 8Y nadie quiere encontrar lo que cree que le destruiría.

11. Si se pudiese lograr el objetivo de autonomía del ego, el propó­sito de Dios podría ser truncado, y eso es imposible. 2Solamente aprendiendo lo que es el miedo puedes por fin aprender a distin­guir lo posible de lo imposible y lo falso de lo verdadero. 3De acuerdo con las enseñanzas del ego, su objetivo se puede lograr, pero el propósito de Dios no. 4De acuerdo con las enseñanzas del Espíritu Santo, únicamente el propósito de Dios se puede lograr, y ya se ha logrado.

12. Dios depende de ti tanto como tú de Él porque Su Autonomía incluye la tuya, y, por lo tanto, está incompleta sin ella. 2Sólo puedes establecer tu autonomía identificándote con Él y llevando a cabo tu función tal como es en verdad. 3El ego cree que alcanzar su objetivo es la felicidad. 4Pero te ha sido dado conocer que la función de Dios es la tuya y que la felicidad no se puede encon­trar aparte de vuestra Voluntad conjunta. 5Reconoce únicamente que el objetivo del ego, que tan diligentemente has perseguido, no te ha aportado más que miedo, y se hará muy difícil mantener que el miedo es felicidad. 6Respaldado por el miedo, esto es lo que el ego quiere que creas. 7Pero el Hijo de Dios no está loco y no lo puede creer. 8De reconocer esto, no lo aceptaría, 9pues sólo un loco elegiría el miedo en lugar del amor, y sólo un loco podría creer que atacando es cómo se alcanza el amor. 10Pero el que ha sanado se da cuenta de que sólo el ataque, del que el Amor de Dios le protege completamente, puede producir miedo.

13. El ego analiza, el Espíritu Santo acepta. 2Sólo por medio de la aceptación se puede llegar a apreciar la plenitud, pues analizar significa fragmentar o separar. 3Tratar de entender la totalidad fragmentándola es, claramente el enfoque típicamente contradic­torio que el ego utiliza para todo. 4El ego cree que el poder, el entendimiento y la verdad radican en la separación, y que para establecer esta creencia tiene que atacar. 5Al no darse cuenta de que es imposible establecer esa creencia, y obsesionado por la convicción de que la separación es la salvación, el ego ataca todo lo que percibe, desmenuzándolo en partes pequeñas y desconectadas sin ninguna relación significativa entre sí, y desprovistas, por lo tanto, de todo significado. 6El ego siempre substituirá lo que tiene significado por el caos, pues si la separación es la salva­ción, la armonía es una amenaza.

14. Las interpretaciones que el ego hace de las leyes de la percep­ción son, y no pueden sino ser, exactamente las opuestas a las del Espíritu Santo. 2El ego se concentra en el error y pasa por alto la verdad. 3Hace que todos los errores que percibe sean reales, y concluye -utilizando su razonamiento típicamente circular- que la idea de una verdad consistente no tiene sentido por razón de los errores. 4El siguiente paso, entonces, es obvio. 5Si la idea de una verdad consistente no tiene sentido, la inconsistencia tiene que ser verdad. 6Teniendo muy presente el error, y, protegiendo lo que ha hecho real, el ego procede al siguiente paso en su sis­tema de pensamiento: el error es real y la verdad es un error.

15. El ego no trata de comprender esto, lo cual es obviamente incomprensible, pero trata por todos los medios de demostrarlo y eso es lo que hace constantemente. 2Valiéndose del análisis para atacar el significado, el ego logra pasarlo por alto, y lo que le queda es una serie de percepciones fragmentadas que él unifica en beneficio propio. 3Esto se convierte, entonces en el universo que percibe. 4Y es este universo lo que a su vez se convierte en la  demostración de su propia realidad.

16. No subestimes el poder de atracción que las demostraciones del ego ejercen sobre aquellos que están dispuestos a escucharle. 2La percepción selectiva escoge sus testigos cuidadosamente, y el testimonio de esos testigos es, congruente. 3Los argumentos en favor de la locura son convincentes para los locos, 4pues todo razonamiento concluye allí donde comienza, y no hay sistema de pensamiento que pueda trascender su propia fuente. 5Aun así, el razonamiento que carece de sentido no puede demostrar nada, y aquellos a quienes convence no pueden sino estar engañados. 6¿Cómo iba a poder enseñar verdaderamente el ego, cuando pasa por alto la verdad? 7¿Cómo iba a poder percibir lo que ha negado? 8Sus testigos dan testimonio de su negación, pero no de lo que ha negado. 9El ego mira de frente al Padre y no lo ve, pues ha negado a Su Hijo.

17. ¿Te gustaría recordar al Padre? 2Acepta a Su Hijo y lo recorda­rás. 3No hay nada que pueda demostrar que Su Hijo es indigno, pues no hay nada que pueda probar que una mentira es verdad. 4Lo que ves en Su Hijo a través de los ojos del ego es una demos­tración de que Su Hijo no existe. aSin embargo, dondequiera que el Hijo esté allí tiene que estar el Padre. 5Acepta lo que Dios no niega, y ello te demostrará su verdad. 6Los testigos de Dios se alzan en Su Luz y, contemplan lo que Él creó. 7Su silencio es la señal de que han contemplado al Hijo de Dios, y en la Presencia de Cristo no tienen que demostrar nada, pues Cristo les habla de Sí Mismo y de Su Padre. 8Guardan  silencio porque Cristo les habla, y son Sus palabras las que brotan de sus labios.

18. Cada hermano con quien te encuentras se convierte en un tes­tigo de Cristo o del ego, dependiendo de lo que percibas en él. 2Todo el mundo te convence de lo que quieres percibir y de la realidad del reino en favor del cual has decidido mantenerte alerta. 3Todo lo que percibes da testimonio del sistema de pensa­miento que quieres que sea verdadero. 4Cada uno de tus herma­nos tiene el poder de liberarte si tú decides ser libre. 5No puedes aceptar falsos testimonios acerca de un hermano a menos que hayas convocado falsos testigos contra él. 6Si no te habla de Cristo, es que tú no le hablaste de Cristo a él. 7No oyes más  que tu propia voz, y si Cristo habla a través de ti, le oirás.

 

LECCIÓN 114

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (97) Soy espíritu.

 

2Soy el Hijo de Dios. 3No hay cuerpo que pueda conte­ner mi espíritu o imponerme una limitación que Dios no haya creado.

 

2. (98) Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

 

2¿Cuál podría ser mi función sino aceptar la Palabra de Dios, Quien me creó para ser lo que soy y lo que por siempre he de ser?

 

3. A la hora en punto:

2Soy espíritu.

 

3Media hora más tarde:

4Aceptaré el papel que me corresponde en el plan de Dios para la salvación.

 

24 DE ABRIL

VI. El despertar a la redención

1. Es imposible no creer en lo que ves, pero es igualmente imposi­ble ver lo que no crees. 2La percepción se construye sobre la base de la experiencia, y la experiencia conduce a las creencias. 3La percepción no se estabiliza hasta que las creencias se cimientan. 4De hecho, pues, lo que ves es lo que crees. 5Eso es lo que quise decir con: "Dichosos los que sin ver creyeron", pues aquellos que creen en la resurrección la verán. 6La resurrección es el triunfo definitivo de Cristo sobre el ego, no atacándolo sino transcendién­dolo. 7Pues Cristo ciertamente se eleva por encima del ego y de todas sus "obras"; y asciende hasta el Padre y Su Reino.

2. ¿Qué prefieres, unirte a la resurrección o a la crucifixión? 2¿Condenar a tus hermanos o liberarlos? 3¿Te gustaría trascen­der tu prisión y ascender hasta el Padre? 4Estas preguntas son todas la misma y se contestan al unísono. 5Ha habido mucha con­fusión con respecto a lo que significa la percepción, debido a que la palabra se usa con el significado de "conciencia" y también con el de "interpretación de la conciencia". 6No obstante, no puedes ser consciente sin interpretar, pues lo que percibes es tu propia interpretación.

3. Este curso es muy claro. 2Si no lo ves así, es porque estás haciendo interpretaciones contra él, y, por lo tanto, no crees lo que dice. 3Y puesto que lo que crees determina tu percepción, no per­cibes el significado del curso y, consecuentemente, no lo aceptas. 4Con todo, diferentes experiencias conducen a diferentes creen­cias, y a través de éstas, a diferentes percepciones. 5Pues las per­cepciones se aprenden mediante creencias, y la experiencia ciertamente enseña. 6Te estoy conduciendo a una nueva clase de experiencia que cada vez estarás menos dispuesto a negar: 7Aprender de Cristo es fácil, pues percibir con Él no entraña nin­gún esfuerzo. 8Sus percepciones son tu conciencia natural, y lo único que te fatiga son las distorsiones que introduces en ésta. 9Deja que sea el Cristo en ti Quien interprete por ti, y no trates de limitar lo que ves con creencias pueriles indignas del Hijo de Dios. 10Pues hasta que Cristo no sea aceptado completamente, el Hijo de Dios se considerará a sí mismo huérfano.

4. Yo soy tu resurrección y tu vida. 2Vives en mí porque vives en Dios. 3Y todos tus hermanos viven en ti, tal como tú vives en cada uno de ellos. 4¿Cómo ibas a poder, entonces, percibir indignidad en un hermano sin percibirla en ti mismo? 5¿Y cómo ibas a poder percibirla en ti mismo sin percibirla en Dios? 6Cree en la resurrec­ción porque ésta ya se ha consumado, y se ha consumado en ti. 7Esto es tan cierto ahora como lo será siempre, pues la resurrec­ción es la Voluntad de Dios, Quien no sabe de tiempo ni de excepciones. 8Pero no hagas excepciones o, de lo contrario, no percibirás lo que se ha consumado para ti. 9Pues ascendemos hasta el Padre juntos, como fue en un principio, como es ahora y como será siempre, pues ésa es la naturaleza del Hijo de Dios tal como su Padre lo creó.

5. No subestimes el poder de la devoción del Hijo de Dios, ni el poder que el dios al que venera ejerce sobre él, 2pues el Hijo de Dios se postra ante el altar de su dios, tanto si es el dios que él inventó como si es el Dios qué lo creó a él. 3Por eso es por lo que su esclavitud es tan total como su libertad, pues obedecerá única­mente al dios que acepte. 4El dios de la crucifixión exige que él crucifique, y sus devotos le obedecen. 5Se crucifican a sí mismos en su nombre, creyendo que el poder del Hijo de Dios emana del sacrificio y del dolor. 6El Dios de la resurrección no exige nada, pues no es Su Voluntad quitarte nada: 7No exige obediencia, pues la obediencia implica sumisión. 8Lo único que quiere es que te des cuenta de cuál es tu voluntad y que la hagas, no con un espíritu de sacrificio y sumisión, sino con la alegría de la libertad.

6. La resurrección no puede sino atraerte irresistiblemente a que le ofrezcas tu lealtad con agrado porque es el símbolo de la dicha. 2Su irresistible poder reside en el hecho de que representa lo que tú quieres ser. 3La libertad de abandonar todo aquello que te hiere, te humilla y te atemoriza no se te puede imponer, pero se te puede ofrecer a través de la gracia de Dios. 4Y tú puedes aceptarla mediante Su gracia, pues Dios es misericordioso con Su Hijo y lo acepta sin reservas como Suyo: 5¿Quién es, entonces, tuyo?. 6El Padre te ha dado todo lo que es Suyo, y Él Mismo es tuyo junto con todos tus hermanos. 7Protégelos en su resurrección, pues, de lo contrario, no despertarás en Dios, rodeado de la seguridad de lo que es tuyo para siempre.

7. No hallarás paz hasta que hayas extraído los clavos de las manos del Hijo de Dios y hayas sacado la última espina de su frente. 2El Amor de Dios rodea a Su Hijo, a quien el dios de la crucifixión condena. 3No enseñes que mi muerte fue en vano. 4Enseña, más bien, que no morí, demostrando que vivo en ti. 5Pues poner fin a la crucifixión del Hijo de Dios es la tarea de la redención, en la cual todo el mundo juega un papel igualmente importante. 6Dios no juzga a Su inocente Hijo. 7Habiéndose dado a Sí Mismo a él, ¿cómo iba a poder juzgarlo?

8. Te has crucificado a ti mismo y te has puesto una corona de espinas sobre la cabeza. 2Aun así, no puedes crucificar al Hijo de Dios, pues la Voluntad de Dios no puede morir. 3Su Hijo ha sido redimido de su propia crucifixión, y tú no puedes condenar a muerte a quien Dios ha dado vida eterna. 4El sueño de la crucifi­xión aún descansa pesadamente sobre tus ojos, pero lo que ves en sueños no es la realidad, mientras sigas percibiendo al Hijo de Dios como crucificado, es que estás dormido. 6Y mientras creas que puedes crucificarle estarás simplemente teniendo pesadillas. 7Tú que estás comenzando a despertar, todavía eres consciente de tus sueños y aún no los has olvidado. 8Te olvidarás de ellos y cobrarás conciencia de Cristo cuando otros despierten para com­partir contigo tu redención.    

9. Despertarás a tu propia llamada, pues la Llamada a despertar se encuentra dentro de ti. 2Si vivo en ti, tú estás despierto. 3No obstante, tienes que ver las obras que llevo a cabo a través de ti, o, de lo contrario, no percibirás que las he llevado a cabo en ti. 4No pongas límites a lo que crees que puedo hacer a través de ti, o no aceptarás lo que puedo hacer por ti. 5Esto, no obstante, ya ha tenido lugar, y a menos que des todo lo que has recibido, no sabrás que tu redentor vive y que has despertado con él. 6La redención se reconoce únicamente compartiéndola.

10. El Hijo de Dios está a salvo. 2Lleva únicamente esta conciencia a la Filiación, y tu papel en la redención será tan importante como el mío. 3Pues tu papel tiene que ser como el mío si lo aprendes de mí. 4Si crees que el tuyo está limitado, no haces sino limitar el mío. 5No hay grados de dificultad, en los milagros porque todos los Hijos de Dios tienen el mismo valor, y su igualdad es su unicidad. 6Todo el poder de Dios reside en cada una de sus partes por igual, y nada que contradiga Su Voluntad es grande o pequeño. 7Lo que no existe no tiene tamaño ni medida. 8Para Dios todo es posible. 9Y a Cristo le es dado ser como el Padre.

 

LECCIÓN 115

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (99) La salvación es mi única función aquí.

 

2Mi función aquí es perdonar al mundo por todos los errores que yo he cometido. 3Pues así me libero de ellos junto con él.

 

2. (100) Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.

 

2Soy esencial en el plan de Dios para la salvación del mundo.

3Pues Él me dio Su plan para que yo salvara al mundo.

 

3. A la hora en punto:

2La salvación es mi única función aquí.

 

3Media hora más tarde:

4Mi papel en el plan de salvación de Dios es esencial.

 

25 DE ABRIL

VII. La condición de la realidad

1. El mundo que tú percibes no pudo haber sido creado por el Padre, pues el mundo no es tal como tú lo ves. 2Dios creó única­mente lo eterno, y todo lo que tú ves es perecedero. 3Por lo tanto, tiene que haber otro mundo que no estás viendo. 4La Biblia habla de un nuevo Cielo y de una nueva tierra, mas esto no puede ser cierto en un sentido literal, pues lo que es eterno no puede volver a ser creado. 5Percibir de manera diferente es sencillamente perci­bir de nuevo, lo cual implica que antes, o en el ínterin, no estabas percibiendo en absoluto. 6¿Cuál es entonces el mundo que le espera a tu percepción cuando finalmente lo veas?

2. Todo pensamiento amoroso que el Hijo de Dios jamás haya tenido es eterno. 2Los pensamientos amorosos que su mente per­cibe en este mundo constituyen la única realidad de éste. 3 Siguen siendo percepciones porque él todavía cree estar separado. 4Mas son eternos porque son amorosos. 5Y al ser amorosos son semejantes al Padre, y, por lo tanto, no pueden morir. 6El mundo real ciertamente se puede percibir. 7Lo único que ello requiere es que estés dispuesto a no percibir nada más. 8Pues si percibes tanto el bien como el mal, estarás aceptando lo falso y lo verdadero, y no estarás distinguiendo claramente entre ellos.

3. El ego tal vez vea algo bueno, pero nunca ve sólo lo bueno. 2Esa es la razón de que sus percepciones sean tan variables. 3No rechaza la bondad por completo, pues eso sería inaceptable para ti. 4Pero siempre añade a lo real algo que no es real, confundiendo así la ilusión con la realidad. 5Pues las percepciones no pueden ser parcialmente verdaderas. 6Si crees tanto en la verdad como en la ilusión, no podrás saber cuál de ellas es cierta. 7Para establecer tu propia autonomía trataste de crear de manera diferente de como crea tu Padre, creyendo que lo que hiciste podía ser distinto de Él. 8No obstante, todo lo que es verdad es como Él. 9Percibir única­mente el mundo real te conducirá al Cielo real, ya que te capaci­tará para comprenderlo.

4. Percibir la bondad no es conocimiento, mas negar lo opuesto a la bondad te permite reconocer una condición en la que los opues­tos no existen. 2Y ésta es la condición del conocimiento. 3Sin esta conciencia no habrás satisfecho sus condiciones, y hasta que no lo hagas no sabrás que ya dispones de él. 4Has concebido muchas ideas que has interpuesto entre tu Creador y tú, y estas creencias constituyen el mundo que percibes. 5La verdad no está ausente aquí, pero está velada. 6No sabes cuál es la diferencia entre lo que tú has fabricado y lo que Dios creó, y de este modo no sabes cuál es la diferencia entre lo que tú has fabricado y lo que tú has crea­do. 7Creer que puedes percibir el mundo real es creer que puedes conocerte a ti mismo. 8Puedes conocer a Dios porque Su Voluntad es que se le conozca. 9De todo lo que has fabricado, el mundo real es lo único que el Espíritu Santo ha conservado para ti, y la salva­ción consiste en percibir únicamente eso, ya que es el reconoci­miento de que la realidad es únicamente lo que es verdad.

 

VIII. El problema y la respuesta­

1. Este curso es muy simple. 2Quizá pienses que no necesitas un curso que, en última instancia, enseña que sólo la realidad es ver­dad. 3Pero ¿crees realmente esto? 4Cuando percibas el mundo real, reconocerás que no lo creías. 5Mas la rapidez con la que tu nueva y única percepción real se convertirá en conocimiento no te dejará más que un instante en el que darte cuenta de que sola­mente, eso es verdad. 6Y luego todo lo que inventaste pasará al olvido, lo bueno y lo malo, lo falso y lo verdadero. 7Pues cuando el Cielo y la tierra se vuelvan uno dejarás de ver incluso el mundo real. 8El mundo no acabará destruido, sino que se convertirá en el Cielo. 9Lo que constituye la reinterpretación del mundo es la transformación de toda percepción en conocimiento.

2. La Biblia os dice que os volváis como niños. 2Los niños recono­cen que no entienden lo que perciben, y, por lo tanto, preguntan cuál es su significado. 3No cometas la equivocación de creer que entiendes lo que percibes, pues su significado se te escapa. 4Mas el Espíritu Santo ha preservado su significado para ti, y si tú le permites que lo interprete, Él te devolverá lo que tú despreciaste. 5Sin embargo, mientras creas que sabes cuál es el significado de lo que percibes, no verás la necesidad de preguntárselo a Él.

3. No sabes cuál es el significado de nada de lo que percibes. 2Ni uno solo de los pensamientos que albergas es completamente ver­dadero. 3Reconocer esto sienta las bases para un buen comienzo. 4No es que estés desencaminado, es que no has aceptado ningún guía. 5De lo que más necesidad tienes es de aprender a percibir, pues no entiendes nada. 6Reconoce esto, pero no lo aceptes, pues el entendimiento es tu herencia. 7Las percepciones son algo que se aprende, y ya dispones de un Maestro. 8Mas para estar dispuesto a aprender de Él tienes que estar dispuesto a poner en duda todo lo que aprendiste por tu cuenta, pues tú que no te enseñaste a ti mismo bien no deberías ser tu propio maestro.

4. Solamente tú puedes privarte a ti mismo de la verdad. 2Dios, no obstante, no te negará la Respuesta que Él dio. 3Pide, pues, lo que es tuyo, lo cual no es obra tuya, y no te defiendas contra la verdad. 4Tú ocasionaste el problema que Dios ha resuelto. 5Por lo tanto, hazte únicamente esta simple pregunta:

 

6¿Deseo el problema o la solución?

 

7Decídete por a solución y la tendrás, pues la verás como es y, que ya dispones de ella.

 

LECCIÓN 116

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (101) La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

 

2La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

3Lo único que me puede hacer sufrir es la creencia de que hay otra voluntad aparte de la Suya.

 

2. (102) Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

 

2Comparto lo que la Voluntad de mi Padre dispone para mí, Su Hijo.

3Lo que Él me ha dado es lo único que quiero.

4Lo que Él me ha dado es lo único que existe.

 

3. A la hora en punto:

2La Voluntad de Dios para mí es perfecta felicidad.

 

3Media hora más tarde:

4Comparto con Dios Su Voluntad de que yo sea feliz.

 

LECCIÓN 117

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (103) Dios, al ser Amor, es también felicidad.

 

2Quiero recordar que el amor es felicidad y que nada más me puede hacer feliz.

3Elijo, por lo tanto, no abrigar ningún sustituto para el amor.

 

2. (104) Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.

 

2EI amor, al igual que la dicha, constituyen mi patrimo­nio.

3Éstos son los regalos que mi Padre me dio.

4Acep­taré todo lo que en verdad me pertenece.

 

3. A la hora en punto:

2Dios, al ser Amor, es también felicidad.

 

3Media hora más tarde:

4Busco únicamente lo que en verdad me pertenece.

 

LECCIÓN 118

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (105) Mías son la paz y la dicha de Dios.

 

2Hoy aceptaré la paz y la dicha de Dios en grato intercambio por todos los sustitutos de la felicidad y de la paz que yo mismo inventé.

 

2. (106) Déjame aquietarme y escuchar la verdad.

 

2Permite que mi débil voz se acalle, para poder oír así la poderosa Voz de la Verdad Misma asegurarme que yo soy el perfecto Hijo de Dios.

 

3. A la hora en punto:

2Mías son la paz y la dicha de Dios.

 

3Media hora más tarde:

4Déjame aquietarme y escuchar la verdad.

 

28 DE ABRIL

5. Tal vez te quejes de que este curso no es lo suficientemente específico como para poderlo entender y aplicar. 2Mas tal vez no hayas hecho lo que específicamente propugna. 3Éste no es un curso de especulación teórica, sino de aplicación práctica. 4Nada podría ser más específico que el que le digan a uno que si pide recibirá. 5El Espíritu Santo te dará la respuesta para cada problema específico mientras creas que los problemas son específi­cos. 6Su respuesta es a la vez una y muchas mientras sigas creyendo que el que es Uno es muchos 7Puede que tengas miedo de Su especificidad por temor a lo que crees que ésta pueda exigirte. 8Mas es únicamente pidiendo como aprenderás que lo que procede de Dios no te exige nada en absoluto. 9Dios sólo da, nunca quita. 10Cuando te niegas a pedir, es porque crees que pedir equivale a quitar en vez de a compartir.

6. El Espíritu Santo te dará sólo lo que es tuyo, sin pedirte nada a cambio. 2Pues lo que es tuyo es todo lo que existe, y lo compartes con Dios. 3Ésa es su realidad. 4¿Podría el Espíritu Santo, que sólo dispone restituir, ser capaz de interpretar incorrectamente la pre­gunta que necesitas hacer para darte cuenta de Su respuesta? 5Has oído la respuesta, pero no has comprendido bien la pregunta. 6Crees que pedirle consejo al Espíritu Santo es pedir que se te prive de algo.

7. Criatura de Dios, no entiendes a tu Padre. 2Crees en un mundo que arrebata porque crees que arrebatando puedes obtener lo que quieres. 3Y esa percepción te ha costado perder de vista el mundo real. 4Tienes miedo del mundo tal como lo ves, pero el mundo real sigue siendo tuyo sólo con que lo pidas. 5No te lo niegues a ti mismo, pues únicamente puede liberarte. 6Nada que proceda de Dios puede esclavizar a Su Hijo, a quien Él creó libre y cuya liber­tad está al amparo de Su Ser. 7Bienaventurado tú que estás dispuesto a pedirle la verdad a Dios sin miedo, pues sólo así podrás aprender que Su respuesta es la liberación del miedo.

8.  Hermosa criatura de Dios, estás pidiendo solamente lo que te prometí. 2¿Crees que yo te iba a engañar? 3El Reino de los Cielos está dentro de ti. 4Ten fe en que la verdad está en mí porque yo sé que está en ti. 5Los Hijos de Dios no tienen nada que no  compartan. 6Pídele la verdad a cualquier Hijo de Dios, y me la habrás pedido a mí. 7Cada uno de nosotros tiene dentro de sí la respuesta para poder dársela a cualquiera que la pida.

9. Pídele cualquier cosa al Hijo de Dios y su Padre te lo concederá, pues Cristo no se engaña con respecto a Su Padre, ni Su Padre se engaña con respecto a Cristo. 2No te engañes, pues, con respecto a tu hermano, y considera sus pensamientos amorosos como lo único que constituye su realidad, pues al negar que su mente esté dividida sanarás la tuya. 3Acéptalo como su Padre lo acepta y cúrale en Cristo, pues Cristo es su  curación así como la tuya. 4Cristo es el Hijo de Dios que no está en modo alguno separado de Su Padre y cuyos pensamientos son tan amorosos como el Pensa­miento de Su Padre, mediante el cual fue creado. 5No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues, si lo haces, no podrás sino engañarte inevitablemente con respecto a ti mismo. 6Y al enga­Ã±arte con respecto a ti mismo te engañarás con respecto a tu Padre, para Quien cualquier engaño es imposible.

10. En el mundo real no hay enfermedades, pues en él no hay sepa­ración ni división. 2En él sólo se reconocen los pensamientos amo­rosos, puesto que todo el mundo dispone de tu ayuda, la Ayuda de Dios va contigo a todas partes. 3A medida que, por el hecho de pedir esta Ayuda estés dispuesto a aceptarla, la ofrecerás porque la desearás. 4Nada estará fuera del alcance de tu poder sanador porque nada que pidas te será negado. 5¿Qué problema puede haber que no desaparezca en presencia de la Respuesta de Dios? 6Pide, entonces, conocer la realidad de tu hermano porque eso es lo que percibirás en él, y en su belleza verás reflejada la tuya.

11. No aceptes la percepción variable que tu hermano tiene de sí mismo, pues su mente dividida es la tuya, y no aceptarás tu pro­pia curación sin la suya. 2Compartís el mundo real de la misma manera en que compartís el Cielo, y la curación de tu hermano es tu curación. 3Amarte a ti mismo es curarte a ti mismo, y no pue­des percibir una parte de ti mismo como enferma y lograr tu objetivo. 4Hermano mío, sanamos juntos al vivir juntos y al amar juntos. 5No te engañes con respecto al Hijo de Dios, pues él es uno consigo mismo, y uno con su Padre. 6Ama a aquel a quien su Padre ama, y te darás cuenta del Amor que tu Padre te profesa.  12. Si percibes que un hermano te ha ofendido arranca la ofensa de tu mente, pues es Cristo el que te ofende y estás engañado con respecto a Él. 2 Sana en Cristo y no te sientas ofendido por Él, pues la ofensa no tiene cabida en Él. 3Si lo que percibes te ofende, te ofendes a ti mismo y condenas al Hijo de Dios a quien Dios no condena. 4Deja que el Espíritu Santo elimine todas las ofensas que el Hijo de Dios comete contra sí mismo y no percibas a nadie si no es a través de Su consejo, pues Él quiere salvarte de toda condenación. 5Acepta Su poder sanador y extiéndelo a todos los que Él te envíe, pues Su Voluntad es sanar al Hijo de Dios, con respecto al cual Él no se engaña.

13. Los niños perciben fantasmas, monstruos y dragones espanto­sos y se aterran. 2Mas si preguntan a alguien en quien confían cuál es el significado de lo que perciben, y están dispuestos a abandonar sus propias interpretaciones en favor de la realidad, su miedo desaparece junto con ellas. 3Cuando se ayuda a un niño a que se dé cuenta de que lo que pensaba que era un fantasma es en realidad una cortina, el "monstruo" una sombra y el "dragón" un sueño, deja entonces de tener miedo y se ríe felizmente de su propio miedo.

14. Hijo mío, tienes miedo de tus hermanos, de tu Padre y de ti mismo. 2Pero estás simplemente engañado con respecto a ellos y con respecto a ti mismo. 3Pregúntale al Maestro de la realidad lo que son ellos y lo que eres tú, y al escuchar Su respuesta, tú también te reirás de tus miedos y los reemplazarás con la paz. 4Pues el miedo no se encuentra en la realidad, sino en las mentes de aquellos niños que no entienden la realidad. 5Es únicamente su falta de entendimiento lo que les asusta, y cuando aprenden a percibir correctamente dejan de tener miedo. 6Y así, cuando vuel­van a tener miedo preguntarán de nuevo cuál es la verdad. 7No es la realidad de tus hermanos, ni la de tu Padre ni la tuya lo que te asusta. 8No sabes lo que son y debido a ello los percibes a ellos y a ti mismo como fantasmas, monstruos y dragones. 9Pregúntale cuál es su realidad a Aquel que la conoce, y Él te dirá lo que ellos son. 10Pues tú no entiendes lo que ellos son, y, puesto que estás engañado con respecto a lo que ves, necesitas la realidad para poder desvanecer tus miedos.

15. ¿No intercambiarías tus miedos por la verdad, teniendo en cuenta que puedes lograrlo sólo con pedirlo? 2Pues si Dios no está engañado con respecto a ti, únicamente tú puedes estar engañado con respecto a ti mismo. 3Puedes, no obstante, aprender del Espí­ritu Santo cuál es la verdad acerca de ti, y Él te enseñará que, al ser tú parte de Dios, el engaño no tiene cabida en ti. 4Cuando te perci­bas a ti mismo sin engaño alguno, aceptarás el mundo real en lugar del mundo falso que fabricaste. 5Y entonces tu Padre des­cenderá hasta ti y dará el último paso por ti, elevándote hasta Él.

LECCIÓN 119

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (107) La verdad corregirá todos los errores de mi mente.

 

2Me equivoco al pensar que hay algo que pueda hacerme daño.

3Soy el Hijo de Dios, Cuyo Ser des­cansa a salvo en la Mente de Dios.

 

2. (108) Dar y recibir son en verdad lo mismo.

2Hoy lo perdonaré todo, para así poder aprender a aceptar la verdad acerca de mí, y llegar a reconocer mi impecabilidad.

 

3. A la hora en punto:

2La verdad corregirá todos los errores de mi mente.

 

3Media hora más tarde:

4Dar y recibir son en verdad lo mismo.

 

29 DE ABRIL

Capítulo 12

El PROGRAMA DE ESTUDIOS DEL ESPÍRITU SANTO

 

El juicio del Espíritu Santo

1. Se te ha dicho que no le otorgues realidad al error, y la manera de hacer esto es muy simple. 2Si deseas creer en el error, tienes que otorgarle realidad porque el error en sí no es real. 3Mas la verdad es real por derecho propio, y para creer en ella no tienes que hacer nada. 4Comprende que no reaccionas a nada directa­mente, sino a tu propia interpretación de ello. 5Tu interpretación, por lo tanto, se convierte en la justificación de tus reacciones. 6Por  eso es por lo que analizar los motivos de otros es peligroso. 7Si decides que alguien está realmente tratando de atacarte, abando­narte o esclavizarte, reaccionarás como si realmente lo hubiese hecho, al haberle otorgado realidad a su error. 8Interpretar el error es conferirle poder, y una vez que haces eso pasas por alto la verdad.

2. Analizar los motivos del ego es algo muy complicado, muy confuso y nunca se hace sin la participación de tu propio ego. 2Todo el proceso no es sino un intento inequívoco de demostrar que tienes la capacidad de comprender lo que percibes. 3Esto lo prueba el hecho de que reaccionas ante tus interpretaciones como si fuesen correctas. 4Puedes entonces controlar tus reacciones en lo que respecta a tu comportamiento, pero no en lo que respecta a tus emociones. 5Esto obviamente divide o ataca la integridad de tu mente, poniendo a uno de sus niveles contra otro.

3. Sólo hay una forma sensata de interpretar motivos. 2Y por tra­tarse del juicio del Espíritu Santo, no requiere esfuerzo alguno por tu parte. 3Todo pensamiento amoroso es verdadero. 4Todo lo demás es una petición de ayuda y de curación, sea cual sea la forma que adopte. 5¿Cómo puede estar justificado reaccionar con ira ante la súplica de un hermano? 6Ninguna reacción podría ser apropiada, excepto estar dispuesto a ayudarle, pues eso, y sólo eso, es lo que está pidiendo. 7Ofrécele cualquier otra cosa, y te estarás arrogando el derecho de atacar su realidad al interpre­tarla como mejor te parezca. 8Tal vez no esté completamente claro para ti el peligro que esto supone para tu propia mente. 9Si crees que una petición de ayuda es otra cosa, reaccionarás ante esa otra cosa. 10Tu reacción, por lo tanto, será inadecuada a la realidad tal como ésta es, pero no a la percepción que tú tienes de ella.

4. No hay nada que te impida reconocer todas las peticiones de ayuda exactamente como lo que son, excepto tu necesidad imaginaria de atacar. 2Esta necesidad es lo único que hace que estés dispuesto a entablar interminables "batallas" contra la realidad, en las que niegas que la necesidad de curación sea real hacién­dola irreal. 3No harías eso si no fuese por el hecho de que no estás dispuesto a aceptar la realidad tal como es, y, por consiguiente, te privas de ella.

5. Decirte que no juzgues lo que no entiendes es ciertamente un buen consejo. 2Nadie que sea parte interesada puede ser un tes­tigo imparcial porque la verdad se habrá convertido para él en lo que él quiere que sea. 3Si no estás dispuesto a percibir una petición de ayuda como lo que es, es porque no estás dispuesto a prestar ayuda ni a recibirla. 4Dejar de reconocer una petición de ayuda es negarse a recibir ayuda. 5¿Mantendrías que no la necesi­tas? 6Sin embargo, eso es lo que mantienes cuando te niegas a reconocer la súplica de un hermano, pues sólo respondiendo a su súplica puedes ser tú ayudado. 7Niégate a ayudarle, y no podrás reconocer la Respuesta que Dios te dio a ti. 8El Espíritu Santo no necesita tu ayuda para interpretar motivos pero es indudable que tú necesitas la Suya.

6. La única reacción apropiada hacia un hermano es apreciarlo. 2Debes estarle agradecido tanto por sus pensamientos de amor como por sus peticiones de ayuda, pues ambas cosas, si las perci­bes correctamente, son capaces de traer amor a tu conciencia: 3Toda sensación de esfuerzo procede de tus intentos de no hacer simplemente eso. 4¡Cuán simple es, entonces, el plan de Dios para la salvación! 5No hay sino una sola manera de reaccionar ante la realidad porque la realidad no suscita conflicto alguno. 6No hay sino un solo Maestro de la realidad, el Cual entiende lo que ésta es. 7Este Maestro no cambia de parecer con respecto a la realidad porque la realidad no cambia. 8Si bien tus interpretaciones de la realidad no tienen sentido en tu estado dividido, las Suyas son por siempre fieles a la verdad. 9Él te las da porque son para ti. 10No intentes "ayudar" a un hermano a tu manera, pues no pue­des ayudarte a ti mismo. 11Mas oye sus ruegos que claman por la Ayuda de Dios, y reconocerás de este modo la necesidad que tú mismo tienes del Padre.

7. Las interpretaciones que haces de las necesidades de tu hermano son las interpretaciones que haces de las tuyas propias. 2Al prestar ayuda la estás pidiendo, y si percibes tan sólo una necesi­dad en ti serás sanado. 3Pues reconocerás la Respuesta de Dios tal como deseas que ésta sea, y si de verdad la deseas, ciertamente será tuya. 4Cada súplica a la que respondes en el Nombre de Cristo acerca más a tu conciencia el recuerdo del Padre. 5En inte­rés de tu propia necesidad, pues, oye toda petición de ayuda como lo que es, para que Dios pueda responderte a ti.

8. Al aplicar cada vez más la interpretación del Espíritu Santo a las reacciones de otros, irás cobrando mayor conciencia de que Su criterio es igualmente aplicable a las tuyas. 2Pues reconocer el miedo no es suficiente para poder escaparse de él, aunque sí es necesario para demostrar la necesidad de escapar. 3El Espíritu Santo tiene aún que transformar el miedo en verdad. 4Si se te dejase con el miedo, una vez que lo hubieses reconocido, habrías dado un paso que te alejaría de la realidad en vez de acercarte a ella. 5No obstante, hemos señalado repetidamente la necesidad de reconocer el miedo y de confrontarlo cara a cara como un paso crucial en el proceso .de desvanecer al ego. 6Considera entonces lo mucho que te va a servir la interpretación que hace el Espíritu Santo de los motivos de los demás. 7Al haberte enseñado a aceptar únicamente los pensamientos de amor de otros y a con­siderar todo lo demás como una petición de ayuda, te ha ense­Ã±ado que el miedo en sí es una petición de ayuda. 8Esto es lo que realmente quiere decir reconocer el miedo. 9Si tú no lo proteges, el Espíritu Santo lo re-interpretará. 10En esto radica el valor prin­cipal de Aprender a percibir el ataque como una petición de amor. 11Ya hemos aprendido que el miedo y el ataque están inevitable­mente interrelacionados. 12Si el ataque es lo único que da miedo, y consideras al ataque como la petición de ayuda que real­mente es, te darás cuenta de la irrealidad del miedo. 13Pues el miedo, es una súplica de amor, en la que se reconoce inconsciente­mente lo que ha sido negado.

9. El miedo es un síntoma de tu profunda sensación de pérdida. 2Si al percibirlo en  otros aprendes a subsanar esa sensación de pérdida, se elimina la causa básica del miedo. 3De esa manera, te enseñas a ti mismo que no hay miedo en ti. 4Los medios para erradicarlo se encuentran en ti, y has demostrado esto al dárselos a otros. 5El miedo y el amor son las únicas emociones que eres capaz de experimentar. 6Una es falsa, pues procede de la nega­ción, y la negación depende, para poder existir, de que se crea en lo que se ha negado. 7Al interpretar correctamente el miedo como una afirmación categórica de la creencia subyacente que enmas­cara, estás socavando la utilidad que le has atribuido al hacer que sea inútil. 8Las defensas que son inservibles se abandonan auto­máticamente. 9Si haces que lo que el miedo oculta pase a ocupar una posición inequívocamente preeminente, el miedo deja de ser relevante. 10Habrás negado que puede ocultar al amor, lo cual era su único propósito. 11El velo que habías puesto sobre la faz del amor habrá desaparecido.

10. Si deseas contemplar el amor, que es la realidad del mundo, ¿qué mejor cosa podrías hacer que reconocer en toda defensa con­tra él la súplica de amor subyacente? 2¿Y de qué mejor manera podrías darte cuenta de su realidad que respondiendo a esa súplica dando amor? 3La interpretación que el Espíritu Santo hace del miedo ciertamente lo desvanece, pues la conciencia de la ver­dad no se puede negar. 4De esta manera el Espíritu Santo reem­plaza al miedo por el amor y transforma el error en verdad. 5Y de esta manera aprenderás de Él cómo reemplazar tu sueño de sepa­ración por el hecho innegable de la unidad. 6Pues la separación no es otra cosa que la negación de la unión, y si se interpreta correc­tamente, da testimonio de tu eterno conocimiento de que la unión es verdad.

 

LECCIÓN 120

 

Para los repasos de mañana y noche:

 

1. (109) Descanso en Dios.

 

2Hoy descanso en Dios y dejo que Él obre en mí y a través de mí, mientras descanso en Él en silencio y con absoluta certeza.

 

2. (110) Soy tal como Dios me creó.

 

2Soy el Hijo de Dios.

3Hoy dejo a un lado todas las enfermizas ilusiones que albergo acerca de mí mismo y dejo que mi Padre me diga quién soy.

 

3. A la hora en punto:

4Descanso en Dios.

 

3Media hora más tarde:

4Soy tal como Dios me creó.

 

30 DE ABRIL

II. Cómo recordar a Dios

1. Los milagros son simplemente la transformación de la negación en verdad. 2Si amarse uno a sí mismo significa curarse uno a sí mismo, los que están enfermos no se aman a sí mismos. 3Por lo tanto, están pidiendo el amor que los podría sanar, pero que se están negando a sí mismos. 4Si supiesen la verdad acerca de sí mismos no podrían estar enfermos. 5La tarea del obrador de mila­gros es, por lo tanto, negar la negación de la verdad. 6Los enfermos deben curarse a sí mismos, pues la verdad mora en ellos. 7Mas al haberla nublado, la luz de otra mente necesita brillar sobre la suya porque dicha luz es suya.

2. La luz brilla en todos ellos con igual intensidad independien­temente de cuán densa sea la niebla que la oculta. 2Si no le otor­gas a la niebla ningún poder para ocultar la luz, no tiene ninguno. 3Pues sólo tiene poder si el Hijo de Dios se lo confiere. 4Y debe ser él mismo quien le retire ese poder, recordando que todo poder es de Dios. 5Tú puedes recordar esto por toda la Filia­ción. 6No permitas que tu hermano se olvide, pues su olvido es también él tuyo. 7Pero cuando tú lo recuerdas, lo estás recordando por él también porque a Dios no se le recuerda solo. 8Esto es lo que has olvidado. 9Percibir la curación de tu hermano como tu propia curación es, por lo tanto, la manera de recordar a Dios. 10Pues te olvidaste de tus hermanos y de Dios, y la Respuesta de Dios a tu olvido no es sino la manera de recordar.

3. No percibas en la enfermedad más que una súplica de amor, y ofrécele a tu hermano lo que él cree que no se puede ofrecer a sí mismo. 2Sea cuál sea la enfermedad, no hay más que un remedio. 3Alcanzarás la plenitud a medida que restaures la plenitud de otros, pues percibir en la enfermedad una petición de salud es reconocer en el odio una súplica de amor. 4Y dar a un hermano lo que realmente desea es ofrecértelo a ti mismo, ya que tu padre dispone que comprendas que tu hermano y tú sois lo mismo. 5Concédele su petición de amor, y la tuya quedará concedida. 6La curación es el Amor de Cristo por Su Padre y por Sí Mismo.

4. Recuerda lo que dijimos acerca de las percepciones atemorizan­tes que tienen los niños pequeños, las cuales son aterrorizantes para ellos porque no las entienden. 2Si piden iluminación y la aceptan, sus miedos se desvanecen. 3Pero si ocultan sus pesadi­llas, las conservan. 4Es fácil ayudar a un niño inseguro, ya que reconoce que no entiende el significado de sus percepciones. 5Tú, sin embargo, crees que entiendes el significado de las tuyas. 6Cria­tura de Dios, estás ocultando tu cabeza bajo unas pesadas mantas que tú mismo te has echado encima. 7Estás ocultando tus pesadi­llas en la oscuridad de tu falsa certeza y negándote a abrir los ojos y a mirarlas de frente.

5. No nos quedemos con las pesadillas, pues no son ofrendas dig­nas de Cristo, y, por lo tanto, no son regalos dignos de ti. 2Quítate las mantas de encima y hazle frente a lo que te da miedo. 3Sólo lo que tú te imaginas que ello pueda ser es lo que te da miedo, pues la realidad de lo que no es nada no puede dar miedo. 4 No demo­remos esto, pues el sueño de odio no se apartará de ti a menos que tengas ayuda, y la Ayuda ya está aquí. 5Aprende a mantenerte sereno en medio de la agitación, pues la quietud supone el final de la lucha y en esto consiste la jornada a la paz. 6Mira de frente cada imagen que surja para demorarte, pues el logro del objetivo es inevitable debido a que es eterno. 7Tener al amor por objetivo es algo a lo que tienes derecho, y ello es así a pesar de tus sueños.

6. Quieres todavía lo que Dios dispone, y ninguna pesadilla puede impedir que un Hijo de Dios logre su propósito. 2Pues tu pro­pósito te fue dado por Dios y no puedes sino cumplirlo, ya que ésa es Su Voluntad. 3Despierta y recuerda tu propósito, pues es tu voluntad recordarlos 4Lo que ya se ha llevado acabo por ti tiene que ser tuyo. 5No permitas que tu odio obstruya el camino del amor, pues no hay nada que pueda resistirse al Amor que Cristo le profesa a Su Padre, o al Amor que Su Padre le profesa a Él.

7. Dentro de poco me verás, pues yo no estoy oculto porque tú te estés ocultando. 2Es tan seguro que te despertaré como que me desperté a mí mismo, porque desperté por ti. 3En mi resurrección radica tu liberación. 4Nuestra misión es escaparnos de la crucifi­xión, no de la redención. 5Confía en mi ayuda, pues yo no caminé solo, y caminaré contigo de la misma manera en que nuestro Padre caminó conmigo: 6¿No sabías que caminé con Él en paz? 7¿Y no significa eso que la paz nos acompaña durante toda la jornada?

8. En el amor perfecto no hay miedo. 2No haremos otra cosa que mostrarte la perfección de lo que ya es perfecto en ti. 3No tienes miedo de lo desconocido sino de lo conocido. 4No fracasarás en tu misión porque yo no fracasé en la mía. 5En nombre de la absoluta confianza que tengo en ti, confía en mí aunque sólo sea un poco, y alcanzaremos fácilmente la meta de perfección juntos. 6Pues la perfección simplemente es y no puede ser negada. 7Negar la negación de lo perfecto no es tan difícil como negar la verdad; y creerás en lo que podemos realizar juntos cuando lo veas realizado.

9. Tú  que has tratado de desterrar el amor no has podido lograrlo, pero tú que eliges desterrar el miedo no podrás por menos que triunfar. 2El Señor está contigo, pero tú no lo sabes. 3Sin embargo, tu Redentor vive, y mora en ti en la paz de la cual Él fue creado. 4¿No te gustaría intercambiar tu conciencia de miedo por ésta conciencia? 5Cuando hayamos superado el miedo -no ocultándolo, ni restándole importancia, ni negando en modo alguno su impacto- esto es lo que realmente verás. 6No puedes dejar a un lado los obstáculos que se interponen a la ver­dadera visión a menos que primero los observes, ya que dejarlos a un lado significa que has juzgado contra ellos. 7Si los examinas, el Espíritu Santo  los juzgará, y los juzgará correctamente. 8Sin embargo, Él no puede eliminar con Su luz lo que tú mantienes oculto, pues tú no se lo has ofrecido y Él no puede quitártelo.

10. Nos estamos embarcando, por lo tanto, en un programa muy bien organizado, debidamente estructurado y cuidadosamente planeado, que tiene por objeto aprender a entregarle al Espíritu Santo todo aquello que no desees. 2El sabe qué hacer con ello. 3Tú, sin embargo, no sabes cómo valerte de Su conocimiento. 4Cual­quier cosa que se le entregue que no sea de Dios, desaparece. 5No obstante, tú tienes que estar completamente dispuesto a examinar eso que le entregas, ya que de otro modo Su conocimiento no te servirá de nada. 6Él jamás dejará de prestarte ayuda, pues prestar ayuda es Su único propósito. 7¿No es cierto acaso que tienes más razones para temer al mundo tal como lo percibes, que para mirar a la causa del miedo y abandonarla para siempre?

 

LECCIÓN 121

 

El perdón es la llave dula felicidad.

 

1. He aquí la respuesta a tu búsqueda de paz. 2He aquí lo que le dará significado a un mundo que no parece tener sentido. 3He aquí la senda que conduce a la seguridad en medio de aparentes peligros que parecen acecharte en cada recodo del camino y soca­var todas tus esperanzas de poder hallar alguna vez paz y tran­quilidad. 4Con esta idea todas tus preguntas quedan contestadas; con esta idea queda asegurado de una vez por todas el fin de la incertidumbre.

2. La mente que no perdona vive atemorizada, y no le da margen al amor para ser lo que es ni para que pueda desplegar sus alas en paz y remontarse por encima de la confusión del mundo. 2La mente que no perdona está triste, sin esperanzas de poder hallar alivio o liberarse del dolor. 3Sufre y mora en la aflicción, mero­deando en las tinieblas sin poder ver nada, convencida, no obs­tante, de que el peligro la acecha allí.

3. La mente que no perdona vive atormentada por la duda, con­fundida con respecto a sí misma, así como con respecto a todo lo que ve, atemorizada y airada. aLa mente que no perdona es débil y presumida, tan temerosa de seguir adelante como de quedarse donde está, de despertar como de irse a dormir. aTiene miedo tam­bién de cada sonido que oye, pero todavía más del silencio; la oscuridad la aterra, mas la proximidad de la luz la aterra todavía más. 2¿Qué puede percibir la mente que no perdona sino su pro­pia condenación? 3¿Qué puede contemplar sino la prueba de que todos sus pecados son reales?

4. La mente que no perdona no ve errores, sino pecados. 2Con­templa el mundo con ojos invidentes y da alaridos al ver sus pro­pias proyecciones alzarse para arremeter contra la miserable parodia que es su vida. 3Desea vivir, sin embargo, anhela estar muerta. 4Desea el perdón, sin embargo, ha perdido toda espe­ranza. 5Desea escapar, sin embargo, no puede ni siquiera conce­birlo, pues ve pecado por doquier.

5. La mente que no perdona vive desesperada, sin la menor espe­ranza de que el futuro pueda ofrecerle nada que no sea desespe­ración. 2Ve sus juicios con respecto al mundo, no obstante, como algo irreversible, sin darse cuenta de que se ha condenado a sí misma a esta desesperación. 3No cree que pueda cambiar, pues lo que ve da testimonio de que sus juicios son acertados. 4No pre­gunta, pues cree saber. 5No cuestiona, convencida de que tiene razón.

6. El perdón es algo que se adquiere. 2No es algo inherente a la mente, la cual no puede pecar. 3Del mismo modo en que el pecado es una idea que te enseñaste a ti mismo, así el perdón es algo que tiene que aprender, no de ti mismo, sino del Maestro que repre­senta tu otro Ser. 4A través de Él aprendes a perdonar al ser que crees haber hecho, y dejas que desaparezca. 5Así es como le devuelves tu mente en su totalidad a Aquel que es tu Ser y que jamás puede pecar.

7. Cada mente que no perdona te brinda una oportunidad más de enseñarle a la tuya cómo perdonarse a sí misma. 2Cada una de ellas está esperando a liberarse del infierno a través de ti, y se dirige a ti implorando el Cielo aquí y ahora. 3No tiene esperan­zas, pero tú te conviertes en su esperanza. 4Y al convertirte en su esperanza, te vuelves la tuya propia. 5La mente que no perdona tiene que aprender, mediante tu perdón, que se ha salvado del infierno. 6Y a medida que enseñes salvación, aprenderás lo que es. 7Sin embargo, todo cuanto enseñes y todo cuanto aprendas no procederá de ti, sino del Maestro que se te dio para que te mos­trase el camino.

8. Nuestra práctica de hoy consiste en aprender a perdonar. 2Si estás dispuesto, hoy puedes aprender a aceptar la llave de la feli­cidad y a usarla en beneficio propio. 3Dedicaremos diez minutos por la mañana y otros diez por la noche a aprender cómo otorgar perdón y también cómo recibirlo.

9. La mente que no perdona no cree que dar y recibir sean lo mismo. 2Hoy trataremos, no obstante, de aprender que son uno y lo mismo practicando el perdón con alguien a quien consideras un enemigo, así como con alguien a quien consideras un amigo. 3Y a medida que aprendas a verlos a ambos como uno solo, extenderemos la lección hasta ti y veremos que su escape supone el tuyo.

10. Comienza las sesiones de práctica más largas pensando en alguien que no te cae bien, alguien que parece irritarte y con quien lamentarías haberte encontrado; alguien a quien detestas vehementemente o que simplemente tratas de ignorar. 2La forma en que tu hostilidad se manifiesta es irrelevante. 3Probablemente ya sabes de quién se trata. 4Ese mismo vale.

11. Cierra ahora los ojos y, visualizándolo en tu mente, contém­plalo por un rato. 2Trata de percibir algún atisbo de luz en alguna parte de él, algún pequeño destello que nunca antes habías notado. 3Trata de encontrar alguna chispa de luminosidad bri­llando a través de la desagradable imagen que de él has formado. 4Continúa contemplando esa imagen hasta que veas luz en alguna parte de ella, y trata entonces de que esa luz se expanda hasta envolver a dicha persona y transforme esa imagen en algo bueno y hermoso.

12. Contempla esta nueva percepción por un rato, y luego trae a la mente la imagen de alguien a quien consideras un amigo. 2Trata de transferirle a éste la luz que aprendiste a ver en torno de quien antes fuera tu "enemigo". 3Percíbelo ahora como algo más que un amigo, pues en esa luz su santidad te muestra a tu salvador, sal­vado y salvando, sano e íntegro.

13. Permite entonces que él te ofrezca la luz que ves en él, y deja que tu "enemigo" y tu amigo se unan para bendecirte con lo que tú les diste. 2Ahora eres uno con ellos, tal como ellos son uno contigo. 3Ahora te has perdonado a ti mismo. 4No te olvides a lo largo del día del papel que juega la salvación en brindar felicidad a todas las mentes que no perdonan, incluyendo la tuya. 5Cada vez que el reloj dé la hora, di para tus adentros:

 

6El perdón es la llave de la felicidad.

7Despertaré del sueño de que soy mortal, falible y lleno de pecado, y sabré que soy el perfecto Hijo de Dios

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